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Cece ieee Mee eee een ces a ‘Susana Ortale y Rocio Enriquez Rosas (coordinadoras) POLITICA SOCIA EN AM ERICA | Y GENERO Susana Ortale y Rocio Enriquez Rosas (coordinadoras) INA INSTFTUTO THCNOLOGICO Y DX ESTUDIOS SUPERIORES DE OCCIDENTE Biblioteca Dr. Jorge Villaabos Pada, 9 Ortale, Susana (cord) Folia social en América Latina y ginero; configuracones/rconfguraciones en la part sdpacida de Ine mujeres Coord. de S. Ortale, R. Enriquce Rosas pol de E. Velonca Losey intrd, do Lidia Schiavoni. Gusdalajars, México : THESO, 2012 325. sn 978.607-7808-61.9 1. Mujeres - Latinoamérice - Condiciones Sociales y Culturales - Tema Principal 2. entidad de Géncro - Latinoameérea - Condiciones Sociales y Culfurales Tema Price & Salud Reproductiva~ Latinoamérica Historia 4. Progranias Gubernamentales- Latins ; Historia 5. Programas Sociales - Latinoamnéricn Historia 6. Politica y Salud Pubs Latinoamériea - Historia 7, Politica de Genero - Latinoamérica - Historie & Pati al ‘Latinoamérica - Historia - 2000-2009 - Tema Principal 9. Poliion Social Letisraccee ; Historia - Sielo XX 10. Politicas Piblicas ~ Latinoamérica - Historia 1. Seenione ae Latinoamérica - Condiciones Politics 19, Latinoaméries- Condiciones Sociales y Gute ‘Bnrfques Rosas, ovo (cord) I. Vleneia Lomi, Bnrigue (esd) it wa 805, 420980 Dewes} Beta publoacin cuenta con ol aval inattucional de la Facultad de Huma idades y Ciencie de a Hducacién dela Universidad Nacional dee Sines ¥ del Instituto de Investigaciones er Humanidedes y' Ciencias Sociciee Gatics, Unie / conICET) y del Instituto Teenolgicn y de: Resntioe ‘Superior de Oredente (17580) ‘La misma ha sido sometida a evaluaién interna y externa organizada por la Secretaria de Investigaciin de le Facultad de Humacidade ¢ ‘Roocian de Ia BdaciGn dela Univecsied Nacional de La tne Disefo de porta: Riardo Romo Diseto de interiors: Flusus estudio [ya presentaciony disposicin de Poitica axial en América Latina y género, Coniguraiones / reconhguraciones en ta partcipcién de las mujeres son propleda Sel elitr Aeoete ach ‘sos legalesrelasionados con I inveatgncidn, el extadio prado, Ia eiten os recone, ‘ubliscién no puede ser reprofucida, mt en tado nen part, en esp seoslenine se See ‘a, ni regiatrads eno transmitda por tn ssterna de rocuperacion de infrsarton eee forms npr nlngin meio, et mecinicftouini, eaten, magn, Scawpiog or ftoepia cualquier or, laventado © por invents, sin al permion maeey ee ert dele ” i Tay © Los autores, 2012, ‘© aitoval Bblos, 2012, para la edieién en Argentina. 3202. BEE” Itt Tmo ye Eaton Saperie de Oseidente (E50 ee a Mel Gémex Morin 8685, Col. ITKSO, 3 loaonage, Jao evo, cP ver gibsinsinn 'SUN 978.607-7808.619 Improtoy hecho en México Printed end mado in Mexico. Indice Prélog Fra foson comaplajas:relacionen da giro y regiments de bionestar Enrique Valencia Lomelt Introduecién Lidia Schiavoni.. Poltticas sociales y violencia estructural en Ja vida cotidiana de las mujeres mazahuas Ivonne Vizearra Bordi. Experiencias de participacién de mujeres en programas sociales de la provincia de ‘Buenos Aires, Argentina: hacia el “empoderamiento"? Amalia Eguta. Envejecimiento, pobreza y politica social en México Apoyo a adultos mayores beneficiarios del Programa Uportunidades Rooto Enriquez Rosas. ¥ Género y alivio a la pobreza en México: el caso de la salud xy los derechos reproduetivos de las mujeres en regiones indigenas Soledad Gonzélez Montes y Mariana Mojarro.. Politieas de salud, derechos humanos y maternidad adoleseente on Argentina Reflexiones a partir de un estudio microsocial. ‘Susana Ortale.. Género y politicas sociales para la infancia y la adolescencia: guna relacién ausente? Valeria Llobet. Discursos encontrados sobre la educacién sexual ‘Analisis de casos en espacios piblicos y privados de la localidad de Necochea, Buenos Aires (Argentina) Lourdes Pujol / " AT 103 137 193 oe 1B Politicas publicas contra la violencia conyugal: jdénde estamos veinte afios después? Norma Fuller. La potenciacién de género en Jalisco, México Marta Teresita Sol6rzano Castellanos... Intereses estratégicos: la contribucién de grupos de mujeres jévenes de Nicaragua al cambio social Ana Pérez Camporeale... Patrimonio y cultura de las mujeres Jerarquias y espacios de género en museos populares y oficiales en Ia Reptblica Argentina Cecilia Lagunas, Mariano Ramos, Paula Simoni y Damian Cipolla... Los autores. 247 265 289 315 843 PROLOGO INTERFASES COMPLEJAS: RELACIONES DE GENERO Y REGIMENES DE BIENESTAR Enrique Valencia Lomelt Desde los estudios sobre la mujer y después acerca de Ins mujeres, posteriormente en América Latina se ha ido construyendo una rica tra- dicién de estudios de género; el acento se ha puesto en el género como concepto relacional: interacciones y negociaciones entre hombres y mu- jeres (Chant y Craske, 2007). En estas investigaciones han ocupado un lugar importante las investigaciones sobre género y politieas sociales o las politicas sociales de género (Arriagada, 2007; Riquer, 2001; Tepi- chin, 2010); recientemente, también se han estado estudiando las in- terrelaciones entre los regimenes de bienestar (RB) y la construccién social de las relaciones de génoro (RG) (Draibe y Riesco, 2006; Martinez, Franzoni, 2008). La ventaja de este enfoque reciente es lo que podriamos llamar una caracteristica societal: los arreglos sociales para la construccién del bienestar no sélo pasan por el Estado, sino por las interrelacio- nes entre éste, los mercados (en especial los laborales), los hogares (Esping-Andersen, 1990) y las comunidades u organizaciones de la so- ciodad civil (Adelantado, Noguera y Rambla, 2000). La produccién del bienestar articula lo que podriamos llamar insumos comunitarios, do- mésticos, mercantiles y pablicos, en proporciones variadas de acuerdo a los diversos pactos sociales construidos histéricamente 0 a los con- flictos y pugna redistributivas; a las debilidades de algunos insumos (por ejemplo, las llamadas “fallas” en los hogares o en los mereados), los pactos emergentes pueden responder con mayor incorporacién de otros (por ejemplo, la fortaleza de las instituciones puiblicas 0 de las organizaciones civiles o comunitarias); en no pocas sociedades, a las fallas de mercado y de Estado responden los hogares como niicleo pre- cario del bienestar. Este enfoque societal ha generado un reciente ntimero de inves- tigaciones comparativas de diversas experiencias nacionales, aunque hasta tardiamente se han ido incluyendo las relaciones de género. 19) GENERO Y ALIVIO A LA POBREZA EN MEXICO EL CASO DE LA SALUD Y LOS DERECHOS REPRODUCTIVOS DE LAS MUJERES EN REGIONES INDIGENAS: Soledad Gonzdlez Montes y Mariana Mojarro* Introduecién Programas de transferencias condicionadas en la “nueva agenda de la pobreza” y el “enfoque de género” Desde la sogunda mitad de la década de 1970 la politica social del Estado mexicano entrelaz6 el combate a la pobreza‘ y aspectos de lo que mas tarde se llamaria salud reproductiva, adoptando un discurso cada ver més elaborado sobre los derechos de las mujeres y la equidad de género, A fines de los 90 el Programa de Desarrollo Humano Opor- ‘tunidades retomo esta orientacion y se convirtio en el programa de alivio a la pobreza de mayor envergadura emprendido por el gobierno federal mexicano y el segundo més grande a nivel de América Latina? En la actualidad atiende a cinco millones de familias y ha sido objeto de un gran nimero de evaluaciones tanto internas como externas. Nos resulta muy atraetivo, por lo tanto, contrastar su diseurso de gé- nero con la situacién de algunos aspectos muy importantes de la salud y los derechos reproduetivos de mujeres que viven en regiones de po- breza extrema. * Agradecemos a Reyna Gabriela Hernéndes su apoyo en la bisqueda bibliogréfica. 1. Utilizamos como sinénimos “combate” y “alivio® a la pobreza, pues estudios que miden la evolucién de la pobreza sefalan que el programa Oportunidades contribuye més a “hacer a los pobres menos pobres", que a sacarlos de la pebreza Cortés, Banegas y Solis, 2007: 31). 2, El aleance del Oportunidades s6lo es superado por los programas Hambre (Cero y Bolsa Familia de Brasil, que atienden a siete millones de familias. 8. Gonzélez Montas (2005) hace una revision de evaluaciones realizadas hasta el 2000. Algunas de las muchas evaluaciones reciontes son: INSP (2006), CIESAS (2008), Neufeld (2008), Rodriguez et al. (2008), Sanchez Lopez. (2008), Sedesol (2008, 2008) um El Oportunidades sigue los lineamientos de lo que se ha llamado “la Nueva Agenda de la Pobreza”, impulsada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Esta Agenda opera mediante Programas de Transferencias Condicionadas (PTO), caracterizados por seleccionar a familias para otorgarles subsidios monetarios, utilizando para ello prin- cipios de focalizacin y corresponsabilidad. Los PTC parten de un en- foque de reduccién del riesgo, segiin el cual los subsidios contribuyen a mitigar o reducir el riesgo de que los hogares caigan en pobreza o se vean atrapados en la pobreza. Con este propésito buscan mejorar el desarrollo humano, centrndose en la educacién, Ia alimentacién y la salud de los ‘+ Becas para los nifios desdo tereer grado de la escuela primaria, para nifios y jvenes a fin de romper el cfrculo de transmisién intergenera- j6venes que cursen los tres afios de la escuela secundaria y los tres cional de la pobreza. La premisa es que la educacién y la salud mejoran de la escuela media superior. Ja capacidad de insertarse en el mereado laboral y de obtener mayores Apoyo monetarioa familias beneficiarias con hijos de 0a 9 afios para ingresos (Banegas, 2008). ‘mejorar su alimentacién, E] concepto de “corresponsabilidad” es central en el disefio e imple- ‘Suplementos alimenticios a nifios y nifias de entre 6 y 23 meses, y ‘mentacién de este tipo de programas pues es lo que justifiea que no se con desnutricién entre los 2 y 5 afios. También para las mujeres em- consideren a si mismos asistencialistas, dado que la corresponsabilidad ‘barazadas 0 en periodo de lactancia. exige una cuota de participacion activa de sus beneficiarios, Es en relacién ‘Acceso a un Paquete Basico de Salud de cardcter preventivo y sesio- con el principio de corresponsabilidad que las mujeres, en tanto madres nes edueativas para la salud. de familia, adquioren un papel clave como encargadas de administrar los Desde 2003 se incorporé al programa el componente Jévenes con subvidivs y de ustunir las responsabilidades que implica ingresar a los Oportunidades y en 2000 el de Adultus Mayures.” PIC, Estos derivan su nombre justamente del hecho de que condicionan Ja continuidad en 1a pereepeién de las transferoncias al eamplimiento de ciortas obligaciones y tareas formales e informales ‘Molyneux (2006) ha advertido que si bien el discurso de los progra- mas de 1a nueva agenda de la pobreza incorpora el “enfoque de la equidad de género", Ia realidad es que el enfoque esti dirigido a las familias y, ‘en particular, a los nifios y los jvenes. No se promueve la equidad de ‘género sino que, por el contrario, se refuerza la divisién sexual del trabajo reexistente, que asigna a las mujeres el trabajo de cuidado familiar ex- cluyendo a los varones, Esta discrepancia entre el discurso y las pricticas de género de los programas de combate a la pobreza nos parece que debe ser cuestionada y es el punto de partida para el presente estudio: més allé de una retériea de avanzada, derivada de los compromisos contraidos por los gobiernos firmantes de los Acuerdos aleanzados en un conjunto de Conferencias de Naciones Unidas, los programas estn operando con una 1égiea de control de las mujeres pabres. El programa Oportunidades inici6 operaciones en agosto de 1997 con elnombre de Programa de Educacién, Salud y Alimentacién (Progresa) y ‘en 2000 fue rebautizado Programa de Desarrollo Humano Oportunida- des. Inicialmente se dirigié a atender localidades rurales pero a partir de 2001 se incluyeron dreas semiurbanas y en 2002 éreas urbanas. A partir de 2004 aleanz6 presencia en la totalidad de los municipios del pais, asi como en seis delegaciones del Distrito Federal, atendiendo en la actua- lidad a cinco millones de hogares y alrededor de veinticinco millones de personas. Bl programa selecciona a las familias segdn un conjunto de criterios* y les otorga los siguientes beneficios: 4. La pagina web del Programa (www.oportunidades.gob.mx/Portali) describe asf a su poblacién objetivo: “De acuerdo con las Reglas de Operacién vigentes, Ta eoncepeién, medicién e identificacién de las familias susceptibles de sor beneficiaries del Programa, se realiza mediante una metodologia objotiva, homogénea y transparente, Esta metodologia se basa en una estimaciin dei ingreso, mediante un conjunto de variables socioeconcmicas y demogréticas de los hhogares que pueden diferir de acuerdo al tamano de la localidad en la que habitan. ‘sta metodologia permite identificar hogares cuyas condiciones socioeconémicas y demograficss son similares para aquellos que estan en pobreza alimentaria ‘asi como aquellos cuyos ingresos son insulleientes para invertir en el adecuado desarrollo de sus intograntes. La incorporacién o reincorporacién de un hogar ‘al Programa se define con base en su condielGn de pobreza, aproximada a través {de su ingreso estimado, con atencién prioritaria a la pobreza alimentaria, Una ‘vex identifieadas las familias elogibles, el Programa atenderd a los hogares aplicando los siguientes eriterios de prioridad: 1 hogares en condicién de pobreza ‘limentaria; 2) hogares con intograntes de hasta 21 afios; 3) hogares con mujeres fen edad reproductiva, 4) hogares con mayor pobreza”. 5. Desde sa creacién, Jévenes con Oportunidades ha otorgado un total de390.000 becas a estudiantes de familias pertenecientes al Oportunidades para que ‘completen su edueacién media superior ycontinden con estudios universitarios. El programa de pensiones para Adultos Mayores de 70 afios tiene 733.000 inscriptos. No abstante, México es uno de les paises latinoamericanos que menos recursos dostina a 8ua ancianos en pobreza, incluso menos que Bolivia. (ua) (9) Bl programa sostiene que promueve una mayor equidad de género, en primer lugar porque procura cerrar la brecha de género que existe en la educacién formal, otorgando becas con montos més elevados a las ni- fas y jovencitas, para asegurar su permanencia en la escuela primaria, secundaria y media superior. Una segunda vertiente de este discurso es que ‘empodera’ a las madres de familia al convertirlas en las titulares beneficiarias de los subsidios, a cargo de administrar el dinero de las becas escolares y del apoyo alimentario. Con respecto al primer punto, las evaluaciones del programa prueban que la escolaridad femenina ha aumentado gracias a los subsidios. Esto, on efecto, es un paso positivo hacia ir cerrando la brecha educativa entre varones y mujeres. Pero el supuesto avance en el “empoderamiento” de las mujeres ha sido cues- tionado (Gonzélez Montes, 2005; Tepichin, 2005; Gonzéilez de la Rocha, 2005; Molyneux, 2006). Los documentos del Oportunidades mencionan a “los padres de fa- milia” como los corresponsables de las obligaciones que se contraen al in- gresar al programa, pero on la préetiea son las madres de familia quienes eben asistir a los centros de salud para hacerse las revisiones médicas 0 para las vacunaciones y atencién de sus hijos; ellas son quienes deben presentar los certificados de que sus hijos (nifios y j6venes becarios) estén inseritos en la escucla y que asinten regularmente a clases; y tambien son las eneargadas de participar en “las acciones de comunicacién edu- cativa” (platicas) para el auto cuidado de la salud, ademas de que llevan adelante las campaiias de salud comunitaria y las labores de limpieza de los centros de salud.* Vale decir que el Oportunidades, al igual que otros programas con las mismas caracteristicas, basa su accionar en el papel ‘tradicional de las madres de familia como proveedoras de servicios y eui- dados no pagados, que ahora se extienden més alld del émbito doméstico, Los varones quedan excluidos de estas tareas, que siguen constrifiendo a las mujeres a su papel maternal y ademés las eargan de trabajo que se suma a las maltiples labores domésticas y extradomésticas que llevan a cabo para la supervivencia familiar (Gonzalez Montes, 2005; Gonasilez de Ja Rocha, 2005; Molyneux, 2006), Un estudio de Gonzalez do la Rocha (2005) compara hogares que fueron beneficiarios con hogares que atin reciben los subsidios, en seis, localidades rurales del pais en las que el programa opera desde 1997, y encuentra que los varones siguen sin participar en las actividades del 6. Las tareas de limpieza no aparecen en los documentos del programa pero se evan a cabo en la practica (120) programa, el programa sigue sin promover su participacién, y lo que es mas preocupante, no s6lo muchos dejan de cumplir con su papel de pro- veedores principales, sino que incluso “han mostrado incapacidad para cumplir con, al menos, el rol de coproveedores” durante el perfodo en que el hogar recibe apoyos Oportunidades. A esto se suma que los varones siguen sin colaborar con el trabajo doméstico el cuidado de los hijos, que contindan formando parte del ambito de responsabilidad de las mujeres atin cuando ellas realizan trabajo extradoméstica para obtener ingresos. Esta claro entonces quo la incorporacién del “enfoque de género” al discurso del Oportunidades no signifiea que en la practica se leven a cabo medidas que realmente transformen el orden de género vigente. 2Cuall serfa entonces un verdadero enfoque de equidad de género en la politica pablica? Desde el inicio de los debates sobre el género en el desa- rrollo se viene afirmando que impulsar la equidad exige tomar medidas orientadas a la transformacién de la division sexual del trabajo, promo- ver que las mujeres tengan autonomia, ercar condiciones de igualdad para que ellas puedan partieipar en decisiones en todos los niveles, desde Jas que ataiien a su cuerpo hasta las referidas al Ambito de la politica, asi como reconocer y atender las necesidades de género, entre las cuales destaca la eliminavién de todas las formas de violencia contra las mujeres (Tepichin, 2000: 4-bU), Se trata de un proyecto complejo, que involuera 1a apropiacidn de los derechos por las mujeres, como parte de procesos de construecién de ciudadanfa (Espinosa, 2008; Molyneux, 2006; Maceira Ochoa et al, 2007) En condiciones de pobreza y alta marginalidad las posibilidades de que las mujeres ejerzan sus derochos plenamente se von limitadas 0 ain coartadas por la falta de recursos y de apoyo por las instituciones publi- cas, Para sentar las bases de una auténtica equidad, el Estado debe garan- tizar, a través de sus politicas y programas, que existan las condiciones que posibilitan hacer efectivos tanto los derechos individuales como los colectivos, y que las instituciones piblicas coadyuven a este propésito La pregunta mas general que nos podemos plantear es silos Programas de Transferencias Condicionadas logran crear las condiciones necesa- rias para el ejercicio pleno de los derechos y la eiudadanta, La respuesta, tambien general, es que en el marco de ias politieas neoliberales y de Ja reestructuracién del Estado, la politica social deja de ser concebida como el mecanismo idéneo para procurar satisfacer los derechos colee- tivos consagrados en la Constitucién, para convertirse en una politica social residual, focalizada y esencialmente dirigida a crear competencias tay €n los individuos, que les permitan generar los recursos necesarios para aceeder como consumidores y trabajadores a una economia regida por el mercado (Banegas, 2008)” Las evaluaciones del Oportunidades dan cuenta de las limitaciones en Tos aleances que tiene, especialmente en las regiones indfgenas, donde Jos avances habidos resultan insuficientes frente a la magnitud de los re- 2agos y las necesidades. Un ejemplo es el de la nutricién, muy iustrativa porque atafie a un problema bésico. Una cuidadosa evaluacién externa eneargada por el programa encuentra que durante la tiltima década en las zonas rurales disminuyé la prevalencia de la desnutrieién en nifios ‘menores de dos afios, con variaciones importantes entre estados. Si bien ¢l programa ha tenido efectos positives en el crecimiento de los nis, su impacto no ha sido suficiente para erradicar el probleme, especialmente cn la poblecién indigena. ‘Més asin, en las localidades de muy alta marginscién no se observa una reduecién notoria de la prevalencia de talls baja desde 1998, en comparacién eon la reduecién observada en locali- dades de nivel de marginacién menor. (Neufeld et ai., 2008: 385) Es en el contexto de estas cuestiones donde ubicamos nuestro estu- dio de caso, que compara la situacién de mujeres beneficiarias y no bene- ficiarias del Oportunidades con respeeto a algunos elementos muy impor- tantes de su salud y sus derechos reproduetivos, Para ello utilizamos un conjunto de indicadores proporcionados por una fuente de informacién diferente de las fuentes empleadas por las evaluaciones que se han Ileva- do a cabo hasta ahora. Si bien esta fuente no permite abordar més que ‘un nuimero limitado de aspectos, pensamos que éstos son suficientemente importantes como para permitirnos captar los aleances del programa en un Grea clave en la vida de las mujeros. Introducirnos en esta drea especffica nos permite también compren- dor mejor otro aspecto del control de las mujeres por los programas de combate ala pobreza: en México, como en muchos paises, estos programas hhan tenido desde sus inicios un componente de salud muy importante y 7. Como seiala Banegas (2008: 314): “El antiguo pacto entre capital, trabajo y ‘Estado hacia énfasis en la eanstruccion de derechos sociales; era una politica con aspiraciones de cobertura universal y con el objetivo de resolver los problemas de ‘desigualdad. Sin embargo, al eceptar una concepeién minimalista de las tareas ‘del Estado, cristalizada en politieas sociales focalizadas, e objetivo de ereacisn de eiudadanta desaparece”, (22) han estado vineulados eon la politica de poblacién.* Estos son campos de intervencién del Estado en los que se puede constatar que, més allé del discurso sobre los derechos de las mujeres y la equidad de género, en la préctica la politica pibliea contintia asignando a las mujeres la respon- sabilidad exclusiva del ambito doméstico/reproductivo, segtin un modelo ienérico conservador de los papeles femeninos y masculinos, conservador 10 s6lo en lo que se refiere a la division sexual del trabajo, sino también en la esfera de la sexualidad y la reproduccién. Los vinculos entre la politica social y la salud reproductiva en México Desde comienzos de la década de 1970, bajo la influencia de las Con- ferencias de Poblacién de las Naciones Unidas, el Estado mexicano dio un sciro radical en la posicién pronatalista que habia tenido hasta entonces. ‘La Ley General de Poblacion, aprobada por el Congreso en 1974, establecio ‘que el Estado tiene la obligacién de ofrecer servicios de planificacién fa- mifliar gratuitos en las instituciones puiblicas de salud. Ese mismo ano se reformé el articulo cuarto de la Constitucién para ineorporar el derecho de Jas parejas a decidir de manera lubre, responsable e informada el numero de hijos y el intervalo entre ellos. En 1984 se promulgé la Ley General de Salud que integré la planificacién familiar a los servicios de salud (Espino- sa y Paz, 2000) A partir de estas reformas legislativas, las politicas sociales y de salud han ido de la mano de las politicas de control del crecimiento demo- ‘gréfico, cuya prioridad ha sido el eontrol de la fecundidad de las mujeres. En efecto, desde sus inicios los programas gubernamentales de planifi- cacién familiar han estado dirigidos a las mujeres en edad fértil y uni- das (MEFU) como su principal objeto de intervencién. La proporeién de MEFU que empleaban algiin método anticonceptivo crecié de 30,7% en 1976 a 52,7% en 1987, 68,4% en 1997 y 70,9% en 2006 (Mojarro y Men- doza, 2007). El método anticoneeptivo mas promovido por les institucio- nes de salud ptibliea ha sido uno definitivo, la Oclusién Tubaria Bilateral 8. Esta vineulacién se remonta al convenio firmado en 1979 entre el Instituto Mexicano del Seguro Social y la Coordinacién General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (Programa IMSS-Coplamay). El trabajo en torno a la salud reproductiva de la poblacién en pobreza fue retomado en 1988 por el IMSS-Solidaridad, como parte del Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) (Espinosa y Paz, 2000: 121-132). (931 (OTB), de modo que para 2006, 54,3% de las MEFU que usaban algin ‘método, estaban esterilizadas. Los métodos anticonceptivos masculinos son de uso minoritario: solamente 9% de las MEFU encuestadas en 2006 declaré que su pareja usaba condén y 6,2% refirié el uso de métodos tra~ dicionales en los que el varén tiene la responsabilidad (op. cit)? Indudablemente desde el punto de vista de los derechos reprodueti- vyos y de los derechos de las mujeres en particular, es un enorme avance {que el Estado proporcione servicios de anticoncepeién. Sin embargo, tam- bign es evidente que la planificacion familiar no esté orientada por un principio de equidad de género. La vasectomia masculina nunca lleg6 a Gifundirse, fundamentalmente porque tanto los tomadores de decisiones de politieas pablicas como los individuos en el Ambito privado, comparten ‘el mismo modelo genérico de la masculinidad y la feminidad, que concibe ‘sla planifieacion familiar como una responsabilidad primordialmente fe- menina (Fernéndez Cerdefo, 2006).° Tampoco ha habido una promocién del uso del condén, indispensable para evitar las Infecciones de Trans- ‘isin Sexual (ITS), de modo que con los métodos anticonceptivos que se promueven, se evitan los embarazos pero las mujeres quedan desprotegi- das de las ITS, un problema importante en contextos de fuerte migracion ‘como lo son Ios eantextos rurales e indigenas mexicanos en la actualidad. ‘Una nueva etapa en las politicas de poblacién se inicié con la adop- cién del paradigma de la salud reproductiva." La V Conforencia Inter- nacional sobre Poblacién, Crecimiento Eeonémico Sostenido y Desarrollo Sustentable (El Cairo, 1994), fue muy importante porque senté las bases para el reemplazo de una orientacién centrada en las motas demogréticas, por otra que enfatiza los derechos y la equidad de género. Como resultado dela firma de los Acuerdos del Cairo, el gobierno mexicano establecié entre los objetivos de su Plan Nacional de Desarrollo 1995-2000, la promocin de programas y acciones “para garantizar a las mujeres igualdad de oportu- ‘9. Los prevalencias de los otros métodos anticonceptivos de utilizacién femenina on: 16,8%, dispositivo intrauterino; 7%, inyeeciones y 6,6%, pastille. 20. Fernéndez Cerdefio (2006: 131) agroga que “las representaciones sociales de la masculinided constituyen también obstculos colosales” para la difusién de Ia vasectom‘a. En efecto, au estudio encuentra tuna asociacién simbética de la fertilided masealina con la viriidad y Ia potencia sexual de los varones. 11. La salud reproductiva es un campo definido de diferentes maneras por Aiversos actores (Gonzéle2 Montes, 1998). Una dofinicién amplia de las 4reas que {ntegran la salud reproductiva, como la propuesta por Langer y Tolbert (1996), {nclaye la mortalidad materno infantil, Ins Enfermedades de Transmisién Sexual (BTS) el aborto, el edncer eérvieo wterino, Ia infertilidad, la menopausia, 1a ‘educacién sexual y la planificacisn familiar i241 nidades en la educacién, la eapacitacién y el empleo, plena equidad en el Gercicio de sus derechos sociales, juridicos, eiviles y politicos y reproduc tivos’. En cumplimiento de este compromiso, el ejecutivo federal presen- 16 el primer Programa Nacional de la Mujer, por el cual eada una de las dependencias de la administracién pabliea federal debe aplicar politicas, programas y acciones tendientes a superar las inequidades de género que identifiquen en su esfera espeeifica de trabajo (Espinosa y Paz, 2000)" En el campo dela salud, el discurso de la salud reproduetiva sustituy6 al de la planificacién familiar, sin que en Ia practica cambiara sustancialmente la orientacién general de los programas. Durante la década de 1990 el gobierno buseé reforzar la relacién de las instituciones de salud piiblica con las mujeres, para ampliar su parti- cipacién en programas de salud y planificacién familiar. En el sexenio de ‘gobierno federal 1988-1994 la Direccién de Salud Materno Infantil de la Secretaria de Salud puso en marcha el plan de “Mujeres procuradoras de salud” en el campo y las ciudades, y en el sexenio 1994-2000 se Ilevaron a cabo programas de capacitacién a promotoras de salud rurales, dirigidos promover la educacién sexual de los j6venes y una nueva “cultura demo- gréfica” favorable a Ia anticoncepeién,'* en estrecha vineulacién con una “nueva cultura de la salud”. Se buseaba difundir la idea de que la salud de las mujeres y sus hijos mejoraré en tanto la poblacién adopte un nuevo patrén reproductive que retrase Ia edad al tener el primer hijo, reduzea el mimero de embarazos y espacie los intervalos intergenésicos (Alareén et al,, 1993). Como resultado de estas politicas, a lo largo de la década de 1990 hhubo un descenso importante en las tasas de fecundidad rural ¢ indige- nas, que siguen siendo las mas altas."* Indudablemente se trata de un 12, Eato.os lo quae ha llamado la institucioalizscon de la Peropectiva de Genero GPEC, 0 Gender Maasraming ingle Su ojetv er modi los camvnciones de genro en las iatittone, ined ena elminacon de a ‘iaciminacon yi tne haa ln mere, avoreleno eu tonomis ara Que particpen en tas las ener dl guehacer humano como cudadant can Hens dertho, La 1PEG adi telovansia internasonal a parts dela TV ontnencla Mondial dns Mores Belling 1085), que tno gran paca en as Inger tent te tes Oxley 18. "La experiencia ha demestrado que la institudonaizacin de la pola de jolie nih tee ha te wun de fein il on Spann y erage dona glia cultura denogetea entre le srvores pbs {ls potlacign eo genera (CONAPO, 1906 17) 1d. tasa global de feundidad nacional pas de poco més de ais hos por ier on 19140349 en 1000, 2/7 en 2000 208 on 2008, Hote abana de Tonga ndigena paso de 420 en'1996 0 297 en 2009 Okemo y Sanches 2008.24 i251 proceso complejo, en el que han influido mdiltiples factores, que incluyen desde el aumento de la escolaridad, los erecientes costos en crianza de los hijos, la expansién del trabajo extradoméstico femenino y la migracién, hasta la ampliacién de la cobertura anticonceptiva y las campafias del gobierno en torno a los lemas “La familia pequefia vive mejor” y “Tener ‘menos hijos para darles més”. La pregunta pendiente es si las condicio- nes de vida y salud mejoraron en el campo, y si las mejoras aleanzaron a ‘cumplir las promesas de quienes le apostaban al control de la fecundidad como la principal respuesta al problema de la pobreza. A partir do 1997 el programa Progresa/Oportunidades tom la estafeta y se convirtié en el instrumento més importante del gobierno para integrar las acciones de combate a la pobreza, entre las cuales el componente de salud es funda- mental. La estrategia para mejorar la salud de la poblacién beneficiaria incluye el acceso a un Paquete Basico de Servicios de Salud, la vigilancia yel monitoreo de Ia nutrieién de los nifios menores de cinco aiios y de las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, ast como el control de los casos de desnutricién y la entrega de complementos alimenticios. Los servicios incluidos en el Paquete Basico, que se proporcionan de manera gratuita, son: apoyo al saneamiento bésico a nivel familiar, inmunizacio- nes, manejo de casos de diarrea en el hogar, tratamiento antiparasitario alas familias, manejo de las infeeciones respiratorias agudas, prevencién y control de la tuberculosis pulmonar, Ia hipertensién arterial y la dit betes mellitus, prevencién de accidentes y manejo inicial de lesiones, ya capacitacién comunitaria para el autocuidado de la salud. Los aspectos dol Paquete que atafien especificamente a la salud reproduetiva son: la planificacién familiar, la ateneién prenatal, del parto y ol puorperio y del recién nacido, la vigilancia de la nutrieion y el crecimiento infantil ‘en nifios menores de cineo afios, y la prevencién y deteceién del céncer e6rvico-uterino (Sedesol, s/f). ‘Como puede apreciarse, el Paquete Basico es realmente minimo y esté orientado fundamentalmente a la prevencién, no ala curacién, No eubre, por ejemplo, Ia atencién del céncer eérvico-uterino en caso de que se detecte. Los servicios de salud reproductiva se centran en la si Iud materno-infantil y la planificacién familiar, quedando fuera otros aspectos que también son importantes, como la prevencién y atencién de las Infecciones de Transmisi6n Sexual, el tratamiento de los casos 'y 32), Las mujeres de habla indigena se encuentran entre los grupos con mayores, nevesidades no satisfechas de anticonceptivos (con las adolescentes, las mujeres ‘de 20-24 afios, las residentes de areas rurales y las que no tienen escolaridad), 1138) de infertilidad, el aborto y los trastornos de Ia menopausia. Por otra parte, debemos insistir on que un verdadero enfoque de género implica cuestionar y desnaturalizar la ausencia de los varones en los progra- mas, ausencia muy evidente en el bosquejo que acabamos de hacer de la trayectoria de la salud reproduetiva en los programas de alivio a la pobreza en México. El Oportunidades y la poblacién indigena ‘Seguin el II Conteo de Poblacién y Vivienda de 2008, la poblacién in- digena mexicana ascendia a 10.103.571, vale decir que aproximadamente uno de cada diez mexicanos perteneee @ alguno de los mas de sesenta grupos etnolingifsticos originarios.®* Las regiones con mayor pobreza y marginacién son justamente aquellas en las que predomina la poblacién indigena, y por eso el programa Progresa inicié alls, En el afio 2000 el Oportunidades atendia a 53% del total de localidades en las cuales 40% © més de poblacién era ind{gena; para el afio 2008 se habia expandido 80.3% y segiin un informe reciente, en la actualidad esta presente en casi la totalidad de las localidades indigenas elegibles de acuerdo con los eriterios de focalizacién actuales (Sedesol, 2009: 13). Elprincipal criterio para que una localidad pueda ser elegible para ser atendida por el Oportunidades es que tenga acceso a servicios de salud (centros de salud u hospitales) y edueativos (escuelas), Esto au- tométicamente deja fuera a la poblacién mas marginada de estos ser- vicios, que justamente es Ia que tiene las peores condiciones de vida y morbimortalidad. El aspecto clave es que In infraestructura médica sigue siendo insuficiente: el acceso a servicios apenas es de 22% en la localidades donde mas de 40% de la poblacién es indigena, y se reduce 14.2% en las localidades de mayor marginacién (CDL-PNUD, 20068). Para dar un ejemplo, en Chiapas, una evaluacién realizada en tres mi- crorregiones encontré que sélo una de las Unidades Médicas Rurales (UMR) IMSS-Oportunidades cuenta con la presencia de lunes a viernes de un médico pasante, Las otras unidades operan bajo la responsabili- dad de enfermeras y auxiliares de enfermeria, por lo que la poblacién 15, Laestimacién incluye al eonjunto dela poblecién que habita hogares i (efinides como aquellos en los que el jefo de familia, eényuge 0 ascendiente hhabla una lengua indigena) y la poblacién de 5 afos 0 més que habla una lengua indigena y no habita hogares indigenas. (a7) debe trasladarse fuera de sus comunidades para recibir atencién mé- dica de primer nivel, lo cual es problematico pues una gran parte de Jas familias no cuenta con recursos suficientes para traslados (Sanchez ‘Lopez, 2008: 67). E] logro més importante y mas publicitado del Oportunidades en Jas zonas indfgenas ha tenido lugar en el area educativa, y consiste fun- damentalmente en un aumento de casi 15% en el numero de ninas que transitan de la escuela primaria a la secundaria; la cifra es de 6.5 % en 1 caso de los varones. Sobre la base de esta informacién, que da cuenta, de un avance a nuestro juicio modesto, se afirma que “el Programa ha contribuido a cerrar dos brechas importantes en escolaridad: la étnica y Ja de género, toda ver que la prolongacién de las trayectorias educativas ‘es mayor en los indigenas versus no indigenas, as{ como entre mujeres versus hombres” (CIESAS, 2008; Sedesol, 2009), Enel drea de la salud es donde se expresa con mayor crudeza la bre- cha en las condiciones de Ia poblacién indigena mexicana. Los mayores rezagos en materia de servicios en las viviendas (agua potable entubada, drenaje}* y de infraestructura médica, se localizan en las zonas indige- nas. Como consecuencia, las tasas de morbimartalidad (materna, infantil y de adultos en general) son més altas que en el resto de la poblacién (Freyermuth y Sesia, 2009) La desnutricion eronica y la anemia minan la salud de gran mimero de comunidades y convierten en mortales enferme- dados infecciosas que son ficilmente prevenibles y que estén asociadas a 1a pobreza (CDI, 2006b; INSP, 2008; Inmujeres, 2006), El Oportunidades logré que la poblacién rural que atiende incre- ‘mentara su asistencia a clinicas y contros de salud para realizar con- sullas preventivas, sobre todo en materia de cuidados prenatales, vigi- lancia del estado nutricional y vacunacién (Sedesol, 2009). Esto es muy positive, pero no deben perderse de vista otros aspectos. Uno es que la poblacién que vive en las localidades més alejadas y dispersas sigue teniendo dificultades de acceso a los servicios y sigue sin estar incor- porada al Oportunidades. El segundo aspecto es que al aumentar la demanda sin que se expandan la infraostruetura y el personal médico, se produce una sobrecarga en los servicios y un deterioro en su calidad, de por si deficiente en gran parte de los casos, Asi lo indicaba la revisién 16. Sogiin datos de la CDI (20065), entre 2000 y 2005 hubo mejoras importantes en la situacidn de las viviendas indfgenas, de modo quo para 2005 ya 90,1% disponian de energia eléctrica, 70,5% contaban con agua entubada, 55,6% con renaje, y 38% tontan piso de tierra (18 de un conjunto de evaluaciones realizadas al inicio del programa (Gon- zélez Montes, 2005). Una década més tardo, otras evaluaciones sefalan que el problema no sélo persiste sino que se le afiade el desabasto de me- dicamentos, complementos alimenticios y la ausencia de equipo basico CINSP, 2006, Gutiérrez et al., 2008)." La evaluacién de Sénchez Lépez (2008) encuentra que la sobrede- ‘manda de los servicios publicos de salud es una caracteristica comparti- da por las microrregiones que investig6:!" Después de diez aos de operacién, Oportunidades, sin lugar a dudas, ha contribuido al acercamiento de sus bene- ficiarios al sistema médico del Estado eon motivo del cum- plimiento de las corresponsabilidades. Sin embargo, las condiciones y calidad de los servicios no correspondien con la demanda... a pesar de los esfuerzos por dotar de mayor in- fracstructure a las Unidades Médicas Rurales (UMR) y eon- tros de salud, los recursos tanto humanos como materiales siguen siendo insuficientes para atender la demanda.... (En las microrregiones estudiadas en Oaxaca] La procariodad do recursos, médicos y materiales, es evidente y da un primer indicio para reconocer que Ia calidad de Ios sorvicios de sa- Ind en las zonas visitadas (con alta densided de poblacién indigena) es deficiente y se enfrenta a miltiples obstdculos para aleanzar los objetivos del Paquete Basico Garantizado de Salud, (Sanchez Lépez, 2008: 68) 17, La evaluacién de Gutiérrez ot al. so lews a cabo on 495 unidades de salud que prestan servicio a 691 localidades. Entre las debilidades encontradas se encuentran las siguientes: earencia de equipo basico (bésculas, baumandmetros, ‘otoscopios y termémetros); hay clinicas que no cuentan siquiera con abatelenguas 6 ass; no se reslizan pruobas a mujeres embarazadas o para la doteccién de Giabetes; el ultrasonido obstétrico es précticamente inexistento; la realizacién de texdmenes de orina, sangre y para la deteceién de VIH es poco frecuente (Gutiérrez et al., 2008: 61). 18. Se estudiaron 12 microrregiones, tres por estado, en Oaxaca, Chiapas, Chihuahua y Sonora. Unode los principales objetivos fue conocer las pereepciones del equipo médico con respecto al estado general de salud de las familias, las condiciones laborales del personal u del servicio de salud que ofrecen, asf como su opinion sobre el Programa y las corresponsabilidades dol Paquete Basico de Salud. Se trabajé también con una muestra de 183 hogares (Lopez Séncher, 2008: 66) (129) {Hace una diferencia el programa Oportunidades? Algunos indicadores de la salud y los derechos reproductivos de las mujeres beneficiarias y no beneficiarias en ocho regiones indigenas El ntimero de evaluaciones del Oportunidades, internas y externas, es muy grande y abarea gran variedad de temas. Nuestro propésito en el presente estudio es contribuir a estos estudios, inorporando aspectos poco explorados hasta ahora, Con este prop6sito a continuacién analiza- ‘mos la situacién de algunos elementos clave de la salud reproductiva y los derechos de las mujeres en ocho regiones del pais en las cuales 40% 0 més de la poblacién es hablante de una lengua originaria o pertenece a un hogar en el que el o la jefe de familia es hablante. E] objetivo es com- parar a beneficiarias y no beneficiarias del programa a fin de saber si el ‘hecho de contar con el programa les da ventajas a las primeras. Nuestra fuente de informacién es Ia Encuesta Nacional sobre Salud y Derechos de las Mujeres Indigenas (ENSADEMI 2008), que fue disefiada para se- leccionar una muestra representativa de las regiones indigenas y de su diversidad interna.® La encuesta se aplicé a todas las mujeres alguna vez unidas, de en- tre 19 y 59 anos de edad, que se encontraban presentes en un centro de salud en el momento en que se levant6, y que dieron su consentimiento a responder ol euostionario.” Se trata, por lo tanto, de una encuesta a usuarias de los servicios de salud de Ia Secretaria de Salud y del IMSS- Oportunidades, que provenfan de la misma localidad en la que se ubica la unidad de salud, o de algunas de las localidades pertenecientes al mismo municipio, en las ocho regiones seleccionadas.”" Fue respondida por 3949 19. La muestra se diseti6 con base en las veinticinco regiones definidas por ‘un equipo de investigacisn de Ia Comision Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indigenas (CDI). Este equipo emples el concepto de “regiin cultural” a fin de caracterizar “la diversidad etnolinguistica y la distribucién de los pueblos indigenas en el territorio nacional” (CDI, 2006a: 8). Para una descripeién de la metodologia seguida para el disefio de la ENSADEMI 2008, constiltese el capitulo 2 de la encuesta (INSP, 2008: 29-42). Las regiones seleccionadas son: Altos de Chiapas, Istmo, Chinanteca, Costa y Sierra Sur de Oaxaca, Mazahua-Otom, Huasteca, Zongolica y Maya. 20. Casi 60% de les encuestadas habia acudido al centro de salud a escuchar una plética o a realizar alguna actividad del Oportunidades, 37% acudié a consulta general, 3,9% estaba aht para consulta prenatal y 1,8% para fines de planificacion familiar (INSP, 2008: 65) 21. La eneuesta se aplied en veinticines municipios; de ellos, veintiuno estén catalogados como Municipios Indigenas (MI) y cuatro eon Presencia de (130) mujeres, que representan a 294,964 una vez ponderada la cifra inicial. La mayorfa vive en municipios con niveles de marginacién clasificados como alto y muy alto; 76% contaba con Oportunidades, 48% con el Seguro Popular, 23% Procampo y 2% recibfa algtin otro tipo de apoyo guberna- ‘mental (INSP, 2008: 44), La informacién recogida por la ENSADEMI 2008 permite conste- tar que la baja escolaridad en las regiones indigenas va acompafiada del inicio de la vida conyugal y reproductive a tempranas edades: casi 70% de las mujeres oncuostadas tuvo su primera unién antes de cum- plir los veinte aftos y tres quintas partes tuvo su primer embarazo en ‘esas edades. Por otra parte, la experiencia de tener algtin hijo muerto en la primera infaneia sigue siendo muy frecuente: 13,8% de todas las mujeres entrevistadas que estuvieron embarazadas algunas vez, decla- raron al menos un hijo que nacié vivo y murié antes de cumplir los cinco aiios de edad. Con respecto al uso de métodos anticonceptivos, 63,5% de quienes no estaban embarazadas al momento de aplicarso la oncuosta pero que tenian pareja, estaban utilizando algun método, con diferen- cias importantes entre regiones. A casi un tercio de las que usan anti- concoptivos se le habfa practicado la OTB; de elas, una de cada cuatro declaré que no habia participado en la decisién de que se le efectuara a operacién sino que el marido o el médieo fueron quienes tomaron la decisién (INSP, 2008: 65:67). Entre los aspectos de las relaciones de género que inciden de manera directa sobre las posibilidades que tienen las mujeres de tomar decisio- nes sobre su cuerpo y su reproduccién, destaca la violencia que se ejerce contra ellas de diversas manoras, La violencia fisica y/o sexual no s6lo puede provocar lesiones y otros dafios corporales, sino que también, por ‘misma o en combinacién con otras formas de violencia (como la psico- 1égiea, 1a econémica y la negligencia), pueden constituir un obstdeulo que impide a las mujeres tomar las medidas necesarias para evitar embara- 208 no deseados, que les dificulta o impide protegerse de enfermedades jén Indigena (PD) Se eubrié un total de cineuenta y seis localidades, de ss 84% eran rurales y 16% urbanas. Las localidades urbanas incluyeron 8 grandes, como San Cristébal de las Casas y Mérida, y otras de menor ‘tamatio, como como Juchitén (Oaxaca) y Venustiano Carranza (Chiapas), con concentraciones importantes de poblacién indigena. Las unidades médicas Tas que se levanté la encuesta pertenecen a la Secretaria de Salud y al Instituto Mexicano del Seguro Social-Oportunidades, pues éstas son las instituciones pablicas que proporsionan la mayor parte de la atencién médica que recibe la Poblacion indigena del pais uus11 de transmisién sexual, o incluso el acceso a los servicios médieos euando los necositan. Por ello incluimos la violencia como uno de los indicadores importantes de la situacién en que se encuentran las mujeres. En México la violencia conyugal es la forma de violencia més fre- cuente y sus prevalencias a nivel nacional son muy elevadas (INSP, 2003; Castro y Casique, 2008). En el caso de las ocho regiones indigenas en las que se levanté In ENSADEMI 2008, 9.8% de las encuestadas refirié haber vivido violencia fisiea de parte de sus maridos en los tltimos doce meses y 6.8% declaré violencia eonyugal sexual (INSP, 2008: 77). Tres de cada diez mujeres que declararon alguna forma de maltrato conyugal sufrieron alguna lesién 0 daiio como consecuencia, y de ellas, 26% acudi6 8 consulta con médicos institueionales, mientras que 11.6% recurrié a prestadores de servicios de Ia medicina tradicional (parteras, curande- ros, hueseros) (op. cit: 88) Este es el panorama para el conjunto de las mujeres encuestadas por la ENSADEMI 2008. A continuacién comparamos algunos indicadores de lasalud y los derechos reproductives, mediante un andlisis bivariado que indica si hay diferencias estadisticamente significativas entre pertenecer al programa y recibir los subsidios, y no pertenecer (Cuadro 1). Tomamos a la poblacién de 26 a 35 aiios pues es la que se encuentra en la etapa de tener hijos en edades escolares y, por 1o tanto, que ealifica para recibir los subsidios. Este grupo de edad incluye a 100,477 encuestadas, de las cuales 76% eran beneficiarias y 24% no lo eran, 1. Revisién médica de las mujeres embarazadas al momento de levan- terse Ia encuesta. Casi la totalidad de las mujeres que estaban em- barazadas habia sido revisada por un médico durante el embarazo, con un porcentaje mayor en el easo de las que no son beneficiarias del Oportunidades, sin que la diferencia entre los dos grupos sea significativa en términos estadisticos. 2, Lugar donde nacié el dltimo hijo de las encuestadas. La mayoria de Jas mujeres dio a luz su tltimo hijo en el hospital o en un centro de salud. Sin embargo, es importante destacar que la cuarta parte de 22, Las prevalancias de le violencia conyugal psicolégiea, fisica y sexual ‘encontradas para el conjunto de las ocho regiones indigenas son muy cercanas 4 Jas nacionales registradas por la Encuesta Nacional sobre Violencia contra las ‘Mujeres (ENVIM) 2003, pero son menores que las halladas por la ENVIM 2006. Con respecto a la violencia econémica la situacion es diferente pues su prevalencia en las rogiones indigenas (10%) es el doble que la registrada por las dos ENVIM (INSP, 2608: 119), ts2 las beneficiarias dio a luz en su casa, contra 10% de las no beneficia- vias, y esta diferencia sf os estadisticamente significativa, 8. Quién atendisé el parto del tiltimo hijo. EI momento del parto es eriti- co pues pueden surgir dificultades atin cuando el embarazo no haya presentado problemas. Estas complicaciones pueden resolverse o no seguin se euente con los medios y la pericia técnica necesarios. La atencién médica en hospitales preparados para las emergencias sue- le ser clave en los partos complicados y puede evitar las muertes maternas, aunque no siempre, En las regiones mayoritariamente indfgenas las parteras siguen atendiendo nacimientos, en el hogar de la parturienta o en el suyo propio, con recursos insuficientes para resolver las complicaciones. Ess en este contexto donde se siguen con- centrando altas tasas de mortalidad materna."’ La mayoria de las encuestadas fue atendida por un médico en su iltimo parto, pero centre las beneficiarias el porcentaje de las que fueron atendidas por partoras casi triplica al de las no beneficiarias atendidas por parte- ras, y esta diferencia es significativa en términos estadisticos. 4, Esterilizacién mediante oclusién tubaria bilateral. El 28% de las mujeres de 26-35 afios est esterilizada y no hay diferencia entre las que cuentan y no cuentan con el Oportunidades. 5. Quién tomé la decision de que la esterilizacion se llevara a cabo. Este es un indicador clave de Ia autonomia que tienen las mujeres para ejercer el derecho a decidir sobre sus cuerpos. La falta de au- tonomia, ¢ incluso la vulneracién de sus derechos, puede detectarse cuando la mujer no interviene en esta decision y son el marido y/o el médico quienes deciden sin consultarla, En el caso de las encuesta- das por la ENSADEMI 2008, la diferencia entre beneficiarias y no beneficiarias es muy grande y resulta significativa estadisticamen- te, La mayoria de Ins encuestadas, beneficiarias y no beneficiarias tomé la decisién de realizarse la OTB con la participacién de su pa- reja. Pero mientras 30% de las no beneficiarias tomé la decision por su cuenta, sin participacién del marido, sélo 13% de las beneficiarias decidieron por su cuenta. A esto se suma que una de cada cuatro beneficiarias que estén esterilizadas no participé en la decision de 23, Para una discusidn compleja sobre las muertes maternes, sus diversas causas ¥y su relacién con la pobreza, vase Freyermuth y Sesia, 2009. Alli so plantea la ‘maternidad sin riesgos como un derecho humano y las muertes maternas como luna vulneracién de ese derecho y como un indicador particularmente sensible de la desigualdad social, 1133) que la operacién se llevara a cabo: 20% de los maridos de las benefi- ciarias tom6 la decisién unilateralmente, a lo que se agrega un 4% de casos en los que el médico tomé la decisién sin consultarla. Este indieador revela claramente una menor autonom{a de una parte im- portante de las beneficiarias para decidir sobre sus cuerpos, con un mayor control de parte do sus eényuges ¢ incluso de los médicos. En el caso de las no beneficiarias, ninguna refirié que el médico tomé la decision por su cuenta, 6. Hijos que nacieron vivos y fallecieron antes de cumplir Jos 6 altos. Este es un indicador muy claro de las condiciones de vida de la po- blacién, pues si la alimentacion y los cuidados médicos son adecua- os, la mortalidad infantil se mantiene baja o nula. En la poblacién ‘encuestada por la ENSADEMI 2008 la mortalidad infantil sigue siendo elevada y lo es auin mas entre les beneficiarias: 13% de las mujeres de entre 26-35 alos que estén subsidiadas por el Oportu- nidades tuvo al menos un hijo muerto antos de cumplir los 5 afios, contra 4% de las no beneficiarias, pero ls diferencia no aleanza a ser estadiisticamente significative. 7. Violencia eonyugal fisiea ylo sexual. Para este anélisis se tomaron ‘en cuonte las mujeres que tionen o tuvieron pareja en los sltimos doce meses y suftieron violencia fisica yo sexual en este lapso, Las encuestadas que més declararon violencia fisica y/o sexual son las boneficiarias: 14% contra 8% en el caso de laa no beneficiarias, y esta diferencia si result6 significativa. El tltimo resultado Hama la aten- ci6n pues un estudio realizado para zonas urbanas en pobreza ex- trema encontré lo opuesto: las beneficiarias urbanas tienen menores prevalencias de violencia conyugal que las no beneficiaries (Rivera et al, 2006), Esta disparidad es uno de los puntos que requieren de és investigacin a futuro. 8. Denuneia de la violencia conyugal. Una proporcién importante de las mujeres que suftieron violencia fisica yo sexual de sus maridos en los tiltimos doce meses recurrié a las autoridades para denunciar 1 maltrato, pero el porcentaje es menor en el caso de las beneficia rias: 49% denuneis, contra 58% de las no beneficiarias, sin que la diferencia sea estadisticamente significativa, E] anélisis que acabamos de presentar muestra que las beneficia- rrias estan en peor situacién que las no beneficiarias con respecto a la mayorfa de los indicadores. Si bien las revisiones médicas durante el (134) ‘embarazo en la actualidad estdin muy extendidas, de modo que casi la totalidad de las mujeres son revisadas por personal médico, en el mo- mento clave del parto la cuarta parte de las boneficiarias da a luz en su casa atendida por una partera, en condiciones de riesgo en caso de {que se presenten complicaciones. A esto se suma que las beneficiarias tienen un mayor porcentaje de hijos que murioron antes de cumplir 5 ‘afios, mayor prevalencia de violencia conyugal y menor autonomfa para decidir sobre ser esterilizadas y sobre denuneiar cuando sufren violen- cia conyugal. ZA qué puede deberse que las no son beneficiarias tengan una si- tuacién relativamente mejor que las beneficiarias en los aspectos men- cionados? Una hipétesis plausible es que las mujeres no beneficiarias de los estratos medio y alto cuentan con mayores recursos econémicos y esto estaria inclinando la balanza a su favor, pues estarfan en condiciones de pagar el acceso a servicios médicos en el parto, proporcionar mejor alimentacién para sus hijos y atencién médica en la primera infancia, Jo que redundarfa en una menor proporeién de hijos muertos. Su mejor situacién econdmica favorecerfa asimismo que tengan mayor autonomia en cuanto a participar en Ia decisién de esterilizarse y de denunciar en cago de sufrir violencia fisiea y/o soxual. Como se aprecia en el cuadro 2, casi 40% de las nu beneficiaras pertenecen a los estratos medio (22%) y alto (17%), 0 sea més del doble que las beneficiarias.* En principio, el objetivo del Oportu- nidades es subsidiar a los hogares de los estratos més pobres (pero con acceso a unidades de salud y a escuela) para lograr una mayor equidad eon respecto a otros sectores de la poblacién; pero en el con- texto de las ocho regiones encuestadas por la ENSADEMI, la infor- maciOn que analizamos avala la idea de que el programa no aleanza a compensar las desventajas de sus beneficiarias en los aspectos que hemos analizado, Por otro lado, el hecho de que una de cada cinco mujeres que pertenecen a los estratos muy bajo y bajo no cuenta con el Oportunidades, pone en evidencia que el programa no est aten- diendo a una parte importante de la poblacién que se encuentra en 24, Para una deseripeién de 1a metodologfe utilizada para la construccién del Indice de Bstratificacion Socioecondmica, véase INSP, 2008: 40-41. De acuerdo con este {ndice, Ia mitad de las mujeres encuestadas pertenece al estrato muy bbajo, 23% al bajo, 17% al medio y 9% al alto (bid.: 66). Es importante no perder de ‘vista que las categoria “medio” y “alto” se rofleren a los hogares que estan mejor posicionados dentro del eontexto regional al que pertenecen, no con respecto a ontextos mas amplios. (1351 situacién de gran vulnerabilidad y que s{ tiene acceso a los servicios de salud (puesto que en estos servicios es donde las mujeres fueron eneuestadas). Reflexiones finales Un conjunto de evaluaciones comprueba que el Oportunidades ha tenido un impacto positivo sobre Ia alimentaeién, la salud y la eduea- in de los hijos, y en particular de las hijas. Pero esta historia de éxi- to, muy promocionada por el programa, se ve opacada por los hallazgos de estudios como el presente. A doce afios de iniciado el Oportunidades y a treinta de iniciado el primer programa para regiones marginadas, en una muestra representativa de las rogiones indigenas encontramos que subsisten rezagos muy importantes, a pesar de que desde un inicio la poblaci6n indigena se consideré de atencién prioritaria. El anélisis de la informacién de la ENSADEMI 2008 revela que las beneficiarias del Oportunidades no tienen una mejor situacién que las no beneficia- rrias con respecto a un conjunto de aspectos importantes de su salud y derechos reproductivos. En estos aspectos el programa no aleanza a verrar la brecha entre las mujeres mas pobres y las que cuentan con una situacién econémica relativamente mejor dentro de sus mismas ‘comunidades o en la rogién. Otro hallazgo a subrayar os que un por- centaje sustantivo de la poblacién més vulnerable queda excluida de los subsidios, pese a que pertenece a la misma localidad que quienes son beneficiarias, o a localidades vecinas. Dada la envergadura del Oportunidades, es vilido esperar que im- pacte en aspectos tan fundamentales como los que aqui hemos tratado, Puesto que el programa pretende promover la equidad de género, las eva- luaciones que de él se hacen debieran incorporar la violencia conyugal y Ja falta de autonom{a para decidir en cuestiones tan importantes como la esterilizacion y la denuneia del maltrato, pues gon indicadores de gran relevancia para medir el impacto que ol programa tiene en el empodera- miento de las mujeres. Por otra parte, la autonomia de las mujeres debe verse no sélo con respecto a la relacién conyugal, sino también con respecto a la relacién ‘que las mujeres tienen con las instituciones publicas y sus prestadores de servicios. Bl 4% de casos de esterilizaciones decididas exclusivamen- te por el médico nos habla de que el control médico puede llegar al punto 11361 de vulnerar los derechos de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. El he- cho de que alrededor de la mitad de las mujeres que sufrieron violencia fisica ylo sexual de sus maridos en los ttimos doce meses no denuneié l maltrato ante las autoridades competentes, nos habla, entre otras cosas, de que las platicas a las que asisten las beneficiarias del Oportu- nidades no les estén dando los apoyos necesarios para hacer valer sus derechos, a pesar de que la violencia intrafamiliar es uno de los temas gue figura en la lista de los que supuestamente se abordan en los Ta- eres Comunitarios de Capacitacién para el Autocuidado de la Salud. La corresponsabilidad tal como la plantea el programa no es suficiente para generar conciencia de derechos y ciudadania. La agencia que im- plica la corresponsabilidad es una agencia acotada y controlada. Las mujeres, en tanto beneficiarias, desde Inego no tienen un papel pasivo, ero tampoco son participantes activas en la toma de decisiones que vayan més allé de le funcién maternal. Finalmente, la gran duda es si programas como el Oportunida- des sientan las bases para una mejoria a largo plazo y para alcanzar el cbjetivo muy publicitado de que los hogares logren superar “el ciclo de la transmisién intergeneracional de la pobreza”. E] estudio cua- litativo de Gonzélez de la Rocha (2005), con base en la trayectorias de un conjunto de familias, muestra que lo que permite a los hogares salir aunque sea transitoriamente de la pobreza extrema y “graduar- se” temporalmente del programa Oportunidades, no son los subsidios que han recibido y las capacidades generadas entre sus miembros, sino el encontrarse en una etapa del cielo doméstico favorable (con més miombros generadores de ingresos que miembros dependientes), y tener posibilidades de acceso al mercado laboral. En tiltima instan- cia los principales factores asociados a la vulnerabilidad de los ho- gares, son la escasex de empleos y Ia precariedad de las opeiones en los mercados de trabajo locales. Un complejo estudio estadistico llega a resultados que abonan en la misma direccién: “Pareceria que el programa emblemético de la lucha contra la pobreza en México, que ha sido “exportado” como ejemplo a seguir a varios paises del mundo, no ha sido tan efectivo como se ha pregonado.” (Cortés, Banegas y Solfs, 2007: 34), usr) ‘cundros. comparscién dea situacién de las mujeres de 26-35 foe de eda, terocrasyeotcinietelpoeene Opetosoes eres SES p enna asthe Tenor | nor | werr | teeese!| see EOE Indleaderesdetasituacléndeta salud scabs zis [vast sear | vaurP | aa | aun | 96 Alguientarevies durante | | a a csteembarazot | ask {itn decitibquetsoperaron Sumarido |_| v09s | saés | | | Mee yl a mere [ace 1 tear | peal sa L cols | ry " 7 | r Col% ox | ‘autores wo a | Twechvanctovvs | ere ae Siauemee | | aes Sumever |g nw [se | 2 ow a : | 3 ae ae cae [we | oe se bare ete) | oer [a eel fre in| oe ; 7 a jzeee sui vlna eyo eae bei a? om | ‘sexual de parte de su pareja} ar ve | 2? ee pce | epee tl cax [as om | Seat sh a | smtp a iar L a alee aia | or aa Seas oe [| i | | N 88 20.790 “+ Elvalor p corresponde a la chi2 de Pearson corregida por el disefio de encuesta utilizando iio aE istomscn do opnds don doc Sn aly conve coats * 7] Cota ere com reco eatioment iii pc ‘iQuién le atendié et parte: { % - aie * penn ecinimonige et oan = * ‘Nadie 7 [eee [ oe een 7 ven | win eae feet [em ree / ste 7 | atora | ae caw | | mm Cusdroa.Extraticacinsocoscendmica de los hogares alos que er 1426-35 aos do edad sagin sean ono banefilarias del programa sen tas mulnres neds Teneo? | sino | Vater? 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