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Fragmento de un cuento basado en la Tierra Media.

Gorbulas Brown iba recogiendo leños por el bosque, canturreando una antigua melodía
de los tiempos de su abuelo. Sus mofletes sonrosados se hinchaban y se volvían a
desinflar, mientras silbaba. No muy lejos de allí, alguien más lo escuchaba; porque la
canción que silbaba llamaba a los espíritus del Bosque. Y había uno muy cerca de él, un
espíritu confuso al que llamaban Bethmuialiel.
La leyenda decía que este espíritu pertenecía a una dama, una hija de los elfos tranquilos
del Bosque de Fangorn. Cuando vivía aún en la Tierra Media, había sido raptada por un
orco llamado Snikklâsh, el loco.
Gorbulas escuchó un susurro entre el follaje, su ánimo avispado lo hizo conmocionar y
rápidamente, corrió en dirección hacia su aldea a esconderse de cualquier amenaza
posible. Corría agitado ladera abajo, cuando tropezó aparatosamente con otro hobbit
más viejo; era Sancho Cabezafuerte.
El encontronazo los hizo caer a ambos, de bruces sobre la tierra.
-¡Insensato hobbit! ¿Por qué corres? ¿Es que no sabes andar como todos? -Farfulló el
hobbit anciano. Gorbulas todavía jadeaba, más que por la carrera por el pasmo que
aquel susurro en la soledad de la pradera le había provocado.
-Escuché susurros, -resopló el pequeño hobbit pasmado.
Pero Sancho Cabezafuerte lo miró con el ceño fruncido y espetó:
- ¡Susurros rondan tu cabeza hueca todo el día! ¡Hobbit manganzón! –Gruñó y le asestó
un fuerte coscorrón en el cogote.
Gorbulas quedó alelado por el golpe, mientas la señora Tanta Cabezafuerte iba en su
auxilio con un paño bañado en agua de ortigas, para rebajar el golpe.
- ¡Pero yo lo escuché, estaba allí!.. mientras cantaba la romanza de Bethmuialiel…
Cerca de ellos, tres jóvenes elfos presenciaban la escena; El primero exclamó con
apremio:
- ¡La romanza! -Era un elfo robusto, al que llamaban Aaragar.
- ¡Ha de ser por su melodía! -Exclamó el segundo; un elfo de mirada aguda cuyo
nombre era Luinëfalass.
Y otro más que los acompañaba, se llevó la mano al mentón y atisbando en lontananza
susurró:
-La dama Bethmuialiel responde a su romanza.
Su nombre era Pennlond.
Se acercaron entonces, los tres jóvenes elfos hasta las puertas del bosque por el camino
de la pradera. Atardecía y pronto, la luz del astro rey se apagaría en la inmensidad del
cielo. Pero Aaragar no se inquietaba, él rastreaba las huellas más sutiles, aún en la más
densa oscuridad. Tomó de su saco una especie de citara y la puso sobre sus rodillas,
tocando la romanza de la dama, la Elfa llamada Bethmuialiel.
Aaragar tocó toda la noche, pero nada ocurrió. (…)

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