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hacerlo. No sé qué me queda por pensar, qué más buscar para no hacerlo.
Me levanto y comienzo a caminar hacia el mar. Lentamente, muy lentamente pongo
mis pies en el agua y avanzo mar adentro. Camino y me dejo llevar empujada por las
olas. Ya no pienso, sólo me repito no quiero vivir, ya no quiero vivir. De pronto, siento
que ya no puedo dominar mi cuerpo, que las olas me llevan, me caigo y me arrastran
hacia el fondo. El agua me cubre y ya no puedo respirar, siento que me ahogo y que al
fin, todo se termina.
Después…no sé.
Siento que alguien me toma por los cabellos e intenta sacarme hacia la orilla. Yo lucho
para que me suelte y le digo:
¡Déjeme, quiero morirme, no quiero vivir! Él me saca del agua y entonces, me levanta
en sus brazos y pierdo el conocimiento.
Cuando desperté; estaba en mi cama, en mi habitación. Cuando pude abrir bien los
ojos; vi a mi madre que lloraba a y un hombre que no dejaba de oscultarme y me tenía
tomada de la mano.
-Hija, ¿qué te pasó? ¿Qué hiciste?
-Señora, creo que no es este el momento. Tiene que descansar, ya podrán hablar luego.
Ahora voy a aplicarle algo para que pueda dormir tranquila.
Yo no pude contenerme y comencé a llorar sin poder controlarme. Mi madre no sabía
qué hacer para calmarme. Entonces él dijo:
-Señora. Salga un momento por favor. Yo soy el médico de aquí y le aseguro que todo
va a estar bien.
Mi madre dudó y luego salió y cerró la puerta.
-Aldana, ¿ese es su nombre, verdad? Trate de calmarse. No va a hacerle bien ponerse
así.
Yo lo miré y le dije:
-¿Lo llamó mi madre?
-No, yo la saqué del mar. ¿Quiere hablar de eso?
-No. Usted no tenía derecho. Yo no quería vivir más y usted no era quien para
impedirlo. Era mi decisión morir.
-Si quiere enójese conmigo, pero no podía dejarla morir. Hace muchos días que la
observo sentada en esa roca pensativa o la veo caminar por la orilla del mar alejada del
mundo. Hoy no sé por qué tuve deseos de venir a la playa de noche y eso que estaba
muy cansado. Cuando llegué; alcancé a ver que alguien se estaba ahogando pero no
sabía quien era, además eso no importaba.
Yo no podía contener el llanto.
-¿Por qué no me dejó morir?
-Pregúntele al destino que hizo que estuviera allí para salvarla. Sabe Aldana, mi esposa
iba a tener un hijo. Cuando estaba por nacer todo se complicó y los perdí a los dos. Yo
que soy médico; no pude salvarlos. Déjeme por lo menos la satisfacción de sentir que
por usted pude hacer algo.
-Yo no quería que hiciera nada por mí.
-Ahora va a empezar a hacerle efecto el tranquilizante que le di, ya dejemos esto y trate
de dormir ¿sí? Ah hola, yo soy Martín.
-Hola.- Le dije e inmediatamente me quedé dormida.
No sé cuantas horas dormí. Me desperté un poco confundida. Todavía era de noche y
no recordaba bien qué había pasado. Me levanté un poco mareada y fui a sentarme en el
sillón que estaba junto a la ventana después de encender la lámpara que estaba sobre la
mesa de noche. Luego, abrí la ventana y la brisa suave y el olor a mar; hicieron venir a
mi mente como una catarata, todos los recuerdos. Absolutamente todos.
-Aldana, mi nena. ¿Hasta cuando vas a dormir? Levantate que es tarde y desayunamos
juntas y después te llevo a la facultad antes de ir a trabajar.
-Mamá, cerrá la ventana. Me molesta el sol.
-¿Qué puede ser más lindo que el sol entrando por tu ventana para saludarte?
-¡Uh mami, tengo sueño!
-¿Hasta qué hora te quedaste con la computadora anoche?
-No sé.
-Te espero abajo. Ya vamos a hablar de eso.
Me levanté, me vestí y bajé a desayunar.
-¿Y papá?
-Se tuvo que ir temprano porque hoy llegaba una edición importante y tenía que
supervisar la distribución en todas las sucursales.
-Mamá, conocí un chico en el Chat. Hace varios días que estamos chateando, casi un
mes.
-Aldana, vos sabés que con esas cosas tenés que cuidarte. Acordate de todo lo que pasa
con eso.
-Ay mamá, no pasa nada. Es un chico joven como yo. También empezó el CBC este
año como yo y trabaja con el padre.
-¿A dónde vive?
-En Lanús.
-Bueno, Después vamos a seguir hablando de esto. Ahora vamos que se hace tarde.
-Mami, es re dulce.
Ese día fui a la facultad como siempre, las chicas me preguntaron cómo iba todo con
Langdon (así se llama en el chat). Les conté que re bien y que quería conocerme. Luz
dijo que tuviera cuidado, que a la hermana del novio le pasó que chateó con alguien y
cuando lo conoció; era un viejo verde asqueroso. Ella salió corriendo.
Pero yo les dije que Langdon era distinto, que teníamos un montón de cosas en común.
Nos gustaba la misma música, la poesía y charlar de los mismos temas.
-¿Y cuándo lo vas a conocer? (preguntó Silvia)
-No sé. Él quiere que sea pronto, pero todavía no sé. Por ahí la semana que viene, él
quiere que sea el sábado y se enoja porque dice que no le tengo confianza, pero que
cuando lo conozca me voy a dar cuenta de cuanto me ama. Yo me muero por conocerlo.
Al medio día llegué a casa y Carmen me tenía preparado el almuerzo. Comí y antes de
ponerme a estudiar; encendí la computadora. Ahí estaba mi Langdon.
-Hola (le dije) ¿no fuiste a la Facu?
-Hola mi amor. Sí fui y ya volví.
-¿Y no fuiste a trabajar?
-¿Ves que no me tenés confianza? Estoy en el trabajo y como no tengo nada que hacer;
abrí para ver si estabas porque te extraño muchísimo ¿sabés? ¿Y vos?
-Yo también.
-Sí, pero no confiás en mí.
Bueno, no te enojes, perdoname.
-Te perdono si me decís cuando nos vemos.
Yo me quedé pensando y le dije:
-No sé. Como soy hija única y por todo lo que está pasando mis padres están muy
pendientes de mí. No sé si me van a dejar.
-¿Qué está pasando? No creas en eso. Hay tantos que se conocieron por Chat. Decíles
que salís con una amiga. ¿O no confiás en mí? Te conté todo sobre mi vida. Sabés más
de mí que yo de vos. ¡Aldana, quiero verte! Me paso las noches enteras mirando al
techo sin poder dormir pensando en vos. Decime que sí y cuando. Te amo te amo te
amo.
-Está bien, el sábado y yo también te amo y quiero conocerte.
-Ahora sí. No me conformaba con mirar tu foto nada más aunque sos hermosa. Quiero
tenerte cerca mi amor. Verte personalmente. ¿Hablamos después, sí? Ahora me tengo
que ir.
-Sí, hablamos a la noche porque tengo mucho que estudiar.
-Yo también. Chau hermosa.
-Gracias, chau.
Durante los primeros días no podía mirar el mar. Entonces salía con mi madre a
caminar por las calles del pueblo, la plaza y el parque de los pinos. Después mientras
leía, desde el living de mi casa miraba el mar de reojo. Martín venía por las tardes e
íbamos a caminar. Me hacía bien hablar con él. Era muy amable y sobre todo muy
comprensivo. Su mirada tan transparente y sus palabras, me daban una sensación de
seguridad que no pensé volver a sentir jamás. Pero el solo hecho de que pudiera
acercarse más de lo debido me producía una sensación de rechazo espantoso.
Charlábamos, con él volví a reír, era mi mejor amigo. Una vez, ya estaba anocheciendo
y fuimos caminando hacia el mar. Yo me resistí y le dije:
-¡No, al mar no!- Él me miró y me dijo:
-Aldana, mirá qué sereno está. Ni él ni yo vamos a hacerte daño. Estamos frente a tu
casa y tus padres están cerca.- Me tomó de la mano y yo me dejé llevar hacia la roca
donde estaba sentada aquel día. -Toda la tarde me miraste como si quisieras decirme
algo. ¿Estoy equivocado?
-No. Pero tengo miedo.
-¿De qué?
-Es que hoy necesito hablar de todo aquello y no sé si voy a poder.
-Permitíme tenerte de la mano, no me rechaces. A lo mejor así se te hace más fácil
hablar.
En ese momento me atreví a mirar detenidamente a Martín por primera vez a los ojos.
-Bueno Aldana, acá estoy para escucharte. Si no podés, no importa. Pero sería bueno
que lo saques de adentro de una vez para que no siga torturándote. Por eso te tengo de la
mano para que sientas que no estás sola.
-Yo, yo… Hace más o menos, un año y medio; comencé a chatear con un chico. Quería
conocerme y yo siempre le decía que todavía no. Hasta que un día le dije que sí. Y
quedamos en encontrarnos un sábado; lo decidimos el jueves anterior al mediodía.
Esa noche la que no pudo dormir, fui yo. Aunque él siempre dice que no puede dormir
pensando en mí. Sentí y pensé tantas cosas. En cómo será su vida, su casa, su familia.
Dice que tiene varios hermanos y que él ayuda a los padres con su sueldo. ¡Es divino!
Me gustaría saber si estaría pensando en mí como yo en él, sin poder dormir. Si de
verdad le parecí linda. ¡Ay, qué lindo es esto que siento por Guillermo! ¡Qué raro suena
llamarlo así!
Al otro día nos encontramos en el chat.
-Aldana, mi amor. Perdoname por no haberte podido llamar anoche.
-¿Y hoy por qué no me llamaste?
-Porque me daba vergüenza que me atendieran tu papá o tu mamá. Yo soy un poco
tímido, perdoname.
-Ellos no te van a comer.
-Ya lo sé. Te prometo que mañana te llamo a la noche ¿querés?
-Sí, claro que quiero.
-Yo podría verte el martes, porque salgo más tarde de la facultad y me dan permiso
para faltar al trabajo ese día. ¿Vos podrás a las cuatro?
-Creo que sí. Pero tenés que venir a buscarme cerca de mi casa, ¿querés?
-Cómo no voy a querer. Aldana, te amo, te amo, te amo.
-Yo también. Te soltás más así, que cuando estamos juntos.
-Puede ser. Pero ayer estaba muy nervioso y no sabía qué decirte. Es que estabas tan
linda…
Y me llamó al otro día; pero no era el mismo. Hablaba raro, parecía en otro mundo.
Me dijo que no lo dejaban hablar mucho. Después chateamos el lunes y otra vez era mi
Langdon. Quedamos en encontrarnos al día siguiente.
Cuando llegué, me estaba esperando. Yo venía distraída pensando en todas las
recomendaciones de mis padres. Que los llame seguido pues para eso me habían
regalado el celular, que me cuide, que no vaya por calles desiertas…
Caminamos de la mano por Rivadavia, miramos vidrieras, compramos gaseosas y nos
sentamos en el escalón de un edificio. Después seguimos caminando, pero ya me tenía
abrazada. Me daba besitos en la cara y en un momento nos besamos. Él no hablaba
demasiado, ni tampoco me miraba a los ojos.
-Sos hermosa Aldana. Pero no querés ir por otra calle. Nunca me vas a tener confianza,
¿verdad.
-Es que no me gusta ir por calles desiertas.
-Pero vas conmigo.
-Ya lo sé. Pero dame tiempo.
Guillermo se quedó en silencio. Mi mamá y mi papá, me llamaban a cada rato.
-Estás enojado.
-No.
-Bueno, la próxima vez vamos por otras calles, ¿sí?¿Me acompañás hasta la puerta de
mi casa?
-Sí. (Me abraza y me besa fuerte).
Cuando llegué a casa; mi mamá nos vio por la ventana y se puso contenta porque él me
acompañó. Dijo que si me traía hasta la puerta, no era un mal chico. Yo estaba refeliz;
porque me besó y me gustó cuando me llevaba abrazada. No veía la hora de que llegue
el sábado.
Después encendí la computadora y ahí estaba.
-Hola mi amor. Quiero decirte algunas cosas. Estoy muy feliz por lo que pasó hoy.
Pero también muy triste. No sé qué puedo hacer para que confíes en mí. Si fuera malo,
no te llevaría hasta tu casa y no me importó. Si vos querés, la próxima vez me presentás
a tus padres. Porque no sé qué hacer para demostrarte que te amo y no voy a hacerte
nada malo.
-Perdoname. Actué como una tonta. No sé por qué lo hice. Pero a partir de ahora voy a
confiar en vos, porque yo también te amo muchísimo.
-Bueno, ahora sí, me quedo más tranquilo. Pensaba que a lo mejor no me querías como
yo a vos y entonces, pensé no molestarte más.
-¡No me hagas eso, por favor! Yo te amo Guillermo y no quiero que me dejes nunca.
-No voy a dejarte mi amor, porque sin vos prefiero morirme.
-No digas eso. Yo te amo.
-Y yo también mi amor.
El sábado siguiente, me vino a buscar a casa. Entró, conversó con mamá y papá.
Después, fuimos a pasear a Palermo y lo pasamos hermosísimo. Estuvo más cariñoso
que nunca y me trató con mucho respeto. Fue un día maravilloso. Me llevó a mi casa y
quedamos en que el martes me iba a buscara la facultad.
-Hola Guille. Estoy seguro que hoy te fue muy bien, ¿no es cierto?
-Bien es poco. No te imaginás. La llevé a Palermo y eso que vive en Caballito. Yo no
lo podía creer.¿Qué le dijiste?
-¿Viste?, yo te dije que la ibas a encontrar bien mansita. Bueno Guille. Llegó el
momento.
-¿Ya? ¿Tan pronto?
-¿Para qué esperar más, si ya está lista? ¿O te encariñaste?
-Vos me dijiste que esto era un trabajo y para mí, es eso. Un trabajo. Además, la mina
no me gusta. Es muy nena de mamá y muy inteligente. A mí no me gusta que las minas
sean más inteligentes que yo. Por eso, la tengo a la Mari.
-¿Cuándo la tenés que ver?
-El martes, a la salida de la facultad.
-Bueno. Ese es el momento justo.
-¿Quién lo va a hacer?
-Creo que Carlitos, Pedro y el cana. El senador, mandó a decir que apuremos la cosa.
Quiere a la mina pronto. El padre es un tipo importante y no nos dimos cuenta. Además
la federal se puede poner pesada. Cuanto más pronto desaparezca la mina; mejor para
todos.
-Yo te dije que el viejo era un tipo importante.
-Pero más de lo que pensábamos.
-¿Cómo va a ser?
-Ella va con vos, la levantan y la llevan al campo que tiene el senador en Escobar. Ahí,
la espera la avioneta y termina nuestro trabajo.
-¿Y a quién se la venden?
-No sé ni quiero saberlo. Pero esa mina, no va a ir a parar a cualquier lado.
Eso te lo aseguro. Si intervino el senador, es por algo.
Después supe que Guillermo, (también uno de mis violadores); tenía mujer y una hija.
Que antes de entregarme, quisieron divertirse un poco y me llevaron a un descampado,
cerca de una villa ubicada en la zona sur de la Capital. Que mataron a dos e hirieron a
Guillermo y a otro. Que el que chateaba conmigo era el dueño de un ciber de
Berazategui y uno de los integrantes de la red de prostitución y narcotráfico que iba a
venderme a otro país. Que el cabecilla, era un senador o alguien apodado así; pero que
nunca se pudo llegar a él, porque todos recibían sus órdenes, y pocos sabían quién era.
Un funcionario amigo de mi papá, le dijo que muchas de esas redes están manejadas por
políticos. Pero a esos, nunca se los puede involucrar en nada.
Después, me revisaron, sacaron muestras por hisopado para identificación del ADN
de los que me destruyeron la vida para siempre. Y estuve internada en una clínica
algunos meses.
Tuve que hacerme varios análisis de VIH, pero todos dieron negativo.
Cuando salí, me encerré en mi cuarto y no quería salir de allí. Ni los psiquiatras, ni
psicólogos; pudieron lograr recuperarme. Intenté suicidarme tomando pastillas, pero no
pude lograrlo y me volvieron a internar. Cuando salí de la clínica, los médicos dijeron
que era mejor cambiar de ambiente y mis padres me trajeron aquí.
Cuando dejé de hablar, porque ya lo había contado todo; vi que Martín igual que
yo tenía los ojos llenos de lágrimas.
-Andi. Ahora comprendo todo. Por qué no podés reponerte de el momento tan
espantoso que tuviste que vivir. Yo no estoy dentro tuyo. Pero sé que no hay peor cosa
que pueda pasarle a una mujer.
-Martín, ¿por qué no me dejaste morir en el mar?
-No me arrepiento de haberte salvado. Porque aunque ahora no lo entiendas, tenés el
derecho y la obligación de volver a empezar.
-¡Nunca voy a poder recuperarme, sólo quiero que me dejen morir!
-Si hay algo que sé, es que nunca vas a olvidarte de lo que te pasó. Pero sí, estoy
seguro, de que si vos querés y permitís que te ayudemos; podrás superarlo.
-Vos hablás así porque no tuviste que vivir ese momento.
-Yo no niego que fue horrible para vos y para cualquier mujer que haya pasado por lo
mismo. Pero no hablo porque sí. ¿Y si te llevaban y te hacían ejercer la prostitución y
no aparecías nunca más, con todo lo que eso conlleva? ¿Vos sabés que hay chicas que
no pueden escapar y son sometidas todo el tiempo a cualquier tipo de vejámenes y
nunca saben cuando terminarán de sufrir, ni ellas ni sus familias que las buscan
incansablemente? ¡Ay Aldana, si yo te contara todas las cosas que veo todos los días!
-Martín, ayudame. (Impulsada no sé por qué fuerza, me echo en sus brazos con una
necesidad enorme de que me proteja).
-¡Claro que voy a ayudarte, con toda el alma!
-Nadie va a quererme así. Yo misma me doy asco.
-Aldi, todos te queremos. Tus padres, que siempre estuvieron a tu lado y yo, que con
los sentimientos más nobles que tengo por vos, logré que abrieras tu corazón y me
dijeras a mí, todo eso que te torturaba y que no pudiste hablar con nadie. Gracias Aldi.
Por creer en mí, porque si pudiera; daría mi vida para que seas feliz. El tiempo te va a
demostrar que de todo se puede salir, cielito. Y es mentira que nadie va a quererte. Yo te
juro, que alguien ya te quiere y mucho. No fue tu culpa. Dejate ayudar, dejate querer y
vas a sentir que hasta ese mar que ahora nos mira, te quiere y un día vamos a poder
jugar con él. Todos estamos con vos Aldana. No estás sola chiquita. Yo estoy con vos y
con el tiempo, si querés; toda la vida. Pero no te apures, despacito vas a volver a ver el
sol, a descubrir que hay un cielo nuevo lleno de estrellas, que podés sonreír otra vez y si
te lo proponés; vas a poder amar y sentirte verdaderamente amada. Y yo voy a ayudarte
a que quieras proyectar tu futuro. Como sea, como quieras y con quien quieras.
Me abrazó muy fuerte y me dio un beso dulce en la mejilla. Yo no sentí ningún
rechazo, por el contrario me sentí muy bien.
Con el tiempo decidí no volver a Buenos Aires y me quedé a vivir en Mar Azul porque
sentí que no podía separarme de Martín, que en sus ojos verdes encontré el sol y con él;
aprendí a sentirme plenamente mujer y saber lo que es amar y sentirme amada. Es el
hombre más bueno y noble que existe. Ya no siento miedos, vuelvo a sonreír y puedo
decir que soy feliz.
Estudio enfermería y ayudo en la sala de primeros auxilios a Martín viendo de cerca
toda la realidad de la que me habló, comprendiendo que hay gente que sufrió y sufre
tanto como sufrí yo alguna vez.