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Melvin, Scott y Carleen habían traído el material necesario para dormir bajo
las estrellas; En el bolsillo lateral de la mochila de ella podía apreciarse el
bulto que formaba la linterna, destinada exclusivamente para la noche, en
la que juntos, investigarían los misterios del bosque. Pero su interés en la
acampada no provenía de sí misma, ni siquiera de Scott, su verdadero
aliciente era Melvin. Le conocía desde hacía relativamente poco, a través
del otro chico que les acompañaba. Scott coincidió con ella en muchas de
las clases que se impartían en la Universidad y con el paso del tiempo el
roce acabó haciendo el cariño. Cuando los estudios requerían un trabajo en
grupo él siempre era su primera opción, por esa misma razón tuvieron que
quedar algunos fines de semana y rematar la faena empezada. Melvin era el
mejor amigo de Scott, vivía en su mismo barrio y en ocasiones se pasaba a
visitarle. En uno de esos fines de semana Carleen coincidió de nuevo con su
visita, pero esta vez se conocieron un poco mejor. A partir de entonces cada
vez que Scott nombraba a su amigo Carleen no podía evitar recordar aquel
día, un domingo en el que sus miradas se conectaron de un modo distinto,
un domingo que de ser posible hubiese repetido. Por esa misma razón
decidió unirse a la excursión, con la ilusión de volverle a ver y con la
esperanza de algo más.
Sucedió de un modo tan repentino que por un instante creyó que había
anochecido, que de algún modo la luz del sol se había consumido y que
aquella negrura tan absoluta no se debía a su vista. Pero no fue así, por
alguna razón sus ojos se habían quedado ciegos y no era capaz de
encontrar a sus compañeros.
Extendió sus manos para dar con ellos, gritó sus nombres en un par de
ocasiones, pero no obtuvo una respuesta que la satisficiera. Lo volvió a
intentar, esta vez con mayor desesperación, alzando su entonación entre
toda aquella vegetación.
-¿Que haces Melvin? ¿Por qué mueves así la boca?-Pudo escuchar a Scott
con una pregunta fuera de lugar.
Tan solo oír su voz Carleen insistió de nuevo con su problema y además
añadió que necesitaba acudir a un hospital. Sin embargo, Scott no parecía
estar atento a sus palabras, seguía obcecado con el extraño
comportamiento de Melvin. Aquel desconcierto insufrible perduró unos
segundos más hasta que finalmente se descubrió lo que estaba ocurriendo.
Al parecer Melvin no podía hablar, sus palabras se trababan en su garganta
como si sus cuerdas vocales hubiesen sido seccionadas. A causa de esto
Scott no le podía escuchar. Necesitó un poco de paciencia para poder
entenderle, al menos hasta que logró leer sus labios.
El corazón de Carleen dio un salto cuando dijo esas palabras. Pudo oír como
las repetía una y otra vez, cada vez con más agonía, estrechando el límite
que daba paso al llanto. A causa de la situación apenas podía controlar su
pulso, ni siquiera sus piernas se mantenían quietas, en realidad todo su
cuerpo temblaba. Necesitaba pensar con rapidez, no ofuscarse, dar con una
solución cuanto antes.
Sin perder el tiempo gritó el nombre del chico que le gustaba, estiró los
brazos buscándole y Melvin respondió agarrándole de la mano. Él podía
escucharla. Una vez a su lado le propuso volver, regresar al pueblo dónde
habían aparcado el coche y una vez allí buscar ayuda. A causa de su
enmudecimiento Melvin no pudo responderle, sin embargo se las ingenió
para hacérselo entender a Scott. Carleen se aferró a su cuerpo como si su
vida dependiera de ello; podía sentir su respiración, como su corazón
palpitaba con velocidad, de algún modo se sentía menos asustada a su lado.
Melvin era consciente de que su amiga no podía ver nada, que él no podía
decir palabra y que su compañero se había quedado sordo, así que se limitó
a asentir con la cabeza. Carleen se inquietó mucho más cuando pudo notar
la mano de su estimado temblar; algo escalofriante estaba ocurriendo pero
ella era incapaz de verlo.
-¡Melvin!
***
-La encontramos cerca del cuerpo. Te advierto que las imágenes que vas a
ver pueden ser muy desagradables.-Dijo el agente acercándole la
videocámara digital de Scott.-Pero necesitamos que hagas un esfuerzo.
Carleen la cogió con sus temblorosas manos, desplegó la pantalla LCD y con
temor presionó el botón “Play”. El video inició su reproducción. Mientras lo
veía su expresión pasó del miedo al desconcierto, hasta que su rostro se
desencajó totalmente.
-Dios mío.-Balbuceó.
En la pantalla pudo ver desde una perspectiva distinta como aquella nube
de esporas golpeaba su cara, dejándola ciega y asustada. Pero en la
desquiciante grabación también descubrió que sus amigos asumían un
papel muy distinto al que ella recordaba: ambos se hacían señas mientras
fingían estar en problemas.