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Fragmentos del diario de un vampiro, leído por una estudiante muy curiosa. Un repaso de a dónde pueden llevar las búsquedas imprudentes y las tentaciones propiciadas por un carácter vicioso y refinado.
Félix Uribe, un individuo con grandes apetitos, una noche halla lo que tenía que hallar. La situación le brinda grandes oportunidades. Él es el protagonista de otros dos relatos, uno de los cuales eliminé por parecerme algo excesivo y otro que todavía no lo subo.
Me gusta especiamente el diseño de este relato. Excepto "Informe Sobre El Vardacumigión" cuya portada yo la trabajé, los diseños de mis relatos en línea son de mi amiga Martha Gudiño. En esta historia, la traducción de unas líneas al francés son de Karina Sánchez, quien años después trazó los mapas de mi novela "La Hora de la Verdad - La Batalla del 5 de Mayo".
Fragmentos del diario de un vampiro, leído por una estudiante muy curiosa. Un repaso de a dónde pueden llevar las búsquedas imprudentes y las tentaciones propiciadas por un carácter vicioso y refinado.
Félix Uribe, un individuo con grandes apetitos, una noche halla lo que tenía que hallar. La situación le brinda grandes oportunidades. Él es el protagonista de otros dos relatos, uno de los cuales eliminé por parecerme algo excesivo y otro que todavía no lo subo.
Me gusta especiamente el diseño de este relato. Excepto "Informe Sobre El Vardacumigión" cuya portada yo la trabajé, los diseños de mis relatos en línea son de mi amiga Martha Gudiño. En esta historia, la traducción de unas líneas al francés son de Karina Sánchez, quien años después trazó los mapas de mi novela "La Hora de la Verdad - La Batalla del 5 de Mayo".
Fragmentos del diario de un vampiro, leído por una estudiante muy curiosa. Un repaso de a dónde pueden llevar las búsquedas imprudentes y las tentaciones propiciadas por un carácter vicioso y refinado.
Félix Uribe, un individuo con grandes apetitos, una noche halla lo que tenía que hallar. La situación le brinda grandes oportunidades. Él es el protagonista de otros dos relatos, uno de los cuales eliminé por parecerme algo excesivo y otro que todavía no lo subo.
Me gusta especiamente el diseño de este relato. Excepto "Informe Sobre El Vardacumigión" cuya portada yo la trabajé, los diseños de mis relatos en línea son de mi amiga Martha Gudiño. En esta historia, la traducción de unas líneas al francés son de Karina Sánchez, quien años después trazó los mapas de mi novela "La Hora de la Verdad - La Batalla del 5 de Mayo".
cerradura. Luisa esperaba que as fuera. Agazapados en la antesala en penumbra, hablaban en voz baja. Me cae que Elsa est aqu repiti, por ensima ocasin. Traes tu celular? Ssusurr Joaqun, s, lo traigo prendido, en modo vibrador. Deja de molestar con eso y apurmonos!, quieres? dud Esto es un delito, sabes?Y si el tipo regresa? Luisa avanz con cautela. Joaqun la alcanz: No te dijeron los paps de tu amiga que se paraba temprano y volva tarde? Por qu no les explicaste que anda con este tipo? Tienes miedo? susurr Luisa Tienes miedo? Hace tres das que Elsa no se para por la Facultad. Si en su casa se enteran de eso o de que anda con alguien, excuso decirte cmo le va a ir. Tengo que ayudarla. Ella confa en m, por eso hasta me dio la direccin. Debe estar arriba. Fue muy raro eso de que conoci a ese tipo en la secun... Est bien, ya, vamos! susurr l, fastidiado y se arm de valor Es ms, qudate a vigilar, yo voy a subir! Cualquier cosa, nos pegamos un grito! subi al primer piso, con precaucin. Luisa se humedeci los labios con la lengua. Joaqun tena razn, pero se senta obligada. Elsa se vea muy mal desde que se liara con el dueo de esa casa, Flix Uribe, el Sr. Uribe, un ermitao de quien se rumoraba le gustaba azotar a sus amantes. Imaginaba lo peor. En la sala, descubri un grueso libro sobre un escritorio. Detrs, un librero con muchos volmenes de ese estilo. Tom varios al azar. Sus pginas estaban llenas de una caligrafa estilo antiguo: Domingo 15 de mayo de 1927... Lunes 2 de noviembre de 1936... Mircoles 18 de junio de 1947... Todas encabezadas por nmeros consecutivos. Alz el legajo del escritorio, sin duda el ms reciente. Son memorias de familia, pens. Las hojas, de trivial papel blanco, en algunos libros amarillento por el tiempo, le provocaron un sobresalto, pues se percat de que todas las anotaciones estaban hechas con la misma letra, con la misma caligrafa cuidada, como si el autor llevara escribiendo desde principios del siglo XX. Es un diario. Imposible. Luisa abri el volumen casi hasta las ltimas diez pginas. Pese a su miedo y a lanzar ocasionales miradas hacia la escalera y la antesala, saba que el Sr. Uribe no regresara antes del amanecer. Al abrir el libro, esto fue lo que ley: NOCTURNUM NOCTURNUM 29 de abril de 2001, 22:30 PM 29 de abril de 2001, 22:30 PM www.geocities.com/morsvals Diseo: Martha Gudio La noche, rosario de perlas nacidas en el Mar de los Sargazos, cadena de horas forjadas de sombras vivientes, de sombras pasiones adornadas de esmeraldas. Cuando en los relojes suene la medianoche, despertars de tu ensueo para verme a travs de tu ventana. Porque vengo a sofocarte en un abrazo de tinieblas, para beber tu sangre en el cliz abierto de tu garganta desnuda. Pues yo soy la Mscara y la Sombra. Mi desolacin es el ocaso del mundo. Mi xtasis har morir a los astros. Llegar a ti en soplo nocturno y nadie sabr la hora. Me ir en el silencio y no vers mi rostro. Porque mi nombre es terrible y hace sangrar a las rosas, te har beber de sus ptalos marchitos, mientras te observo con ardiente jbilo. Te acariciar para hilvanar el ocaso con mis besos, en un velo que nuble tu razn. Me dars todo lo tuyo a cambio de mi oscura Heredad. Tu vida ser un calvario hacia el Glgota donde muero eternamente y donde bebo la lluvia de mis sienes ensangrentadas de preguntas. Maldecirs mi sombra y la amars, y en el tormento de mis das sin fin te ver palidecer hasta consumirte, reo como soy de las tinieblas que apresan mi frente con la corona de Rey de la Nada, de Prncipe de los Delirios, de Duque del Laberinto, armado de signos para vagar por el castillo subterrneo donde estn atrapados los ensueos. Porque la eternidad es una noche perpetua, una oscura hora interminable cuando los mitos despiertan y las conciencias se extravan, yo nac a la Progenie de la Noche y hoy deambulo por una vasta metrpolis que es nuestro dominio, nocturna ciudad de lpidas forjadas con costumbres, con disfraces. Urbe de muertos vivientes: Los mortales que viven sin saberlo. Ciudad donde nosotros, los ngeles cados, buscamos en nuestros sepulcros las brillantes tinieblas, el sentido de la eternidad. 30295 30295 TEMPUS TEMPUS NOCTURNUM NOCTURNUM 30296 30296 TEMPUS TEMPUS Mi reencuentro con Elsa me lleva a recordar el pasado... (Elsa...! Luisa estuvo a punto de arrojar el libro y gritar a J oaqun, que haca algunos ruidos arriba, pero se acerc a la ventana para leer con mejor iluminacin) ... me lleva a recordar el pasado, que nunca he tratado en estas pginas. Mi resurreccin ocurri mucho tiempo despus de que mis espectros cobraran vida, pero desde siempre estuve destinado a ellos. Mi primer recuerdo es aquella celebracin del Ao Nuevo de 1904. S que a casa de mis padres lleg el Gobernador del Estado, amigo personal del Presidente Daz. S que yo tena 15 aos de edad; s que entre los obsequios recib, de mis abuelos, una coleccin de libros trados desde Francia pues yo cultivaba la poesa, y que la sala brillaba con la cristalera; s que mis primos jugaban mientras los adultos brindaban y la servidumbre obedeca a mi padre. Al mismo tiempo s que en medio del bullicio, de las galas de mi familia, tuve el primer acercamiento con mi naturaleza sombra, insospechada en ese joven pulcro, de corbata, silencioso. Y ocurri cuando nuestra profesora de francs, invitada al festejo, descenda por la escalera y se detuvo para observar a mis hermanas. Recuerdo su expresin, una institutriz de porte fino, cultivado, en traje negro, de sonrisa amable. Con ojos entornados observ la sala desde los peldaos, en disfrute de la inocencia infantil. Yo me encontraba en un silln y al ver su sonrisa, la lmpida curvatura de sus labios sedosos, tuve un destello interior. Con atencin nunca antes experimentada, observ que bajo sus largas pestaas, bajo su mirada acariciadora, al sonrer se le formaban dos carnosidades en el interior de la boca, una a cada lado de los dientes rectos, cuidados; eran dos carnaduras sonrosadas, hmedas, clidas, apetitosas como duraznos. Mis emociones podan semejarse al vuelo de la imaginacin de un adolescente, que vislumbra el mundo encerrado en el sexo opuesto; sin embargo, percib la manera extraa en que mi embeleso etreo se transformaba en deseos ms complejos, menos difanos. En mi ensoacin la institutriz no se percataba, continuaba viendo a las nias desde la escalera, mi mirada se llen de deseos concretos: En su cuello palpitaba una arteria... Me descubr observando la nieve y vida de su piel, que anunciaba, me anunciaba, la senda de lbregas profundidades... La imagin desnuda... Tuve el deseo de someterla, de sentir su cuerpo bajo el delicado vestido, pero ms aun y en esto radicaba el sentido perverso de mis deseos, por morder sus labios hasta hacerlos sangrar, y escuchar sus gritos... Quise hacerle dao, pues a travs de l, su belleza me habra parecido ms vvida. Llevar la lengua por las carnosidades del interior de su boca; oprimir mis labios contra los de ella para sentir la forma de sus dientes; besar su cuello para presionar la arteria, esa rama vibrante; por morder una y otra vez ese camino clido; por abrirlo, al igual que se despoja a un fruto de su cscara, para beber el nctar. Sent mi mirada vida. Me asalt un mareo. El saln se transform en un murmullo de voces, de brillos de cristales, en un hermoso rumor amado y anodino alrededor de mis sienes doloridas... S, con el tiempo me volv un joven sombro, amante de los poemas malditos, con la mente llena de ideas mgicas, de intereses delirantes... y eso inici aquella noche de Diciembre cuando la institutriz, sin pretenderlo, se volvi la puerta hacia el abismo de mis tendencias crueles, de una pasin donde el amor era la contraparte del odio, y el goce, el complemento del dolor. Pues nunca am a nadie sin que las rosas no hirieran con sus espinas; nunca hubo risas de alegra sin llantos de amargura; jams hubo promesas de deleite sin sentencias de aversin. Nunca hubo caricias sin dolor. Aquella visin contuvo el futuro, las emociones de disfrute y sufrimiento; la soledad del joven aislado, dedicado a los libros, a la msica, a la pintura, se torci en los segundos en que observ a aquella chica. Yo buscaba un ideal, pero me saba condenado secretamente destinado, a no alcanzarlo. Y as, cuando despus tuve todo lo que quise, siempre busqu la posesin del alma por sobre la del cuerpo, y nunca dej de estar en soledad en medio de la multitud, y siempre existi una dimensin ntima, a donde nadie pudo llegar, donde a nadie permit acercarse, pues no poda compartir su lenguaje, a pesar mo, a pesar de todo. Una tarde, meses despus, la profesora se march de casa. Ella deba haberse percatado de mi inters, forzosamente deba haber sentido mis miradas, se acerc para darme un beso de despedida y me tom por la barbilla. La sedosidad de su guante de encaje me hizo aorar cosas imposibles. Se acerc, sonriente, pero yo apart la mejilla y nos dimos un fugaz beso en los labios, que abri el cielo cuando ella cerr los ojos yo no, pues deseaba admirarla, despus de lo cual, jams la volv a ver. NOCTURNUM NOCTURNUM Cuando la institutriz parti me sent liberado, mas ello se deba a mi desconocimiento sobre mis impulsos. Adormecidos por la falta de oportunidades, slo necesitaban una circunstancia adecuada para salir. La encrucijada fue mi prima Carlota, que tena 18 aos cuando yo rondaba los 21. Durante una lectura de clsicos latinos en el estudio, se lastim el paladar con el punzn. Te heriste? pregunt, acercndome con preocupacin fingida. La tom de las mejillas para revisarla y la hice abrir un poco la boca. Es una pequea cortada. Duele mucho? Sus labios eran diferentes a los que recordaba de aquel Diciembre, bellos en el sentido de su frescura. Era una boca de labios ms pequeos, ms suaves. Se insinu en m, y despus me invadi, en inquietante alud, la conciencia de que estbamos solos, en su aguijn de posibilidad. Nuestros padres se hallaban en el piso de abajo... Carlota tena el rostro hacia m, apacible, y yo la tomaba por el mentn con el pulgar y el ndice. En esa posicin tena su boca entreabierta, y tuve la certeza de que ella me permita observar sus labios. Dud un segundo, mas el deseo me venci, y desde entonces la insensatez fue mi marca. Me inclin, colocando mi boca contra la suya tersa, delicada, y la bes, probando el sabor metlico de su sangre, de su saliva y de su sangre en mi lengua. Carlota tuvo un momento de sorpresa que me hizo dudar sobre lo que yo creyera un segundo antes. Quiso apartarse, protest, pero continu besndola, pasando mis labios sobre los suyos, a lo que ella respondi de improviso; a pesar de una cierta impericia, present la seguridad de la futura mujer. La respiracin de Carlota se agit, y al lado de la ventana, de los rboles vespertinos sobre las lucirnagas de mis ardientes deseos, contempl su cabello, sus ojos cerrados. Enterr los dedos en sus mejillas, movindolos, para sentir sus pmulos y la forma de sus dientes. Carlota? Qu ests haciendo? pregunt su madre desde la habitacin contigua. Carlota sali. Igual a un conspirador, escuch a su madre, mi ta: Lvate, te cortaste. Como usted mande, mam. Y yo le formulaba una promesa: Que haramos todo lo que quisiramos. Quedaran fuera de ello sus hermanas, la dulce Irma, la agradable Renata y la astuta Estela. En el tono de voz de mi prima Carlota, en su aparente indiferencia, supe que era la ms inteligente de ellas. Porque fingira ante cualquier circunstancia. La adivinaba tan egosta como yo: Defendera su placer ante las exigencias del decoro. Y por eso la dese ms. Lo hicimos, en efecto, muchas veces. Nuestras reuniones de estudio terminaban en contactos de todo tipo. El aprendizaje inicial se perfeccion y con el paso del tiempo se volvi mi especialidad. Mas en aquellos das los actos tenan mucho de experimentacin. Con una clara idea del juego lbrico, Carlota se vesta de variadas formas. Desnuda bajo el vestido en la recmara de raso y seda se disfrazaba de institutriz, como ama de llaves, de enfermera, y yo recorra su cuerpo con la boca por debajo del atuendo, saboreando su delicado aroma, la suavidad de su piel. Muchas veces fui su esclavo, y muchas otras admir su rostro sobre las almohadas, mientras ella llegaba al clmax de su excitacin, ruborizada, con el cuerpo brillante de champaa. 30297 30297 Una noche ocurri la catstrofe. Nuestros padres nos haban hecho vigilar, hasta que enviaron a un sirviente de confianza para sorprendernos. La magnitud del escndalo que se habra suscitado pudo destruir a nuestras familias, sobre todo si los hechos llegaban a odos del General Daz. Yo habra terminado en la Acordada. La solucin fue tan justa como era posible. Carlota la melanclica Carlota, pero tambin la Carlota que se mofaba de todo, fue enviada a un internado a Espaa. Yo fui exiliado a Francia, bajo la amenaza de ser desheredado si reincida. Est por dems decir que antes de partir recib el castigo. Mi padre de una dinasta que apoyara al emperador Maximiliano, sinti volverse loco al recibir la descripcin de mis tratos con Carlota. Me propin una tremenda golpiza a la vez que me llamaba degenerado, pervertido (De qu ests hecho, monstruo miserable? Qu mal hice para que te convirtieras en este engendro? No eres mi hijo, yelo bien, eres una bestia. Si tu madre supiera las inmundicias que practicas, morira de vergenza. Eres un monstruo). Mi madre sollozaba, desconsolada, en su habitacin; algo en su llanto me pareca estpido, en las suyas, mis hermanas no podan creer lo que vislumbraban. Mis hermanos consideraban el castigo demasiado benigno. Idiotas todos! Yo pensaba en Carlota, en sus muslos desnudos y en sus corss, pensaba en ella entre los almohadones de seda, pensaba en su boca pintada de carmn. Mi padre se cuid de no marcarme la cara. Para salvar las apariencias, se me permiti ir con la familia al Hipdromo de La Condesa. Desde uno de los palcos, donde me vigilaba el mayor mis hermanos, descubr al seor Casasola, que tomaba fotografas con su cmara de trpode. Me dediqu a observar lo que l observaba, y quise imaginarme el ngulo desde el cual el extraordinario fotgrafo se colocaba ante los hechos. Muy pocos entendan que Casasola era, ante todo, un hombre con conciencia de la Historia, y que aquellas placas no estaban dirigidas tanto a satisfacer a sus objetivos, como a dejar una memoria de los acontecimientos. Con el dolor y las marcas de los golpes bajo el traje, reproduje en mi mente las imgenes que l atrapaba. Para el futuro, nuestra cotidianidad tendra un tinte de nostalgia, al despojar a las personas de los significados claros para sus contemporneos. Quin sabra, por ejemplo, el tema de las conversaciones que quedaran congeladas para la posteridad? Qu haban hecho los personajes al momento siguiente de ser captados? Para m, que reproduca los encuadres, me era clara la hipocresa de esa sociedad ataviada de casimir y seda, que supeditaba sus relaciones al inters; dinmica en un mundo de normas rgidas, de doble moral; la esclavitud de sus mujeres, destinadas a ser reproductoras, sin voz ni voto; seres asexuados en jaulas de oro; todos rindiendo loores al orden establecido. Y ah estaba yo, el inmoral, el corrupto, el mrbido, el solitario, el inadaptado, pronto a ser lanzado al otro lado del Ocano, no tanto por haber actuado con desenfreno, sino por haberlo hecho fuera de tiempo, al margen del comps existencial que permita levantar la fachada del renombre. S, aquello poda haberse llevado a cabo, pero no con un familiar, no con mi prima por amenazar con ello el valor de nuestro apellido, sino con quienes existan para nuestro consumo; y no ahora, sino cuando tuviera sentido, es decir, cuando, diran, el desfogue sirviera para satisfacer los deseos de todo hombre y eso resguardara la estabilidad familiar. Incluso habra podido mantener a una amante si tuviera la suficiente clase como para ser discreto. Qu msero, cun falso me resultaba todo, cun hipcrita. Yo mismo, en casimir ingls y sombrero de hongo, perpetuaba tal orden de cosas, con sus excesos encubiertos de eufemismos. Haba ledo a ocultas la prensa subversiva, El Hijo del Ahuizote y las hojas volantes donde se denunciaban los excesos del rgimen. Algo, algn da, estallara. Y aquellos sujetos se atrevan a juzgarme, como el hermano sentado a mi lado, tomndome por parmetro negativo de su honorabilidad, afirmndose, por contraste, en su moralidad. La diferencia era que yo empezaba a vivir mis inclinaciones, y no supona que poda reincidir despus de cumplir con ciertos rituales. Pues no consideraba como pecado nada. No estaba arrepentido. Al contrario, bajo mi aspecto severo, me invada una ira jubilosa. Desde que abord el barco en Veracruz, el 6 de junio de 1909, mi madre no volvi a hablarme. Me convert para mi padre en un ser aborrecible con quien slo mantena el lazo que impona la obligacin paterna. Y aun cuando hoy su significado se me escapa, reconozco dira que con piedad, pero no utilizar un trmino asociado con lo humano, a mi pequea hermana Mara. Ella fue la nica que me dio un abrazo, apresurado, y se retir llorando, pues era su hermano predilecto. Yo no sent nada, aparte de un vaco en la mente y en el corazn. NOCTURNUM NOCTURNUM TEMPUS TEMPUS En Francia, especficamente en Pars, especficamente en la Rue des Ausoleis, tena una buhardilla para mis estudios de Literatura, en un piso que comparta con algunos pintores ligados al Impresionismo. La urbe parisina fue la capital de mis excesos. Me hice asiduo de los fumaderos de opio, consumidor de morfina y de ajenjo, me somet a disciplinas corporales, a la autoflagelacin, a privacin de alimento y sueo, para explorar mis lmites. Herido, acuda a los cafs para leer mis versos y expuse mis cuadros en las calles. Pas muchas noches frente al ventanal desde donde contemplaba la ciudad. Alumbrado con velas, tena el escritorio lleno de papeles. La madrugada me sorprenda ante el caballete. Otras veces repasaba los dones que el genio francs legaba al mundo. Mucho de ese legado se escriba en esos momentos, por lo que sala a conocer a sus protagonistas: Entre otros, Charles Baudelaire, atacado por la sfilis, de genio elocuente, cuya boca era una horizontal delgada; Henri Toulouse-Lautrec, muy bajo de estatura, barbado, que pasaba horas en el Moulin Rouge o en las casas de citas, sin dejar de pintar. Cuntas veces al amanecer me repet aquellos versos de Las Flores del Mal: Ven a mi corazn, alma cruel y sorda, tigre adorado, monstruo de aires indolentes... Yo buscaba una revelacin bajo la forma de una seal que descifrara los enigmas. Busqu en parajes desolados una respuesta, en sus manifestaciones perifricas: En un umbral cerrado, en una calle desierta, en las luces de las ventanas dispersas; busqu la voz en miradas, en gestos. Y me di cuenta de que las almas repetan una verdad, que reflejaban una presencia incorprea tras los gestos, las apariencias. El viento de otoo arrastraba las hojas secas desde un reino invisible, para empujarlas hacia el final de las horas. TEMPUS TEMPUS 30298 30298 30299 El cambio de morada nos hace creer que la vida ser distinta. Con satisfaccin comprob que los fantasmas se incuban, y que tras un lapso de tranquilidad, cobran forma de nuevo. Desde mi experiencia con Carlota, el mundo me pareca un inmenso circo de dobleces, forjado en convencionalismos, protegido por la muralla de la hipocresa. La nica forma de escapar, de buscar otra verdad, era actuando de manera contraria a cmo lo estipulaba la moral. Durante meses, despus de mis ordalas, volva de madrugada a mi desvn para encerrarme a escribir, hasta que el sol despuntaba, para dormirme vestido y despertar por la noche para salir y declamar mis versos ante auditorios sumergidos en el humo del tabaco y en los vapores del ajenjo: Dans le couch du soleil se rveil le futur, un monde des sombres o les spectres se rigolent, et dans lembrasse dune nuit je cherche la foli pour mavoir dans ses cheveux putrefacte, que tourne vers le Riens* * Curiosamente lo recuerdo en francs. La traduccin debe ser as: En el ocaso despierta el futuro,/ un mundo de sombras donde los espectros ren,/ y en el abrazo de la noche busco a la locura/ para envolverme en su cabellera putrefacta, / que rodea el camino hacia la Nada. 30299 TEMPUS TEMPUS NOCTURNUM NOCTURNUM Pars, como toda ciudad cosmopolita, tena una gran poblacin de adultos y jvenes demacrados, adictos al ajenjo o a sustancias ms fuertes. Yo, como parte de una familia acomodada, habra podido obtener los servicios de una madame. Pero conoc a las mujeres melanclicas que pululaban tan pronto caa la noche. Prob toda clase de excesos y de penitencias. Eso me llev a la conclusin clara de que haba adquirido el derecho, el deber, de experimentar con otros. En esos momentos me transformaba. Lo perciba en mi mirada, fija, exaltada. La primera vez at a una parisina famosa por su belleza. Su hasto se borr cuando fui a una repisa y me vio regresar con un ltigo adquirido en Montparnasse. Ella pas de la ira al miedo, y de l, a la desesperacin y al terror, en los primeros dos minutos. Se desmay varias veces, pero se recuper con algunos baldazos de agua fra. A las dos horas, casi enloquecida de dolor, tan baada en sudor como yo, la gasa de la boca se le afloj. De inicio no pudo articular palabra, sino que emiti una serie de slabas atropelladas, hasta que consigui jadear: ... por qu... haces esto...? Me inclin para estudiar sus ojos. Los segundos de esa noche eran vvidos, esenciales e infinitos. Le at de nuevo la mordaza, ante su horror. Quiz t puedas responder a esa pregunta dije Qu opinarn en tu casa, cuando sepan que por las noches visitas los bajos fondos? T, una seorita de buena posicin, que convi ve con arti stas si fi l ti cos, consumidora de morfina. Jugaste a la ruleta rusa y descubres que tu turno era un disparo cargado. Suponas que no podas perder? Slo porque eras t? Quin suponas que eres? Quin te has credo? La ira me estimul hasta que la actividad me fatig. La llev al lecho, desmayada, donde la hice adoptar diferentes posturas, para di bujarl a: Con mscaras en el rostro, mscaras en l as manos, rodeada de crisantemos. La retrat nueve veces al carboncillo. 30300 30300 Por algunos contactos, hice negocios mediante el contrabando de mercancas va Tnger. Me independic. No respond a ninguna carta de mis hermanas, ni a las peticiones de mis hermanos cuando abandonaron su soberbia ante su bancarrota por la Revolucin. Excepto a Mara, a quien entregu una buena cantidad, nunca volv a ver a nadie. Del joven inexperto de principios del siglo XX, para su primer cuarto me haba convertido en un adulto perfeccionista. Durante la Gran Guerra permanec en Pars. En 1922 tuve una residencia en Champs Elises. Convert la planta alta en un saln. En todos sus muros, adems del techo, coloqu amplios espejos y candelabros potentes. La alfombr de rojo. Sell las ventanas con anchas cortinas de terciopelo escarlata. En su centro, levant un elaborado dispositivo de cabestrante, una gra provista de cuerdas, cilindros, tuercas y sujeciones. Al cabo de beber unas copas de ajenjo mezcladas con ludano, ataba a mis vctimas por las muecas y las elevaba tirando de una polea, de modo que sus brazos quedaban por decir algo a su espalda, y sus pies, calzados con botines, apenas rozando el suelo. Ignorando sus lamentos, les colocaba aretes, pulseras finas, collares de perlas, pelucas, para estudiar el efecto sobre su belleza mientras las mantena en diversas posiciones, ya fueran verticales, horizontales, invertidas o complejas. Las retrataba, estudiando sus rostros. Deseaba encontrar la seal, una vez cada la careta del autocontrol, que me mostrara sus almas. Amordac y at al dispositivo a innumerables personas para someterlas a la mecnica del dolor. De un armario de cedro barnizado, adornado con tallas buclicas, extraa correas y ceidores, clasificados de acuerdo con el tipo de ataduras que necesitaba ejecutar. De una mesa tomaba los instrumentos muchos de ellos, diseados por m necesarios para la decantacin de las sensaciones. El chasquido de los azotes, las marcas en los cuerpos, sus estremecimientos, los alaridos sofocados por la mordaza me llevaban a un xtasis lcido que clarificaba mi imaginacin para innovar la crueldad, cuyo efecto valoraba en los grandes espejos que multiplicaban el suplicio. Era un martirio fro, cristalino, preciso, coreado por mis reflejos y los de mis vctimas, unidos en un ballet cronomtrico, en una rueda cuyo eje era el saln y sus radios, los cuerpos proyectados al infinito. Era un Infierno matemtico, gradual. No recuerdo el nombre de nadie, apenas algn rasgo que me llamara la atencin. Atenda las etapas de desintegracin de la belleza entre mis cuadros delirantes esparcidos y las hojas con mis poemas manchados de sangre. En el mundo, la Virtud era la debilidad y el Mal, el poder. Yo contribua a la marcha del cosmos. El sbado 14 de octubre de 1922 embal mis pertenencias para regresar a Mxico. (J oaqun, con precaucin, asomaba a las habitaciones vacas. La sangre le baj a los pies al entrar a la ltima, donde encontr antigedades, muchas de las cuales le fueron incomprensibles. Una pareca una especie de gra. Cuando descubri sobre la plancha a la chica atada, el terror le atenaz la garganta. Era una joven con las muecas cercenadas, con recipientes bajo ella, goteantes de un lquido maloliente. Elsa. Sacando fuerzas de flaqueza, maldiciendo el momento en que se dej convencer de entrar a esa casa, J oaqun corri hacia la escalera) NOCTURNUM NOCTURNUM 30301 30301 Tengo presente la fecha de mi nacimiento: Lunes 30 de abril de 1923. Siempre recuerdo las fechas clave. Beb hasta altas horas de la noche. Estrell la copa contra la pared y observ el fuego de la chimenea. Nada, no existe nada. Solamente nuestras mentiras. Entonces escuch pasos, pisadas grciles, de felino, en la sala. Alguien haba entrado. Extraado, saqu el revlver del escritorio y apunt en aquella direccin. Saba que el licor no alterara mi puntera. Pero mi decisin de disparar se esfum cuando vi quin se acercaba: Una mujer sonriente, iluminada por el juego del fuego. La antecedi una corriente de aire fro. No la conoca. Y al verme bajar el arma, sonri. Mas no fue por ver alejarse el peligro, sino por comprobar el efecto que causaba su belleza. Sus labios se curvaron en una sonrisa cerrada, desconcertante, sin dejar de verme a los ojos. Avanz a la media luz. Ataviada de negro, llevaba guantes al medio brazo. Con el cabello suelto, en catarata de rizos rojos, sus ojos irradiaban un fuego de jade. Era una mujer hermosa, inmisericorde. Flix... musit mi nombre, rompiendo el silencio en un disparo acariciante, alargando la primera y la ltima letras; por su voz, apasionada y maligna, supe que sera arrastrado por ella, sin remedio, y que yo gozara con mi perdicin. Quin eres? pregunt, fascinado, reuniendo mis ltimas fuerzas. T lo sabes mostr sus blancos dientes, de afinados colmillos. Soy lo que siempre has deseado. No sabes lo que he deseado. Claro que s sonri ms intensamente. Te estudi durante estos aos. Aquel diciembre. Tus andanzas con Carlota. En tu desvn de poeta y pintor insano. Vi todo tu mundo de horrores. De pronto estuvo tan prxima que me pas sus brazos sobre los hombros. Imagin un par de serpientes de toque horriblemente placentero. Aquello era estar ante la boca del Infierno. La vida eterna es una posibilidad musit, a punto de besarme, pero nunca lo hizo. Tambin es un peligro. No te juzgo. No traigo ni una recompensa, ni un castigo. Es un desafo. Un man que puede transformarse en veneno. Veremos si puedes vivir eternamente en la maldad. Lo que ella posea significaba mi devastacin y mi apoteosis. Lo quieres? Lo deseas? S asent, lo deseo. Antes de que el eco de mis palabras se desvaneciera, ella me mordi en el cuello. El dolor, el pnico me invadieron, y entre ellos se destil un placer avasallador. Y al instante o das despus me hallaba en un corredor estrecho, caminando hacia una luz roja. De ella provena una horda de ojos sin cuerpo, un torbellino rojo trmulo: Una oleada silenciosa entre una locura de umbrales de luz tenue. Era toda la Legin de seres de la noche, todas las hidras y basiliscos, las gorgonas y tifones, los ncubos y scubos. Con ellos venan pequeas formas de mirada vida, vaca, de largos cabellos, en lenta marea, otros seres de la noche, nios oscuros y sin alma: Los Nefilim, la progenie de ngeles Cados con humanas. Y abra la marcha una mujer con tnica de amplias mangas, encapuchada, mujer de cabellos con los que ataba a los mortales, tan antigua como el tiempo: Lilith, la Virgen Negra. NOCTURNUM TEMPUS NOCTURNUM TEMPUS NOCTURNUM TEMPUS NOCTURNUM TEMPUS NOCTURNUM TEMPUS NOCTURNUM TEMPUS NOCTURNUM TEMPUS NOCTURNUM TEMPUS NOCTURNUM TEMPUS NOCTURNUM TEMPUS NOCTURNUM TEMPUS NOCTURNUM TEMPUS NOCTURNUM TEMPUS NOCTURNUM TEMPUS 30302 30302 30304 30304 El viernes 30 de agosto de 1991 me encontraba en una calle cualquiera, cuando pas una jovencita a pie. Sus ojos brillaban con la luz de la calle. Llevaba uniforme azul. Y al ver su mirada asom a las profundidades de su alma y me sorprend. Aquella chica era exactamente como yo, cuando compart el tiempo humano; casi un siglo transcurrido y en su lmite encontraba un alma gemela. Al percibir su rplica de perfume, su acaramelado lpiz labial, en mi interior se removieron antiguos anhelos, ensueos bizarros, las noches recorridas en el delirio y el frenes; un astro, mitad Luna, mitad eclipse, se confundi con las luces de la avenida. Me acerqu a ella cuando se detuvo a cruzar la acera. Ella comprendi todo al instante, y su expresin cambi. La tom del mentn. Vendrs conmigo? susurr, observando sus labios. S respondi. No haca falta hablar ms. Entonces una noche vendr por ti. Era demasiado joven para ser convertida. Pero ahora volver por ella. Dar final a estas memorias y me hundir en la nada, en el olvido del tiempo ilimitado. Elsa recibir la Oscura Caricia y ser ma, slo ma, y con ella compartir la eternidad. 30303 Al inicio explic mi creadora, a m, su discpulo, en un balcn abierto a la calle oscura y desierta eliges llevado por la necesidad de ocultarte, te mueves de manera instintiva. Buscas rincones apartados. Por supervivencia eres cauteloso. Cuando superas esa etapa, te vuelves selectivo. Entre matorrales, las lpidas de un camposanto en dientes desordenados mostraban sus inscripciones corrodas. Encontr el mausoleo familiar de los URIBE, helado, con los nichos de mis padres y hermanos, sin visitas, sin recuerdos. En Madrid, la tumba de Carlota, mi amada, fallecida en 1912. Quin sabe hoy que la Luna tomaba un bello reflejo de plata en la fuente de su casa? Quin la ha visto bajar por la escalinata, de noche, a la luz de los candiles? Quin sabe, hoy, lo hermosa que era su sonrisa al danzar en el jardn de hielo? Y en esas noches, a veces la encuentro, en tnica negra, la capucha sobre el rostro, las manos abiertas, alzadas a los costados. Toda silencio, la mirada ardiente, la risa sesgada. Siete sombras, siete risas, siete abrazos, siete veces siete muertes para siete otoos y siete oscuras primaveras. De pie bajo la lluvia slo ella conoce la Verdad. Por eso observa al final de los caminos, con mirada de fuego fro, la Virgen Negra, Virgen de Cenizas, Virgen de la Sangre, la Seora de los Vampiros. 30303 29 de abril de 2001, 23:00 PM 29 de abril de 2001, 23:00 PM TEMBLANDO, LUISA CERR EL LIBRO. ENTONCES OY LOS RUIDOS ARRIBA JOAQUN! CON MILES DE IDEAS EN LA CABEZA, COMO EMBRIAGADA, se dirigi a la puerta para esperarlo y escapar. Los pasos, frenticos, se detuvieron. Se volvieron ms lentos y Luisa vio a Joaqun descender por la escalera, paso a paso. Debera ser la penumbra, pero se vea ms delgado, ms bajo, con el cabello ms largo. Luisa se percat de que la extraa metamorfosis se deba a que en realidad descenda otra persona, de lneas suaves. Luisa la llam aquella forma, susurrante; era una mujer Luisa... Luisa dio un paso atrs, pero se detuvo, por una voluntad ajena o por la alarma. En la oscuridad distingua, en el rostro de la recin llegada, dos puntos rojos como brasas. Ojos de gato. Ojos de hiena. Lo peor fue un hecho normal: Conoca la voz. Eres...? gimi, temblando Elsa? La figura se detuvo al pie de la escalera y extendi los brazos hacia Luisa. Ven, Luisa, amada ma, ven aqu... Dnde... dnde ests? ... ven, querida, ven... Tenemos mucho de qu hablar y Elsa dio un paso a la penumbra. No era ella. O era ella. Hermosa. Elsa... Vmonos... Vmonos de aqu... insisti Luisa En tu casa... estn preocupados... Elsa ri, acariciante. Por qu Elsa la llam amada ma? Sintiendo la sangre abandonar su rostro, Luisa se sinti atrada por la nueva belleza de Elsa. Luch contra el calor que vibr en su estmago, contra el deseo de acercarse a Elsa para besarla. Algo rod por los peldaos. Un cuerpo cay en la alfombra: Joaqun, inanimado. Otros pasos en la escalera. Una pausa, y baj alguien ms, un hombre vestido de negro, adusto, sombro. Luisa entendi, no poda ser otro: El autor de las memorias. Flix Uribe la observ con curiosidad... y al sonreirle algo brill en las orillas de sus labios. Joaqun, Joaqun... solloz Luisa, pero no se atrevi a acercrsele. Lo detuve cuando se dispona a bajar dijo Uribe. Qu... le ocurri? Oh. Eso exclam Flix, indiferente. l encontr arriba a una de mis invitadas. Se asust mucho al ver mis instrumentos, pero hace mucho tiempo que no los utilizo. Usted... es...? Soy. Se dicen muchas cosas de m. Pero eso fue antes. Dicen: Fue el abuelo, fue el padre sonri. No recuerdan que soy el mismo. Soy yo quien se va de esta casa y regresa cuando todos los vecinos han muerto. De pronto, Luisa lo vio al lado del escritorio. Flix abri un libro con ilustraciones de sus artistas predilectos: Felicin Rops, Gustave Moreau. Lo cerr con delicadeza. Luisa se haba equivocado al venir, se haba equivocado al no contarle a nadie, se haba equivocado al no dejar una nota, se haba equivocado en todo. Comprendi con horror que era demasiado tarde. No te tortures dijo Flix. Tu intencin fue buena. l seal a Joaqun quera hacerse el comprensivo, tu amigo, para acostarse contigo. No har eso, ni nada ms. No, no... La vida eterna es una posibilidad explic Flix, tomndola por los hombros.Tambin es un peligro. No te juzgo. No traigo ni una recompensa, ni un castigo. Es un desafo. Un man que puede transformarse en veneno. Veremos si puedes vivir eternamente en la bondad. Elsa haba tomado su decisin. Imposible apelar a ella. Deja que los dems crean que viven sonri la mujer vampiro. T vivirs. Flix tom a Luisa por el rostro, con suave ternura, mirndola a la ojos. Luisa, antes de nacer a la Noche, antes de dormir y despertar, condenada a vivir sin lmites, vio el afilado destello en los colmillos del que se acercaba a su cuello, y susurraba: Es slo un momento de dolor, Luisa, amor mo, y despus, la eternidad...