Jacques Ranciére
El maestro
ignorante
3inco lecciones
sobre la emancipacién
intelectual
Traduccion de Nora Es
ORIAL |IV, La socledad del menosprecio
s leyes de la grave
de la desigt
Como desrazol
labra so
V. Elemancipadot y su mono
metodo er
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ja cabeza del
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i4t
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Capitulo Primero
Una aventura
intelectual
el afo 1818, Joseph Jacotot, lector de literatura fran
cesa en la Universidad de Lovaina, tuyo una aventura
ntelectual
Una ca ga y accidentada le tendria que
aber puesto, a pesar de todo, lejos de las sorpresas:
celebré sus diecinu lonces, en-
sefiaba retérica en Dijon y se preparaba para el oli
de abogado. En 1792 sirvié como artillero en el ejérci-
to de la Reptiblica. Después, ta Convencidn* lo nombré
sucesivamente instructor militar en la Oficina de las
Polvoras, secretario del ministro de la Guerra y
ica. De regreso a
ideologia y Ienguas antiguas,
‘anscendentes y derecho. En
marzo de 1815, el aprecio de sus compatriotas lo convir
6, a su pesar, en diputado. El regreso de las Borbones
le obligé al exilio y asi obtuvo, de la generosidad del rey
de los Paises Bajos, ese puesto de profesor a medio suel-
do. Joseph Jacotot co} yes de la hospitalidad y
Lovaina.
795): asam
poderes para establecer 0
o. [NT]Hl abe igue
El azar decidié de otra manera. Las leeciones del
modesto lector fueron rapidamente apreciadas por los
estudiantes. Entre aquellos que quisieron sacar prove
cho, un buen mimero ignoraba el francés, Joseph
Jacotot, por sti parte, ignoraba totalmente el holandés.
No existia pues un punto de referencia lingitistico
mediante el cual pudiera instruirles en lo que le pedian.
Sin embargo, él queria responder a los deseos de ellos.
Por eso hacia falta establecer, entre ellos y él, el lazo
minimo de wna cosa comtin. En ese momento, se publi-
c6 en Bruselas una edicién bilinghe de felémaco, La
cosa en comin estaba encontrada y, de este modo,
‘Telémaco entré en Ja vida de Joseph Jacotot. Hizo en-
viar el libro a los estudiantes a través de un intérprete
y les pidid que aprendieran el texto francés ayudéndo-
se de la waduccidn. A medida que fueron Hegando ala
mitad del primer libro, les hizo repetir una y otra vez
lo que habjan aprendido y les dijo que se contentasen
con leer el resto al menos para poderlo contar. Habia
ahi una solucién afortunada, pero también, a pequefia
escala, wna experiencia filosolica al estilo de las que se
apreciaban en el siglo de la Iustracién. Y Joseph Jaco-
tot, en £818, era todavia un hombre del siglo pasado.
La experiencia sobrepasé sus expectativas, Pidié
a los estudiantes asi preparados que escribiesen en
franeés lo que pensaban de todo lo que habfan leido,
«Se esperaba horrerosos barbarisinos, con impotencia
absoluta quizd. éCémo todos esos jyenes privados de
explicaciones pedrian comprender y resolver de forma
efectiva las dificultades de una lengua nueva para ellos?
iNo importa!. Era necesarlo yer dénde les habla condu-
vido este trayecto abierto al azar, cuiiles eran los resul-
tados de este empirisme desesperade. Cudl no fue su
sorpresa al descubrir que sus alumnos, entregados a si
mismos, habian realizado este diffeil paso tan bien
como lo habrian hecho muchos franceses. Entonces,
éno hace falta mas que querer para poder? {Eran pues
+ 10+
todos los hombres virtwalmente capaces de compren-
der lo que otras habian hecho y comprendido?e!
Tal fue la revolucién que esta experiencia azar:
sa provocé en su interior, Hasta ese mo lento, habia
ereido To que crefan todas Jos profesores concienzied«
que la gran tarea del maestro es transmitir sus conoci-
mientos a sus discipulos para clevarlos gradualmente
hacia su propia ciencia. Sabia como ellos que na se tra
taba de atiborrar a los alumnos de conocimientos, nide
hacérselos repetir como loros, pero sabia también que
es necesario evitar esos caminas del azar donde se
pierden los esp(ritus todavia incapaces de distinguir lo
esencial de lo accesorio y el principio de la consecuencia
En definitiva, sabia que el acto esencial del maestro era
explicar, poner en evidencia los elementos simples de
los conocimientos y hacer concordar su simplicidad
de principio con la simplividad de hecho que carac
teriza a los espiritus j6venes ¢ ignorantes. Ensefar era
al mismo tiempo, transmitir conocimientos y formar los
espiritus, conduciéndolos, segtin un orden progresivo
de lo més simple a lo mas complejo, De este modo ef
diseipulo se edueaba, mediante la apropiacién razonu-
da del saber y a través de la formacién del juicio y del
gusto, en tan allo grado como su destinacién social lo
requerfa y se le preparaba para funcionar segiin este
destin nsefiar, pleitear o gobernar para las elites le
wadas; concebir, disefar o fabricar instrumentos y ma
quinas para las vanguardias nuevas que se buscaba
ahora descubrir entre la elite del pueblo; hacer, en la
carrera eientifica, descubrimientos nuevos para los 3
piritus dotados de ese genio particular. Sin duda, los
procedimientos cle esos hombres de ciencta divergtan
seusiblemente del orden razonado de los pedagogus
Pero no se extraia de eso ningiin argumenta contra ese
1 Félix y Victor Ratier, «Enseignement universel. Emaneip.
on intellectueltes, Journal de philosophic panceastique, 1838, p. 15.EL mneestiehgnoennte
orden. Al contrario, inicialmente es neeesario haber
irido una formacidn sdlida y metédica para dar
vin libre a las singularidades del genio. Post hoc, erzo
propter hoc!
Ast razonaban todos los profesores concienzu-
dos, Y asi razoné y actué Joseph Jacotot, en los treinta
aios de profesién. Pero ahora el grano de arena ya se
habla introducida por azar en la maquinaria. No habla
dado a sus «alumnos» ninguna explieacién sobre los
primeros elementos de la lengua, No les habia explica-
do ni la ortografia ni las conjugaciones. Ellos solos
buscaron las palabras francesas que correspondfan a
las palabras que conocian y las justificaciones de sus
desinencias. Ellos solos aprendieron eémo combinar-
las para hacer, en su momento, oraciones francesas:
frases cuya ortografia y gramética eran cada vez mas
exactas @ medida que avanzaban en el libro; pero
sobretodo eran frases de escritores y no de escolares.
Entonces, éeran superfluas las explicaciones del maes-
Wo? O, si no lo eran, éa quiénes ¥ para qué eran enton-
ces titiles esas explicaciones?
El orden explicadar
Una luz repentina iluminé brutalmente, en el espivitu
de Joseph Jacotol, esa evidencia ciega de cualquier sis-
tema de ensefanza: la necesidad de explicaciones. Sin
embargo, iqué hay més seguro que esta evidencia?
Nadie conoce realmente mas que lo que ha comprendi-
do. ¥, para que comprenda, es necesario que le hayan
dado una explicacién, que la palabra del maestro haya
rotoe] mutismo de la materia ensefiada,
‘a tanto debido al hecho” un tipo de
F que establece ama relacién causal
* Después del hecho, pi
Falacla logics cansal, es
ide wo la hay. INT]
ved Bhs
Esta légica, sin embargo, no deja de comportar
cierla oscuridad, Veamos por ejemplo un libro en
manos de un alumno. Este libro se compone de un con-
junto de razonamientos destinados a hacer comprender
wma materia al alumno. Pero enseguida es ¢] maestro el
‘ue toma Ja palabra para explicar el libro, Realiza una
serie de razonamientos para explicar ol conjunto de
Tazonamientos que constituyen el libro. Pero épor qué
cl libro necesita de tal ayuda? En vez de pagar a un
explicador, el padre de familia éno podria simplemen-
te entregar el libro a su hijo y el nifto comprender
directamente los razonamientos del bro? Y si no los
comprende, épor qué deberia comprender mejor los ra-
Zonamientos que le explicardn lo que no ha compren.
ido? éSon éstos de otra naturaleza? cY no sera necesario
en este caso explicar todavia la manera de compren-
derlos?
La légica de la explicacién comporta de este
modo el principio de una regresién al infinito: la repro-
duccién de las razones no tlene porqué parar nunca.
Lo que frena la regresién y da al sistema su base, es
simplemente que cl explicador es el tinico juez del
punto donde la explicacién esta ella misma explicada.
Es el tinico juez de esta pregunta en si misma vertigi
nosa: dha comprendido el alumno los razonamientos
que le ensefian a comprender los razonamientos? Es
ahf donde el maestro supera al padre de familia: ¢Cé-
mo estaré éste seguro de que el nifio ha comprendido
los razonamientos del libro? Lo que le falta al padre de
familia, lo que faltaré siempre al trio que forma con
el nifio y el libro, es ese arte si ngular del explicador: el
arte de la distancia. EI secreto del nuestro es saber
reconocer la distancia entre el material ensefado y el
sujeto a instruir, la distancia también entre aprender y
comprender. El explicador es quien pone y suprime la
distancia, quien la despliega y la reabsorbe en el seno
de su palabra,
1SBste estatuto privilegiado de la palabra sélo
suprime la regresién al infinito para instituir une
jerarquia paraddjica, In el orden explicador, de hecho,
hace falta generalmente wna explicacion oral para ex-
plicar la explicacion eserila, Eso supone que Los razo:
namientos estén mas claros, se graban mejor en el
espiritu del alumuo, cuando estan dirigidos por la pala-
bra del maestro, la cual se disipa en el instante, que
cuando estan inscritos en el libro con caracteres imbo-
rrables. 6Cémo hay que entender este privilegio para-
ddjieo de 1a palabra sobre el escrito, del ofdo sobre la
vista? {Qué relacién hay entonces entre el poder de
Ia palabra y el poder del maestro?
Bsta paradoja se encuentra enseguida con otra:
las palabras que el nio aprende mejor, aquellas de las
que absorbe mejor el sentido, de las que se apropia
mejor para sui propio ts, soit aquellas que aprende sin
maestro explicador, con anterioridad a cualquier maes:
tro explicador. En el rendimiento desigual de los diyer-
sos aprendizajes intelectuales, 10 que todos los nifios
aprenden mejor es lo que ningtin maestro puede expli-
caries, la lengua materna. Se les habla y se habla alre-
dedar de ellos. Ellus oyen y retienen, imitan y repiten,
se equivocan y se corrigen, tienen éxito por suerte y
yuelyen a empezar por método, y, a una edad demasia
do temprana para que los explicadores puedan empe
zar sus instrucciones, son précticamente todos -sea
cual sea sui sexo, su condicién social y el color de su
piel- capaces de comprender y hablar la lengua de sus
padres.
Ahora bien, este nino que ha aprendido a hablar
a través de su propia inteligencia y aprendiendo de
aquellos maestros que no le explicaban Ja lengua, emn-
pieza ya sui instruccién propiamente dicha. A partir de
ahora, todo suicederé como si ya no pudiese aprender
mais con ayuda de la misma inteligencia que le ha ser-
vido hasta entonces, como si la relacién aulénoma del
os dave
aprendizaje con la verificacién le fuese a partir de
ahora ajena. Entre el uno y la otra, se ha establecido
hora una opacidad, Se trata de comprender y sélo esta
palabra lanza un yelo sobre cualquier cosa: compren.
der es eso que el nifio no puede hacer sin las explica.
ciones de un maestro. ¥ pronto tendré tantos maestros
como materias para comprender, impartidas en un
cierto orden progresivo. Se afiade la cireunstancia
extrafia cle que estas explicaciones, desde que comenzd
la era del progreso, no dejan de perfeccionarse para
explicar mejor, para hacer comprender mejor, para
aprender mejor a aprender, sin que podamos medit
hunca un perfeccionamiento correspondiente en la s|
sedicha comprensién. Mas alin, comienza a formarse el
triste rumor que no cesaré de amplificarse, el de una
reduccidn continua de la eficacia del sistema explicati-
vo, el cual necesita obviamente de un nuevo perfec
namienta para couvertir las explicaciones en mas cou.
prensibles para aquellos que no las comprenden.,
La revelacion que se apoderé de Joseph Jacotot
se concentra en esto: es necesarie invertir la ligica del
sistema explicadot: La explicacion no es necesaria para
remediar una incapacidad de comprensién. Todo lo
contrario, esta incapactdad es la ficcién que estructun
Ja concepeiéa explicadora del mundo. El explicador vs
el que necesita del incapaz y no al revés, es él el que
constituye al incapaz como tal. Explicar alguna cosa
alguien, es primera demostrarle que no puede compren
derta por si mismo. Antes de ser el acto del pedagozo, la
explicacién es el mito de la pedagogia, la pavibola de ur
mundo dividido en espirilus sabios y espiritus ignorat-
tes, espiritus maduros ¢ inmaduros, capaces e incapa
ces, inteligentes y estiipidos. La trampa del explicador
consiste en este doble gesto inaugural. Por un lado, es
41 quien decreta el comienzo absoluto: sélo abora va a
comenzar el acto de aprender. Por otro lado, sobre
todas las cosas que deben aprenderse, es él quien lanza
215ese velo de la ignorancia que Inego se encargard de
levantar, Hasta que él Ilegé, e! nifo tanted a ciegas, adi-
vinanda. Ahora es cuando va a aprender. Ola las pala-
bras y las repetfa. Ahora se trata de leer y no entende-
ri las palabras si no entiende las silabas, las silabas si
no entiende las letras que ni el libro ni sus padres
podrian hacerle entender, tan s6lo puede la palabra del
maestro. EL mito pedagégico, decfamos, divide el
mundo en dos. Pero es necesario decir més precisa-
mente que divide la inteligencia en dos. Lo que dice es
que existe una inteligencia inferior y una inteligencia
superior, La primera registra al azar las percepciones,
reliene, interpreta y repile empiricamente, en el estre-
cho circulo de las costumbres y de las necesidades. Esa
es la inteligencia del nifio pequefio y del hombre del
pueblo, [a segunda conoce las cosas a través de la
razon, procede por método, de lo simple alo complejo,
de la parte al todo. Es ella la que permite al maestro
transmitir sus conocimientos adaptindolos a las capa-
cidades intelectuales del alumno y la que permite com-
probar que el alumno ha comprendido bien lo que ha
aprendido. ‘Tal es el principio de la explicacién. Tal
serd en adelante para Jacolot el principio del atonta
micnto.
Entendémoslo bien y, para eso, expulsemos de
nuestra mente las imagenes conocidas. El atontador no
es el viejo maestro obluso que lena la cabeza de-sus
alumnos de conocimientos indigestos, ni el ser maléfi-
co que wliliza la doble verdad para garantizar su poder
y el orden social. Al contrario, el maestro atontador es
tanto mas efieaz, cuanto es més sabio, mas educado y
mas de buena fe. Cuanto més sabio es, mas evidente le
parece la distancia entre su saber ¥ Ia ignorancia ce los
ignorantes, Cuanto mas educado esté, més evidente le
parece la diferencia que existe entre tantear a ciegas y
buscar con método, y mas se preocupard en substituir
con el espiritu a la letra, con la claridad de las explica-
= 16+
‘Ue aventura fteteetua
ciones a la autoridad del libro. Ante todo, diré, es nece-
sario que el alumno comprenda, y por eso hay que
expliearle cada vez mejor. Tal es la preocupacién del
pedagogo educado: ccomprende el pequeno? No com-
prende, Yo encontraré nuevos modos para explicarle,
mais rigurosos en su principio, mds atractivos en su
forma. ¥ comprobaré que comprendié
Noble preocupacién. Desgraciadamente, es justa-
mente esa pequefia palabra, esa consigna de los educa-
dos -eomprender la que produce todo el mal. Es la que
frena el movimiento de la raz6n, la que destruye stu con-
fianza en si misma, la que la expulsa de su propio
camino rompiendo en dos el mundo de la inteligencia,
instaurando la separacién entre el animal que busca a
ciegas y el joven educado, entre el sentido comin y
la ciencia, Desde que se pronuncié esta consigna de la
aualidad, todo perfeccionamiento en la manera de ha
cer comprender, esa gran preacupacién de los metodis~
tas y de los progresistas, es un progreso hacia el aton-
tamiento. El nifio que balbucea bajo la amenaza de los
kolpes obedece a la férula, y ya esta: aplicard su inteli-
gencia para otra cosa. Pero el pequenio explicado, él,
emplearé su inteligencia en ese trabajo de duelo: com-
prender, es decir, comprender que no comprende si no
se le explica. Ya no esta bajo la férula que le somete,
estd en la jerarquia del mundo de las it iteligencias. Por
lo demas, est4 tranquilo como el otro: sila solucién del
problema es demasiado diffeil de buscar, tendré la sufi-
eiente inteligencia para abrir bien los ojos. El maestro
es vigilante y paciente, Vera que el pequeno ya no le
sigue, volver a ponerlo en el camino explicandole
nuevamente. Asi el pequeno adquiere una nueva inteli-
gencia, la de las explicaciones del maestro. Mas tarde
él también podré ser a su vez explicadar. Posee los
mecanismos. Pero los mejarard: ser hombre de pro-
greso.
Te9 ignorant
El azar y la voluntad
As{ funciona el mundo de los explicadores explicados.
‘Asi tendria que haber sido también para el profesor
Jacotot si el azar no lo lmubiera puesto en presencia de
tun heclto. Y Joseph Jacotot pensaba que todo razona-
miento debe partir de los hechos y ceder ante ellos, No
entendamos por ello que era materialista, Al contrario:
como Descartes, que probaba el movimiento caminan-
do, pero también como su contemporéneo, el muy
monarquico y religioso Maine de Biran, consideraba
Jos frechos del espiritu activo que tomaba conciencia de
su actividad conio mas ciertos que toda cosa material
Y se trataba precisamente de eso: el hecho era que estos
estudiantes aprendieron a hablar y escribir en francés
sin la ayuda de sus explicaciones. No les transmitio
hada de su ciencia, ni les explicé nada de los radicales
y de las flexiones de la lengua francesa. No procedié a
la manera de estos pedagogos reformadores que, como
el preceptor del Hrmilio, exteavian a sus alumnos para
guiarlos mejor y balizan con astucia un recorride de
Obstaculos que es necesario aprender a cruzar por uno
mismo. EI las habia dejado solos con el texto de Fé-
nelon, una traduccién ~ni siquiera interlineal, al modo
escolar-y su voluntad de aprender francés, Solamente
les habia ordenado cruzar un bosque del que ignoraba
las salidas. La necesidad le obligé a dejar enteramente
fuera del juego su inteligencia, esa inteligencia media-
dora del maestro que conecta la inteligencia que esta
gvabada en las palabras escritas con la inteligencia del
aprendiz. Y, al mismo tiempo, habia suprimido esa dis-
lancia imaginaria que es el principio del atontamiento
pedagégico. Todo se habia jugade forzosamente entre
la inteligencia de Fénelon que guiso hacer un cierto
uso de la lengua francesa, la del traductor que quiso
ofrecer un equivalente en holandés y sus inteligencias
de aprendices que queriar aprender la lengua francesa.
1B
Y resulté que no fue necesaria ninguna otra inteligen-
cia. Sin pensar en ello, les habia hecho descubrir aque-
Ho que él deseubria con ellos: todas las frases, y por
consecuencia todas las inteligencias que las producen,
son de la misma naturaleza. Gomprender sélo es lra-
ducir, es decir, proporcionar el equivalente de um testo
pero no su razén, No hay nada detras de la pagina
escrita, nada de doble fondo que requiera el trabajo de
una inteligencia o(7a, la del explicador; nada del len-
guaje del maestro, de la lengua cuyas palabras y frases
tengan el poder de decir la razén de las palabras y de
as frases de un texto. Los estudiantes flamencas ha-
bfan proporcionada la prueha: sélo tenlan a su disposi-
cién para hablar de Telémaco las palabras de Telémaco,
Basta pues con las frases de Fénelon para comprenier
las frases de Fénelon y para decir lo que se ha com-
prendido en ellas. Aprender y comprender son «los
maneras de expresar el mismo acto de tracuceién. No
hay nada detrds de Jos textos sino La yoluntad de expre-
sarse, es decir, de adueit, Si ellos habfan comprendi-
do la lengua tras haber aprendido Fénelon, no era sim-
plemente por la practica de comparar la pagina de la
quierda con la pagina de la derecha. Lo que cuenta
no es pasar de pagina, sino la capacidad de deci to que
se piensa con las palabras de los otros. Si aprendieron
eso de Fénelon era porque el mismo acto de Fénelon
como eseritor era un acto de traductor: para traducir
una leccién de politica en un relato legendario, M6
nelon habia puesto en el francés de sut siglo el griego de
Homero, el latin de Virgilio y 1a lengua, sabia o inge-
nna, de otros cientas de textos, desde cuentos de niftus
a historias ernditas. £1 habia aplicado a esta doble twa
duccion la misma inteligeneia que ellos-empleabat a
su yer para decir con las frases de su libro lo que pen-
saban de su libro
Pero ademas la inteligeneia que les hizo apren-
der el francés en Telémaco era la misma conaprendieron 1a lengua materna: observando y retenien-
do, repitiendo y comprobando, relactonando lo que pre-
tendian conocer con lo que ya conocfan, haciendo y
yeflexionando en lo que habian hecho. Hicieron lo que
ino se debe hacer, como hacen los nifvos, ir a ciegas, adi:
vinando. Y entonces surgié la pregunta: No habria que
invertir el orden admitido de los valores intelectuales?
No sera este método vergonzoso de la adivinanza el
verdadero movimiento de la inteligencia humana que
toma posesién de su propio poder? Su abolicién éno
busealsa desde el principio la voluntad de cortar en dos
cl mundo de la inteligencia? Los metodistas oponen al
equivocado método del azar el planteamiento por
razon, Pero se dan de antemano Jo que quieren probar.
Suponen nna erfa de animal que explora golpedndose a
Tas cosas, a un mundo que no es aiin capaz de ver y que
justamente ellos le ensefiaran a distinguir, Pero el nino
es basicamente un ser de palabra, Fl nifio que repite
las palabras oidas y el estudiante flamenco «perdido»
en su Telémaco no progresan aleatoriamente. Todo su
esfierzo, toda su bisqueda, se cenira en esto: quieren
reconocer tina palabra de hombre que les ha sido di
gida y a lacnal quieren responder, no como alumnos 0
como sabios, sino como hombres; como se responde a
alguien que os habla y no a alguien que os examina:
bajo el signo de Ja igualdad.
El hecho estaba al{: aprendicron solos y sin
maestro explicador: ¥ lo que ha sacedido una vez siem-
pre puede repetirse. Ademds, este descubrimiento
podia invertir los principios del profesor Jacotot. Pero
el hombre Jacotot estaba verdaderamente en mejores
condiciones de reconocer Ia diversidad de lo que se
puede esperar de un hombre. Su padre habia sido carni
cero, antes de Ievar las cuentas de su abuelo, el car-
niero que envié a su nieto al colegio. El mismo era
profesor de retorica cuando le toed ir al ejercito en
1792. El voto de sus camaradas lo convirtié en capitan
+ 20
de artillerfa y se comporté como tn artillero destacado:
En 1793, en la Oficina de las Pélvoras, este latinista se
habia hecho instructor de quimica para la formacion
acelerada de esos abreros a los que hiego se enviaba a
aplicar, sobre todos los puntos del territorio, los descu-
brimientos de Foureroy. En casa del mismo Fonreroy
habla conocido a Vauquelin, ese hijo de campesino que
se habia hecho na formacién de quimico a escondidas
de su patron. En la Eseuela Politécnica, habia visto Ie-
gar a todos esos jévenes a los que comisiones improv
sadas habian seleccionade segin el doble criterio de Ia
vivacidad de su espiritu y de su patriotismo. Y los habia
visto convertirse en maiematicos muy buenos, menos
por las mateméticas que Monge o Lagrange les expli-
caban que por aquéllas que hacfan ante ellos, El mismo
habia aprovechado sus fimciones administrativas para
darse una competencia de matematico que ejercié mas
tarde en la Universidad de Dijon. Del mismo modo que
habla agregado el hebreo a las lenguas antiguas que en-
sefiaba y habia compuesto un Pnsayo sobre la gramiti-
ca hebraica. Pensaba, Dios sabe el porqué, que esta len-
gua tenia futuro. Finalmente obtuvo, a su pesar pero
con la mayor firmeza, la competencia de representante
del pueblo, En resumen, sahfa lo que la voluntad de los
individuos y el peligro de la patria podian hacer nacer
de capacidades inéditas en circunstancias en las que la
urgencia obligaba a quemar las ctapas de la progresién
explicativa. Pens6 que este estado de excepcién, exigi-
do por la necesidad de la nacién, no diferia en six prin
cipio de esta urgencia que dirige la exploracién del
mundo por el niflo 0 de esta otra que fuerza la yia sin-
gular de los sabios y de los inventores. A través de la
experiencia del nif, del sabio y del revolucionario, el
iétodo del azar practicado con éxito por los estudian-
tes flamencos revelaba su segundo secreto. Este méto-
do de la iguatdad era principalmente un método de la
voluntad, Se podla aprender solo y sin maestro expli-
+ 2dstra Inger
cadlor cuando se queria, 0 por la tensién del propio
deseo 0 por la dificultad de la situacién,
El Maestro emancipador
Esta dificultad tomo circunstancialmente la forma de Ia
consigna dada por Jacotot. ¥ de ello resultaba una con
secuiencia capital, no ya para los alumnos sino para el
maestro, Los alumnos aprendicron sin maestro explica
dor, pero no por ello sin miaestro. Antes no sablan, y
ahora sabian, Luego Jacotot les ensené algo, Sin embar-
g0, no les comunicd nada de su ciencia, Por to tanto no
era la ciencia del maestro lo que el alumno aprendfa. El
habia sido maestro por la orden que habia encerrado a
sus alumnos en el efreulo de dénde podian salir por si
mismos, retirando su inteligencia del juego para dejar
que sus inteligencias se enfrentasen con Ia del libro. De
este modo se habian disociado las dos funciones que
une la préctica del maestro explicador, la del sabio y la
del maestro. Asimismo, se hablan separada, liberadas
Ja una en relacién con la otra, las dos facultades que se
ponen en juego en el acto de aprender: la inteligencia y
Ja voluntad. Entre el maestro y el alumno se habia esta~
blecido wna pura relacidn de voluntad a voluntad: wna
relacién de dominacién del maestro que habia tenido
como consecuencia una relacién completamente libre
de la inteligencia del alumno con la inteligencia del
libro esta inteligencia del libro que era también la cosa
comtin, el vincula intelectual igualitario entre el maes
tro y el alumno-. Este dispositive permitia desenredar
las categorias mezcladas del acta pedagégico y definir
exactamente el atoutamiento explicativo. Existe atonta-
miento alli donde una inteligencia esta subordinada a
ota inteligencia. El hombre -y el nifio en particular
puede neeesilar un maestro cuando su yohuntad no es
Jo bastante fuerte para ponerlo ¥ mantenerly en su tra~
+22
yeeto. Pero esta sujecién es puramente de yolumtad a
voluntd. Y se vuelve atontadora cuando vinicula uni
inteligencia con otra inteligencia. En el acto de enseiar
¥ aprender hay dos voluntades y dos inteligencias. Se
Hamara atontamiento a su coincidencia. En la situa
cién experimental creada por Jacotot, el alumno estaba
vinculaclo a una voluntad, la de Jacotol, y a una inteli
gencia, la del libro, enteramente distintas. Se Hamaré
emancipaciin a la diferencia conecida y mantenida de
las dos relaciones, al acto de una inteligencia que séla
obedece a sf misma, aunque ta voluntad obedezca a
otra voluntad,
Esta experiencia pedagégica levaba ast a una
ruplura con la Iogica de todas las pedagqgias. La prac
tiea de los pedagogos se sustenta sobre la uposicion
entre la ciencia y la ignorancia, Los pedagagos se dis
tinguen por los medios elegidos para eonvertir en sabio
al ignorante: métodes duros o blandos, tradicionales
moderns, pasives o actives, de los cuales se pucde
comparar el rendimiento. Desde este punto de vista, se
podria, en un primer enfoque, comparar la rapidez le
Jos ahmmnos de Jacotot con Ta lentitud de los métodos
tradicionales. Pero, en realidad, 1o habia nada que
comparar. La confrontacién de Los métodos supone
acuerdo ininimo sobre los fines del acto pedagdgic
tansmitir los conocimientos del maestro al alumuo,
Ahora bien Jacotot no habfa transmitido nada. No habia
Ulilizado ningtin método. El método era puramente «
del alumno. Y aprender mas o menos réipido el francés
£5, en si mismo, una cosa de poca transcendencia, |
comparacién no se establecia ya entre métodos sino
entre dos usos de la inteligencia y entre dos concepcio-
hes del orden intelectual. La vfa rdpida no era la de una
pedagogta mejor. Era otra via, la de-la libertad, esta via
que Jacotot habia experimentado en los ejércitos del
afio Il, en la fabricacién de las pélveras o en la instala-
cidn de la Esenela Politéenica: ja via de la libertad res-
a DBSheree eae
pondiendo a la urgencia de un peligro, pero también la
via de la confianza en la capacidad intelectual de todo
ser humano. Rajo la relacién pedagégica de la ignoran-
cia ala ciencia habia que recanocer la relacién filos6fi-
ca més fundamental del atontamiento: a la emaneipa
cidn, Habia asi no dos sino cuatro términas en juego, El
acto de ensefar podia producirse segiin cuatro deter-
minaciones diversamente combinadas: por un maestro
emancipador o por un maestro atontador; por un maes-
tro sabio o por un maestro ignorante.
La tiltima proposicién era la mas dura de acep:
tan Pues atin se pucde entender que un sabio deba
prescindir de explicar su ciencia. Pero eémo admitir
que un ignorante pueda ser para otro ignorante causa
dle ciencia? La experiencia misma de Jacotot era ambi
gua por su calidad como profesor de francés. Pera
puesto que habla mostrado al menos que no era el
conocimiento del maestro lo que instruia al alumno,
nada impedia al maestro ensefiar otra cosa que st
saber, ensefiar lo que ignoraba. Entonces Joseph
Jacotot se dedicé a variar las experiencias para repelir,
intencionalmente, lo que la casualidad habia produci-
«lo una vez. De este modo, se puso a ensefiar dos mate
vias en las cuales su incompetencia era probada, la
pintura y el piano. Los estudiantes de derecho hubie-
sen querido que se le diera una cétedra vacante en stt
Facultad. Pero la Universidad de Lovaina ya se inquic-
laba por este lector extravagante por quien se abando-
naban los cursos magistrales, y por quien se iban a
apretujarse por la noche en una sala demasiado peque-
iia eon tan solo la luz de dos velas, para ofrle decir: «Es
necesario que les ensefe que no tenga nada que ense-
Tiavles.»? Por consiguiente, la autoridad consultada res-
Ha dd THREE URSA Gablosed tak 4e8, Van de Wore
Bruxelles, 1822, p. 11
wide
=
Ua aventara ntetectnnt
pendis que no yeia titulo alguno para esta ensefanza.
Precisamente 61 se ocupaba entonces en experimentar
la divergencia entre el titulo y el acto. Entonces, en
lugar de hacer en francés un curso de derecho, enseié
a los estudiantes a pleitear en holandés. ¥ pleitearon
muy bien, pero él segufa ignorando el holandés.
El circulo de la potencia
La experiencia le parecié suficiente para entenderlo: se
puede eriseriar lo que se ignora si se emancipa al alum-
no, es decir, si se le obliga a usar su propia inteligen-
cia. Maestro es el que encierra a una inteligencia en el
clreulo arbitrario de dénde sélo saldré cuando se haga
necesario para ella misma. Para emaneipar a un igno-
rante, es necesario y suficiente con estar uno mismo
emancipado, es decir, con ser consciente del verdadero
poder del espiritu humano, EL ignorante aprenderd
sdlo lo que el maestro ignora si el maestro cree que
puede y si le obliga a actualizar su capacidad: circulo
de la potencia homélogo a ese circulo de la impotencia
que une al alumno con el explicador del viejo método
(que a partir de ahora le Hamaremos simplemente el
Viejo). Pero la velacion de fuerzas es muy particular, El
circulo de la impotencia esta ya siempre ahi, es el movi-
miento mismo del mundo social el que se disimula en
la diferencia evidenge entre la ignorancia y la ciencia.
El cireulo de la potencia solamente puede tener efecto a
partir de su publicidad, Pero sélo puede aparecer como
una tautologia o un absurdo, éCémo puede ser que el
maestro sabio no entienda nunca que puede ensehar lo
que ignora tan bien como lo que sabe? Consideraré este
aumento de 1a potencia intelectual como una devalua-
cion de su ciencia, ¥ el ignorante, por su parte, sino se
eree capaz de aprender por si mismo, atin menos
se sentird capaz de instruir a otro ignarante, Los exch
OB ados del mundo de la inteligencia suscriben por si mis-
mos el yeredicto de su excusién, En resumen, el cireu-
lo de la emancipacién debe comenzarse, :
Ahi estd la paradoja. Pues, pensando un poco, el
A la inteligencia que
dormita en cada uno, bastaria decirle: 4ge quod ais
atiende a lo que estés haciendo, «aprende el hecho,
imitalo, condcete a ti mismo, éste es el camina de la
natnralezar.! Nepite metSdicamente el método del azar
que te ha dado la medida de tu poder, La misma inteli-
gencia obra en todos los actos del espiritu humano.
“Pero ahi esta el salto mas dificil. ‘Todo el mundo
practica este método si le es preciso pero nadie quiere
7 paternelte, 8° edicidn,
8. Bnseignement universe Langue mat
Yaris, 1830, 9.148, y Journal de Pémandpation intllectuelie, Il
PEE pnscignement universe, Langue dangers 24 edleton, Pa
ris, 1829, p. 219.
2 26 oe
reconocerlo, nadie quiere enfrentarse con ta reyolu
cidn intelectual que significa. El eirculo social, ef orden
ile las cosas, prohibe que sea reconocido como to que
es: el verdadero mélodo por el cual cada uno aprende
¥ toma conciencia de su capacidad. Es necesario alre-
verse a reeonocerlo y proseguir la Verificacion abierta
dle su pode. En caso contrario el métado de la impo-
tencia, el Viejo, durara tanto como el orden de las
cosas.
éQuién querria empezar? En esa época habia
todo tipo de hombres de buena voluntad que se preo-
cupaban por la instruccién del pueblo: Hombres de
orden que querfan elevar al pueblo por encima de sus
apetitos brutaless hombres revolucionarios que querian
conducir al pueblo a la conciencia de sus derechos
hombres de progreso que deseaban, a través de la ins
trucei6n, reducir la distancia entre las clases; hombres
de industria que sofiaban con proporcionar, « través de
ella, a las mejores inteligencias del pueblo los medios
para la promocién social. Pero todas estas buenas in-
tenciones encontraban un obstéculo: los hombres del
pueblo tienen poco tiempo y alin menos dinero para
esta adquisicién. Por eso se buscaba el medio mas eco-
admico para difundir el minimo de instruccién consi
derada, segiin los asos, necesaria y suficiente para la
mejora de las poblaciones trabajadoras. Entre los pro
gtesivos y los industriales existia un método con pres
tigio, la ensenanza mutua. Permitfa reuniren un exten-
so local a un gran niimero de alumnos divididos en
escuadras, dirigidas por los mas avanzado de ellos,
promovidos al rango de monitores, De esta manera, |
direceién y la leceién del maestro irradiaban, por el
conduct de estos monitores, sobre toda Ja poblactén a
instruir. Tal imagen complacia a los amigos del pro-
greso: es asi como la ciencia se reparte desde las cumi-
bres hasta las més modestas inteligencias, La felicidad
y la libertad descenderian después
27 aEsta clase de progreso, para Jacotot, traslucfa re
presion. Adiestraniento perfeccionado, decia, Sonaba
con otra cosa para el lema de la instruccién mutua: que
cada ignorante pudiera hacerse para otro ignorante el
maesiro que le revelaria su poder intelectual. Més
exactamente, su problema no era ta instruecién del
pucblo: se insiruye a los reclutas @ Jos que se alista bajo
su bandera, a los suhalternos que deben poder com-
prender las érdenes, al pueblo que se quiere goberna
-de manera progresiva, se entiende, sin derecho divino
y sean la tinica jerarquia de las eapacidades-, Su pro
tema era la emencipacton: que todo hombre del pucblo
pueda coneebir su: dignidad de hombre, tomar cancien-
tia de su capacidad intelectual y decidir su uso. Los
partidarios de la Instruccién aseguraban que ésta era
la condicién de una verdadera libertad. Después de lo
cual reconocian que debian instruir al pueblo, ¥ se
ponian a diseutir sobre qué lipo de instruccién tentan
que darle. Jacotol no veia qué libertad podfa resultar
para el pueblo de los deberes de sus instructores. Todo
lo contrario, pensaba que el asunto era una nueva
forma de atontamiento. Quien ensefa sin eman
ionta, Y quien emancipa no ha de preocuparse de lo
que el emancipado debe aprender, Aprenderd Io que
qniera, quizé nada. Sabra que puede aprender porque
Ja misina inteligencia acta en todas las producciones
del arte humano, que un hombre siempre puede com-
prendet la palabra de otro hombre. El editor de Jacotat
tenia un hijo débil mental. Se desesperaba al no poder
hacer nada con él. Jacotat le ensefid el hebreo, Después
el nifo se convirlid en tn excelente litégrafo. Bl
hebreo, eso es evidente, no le sirvié nunca para nada
solo para saber to que ignorarfan siempre las inte
Ligencias mejor dotadas y mas informadas: 10 se trate
ba del hebreo.
Las cosas estaban claras: éste no era un métado
ir al pueblo, era una buena nueva que debia
ar
para ins
28+ .
Vin evemtura intel
anunciarse r
anunciarse los pobres: ellos potian todo lo que puede
in hombre, Basan con anuetarto, Jaco dete
edicarse a ello, Declaré que se puede enset
ee es ede sear lo que:
se ignora y ue tn padre de farnilia, pohre e ignorante
e, emancipado, realizar la educacié i
rede, " o, realizar la educacién de sus
hijos, sin Ia ayuda de ningiin maestro explicador. k
indie6 el medio de esta ensefanca universal aprender
iguna cosa y relacionar con elta todo el resto segtin este
principio: todos las hombres tienen una inteligena
prin eligencia
flay Se conmovieron en Lovaina, en Bruselas yen La
Haya; se trasindaron de Pavis ¥ Lyon vinieron de
Inglaterra Prusia para eseuchar Ia otica: se la lev
ae Pater pnge ya Nueva Orleans. 1 impacto llegé
Ma io de Janeiro, Durante algunos aii
¢a hizo furor y la Rept aber nL
y la Reptblica ¢ er te
es hi pliblica del saber tembls sobre sus
rest ntl £30 Borde nn hombre de esprit, wn sabio
prestigioso y um padre de familia virtuoso se. habia
welto loco, a consecuencia de no saber holandés,
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