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DE MESIAS A CIRINEOS

Por Freddy Quezada

Tomaré con el mismo humor que recomiendo a los demás, la última chanza
de Carlos Midence. No sé porqué me lo imagino saliendo veloz detrás de lashttp://i.ixnp.c
bambalinas en un monociclo y repartiendo bofetadas a otro en el centro de images/
la carpa, mientras este último le dispara salvas de pedos a base de talcos y v6.2/
polvoraciones, para visibilizar el efecto, con trombones de fondo musical y t.gif
contando chistes en voz alta.

Giré invitación a Ramón Grosfoguel, proporcionándole el correo electrónico


de Erick Aguirre, para que enviara sus reacciones formales a mis
consideraciones sobre la decolonialidad.

Esperé el tiempo reglamentario, después de un intercambio epistolar ligero,


y debo entender, ahora, que el amigo Grosfoguel, uno de los dueños de
“Deco’ s & Cia Lmtd” ha enviado a un emisario para responderme. Visto que
es imposible hablar con los empleadores de la firma circense, devolveré en
clave de humor, a uno de sus animadores que ha salido al paso para
responderme, cinco chistes:

Chiste 1: Es cómico ver cómo un investigador de NITLAPAN, en un artículo,


como parte de un texto poco conocido de Investigación y Cambio Social
(Bebbington, 2007: 58-102), responde a una pregunta ofensiva de un
holandés y le llena un cuestionario, con bibliografía que antes ha distribuido
el interrogador para escuchar lo que pide, a un inglés. Y tiene que
responder, el pobre joven, porque aquel lo financia y este lo evalúa, al
mismo tiempo que relata, ocultando el giro de los jesuitas en el asunto, sus
nostalgias del metarrelato perdido en Nicaragua. La lectura del trabajo de
José Luis Rocha, me permitió confirmar la sospecha que hay, en la América
Latina pensante, un espíritu de regreso, de nostalgia, de arrepentimiento y
enmienda (por el amancebamiento con el neoliberalismo) visible a su
manera en los decoloniales, pero que ya están dando albergues las
universidades jesuitas de América del Sur como la Javeriana de Colombia y
las indígenas de Ecuador y Bolivia. Supongo que no tardarán en llegar a las
universidades jesuitas centroamericanas. Decolonizar es el equivalente de
“conscientizar” o “desalienar” (viejos fracasos marxistas) pero el chiste es
¿Para qué? ¿Para parecernos a las metrópolis desde “despegues ceros”? ¿O
para coexistir pacíficamente con ellas, ignorando su poder, desde nuestras
modernidades “otras”?

Chiste 2: Es para morirse de la risa que el paradigma de E. Grüner (2002),


un marxista ortodoxo quien en su obra sobre el Fin de los microrrelatos,
promete oponerse a ellos con furia y termina besándole los pies a Spivak y
Bahba, sea el mismo que ocupen los decoloniales. Eduardo Grüner (pastiche
argentino de Slavoj Zizek y Fredrick Jameson) presenta su marxismo
ortodoxo como la bisagra que puede unir al postcolonialismo (como
superestructura) aún con sus excesos culturalistas y al sistema - mundo
aún con sus defectos economicistas (como base) (Grüner, 2002: 199). Los
decoloniales solo han sustituido “marxismo” por “decolonialidad”, y lo han
presentado como propio. Lo que para Grüner es una bisagra vertical que une
lo de abajo con lo de arriba, para los “descos” es una bisagra horizontal que
une la cultura con la economía. O sea, los grandes enemigos de los
eurocentristas (por cierto primitivo, cerrado y vulgar que los llevará,
innecesariamente, a perder aliados dentro de las metrópolis dando un paso
atrás del propio Fanon, quien supo encontrar grandes aliados como Sartre
en el corazón de sus enemigos) marxistas, viven de robar (Grüner mismo --
2002: 333 --, a su vez, plagia las ideas de Baudrillard sobre la transparencia
obscena de los mass media, robando, matando, yendo al entierro y todavía
escupiendo a su víctima) hasta los disparates que producen estos
reaccionarios que desean el regreso al viejo esquema industrial donde la
burguesía y el proletariado eran nítidos y cierran los ojos para creer que
nada ha ocurrido después de Marx.

Chiste 3: Jocosamente, los decoloniales han pasado de Mesías a Cirineos.


Nadie de ellos quiere redimir a nadie, como bien dijo Grosfoguel, porque
obviamente no es lo mismo probar con la vida propia la validez de unos
argumentos que con discursos lógicos, racionales y demostrativos y no en
un sótano o en casa ajena, sino en un auditorio confortable y bien equipado.
Pero tampoco quieren dejar de ayudar a los subalternos desde sus cátedras
y becas de universidades ricas. Y, por supuesto, no es lo mismo terminar
sacrificado por presentarse como redentor que ayudar al sufriente durante
un momento (equivalente a dar limosnas) y, después continuar en los
mismos lugares que creemos habernos ganado a pulso. Esperamos que si
sus discursos de Cirineos triunfan, no esté detrás la mezquina ambición de
ser los Rectores de esas universidades (deliciosos locus emancipatorios) que
decolonizarán.

Chiste 4: “Quezada quien se presenta como un anarquista y provocador en


sus artículos no sabe leer la heterarquía…”. Acuso recibo del cumplido y le
recuerdo a Midence, que nadie ha estudiado más la diferencia y el poder
que los postmodernos y los postcoloniales, y me parece arrogante,
oportunista y bajo no reconocerles esos méritos. A los postmodernos se les
puede acusar de otras cosas, como por ejemplo su cobardía ante el abismo
del escéptico, reculando hasta los microrrelatos (esa repetición del error en
pequeña escala que venían de denunciar); de los postcoloniales, los que en
particular celebro y me adhiero a su dialéctica negativa (mezcla de la
escuela de Frankfurt con Foucault y puente hacia un escepticismo sano),
renunciando a todo tipo de emancipaciones (verdadera diferencia entre ellos
y todos los demás paradigmas), negándose a definir salidas y sujetos.
Siguiéndolos (con la epojé, suspensión del juicio), a esta altura no me
interesa ofrecer prometeos nuevos y emancipaciones “light” y académicas, lo
único que sé es, como el ángel exterminador de Klee que comenta Walter
Benjamín, quién es el diablo que con sus promesas ha generado todas las
ruinas que tenemos frente a nosotros. No sé qué hay detrás de mi espalda,
pero sí sé quién elabora, sofistica, encanta, seduce y dora las promesas.
¿Adivina adivinador cuántos pelos tiene alrededor?

Chiste 5: A ver Carlitos, visto que nos ha enseñado a reír a todos, sin
necesidad de una narizota y esas pelucas anaranjadas y verdes que
necesitan los profesionales para hacerlo, permítame aconsejarle un
numerito, como entremés, mientras se animan a escribir los más
representativos de la corriente que Usted empieza a admirar y, es que en la
próxima piñata, le cante a mi sobrinita: el payasito plin, plin, se pinchó la
nariz y con un estornudo, hizo fuerte achííí...

REFERENCIAS

Bebbington, A. (2007) Investigación y Cambio Social. Edit. Ciencias Sociales.


Guatemala.

Gruner, E. (2002) El Fin de las pequeñas historias. Paidós. Bs. As.

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