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Austin-Sparks
Ex 36:20 = “También hizo tablas levantadas para el tabernáculo, de madera de cedro”; 1Reyes 18:15 = “Y
dijo Elías: Vive el SEÑOR de los Ejércitos, ante cuya faz estoy”; Sal 134:1 = “…bendice al SEÑOR todos
vosotros, siervos del SEÑOR, que asistís en la Casa del SEÑOR todas las noches”
El tabernáculo representó la totalidad del pueblo de Dios, la suma de todos ellos, en su vida
juntos en Cristo. Era, sin embargo, una construcción móvil, fija no de cualquier modo permanente, pero
levantada y desmontada nuevamente, después montada y nuevamente desmontada en pedazos, de acuerdo
con las jornadas del pueblo como determinado por la gana de Dios. Cada vez que este proceso de
desmonte tenía lugar, había un momento cuando la naturaleza esencial de la edificación me quedaba a
descubierto y se veía que consistía de tablas: tablas que permanecían en pie.
Cuando las cuatro coberturas externas que protegían el tabernáculo eran removidas, la
estructura esencial era vista como siendo hecha de tres paredes de madera con sus cortinas. Después que
las cortinas eran quitadas, podía verse que las filas de tablas eran mantenidas juntas por varias barras que
corrían horizontalmente al largo de la parte interna de las tablas para darles cohesión. En el desmonte,
llegaba la hora de que estas barras eran removidas, pero es importante percibir que cuando esto era hecho
las tablas no se caían, ellas permanecían en pie. Aún cuando sus conexiones eran removidas y todos los
soportes externos eran llevados aunque de las tablas individuales, ellas no se caían al suelo.
Una por una, las tablas eran entonces levantadas y preparadas para la jornada, hasta que por
último había sólo una tabla restante. No era necesariamente la misma tabla en cada ocasión, pero siempre
había un momento en que sólo una restaba. Esto era ahora todo lo que se podía ver del tabernáculo, la
representación de la Casa de Dios – sólo una tabla. Pero ella aún estaba en pie. “Él hizo el tabernáculo de
tablas de madera de acacia, permaneciendo en pie”. Así, después de quitada y la separación finales, era
visto que, reducido a su simples mínimo, el secreto escondido de la edificación de Dios se resume la
tablas que siempre son capaces de permanecer en pie.
Permaneciendo en la redención
Un vistazo posterior en las tablas del tabernáculo nos mostrará que, aunque ellas hayan sido
cortadas de sus previas raíces naturales, ellas no están sin base – lejos de esto. Las tablas no
permanecerían en pie por mucho tiempo si hubieran sido sólo equilibradas, especialmente porque habrían
sido equilibradas en la arena. No, ellas no fueron quitadas de sus raíces naturales para que sean dejadas en
una condición precaria e inestable, pero cada una recibió dos encajes de plata sólida. Plata es de nosotros
de la redención, y ninguno de nosotros puede permanecer continuamente en los propósitos de Dios la
menos que estemos firmemente sostenidos por el poder redentor de Cristo. Las tablas eran modeladas de
tal forma que cada una de ellas tenía su propio medio de penetrar en las bases, y así, tal como era, de
apropiarse de su fuerza. Cada tabla tenía sus propias bases. No había una larga barra de plata con furos
para cada tabla, pero un bloque separado para cada una de las “dos manos” o encajes de la tabla. Aquí,
entonces, estaba el secreto de la estabilidad de cada tabla – ella tenía su propia fundamento sólida y tenía
un enraizar individual en aquella fundación.
Redención significa que no nos pertenecemos a nosotros mismos, somos personas compradas.
Déjese los brazos de que nuestra fe se lancen profundamente en esta gloriosa verdad y conozcamos por
nosotros mismos la realidad de que seamos comprados por Dios, y entonces encontraremos estabilidad
aún en medio de la arena del desierto.