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El perro se llamaba Jacobo, alguien insignificante para muchos, decían que era feo, arrugado y
gordo, peor no sabían realmente lo que era. Comenzaba a oscurecer y el perro actuaba algo
extraño, mientras dormíamos, algo empezó a gritar al final de la colina, me levante muy
atemorizado, pensando que a alguna mujer le había ocurrido algo, sin miedo salí corriendo a ver
que sucedía, pero no encontraba nada.

Me devolví a mi cama porque tenia un sueño moribundo, algo que no me sucedía normalmente,
aunque ya eran las dos de la mañana y tenia que madrugar a arrear el ganado.

Mi madre preocupada estaba esperándome en la puerta de mi cuarto, y pensó que yo me había


escapado a verme con mi girla, le conté lo que escuche, y no me creyó tan solo me regaño y me
dijo que de inmediato fuera a ver el ganado pa que me rindiera y acabara mas temprano porque
me tenia algo preparado al amanecer.

Yo sabía que no tenía opción así que decidí obedecerle y me fui a donde estaba el ganado. Por
cierto mi madre tenia una enorme verruga que cuando nos regañaba a mi o a mis hermanos
siempre nos daba risa, y veíamos como se le movía de un lado a otro cuando gritaba, era un
cuento completo y sin que ella se diera cuenta de que nos burlábamos siempre nos lo preguntaba
y nos decía:”acaso tengo orugas en la cara” y un día mi hermano le dijo:” no mami orugas no
pero si una enorme verruga”, fue realmente chisto, y mi madre cogió una chancla y se la iba a
zampar en la geta, en ese momento todos salimos a correr porque por hay y nos pegaba a todos.

En fin, me fui a donde el ganado y lo empecé a arrear a esa hora a las dos y media de la
mañana, la verdad no se veía muy bien por dónde caminaba y tampoco cuantos cebús habían,
llevaba dos horas y media caminando, me tope con un lago que jamás en mi vida había visto, eso
que llevaba doce años arreando a estos animales y el mismo camino día a día; el ganado empezó
a beber agua del lago, ya eran como las cinco de la mañana y aun no amanecía, a mi se me izo
extraño que no iluminara el sol, pero como siempre podrían ser cosas del clima. De repente
empecé a escuchar los mismos gritos que en la madrugada oí, salí corriendo de nuevo, siguiendo
la voz, pero no encontraba nada y sin embargo el lago continuaba a mi lado, me sentí extraño,
me asuste, pegue un brinco al otro lado y vi que era Jacobo. Lo salude y se me izo realmente
extraño verlo tan lejos de la casa, al mirarlo me miro fijamente y miro arriba del árbol, le
pregunte que si veía algo, tan solo seguía viendo con una cara asustada la cima del árbol. No le
puse el mayor cuidado y seguí caminando. Me sentía perdido en mi propio territorio, veía los
mismos arboles una y otra vez, Jacobo no se iba de mi lado, lo sentía algo angustiado, de repente
vi de nuevo al ganado y me sentí aliviado, seguí mi camino, no le puse el atención al lago, habían
dos vacas que no querían seguir el paso, me asuste porque pensé que estaban enfermas, cuando a
nosotros se nos enferma un animal, es horrible y perdemos mucho dinero en médicos para
animales, a veces solo los dejamos morir; cuando recordé que todo el ganado había bebido agua
de ese lago, me arrime a la orilla pa haber si veía algo, pero no, tan solo se veían las piedras del
fondo y mas halla nada porque era mas hondo, de repente vi algo dorado que se movió muy
ligeramente, pensé que era un pez, pero ¿Cómo podría ser un pez tan grande?, me dio mucha
La verde hierba ya nunca más creció, en el lugar donde Laura descansa-Cristina Rossetti, La
magia de las hadas. Pag.29.
Laura Hernández
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intriga saber que era eso y si era tan grande en el pueblo me daría un buen dinero por el, me
incline a ver mejor y ya no estaba, pensé ir al otro día haber si lo podía pescar, pero por el
momento debía ver que podía hacer con el ganado.

Yo llevaba una botellita que mi abuelita me dio antes de morir, me dijo que era bendita y que
solo con una gota bastaría, la verdad no entendí pa que era, pero mi madre me dijo que era divina
y que en algún momento me serviría, una señal en mi cabeza me dijo que le diera una gota a las
dos vacas que estaban enfermas, de milagro se pusieron de nuevo en pie y siguieron su paso.

Seguí mi camino, aun no amanecía después de todo había perdido la noción del tiempo y como
tener relojes de pulso era muy caro y pues nos pesaba la mano, pues me encontraba perdido,
sentía que había pasado mucho tiempo pero no, tan solo era temprano.

Por fin llegue al sembrado, y el ganado comió, jamás vi a estos animales tan cansados y como
pensé que me había rendido y que estaba temprano me quede dormido encima de la paja.

Me despertó un ruido insignificante y cuando lo hice se perdió, pensé que era de algún sueño
que tuve o no se; Me levante, aun no se ponía claro el día y estaba mas frio que nunca; tenia
mucha hambre así que ordeñe a una vaca pero no le salía leche, intente con siete y tampoco, en
fin me toco aguantar hambre, cuando vi que Jacobo aun estaba con migo, la verdad se me hacia
extraño porque ese perro jamás me quiso y de un momento a otro vivir bajo mis pies, era muy
raro.

Me levante para irme a donde mi madre; repentinamente empezó a llover, caían unos truenos
terribles, me asuste y no me pude mover de donde estaba, conviví un largo día con vacas.
Recordaba aun lo de la verruga de mi mamá y pensaba lo que le había hecho a mi hermano por
responderle de esa manera, el jamás me quiso contar, me reía solo, de un momento a otro me
pareció ver en la figura del trueno la forma de un perro gigante, y en ese instante todos los
animales empezaron a revolotear de un lado a otro como si no tuviesen control de si mismos, me
sentía mal un poco mareado y me desmaye.

Al día siguiente me desperté en un bosque que no había visto jamás y aun Jacobo seguía a mi
lado, me mire las manos las tenia bañadas en sangre pensé que era de algún animal, cuando me
pare a beber agua de un manantial me lave mis manos, vi mi reflejo y no distinguía mi nariz, la
tenia destrozada, recordé cuando me desmaye que me golpee la cabeza y al lado había una roca,
me lave la cara y con mi camisa me limpie, me sentía cansado y no sabia porque si había dormido
tanto; vi una figura espectral al lado del árbol y al tratar de seguirla desapareció.

Esa misma voz me perseguía, corría y corría, pero no la encontraba, me pedía ayuda, no sabia
que hacer, temía que los cuentos de mi abuela fueran ciertos, recordé uno que me conto cuando
era niño, me decía que uno de sus hermanos huyo un dia de la casa y que jamás volvió, ella creía
que era por culpa de la Guagua, yo no recordaba bien que era la Guagua además que en ese

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momento del cuento me estaba quedando dormido y pensé que tenia algo que ver con lo que me
estaba pasando.

Trate de huir del bosque pero todo se me hacia igual, no encontraba rumbo alguno, me senté
desesperado al lado del manantial, me mire de nuevo y vi algo detrás, era una mancha de humo
negro en el aire, quede atemorizado, no tenia ni idea que era, ese humo me atrapo, tenia un olor
muy particular, por un momento me acorde a mi girla, en mi se despertaron mis bajos instintos,
me sentía alagado, sereno, bien, tranquilo, deseado, y apareció ante mi una hermosa mujer con
cabello largo negro, perfecto lizo le llegaba a las rodillas, sus piernas eran perfectas sus caderas
era anchas y su mirada… su mirada… encontraba una ternura jamás vista, pero un odio en su
sonrisa, veía venganza, a la vez amor, me sentía atraído por ella, su encanto me encanto; pero
apareció Jacobo, le ladro y la hermosa mujer desapareció.

Le grite a Jacobo, le dije que era un idiota por dejar escapar a la mujer mas hermosa que había
visto jamás y la única que vería por cierto, porque yo era tan feo que a mi se me escondían;
Jacobo se sintió ofendido y se fue.

Me acerque al manantial a beber agua, me sentía sediento, y triste porque se me había escapado
la mujer mas hermosa que vi jamás, entro en mi un pánico exagerado, no sabia que me ocurría,
quería regresar a mi casa con mi madre a ver su verruga, quería ver mi cama, mi comida, me
sentía solo.

Vi un conejo, negro pero pensé que era Jacobo de nuevo, le grite para que se fuera y no me
molestara mas; el conejo se me acerco y me olio completo, me sentía intimidado por el conejo, el
se levanto en dos patas y me sonrió, lo mire fijamente y me dije huy un conejo que me sonríe, ha
ha! que chistoso, y vi que me señalaba un árbol, mejor dicho la copa del árbol, observe que era la
misma capa de humo con olor significativo que me persiguió cuando estaba con el perro, me
trepe en el árbol pero se desvaneció; me sentí triste, el conejo me miraba, cuando baje a
acariciarlo se topo con el piso y se puso frio, me di cuenta que murió.

Arme una fogata, como vi esa oportunidad de comerlo lo ice tan solo porque me moría del
hambre. No tenia sueño, veía al cielo, y recordaba ese dulce aroma, sentía que mi corazón estaba
en coma, en ese momento recordé la botellita que me había dado mi abuelita, la destape, y deje
caer una gota en mi boca, la probé, no sabia a nada tan solo pensé que eso de nada servía, que si
paso lo del ganado fue por solo pereza de esos animales; que todo eso era mentira; la arroje al
manantial y bebí un poco de agua, algo callo en mi cabeza, me voltee a ver que había sido y vi a
dos ardillas jugando, tan solo las mire, me vieron y se escondieron, no me fije porque; de nuevo
apareció ese aroma; no quise mirar atrás, en ese instante me atemoricé y el cielo se nublo, no
sabia que hacer ni para donde coger, solo se me ocurrió gritar, al hacerlo el olor se desapareció y
vi que en el fondo del manantial provenía una mancha oscura pensé que era cosa del Diablo o de
quien sabe que; me puse a llorar, yo que tanto criticaba a mi hermano cuando lo hacia, pero en
ese momento no paraba de hacerlo, me sentía agotado, fue como si esa mancha se absorbiera mi
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energía; escuche una voz rechinante, me ensordecía, gritaba y la sentía encima mío, gire para ver
mejor ya sin lagrimas en mi cara, me arme de valor, vi a una niña llorando, con el cabello en la
cara, unos anteojos chistosísimos, con un vestido blanco lleno se sangre, le pregunte, niña estas
perdida, pero ella no me respondía, se acerco a una velocidad impresionante y me miro a los ojos,
le vi cristales; quede suspendido en el aire, una fuerza tomo mi cuerpo; ella me miraba desde
abajo, empezó a reír. Me sentía ahogado, desesperado, no podía ni gritar, me empezó a sacudir
por el aire, y caí, Jacobo apareció de la nada, sentí que se enfrentaba con la niña, reaccione y me
levante porque la niña estaba golpeando duro al perro, intente arrojarla pero no se caía, era mas
fuerte que yo, me miro con odio, se lleno de fuego, empezó arder. Corrí desesperadamente, y
corrí, y corrí…, vi una cabaña decidí entrar y refugiarme, pero en cuanto abrí la puerta vi todo
cubierto en llamas, no sabia que hacer, estaba loco, y Jacobo me seguía; sentí que estaba en el
infierno, empecé a ver almas desesperadas, todas me abrumaban, me ensordecían, quería irme de
aquel terrible lugar donde la esperanza estaba perdida y el odio permanecía, de repente vi a mi
abuela, ella vestía de blanco y a su lado la niña que me atemorizo en el bosque, me acerque y la
abracé, dijo que porque estaba perdido, le dije que no sabia, le conté todo lo que me paso, lo
único que no me atreví a contarle fue que había golpeado a esa niñita, me miro con regocijo y
empezó a cantar esas canciones que los abuelos siempre cantan, me sentí feliz, por volverla a ver,
pero recordé el 23 de septiembre cuando murió, entendí por fin que todo era una ilusión, que no
era real, porque si ella estaba muerta no la podía ver jamás, me dijo que la siguiera, lo ice, me dio
de nuevo la botellita que arroje en el manantial; me dijo que no la volviera a perder de vista y se
fue caminando hacia un abismo, ella se lanzo, la vi morir por segunda vez de la misma forma en
que la vi morir la primera.

Mis recuerdos aumentaban, sentía una gran agonía; el sol aun no salía, pasaron 3 días igual,
hasta que llegue de nuevo al lago que encontré al llevar al ganado al sembrado, no recordé lo que
le paso a las vacas, bebí de esa agua y morí.

Ahora yo te pregunto:-¿Qué estas leyendo?

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Laura Hernández

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