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SOBRE EL CREDITO Y EL DESCREDITO DE LOS PERSONAJES EN L4 CE, ESTINA y LAACTITUD DE SUS AUTORES ANTE EL LENGUAJE!' Carlos Mota Placencia Universidad del Pais Vasco En las proximas paginas procuraré examinar cémo se representa en la Tragicomedia de Calisto y Melibea el crédito y el descrédito de unos per- sonajes ante otros y ante el lector / odor, prestando especial atenci6n al caso de Celestina por ser el que mis facetas presenta. La construcci6n, del personaje de la alcahueta en la obra se asocia en gran medida a su sabiduria, en un sentido amplio, y a la reputacin que le aporta ante los demis, No obstante, en el trato que éstos le dispensan y en las opinio- nes que vierten sobre ella —incluso ante sus mismas narices— se apre- cia un significativo descrédito de esa reputacién, no menos real por resultar casi siempre incoherente con el sometimiento a la voluntad de Ia vieja de que esos personajes hacen gala. Creo que con ello se nos pin- ta un tipo de hipocresia que, por su atribucién a la practica totalidad del elenco, transluce una peculiar dimensién de la concepcién del lenguaje ~y quizis, en general, antropolégica— de los autores de La Celestina, sobre todo de Fernando de Rojas. Una dimensién tal vez relacionable con determinadas mutaciones que la formacion de los juristas experi- menté en Europa entre fines del siglo xv y mediados del siglo xvi al ca- lor de las concepciones humanisticas del lenguaje pero, al tiempo, marcando firmes distancias frente a las mismas”. : Este trabajo se ha realizado en el marco del Proyecto UPV-HA-7900/20. ven, Sobre las relaciones de La Celestina con las concepciones renacentistas del lenguaje, acerca de cuyo sistematismo la critica parece hacerse cada vez menos CARLOS MOTA PLACENCIA Es sabido que en la obra —de forma caracteristicamente dramiti- las palabras de los personajes: los elementos del ca— todo emana de p ; mundo material, pero también la entidad de los personajes mismos, sus rasgos fisicos, su gestualidad, su cardcter, su historia, la memoria 0 ella tienen 0 quieren tener’, Nada mas empezar, f nos presentan en este célebre didlogo: desmemoria que de Jos faturos amantes 8 cauisto.- En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios. sieuipea.- En qué, Calisto? wausto.- En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te do- tase, y hacer a mi, inmérito, tanta merced que verte alcanzase, y en fan a 4 conveniente lugar, que mi secreto dolor manifestarte pudies La conversacién concluye muy poco después con un buen chasco para Calisto: _causto.~ {Oh bienaventuradas orejas mias que indignamente an gran palabra habéis ofdo! \ttuinea.- Mas desaventuradas de que me acabes de oir, porque la paga seri tan fiera cual merece tu loco atrevimiento, y el intento de tus pala- bras ha seido. :Cémo de ingenio de tal hombre como té habie de salir para se perder en la virtud de tal mujer como yo? ;Vete, vete de ahi, tor- pel, que no puede mi paciencia tolerar que haya subido en coraz6n hu- mano, conmigo en el ilicito amor comunicar su deleite cauisto.- Ir como aquel contra quien solamente la adversa fortuna pone su estudio con odio cruel. La ambigiiedad sobre tiempo y lugar que se mantiene a lo largo de toda la escena no empaiia —antes bien, resalta— la extraordinaria definicién que van cobrando ciertos rasgos sustantivos de los caracte- ilusiones, han escrito piginas de gran interés Read (1976, 1978 y 1983), Whinnom (1981), Shipley (1977 y 1985) y,iimamente, Fraker (1990) y Rico (2000). Es seguramente Lida de Malkiel (1966) quien mejor caracteria6 este Pro eso tan dramitico de emanacién de la realidad a partir de las palabras de los per sonajes. Sobre el el de nem Delestis pao papel de la memoria en La Celestina, es referencia obliged He Las a proceden de Fernando de Rojas (y «antiguo autor»), La Celestint: econ Caley Melibea, ed. y estudio de Francisco J. Lobera y Guillerme Ser iaz-Mas, Carlos Mota ¢ fiigo Ruiz Arziliuz, y Francisco iC: arcelona, Critica (Biblioteca Clisica, 20), 2000. ; SOBRE EL CREDITO Y EL DESCREDITO, 275 : 75 res de la pareja de protagonistas, La irascible Melibea no reaparece ante M lector hasta el auto IVS, y su personaje se perfila con detalle a par fir de ahi, con lo cual —si aceptamos la tesis de los dos autores para Ja obra— resulta ser sobre todo hechura de Fernando de Rojas. En cambio, y salvo un par de excepciones, el resto de los personajes re- Jevantes surgen bien definidos del auto 1. ‘Asi Calisto: en dos fases, Rojas afiade algunos matices a los colo- res del retrato poco halagiiefio trazado en el auto I. Mucho se ha dis gutido acerca de cémo se redibuja el personaje, pero no es cosa en la gue ahora podamos entrar. Su descrédito inicial no mengua ante los ojos de nadie salvo, naturalmente, ante los de Melibea, mediando Celestina y por tazones en las que lectores de tiempos distintos han tendido a poner mas o menos atencin 0 énfasis (un preexistente in- terés de Melibea por él; un cardcter intrinsecamente veleidoso de la muchacha; la capacidad persuasiva de Celestina; la intervencién de- monjiaca...). En el Ambito de los criados, también Sempronio se nos presenta a través de sus propias palabras y hechos: [catisto.] ;Sempronio, Sempronio, Sempronis dito? SEMPRONIO.~ Aqui estoy, sefior, curando destos caballos. causto.- Pues, ;c6mo sales de la sala? Sempronto.- Abatiése el girifalte y vinele a enderezar en el alcindara. cauisto.- jAnsi los diablos te ganen! jansi por infortunio arrebatado perezcas, 0 perpetuo intolerable tormento consign’, ¢l cual en grado in- comparablemente a la penosa y desastrada muerte que espero traspasa! ;Anda, anda, malvado, abre la cimara y endereza Ta cama! (Auto L. pp. 28-29) 2Dénde esta este mal- Y lo mismo acontece con Pirmeno: causto.- ;Pirmeno! PARMENO.= Seftor. catisro.= No oyes, maldito sordo? PARMENO.- ZQué es, sefior? causto.- A la puerta Haman; corre, * Sobre esa faceta del caricter de Melibea véase ahora Lacarra (1997), CARLOS MOTA PLACENCIA paRMENO.- ZQuién es? ; sempRoNto.- Abre a mi y a esta dueia. serene. Sehr, Sempronio y una puca vieja alcoholada daban aque. llas porradas es resto. ;Calla, calla, malvado, que es mi tia; corre, corre, abrel (Siempre lo vi que por huir hombre de un peligro, cae en otro mayor, Por encubrir yo este hecho de Pirmeno, a quien amor o fidelidad 0 te- mot pusieran freno, cai en indignacién désta que no tiene menor pode- rio en mi vida que Dios.) paRMENO.- zPor qué, seitor, fe matas? zPor qué, sefior, te congojas? 7Y wii piensas que es vituperio en las orejas désta el nombre que la lamé? No lo creas, que ansi se glorifica en le oir, como tt cuando dicen: «Diestro caballero es Calisto». Y dems desto, es nombrada y por tal titulo cono- cida, Si entre cien mujeres va y alguno dice: «jPuta vieja!», sin ningan empacho luego vuelve la cabeza y responde con alegre cara... (Auto I, pp. 52-53) Es claro que estas salidas a escena tienen en comin la revelacién de una intrinseca doblez en los personajes. Pues, de alguna manera, todos, con independencia de su estatus —y salvo, hasta cierto punto, Pirmeno, quien de todos modos empieza a usar habitualmente de ma- jhas semejantes poco después, tras verse descreido y despreciado por Calisto aparecen haciendo © diciendo para si una cosa y otra, de inmediato, hacia su interlocutor. La Cel stina presenta con gran efica- cia la escisién (que no siempre es conflicto) entre la intimidad y la actitud en sociedad de todos los personajes: esto tiene una plasmacién muy eficaz en los apartes, tities sobre todo para «estilizar la traicién del criado a su amo», segiin Marcel Bataillon®, Pero se observaré que en ninguno de los pasajes ahora recordados se incluyen apartes de ese tipo, aun cuando en todos hay piblica virtud y vicio privado a un tiempo: Calisto endilga a Melibea un florido parlamento con ribetes poéticos y teolégicos que éta desenmascara y ridiculiza expeditiva- mente; Melibea da la impresién de atender a las razones de Calisto para darles enseguida una réplica sangrante. Sempronio se ve SOl~ prendido en la sala de la casa s los caballos, eguramente ocioso, dice ocuparse de rie y. pillado en su mentirijilla por Calisto, inventa sobre la cha otra de verosimilitud poco mayor, lo que acaba por sacar al © Bataillon (1961: 86) SOBRE EL CREDITO Y EL DESCREDITO. 277 amo de quicio”. oe identifica a Celestina ante un Calisto que primero S° hace de nuevas (aunque su impaciencia delata que espera con interés @ alguien) y luego le despacha un «que es mi tiar que re- salta mentira peor Compuesta y harto menos inocua para su crédito que la de la pretendida «cura» de los caballos en la sala de la asa im provisada por Sempronio, Precisamente el tinico aparte que hallamos en estas escenas Jo murmiura, en la altima de ellas, Calisto: serfa, pues, el que estilizaria un burdo intento de engaiio del amo al criado y una significativa inversion de la convencién segiin la cual es el sirviente quien suele verse en la conveniencia de disimular sus pensamientos 0 palabras ante su sefior. Por lo demis, es obvio que éstas y otras accio- nes que se representan al cabo de poco —la adoracién que finge Calisto ante Celestina, etcétera— acaban ripidamente con cualquier asomo de crédito de Calisto ante Parmeno, el dinico personaje ante el que parece tenerlo el joven enamorado en los primeros compases de la obra. Similar doblez cabria sefialar en las apariciones de Elicia y de Crito, personajes ciertamente secundarios, que asoman en un breve lance del guto I caracteristico del género de la comedia pero perfectamente con- gruente —aun a escala menor—con los mas elaborados ejemplos an- teriores (el pasaje correspondiente se cita mis abajo). Los casos de Celestina y de Pleberio, los otros dos personajes que se presentan —o, al menos, se nombran— en el auto I, son muy di- ferentes entre si. La figura del padre de Melibea se esboza a partir de las palabras de otros personajes: sobre Pleberio, cast nada surge en el auto I salvo en una controvertida alusion por parte de Calisto al «ple- bético corazéno®, En los autos que Rojas reconoce como suyos Fes= nard una nota asociada a esa alusion: Pleberio es el temor que inspira (en Celestina, en Sempronio, en Parmeno; no en Calisto)’. Sin em- bargo, cuando el padre de Melibea empieza a actuar, ya en el auto XII, compone una figura mis bien poco temible: ymado Manuscrito de Palacio, 7 te el lla Esto lo re forma excelente el -presenta de fort Mientes!», ausente de donde la réplica de Calisto empieza con un inequivoco «j h tradicign impresa de La Celestina. En efecto, puede tratarse de una alusi6n al 6 Metibea, como hija de aquel. Véase la discusion sobre P-30,m.45 y su complementaria y la bibliografia ahi citada- Lo apunts con especial agudeza Dunn (1976)- orazén de Pleberio o al de el particular en la ed. cit, 278 CARLOS MOTA PLACENCIA prenento.- Sefiora mujer, ¢duermes? aLisa.- Sefior, no. preverio.- No oyes bul auisa.~ Si, oigo. {Melibea! {Melibea! peuenio.- No te oye. Yo la llamaré mas recio. llicio en el retraimiento de tu hija? MELIBEA.~ ¢S i ; puenenio.- ;Quién da patadas y hace bullicio en tu cémara? MELibeA.- Seftor, Lucrecia es, que salié por un jarro de agua para mi, que habia gran sed. PLEBERIO.- Duerme, hija, que pensé que era otra cosa. (Auto XII, pp. 251-252) Sin duda, el contraste entre el temor que inspira y la confiada do- mesticidad en que se nos presenta confiere una dimensién cémica —o, como minimo, equivoca— al personaje: es una figura de la autoridad, en ha literatura y en la vida, inadvertente y burlada (aqui, probablemen- te, engafiado por su hija con la verdad). Pero ese ingrediente afiade com- plejidad al personaje, no lo simplifica: convertir a Pleberio en figurén de farsa antipatriarcal —lo que estin a pique de hacer Melibea y la Lucrecia de la Tiagicomedia— vacia de sentido el lamento ante el cadaver de su hija del auto XXI, que es su tinico momento verdaderamente protag6- nico al margen de temores, dimes y diretes ajenos (y junto con el pate- tismo con que uno de los personajes a la vez mis insignificantes y mis decisivos de la obra, el caballerizo Sosia, narra los iiltimos momentos de las vidas de Sempronio y Parmeno, casi los dos tinicos momentos con algtin aliento trigico de la obra). Resaltar en exceso el posible envés cd- mico del personaje de Pleberio es probablemente producto de una lec- tura posmoderna de su papel paterno y —quiz4 sobre todo— de la forma retorica y el contenido de su planto, sumamente ajenos a las sensibilida- ere rat ey pero elementos imprescindibles, no excrecencias, de cha en ella, Una lectura que induce a prises at ae en ee a a privarse de un contexto tan im- Portante como las afinidades y contrastes del personaje de Pleberio en relacion con la tradicién de la figura que representa en las letras ante- riores y posteriores a La Celestina”, 2Cé : ee sale a escena Celestina en el auto I? En contraste con el 8 personajes, y sobre todo con Pleberio, se le presenta por "Y que tan detalladamente examiné Maria Rosa Lida (1962). SOBRE EL CREDITOY EL DESCREDITO, . 279 tres veces, haciendo asi el autor una exhibicion tas. En la primera, Sempronio sefiala a Calisto hueta desde una mirada puede hacer en el futuro tamente nada ambiguos: de dotes perspectivis- el presente de la alea- ctiva hacia lo que ésta fria, utilitaria Y proyes OT Ss 6 Ai Por su pasion. Se lo sefiala en términos cier- seaPRONI0.~Yo te lo diré. Dias ha grandes que conozco en fin d vecindad una vieja barbuda que se dice Celestina, hechicoss wane noe en cuantas maldades hay. Entiendo que pasan de cinco mil vine Ione se han hecho y deshecho por su autoridad en esta ciudad A le duss ne jas promovera y provocara a lujuria, si quiere, . cautst0.- Podriala yo hablar? las duras pe- (Auto 1, p. 47) En la segunda, la misma vieja se nos muestra en su presente, im- provisando una laceria de mentiras propias y ajenas: CELESTINA.~ jAlbricias, albricias, Elicia! jSempronio, Sempronio! Euicia.~ jCe, ce, ce! cELestiNa.~ :Por qué? FLICIA.~ Porque esta aqui Crito. crtestiNa.- jMételo en la camarilla de las escobas, presto! ;Dile que viene tu primo y mi familiar! Et “1. Crito, jretréete ahi! jmi primo viene, perdida soy! criTo.- Placeme; no te congojes. SEMPRONIO.- Madre bendita, qué deseo traigo! Gracias a Dios que te me dejé ver. CELESTINA.- Hijo mio, rey mio, turbado me has; no te puedo hablar. Torna y dame otro abrazo. z¥ tres dias podiste estar sin vernos? (Elicia, Elicia, cétale aqui! Eu ZA quién, madre? cetestina.- A Sempronio. (Auto I, p. 48) La tercera presentacion se produce en el marco de la detalladisima telacién de Pirmeno a Calisto sobre los oficios y pertrechos de Celestina, Se representa ahi el retorno de un pasado oscuro que Pérmeno ha dejado atras por el pentiltimo escalon del servicio de Calisto: CARLOS MOTA PLACENCIA 280 aj 2 a, como lo sabes y la conocest cauisTo.- Y td, gcomo i panmeno.- Saberlo has. Dias grandes son pasados que mi madre, mu- ete, moraba en su vecindad, la cual rogada por 68 Celestina, me fio ela por serviente, aungue ella no me conoce, Por lo poco que servi y por la mudanza que la edad ha hecho. cauisto.- De qué la sirvias? i PARMENO.- Sefior, iba a la plaza y traiale de comer y acompaiidbala; suplia en aquellos menesteres que mi tierna fuerza bastaba. Pero de aquel poco tiempo que la servi, recogia la nueva memoria Jo que Ia vieja no ha podido quitar. Tinie esta buena duefia al cabo de la ciudad, allé cerca de las tenerias, en la cuesta del rio, una casa apartada, medio caida, poco compuesta y menos abastada. Ella tenia seis oficios... 2Quién te podra de- cir Io que esta vieja hacia? Y todo era burla y mentira. (Auto I, pp. 54-62) Una presentacién en triptico (en el que se articulan futuro, pre- gente y pasado) que deja fuera de duda que ningiin personaje con- centra tanta atencién del autor en la estructuracién de su obra y con vistas a una de sus admoniciones acerca de cémo ha de leerse: po- niendo permanentemente en duda las apariencias (rasgo muy propio de toda obra con impostacién, sino directamente con orientacién, didactica) Sin embargo, se notard que en todos estos momentos reverbera —en las palabras de los personajes que la circundan— un descrédi- to mas o menos acusado y manifiesto de Celestina en tanto que mu- jer de su edad y clase. Y que, mas alli de prestarle una dimension cémica"’, puede contemplarse con el contrapunto de la figura del padre de Melibea: el varén viejo, préspero y prestigioso, cuyo crédi- to y previsiones vitales acaban en entredicho —ante el horizonte de una vida privada de sentido—, se contrapone a la mujer vieja, em- pobrecida y desacreditada, cuyo ripido éxito le precipitaré a una muerte desastrosa no menos ripida, " aoe mg reey ration a ine eee a de sabiduria moral ve a si misma, y lo que es més " Dimension hee ae no siempre se ha reconocido. Dorothy Severin ha presta- atencién ala misma en vari ToT gana 2 aio estudios (con especial detenimiento, 0 SOBRE EL CREDITOY EL DESC REDIT E 0. 281 jmportante, porque asi quiere que la vean los dem Mstarmente caf M0 faN6 6h Tos mon mas—, Esto resulta penta entos en que esti a solas +P igo momentos, c consigo —™ mentos, a veces, de temor y temblor—. + Sino en aque- fos en que quiere dejar sentado que no esta chocha regras sus facultades y lucidez. En que se que conserva in- . rebela contra k “di as jnsidiosas de quienes, por el mero hecho de ser jéve Presunciones s ne se atreven a poner en duda esa integridad: sy vigorosos, cevesTINA- Pues sube presto al sobrado alto de la solana y baja acd ow del aceite serpentino que halls colgade del pedavo te cog nae tnje del campo la otra tioche cuando lloviay hacia excuroy abre el tea ve los lzos, y hacia la mano derecha hallas un papel escrvo con sangre St mmurcislago debajo de aquel ala de drago a que sacamos ayer las unas Mira no derrames el agua de mayo que me trajeron a contacionar. : uicta- Madre, no esti donde dic ds. jamis te acuierdas a cosa que guar evesTINA.- No me castigues, por Dios, a mi . No enfinjas porque es jez; no me maltrates, FH 4 aqui Sempronio, ni te soberbezcas, que mis me quiere a mi por consejera que a ti por amiga, aunque ti Ie ames mucho. Entra en la camara de los ungiientos y en la pelleja del gato ne- gro, donde te mandé meter los ojos de Ia loba le hallaris,y bata i san gre del cabron, y unas poquitas de las barbas que ti le cortaste eucta.- Toma, madre, veslo aqui. Yo me subo, y Sempronio, arnibs (Auto IIL, pp. 106-107) Por las mismas,en este pasaje se pone de manifiesto que hasta Elicia, la mas rezagada de sus discipulas, descree de les capacidades: de cede que ésta ain tle- Celestina, Aunque acabe someti¢ndose a ella s ne capacidad de hacerse temer, casi en Ja misma medida en que ins- jes; UNO pira repugnancia, incluso fisica. Puede verse esto en dos pas telativo a Pirmeno: au MA f ome, que tan puca vied & CELESTINA.- jPues fuego malo te queme: que tan uaa viel dre como yo! gPor qué me persigtess Parmenico? {EL es. has i santos de Dios! Allégate a mi, ven aes y pra F ipieh este mundo y otros tantos besos. zAcuentaste cuando dorntias 3 s loquito? que mil azotes fees aungue era mio, me See re olias a Vig} NE huia PARMENO.- Si, en buena fe; y alguns bias a la cabecera y me apretabas COnERS. Y pa de ti, 1 (Auto Lp. 282 CARLOS MOTA PLACENCIA. Y, algo mas mitigadamente, en otro a Aretisa: hi? gQuién sube a tal hora en mi cémara? anetsa.- Quitisteme de ba pe LestiNa.« ¢Quién 86 yo, Sempromo? peer ce engues Mus soy una view C4 » lengua, no amenguies mis cattas, dUe Ho peor que todas, Vivo de mat ofi1e COS Ge ni ere, no Te busco. Umpiamente. A quien no me quiere P sficial del suye muy ada cual os asa me viene? CARLOS MOTA PLACENCIA «en mi casa me ruegan. Si bien 0 mal vivo, Dios es el testigo de a sacar, me mi corazén. (Auto XII, p. 259) Fata insistencia en la definicién de los personajes, de todos los per al margen de rangos sociales—, en el descrédito, aunque en sonajes cord esperable de la comedia, me parece posiblemente indicativa de tuna actitud en relacion con el Ienguaje atenta de manera principal a sus circunstancias de enunciaci6n, a lo que hoy se Hamaria su pragmi- tica, Una actitud, mas en concreto, de hombre de leyes, y quiza espe- cialmente de la encrucijada entre 1460 y 1550, un tiempo de gran sus técnicas interpretativas al arri- desarrollo de la jurisprudencia y de mo de las inovaciones introducidas en la ensefianza de la dialéctica y de la retorica, segtin han mostrado con especial detalle, entre otros au- tores, Vincenzo Piano Mortari, Cesare Vasoli, Donald R. Kelley ¢ lan MacLean", Ese tiempo viene a coincidir mis 9 menos con el de la vida de Fernando de Rojas (fallecido en 1541), personaje que, por cuanto se nos aleanza de su biografia posterior a la publicacién de La Celestina, como maximo pudo estar Iejanamente al tanto de tales in- vido, como estu- hovaciones, aun cuando es probable que hubiera vi diate en sus primeroy afios de gjercicio protesional —atin préximo ala Universidad, el matestar intelectual del que derivarian todas ellas, por lo de glo. vis materializadas en ambitos académiicos y libros del s xvi. Un malestar cultural, sey mente inducido por la extensién de ka concepcién mis retdriea y menos logic de la dialéetica propia del hu- primeramente destindada por Lorenzo Valla en st Repastinatio dialecticae et philesephiae y Me Apricola en su De inventione dialevtiva)' manismo (una visi 20 coditicada por Rodolto + pero cya consecueneia me- diado cl siglo xvi no fie simplemente la de refimdar esa disciplina y © Veanse en py Har los trabajos de Piano Martari (1! 78), Vs (1908 y 1977), Kelley (1988) y Maclean (isa) eee "Para una inelagac Lo que este estudio ha averuala acer, aie ex aauells en que se prota pal ake disciplining, veda toda pues ta obra del humanasta h 1479. no parece haber te ra del A Proceso histirten vease Mack (19%): He La ditustén de la obra de Agricola, “I destinde craeual, La retonnmslactdn mis 6 i wns Preerpitada con anninay a Eyparla, i hte eet eH TANS), aunque termed en it eI tana ee tes He tow aos overt el sgh WY te dean rk tneeags tetiel von Pheningens eaticatanny ate lobe, ¥ HC Memaniaas atemaney y neerlanteses —entte how cit SOBRE EL CREDITO y pL DESCRED 110, 2s suas, edefiniendo el 10gar entre los saberes de L a le ppcorporacion. de la retrica quintilianiea pra sobre todo de Andrea Alciato), sino tambien freee (Por ‘todo de Andrea Alciato),sino tambign la probableme pensada del auge del escepricismo filosfico, tambien por le ea Pi iusiones sobre las posibilidades y la dig Fee ee : gnidad del lenguaje"* En el transito de al siglo xvi, en las décadwe ones dis, los faturos juristas adquirian en la facultad de tance formacion en las materias del trivium antes de a Logica escolistica, y m- ito del siglo xv das antes re i artes una impor- : f enfrentarse a los codigos, con el estudio y memorizacién de cuyas leyes, ejemplos, mi vias y glosas interpretativas —muy desarrolladas desde el siglo san ve estimaba que se adquiria lo esencial de su ciencia", Naturalmente se empezaba profundizando en la gramitica, Se cutdaria algo menos elaprendizaje de la ret6rica, en parte por el poco desarrollo de ha ora toria forense (sin embargo, la ensefianza de esta arte, poniéndola al ser- icin dé otas uccividedes, se habla enriquecido comidenblemente mmereed a los rescates de textos llevados a abo por el humanism ita- liano en el primer tercio del siglo xv)", Pero sin duda se dedicaba les cabe contar a Adolph Occo, depositario de los papeles de Agricola a la muer~ te de éste, y a Alexander Hegius, maestro de Erasmo, que pudo verla gracias a que el propio Rodolfo Agricola le facilité una copia hacia 1484—. La primera edicién no se estamparia hasta 1515 (un buen resumen de la historia de Ja difu- sin impresa puede verse en Van der Poel [1997: 33-43}). Por lo que hace a la Repastinatio de Valla, existe en tres versiones, segrin de~ mostrd Zippel (1957; véase también 1982: ix-cxxv). La primera (cerminada en 1439) y la tercera no pasaron a letras de molde hasta Zippel (1982). Respecto a esta iltima, probablemente el humanista italiano no la habia dado por ultimada cuando le sorprendié la muerte, en 1457. Lo que se difundio y ley fue la se- gunda, aunque «it is likely that it did not ‘culate in Valla’ lifetime» (Mack 1993: 35), y la primera impresin no se registra hasta sVenecia?, 71496-14972 La difu- sién en Expatia de la Repastinatio de Valla esti atestiguada por uno de los cuatro manuscrter subsistentes de la tercera redaccién de la obra (Valencia, Biblioteca Capitalar, 69). Segtin Zippel (1982: xlv), es cédice «di origine napoleane ang nese... In Spagna, il codice venne trasferito gi neelt ulkimi a 1400 opera di Mattia Mercader, inquisitore a Valencia nel 1487. il quale dove slo procurato in uno dei soggiorni da lui fatti a Napoli * Sobre estas derivaciones, véase MacLean (1984), " Sobre la relevancia de las materias del tiviurt £2 h "jars, puede vere Grafton y Jardine (OE 210) Bracciolini en 1416 en Asi el Quintiliano completo recuperado por Powe eratados en Lodi tkeGallen el De oaore de Cicero —hallado junto co” OF formacion de los futu- CARLOS MOTA PLACENCIA 286 7 gran atencion @ la logica y a la dialéctica: en — medida porque era lo que mas importaba para la formacion de Jos expertos en el sa- ber mis estimado, la teologia. En la Edad Media, en el terreno teori co de la definicién de las artes liberales, se consider6 menester propio de la dialéctica el establecimiento de distinciones entre lo verdadero y lo falso"’, Por su parte, el derecho, estudio ulterior, se ocupaba tam- bién de acotar distinciones firmes entre lo verdadero y lo falso; defi- niciones, causas y razones, pero en el terreno de la vida prictica, el de la frénesis aristotélica. Por otra parte, ya en Ja Antigiiedad la topica (parte esencial de la dialéctica, junto con la logica silogistica) se con- siderd el material propedéutico més apropiado para la formacion de Jos hombres de leyes!”.Y aunque los términos de légica y dialéctica suelen ser sinénimos durante buena parte del medievo”, la logica en sentido estricto, a la que tanto culto rindieron los filésofos especula- tivos, atareada en inferencias y deducciones a partir de premisas apo- dicticas, interesaba poco, y cada vez menos, a los juristas: en conjunto, de una serie de textos (en su. mayoria ya del siglo xvi) se desprende una honda insatisfaccién respecto de la eficacia del instrumental légi- co para el examen de cosas contingentes, en las que muy a menudo estaban involucradas percepciones o reacciones subjetivas y arbitrarias, como las que ocupaban a los hombres del derecho todos los dias, en las paginas de los cédigos 0 en la vida de los tribunales. Es parte de la oposicién creciente entre los estudios de derecho y los de filosofia que habia ido tomando cuerpo en las universidades europeas, en el eae stdiic en 1421—, 0 los retéricos menores exhumados tras las mencionadas obras fun- damentales. Para todo esto, véase Murphy (1986: 363-369) a Basta ver sobre el particular S. Isidoro, Etymologiae, I, 22. al in expansion de esta ciencia tuvo lugar sobre todo a partir del siglo xt ba ae aa 4 Oninon aritorico de la Hamada logica nova, que incluia los Analytica posteriora, los ‘Topica, y el De sophisticis elencl n i i y sticis elenchis, Ai nocion del contenido del conjunto de "te Reordele principal mente a través de la Isagoge de Po Isidoro, Etymologiu la obra légica de Aristételes principal- orfirio y de los restimenes contenidos en S- Ty Il, y tambien de Boe, /s ae thy tam én de Boecio, In Ysagogem Porphyrii, Para todo ntales, como el Ti oe n 1© el Tiactatus de Pedro Hispano, puc oe zmann y Stump (1988), Sobre el funcionamiento del it i ioe sal de Portinio, proyectado en la E aie Wieecte ener Tie dad Media, por el tratado de Boecio antes citalo ND. a muy clara exphicacion de Mack (1993: 64-66) Obre esa sinoninn s¢ 1 (toes Shere Michaud-Quantin (1969), con tos maces de

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