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impunidad en este mundo reina por sobre las causas que se llevan de los
hombres portadores de algn tipo de poder; econmico, social, poltico, y
muchos otros.
El poder judicial al estar constituido por seres humanos es vulnerable de
sucumbir a la corrupcin, ya sea por un puado de monedas, ya sea por
cualquier otro incentivo, o incuso amenaza, que se extienda por parte de otro
que quiera ser librado de su obligacin con la justicia penal, civil y dems.
Este trabajo que se present trata de hacer entrar en razn a quien lo lea
acerca de la lamentable situacin que genera la expectativa desarrollada por
el Tribunal Supremo de Justicia en lo referente a considerar y estatuir al
delito de trfico de drogas como delito de lesa humanidad, esta ocurrencia
causa un dislocamiento en la vida de infinitud de hombres y mujeres de
nuestro pas, a quienes se les opaca su dignidad con condenas tan extremas
como las referentes a los delitos de lesa humanidad, siendo estas las
pertenecientes a los crmenes ms atroces que puedan existir. Es por ello
que no resulta justo que el delito de trfico de drogas sea castigado con
tales penas y desventajas.
Es necesario el ser conscientes de la realidad social que se suscita a diario
ante nuestros ojos, realidad en la cual se deslumbra que ms del ochenta por
ciento de los traficantes de drogas en nuestro pas (y el resto del mundo) se
erige de jvenes que negocian y distribuyen drogas a otros con el solo fin de
autofinanciar su propio consumo.
As, mientras unos optan por incurrir en variados delitos: robo, secuestro,
hurto, etc., para poder tener a disposicin su dosis de consumo personal,
otros trafican con drogas para lograr ese mismo fin, situacin esta que los
transforma en enfermos de la sociedad, dependientes en mayor o menor
grado de una sustancia narctica, atrapante de la voluntad humana.