Está en la página 1de 1

El VIAJE DE LA VIDA

- Me voy de viaje querida.


- ¿A dónde te vas mi amor?
- A un lugar muy lejano, donde siempre brilla el sol.
- ¿Puedo acompañarte?, dejaríamos a los niños con mis padres y nos vamos juntos los dos. Hace tiempo que no
vivimos "momentos para los dos", mi trabajo, el estudio, tu empresa, tus negocios, todo se complicó. Nada es lo
que soñamos un día tú y yo. Sé que la vida no es fácil, pero tiene que haber una solución; traemos el trabajo a
casa y todo es una gran confusión, nuestras mentes no descansan y aquí sigue la presión.
- No mi amor, este viaje debo hacerlo yo solo. Tú debes cuidar de nuestros hijos, en especial de Sebastián, está
hecho todo un señor. Pensaba hoy en su peso el día en que él nació. ¿Recuerdas el temor que teníamos de que no
viviera? ¡Míralo ahora! pantalones largos y un gran bozarrón, corre un gran peligro, el mismo que corrí yo, al
ausentarse mi padre desde el viaje en que no regresó.
- Pero el viaje de tu padre no fue porque él lo eligió. Si no hubiera sido por esa enfermedad mortal, estaría hoy
con nosotros.
- Debes seguirlo de cerca, está en una edad difícil, aún debe soportar los cambios y nadie está preparado para
esto. Yo debí ser para él, el amigo que hasta ahora le faltó, pero justo lo pienso ahora que debo emprender este
viaje. ¿Por qué no se me ocurrió antes?

- A Sara tampoco le quites la vista, se ha convertido en una hermosa joven. Sigue educándola como hasta hoy
lo has hecho. ¡Fui un hombre afortunado al cruzarme en la vida contigo! A Nina ¡a Nina! esta niña es de terror,
escudriña hasta los más mínimos detalles. Esta mañana me preguntó: ¿Por qué tienes agua en los ojos papá,
qué te sucede? Tú no estabas así anoche antes de venir de ver al doctor, ¿cuéntame lo que te sucede para
poder consolarte. ¿Puedes creer querida, que sus palabras fueron como un bálsamo para mi dolor? Quedé
sobre sus rodillas acurrucado en el sillón, mientras sus manitas tiernas me acariciaban con ¡tanto amor! que me
sentí como un niño y hasta el sueño me venció. Fue en ese momento cuando regresaste y esa escena te
sorprendió, y después de darnos tu beso preguntaste ¿qué sucedió?: ¡Que mi padre, este hombre gigante, en un
bebé se convirtió! ¡sin pensar que con su cabezota mis rodillas aplastó!

- ¡No llores mujer! este viaje Dios lo tenía programado desde hace tiempo, pero me faltó fortaleza para
decírtelo. No quiero que te reveles contra la voluntad de Dios, porque cuando Él programa algo, lo hace de la
mejor manera. Sé que la separación duele ¿pero sabes? ¡ponte contenta mi amor! la separación no es definitiva
¡hay una esperanza superior! un reencuentro majestuoso allá donde brilla el sol, donde no hay lunas ni estrellas,
donde todo es iluminación, donde la enfermedad no tiene entrada como tampoco el dolor, donde todo es alegría,
y donde mora el Cordero de Dios. Hace tiempo que oigo un coro de ángeles que cantan aleluyas a gran voz y
Cristo es el director.

- ¿Por qué no te lo dije antes? La verdad, no lo sabía, me tomó ¡tan de sorpresa! que me ha costado mucho
asumirlo. Pero pensándolo bien, luego me dije: tal vez sea lo mejor, y antes que se deteriore este cuerpo, acepto
este viaje Señor. Tú eres el dueño de la vida y la mía te plació. Me adelanto sólo un tiempo, por eso te pido
perdón. No pienses que es cobardía por no asumir mi función de padre de estos tres tesoros que la vida nos
regaló; simplemente a la vida nunca nadie la compró, y si yo hubiera entendido ésto antes, le habría prestado
mayor atención. Me preocupé por ganar dinero, por una mejor posición, porque nada les faltara, pero les faltó
lo mejor. Cuando buscaban "al hombre", este siempre se "ausentó", tuviste sólo un amante que en la noche te
visitó, a los niños les faltó el padre que les diera el biberón, que no tuvieran que hacer silencio porque "este ogro
llegó".

- Pero ¿sabes que me consuela? que aquí les queda "un mujerón" , que hizo de padre, de madre, de maestro
y de profesor, que hasta de medicina supo, al dar la medicación, de chofer, de cocinera y de lavandera. ¡Un
honor! haberte tenido en mi vida. Perdón por no habértelo reconocido. Ahora sólo quiero pedirte un
último favor: estimula a nuestros hijos a que vivan cada día más cerca de Dios, para que así todos juntos
podamos vivir mejor. Yo allí esperando el gran día cuando lo decida el Señor y ustedes anhelándolo de corazón.

- Ahora ve, que ya es tarde, la hora de mi viaje llegó, ¡no me gustan las despedidas! la trompeta ya sonó.
Déjame así en silencio, como mi vida comenzó. ¿Oyes? parece que son los ángeles, el ensayo comenzó. Mis hijos
se sentirán orgullosos cuando escuchen también mi voz al entrar por las puertas del cielo el día que Dios les fijó.

Este es el viaje de la vida, que la transitemos ¡tan sabiamente! que al partir nos haya quedado la satisfacción de
haber dejado los mejores ejemplos a todos aquellos que nos rodearon.

También podría gustarte