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Feminismos Consejo asesor: Giulia Colaizzi: Universitat de Valéncia Marfa Teresa Gallego: Universidad Auténoma de Madrid Isabel Martinez Benlloch: Universitat de Valencia Mary Nash: Universidad Central de Barcelona Verena Stolcke: Universidad Auténoma de Barcelona Amelia Valearcel: Universidad de Oviedo Instituto de la Mujer Direccién y coordinacién: Isabel Morant Deusa: Universitat de Valéncia 1" edicidn, 2002 Diseiio de cubierta: Carlos Pérez-Bermuidez llustracién de cubierta: © Corbis / Cover Reservados todos los derechos. F! contenido de esta obra esti protegido por la Ley, que establece penas de prisién y/o multas, ademds de las correspondientes indemnizaciones por dais y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren 0 comunicaren piiblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artistica © cientifica, o su transformacién, interpretaci6n o ejecucién artistica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacién. N.LP.O.: 207-02-070-3 © Esperanza Bosch Fiol © Ediciones Cétedra (Grupo Anaya, S. A.), 2002 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid Depésito legal: M. 43.246-2002 1.8.B.N.: 84-376-2015-5 Tirada: 2.000 ejemplares Printed in Spain Impreso en Lavel, S. A. Humanes de Madrid (Madrid) Presentacion Un hombre y una mujer perfectos no deben parecerse en su mente mas que en su semblante... Al uno le corresponde ser activo y fuerte, a la otra ser pasiva y débil. Una vez aceptado este princi- pio, se desprende en segundo lugar que la mujer est hecha para satisfacer al hombre... Por este motivo la educacidn (de las mujeres) debe estar total- mente dirigida a sus relaciones con los hombres, Complacerlos, serles utiles, ganarse su amor y su estima, adiestrarlos en su infan- cia, cuidar de ellos cuando son adultos..., tales son las tareas de las mujeres en todas las épocas y para Ilevarlas a cabo deben ser adies- tradas desde su infancia... El objeto del adiestramiento fisico en los muchachos es el de- sarrollo de la fuerza, en las muchachas el desarrollo de la finura, la elegancia y Ja gracia.., A los chicos les gusta el movimiento y el tuido; sus juguetes son tambores, peonzas y carretillas. Las chicas prefieren objetos que tengan buen aspecto y sirvan de adorno: es- pejos, joyas, prendas de vestir y, sobre todo, mufiecas... En esto los gustos de la muchacha estan claramente dirigidos hacia las tareas de su vida... A casi todas las nifias pequefias les desagrada apren- der a leer y escribir, pero siempre estan dispuestas a aprender a usar la aguja. Se imaginan adultas y piensan felices en la época en que usaran su talento para adornarse a si mismas.. Las nifias son en general mas déciles que los nifios y, en cual- quier caso, tienen mas necesidad de estar sometidas a una autori- dad... Este infortunio, si asi puede considerarse, es inseparable de su sexo. Durante toda su vida estardn sometidas a las duras e ince- santes restricciones impuestas por las buenas maneras. Deben ser disciplinadas para soportarlas..., pues la dependencia es un estado natural de las mujeres, y las muchachas se dan cuenta de que estan hechas para la obediencia.., Jean-Jacques Rousseau, Emilio, o de la educacion (1762) 9 Cuando empezamos, hara ya mas de diez afios, nuestra li- nea de investigacion sobre el estereotipo femenino y sus conse- cuencias en la vida de las mujeres, poco podiamos suponer que nuestra singladura nos conduciria de una manera tan directa, tan ineludible, al tema de la violencia doméstica, a la evidencia de que, ya en pleno siglo xxi, las relaciones hombre-mujer si- guen gobernadas por la creencia, mucho mas extendida de lo que nos gustaria reconocer, de que la mujeres son inferiores a los hombres, y, por tanto, estan sujetas a obediencia. Quien ostenta el poder de forma absoluta e indiscutible aca- ba abusando de él. El poder masculino ha utilizado la violencia para someter y mantener sometidas a las mujeres en un intento, que ya en estos momentos se adivina desesperado, de perpe- tuar el status quo, la situacion de privilegio que ha otorgado al hombre la cultura patriarcal, por el simple hecho de haber naci- do varon. A medida que avanzabamos en nuestros trabajos, esta evi- dencia de la que hablamos se convirtié en la asuncién de un compromiso. Compromiso que, sin duda, es ideoldgico y politi- co. Porque cuando se denuncia una situacién de injusticia, cuan- do se quiere destapar la caja de los truenos para poner en evi- dencia una realidad que obstinadamente se ha mantenido ocul- ta, se pretende, en Ultimo extremo, actuar sobre las estructuras de poder, cambiar las normas del juego, para conseguir que en el juego de la vida no sigan ganando siempre los mismos. Las autoras que firmamos este trabajo teniamos en nuestras respectivas biografias una larga historia de participacién en asociacionismo politico y especialmente en el movimiento fe- minista. Es decir, y evitando ambigiiedades que tanto hemos cri- ticado en diferentes contextos: somos feministas y de izquier- das, y no entendemos lo uno sin lo otro. Y creemos que, en el contexto universitario, es posible, y se debe, mantener posturas criticas frente a los postulados cientificos tradicionales. La ciencia en general, y la psicologia en particular, campo en el que ambas trabajamos, no es aséptica, ya que no se investiga desde un punto de vista «neutral», y la formacién que deberia- mos dar al alumnado no se puede limitar a simple informacion, sino que debe proporcionar herramientas utiles para que, como 10 futuros y futuras profesionales, sepan analizar la realidad con ojos criticos y con espiritu libre, cuestionar todo lo cuestiona- ble, y participar activamente en la construccién de formas de convivencia mas justas. Los inicialmente llamados Women’s Studies, que en la actua- lidad tienden a ser denominados estudios de género y que llegaron a las universidades espafiolas en los afios 70, fueron protagonistas de estas nuevas perspectivas. A través de ellos, las investigadoras demostraron con rigurosos trabajos la caducidad y perversién de postulados androcéntricos en la ciencia, y la necesidad de afanar- se en crear nuevos modelos, y no en reproducir cansinamente aquellos que ya se han demostrado falsos y caducos. Pues bien, en este marco cientifico e ideoldgico la violencia contra las mujeres, y especialmente aquella violencia cometida por la pareja, se ha convertido en un tema crucial que necesita de reflexion y respuestas. Cabe recordar que, segun el barome- tro de la Cadena SER de noviembre de 2000, el 18 por 100 de las mujeres espafiolas mayores de dieciocho aiios ha sufrido al- gun tipo de maltrato fisico 0 psicolégico por parte de su pareja. Como evoca Angeles Alvarez (2001), al otro lado de la pared del salon de casi el 20 por 100 de los domicilios espaiioles, hay un varén que maltrata a su pareja. Asegura la misma autora que, definido por Naciones Unidas como el crimen privado mas ex- tendido del mundo, el maltrato es también el crimen mas desco- nocido, el mas silenciado. En este mismo sentido, en 1995 el Fon- do de Desarrollo de Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) declaré que la violencia contra las mujeres «esta total y directa- mente en contra de todos los objetivos del desarrollo», Desde nuestro interés por este tema, en el afio 1998 obtuvi- mos, junto con otras compaiieras de la Facultad de Psicologia de la Universitat de les Illes Balears, financiacion de la Direccion General de Ensefianza Superior e Investigacion Cientifica del Ministerio de Educacién y Cultura para realizar una investiga- cién cuyo objetivo era demostrar la hipétesis en la que estamos trabajando en estos ultimos afios: que la violencia contra las mu- jeres es la consecuencia mas grave, la muestra mas terrible de entre todas las que surgen de un cuerpo de creencias muy exten- dido y terriblemente dafiino, las creencias misdginas. ll Concretamente, el objetivo general que nos propusimos en este trabajo de investigacion fue delimitar las caracteristi- cas que diferencian al maltratador (en los casos de violencia doméstica) del no maltratador. Y para alcanzar ese objetivo disefiamos una investigacién en dos fases. En una primera fase, y puesto que los trabajos cientificos publicados hasta la fecha que describen el perfil de los agresores en los casos de violencia domestica y lo comparan con el de hombres no mal- tratadores han ofrecido resultados muchas veces contradicto- rios, realizamos una revision critica de la literatura sobre el tema empleando una técnica llamada metaanalisis. En una se- gunda fase realizamos una serie de entrevistas a mujeres que habian sido maltratadas y a mujeres que no lo habian sido, preguntandoles por sus parejas masculinas y estableciendo comparaciones entre unos y otros (maltratadores y no maltra- tadores). De una parte de todo esto hablaremos en las paginas si- guientes, sobre todo de lo que hemos aprendido sobre el mal- trato y de lo que hemos reflexionado al respecto a lo largo de todo este tiempo, pero también y particularmente de las muje- res cuya experiencia hemos conocido. En relacién con ello nos parece importante contar como he- mos Ilegado hasta aqui. Asi, para poder entender y analizar lo que sucede en torno al maltrato debiamos poner en marcha al- gun sistema que nos permitiera saber de primera mano qué era lo que estaba ocurriendo, queriamos saber la historia de cuan- tas mujeres fuera posible, sus sentimientos, sus emociones, las preguntas que se planteaban y las respuestas a las que habian Ilegado. De ahi la necesidad de darles voz. Queriamos ir mas alla de nuestras experiencias profesionales, limitadas logica- mente a nuestra Comunidad, necesitabamos Ilegar a cuantos si- tios fuera posible del Estado espaiiol. Asi fue como lanzamos a través de Internet y, concretamente, a través de la pagina «Mu- jeres en Red»', una solicitud de colaboracion. ' Lapdgina «Mujeres en Red» se autodefine como «portal de género en cas- tellano», surge en el verano de 1997, es coordinada por la periodista Montserrat Boix y se puede encontrar en la direccién http:/Avww.nodo50.org/mujeresred/ 12 Nunca nos pudimos imaginar que la respuesta fuera tan abrumadora. Las paginas que siguen se alimentan de todas esas experiencias acumuladas, de las entrevistas personales, de las historias Ilegadas a través de Internet, de los contactos mante- nidos con asociaciones y profesionales de toda Espaiia. De ha- blar, pero sobre todo de escuchar a decenas de mujeres victi- mas de la violencia de género, victimas de un mal amor que mata, que humilla, que hiere. Asi es como hemos podido llegar hasta aqui y construir este libro. Por eso, y antes de seguir, que- remos hacer ptblico nuestro agradecimiento a quienes nos han ayudado, entre los que estan: En primer y mas importante lugar queremos dar las gracias a las mujeres, a todas las mujeres que confiaron en nosotras, que nos contaron su historia, que respondieron directamente a nuestro Ilamamiento a través de Internet o que hicieron un es- fuerzo para contarnos su experiencia. También queremos expresar nuestra gratitud a todas las asociaciones, organizaciones e instituciones y a las profesiona- les que trabajan en ellas y que colaboraron recogiendo entrevis- tas 0 intentado recogerlas. Y, concretamente, nuestro reconoci- miento a: La Federacién de Asociaciones de Mujeres Separadas y Di- vorciadas, y a su presidenta, Ana Maria Perez del Campo, y a las psiclogas y trabajadoras sociales del Centro de Atencién y Recuperacion de Mujeres Maltratadas (CARRMM) de Madrid. EI Centro Asesor de la Mujer «Neba&Neba» y el Servicio de Atencion a la Mujer del Ayuntamiento de Sestao (Vizcaya) y, en especial, a Itziar Regueras, con quien mantuvimos los con- tactos. La Asociacion de Mujeres Separadas y Divorciadas de As- turias y, en particular, a la psicdloga Liliana Fernandez-Pefia Vega, que realiz6 algunas de las entrevistas, y a Gloria Rodri- guez, estudiante de doctorado de la Universidad de Oviedo, que fue nuestro contacto. La Asociacion de Lucha contra los Malos Tratos a Mujeres y el Servicio Provincial de la Mujer de Malaga y, especialmen- te, a las psicélogas y trabajadoras sociales que realizaron las entrevistas, y a Julia Solanas, con quien contactamos. 13 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. entrevistas entre julio de 2000 y octubre de 2001. De ellas, el 27 por 100 se recogid en la que denominamos zona norte de Espajia (Catalufia, Pais Vasco, Cantabria, Galicia...), el 31 por 100 en la zona centro (Comunidad Valenciana, Madrid, Castilla-La Mancha...), el 24 por 100 en la zona sur (Andalucia, Extremadura, Murcia...) y el 18 por 100 en la zona insular (en este caso, en nuestra Comunidad, la Comunidad de las Islas Ba- leares). A lo largo de las paginas que siguen nos referiremos en di- versas ocasiones a los datos cuantitativos que hemos obtenido de estas entrevistas. Asi, nos referiremos a la edad media de es- tas mujeres 0 que tal o cual porcentaje esta casada 0 vive en pa- reja 0 tiene estudios medios 0 primarios, cree que ésta o aqué- Ila es la causa de su maltrato... Pero con este libro no pretendemos reducir los resultados de nuestra investigaciOn a frias estadisticas. Queremos que al- gunas de las mujeres, porque todas es imposible, que han con- fiado en nosotras y nos han contado su historia tengan voz pro- pia. Deseamos que sus experiencias no se reduzcan simple- mente a una columna de ntimeros, a un punto en una grafica, porque los nimeros y las graficas pueden ser engafiosos, y en ultimo extremo son distantes, ya que hablan sdlo cuantitativa- mente. Nosotras queremos que se sepan los detalles, que no po- damos eludir su mirada. Es ademas nuestro deber: se lo debemos a ellas, a todas ellas. Por eso estan aqui. Sus nombres son supuestos y algunos datos estan maquillados para asegurar la confidencialidad, pero ellas son Maria, Angeles, Lola, Ana, Luisa..., todas ellas se enamoraron de un hombre, o quizds se enamoraron del amor, pero, sea como sea, acabaron siendo victimas de la violencia, acabaron metidas en el laberinto del miedo, del sufrimiento, de la vergiienza y del desconcierto. Pero siguen vivas. Ahi estan para ejemplo de todas y vergiienza de algunos. Estamos empefia- das en sacar del anonimato su historia y deseariamos que eso sir- viera para que en un futuro proximo no se repitiera nunca mas. Por otra parte, nos parece muy importante revisar, desde una perspectiva critica, qué se ha dicho y escrito sobre la vio- lencia doméstica, sobre las mujeres que la padecen y los hom- 16 bres que la cometen. Todo ello nos ayudara a desmontar mitos, a detectar los errores y a construir un conocimiento no andro- céntrico también en este tema. Nos parece fundamental clarifi- car algunos aspectos, subrayar que estamos ante un problema social y no individual, que sus causas no son puramente indivi- duales sino culturales e ideolégicas y que sus consecuencias son muy graves a corto plazo para la vida de las personas im- plicadas, pero también a largo plazo, condicionando gravemen- te la convivencia democratica. Queremos, en definitiva, poner sobre la mesa los argumen- tos que nos han Ilevado a la conclusién de que en el fondo de la violencia contra las mujeres, tenga la forma que tenga, esta la creencia de que éstas son inferiores y, por tanto, estan sujetas a obediencia y sumision. Esta creencia constituye lo que se de- nomina misoginia. Tras revisar todas estas cuestiones, se hace necesario tam- bién hablar sobre posibles alternativas. En este sentido, la infor- macion de la que disponemos nos confirma lo que, por otra parte, hemos venido intuyendo en estos ultimos afios: la idea de que el maltratador tiene algun tipo de déficit en la comunica- cion afectiva. No se trata, como en alguna literatura se ha veni- do sugiriendo, de un déficit generalizado de las habilidades so- ciales, es algo mucho mas especifico y con un trasfondo ideo- légico claro. Nos encontramos frecuentemente ante un hombre que puede manejarse con éxito en el resto de ambitos de su vida pero que no es capaz de establecer unas relaciones afecti- vas exitosas e igualitarias, y que emplea la violencia contra su pareja 0 ex pareja como recurso, puesto que no sabe ni entablar una relacion afectiva gratificante ni aceptar la ruptura de esta relacion cuando la situacion no da para mas. De todas éstas y de algunas otras cuestiones hablaremos en las paginas que siguen. Pero antes de acabar esta breve presen- tacién nos parece importante matizar atin una cosa mas. Nues- tro anterior libro, titulado Historia de la Misoginia, surgi des- de nuestra experiencia docente, desde el intento de ofrecer a nuestro alumnado respuestas sobre el papel desempefiado por la psicologia en la transmision de las creencias misdginas. Este nuevo libro surge, como ya hemos comentado, desde la inves- 17 tigacion, y es un trabajo de reflexidn e investigacion cientifica, hecho desde nuestro campo de estudio, la psicologia, y desde nuestro compromiso ideoldgico, el feminismo. Este no es por tanto (ni ha pretendido tampoco ser) un libro de divulgacién. Entendemos que esto, probablemente, le reste agilidad o soltura en algunos parrafos o en otros aporte quizas un exceso de datos. Hemos procurado solventarlo afiadiendo esos datos de forma tal que no dificulten la lectura y puedan ser consultados tan s6lo por quienes estén interesados/as en com- plementar o ampliar lo que se explica en el texto. Esperamos haberlo logrado. 18 CaPiTULO PRIMERO {Podemos hablar de terrorismo doméstico? 1, QUE ENTENDEMOS POR VIOLENCIA DE GENERO Y MALTRATO DE MUJERES Para definir esta forma de violencia podemos recurrir a la Declaracion sobre la eliminacién de la violencia contra la mu- jer (Res. A.G. 48/104, ONU, 1994), el primer instrumento in- ternacional de Derechos Humanos que aborda de forma expli- cita la violencia de género y que fue aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas. Seguin esta Declaracion, la violencia de género es «todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un dajio fisico, sexual o psicoldgico, incluidas las amenazas, la coercién o la privacién arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida publica o en la vida privada». Asi, la violencia de género incluye «la violencia fisica, sexual y psico- légica en la familia, incluidos los golpes, el abuso sexual de las nifias en el hogar, la violencia relacionada con la dote, la viola- cidn por el marido, la mutilacion genital y otras practicas tradi- cionales que atentan contra la mujer, la violencia ejercida por personas distintas del marido y la violencia relacionada con la explotaci6n; la violencia fisica, sexual y psicoldgica al nivel de la comunidad en general, incluidas las violaciones, los abusos 19 sexuales, el hostigamiento y la intimidacion sexual en el traba- jo, en instituciones educacionales y en otros ambitos, el trafico de mujeres y la prostitucién forzada; y la violencia fisica, se- xual y psicoldgica perpetrada o tolerada por el Estado, donde- quiera que ocurra». Como sefiala Noeleen Heyzer (2000), directora ejecutiva de UNIFEM, esta Declaracion marco un hito historico por tres razones basicas: en primer lugar, porque colocé a la violencia contra las mujeres en el marco de los Derechos Humanos, ex- plicitando que las mujeres deben poder disfrutar de los dere- chos y libertades fundamentales y que éstos deben ser protegi- dos, y que las diferentes formas de violencia contra ellas son violaciones de los Derechos Humanos; en segundo lugar, por- que ampli6 el concepto de violencia contra las mujeres, inclu- yendo tanto la violencia fisica, psicologica o sexual, como las amenazas de suftir violencia, y tanto en el contexto familiar como en el de la comunidad 0 del Estado; y en tercer lugar, por- que resalt6 que se trata de una forma de violencia basada en el género, de modo que el factor de riesgo para padecerla es pre- cisamente ser mujer. La Comision Europea encargada de la igualdad de oportu- nidades ha elaborado un glosario denominado /00 palabras para la igualdad. Glosario de términos relativos a la igualdad entre hombres y mujeres (1999a), que recoge un amplio nume- ro de términos importantes para la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres con sus traducciones o términos equi- valentes en diferentes idiomas. Entre otros términos, este glo- sario define la violencia de género, sexista o sexual, como «todo tipo de violencia ejercida mediante el recurso o las amenazas de recurrir a la fuerza fisica 0 al chantaje emocional; incluyen- do la violacion, el maltrato de mujeres, el acoso sexual, el in- cesto y la pederastia». Se trata, pues, de una definicion muy si- milar a la propuesta por Naciones Unidas. En definitiva, podemos decir que el concepto violencia de género es muy amplio, un concepto que abarca todas las posi- bles formas de violencia cuyo denominador comin es que son ejercidas contra las mujeres por el mero hecho de serlo. Preci- samente por tratarse de un concepto que abarca tanto, se hace 20 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. En el Glosario de la Comision Europea, al que nos hemos referido anteriormente, se define el maltrato de mujeres como «violencia ejercida contra las mujeres por su pareja (0 ex pare- ja)», y esta definicion remite al concepto de malos tratos 0 vio- lencia en la familia, que se define como «toda forma de violen- cia fisica, sexual o psicologica que pone en peligro la seguridad o el bienestar de un miembro de la familia; recurso a la fuerza fisica o el chantaje emocional; amenazas de recurso a la fuer- za fisica, incluida la violencia sexual, en la familia o el hogar. En este concepto se incluyen el maltrato infantil, el incesto, el maltrato de mujeres y los abusos sexuales o de otro tipo contra cualquier persona que conviva bajo el mismo techo». Uno de los problemas relevantes en el estudio del maltrato de mujeres ha sido el uso de definiciones inclusivas que otor- gan pesos similares a un incidente aislado y al maltrato prolon- gado y que son tipicas de algunos enfoques tedricos. Por ello, y en el intento de buscar definiciones mas estrictas, Liz Kelly (2000) sugiere que pueden sernos de ayuda definiciones como la de Davies (1998), que entiende el maltrato de mujeres como «un patron de control por coaccién, caracterizado por el uso de conductas fisicas, sexuales y abusivas» (pag. 3). Es de- cir, definiciones que ponen énfasis en la idea de control y po- der ejercidos por el varon. Este mismo énfasis se recoge también en el informe de Ma- rianne Eriksson (1997) para el Parlamento Europeo sobre la ne- cesidad de realizar en toda la Union Europea una campaiia so- bre la tolerancia cero ante la violencia contra las mujeres, don- de se considera que el maltrato de mujeres (como la violencia sexual) refleja las desiguales relaciones de poder entre los géneros que caracterizan a nuestras sociedades. Es decir, las mujeres sufren la violencia a causa de su género. Y los hom- bres que recurren a la violencia lo hacen para ejercer el poder y controlan su violencia en cuanto al tiempo, el lugar y la parte del cuerpo en la que golpean. Algunos ejemplos que nos pue- den ayudar a ilustrar este tipo de control son los casos si- guientes: Inés tiene treinta y nueve aiios y dos hijos de diez y ocho afios. Esta separada. El es electricista y ella trabaja en un co- 23 mercio. Ambos tienen formacion profesional. El bebia varias veces a la semana. Venia con frecuencia borracho a casa: «pero nunca fue violento con nadie que no fuera conmigo». Los ma- los tratos se prolongaron durante doce afios. Puso dos denun- cias y las mantuvo. Ella necesito ayuda psicolégica. Cuando se conocieron, ella pens6 que él «era buena persona». Cuando lo veia mal procuraba «que no se alterase». Su peor recuerdo es «cuando intento tirarme por la ventana». Elvira tiene treinta y cinco afios, esta divorciada y tiene una hija de nueve afios. Nos cuenta que el peor dia de su vida fue aquél en el que tuvo que abandonar su casa ante los insul- tos y el lanzamiento de objetos contundentes contra su cabeza: «Casi me mata.» Tuvo que ser la guardia civil la que las sacara aella y a su hija de casa para protegerlas. Opina de su ex mari- do: «Era violento en general. Conmigo, por todo.» En definitiva, y como resumen Enrique Echeburtia y Paz Corral (1998), la conducta violenta en el hogar constituiria un intento de controlar la relacidn y es el reflejo de una situacién de abuso de poder, por ello se ejerce por parte de quienes de- tentan ese poder, varones, y la sufren quienes se hallan en una posiciOn mas vulnerable, mujeres y niiios/as. {Qué se incluye en el maltrato? Tal y como hemos visto, las definiciones mas habituales diferencian entre maltrato fisico, psicoldgico y sexual, y sefialan que estos tipos de maltrato pue- den darse por separado 0 combinados. Por malos tratos psiquicos se entienden aquellos actos o conductas intencionadas que producen desvalorizacién o sufri- miento en las mujeres. Diane Follingstad y colaboradores/as (1990) establecieron una diferenciacién entre seis tipos princi- pales de maltrato emocional 0 psicolégico que ha sido muy uti- lizada en la literatura sobre el tema: a) ridiculizacion, humilla- cién amenazas verbales e insultos; b) aislamiento, tanto social como econdmico; c) celos, posesividad; d) amenazas verbales de maltrato, dafio o tortura, dirigidas tanto hacia la cényuge como hacia los/as hijos/as, otros familiares 0 amigos/as; ¢) ame- nazas repetidas de divorcio, abandono o de tener una aventura con otra mujer; f) destruccién o dafio de las propiedades perso- nales a las que se les tiene afecto. 24 Todas las mujeres a las que hemos entrevistado nos cuentan episodios de malos tratos psiquicos. No podemos reproducirlos todos, pero hemos elegido algunos a modo de ejemplo. Vero tiene cuarenta y tres afios, esta divorciada y tiene es- tudios universitarios. Recibimos su historia por Internet. Ella atribuye la causa de los malos tratos, en su caso psiquicos, a: «Su extrema inseguridad (de él) y dependencia con grandes tendencias paranoides que a veces bordeaban el delirio. Por mi parte, mi exceso de confianza y de empatia y mi falta de aser- tividad (me mino la autoestima hasta extremos increibles), asi como un grado de responsabilizacién exagerado que me Ileva- ban a Ja autoinculpacion continua. En Ja relacién, yo sentia que todo descansaba sobre mi y me obligaba a desempenar el papel de fuerte y sensata.»» Martina tiene cincuenta y un aiios, un hijo y dos hijas de veintitin y veintidds aiios. Trabaja en la economia sumergida. Esta separada de un trabajador de empresa metalurgica y lo peor que recuerda de su tiempo de casada es: «Cuando me asustaba diciéndome: “Voy a contratar a unos para que violen a nuestras hijas.”» _ Jero, de treinta y tres afios, trabaja en el sector comercial. EI tiene cuarenta y un afios. Esta divorciada y tiene una hija de ocho afios. «No me permitia relacionarme con nadie. Apenas con mi familia. Segun él, era por celos. Su padre ya lo hacia. Delimitaba la conducta de la madre, permitiendole hablar 0 no segun su criterio.» Los malos tratos se iniciaron durante e] em- barazo de su hija y duraron hasta el final de la relacién, mas o menos, unos siete afios: «La primera vez que me levanto la mano sucedié en la tienda. Yo intentaba dialogar primero. Con el paso del tiempo enfrentandome con él verbal o fisicamente, intentando alejarlo. Después intentaba encontrar formulas para marcharme, pero el miedo me paralizaba. A veces no hablaba durante dias. Era brusco y sobre todo utilizaba a la nifia para someterme. En una ocasion me quito el dinero, la cartilla, las Haves, la documentacion (viviamos a 1.000 kilometros de mi familia), y después de coger su ropa y la de la nifia, se la Ilevé Iorando mientras ella me Ilamaba.» En cuanto al final de la re- lacion, nos cuenta: «Finalmente, le denuncié y me marché con 25 mi hija a un domicilio desconocido para él hasta que el juez dictamino la guardia y custodia de mi hija a mi favor y volvi- mos al domicilio familiar cuando él se hubo marchado. Actual- mente, viene cuando le parece y reclama a la nifia, o me amena- za o muestra su cara mds amable. Yo calculo cada paso y cada respuesta. Es una persona egoista, inmadura e insegura, que busca la seguridad sintiendo que domina su territorio, que él manda.» Hace algiin tiempo, Luis Bonino (1995) comenzo a emplear el término micromachismos para referirse a las practicas de do- minacion masculina en la vida cotidiana, que incluyen un am- plio abanico de maniobras interpersonales y que tienen como objetivo: a) mantener el dominio y su supuesta superioridad so- bre la mujer objeto de la maniobra; b) reafirmar o recuperar di- cho dominio ante una mujer que se «rebela»; y c) resistirse al aumento de poder personal o interpersonal de una mujer a la que se vincula, o aprovecharse de dichos poderes. Estos comportamientos son «microabusos» y «microvio- lencias», y son efectivos porque el orden social imperante los ratifica, porque se ejercen reiteradamente hasta llevar a una dis- minucién importante de la autonomia de las mujeres y porque muchas veces son tan sutiles que pasan inadvertidos para quien los padece y/o para quien los observa. Con objeto de describirlos adecuadamente, este autor ha establecido una tipologia de los micromachismos clasificando- los en tres categorias: a) Los micromachismos coercitivos (0 directos) incluyen aquéllos en los que el hombre usa la fuerza moral, psiquica, econdémica o de su personalidad, para intentar doblegar a las mujeres sin la razon de su parte. Cumplen su objetivo porque provocan un sentimiento de derrota posterior al comprobar la pérdida, ineficacia o falta de fuerza y capacidad para defender las propias decisiones 0 razones. Todo ello suele provocar inhi- bicién, desconfianza en una misma y disminucion de la autoes- tima. Entre los micromachismos coercitivos estan (Bonino, 1995, pags. 199-200) los siguientes: 26 DENOMINACION Descrircion Intimidacién Maniobra atemorizante que se ejerce cuando ya se tiene fama de abusivo 0 agresivo. Se dan indicios de que, si no se obedece, algo pasar. La mirada, el tono de voz, la postura y cualquier otro indicador verbal o gestual pue- den servir para atemorizar. Para hacerla creible, es nece- sario ejercer alguna muestra de poder abusivo fisico, se- xual 0 econémico de vez en cuando para recordar a la mujer qué puede pasar si no se somete. Toma repentina del mando Ejercicio mas 0 menos sorpresivo de anular 0 no tener en cuenta las decisiones de la mujer, incluyendo tomar decisiones sin consultar, ocupar espacios comunes, opi- nar sin que se lo pidan 0 monopolizar. El cortocircuito es un tipo especial de esta maniobra y consiste en tomar decisiones sin contar con la mujer, en situaciones que la involucran y en las que es dificil ne- garse, como invitaciones de tiltimo momento a jefes, pa- rientes... Apelacion al argumento ldgico Se recurre a la l6gica y a la «razén» para imponer ideas, conductas 0 elecciones desfavorables para la mujer. Ejemplo frecuente de esto es la elecci6n del lugar de va- caciones, sia la mujer no le gusta el lugar elegido por el hombre. Es muy eficaz con mujeres que tienen un modo percep- tivo o intuitivo de abordaje de la realidad. Insistencia abusiva Se trata de «ganar por cansancio», de obtener lo que se quiere por agotamiento de la mujer en mantener su pro- pia opinion, de modo que al final acepta lo impuesto a cambio de un poco de paz. Control del dinero Se trata de maniobras utilizadas por el hombre para mo- nopolizar el uso o las decisiones sobre el dinero, limi- tando el acceso de la mujer a él o dando por descontado que el hombre tiene mas derecho a ello, Entre ellas esta- rian no dar informacién sobre usos del dinero comin, controlar los gastos y exigir detalles, retener el dinero, obligar a la mujer a pedirlo, o negar el valor del trabajo doméstico. Uso expansivo del espacio fisico Esta pritica se apoya en la idea de que el espacio es po- sesion masculina, y de que la mujer lo precisa poco. Asi, el hombre invade con su ropa toda la casa, utiliza para su siesta el sillén de! salén impidiendo el uso de ese es- pacio comiin 0 monopoliza el televisor. 27 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. c) Los micromachismos de crisis suelen utilizarse para res- tablecer el reparto previo y desigual del poder en momentos ta- les como cuando se produce aumento del poder personal de la mujer por cambios en su vida 0 pérdida del poder del hombre por razones fisicas o laborales. Entre ellos se incluyen (Bonino, 1995, pag. 204) los si- guientes: DENOMINACION Descripcton Seudoapoyo Se trata de anunciar el apoyo pero sin hacerlo efectivo, evitando asi mostrar una oposicién frontal (por ejemplo, a la incorporacién de la mujer al mundo laboral), pero no se colabora en el reparto de la carga doméstica Desconexién Se utilizan diversas formas de resistencia pasiva, in- y distanciamiento cluyendo falta de apoyo 0 colaboracién, no tomar la iniciativa y luego criticar («Yo lo hubiera hecho me- jor»), amenazar con abandonar 0 abandonar realmente (refugidindose en el trabajo o en otra mujer «mis com- prensiva»), Hacer méritos Maniobras consistentes en hacer regalos, prometer ser un buen hombre, ponerse seducior y atento 0 hacer cambios superficiales, sobre todo frente a amenazas de separacion, sin cuestionarse la situacién de base o sus causas. Dar lastima Comportamientos autolesivos, tales como accidentes, aumento de adicciones, enfermedades, amenazas de sui- cidio, que apelan a la supuesta predisposicion femenina al cuidado ¢ inducen a la mujer a pensar que sin ella él podria terminar muy mal. El maltrato psiquico, y muy especialmente estas formas a las que se ha denominado micromachismos, nos remite a lo que el socidlogo Pierre Bordieu denomino violencia simbéli- ca. Esta forma de violencia se caracteriza porque transforma en naturales aquellas modalidades culturales que tienen como finalidad someter a un cierto grupo social empleando estrate- gias que han sido desarrolladas por quienes disponen del po- der. Es decir, es una violencia que convierte en natural lo que es un ejercicio de desigualdad social y, precisamente por ello, 30 es una violencia contra la que suele oponerse poca resisten- cia. Los malos tratos fisicos comprenden cualquier acto no ac- cidental que provoque o pueda provocar dafio en el cuerpo de las mujeres. Se incluirian aqui acciones tales como patear, mor- der, golpear con pufios u objetos, dar palizas, emplear un arma, abofetear, empujar, arrojar objetos, estrangular, etc. Y se entiende que se dan malos tratos sexuales siempre que se impone a las mujeres un contacto sexual contra su voluntad. Nos cuenta Petri, una mujer de cuarenta y tres aiios, sepa- rada de un hombre de cuarenta y cuatro afios, ambos con estu- dios primarios, un ejemplo de este tipo de maltrato: «El se ex- citaba sexualmente cuando me pegaba y siempre queria tener relaciones sexuales después de pegarme. Me pegaba para te- nerlas.» Otra mujer de cuarenta afios, Marilina, que actual- mente se encuentra en una casa de acogida, nos explica que la reaccion habitual de su marido después de maltratarla era: «Pe- dir disculpas y arreglarlo con sexo.» Estas formas de violencia suelen darse combinadas con tan- ta frecuencia que algunos/as estudiosos/as del tema consideran que esta diferenciacién es artificial y poco util y que resulta mas conveniente buscar alternativas para entenderla o clasificarla. Asi, por ejemplo, Martin-Iglesias (1989) ha sefialado que, sobre la base de la clase de comportamientos que la genera, podemos diferenciar los siguientes tipos de maltrato: a) violencia represi- va, que se ejerceria prohibiendo la libertad de movimientos, obstaculizando el trabajo asalariado o impidiendo el ejercicio de las libertades de expresién; b) violencia privativa, que se ejerceria incumpliendo los compromisos econdémicos vitales, no cubriendo las necesidades bioldgicas, sexuales, afectivas 0 de comunicacién, dificultando el acceso a la formacién o a la cultura, o aislando del contacto con los otros; y c) violencia alie- nativa, que se ejerceria basicamente mediante la rutina 0 cargan- do a las mujeres en exclusiva con los trabajos mondtonos como el cuidado de la casa o las personas dependientes. Y, como pun- tualiza Esperanza Martin Serrano (1999), cualquiera de estos comportamientos lleva implicita una carga de violencia psiqui- ca, y puede ir acompafiado de violencia fisica y/o sexual. 3 En otros casos, el esfuerzo ha ido encaminado a describir las técnicas empleadas por los maltratadores para mantener el control, técnicas que, como han sefialado, entre otras, Graciela Ferreira (1995), son idénticas a algunas de las empleadas en la tortura y a lo que algunos «manuales» de entrenamiento militar 0 espionaje califican de «lavado de cerebro». Estas técnicas han sido descritas por Ellen Pence y Michael Paymar (1993) en el marco del llamado proyecto «Duluth», y se representan graficamente del modo siguiente: Ixrimpacion Provocarle miedo a través de sus mirada ‘acciones y gestos * Destrozar objetos * Intimidaria de hacerie mal + Amenazarla con dejarla, con el suitidio 0 ‘con denunciaria falsameme a Ja autoridad + Obligarla aretiar los cargos presentados contra él + Obligaria a cometer actos ilegales rompigndole sus cosas maltratando ales domésticos, mostrindole PRIVILEGIO MASCULINO Tratarla como una sirvienta> No dejaria tomar decisiones importantes + Actuar como cl rey de ta casa * Definir los roles del hombre y de la mujer ABUSO EMOCIONAL Hacerla semtr inferior + Hacerla sentir mal + Insultarla ‘con nombres ofensivos + Hacerla pensar que est loca * Confundirla a propésito + Humillara + Hacerla sentir culpable ABUSO ECONOMICO No dejarla trabajar 0 impedirle que rmantenga su empico = Obligara @ que ero * Dare una dad + Quitarle el AISLAMIENTO Controlar lo que hace, a quién puode ver, con quién puede habla lo que puede leer y dade va + Limitarle su vida social, utilizando los velos para justificar sus actos Neca, DESVALORIZAR No tomar la prea tiene sobre: © no permitirle Seg facta sentclpble por el comportarmento de los nifota)s* Usar alos ifto(a)s como intermediarios y ‘mantener asi el control « Usar Jos nifio(a)s para sla * ia con quitarle los nifioa)s sentir responsable de la cconducta abusivas Decirle que ella lo provocé Ficura |. Adaptacion del texto «A Power and Control Perspective»: Proyec- to de Intervencién contra el Maltrato (Domestic Abuse Intervention Project), Duluth, Minnesota (texto original en http://duluth-model.org/daippce.htm), obtenida en htpp://www.opdy.state.ny.us/espanol/spanpewheel. html 32 Como resume Sandra Horley (2000), las técnicas que los maltratadores emplean para controlar a las mujeres son muchas y variadas e incluyen, entre otras: a) alternar los episodios de encanto y afecto con otros de violencia; b) ejercer control a tra- vés del miedo usando la agresion fisica 0 sexual, la intimida- cion y las amenazas; c) aislar a las mujeres de otras personas (familia, amigos/as, compafieros/as de trabajo); los celos sue- len ser una de las formas de ejercer ese efecto aislante; d) abu- sos emocionales, psicoldgicos y verbales, incluyendo insultos, humillaciones, impedir comer 0 dormir...; e) culpar a las muje- res de los abusos que sufre; f) ejercer control econdmico o del tiempo. Y Patricia Salber y Ellen Taliaferro (2000) afiaden como posibles tacticas de control las siguientes: a) usar a los/as nifios/as; y b) agredir o amenazar con hacerlo a los/as nifios/as, animales de compaiiia o propiedades materiales de las mujeres. Beatriz nos cuenta su caso, que constituye un ejemplo de esta ultima «tactica». Ella tiene treinta y seis afios y él cuaren- ta y cuatro. El tiene estudios universitarios y trabaja en la ban- ca. El bebe a diario. Cuando esta bebido es violento con su pa- reja y con los animales domésticos. Los malos tratos se prolon- garon durante dos afios y medio. Presenté varias denuncias, aunque las retiré todas. Cuando le preguntamos por Ia situacién mas dramatica que recuerda nos contd: «El dia que mandé sa- crificar a mi perro para que el animal no me viera sufrir mas y para evitar que mi marido le siguiera pegando.» Por su parte, Paula tiene treinta y dos afios y es dependien- ta en una tienda. Esta soltera y tiene un hijo de cuatro afios. Su ex compaifiero era poco hablador y bebedor de fin de semana. La amenazaba, le pegaba pufietazos y bofetadas, le daba empu- jones y rompia objetos. Al cabo del primer afio, ella puso una denuncia. En la siguiente paliza, ella quedé inconsciente. «De- cia que yo le provocaba celos con sus amigos. Después me pe- dia perd6n y lloraba. La vez que pasé mas miedo fue yendo jun- tos en su coche. Se puso a discutir y muy agresivo conduciendo. Iba con mi hijo de pocos meses. Le pedi a Dios que por favor no tuviéramos un accidente. El coche se salia de la carretera. Le dejé. Sobre todo por mi hijo. no queria que conociera un padre tan agresivo. Y por mi, porque ya me afectaba psicolégicamente.» 33 En definitiva, las definiciones revisadas nos indican que, en sentido estricto, el término malos tratos es mas amplio, pues abarca cualquier accién dirigida por un miembro de la familia hacia otro, mientras que el término maltrato de mujeres es mas restrictivo, al referirse exclusivamente a la violencia ejercida por el cényuge o ex conyuge hacia su pareja. A pesar de ello, lo cierto es que en la literatura sobre el tema es frecuente em- plear ambos términos como sinénimos y, por ello, también en este trabajo los emplearemos de este modo, aunque en todo momento estemos refiriéndonos a lo que estrictamente hablan- do hemos definido como maltrato de mujeres. 2. TERRORISMO DOMESTICO. NOSOTRAS LO CONSIDERAMOS TERRORISMO MISOGINO En un reciente articulo publicado en el diario E/ Pais el dia 29 de septiembre de 2001, Sari Nusseibeh, presidente de la Uni- versidad Al Quds de Jerusalen, dice: el terrorismo se puede definir como un medio creado para inspirar miedo y, en consecuencia, para obligar a ejecutar —o abstenerse de ejecutar— una accién determinada. E] te- rrorismo es un intento de «persuasién» por la fuerza; un me- canismo psicolégico vacio de todo contenido desde el punto de vista racional, y que los antiguos légicos latinos descri- bieron, en términos lingiiisticos, como la falacia del argu- mentum ad bacculum. Evidentemente, no es que esté «va- cio» en el sentido de que no sea un mecanismo calculado, sino en el de que no resiste la prueba de la razén ni puede sustentar actitudes racionales o morales. Hay distintas formas de terrorismo, cada una de las cua- les emplea sus propios mecanismos de «persuasiém. Los Estados pueden practicar el terrorisma contra sus propios ciudadanos, los soberanos y gobernantes contra sus subitos, los centinelas contra los esclavos, los maridos contra sus mujeres, los padres contra sus hijos y las naciones unas con- tra otras. Todos estos casos tienen un denominador comuan: se infunde miedo en la persona, privandola de libre albedrio con objeto de conseguir su sometimiento y su aquiescencia. 34 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ndmicos. Solo intenté proteger a los nifios. Seguin él, yo era la culpable. Después é1 no hizo nada. No pidié disculpas, nunca las ha pedido. Durante mucho tiempo cada vez que habia pro- blemas de dinero 0 venia bebido yo intentaba evitarlo, me es- condia, me encerraba en la habitacién con los nifios... La no- che en que habia muerto mi hijo mayor enfermo é1 me oblig6 a mantener relaciones sexuales y me amenaz6 con romper todas las fotos de mi hijo.» Actualmente, Gloria esta separada y vive sola en el domicilio familiar. En el procedimiento penal, él fue condenado a dos afios de prision, multa de 2 millones de pese- tas y prohibicién de acercarse a ella y al domicilio familiar du- rante cinco afios. Esta sentencia esta apelada. 3. EL MALTRATO DE MUJERES: EL MIEDO COMO ARMA 3.1. La magnitud del problema Cuando se trata de analizar la incidencia del maltrato de mujeres hay un acuerdo casi undnime en aceptar que se trata de un delito oculto, de modo que el nimero de denuncias se co- rresponde, aproximadamente, con el 5-30 por 100 de los casos existentes (Medina, 1994; Sarasta ef a/., 1994; Zubizarreta etal., 1994; Caiio, 1995; Europa Press, 1996, 1997; Mas, 1997; Echeburia y Corral, 1998). Las razones por las que las mujeres no denuncian los malos tratos pueden ser muchas y variadas. Como sefiala Consuelo Abril (1999), algunas de las mas evidentes son las siguientes: el miedo; la dependencia econdmica y/o afectiva de la victima ha- cia el agresor; la no aceptacién del fracaso de la relacién de pa- reja; la falta de conciencia de estar siendo victima de maltrato; el sentimiento de culpa; el desanimo o la falta de confianza en los resultados que se pueden obtener; la falta de recursos econdmicos, vivienda, etc.; la tolerancia social y/o la falta de respuesta del entorno de la victima a este tipo de violencia; la vergiienza; etc. A todos estos motivos, el trabajo de M.* José Benitez (1998) permite afiadir algunos otros y, muy especial- 37 mente, destaca el miedo de las mujeres a tener que continuar y/o reanudar la convivencia con su abusador, circunstancia que como sabemos es relativamente comin y que, incluso en algu- nos casos, ha venido impuesta por sentencias judiciales que condenaban al maltratador a penas de arresto domiciliario, obligando a la convivencia entre la victima y su maltratador. Por si la reticencia o negativa a denunciar o hacer publico el maltrato que se padece no fuera suficiente para hacer dificil el analisis de su incidencia, hay que afiadir ademas otras dificul- tades derivadas del tipo de-estadisticas que se realizan. Asi, ge- neralmente no se dispone de estudios globales, sino slo de in- formes sectoriales de ciertos organismos e instituciones que tratan de recoger o agrupar los datos sobre el tema. Ademas, los diferentes trabajos han empleado criterios distintos para re- copilar estos datos, barajando definiciones distintas y obtenien- do, por tanto, resultados dispares y dificilmente comparables (Goodman, Koss y Russo, 1993a; WHO, 1998b). A pesar de esta disparidad, lo que si podemos afirmar, como apuntan Lori Heise y colaboradoras (1999) o Leonore Walker (1999), es que ningin pais del mundo esta libre de malos tratos. En términos generales, los datos disponibles indican que entre el 10 por 100 y el 60 por 100 de las mujeres ha sufrido alguna vez actos de violencia en su relacion de pareja, y que el 25 por 100 ha vivido o vive una situaci6n de violencia (WHO, 1996, 1998b; Eriksson, 1997; British Council, 1999; Heise et al., 1999; Garcia- Moreno, 2000). En los cuadros siguientes podemos ver una recopilacion de datos para diversos paises, elaborada a partir de los informes de autoras como Lori Heise (1993), Mariane Eriksson (1997) o Liz Kelly (2000) y de los proporcionados por la Organiza- cion Mundial de la Salud (1998b). Obviamente, no pretende- mos aqui abrumar a nadie, s6lo ofrecemos una serie de cifras que permitan satisfacer la curiosidad de quien la tenga por al- gun pais en concreto y también dar argumentos para confirmar algunas de las ideas apuntadas hasta el momento, es decir, para confirmar que el tipo y las: caracteristicas de los estudios son muy diversos y que estamos ante un problema presente en pai- ses de todo tipo y condicion. 38 Pals ¥ FUENTE Caracteristicas pet estupio | RESULTADOS oBTENIDOS Arrica Exgipto Muestra nacional represen- | 35% informan de haber recibi- El-Zanaty tativa de mujeres separadas | do palizas de sus esposos en al- et al. (1996) de 15. 49 aiios de edad. gun momento del matrimonio. Etiopia Estudio realizado en 1995, | 10% de las mujeres informan Datos proporcionados | sin datos sobre la muestra. | de haber sufrido violencia a por Kelly (2000) manos de sus parejas en | iil- timo aio y 45 % informan de haber sufrido violencia de este tipo alguna vez. Kenia Muestra representativa de | 42% informan de haber sido Raikes (1990) 733 mujeres casadas en el | golpeadas alguna vez por un Distrito Kissi. compaiiero; de ellas, 40% in- forman de haber sido golpea- das regularmente y 58% a me- nudo u ocasionalmente, Nigeria Estudio realizado en 1992- | 31% de las mujeres informan Datos proporcionados | 1993, sin datos sobre la | dehaber sufrido violencia ama- por Kelly (2000) muestra. nos de sus parejas alguna vez. Sudéfrica Estudio local realizado en | 11% de las mujeres informan Datos proporcionados | 1998, sin datos sobre la | de haber sufrido violencia a por Kelly (2000) muestra. manos de sus parejas en el til- timo ano y 27 % informan de haber sufrido violencia de este tipo alguna vez. Tanzania Estudio local realizado en | 60% de las mujeres informan Datos proporcionados | 1990, sin datos sobre la | dehaber suftido violencia ama- por Kelly (2000) muestra. nos de sus parejas alguna vez. Uganda Blane er al. (1996) Muestra representativa de mujeres, de 20 a 44 aftos, y ‘sus compafieros en dos dis- tritos, Masaka y Lira. 41% de las mujeres informan de haber sido golpeadas 0 le- sionadas fisicamente por un compaiiero; 41% de los hom- bres informan de haber pegado a su compafiera. Zambia Estudio local realizado en | 40% de las mujeres informan de Datos proporcionados | 1992, sin datos sobre la | haber sufrido violencia a manos por Kelly (2000) muestra. de sus parejas alguna vez. Zimbabue Muestra representativa de | 32% informan de haber sido Watts et al. (1997) 966 mujeres de mas de 18 afios en la provincia de Mi- lands. objeto del maltrato fisico de un familiar o persona que vive en la misma casa a partir de los 16 afios de edad. 39 Pats y FUENTE CARACTERISTICAS DEL ESTUDIO RESULTADOS OBTENIDOS AMERICA Canadé Statistics Canada (1993) Muestra nacional represen- tativa de 12.300 mujeres de 18 afios en adelante. 29% de las mujeres que han vi- vido en pareja informan de ha- te at serie fisicamente ‘un compaiiero act actual 0 ante- rior. For desde los 16 aiios de edad. Chile Muestra representativa de | 26% notificanal menos un epi- Larrain (1993) 1,000 mujeres de 22 a 55 | sodio de violencia de un com- afios de edad, de Santiago, | pajiero, 11% informan de al en una relacién durante | menos un episodio de violencia mids de 2 afios. intensa y 15% de las mujeres informan de al menos un episo- dio de violencia menos grave. Colombia Muestra de 3.272 mujeres | 20% habian sufrido abusos Profamilia (1992) fisicos; 33% abusos psicold- Encuesta DHS III (1995) urbanas y 2.118 mujeres ru- rales. Muestra nacional represen- tativa de 6,097 mujeres en una relacién, de 15 249 afios de edad. gicos; 10% violadas por el marido. 19% agredidas fisicamente por su compaiero durante algin momento de su vida. Costa Rica Chacon er al. (1990) (1990) Muestra de 1.388 mujeres. Muestra de 1.312 mujeres de 15 a 49 afios. 50% informan de abusos fisi- cos. 51% informan de haber sido golpeadas varias veces al aio; 35% informan de haber sido goipeadas regularmente. Ecuador Muestra de'200 mujeres de | 60% habian sido golpeadas por Barragan eral, (1992) | un barrio de Quito. la pareja; 37% de ellas eran golpeadas habitualmente. Estados Unidos | Miusstrade3.000 mujeresra- | 40% habian sido sufrido abusos Teske y Parker (1983) | rales en Texas. después de los 18 afos, 31% abusos fisicos, 22% abusos en los 12 meses anteriores al es- tudio. Straus y Gelles Muestra nacional represen- | 28% de las mujeres informan (1986) tativa de 2.143 parejas (ca- | de al menos un episodio de vio- sadas 0 de hecho). lencia fisica de su compaiiero. Grant, Preda y Martin (1991) Muestra de 6.000 mujeres de todo el estado de Texas. 39% habian sufrido abusos por su pareja masculina des- pués de los 18 aiios, 31% abu- 08 fisicos; menos del 12% ha- bian sufrido abusos sexuales por su pareja masculina des- pues de los 18 afios. Pais y FuENTE CARACTERISTICAS DEL. ESTUDIO. RESULTADOS OpTE AMERICA (CONT.) Guatemala Coy (1990) Muestra de 1,000 mujeres. 49% han suftido abusos; 74% de la pareja. México Ramirez y Uribe (1993) Shiroma (1996) Rodriguez y Becerra (1997) Muestra de 1.163 mujeres rurales y 427 mujeres urba- nas en el estado de Jalisco. Muestra representativa de mujeres alguna vez casa- das o en unién consensual, de 15 ajios en adelante, de Monterrey. Muestra representativa de 650 mujeres alguna vez ca- sadas 0 en unién consen- sual de la zona metropolita- na de Guadalajara. 56,7% de las mujeres urbanas y 44.2% de las rurales infor- man de abusos fisicos. 16% de las mujeres separadas © acompafiadas informan de ha- ber sido objeto de maltrato fi- sico desde la edad de 15 afios. 30% notifican al menos un episodio de violencia fisica de un compaiiero; 13% informan de violencia fisica durante el ultimo afio. Nicaragua Ellsbers « etal. (1996) Muestra representativa de mujeres separadas, de 15 a 49 aiios de edad, de la se- gunda ciudad de Nicara- gua, Leon. 52% informan de haber sido maltratadas fisicamente por un compafiero por lo menos una vez, 27% informan de haber sido objeto de maltrato fisico durante cl afio pasado, 39% ha- bian suftido abuso severo. Paraguay Estudio local realizado en | 9% de las mujeres informan de Datos proporcionados | 1995-1996, sin datos sobre | haber sufrido violencia a manos por Kelly (2000) la muestra. de sus parejas alguna vez. Peri Estudio realizado en 1997, | 31% de las mujeres informan de Datos proporcionados | sin datos sobre la muestra. | haber sufrido violencia a manos por Kelly (2000) de sus parejas en el tiltimo ato. Pals ¥ FUENTE CARACTERISTICAS DEL ESTUDIO. | RESULTADOS OBTENIDOS OcEANIA Australia Estudio local realizado en | 22% de las mujeres informan de Datos proporcionados | 1993-1994, sin datos sobre | haber suffido violencia a manos por Kelly (2000) Ja muestra. de sus parejas en el titimo aio. Nueva Zelanda Muestra aleatoriade 314mu- | 20% informan de haber sido Mullen ef al. (1988) jeres scleccionadas de cinco distritos. maltratadas fisicamente por su ‘compaiiero. 41 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. En el Estado Espafiol, ademas de las dificultades ya co- mentadas, cabe mencionar algunas particularidades. Por una parte, la Direccion General de la Policia comenzé a llevar una estadistica sobre los malos tratos a mujeres solo a partir de 1984. La violencia fisica en el ambito de la familia co- menzo a ser considerada delito en 1989. En 1990 comen- zaron a aparecer datos estadisticos sobre el tema en las Me- morias Anuales del Ministerio del Interior. Y, finalmente, en 1992 se comienzan a analizar sistematicamente dichos datos (Acale, 1999). Por otra parte, es frecuente, como sefiala Blanca Vazquez (1993), que este tipo de delito se halle en las estadisticas judi- ciales disperso entre los delitos de malos tratos, propiamente dicho, y otros apartados (otros delitos, faltas, delitos y faltas contra las personas, etc.), y también que las cifras oficiales no incluyan las denuncias presentadas ante algunas policias auto- nomicas 0 en ciertos ambitos geograficos. A continuacion presentamos los datos sobre denuncias por malos tratos de los maridos a sus conyuges 0 ex conyuges ela- borados a partir de diferentes fuentes para el conjunto de Espa- fia desde que éstas se recopilan y desglosadas por Comunida- des Autonomas los ultimos afos. Avo somone aso ‘ene 1984 | 16.070 1993 15.908 1985 15.308 1994 16.284 1986 17.039 1995 16.815 1987 | 15.209 1996 17.097 1988 14.711 1997 18.535 1989 | 17.738 1998 20.083 1990 | 15.654 1999 21,782 1991 | 15,462 2000 22.354 1992 15,184 2001 16.190* Fuente: Elaboracion propia a partir de datos proporcionados por Instituto de Ja Mujer (1994, 1997, 2000), Europa Press (1996, 1997), M.* Jestis Diaz (1997), Defensor del Pueblo (1998), Myriam Lépez (1998). * Datos hasta el mes agosto de 2001, inclusive. 44 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. o la obediencia obligada de la mujer a su marido, de manera que el deber de la esposa era aguantar. En los primeros afios de vigencia de la nueva ley siguid dandose un cierto rechazo so- cial, una cierta estigmatizacion de quienes decidian acabar con su matrimonio. Sin embargo, con el paso del tiempo el divorcio se convierte en una posibilidad mas aceptada por la sociedad espajiola y, por tanto, son mas las mujeres que ven ésta como una salida a la situacion de insatisfaccion o de maltrato en la que viven. Es precisamente en el momento en que las mujeres asumen estas posibilidades de cambio cuando la violencia se intensifica y aparece el mayor numero de casos de violencia con resultado de muerte, como veremos mas adelante. Volviendo al tema de la incidencia, a partir de las denuncias disponibles y de los supuestos porcentajes de delito oculto, algu- nos/as autores/as han sugerido que entre 600.000 y 800.000 mu- Jjeres podrian estar siendo maltratadas al aio en Espafia (Pérez del Campo, 1995; Europa Press, 1996). Sin embargo, no sdlo la informacion sobre denuncias nos permite conocer o inferir la incidencia del maltrato. También las encuestas sobre poblacion general ayudan, directa o indirec- tamente, a comprender la magnitud de este problema, y los mas recientes datos en este sentido sugieren que estas estimaciones se quedan cortas. Como informacién indirecta, contamos con algunos datos que dan idea de la extensién del problema. Asi, en una encues- ta realizada en 1990 por el Centro de Investigaciones Sociold- gicas (CIS) sobre poblacion general (Cruz y Cobo, 1991), el 29 por 100 de las personas entrevistadas afirmaba tener conoci- miento personal de malos tratos ejercidos sobre mujeres y este porcentaje aumentaba hasta casi el 40 por 100 cuando las entre- vistadas eran mujeres de 18 a 29 afios. En una nueva encuesta del CIS sobre el tema (CIS, 2001) se observan slo ligeras va- riaciones, de modo que en este caso el 22 por 100 de las perso- nas encuestadas dice conocer algtin caso de malos tratos a mu- jeres. Mientras en 1990 el 68 por 100 de las personas entrevis- tadas creia que los malos tratos contra las mujeres eran un problema bastante o muy extendido, en 2001 ese porcentaje as- cendié hasta el 88 por 100. 47 Por lo que se refiere a informacion directa sobre la ocurren- cia de este delito, en un estudio realizado por Caritas (1989) en la Comunidad de Madrid en el que se entrevisté a mujeres ca- sadas 0 con pareja estable, el 2 por 100 de ellas reconocid que su marido/pareja las maltrataba y el 7 por 100 se reservé su opinidn sobre este tema. Por su parte, M.* José Benitez (1998) realizo una encues- ta de victimizacion sobre poblacion general y, segin sus da- tos, el 15 por 100 de las mujeres entrevistadas habia padecido malos tratos alguna vez y el 8 por 100 los habia padecido en los 5 afios previos a la entrevista, pero solo el 8 por 100 de quienes habian sido victimas de malos tratos habia presentado denuncia. Recientemente, el Instituto de la Mujer ha dado a conocer los datos de una macroencuesta sobre ocurrencia de maltrato realizada a mas de 20.000 mujeres (Vives, 2001), y de ella se desprende que el 12 por 100 de las mujeres espafiolas mayores de 18 afios (alrededor de 1.865.000) sufre alguna forma de maltrato familiar y el 4 por 100 (640.000) admite haber sufrido alguna forma de violencia de su entorno mas cercano en el ul- timo afio (en total, mas de 2.500.000 mujeres). Como ya comentamos en la presentacion, el 7 de noviem- bre de 2000 el diario £/ Pais publicé una breve resefia infor- mando de que el Instituto Opina habia realizado un sondeo para la Cadena Ser cuyos resultados indicaban que el 18 por 100 de las mujeres espafiolas reconoceria haber sufrido algtin tipo de maltrato fisico o psicologico por parte de su pareja y algo mas del 20 por 100 de las espafiolas reconoceria conocer algun caso de maltrato. Sin embargo, al no disponer de mas datos sobre este sondeo o sobre la metodologia con la que se realiz6, resul- ta dificil extraer conclusiones al respecto. Por ultimo, queremos hacer un breve comentario sobre quiénes son realmente las victimas de los malos tratos, aunque pueda parecer redundante. En este sentido, es importante resal- tar que en los casos de violencia entre los miembros de la pare- ja y aunque existen algunos casos en los que las victimas son hombres, éste es un fendmeno minoritario, estimandose que entre el 80 por 100 y el 95 por 100 de las victimas de malos tra- 48 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. de la violencia de género sobre la salud de las mujeres pueden agruparse del modo siguiente: A) Resultados fatales: suicidio, homicidio, mortalidad ma- terna, SIDA. B) Resultados no fatales: a) Sobre la salud fisica: — Consecuencias diversas sobre la salud fisica: lesiones, heridas, dafio funcional, sintomas fisicos diversos, salud subje- tiva (0 valoracién de la propia salud) deficiente, discapacidad, disfuncién permanente, obesidad grave, malnutricion, deshi- dratacion, y, en general, vulnerabilidad a enfermedades 0 pro- blemas de salud graves. — Trastornos cronicos: sindromes de dolor crénico, sin- drome del intestino irritable, trastornos gastrointestinales, en- fermedades somaticas, fibromialgia, cansancio crénico, asma. — Conductas de riesgo para la salud: fumar, abuso de al- cohol y drogas, conducta sexual de riesgo, inactividad fisica, in- gesta excesiva. — Consecuencias sobre la salud reproductiva: embarazos no deseados, embarazos precoces, trastornos ginecoldgicos, abortos de riesgo, abortos espontaneos, complicaciones del embarazo, enfermedad inflamatoria pélvica, enfermedades de transmisiOn sexual. b) Sobre la salud mental: sindrome de estrés post-trauma- tico, depresién, ansiedad, fobias, miedos, ataques de panico, desorden obsesivo compulsivo, trastornos del apetito, disfun- cién sexual, trastornos de la autoestima, abuso de sustancias, alteraciones de suefio e insomnio, autolesiones, intentos de sui- cidio, agresividad hacia otros o hacia una mismo, desordenes multiples de personalidad. En la reciente encuesta realizada por el Instituto de la Mu- jer del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales espafiol, a la que nos hemos referido anteriormente, se observé que los sin- tomas que suftian con mayor frecuencia las mujeres maltrata- das eran tanto de tipo fisico como mental, y destacaban los si- guientes: 51 Sroun % muses *oPOBLAGON MALTRATADAS | FEMENINA GENERAL Dolores de cabeza 518 33 Dolores de espalda o articulaciones 21 64.2 Gripe 273 218 Fatiga permanente 27,6 16,8 Insomnio 47,2 349 Cambios del estado de énimo 24 33,1 Ganas de Ilorar sin motivo 50,3 31,7 Tristeza 40,6 213 Ansiedad o angustia 52,3 32,0 Initabilidad 542 35,1 Inapeiencia sexual 44.0 23.6 Fuente: Macroencuesta del Instituto de la Mujer. Datos presentados a la prensa (El Pais, 9 de abril de 2000) (Iribar, 2000). Como sefialan Mary Koss y Lynette Heslet (1992), se han propuesto multiples hipotesis para explicar cémo el maltrato puede causar o facilitar la presencia de problemas de salud, ademas de las lesiones directas. Una posible explicacién es considerar que los problemas de salud se derivan de la disminucion de la resistencia 0 de la in- munidad inducida por el estrés que provoca la violencia (Cohen, Tyrell y Smith, 1991; Cohen y Williamson, 1991; Koss, Koss y Woodruff, 1991). Otra posibilidad es que los problemas de sa- lud sean causados por los cambios en los habitos de salud ini- ciados para afrontar el trauma, incluyendo el descuido de la propia salud y/o la asuncién de mayores riesgos por parte de las mujeres victimas de violencia (Kielcot-Glaser y Glaser, 1987; Cohen y Williamson, 1991; Koss, Koss y Woodruff, 1991), como aumentar el consumo de tabaco, alcohol o drogas. Otras posibles explicaciones buscan la causa en los dafios fisicos no documentados secundarios a la violencia; en la sobreactivacién cronica debida al estrés post-traumatico (Baum, 1990); en la fo- calizacion de las sensaciones internas (Wickramasekera, 1986); en las atribuciones erréneas sobre el significado de los sinto- 52 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. dando asi lugar a un posible modelo explicativo ciertamente in- teresante. A continuacién veremos algunos de los trastornos de salud fisica y mental que aparecen mas frecuentemente como conse- cuencia de los malos tratos. 3.2.1.1. Consecuencias para la salud mental de la victima En términos generales, podemos decir que el maltrato de mujeres supone para la victima una situacién de amenaza in- controlable a la vida y a la seguridad personal, juntamente con una situacion de ansiedad extrema, respuestas de alerta y so- bresalto permanente, y depresion, pérdida de autoestima y sen- timientos de culpa (Echeburia et al., 1990, 1998; Zubizarreta et al., 1994; Villavicencio, 1993; Sarasua et a/., 1994). Como sefialan entre otras Patricia Villavicencio y Julia Se- bastian (1999a), nadie puede poner en duda que los malos tra- tos son una experiencia traumatica que produce gran variedad de respuestas cognitivas, conductuales, emocionales, psicoldgi- cas ¢ interpersonales en la victima. Mary Ann Dutton (1992c) clasifica esas respuestas en las categorias siguientes: a) indica- dores de malestar 0 trastorno psicoldgico, incluyendo miedo, sintomas de intrusiOn, ansiedad, trastornos del suefio, dificultad para concentrarse, hipervigilancia, rabia, depresion, baja au- toestima, falta de asertividad, conductas adictivas, etc.; b) cam- bios en el esquema cognitivo, incluyendo negacién, sentimien- tos de culpa, etc.; c) trastornos relacionales, incluyendo union traumatica, dificultades para las nuevas relaciones, etc. Estas respuestas pueden constituir elementos aislados 0 formar parte de un trastorno como tal. Cuatro de cada cinco mujeres a las que hemos entrevistado nos han contado que en algiin momento han necesitado ayuda psicoldgica y que tienen algun tipo de secuela psicologica deri- vada de la situacién de maltrato que han vivido. Maria Antonia, Paqui o Irene son algunas de ellas. Maria Antonia tiene cuarenta y seis afios y esta separada de un hombre de cuarenta y tres afios con estudios universita- 54 rios. Entre los malos tratos que recibié estan las amenazas, las bofetadas, los insultos, y «obligarme a cometer aberraciones sexuales». Ha necesitado ayuda psiquiatrica y psicoldgica. Dice sentirse depresiva, con baja autoestima y «le sigo tenien- do mucho miedo». «Yo intentaba hacerle razonar, intenté que se pusiera en tratamiento, intentaba salvar la pareja. Pero cada vez me sentia mas humillada, mas agotada, mas insegura, mas deprimida, y perdiendo poco a poco todas mis capacidades como persona.» Como causa del maltrato, Maria Antonia nos apunta que era «su gran sentimiento de inseguridad, la envidia, los celos y el afan de dominarme. Era incapaz de aceptar que yo pudiera valer mas que é] en ningtin aspecto». Paqui tiene treinta y seis afios, es profesora de musica y tie- ne un nifio de tres afios. Su marido, dos afios mas joven, tiene estudios universitarios, no toma alcohol ni drogas. Los malos tratos se prolongaron durante siete meses en los que la abofe- ted, la intentd estrangular, tird objetos por la ventana, rompid cosas, e incluso la amenazo con un arma blanca. Puso tres de- nuncias y retir6 las tres. Siente miedo, ansiedad e inseguridad. Su peor recuerdo es «cuando me tiré de los pelos y me dio pu- fietazos en la frente mientras tenia al nifio en los brazos». Al fi- nal, «me escapé de casa. Ahora estoy separada y vivo con mis padres». Le preguntamos por qué cree que le pegaba, y Paqui sélo responde: «No lo sé.» Irene es soltera y tiene cuarenta afos y estudios universita- Tios. El tiene cuarenta y ocho aiios, es divorciado y cursé estudios primarios. E] nunca era violento con personas ajenas a la fami- lia. El nivel econémico era medio-alto. La humillaba, la ofen- dia y la empujaba. Cuando esto sucedia, «me iba de casa, desa- parecia durante unos dos dias. Me sentia como una mufieca, como un objeto. Perdia la autoestima por permitirle tratarme mal. Aunque delante de él] nunca mostraba mi debilidad. Una vez no me callé y me enfrenté con é! verbalmente. Me empujo y me tird al suelo entre insultos». Nos explica el final de su re- lacion del modo siguiente: «E] me explicé que no habia mas que dos opciones, aguantar o irme. Yo le respondi que sélo habia una opcion, sin especificar. Al dia siguiente cogi mis cosas per- sonales, las puse en el coche y volvi a casa de mi familia. Hace 55 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. adaptativas en el futuro. Y, en aquellos casos en los que ella tra- ta de romper la relacién, aumenta el riesgo de maltrato e inclu- so de asesinato. Ademias, el castigo tiene atin efectos mas negativos cuando es inconsistente y va aparejado con refuerzos esporadicos, es decir, cuando la persona no puede establecer relaciones claras entre su comportamiento y las consecuencias que recibe por él, puesto que una misma conducta en ocasiones tiene como con- secuencia un castigo y, en otras, un premio. Esta incapacidad para predecir las consecuencias del propio comportamiento puede dar lugar a lo que la literatura psicologica ha llamado sentimientos de indefension y que frecuentemente son presen- tados por las mujeres que viven situaciones de este tipo. Gisela y Pruden nos cuentan lo que les ocurrié a ellas. Gisela tiene cuarenta y seis afios, esta casada y su marido es funcionario, Recibimos su entrevista por Internet. Su marido nunca ha tenido problemas con el alcohol. La insulta, y la hu- milla en publico. «Me parece increible la facilidad con que me olvido de los malos momentos porque los dias que la cosa esta tranquila me da la sensaciOn de que la situacin no es tan gra- ve y cuando me siento agredida pienso que soy tonta por olvi- darme con tanta facilidad. Creo que tiene una enfermedad y no sé hasta qué punto es responsable de sus actos. Lo malo de su enfermedad es que los sintomas los padezco yo.» Pruden tiene veintinueve aiios, estudios primarios y es ama de casa. Sigue casada con su maltratador, un hombre de treinta y cuatro afios que estudié formacién profesional y que trabaja en el sector de la construcci6n. Tienen una nifia de tres afios. El nunca ha tenido problemas con el alcohol o las drogas ni trastornos psiquiatricos. El maltrato se ha prolongado a lo largo de los ultimos ocho ajios y ha incluido amenazas, insul- tos, aislamiento, culpabilizacién, humillaciones, penurias eco- némicas, empujones y amenazas con arma blanca. Ella nos ha- bla del inicio de los malos tratos: «El se iba a dormir y deci: “Tu también tienes que venir porque si no luego me despier- tas.” Yo me sentia triste y desconcertada, pero iba a acostarme. Pero él se enfadaba tanto si iba, porque decia que me movia y le molestaba, como si no iba.» Sigue con él, y nos cuenta: «Es- 59 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. eligié compartir la vida, con la que se disefié un proyecto en co- mun. No es, pues, de extrafiar que el trastorno, cuando ocurre, adquiera tonos de maxima gravedad, ya que esa cercania emo- cional es precisamente un factor agravante. c) Maltrato de mujeres y modelos de estrés Mas alla de las etiquetas diagndsticas, a las que nos hemos referido en los apartados anteriores, es importante entender que la vivencia de los malos tratos constituye una situacion peculiar que afecta de forma global a a la vida de quien la sufre y, con- secuentemente, puede generar alteraciones significativas a muy diversos niveles en la vida y la salud de las mujeres. Simplemente a titulo de ejemplo, recordemos que estamos hablando de una persona que frecuentemente sufre constantes abusos fisicos y/o sexuales y/o psicolégicos; que ve amenaza- da su vida y su integridad fisica y/o psicologica; que esta sien- do aislada de su familia y amigos/as por su maltratador 0 que ella misma se aisla para que otras personas no vean las conse- cuencias del maltrato; que puede estar teniendo problemas en el ambito laboral (bajo rendimiento, absentismo causado por las lesiones...); que puede estar inmersa en un conflictivo pro- ceso de separacién; etc. Obviamente todos estos factores gene- ran un clima desfavorable con repercusiones diversas y graves. Como sefialan Patricia Villavicencio y Julia Sebastian (1999a, 1999b), los modelos de estrés pueden ayudarnos a entender mejor lo que le ocurre a la victima de malos tratos, pueden ayu- darnos a comprender cémo actuan éstos sobre su ajuste, sobre su estado y cuales son las variables mediadoras mas importan- tes. Vamos ahora a revisar algunos de estos modelos. Mitchell y Hodson (1983) sugieren que hay relacion entre los factores personales (recursos personales y estrategias de afrontamiento), los factores ambientales o contextuales (nivel de estrés, apoyo social y respuesta institucional) y las medidas de ajuste (depresidn, sensacién de control y autoestima) en la situacién de maltrato. Concretamente, sugieren que los malos tratos afectaran directamente a la experiencia de estrés y, al 63 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Emma nos cuenta su experiencia al respecto. Ella es una mujer de treinta y dos afios, con tres hijos, y esta separada de su maltratador, un hombre de treinta y tres afios y con estu- dios primarios como ella. El no tiene problemas de alcohol ni trastorno psiquiatrico alguno. Nos cuenta que sufrid agresio- nes de todo tipo (amenazas, insultos, humillaciones, bofeta- das, patadas, bastonazos...) y que, aunque actualmente no tie- ne secuelas fisicas, sufrid un aborto a causa de los malos tra- tos. Nos dice: «Ahora estoy casada otra vez con un hombre que no me pega. Pero sigo en tratamiento (psicolégico) y sigo asustada.» Algunas de las consecuencias de esta situacién sobre las que se dispone de mas informacion son: el aborto debido a la violencia (Berrios y Grady, 1991; Webster, Chandler y Battis- tutta, 1996), los intentos de suicidio de la madre (Berrios y Grady, 1991), la ruptura del utero o la ruptura prematura de las membranas, las fracturas pélvicas o fetales, los nacimientos prematuros, las infecciones fetales (AMA, 1992), la exacerba- cién de enfermedades cronicas previas de la madre (asma, dia- betes...) que pueden repercutir negativamente sobre el feto, el bajo peso al nacer también asociado a fumar, consumir drogas y otras conductas que, a su vez, estan asociadas a la violencia (Campbell, 1995). En cuanto a los problemas ginecoldgicos, el trabajo realiza- do por autores/as como Plichta y Abraham (1996) muestra que haber sido victima de malos tratos en el hogar triplica la proba- bilidad de que las mujeres padezcan problemas menstruales graves, enfermedades de transmisiOn sexual o infecciones de las vias urinarias. En la literatura clinica se ha descrito también una asocia- cién frecuente entre diversas formas de violencia y una diversi- dad de desordenes de dolor cronico, incluyendo dolor de cabe- za, de espalda, facial, temporo-mandibular y otros (Haber y Roos, 1985a, 1985b; Stark y Flifcraft, 1988; Follingstad ef al, 1991; Koss y Hesslet, 1992; Goodman et al., 1993a). Asi, por ejem- plo, la prevalencia de abuso sexual y maltrato es elevada entre mujeres con dolor pélvico crénico con o sin enfermedad de- mostrada (Schei y Bakketeig, 1989; Rapkin ef a/., 1990; Rei- 67 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. tre el 20 por 100 y el 40 por 100 de las mujeres que se suicidan cada afio tiene antecedentes de malos tratos. En definitiva, y para concluir, podemos afirmar, como hace Pamela Ratner (1998), que es frecuente que las mujeres victi- mas de maltrato presenten una salud general sustancialmente peor que las mujeres no maltratadas, por no hablar de su cali- dad de vida. De hecho, los datos disponibles indican que existe una relacion entre el maltrato y ciertos problemas de salud fun- cionales y, a su vez, que estos trastornos pueden agravar las po- sibles consecuencias del maltrato sobre la salud mental de las mujeres y/o pueden aumentar el diagndstico de éstas, ya que, si no se identifica una causa organica para sus quejas, es proba- ble que se las identifique como neuroticas 0 hipocondriacas y/o que se les prescriban mas analgésicos y tranquilizantes (Stark et al., 1979; El-Bayoumi et al, 1998). En este sentido, desempefian un papel fundamental, tanto en la deteccién como en el posterior seguimiento y/o tratamien- to, los/as profesionales de la salud. Sin embargo, abordar este tema en profundidad excede los limites de estas paginas, por ello remitimos a quienes puedan estar interesados/as a un libro de reciente traduccion al castellano, el texto de Patricia Salber y Ellen Taliaferro (2000) titulado Reconocimiento y prevencién de la violencia domestica en el ambito sanitario. 3.2.2. Los efectos colaterales: las consecuencias para los/as hijos/as Segiin informes como el de Lori Heise y colaboradoras (1999), los/as hijos/as de mujeres maltratadas no s6lo son testigos de la violencia (en el 95 por 100), sino que, mayoritariamente (60 por 100) son también victimas directas de ella. Como puntualiza Mildred Pagelow (1997), estos/as nifios/as tienen 2 veces mas probabilidad que los de hogares no violentos de ser victimas de abuso y es 3 veces mas probable que el abuso lo sufran por par- te de su padre que por parte de su madre. Pero, sean victimas 0 testigos (o incluso en el improbable caso de que no la observen personalmente), la violencia afecta 71 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. cho, en este momento desde los diferentes organismos interna- cionales (como la «United Nations Development Fund for Wo- mem» o UNIFEM, dependiente de la ONU, la «Women Health Department» de la OMS, la Comision para la Igualdad de Oportunidades de la Comision Europea, etc.) se reconoce que la violencia contra las mujeres, y el maltrato de mujeres como parte de ella, constituye una violacion de los derechos humanos de las mujeres y un problema de salud publica de primera mag- nitud. Como recoge Mildred Pagelow (1997), tras el inicio de este movimiento de mujeres maltratadas se hizo rapidamente evi- dente la necesidad de disponer de resultados empiricos que co- troboraran fehacientemente la magnitud del problema, que pu- sieran de manifiesto la necesidad de proveer servicios para ha- cerle frente, que estudiaran sus causas, y contrarrestaran los mitos y las creencias populares erréneas, etc. Patricia Villavi- cencio y Julia Sebastian (1999a) ilustran esas carencias recor- dando que en una revista como el Journal of Marriage and the Family no se publica ni un solo articulo sobre el tema desde su fundacién en 1939 hasta 1969. Tal y como recuerdan los trabajos de Elena Larrauri (1994), M3 José Varela (n.d./1998) o Ana Cerezo (2000), la si- tuacién es sensiblemente diferente en el caso de Espaiia, ya que hasta 1975 el Codigo Civil mantenia el permiso marital en el matrimonio del que se derivaba la autorizacion al marido para corregir a la esposa y la obligacion de ésta de obedecerle, esta- bleciendo asi tanto la prevalencia del hombre como el derecho de correccién por parte de éste. Por poner un ejemplo compa- rativo, téngase en cuenta que en la mayoria de los estados de Estados Unidos las agresiones a las mujeres ya se consideraban como causa de divorcio en 1910. E] afio 1984 es decisivo en Espafia, puesto que en él co- mienzan a contabilizarse los datos sobre maltrato, se abren las primeras casas de acogida (en Madrid y Pamplona, que seran seguidas por otras a partir de 1986) y se ratifica la «Conven- cin sobre la eliminacién de todas las formas de discriminacién contra la mujem. Posteriormente, en 1989 la Comisién de De- rechos Humanos del Senado emitid un informe donde recono- 15 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. las agresiones fisicas leves reiteradas 0, en menor medida, las agresiones psiquicas. Tan solo una cuarta parte de las personas entrevistadas entendia que las criticas e insultos reiterados eran constitutivos de malos tratos. En un trabajo realizado en Espafia por José L. Melia y co- laboradores/as (1992) se analizo la gravedad percibida de di- versos delitos contra las mujeres, comparandola con la grave- dad asignada por el Codigo Penal vigente en aquel momento. Los resultados indicaban que, para la muestra estudiada, el orden de gravedad percibido asignado a los diferentes delitos era, en orden decreciente, el siguiente: violacion, homicidio, atentado terrorista, proxenetismo, malos tratos a la esposa, acoso sexual, seleccion favorable, menor retribucion, trafico de influencias, atraco a un banco. El valor de gravedad asig- nado a los malos tratos a la esposa era muy similar al asigna- do a los atentados terroristas. En la encuesta de la Comision Europea (1999b) a la que nos hemos referido anteriormente se analiz6 también el porcentaje de ciudadanos/as que consideraba los malos tratos mas 0 menos graves. Los datos que se obtuvieron son los siguientes: pie Muy | Bastaye | No wy Napa No enti GRAVE GRAVE GRAVE GRAVE SABE Los 15 paises 64.8% 29.1% 3,9% 0,3% 18% 3,62 Irlanda 814% 15,9% 04% _- 23% 3,83 Portugal 464% 4B,0% 84% 0,2% 2,0% 3,38 Espaiia 763% 20,7% 1.7% on 13% 3,76 En dicha encuesta se analizo ademas la gravedad conside- rada por diferentes grupos segun variables sociodemograficas. Concretamente, los malos tratos eran considerados mas gra- ves por las mujeres (media: 3,68), las personas de 25 a 39 (me- dia: 3,65), con nivel de estudios medios (media: 3,64) y asala- riadas (media: 3,66). De mayor a menor, las formas de malos tratos consideradas mas graves fueron la violencia sexual (me- dia: 3,90), la fisica (media: 3,86), la psicolégica (media: 3,62), la restriccion de la libertad (media: 3,58) y las amenazas (media: 3,52). 79 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. mados subdesarrollados (véanse a modo de ejemplo las cifras disponibles para algunos paises de Africa); en paises de ma- yoria religiosa cristiana, musulmana o judia; en paises del Nor- te o del Sur... Todas estas cifras pueden hallarse en las corres- pondientes tablas las paginas 41 a 45. Esa universalidad se refleja, ademas, en el hecho de que toda una serie de organismos internacionales hayan pasado a considerar que la violencia contra las mujeres constituye un problema social de primera magnitud a nivel mundial y que debe ser, por tanto, una prioridad en sus actuaciones. En este sentido, cabe citar, por ejemplo, las actuaciones de la Organiza- cién de Naciones Unidas, la Organizaci6n Mundial de la Salud o la Organizacion Panamericana de la Salud, entre otras. Otro intento de hacer patente esa universalidad lo constitu- ye la instauracion del 25 de noviembre como Dia Internacional de la No Violencia Contra las Mujeres. Durante la celebracion del primer encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (Bogota, 1981) se decidié fijar esta celebracion conmemoran- do la muerte de las hermanas Mirabal, asesinadas por la dicta- dura de Trujillo en la Republica Dominicana el 25 de noviem- bre de 1960. En 1999, la ONU dio caracter oficial a este dia, que ha pasado a ser considerado una fecha para recordar la pre- sencia de violencia contra las mujeres en el mundo y la urgen- cia de erradicarla. B) Mito: Los malos tratos solo ocurren en familias con po- cos recursos econdmicos, de bajo nivel cultural, problematicas, de inmigrantes, en parejas de hecho... Falso. La violencia contra las mujeres en general, y el maltrato en concreto, se da en todos los grupos sociales y étnicos, y no esta relacionada con la clase social, ni cl nivel cultural, ni la etnia... Sin embargo, muchas investigaciones sobre el tema se han rea- lizado con mujeres en centros de acogida o refugios, lo cual constituye un sesgo y ha contribuido a dar una idea equivocada sobre el tema y a consolidar este mito. Los datos globales sobre malos tratos insisten en la idea de que este problema social no tiene limites ni fronteras, y que tanto la agredida como cl maltratador pertenecen o pueden pertenecer 83 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. cuanto a estudios, el 7 por 100 de las mujeres entrevistadas tenia menos de estudios primarios, el 45 por 100 estudios primarios, el 31 por 100 estudios secundarios o formacién profesional y el 17 por 100 estudios universitarios. Por lo que se refiere a su situacion laboral, el 19 por 100 de la en- trevistadas eran amas de casa, el 16 por 100 estaban paradas, el 57 por 100 ocupadas y el resto (8 por 100) se repartia entre pensionistas, jubiladas y estudiantes. Finalmente, el tiempo medio de duracién del maltrato era de 147 meses (casi 12 afios y medio), aunque la variabilidad era muy gran- de, pues el rango iba desde 1 mes a 50 afios de padecimien- to de maltrato. En el caso de los maltratadores, que son sin duda una muestra menos abundante y de mas dificil acceso, los estu- dios realizados en Espafia son menos numerosos y mis re- cientes. Entre los primeros podemos citar el de Belén Sa- rastia y colaboradores/as (1994), que estudian una muestra de 131 mujeres que habian acudido en demanda de trata- miento psicolégico a los Centros de Asistencia Psicologica para Victimas de Maltrato Doméstico en el Pais Vasco, y, a partir de las informaciones aportadas por ellas, se concluye que las caracteristicas de sus maltratadores eran las siguien- tes: edad media 42 ajios (rango 19-69), duracion media del matrimonio 16 afios (rango 1-40), duracion media del mal- trato once afios (rango 1-41), el 72 por 100 eran maltratado- tes fisicos (siendo las formas de maltrato mas frecuentes los pufietazos, las patadas, las bofetadas, los estrangulamientos, los empujones y las agresiones sexuales) y el 28 por 100 maltratadores psicolégicos (siendo las formas de maltrato mis frecuentes los insultos, las humillaciones, las desvalori- zaciones, el aislamiento, las penurias econdmicas y la ruptu- ra de objetos), el 80 por 100 estaba ocupado, el 79 por 100 no tenia problemas en el trabajo, el 54 por 100 abusaba del alcohol, el 7 por 100 tenia algun diagndstico psiquidtrico, el 47 por 100 se reconocia celoso y el 47 por 100 habia ob- servado violencia en su infancia. En ninguno de estos aspec- tos habia diferencias significativas entre maltratadores fisi- cos y maltratadores psiquicos. 87 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. el 5 por 100 por peleas, el 4 por 100 antecedentes relacionados con el propio maltrato a la mujer y/o a los/as hijos/as, el 2 por 100 por otros delitos, y el 1 por 100 de los casos no se conoce el motivo de esos antecedentes. — Un pobre control de los impulsos y un temperamento ex- plosivo (Bersani et ai., 1992). Como nos recuerdan Neil Jacobson y John Gottman (2001), es importante tener en cuenta que solo en un minimo porcentaje de los casos los maltratadores tienen una imposibilidad real de controlar su propio comportamiento. En el resto de casos, el comportamiento violento es una eleccién volun- taria y es, ademas, en muchos casos, una violencia selectiva. — La incapacidad para aceptar la responsabilidad de sus ac- tos y tener expectativas irreales sobre ellos mismos y su conduc- ta (Dohmen, 1995b; Fernandez-Montalvo y Echeburia, 1997). — La ausencia de conciencia de problema o de conciencia de las consecuencias negativas de su conducta violenta (Sonkin, Martin y Walker, 1985; Dohmen, 1995b), siendo frecuente que justifiquen su comportamiento buscando factores causales exter- nos (el comportamiento de las mujeres, el estrés, el alcohol...). Ademias de los trastornos de personalidad, también se ha su- gerido que los maltratadores presentan una alta tasa de prevalen- cia de depresion mayor (Gayford, 1975; Rounsaville, 1978; Ham- berger y Hastings, 1986; Bersani et al, 1992; Dinwiddie, 1992). En relacion con esta cuestién, autores como Richard Tolman y Larry Bennett (1990) subrayan que en muchos casos esas tasas se obtienen al comparar a maltratadores en tratamiento y no maltra- tadores, pero no al comparar maltratadores de poblacion general y no maltratadores. Consideran que esto puede ser debido a que en el primer colectivo (maltratadores en tratamiento) la depresion sea reactiva a su situacion (separacion, problemas legales...). En cuanto a otros trastornos mentales, revisiones como la de Swanson y colaboradores/as (1990) muestran que para la es- quizofrenia, alteraciones del estado de animo, etc., las preva- lencias son similares para maltratadores y no maltratadores. Algunos trabajos (McCubbin et al., 1980; Gelles, 1980; Farrington, 1986) han considerado el papel del estrés y/o la presencia de ciertos estresores sociales (problemas econdémicos, 103 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Estupio, MuestRra esTUuDIADA DIFERENCIAS OBSERVADAS Barnett, Fagan 43 maltratadores sin trata- | Los maltratadores sin trata- y Booker (1991) miento miento muestran mas hostili- 49 maltratadores con trata- | dad (en algunas de sus for- miento mas) que los otros grupos. No 42 no maltratadores con an- | hay diferencias en otras for- tecedentes de violencia mas de hostilidad. 43 no maltratadores con in- | Los maltratadores en trata- satisfaccion marital miento muestran mas estrés 50 no maltratadores con sa- | que los otros grupos. tisfaccién marital Hamberger 38 maltratadores alcohdli- | Los maltratadores alcohdlicos y Hastings (1991) cos en tratamiento muestran_significativamen- 61 maltratadores no alco- holicos en tratamiento 28 maltratadores proceden- tes de la comunidad 31 no maltratadores con in- satisfaccion marital 33 no maltratadores con sa- tisfaccion marital te mas evitacidn, negativis- mo, pensamienio psicdtico y depresién psicética que los otros grupos. Los maltratadores aleoh6licos muestran _ significativamente mis agresién, hipomania, de- presion y personalidad bor- derline que los no maltratado- res. Los grupos de maltratadores muestran significativamente més ansiedad ¢ histeria que los grupos de no maltrata- dores. Holtzworth-Munroe 22 maltratadores con insa- Los maltratadores muestran y Anglin (1991) tisfaccién marital ‘menos respuestas competentes 17 no maltratadores con in- | en situaciones conflictivas. satisfaccion marital 17 no maltratadores con sa- tisfaccién marital Barnett 87 maltratadores Los maltratadores muestran y Hamberger (1992) 42 no maltratadores con in- | significativamente menos do- satisfaccion marital 48 no maltratadores con sa- tisfaccién marital minancia, capacidad, bienes- tar, responsabilidad, socializa- cién, tolerancia, buena impre- sién, acuerdo via conformidad, acuerdo via independencia, eficiencia intelectual y bienes- tar psicolégico que los otros grupos, No hay diferencias significati- vas entre los grupos en socia- bilidad, presencia social, au- toaceptacién, comunalidad y flexibilidad. 107 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Esrupio MUESTRA ESTUDIADA DIFERENCIAS OBSERVADAS Danielson et.al, (1998) 94 maltratadores 386 no maltratadores Los maltratadores tenian mas probabilidad de tener algun diagnéstico psiquiatrico (59% y 34%, respectivamente). Los maltratadores tenian mas probabilidad de presentar de- sorden de ansiedad (25% y 11%, respectivamente), desor- den del humor (14% y 12%, respectivamente), desorden de alimentacién (1% y 0°3%, res~ pectivamente), desorden de personalidad antisocial (12% y 59%, respectivamente), 0 psico- sis no afectiva (6% y 4%, res- pectivamente), 31 maltratadores emociona- | Los maltratadores emociona- les y fisicos les y emocionales y fisicos 69 ‘maltratadores cmocio- | mucstran__ significativamente nales mas hostilidad que los no 71 no maltratadores maltratadores. No hay diferencias significati- vas entre maltratadores emo- cionales y no maltratadores en eventos vitales negativos. Margolin, Johny Foo (1998) Sugihara 60 maltratadores y Wamer (1999) 45 no maltratadores Los _maltratadores muestran significativamente mis desor- den de personalidad evitativa (15%, frente a 0%), de perso- nalidad pasiva-agresiva (13%, frente a 0%) y de ansicdad (17%, frente a 2%). No hay diferencias significati- vas entre ambos en el resto de escalas del MCMI-II. Tras esta revision, podemos decir que los resultados empiricos disponibles son contradictorios y nos llevan a pensar que ciertos factores metodoldégicos son la clave para explicar esas discrepan- cias y para entender cémo los estudios cientificos han contribui- do a alimentar el mito de que el maltratador es un enfermo men- tal. Recordemos que, como apuntan Janet S. Hyde (1995) 0 Es- ter Barbera (1998a), la seleccién de las muestras no es la unica posibilidad de introducir sesgos en la investigacién. El sesgo pue- de estar presente en el modelo teérico base de la investigacion, en la formulacién de ciertas cuestiones y no de otras como temas de 111 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Esrupio MUESTRA ESTUDIADA DIFERENCIAS OBSERVADAS Julian y McKenry (193) 42 maltratadores 50 no maltratadores Los maltratadores consumen significativamente mas alcohol que los no maltratadores (58% y 43%, respectivamente). Murphy, Meyer 24 maltratadores Los maltratadores consumen y O'Leary (1993) 24 no maltratadores con in- | significativamente mas alco- satisfaccién marital hol y drogas que los otros dos 24 maltratadores con satis- | grupos. faccién marital Stith y Farley (1993) | 39 maltratadores en trata- | Correlacién positiva entre vio~ miento 52 hombres en tratamiento por alcohol lencia marital severa y alco- holismo. Perilla, Backerman 30 mujeres en tratamiento Elalcohol es el factor que me- y Norris (1994) por maltrato jor discrimina entre grupos. 30 mujeres no maltratadas Rosenbaum 53 maltratadores No hay diferencia entre los gru- etal. (1994) 32 maltratadores con insa- | pos en consumo de alcohol. tisfaccién marital 45 no maltratadores con sa- tisfaccién marital MeKenry, Julian 34 maltratadores El alcohol aparece como uno xy Gavazzi (1995) 68 no maltratadores de los mejores predictores del maltrato fisico. Hanson et al. (1997) 296 maltratadores severos 517 maltratadores mode- rados 184 no maltratadores Los maltratadores consumen miis alcohol que los otros dos grupos. Danielson 94 maltratadores Los maltratadores tenian mds etal. (1998) 386 no maltratadores probabilidad de tener dependen- cia de sustancias (38% y 18%, Tespectivamente). Leonard 75 maltradores Los maltratadores consumen y Roberts (1998) 60 no maltratadores significativamente mas alcohol y tienen mas depencia de él {que los no maltratadores. Margolin, John y Foo (1998) 31 maltratadores emociona- les y fisicos 69 maltratadores emocio- Los maltratadores emociona- les y emocionales y fisicos mucstran significativamente nales mas consumo de alcohol que 71 no maltratadores los no maltratadores. Sugihara 60 maltratadores No hay diferencia entre los y Wamer (1999) 45 no maltratadores grupos en dependencia del al- cohol. 115 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Estupio MuestRa ESTUDIADA DIFERENCIAS OBSERVADAS Telch y Lindquist (1984) 19 parejas con problemas de malos tratos 7 parejas sin maltrato con insatisfaccién marital 24 parejas sin maltrato con satisfaccién marital No hay diferencias entre los grupos en cuanto a celos. Murphy et al. (1994) maltratadores no maltratadores con insa- tisfaccién marital maltratadores con satisfac- cién marital No hay diferencias entre los grupos en cuanto a celos. Barnett, Martinez y Bluestein (1995) 46 maltratadores en trata- miento 44 maltratadores sin trata miento 46 no maltratadores con in- satisfaccién marital 44 no maltratadores con sa- tisfaccién marital No hay diferencias entre mal- tratadores y maltratadores in- satisfechos en celos. Los maltratadores y los no maltratadores insatisfechos muestran mds celos que los no maltratadores satisfechos. Holtzworth-Munroe, | 58 maltratadores Los maltratadores muestran ‘Stuart y Hutchinson 61 no maltratadores mis celos que los no maltrata- (1997) dores, En relacién con el tema de los celos es importante tener en cuenta, como nos recuerda Carlos Yela (2000), que, aunque en la literatura especializada es frecuente referirse a ellos como una respuesta claramente patoldgica, en la cultura popular se consideran incluso como una prueba de amor. Y que, a pesar de los cambios que se han producido en los ultimos aiios en este sentido, siguen siendo muy frecuentes, de modo que, aproxi- madamente, el 70 por 100 de la poblacién masculina espafiola sigue considerandose bastante celosa y lo considera natural, algo asi como consustancial al amor. En nuestra opinion, este mito popular que relaciona los celos y el amor constituye un grave problema, pues remite al terreno de los sentimientos algo que no es mas que una forma de poder y de dominacién y que se convierte en una estrate- gia mas de las diversas que emplean los maltratadores. No se golpea por amor. No se mata por amor. Quien golpea o mata no ama apasionadamente. En todo caso, quien golpea o mata 119 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. toestima, la ingesta de alcohol, el status, el tipo de trabajo, el estilo de vida, la personalidad, etc., no aparecen consistente- mente relacionados con el hecho de ser victima de maltrato. Como sefialan Neil Jacobson y John Gottman (2001), tam- poco tiene sentido pensar, como lo hace una parte de la opinion publica y también algunos profesionales que trabajan el tema, que el comportamiento de las mujeres provoca a los agresores y es de algun modo causa del maltrato, ya que «los hombres inician la violencia independientemente de lo que hagan o di- gan sus mujeres» (pag. 52). En definitiva, podemos llegar facilmente a la conclusion, como hacen Leonore Walker (1999) o Claudia Garcia-Moreno (2000), de que el marcador de riesgo individual mas potente para llegar a ser victima de malos tratos es ser mujer. B) Mito: Si las mujeres maltratadas no abandonan la re- lacién, sera quizds porque les gusta (mito del masoquismo). Falso. Un primer indicio de la falsedad de este mito es que las mu- jeres maltratadas tienen miedo, tienen sentimientos de indefen- sién, de vergiienza, se sienten solas y desesperadas, aspectos todos ellos que denotan el dolor y el sufrimiento que les produ- ce la situacion en la que viven. Por otra parte, hay que decir que son muchas las mujeres que al primer indicio de agresién o violencia, o bien cuando comprenden que no se trata de un episodio puntual y aislado, simplemente abandonan la relacion. Asi, por citar un ejemplo, Neil Jacobson y John Gottman (2001) explican que durante los dos primeros ajios de su investigacién el 38 por 100 de las mujeres que padecian malos tratos abandonaron a sus mari- dos. Ahora bien, también son muchas las mujeres maltratadas que se quedan. Concretamente, diversos estudios iniciales so- bre el tema (Gelles, 1974; Pfouts, 1978; Labell, 1979) sefiala- ban que entre el 57 por 100 y el 78 por 100 de mujeres maltra- tadas seguia con sus parejas y también que mas del 60 por 100 de victimas que acudian a Centros de Acogida volvian a la si- tuacién de malos tratos (Snyder y Freechtman, 1981). Datos recientes, como los que nos ofrecen Belén Sarastia ¢ Irene Zu- 123 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. victimas de violencia, pero atribuyendo estos problemas no a la violencia masculina o la complicidad de la sociedad, sino a la personalidad de la victima. La firme oposicién de las mujeres miembros de la Asociacién Psicologica Americana y de la Asociacién de Psiquiatras Americanos/as impidié esta inclu- sion, aunque si se incluy6 la personalidad masoquista como trastorno de la personalidad. En la siguiente edicién del citado manual (DSM-III-R, APA, 1990) se incluy6 una nueva categoria, la personalidad de autoderrota 0 autodestructiva, es decir, aquella que tiende a po- nerse en situaciones en las que se busca el castigo, y entre cu- yos ejemplos se cita explicitamente el de las mujeres que sufren maltrato doméstico. A pesar de esa insistencia, lo cierto es que las evidencias que respaldan la hipotesis del masoquismo femenino como explicacion para su permanencia con el maltratador son ine- xistentes. Mary Koss ya sugirié que el uso del concepto de personalidad masoquista para explicar el comportamiento de las mujeres maltratadas podria considerarse como un error fundamental de atribucion, pues se atribuye este comportamien- to a una caracteristica de personalidad y no a causas situaciona- les, confundiendo las causas con las consecuencias del abuso. De hecho, en un trabajo realizado por Barbara Star (1978) que comparaba a mujeres maltratadas y no maltratadas se des- cartaba ya de forma empirica la existencia de una personalidad masoquista 0 dependiente entre las mujeres maltratadas. Si se observ6 en estas mujeres un mayor nivel de pasividad (concre- tado en angustia contenida, timidez, reserva emocional, escasas habilidades de afrontamiento, etc.), que encajaria con algunas de las teorias a las que nos referiremos a continuacién y que tiende a sugerir que algunas mujeres maltratadas, mas que to- mar iniciativas activas, reaccionan a la violencia empleando la pasividad como estrategia de supervivencia. Lo que si sabemos es que la presencia de psicopatologia previa en las mujeres victimas de malos tratos no supera a la de la poblacion general y que, en aquellos casos en los que se aprecian indicios de una mayor psicopatologia, ésta es una consecuencia del padecimiento de la violencia y no causa o factor mantenedor 127 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. tigacién sobre Malos Tratos a Mujeres, sugiere que hay dife- rentes tipos de ruptura en las mujeres con parejas violentas, in- cluyendo los siguientes: a) un primer tipo seria aquél en el que las mujeres se van en cuanto aparecen las primeras manifes- taciones de violencia y corresponderia a aquellas que tienen recursos y los utilizan (recursos para encontrar un empleo, recursos econémicos o forma de obtenerlos, apoyo social, autoestima, etc.); b) un segundo tipo seria la ruptura a dis- gusto, que incluiria a aquellas mujeres que durante varios afios han sufrido violencia, han tratado de hacer todo lo posi- ble para ponerla fin, para obtener tratamiento para la pareja, para solucionar los problemas existentes y, finalmente, han llegado a la conclusién de que el precio de salvar la relacion era demasiado costoso para ellas y/o sus hijos/as y han deci- dido acabarla; y c) por ultimo, estaria la ruptura evolutiva, que ocurre cuando la mujer ha regresado en diversas ocasio- nes o no ha Ilegado a irse nunca, que tendria su maximo ex~ ponente en mujeres que han integrado los estereotipos feme- ninos, que tienen una baja autoestima, que carecen de recur- sos o desconocen su existencia, que tienen dificultades laborales y/o econdémicas, que temen la soledad, que estan o se sienten aisladas y que temen a su agresor. Ademis de estos andlisis sobre las variables que pueden in- fluir en la probabilidad de que la victima permanezca en Ia re- lacién de maltrato, se han elaborado diversas teorias psicologi- cas para explicar las causas de esta situacion. Un elemento co- min a estas teorias es que dejan de considerar la existencia de unas caracteristicas de personalidad previas de las mujeres como el elemento basico para explicar su permanencia en la re- lacién y tratan de considerar la importancia de otras variables, aunque en la practica totalidad de los casos inciden en desarro- Ilar lo que Patricia Villavicencio (2001) ha llamado las barreras internas y a las que nos hemos referido anteriormente. Solo el llamado modelo ecoldgico atribuye un peso a las barreras ex- ternas. Estas teorias, que son revisadas por autores/as como Michael Strube (1988) o Irene Zubizarreta y colaboradores/as (1994), incluyen, entre otras, las siguientes: 131 — La teoria de la dependencia psicologica Esta teoria, desarrollada por Brockner y Rubin (1985), sugie- re que las mujeres permanecen en una relacién de maltrato por el esfuerzo de justificacin debido a su compromiso en el matrimo- nio. Cuando los intentos por mejorar la convivencia fracasan, se sienten obligadas a justificar esos esfuerzos con la creencia de que tendran éxito si lo intentan con la fuerza suficiente. Cuanto mis tiempo y tesOn inviertan, mas tardaran en darse por vencidas y menos probabilidades tendran de abandonar a su conyuge. — La teoria de la accion razonada Esta teoria fue desarrollada por Martin Fishbein y Icek Aj- zen (1975), y sugiere que la intencidn de las mujeres de aban- donar o no la relacién abusiva va a depender de un factor indi- vidual o actitud y de un factor social 0 norma subjetiva. La actitud, positiva o negativa, hacia el abandono o hacia la permanencia dependera de sus creencias en las consecuencias que tendra su accion y de la valoracién que hagan de esas con- secuencias. Y, como sabemos, abandonar la relacién abusiva tiene o puede tener consecuencias positivas, como el fin mismo de la relaci6n, el aumento de la libertad personal, el aumento de las oportunidades de relacién social, ete., pero también tiene o puede tener consecuencias negativas, como la soledad 0 las ca- rencias econdmicas. La norma subjetiva dependera de las creencias de la perso- na sobre lo que los demas opinaran de su accion y de la impor- tancia que la persona dé a la opinién de los demas. Y, como sa- bemos, en ciertos sectores y/o nticleos de nuestra sociedad to- davia hay un cierto rechazo hacia las mujeres que toman la iniciativa de separarse 0 abandonar su relacién de pareja aun- que ese abandono esté plenamente justificado. Como sefiala Michael Strube (1988), esta teoria atin no ha sido empleada para explicar por qué las mujeres permanecen en la relacién de maltrato, pero, dado su éxito para explicar otras situaciones, cabe esperar que pueda ser de alguna utilidad también en este caso. — La teoria de costes y beneficios Esta teoria se basa en el modelo de Thibaut y Kelley (1959), y viene a defender que !a eleccién de dejar la relacion de mal- 132 trato esta en funcion de que el beneficio total de esa decision sea mayor que el coste de permanecer en la situacién. Concretamente, Jane Pfouts (1978) sefialé que, segtin el analisis de coste/beneficio que las mujeres hagan sobre su rela- cién de pareja y sobre las alternativas de las que disponen, uti- lizaran una u otra estrategia de afrontamiento. Y, especifica- mente si: a) los beneficios econdmicos, sociales y psicologicos de la relacién de maltrato son bajos y las alternativas tienen be- neficios atin mas bajos, la respuesta seria de autoculpa; b) los beneficios econdmicos, sociales y psicolégicos de la relacién de maltrato son bajos pero las alternativas tienen beneficios mas altos, la respuesta sera de separacién temprana; c) los be- neficios economicos, sociales y psicoldgicos de la relacion de maltrato son altos pero las alternativas tienen beneficios mas bajos, la respuesta sera agresiva; d) los beneficios econdmicos, sociales y psicoldgicos de la relacién de maltrato son altos y las alternativas tienen beneficios altos, la respuesta sera de separa- cion tardia. Sin embargo, esta autora no indicd como consiguid elabo- rar las categorias que maneja en su modelo. — La teoria de la indefension aprendida La teoria de la indefensién aprendida, desarrollada por Martin Seligman (1981), forma parte de las teorias del aprendi- zaje y entiende que determinadas personas, a lo largo de su his- toria de aprendizaje, han aprendido a sentirse indefensas, han aprendido que no existe relacién entre su conducta y las conse- cuencias de ésta (sensacién de falta de control), de modo que nada de lo que hagan alterara los resultados que obtengan. Aplicando esto al caso del maltrato de mujeres, lo que su- cederia es que los episodios de violencia, entremezclados con periodos de aparente ternura y arrepentimiento por parte del maltratador, actuarian como un estimulo aversivo administrado al azar que provoca, a largo plazo, una falta de relacion en- tre los comportamientos y las consecuencias de los mismos. Asi podria explicarse la pérdida de confianza de la victima en su capacidad para predecir la aparicion o no de la violencia por parte de su marido o compaifiero. La situacién de amenaza in- controlable a la seguridad personal suscitaria en las mujeres 133 una ansiedad extrema y unas respuestas de alerta y de sobresal- to permanentes que potenciarian las conductas de escape ante los estimulos aversivos. En estas circunstancias, las mujeres maltratadas pueden op- tar por permanecer con el maltratador, acomodandose a sus de- mandas y esperando a que el hombre cambie. Y esta posibili- dad ha dado lugar a falsas interpretaciones, desde considerar que se trata de una actitud pasiva de las mujeres, que, como ya hemos dicho, supone desarrollar habilidades para aumentar sus probabilidades de supervivencia, hasta considerar que es un re- flejo del masoquismo femenino y que si permanecen en esa si- tuacién sera porque les gusta (Ewing y Aubry, 1987; Pastor y D’Ocon, 1993; Romito, n.d./1998). Argumento este Ultimo, como ya hemos comentado, que no sdlo carece de toda verosi- militud, sino que constituye una muestra del grado de misogi- nia presente en nuestra sociedad. — La teoria del ciclo de la violencia Leonore Walker (1984, 1989, 1991) toma como base la teo- ria de la indefension aprendida y la hipotesis de la tension- reduccion y considera que el maltrato de mujeres tiene un ca- racter ciclico, desarrollandose del modo siguiente: * Fase de acumulacion o de construccién de la tensién. En una primera fase se produciria un episodio abusivo en el que se suceden actos de violencia menor y abuso verbal. En esta fase comienzan los insultos y las demostraciones de violencia. La tension suele surgir en torno a conflictos cotidianos (la econo- mia, los nifios...). El maltratador expresa su hostilidad pero no de forma extrema, siendo frecuentes los sutiles menosprecios, la ira contenida, la indiferencia, el sarcasmo, los silencios, las demandas irracionales o la manipulacion. El agresor niega es- tas manifestaciones y no da validez a las reclamaciones de su victima. En este momento, la mujer tiene un minimo control de la frecuencia y severidad de los incidentes abusivos y trata con su pasividad (intentar calmarlo, evitar hacer aquello que a él le pueda molestar...) de evitar un incremento de la violencia Ile- gando incluso a culparse a si misma y a exculparlo a él para evitar que se enfade y se vuelva mas peligroso. La victima co- mienza a experimentar confusion y angustia. Sin embargo, al 134 notar el alejamiento, el maltratador trata de controlarla mas y de provocarla para que tenga una reaccion. + Fase de agresin o descarga de la tension, En una segun- da fase se ejerceria una mayor fuerza fisica. Se produciran ma- los tratos en forma de abusos psiquicos, fisicos y/o sexuales que pueden aparecer en formas muy variadas (insultar, pegar, lanzar objetos, permanecer en silencio, pelear, rechazar a la pa- reja, hacer escenas en publico...). La descarga de agresividad alivia la tension del maltratador. En este momento, la victima se concentraria en sobrevivir y trataria de tranquilizar al maltra- tador siendo amable y servicial, teniendo relaciones sexuales o incluso amenazando con abandonarle si no cesa en los malos tratos. * Fase de arrepentimiento, de conciliacién o de «luna de miel». En una tercera fase se viviria un momento de calma, con actos de arrepentimiento, demanda de perdén y promesa de buscar ayuda y de que no volvera a suceder por parte del maltratador. En este momento, la mujer trataria de creer esos propdsitos de enmienda, e intentaria que la relacion funcio- nase en medio de una gran tension que originaria un regreso a la fase primera. Si ella le abandona, él puede ser capaz de prometer o hacer casi cualquier cosa para conseguir que re- grese. Dentro de este marco tedrico, Long y McNamara (1989) ofrecen tres posibles explicaciones para el hecho de que las mujeres maltratadas permanezcan en la relacion de maltrato: a) el incidente de maltrato puede actuar como estimulo discri- minativo para el reforzamiento positivo (fase de reconciliacién) posterior. Asi, la victima soportaria el maltrato porque va uni- do a un refuerzo de gran valor para ella, el comportamiento afectuoso posterior del maltratador; b) el castigo aumenta en las personas la necesidad de amor y afecto, y ya que la mujer que sufre malos tratos suele hallarse aislada socialmente, el maltratador es su principal fuente de apoyo; y c) el castigo es altamente resistente a la extincion y puede generar adapta- cion negativa a él. Belén Sarastia e Irene Zubizarreta (2000) resumen esta si- tuacion en los siguientes términos: «La violencia en la pareja es 135 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Posteriormente, en su descripcién de los trastornos de salud que pueden llegar a padecer las mujeres maltratadas, Graciela Ferreira (1995) sefiala como uno de ellos el Sindrome de Esto- colmo. La idea seria que aproximadamente una cuarta parte de las mujeres en esta situaciOn sufre las mismas reacciones psico- légicas que los prisioneros de guerra o las victimas de los se- cuestros, es decir, sufre el llamado Sindrome de Estocolmo: una persona amenaza de muerte a otra y parece capaz de llegar al extremo de matar. La victima no puede escapar y su vida de- pende de la persona que la ha hecho prisionera. El opresor se muestra carifioso y violento alternativamente. La victima pasa por cuatro fases de victimizacion: desconfianza y negacién del problema («Esto no me puede estar pasando a mi»), aceptacion de la situacion (la victima acepta la situacion y cree ser total- mente dependiente del opresor), depresidn traumatica y estrés post-traumatico e integracién del trauma en la vida normal, siendo esta ultima situacion la que permitiria explicar por qué se queda. Profundizando en esta cuestidn, Andrés Montero (1999) establece la hipotesis de la existencia de lo que denomina el Sindrome de Estocolmo Doméstico (SIES-d). Segiin este autor, el SIES-d podria describirse como un vinculo interpersonal de proteccién que se construye entre las mujeres victimas de mal- trato y sus maltratadores en el marco de un ambiente traumati- co y en el que los estimulos estan reducidos, a través de la in- duccion en la victima de un modelo mental. Concretamente, el SIES-d se desarrollaria en cuatro etapas: a) en la fase desencadenante ocurririan las primeras palizas que romperian el espacio de seguridad previamente construido por la pareja en su relacion afectiva y esta ruptura Ilevaria a la victima a un estado de desorientacion, a una pérdida de referen- tes y a reacciones de estrés con tendencia a la cronificacion e incluso a la depresion; b) en la fase de reorientacion, la victima buscaria nuevos referentes de futuro y trataria de reordenar sus esquemas cognitivos sobre la base del principio de congruencia actitudinal, intentando evitar la disonancia entre su conducta de eleccién, su compromiso con la pareja y la realidad traumatica que esta viviendo. La victima se autoinculparia de la situaci6n 139 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. fierno de los malos tratos. Hemos ordenado el capitulo siguien- do un criterio parecido al anterior. Ahora, los argumentos que deshacen algunos de los mitos a los que venimos haciendo re- ferencia no provienen de teorias ni salen de libros, textos espe- cializados 0 estadisticas, sino de las vivencias de seres huma- nos. Esta es la voz de algunas de las 142 mujeres a las que he- mos entrevistado, y una minima parte de las miles que en estos momentos, en el Estado espafiol, estan siendo golpeadas, hu- milladas 0 amenazadas por sus compafieros sentimentales. To- dos dicen que las aman. De edades y procedencia diversas y con historias persona- les distintas, tienen en comin el miedo, el desconcierto y el sentimiento de frustracion ante una parte de sus vidas que difi- cilmente se pueden explicar. No todas estan separadas. Hemos visto cémo algunas de ellas siguen perdidas en el laberinto. Y es que salir de é] no es nada facil. El miedo y la vergiienza en mu- chos casos las tienen prisioneras, asi como una vaga y cada vez mas débil esperanza de cambio. Con su autoestima totalmente dafiada, algunas se agarran desesperadamente a la idea de que, al final, el amor cambiara a su pareja, que él se dara cuenta de lo injusto de su comporta- miento y reaccionara, que volvera a ser como antes, situando este «antes» en algtin lugar inespecifico del pasado que quizas nunca existio. Desgraciadamente, eso casi nunca sucede, y en el esperar pasa la vida y se destruyen las ilusiones. {Qué tienen en comun estos hombres? En un proximo ca- pitulo hablaremos extensamente sobre el posible perfil del mal- tratador, pero algo podemos adelantar. Tienen en comun una clara concepcién de dominio sobre sus mujeres, confunden el amor con la posesion y el sexo con el poder. Quizas muchos sean lo que se viene Ilamando «analfabetos emocionales», pero no son enfermos, salvo que aceptemos una nueva denomina- cién: estan enfermos de misoginia, y esa es una enfermedad de muy mal prondstico y muy dificil de curar. La actitud de desprecio, aversion y también miedo hacia las mujeres que demuestran estos hombres envilece necesariamen- te las relaciones que mantienen con ellas. Todo unido al refuer- ZO social que sigue presente en cuanto a los topicos sobre la 144 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. nazas, humillaciones, insultos, empujones, agresiones contra ob- jetos de la casa y gritos constantes. Doro esta en tratamiento por depresion, ¢! goza de una sa- lud excelente, al parecer, no bebe ni fuma. «La primera vez él gritaba por algiin motivo y yo le contes- té también, me lanz6 un zapato, que me dio en la espalda, por- que yo me habia girado para correr. Me escondi en el cuarto de bafio y me cerré con llave, me sentia desgraciada y aprendi a no hacerle frente jamas. Después se disculpé diciendo que no se sentia satisfecho sexualmente y eso le ponia nervioso. Yo me sen- tia culpable y angustiada.» «El peor recuerdo que tengo fue cuando, debido a un enfa- do conmigo, agarré a la nifia de tal forma, tan violentamente, que la nifia se cayé de espaldas y perdié el conocimiento, tuvi- mos que ingresarla en el hospital, no lo denuncié.» A pesar de todo «seguimos casados, sin relaciones intimas, no salimos juntos, no compartimos nada. Las nifias son mayores, todos vivimos en la misma casa, parece algo mds tranquilo». El ex marido de Julia, empresario de treinta y cinco afios, la amenaz6 y agredié sexualmente durante catorce afios, la hu- millo en publico, la empujé, insultd, controld el dinero, le tiré a la basura objetos queridos por ella y la culpabilizé de todo ello. Julia puso tres denuncias y las retird al poco tiempo. Las agresiones empezaron cuando ella tenia veintitin afios: «Habia- mos tenido nuestra primera discusi6n, forcejed y me dio un ma- notazo en el ojo que me produjo una tlcera (me dio con el ani- Ilo). Fui a urgencias y me preguntaron si era un maltrato y dije que no. Desde entonces me perdié mis el respeto. Yo me sentia desamparada, sola, inutil y sin saber a quién acudir. El cada vez pedia perdon y sabia ser especialmente bueno después.» Su peor recuerdo es una agresion sexual: «Y consentir por mi parte para que mis hijos no se despertaran con sus voces y escucharan las barbaridades que decia.» Montse tiene cuarenta y cinco afios, el que sigue siendo su marido tiene cuarenta y siete y es funcionario, ella es maestra de primaria y esta en tratamiento por depresion: «A! poco tiem- po de salir juntos, la que yo creia que era una persona compren- siva empezo a comportarse conmigo de forma muy exigente. 148 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. quiere separarse porque esta convencida de que su compafiero: «En el fondo es bueno y la quiere.» Ha tenido que ser ingresa- da dos veces en el psiquiatrico. Durante largas temporadas su madre ha tenido que hacerse cargo de la nieta. El joven entra y sale de centros de rehabilitacion.con casi la misma facilidad con que entra y sale de la carcel. Le preguntamos a la hija si le tenia miedo a su compafiero: «Sélo cuando se pone violento.» Y eso, {con qué frecuencia ocurre? «Nunca puedo saberlo, de- pende del humor con que venga, a veces por cualquier tonteria se irrita, empieza a gritar, a tirar cosas y a golpearme, entonces si que me da un poco de miedo.» Amparo tiene setenta y dos ajios, es viuda, tiene cuatro hijos y un pasado dramatico: «Sufri malos tratos desde el pri- mer mes de casada hasta los cincuenta afios, en que él murié. Estando embarazada me pisaba la tripa muchas veces, tuve que estar quince dias en cama. De otra paliza perdi la audicion de un oido. A las pocas semanas de casada ya empezo. Venia be- bido y de muy mala leche. Me fui a casa de mi madre, pero me dijo que lo perdonara, que no Jo haria mas. Lo peor de mi vida fue una noche, la ultima: yo estaba durmiendo y él me atacd con un cuchillo causandome dos heridas muy graves en el pul- mén, después él se tird por la ventana.» El marido de Amparo era bebedor habitual, aunque: «Tenia dos maneras de ser, en la calle, agradable, y en casa, un demonio.» Paz tiene treinta y un afios y él veintinueve y tienen una hija en comun de ocho. Ella es programadora informatica y él tra- baja en una empresa. Durante los ultimos dos afios de convi- vencia fue victima de malos tratos: amenazas, encierros forzo- sos en el hogar, puiietazos, insultos, humillaciones, empujo- nes... Nunca interpuso una denuncia. «La primera vez vino borracho a casa y al recriminarle la borrachera, sobre todo por la nifia pequefia que tenia de su pri- mer matrimonio, empez6 a golpearme y a insultarme hasta que legé la policia. Me quedé confusa, llorando, pero segui justifi- candole por la bebida. El! se disculpé y se arrepintid, pero sdlo porque le dijeron lo que habia hecho... El no recordaba nada. Después, la situacion se fue repitiendo. Finalmente, lo saqué de casa, Ahora vivo tranquila con la nifia.» 152 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 4, Los MITOS SOBRE LA RESPONSABILIDAD DE LAS MUJERES: SOPORTAR LO INSOPORTABLE, PERO NO SER MASOQUISTA Antonia, de treinta afios, diplomada y separada desde hace poco de un marido que no era ni bebedor ni tomaba drogas, nos cuenta cual era su reaccion habitual frente a los malos tratos que padecia: «Me parecia increible, no sabia qué hacer, seguia queriéndole y dependia emocionalmente de é1. Cada vez le per- donaba. El me decia que yo le sacaba de quicio, nunca se dis- culpaba. La situacién mas dramatica que vivi fue cuando des- pués de una paliza me tuve que maquillar el ojo y los labios para que la gente del trabajo no lo notara, me daba vergiienza.» Alba tiene cuarenta y seis afios, esta separada, trabaja en la limpieza y tiene dos hijos adolescentes. Vive en una ciudad de Levante. Aguanto dieciocho afios hasta poner la primera de- nuncia, después de eso todavia tard6 dos afios mas en separar- se. Todo empezé siendo novios: «E] vivia solo en un piso, y yo iba a veces a su casa a estar con él. Una vez lo encontré con otra mujer. A los tres meses de salir me dejé, yo estuve con otro chi- co, y cuando volvi con él se enteré y me peg6 una paliza fuer- te en un campo de donde no podia huir. Me senti culpable, es- tuve en su casa tres dias para recuperarme de los golpes, después acordamos vivir juntos. Siempre me sentia culpable, intentaba complacerle en todo, lo ultimo fue intentar ahogarme en la ba- fiera, después sali de casa y fui a un centro de acogida.» Carmen y su marido trabajan en la misma fabrica, ambos tienen treinta y ocho ajios y tres hijas de catorce, trece y nueve afios. Durante catorce afios soporté malos tratos psicoldgicos, en los cuatro ultimos también fisicos. Puso la primera denuncia pocos dias antes de esta entrevista. Se habian conocido en una discoteca: «Lo que mas me gus- t6 de él fue su atractivo, tenia un algo especial que no puedo ex- plicar. Bonitos labios, era agradable, me sentia segura con él.» Primero fueron humillaciones y desvalorizaciones ante los demas. Hace cuatro afios empezaron los golpes: «La primera vez me puso un ojo morado. Me senti muy mal, me dio por Ilo- 158 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. tor de una empresa de publicidad que la golped, amenazé, le dio pufietazos, le produjo quemaduras, la humillé y la agredid sexualmente durante meses. Contesta a nuestra pregunta afir- mando: «Necesitaba sentir que ¢l tenia el poder, se tenia que sentir mejor que yo, superior a mi.» Algo parecido opina Cristina. Ella tiene treinta y cinco afios, trabaja en una tienda, su marido tiene cuarenta y cinco aiios y es administrativo en una empresa. Hace cinco afios que sufre malos tratos tanto fisicos como psiquicos. ,La causas? «E] se ve como un fracasado. Siempre quiere tener el poder y el dominio.» Su marido tiene cuarenta y nueve afios y Coral tiene cua- renta y cinco, Tienen una hija de veinte afos y un hijo de die- cisiete. Los malos tratos se prolongaron durante dieciocho afios e incluyeron amenazas, bofetadas, penurias econdmicas, humillaciones... A esta mujer le pas de todo: «Cuando esta- bamos en proceso de separacién empez6 a destrozar la casa. Yo pensé que me iba a matar.» Actualmente: «él me sigue molestando, pero yo estoy mucho mejor. Ella cree que la causa es «que fue un nifio maltratado. Su autoestima era baja aunque no lo parecia». Claudia opina lo mismo de su ex marido, que tiene treinta y ocho ajfios. Asi, cuando le preguntamos por las causas del maltrato, nos dice: «A él también le habian maltratado. No sabe actuar de otra manera.» Rocio tiene cincuenta y un afios, dos hijos adolescentes, es profesora, y su ex marido «siempre ha trabajado poco, aunque tiene estudios universitarios». Dice de él que es una persona ha- bladora, aunque sdlo cuando esta de buen humor. No ha tenido problemas con el alcohol y esporadicamente fuma marihuana. «Era extremadamente celoso.» Los malos tratos se prolonga- ron durante todo el matrimonio, quince ajios, aunque durante la ultima etapa aumentaron. Le puso dos denuncias. Ella cree que aguanto este tiempo «porque segui el prototipo cultural de la mujer que me ensefiaron de pequefia». Desi tiene veintinueve afios, es maestra. Su ex marido no bebe, no toma drogas, no tiene problemas de salud conocidos, y durante los ultimos ocho meses de convivencia la amenaz6, la culpabilizo, la mordid, la empujo, le dio patadas, la insultd, 173 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. personales y de estrategias de afrontamiento para mitigar su im- pacto. Ciertas normas sociales refuerzan este tipo de situaciones. B) En la perspectiva feminista se incluirian trabajos como los de Del Martin (1976), Rebecca Dobash y Russell Dobash (1980), Mildred Pagelow (1984) 0 Leonore Walker (1984, 1989, 1990), y desde ella se entiende que los malos tratos se sustentan en los valores culturales patriarcales segtin los cuales los hombres deben dominar a las mujeres y, consecuentemente, tienen como objeto ejercer un control sobre ellas. Por tanto, se pretende analizar la relacion entre el patriarcado como sistema social y el maltrato. De esta manera, se afirma que el maltrato forma parte de la estructura de poder de nuestra sociedad en la que el hombre po- see un rol dominante gracias a la existencia de unos roles de género que determinan y colocan a las mujeres en un status de desigualdad (Dobash y Dobash, 1980). La desaparicion de las desigualdades y la redefinicion de dichos roles de género serian elementos esenciales para revisar y trabajar en la solu- cion de este problema. El analisis feminista del maltrato de mujeres, en el que no- sotras nos enmarcamos, es una critica al patriarcado. De hecho, aunque diferentes tedricas feministas podrian estar en desa- cuerdo sobre los origenes del patriarcado, el modo como se perpettia o las acciones que han de emprenderse para eliminar- lo, lo cierto es que probablemente todas ellas coincidirian en sefialar que es el patriarcado el que proporciona el sustrato es- tructural e ideoldgico de la violencia masculina contra las mu- jeres, incluyendo la agresién sexual, el acoso sexual, etc., y, por supuesto, el maltrato de mujeres (Pagelow, 1984; YIlo y Bo- grad, 1988; Bograd, 1990, 1993; Smith, 1990; Sugarman y Frankel, 1996). Concretamente, existen cuatro cuestiones en el analisis de la situacién de maltrato en las que las diferentes perspectivas feministas coinciden, y que son (Villavicencio y Sebastian, 1999a): a) la utilidad explicativa de los conceptos de género y poder; b) el andlisis de la familia como institucién que estructura las relaciones en torno al género y al poder; c) la comprensién y la validez de las experiencias de las mujeres; 181 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. nes de cada uno de sus miembros; b) el exosistema, incluyendo el papel de las instituciones (familia, escuela...), como legiti- madoras de la violencia; los modelos violentos presentados en los medios de comunicacion; el contexto econdmico y laboral con factores como el estrés econdmico y laboral 0 el desem- pleo; y los factores de tipo legal, esto es, el tipo de legislacion sobre el problema, la impunidad de los perpetradores, el fun- cionamiento del sistema judicial, factores todos ellos que con- tribuyen a la victimizacion secundaria; c) el microsistema, in- cluyendo elementos estructurales de la familia y patrones de interaccion familiar, asi como las historias personales de los miembros de la familia (violencia en la familia de origen, aprendizaje de formas violentas para la resolucion de conflic- tos, aislamiento....); y d) el nivel individual, relativo a las di- mensiones conductuales, cognitivas e interaccionales de las personas concretas involucradas en el maltrato. En opinion de este autor, todos estos factores interactuan y permiten explicar la génesis de los malos tratos, por lo que es necesario desarrollar lineas de actuacion para todos y cada uno de ellos. Debemos sefialar que este modelo tiene muchos puntos en comin con el propuesto por Donald Dutton desde la perspecti- va del conflicto familiar. — En una revision de Leonard Berkowitz (1996), éste su- giere que, a partir de las investigaciones sobre el tema, puede concluirse que los factores que favorecen la aparicion de vio- lencia en el Ambito familiar (sea ésta del tipo que sea) se agru- parian del modo siguiente: a) normas y valores sociales y co- munitarios, incluyendo el dominio masculino en la familia y en la sociedad, dependencia femenina y dominio masculino, legis- lacion vigente en algunos paises o diferencias de poder; b) en- torno familiar y exposicion previa a formas de violencia; c) dis- posiciones personales, incluyendo nivel de agresividad, autoes- tima, habilidades sociales, ingesta de alcohol, etc.; d) otras caracteristicas personales, como nivel educativo, ocupacién, ni- vel de ingresos, etc.; e) estrés econdmico o laboral; y f) tipo y caracteristicas de las relaciones familiares establecidas, inclu- yendo amor, respeto, conflictos, etc. 187 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Debemos ser capaces de reconocer y de aceptar que hay que cuestionar muchas mas cosas de las que los modelos teéri- cos hablan, entre ellas, las bases sobre las que asentamos nues- tras relaciones personales y nuestras vidas afectivas, como vi- vimos y entendemos el amor y el sexo, nuestras expectativas y nuestra escala de valores y prioridades. 196 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 2. EXISTE ALGUNA TIPOLOGIA ESPECIFICA? A partir de la década de 1970, y en un intento de sacar ma- yor partido de la informacion sobre los maltratadores y sus ca- racteristicas, se diferenciaron algunas tipologias. Amy Holtz- worth-Munroe y Gregory Stuart (1994) consideran que dichas tipologias se basan fundamentalmente en tres tipos de criterios: a) la gravedad y frecuencia de las lesiones producidas por el maltrato; b) la presencia 0 no de psicopatologia en el agresor; y c) la extension de la violencia, circunscrita al ambito familiar 0 mas extendida. Debemos sefialar que la mayoria de las tipolo- gias que vamos a describir a continuacion combinan uno o mas de estos criterios. Entre las tipologias elaboradas basandose en el criterio de gravedad y frecuencia estarian, por ejemplo, la de Sweeney y Key (1982), que diferencian entre maltratadores que ejercen violencia continua y severa sobre sus parejas y quienes no lo hacen. Entre las tipologias basadas en la presencia o no de psico- patologia estarian, por ejemplo, la de Faulk (1974), que dife- rencio entre maltratadores con personalidad dependiente y sus- picaz, o violenta y pendenciera, o dominante, dependiente y pasiva, o estable y afectuosa. Entre las tipologias elaboradas basandose en la extension de la violencia estarian la de Hannecke y colaboradores/as (1981), que diferenciaron a los hombres que eran violentos sdlo con sus esposas, los que eran violentos en general y los que eran violentos sdlo fuera del hogar. Seguin estos autores, los violen- tos solo con la esposa se caracterizaban por tener menos pro- blemas con !a justicia, un nivel ocupacional mds elevado, me- nos problemas de consumo de sustancias y mas probabilidad de haber sido victimas de violencia en la familia de origen que los otros dos grupos. También Donald Dutton (1988a, 1988b) establecié una diferenciacién segin este criterio entre los hom- bres violentos sdélo con sus esposas (que mostrarian respuestas exageradas de ansiedad y conflictos intimos) y los violentos en general. 200 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. violencia y del perfil psicopatologico. En cuanto al primer as- pecto, observan que aproximadamente dos tercios de los mal- tratadores estudiados (el 74 por 100) mostraban violencia solo en el hogar (y conductas sociales adecuadas fuera), ejerciendo un nivel de maltrato grave, facilitado por factores como las frustraciones cotidianas, el abuso de alcohol 0 los celos patol6- gicos; el resto (26 por 100) mostraban violencia tanto dentro como fuera de casa, consideraban ésta como una forma acep- table de solucionar los conflictos y frecuentemente habian ex- perimentado maltrato en la infancia. En funcién del segundo aspecto, el perfil psicopatoldgico, algo mas de la mitad (el 55 por 100) de los maltratadores estudiados presentan déficits en habilidades para interactuar y emplearian la violencia como forma de solucionar esas carencias, y el resto (45 por 100) se- rian personas con habilidades sociales adecuadas y conscien- tes de que la violencia no sirve para resolver los conflictos, pero con dificultades para controlar la ocurrencia de los episo- dios de violencia. Vicente Garrido (2001), a partir de 35 entrevistas realiza- das a mujeres maltratadas, diferencia dos tipos de agresores: el agresor dependiente constituiria entre el 60 por 100 y el 80 por 100 de los casos, con tendencia a mostrar pobre concepto de si mismo, sentimientos de fracaso en su vida personal y so- cial, abuso de alcohol y drogas, buscaria en el dominio de las mujeres la afirmaciOn de su valia y se caracterizaria por ser ce- loso, posesivo, desconfiado y un firme candidato a suicidarse tras matar a su mujer; el agresor psicOpata constituiria entre el 20 por 100 y el 40 por 100 de los casos, se caracterizaria por tener una gran opiniOn de si mismo, ser manipulador, no sentir arrepentimiento y desconocer los sentimientos. Segtin este au- tor, el psicopata instrumental poseeria a su pareja por los bene- ficios (econdmicos, sociales...) que ello le reporta, y el psicopa- ta posesivo, por el contrario, necesitaria de la excitacion emo- cional derivada de poseer a su victima. Neil Jacobson y John Gottman (2001) desarrollan una tipo- logia de agresores basada en medidas de la reactividad de la ve- locidad cardiaca de los hombres violentos durante discusiones ficticias con sus parejas en el laboratorio. Concretamente, estos 205 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. modo de recordatorio, vamos a repasar algunas definiciones al respecto. Por sexismo entendemos una actitud hacia una persona 0 personas en virtud de su sexo biologico. Desde un punto de vis- ta tridimensional de las actitudes, entenderiamos, pues, por sexismo la respuesta evaluativa, cognitiva, afectiva y conduc- tual ante una persona en razon de su pertenencia a uno u otro sexo bioldgico; y, desde un modelo unidimensional, entende- riamos que la actitud (sentimiento) sexista estaria relacionada con unas determinadas creencias y con una forma o intencién de comportamiento discriminatoria. Es importante resaltar que, para algunos/as autores/as (Glick y Fiske, 1996; Expdsito, Moya y Glick, 1998), el sexismo se refiere tanto a una actitud negativa como positiva, es decir, es ambivalente, pues incluye tanto aspectos 0 evaluaciones po- sitivas como negativas de las mujeres. En cambio, para autores como David Myers (1995), y también en nuestra opinion, el se- xismo es una actitud negativa, una evaluacidn que incluye solo aspectos distorsionados de las mujeres. Tomando como referencia los cambios observados en los prejuicios raciales, algunos/as autores/as han tratado de anali- zar los cambios ocurridos en el sexismo. Es decir, igual que se ha observado un racismo sutil (Meertens y Pettigrew, 1993; Pettigrew y Meertens, 1995), existiria también un sexismo sutil, un sexismo moderno que esta presente en la negacidn de la dis- criminacion que padecen las mujeres, en el antagonismo hacia sus demandas y en la falta de apoyo a las politicas disefiadas para ayudarlas (Benokraitis y Feagin, 1986; Swim et al, 1995; Baron y Byrne, 1998). Abundando en ello, autores/as como Francisca Expésito y colaboradores (1998) entienden que po- driamos hablar de un nuevo y un viejo sexismo. El «viejo sexis- mo» seria el sexismo hostil tradicional y el «nuevo sexismo» incluiria tanto el sexismo hostil tradicional como el sexismo mas sutil 0 benévolo. Como sejiala Anastasio Ovejero (1998), aunque el sexis- mo es algo similar al racismo, es atin mas sutil que éste, pues- to que las creencias y los valores que apoyan el sexismo for- man parte de la sociedad en que vivimos de tal modo que hay 209 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. forme del Defensor del Pueblo (1998): «No presentan una psi- copatologia especifica, sino mas bien una serie de rasgos y ac- titudes propias y caracteristicas del estereotipo masculino.» Consecuentemente con lo anterior, creen que, como hom- bres, tienen el poder dentro del sistema familiar y desean man- tenerlo y ejercerlo cuando lo consideran oportuno, usando para ello la violencia fisica, la agresion sexual, etc. Algunos autores han sugerido que se trata de personas con baja autoestima que tratan de afianzar su ego a través de su pareja, o de personas con problemas sexuales que usan la violencia para reafirmar su sexualidad. Pero esto, dicho asi, resulta excesivamente simple como explicacién. También relacionado con su modo de entender el estereoti- po masculino, considerarian que las mujeres no son personas de pleno derecho, sino seres incompletos, posesiones a las que tienen que manejar y controlar. Como parte de ese control apa- recerian las amenazas, los celos, el aislamiento social, el chan- taje emocional o el mantenimiento en una situacion de depen- dencia tanto econdmica como emocional. — En segundo lugar, existen algunos estudios o trabajos concretos que tratan de detectar la presencia de creencias miso- ginas, o la adscripcion al estereotipo masculino tradicional, 0 a una ideologia patriarcal en maltratadores de mujeres, y que, de forma directa 0 indirecta, constituyen una evidencia de la rele- vancia que tiene la misoginia como rasgo comin en ellos. En opinion de Kersti Yllo y Murray Straus (1984), a lo lar- go de la década de los 70 crecié enormemente la conciencia so- bre la relacion entre sexismo y maltrato a la esposa, y los estu- dios sobre esta relacién podrian agruparse en las mismas cate- gorias a las que nos hemos referido al hablar de modelos sociolégicos del maltrato, esto es, la perspectiva de la interaccion social, que basicamente se caracteriza por entender el problema desde el punto de vista del balance de poder en la familia, y la perspectiva feminista, que se caracteriza por entender el problema como una consecuencia del sistema patriarcal al que critica. Aunque ambas aproximaciones han hecho importantes con- tribuciones a la comprension del maltrato, ambas tienen también 214 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Y en cuanto a lo que ocurre dentro de las familias, obser- varon una relacion lineal entre normas patriarcales y violencia, de modo que cuanto mas patriarcales eran las normas sobre el poder en el matrimonio, mas elevadas eran las tasas de abuso de la esposa. Christy Telch y Carol Lindquist (1984) siguicron perseve- rando en el intento de evaluar empiricamente las caracteristicas que diferenciaban a los maltratadores. Para ello, compararon tres grupos (19 parejas violentas, 7 parejas no violentas con problemas y 24 parejas no violentas sin problemas) evaluando sus actitudes con un cuestionario elaborado al efecto como ver- sion experimental de un cuestionario preexistente. Sus resultados indicaron que en cada uno de los tres grupos los hombres mostraban puntuaciones significativamente mas bajas que sus parejas femeninas, y que los varones que maltra- taban a su pareja eran los que mostraban las puntuaciones mas bajas (teniendo en cuenta que una menor puntuacion indica una actitud de rol sexual mas estereotipada). Es decir, se observé que era significativamente mas probable que los maridos vio- lentos tuvieran actitudes de rol sexual tradicional, comparados con los no violentos. Al aplicar a los datos obtenidos un anilisis discriminante, se observ que el factor que mejor permitia diferenciar a mal- tratadores de no maltratadores en este estudio era el consumo de alcohol. Otros factores que, aunque en menor medida, tam- bién contribuian a diferenciar a los maltratadores eran el desa- juste en la pareja, la satisfaccion con la toma de decisiones, la agresividad, las actitudes estereotipadas de rol sexual, la pasivi- dad y la falta de comunicacién. Gerald Hotaling y David Sugarman (1986) revisaron los re- sultados de mas de medio centenar de trabajos empiricos dis- ponibles hasta ese momento sobre indicadores de la victima, del maltratador o de la pareja que permitian diferenciar entre victimas-no victimas y maltratadores-no maltratadores. A partir de su revision, consideraron que dichos indicado- res podian clasificarse en cuatro categorias: a) indicadores de riesgo consistentes; b) indicadores de riesgo inconsistentes; c) indicadores de no riesgo consistentes; y c) indicadores de 218 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. las obligaciones domésticas (Young y Willmott 1957), se ha comprobado inexacta. Las mujeres efectivamente han salido, pero los hombres se resisten a entrar, y eso nos complica mu- cho la vida (Bosch, 2001). Cuando hablamos de renegociar la distribucién del tiempo, nos referimos también a un aspecto menos cuantificable, mas sutil y posiblemente inconsciente (0 no tanto?) como es la atri- bucion de prestigio al tiempo masculino frente a la mayor de- valuacion y vulnerabilidad del tiempo femenino. Para enten- dernos, e! «No molestes a papa que esta trabajando (0 descan- sando, 0 pensando, o reunido, 0 con sus amigos, 0 viendo el futbol, 0 escribiendo, o leyendo, o sofiando...)», la barrera pro- tectora que los varones han conseguido alzar a su alrededor y que convierte su tiempo en sagrado. Compartir el tiempo signi- fica no sdlo un reparto justo de actividades y responsabilida- des, sino también un reparto justo de la valoracion y respeto del mismo, tiempo para el trabajo o el ocio, para la actividad o el descanso, para la pareja o las amistades, en definitiva, tiempo para vivir. 2. Empatia E INTELIGENCIA EMOCIONAL Mucho se ha hablado sobre la dificultad masculina para ex- presar los sentimientos de manera asertiva, su reticencia a las manifestaciones de ternura, sus dificultades comunicativas en el ambito de los afectos, muchas de las mujeres entrevistadas por nosotras asi lo relatan. Tan manifiesta puede llegar a ser esta carencia que muchas victimas de violencia la consideran el problema principal y la causa de los arrebatos violentos de su pareja 0 ex pareja masculina. La llamada inteligencia emocional, tan de moda en los ul- timos tiempos, hace referencia precisamente a la necesaria ha- bilidad en el conocimiento y manejo de las propias emociones, asi como en su correcta expresion, con la finalidad de conse- guir una mas armonica relacién con uno/a misma y con los/las demas. Pero sin trampas. No se trata de pasar del hombre rudo y «muy masculino» segun el estereotipo clasico, al hombre «tan 234 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Durante los siglos posteriores las cosas siguieron mas 0 menos igual. * Por seguir con el ejemplo del Estado espafiol, habria que sefialar que no es hasta 1857 cuando la Ley Moyano impone la obligatoriedad de escolarizar a las nifias, aunque los objetivos que se planteaban eran mas la formacién «del alma, el corazon 0 el caracter femenino» que su instruccion propiamente dicha. Posteriormente, en torno a 1870, el movimiento regeneracio- nista plantea la necesidad de una mujer mas instruida y mejor preparada, pero siempre con el objeto de poder desarrollar me- jor las tareas de esposa y madre. Ademas, es importante sefialar que, desde el concordato de 1851 con la Santa Sede, la Iglesia tendra una gran influencia en la educacion de las nifias espafio- las, al entenderse que en su caso es fundamental una educacion religiosa y moral. Bajo la influencia de otros paises, y particularmente del im- petu de las campaiias feministas en Inglaterra y Francia, las ini- ciativas krausistas haran que el tema de la educacién de las mu- jeres cobre una nueva dimension en la Espafia del ultimo tercio del siglo x1x, y aunque se alcanza el siglo xx sin conseguir una postura unanime favorable a la educacion igualitaria, al menos el tema esta en la calle. El krausismo es, ante todo, un modelo ético, que partiendo de un cristianismo racional, propugna un estilo de vida laico caracterizado por la armonia, el humanismo, el realismo, la so- briedad y la rectitud moral, defendiendo la libertad de concien- cia y el pluralismo ideolégico. Este movimiento inspiré directa 0 indirectamente las acciones politicas de los sectores liberales de la sociedad espafiola. La escuela krausista primero y la Institucién Libre de Ense- fianza mas tarde se preocuparon por la llamada «cuestion feme- nina», desarrollandose el debate sobre el feminismo fundamen- talmente en los movimientos de opinién, en los congresos pedagogicos, en la prensa y en la literatura, y centrandose de forma casi exclusiva en la conveniencia de la educacién de la mujer. Durante la Segunda Republica (1931-1936) se hicieron propuestas destinadas a paliar los graves déficits de la edu- 239 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. como criterio de éxito, de la disminucién estadisticamente sig- nificativa del comportamiento violento, o el aumento de otros comportamientos no vinculados a la violencia, puede ser inse- guro (...) se presenta el problema de que quizas esos cambios tengan poca significacin practica para las victimas» (pag. 223). Dicho en otras palabras, algunos programas consideran un éxito que el maltratador «pegue menos». Obviamente, esto no es suficiente desde el punto de vista de las mujeres mal- tratadas y da una falsa imagen de éxito que no responde a la realidad. Se deberan establecer medidas realmente eficaces de pro- teccion a las victimas, medidas que obedezcan a una planifica- cion correctamente estudiada y que puedan ser puntualmente evaluadas, no que surjan fruto de necesidades electoralistas, campafias de imagen, o de una improvisacion irreflexiva, que nos lleven a un baile constante de propuestas, mientras sigue el reguero imparable de mujeres golpeadas, heridas 0 asesinadas. El auténtico reto esta en la prevencidn. Si solo se actua in- dividualmente, negando la evidencia de que la violencia contra las mujeres es un cancer que consume a la sociedad, nunca se afrontara la necesidad de planteamientos globalizadores que cuestionen, de una vez por todas, las raices patriarcales en las que se asienta el modelo de familia tradicional, y por extension las relaciones intergénero. En este sentido, la educacién sentimental se convierte en una herramienta valiosisima. Es necesario tener en cuenta que las actuaciones que se realicen con los/as jovenes-ado- lescentes en la escuela y fuera de ella tienen que permitir cuestionar los clichés afectivos que utilizan en sus relacio- nes, asi como estimular la construccién de realidades alter- nativas, basadas en premisas distintas a la dependencia emo- cional o de poder, y para ello se tiene que crear un espacio en el que hombres y mujeres se enfrenten con su realidad social y afectiva desde un plano de igualdad y respeto. La educacién sentimental seria aquella que tiene en cuenta las relaciones interpersonales y las de cada persona consigo misma, consi- derando el sistema sexo/género que existe en nuestra socie- dad (Barragan et al., 2001). 244 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. fiando, se fue abriendo, se dio cuenta de que podia contar con ellas: «Ha sido lo mas importante que me ha pasado en la vida, de sentirme sola, acabada, he pasado a sentirme persona. Ade- mas, el yoga me va muy bien, al principio no estaba muy segu- ra, pensaba que eso era cosa para sefioritos de ciudad, pero no es asi. Me he dado cuenta de que tengo un cuerpo, de que soy un ser humano, no sdlo una maquina de trabajar. Otra cosa que ahora hago y antes no es leer. No tengo mucho tiempo, es ver- dad, pero siempre que puedo cojo un libro. Me los prestan en la biblioteca. jLa de cosas que hay para aprender!» Aconsejada por una vecina, empezo una psicoterapia. No se ha separado todavia, pero se siente mas fuerte, y el marido se ha dado cuenta: «No sé si son cosas mias, pero parece que me teme un poco. En el fondo me doy cuenta de que depende de mi para casi todo, no yo de él.» En este proceso de cambio cuenta con el apoyo de sus hijos. Ahi van sus palabras, que nos pueden servir de despedida: «No sé hacia donde voy, pero sé que estoy en camino, y tam- bién sé que tengo amigas con las que contar.» 248 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. € (1) Eramos novios (2) Llevabamos menos de un aiio casados (3) Lilevabamos mas de un afio casados (4) Acabdébamos de tener nuestro primer hijo (5) Habiamos tenido nuestra primera discusién (6) Habiamos tenido un problema de dinero (7) Otros (especificar): Describa lo que pas6: Describa su reaccién (la de Vd.) tras este primer episodio de maltrato (qué hizo, cémo se sintié... Describe la reaccién de su pareja 0 ex pareja tras este primer episodio de maltrato (qué hizo, qué dijo...): {Alguna persona a su alrededor se dio cuenta de lo que habia pasado? (1) Si (2) No (3) Nolo sé {Le explicé Vd. a alguien lo que habia pasado? (1) Si (2) No SEGUNDA ETAPA: CICLO DE LA VIOLENCIA, (CRONIFICACION DE LA SITUACION DE MALTRATO) éCuanto tiempo transcurrié entre la primera y la segunda ocasién en la que se sintié maltratada? (rodear con un circulo lo que corresponda): (1) Unos afios (6) Una semana Q) Unaiio (7) Unos dias (3) Unos meses (8) Undia (4) Unmes (9) Unas horas (5) Unas semanas (10) Otros (especificar): A partir de ese segundo episodio, {con qué frecuencia se produjeron los malos tratos? (rodear con un circulo lo que corresponda): (1) Menos de una vez al mes (5) Varias veces a la semana (2) Una vez al mes (6) Una vez al dia (3) Varias veces al mes (7) Varias veces al dia (4) Una vez a la semana (8) Otros (especificar): 258 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. indice CapPiTULO PRIMERO_{,PODEMOS HABLAR DE TERRORISMO FUCONERS EGS Oa ee eee ae 1. Qué entendemos por violencia de género y maltrato de mujeres .... 19 9 Teereed ake a . rismo mis6gino ... one 34 3. El maltrato de mujeres: el miedo como arma 37 3.1. La magnitud del problema 37 3.2. Sus consecuencias ..... 49 3.2.1. Consecuencias para la victima ........ 49 Sid: Consecuencias para la salud mental 3.2.1.2. Repercusiones sobre la salud fisica de Ja victima ........... » 66 los/as hijos/as . a 4. Mecanismos de visibilizacién: de problema privado a problema social ...... 73 CapiTULo 2. DESHACIENDO ALGUNOS MITOS ...... 81 1. Introduccion 81 2. Los mitos sobre la marginalidad .. 82 297 da a cabo durante mas de diez aios por Esperanza Bosch y Victoria A. Ferrer que les llevé ineludible- mente al tema de la violencia doméstica, a la evidencia de que, ya en pleno slslo xxt, las relaciones hombre-mujer siguen gobernadas por la creencia de que las mujeres son inferiores a los hombres y, por tanto, estan sujetas a obediencia. Definido por Naciones Unidas como el crimen privado mas extendido en el mundo, el maltrato es también el cri- men mas desconocido, el mas silenciado y de dificil inves- tigacién por su propio caracter privado. Como asegura Angeles Alvarez, «al otro lado de la pared del salén de casi el veinte por ciento de los domicilios espaiioles, hay un yaron que maltrata a su pareja». Se presentan aqui, pues, no sélo las frias estadisticas de la investigacién sino también los testimonios directos de al- guna de estas mujeres que acabaron siendo victimas de la violencia, acabaron metidas en el laberinto del miedo, del sufrimiento, de la vergiienza y del desconcierto. Pero si- guen vivas. E presente texto es fruto de una investigacién Heva- ¢ Ediciones Catedra ISBN 84-376-201 ¢ Universitat de Valéncia |g | | J 9 "788437620152! n'y

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