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El Teatro Como Institucion Moral
El Teatro Como Institucion Moral
vicios
continan
imponindose
insolentemente ante el espejo del teatro, y
que miles de sentimientos decentes
rebotarn infructuosamente contra los fros
corazones del pblico. Yo mismo soy de la
opinin de que tal vez el Harpagn de
Molire todava no mejora a un solo usurero,
que el suicidio de Beverley7 ha alejado de su
obsesin repulsiva a muy pocos de sus
compaeros de juego, que la infeliz historia
de Karl Moor difcilmente barrer el crimen
de las calles. Pero aunque reduzcamos esos
grandes mritos del teatro incluso aunque
fusemos tan injustos como para abolirlos
del todo cun infinita influencia del teatro
quedara an! Aunque esta influencia no
extinguiera ni mermara el total de todos los
vicios, acaso no nos ha hecho conscientes
de ellos? Nos vemos obligados a vivir con los
necios y los viciosos; podemos evitarlos o
enfrentarlos, superarlos o subordinarnos a
ellos. Pero ya no pueden sorprendernos.
Estamos preparados para sus ataques. El
teatro ha descubierto su secreto,
exponindolos y hacindolos inofensivos.
Arranca la artificial mscara de hipocresa, y
nos revela la red que la artimaa y la intriga
tenan en torno nuestro. De un tirn arranca
de sus retorcidos laberintos a la superchera
y la falsedad, y expone sus repugnantes caras
a la luz del da. Pudiese ser que la moribunda
Sara8 no horrorice a ningn lujurioso; que
todas las imgenes de seduccin castigada
no calmen su lujuria, y que la actriz misma,
astuta, se guarde bien de lograr
precisamente tal efecto. Basta que los
inocentes conozcan las trampas del seductor,
que el escenario les ensee a desconfiar de
sus promesas, y su devocin les haga
temblar.
Notas:
1. Johann Georg Sulzer, filsofo y
matemtico.
2. La referencia es de Los bandidos, del
propio Schiller.
3. Corneille, Cima
4. Franz von Schickengen, de autor
desconocido