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Antonio Gramsci Notas sobre Maquiavelo, sobre fa politica y sobre el Estado moderno Madnd Ediciones Nueva Vision Buenos Aires Titulo del original itatiane: NOTE SUL MACHIAVELLI, SULLA POLITICA ESULLO STATO MODERNO Traduccién y notas: Jost Arie. Eicion: Diciembre 1980. Madrid © by Ediciones Nueva Vision, Buenos Aires, 1972 © by Ediciones Nueva Visién, Madrid, 1980 Hilarion Eslova, (4, p. baja Madrid-lS / Espata ISBN: 84-7519-000-6 Depésite legal: M. 3.581 1980 Imprenta FARESO, 8. A. Pasco de la Diressién, § ~ Madrid Impreso en Espai Printed in Spain 1 El principe moderno El principe moderne Apuntes sobre la politica de Maquiavelo, El caréeter fundamen- tal de El Principe no consiste en ser un tratado sistemitico, sino un libro “viviente”, en el que la ideologia politica y la ciencia politica se fundan en Ja forma dramética del “mito”. Entre la utopia y el tratado escolistico, formas bajo las cuales se configuraba la ciencia politica de la época, Maquiavelo dio a su concepeién una forma imaginativa y artistica, donde ol elemento doctrinal y ra- cional se personificaba en un condottiero que representa en forma plistica y “antropomérfica” el simbolo de la “voluntad colectiva”. E] proceso de formacién de una determinada voluntad colectiva, que tiene un determinado fin politico, no es representado a través do pedantescas disquisiciones y clasificaciones de principios y criterios de un método de accién, sino como las cualidades, los rasgos caracteristiccs, los deberes y necesidades, de una persona conercta, despertando asi Ia fantasia artistica de aquellos ‘@ quie- nes se procura convencer y dando una forma mis concreta a las pasiones politicas.t 4 Sera necesario bnsear en los exeritores politicos que precedieron a Maquia- velo la existencia de escritos configurados como El Principe. Su misma conchi- sidn esta lignda a este cardecter “mitico” del bro. Luego de haber representado al condottiero ideal en un pasaje de gran elicacin artistlea, Maquiavelo in- voea al condottiero real que histéricamente lo personifique; y es esta invoca- cién apasionada, que se tefleja en todo el libro, la que le confiere precisa- mnente el caricter dramitico. En los Prolezoment de Luigi Russo, Maquiavelo cs llamado el artista de la politica y una vez se encuentra también Ia expresién “mito”, pero no precisamente en el sentido arziba indicado, EI Principe de Maquiavelo podria ser estudiado como una ejemplificacién histérica del “mito” sozeliano, es decir, de una ideologia politica que no se presenta como tuna fria utopia, ni como una argumentacién doctrinaria, sino como la creacién de una fantasfa conereta que actia sobre un pueblo disperso y pul- verizado para suscitar y organizar su yoluntad colectiva. El ca- ricter utdpico de El Principe reside en el hecho de que el Principe no existia en la realidad histérica, no se presentaba al pucblo italiano con caracteres de inmediatez objetiva, sino que era una pura abstraccién doctrinaria, el simbolo del jefe, del condottiero ideal; pero los elementos pasionales, miticos, contenidos en el pequefio volumen y planteadas con recursos draméticos de gran ‘efecto, se resumen y convierten en elementos vivos en Ja conclu- sién, en la invocacién a un principe “realmente existente”. En el pequeiio volumen, Maquiavelo trata de cmo debe ser el Prin- cipe que quicra conducir a un pueblo a la fundacién de un nuevo Estado, y la investigacién es levada a cabo con rigor légico y desapego cientifico. En la conclusién, Maquiavelo mismo se vucl- ye pueblo, se confunde con el pueblo, mas no con un pueblo cancebido en forma “genética”, sino con el pueblo al que Maquia- velo previamente ha convencido con su trabajo, del eual procede y se siente la conciencia y expresin y eon quien se identifica total- mente. Parece que todo el trabajo “légico” no fuera otra cosa que una autorreflexién del pueblo, un razonamiento interno que se hace en la conciencia popular y que concluye con un grito apa~ sionado, inmediato. La pasién, de razonamiento sobre s{ misma, se transforma en “afecto”, ficbre, fanatismo de accién. Por cso cl epilogo de El Principe no cs extrinseco, “pegado” desde afucra, retérico, sino que, por el contrario, debe ser explicado como un clemento necesario de la obra 0, mejor, come el elemento que ilumina toda la obra y que aparece como su “manifiesto politico”. Es posible estudiar aqui cémo Sorel, partiendo de la con- cepcién de la ideologia-mito, no Iegé a comprender el fenémeno ‘del partido politico y se detuvo en Ia concepeién del sindicato profesional, Aunque ‘cs verdad que para Sorcl el “mito” no en- contraba su mayor expresién en cl sindieato como organizacion de una voluntad colectiva, sino eu Ia accién prictica del sindieato y de una voluntad colectiva ya actuante, La realizaci6n mixima de dicha accién prictica debia ser la huelga general, es decir, una “actividad pasiva” de cardcter negativo y preliminar (el ca- ricer positivo esté dado solamente por el acuerdo logrado en 10 Jas voluntades asociadas) que no prevefa una verdadera fase “activa y constructiva”. En Sorel, por consiguiente, se enfrenta- ban dos necesidades: la del mito y Ia de Ia critica del mito, en cuanto “todo plan preestablecido es utépico y reaccionario” La solucién era abandonada al impulso de lo irracional, de lo “ar- bitrario” (en el sentido bergsoniano de “impulso vital”) 0 sea, de Ia “espontaneidad”. * @ero puede un mito, sin embargo, scr “no constructive"? as posible imaginar, en el orden de intuiciones de Sorel, que sea productivo en realizaciones un instrumento que deja Ia voluntad colectiva en la fase primitiva y elemental de! mero formarse, por distincién (por “escisién”*), aunque sea con violencia, es decir, destruyendo las relaciones morales y juridicas existentes? Pero esta voluntad colectiva, formada de manera elemental, gno cesaré siibitamente de cxistir, disolviéndose en una infinidad de volun- tades singulares que en la fase positiva seguirin direcciones di- ferentes y contradictorias? Al margen de la cuestién de que no puede existir destruccién, negacién, sin una construccién y una 2 Habria que anotar agui una contradicetén implicita en el modo en que ‘Croce plantea su problema de historia y antihistoria con respecto a otros modos do pensar del mismo autor: su aversin a los “partidos politicos” y su forma de plantear la cuestién de la “previsiilidad” de los hechos sociales (cfr. Con- eersazioni critiche, serie primera, pp. 150-152, reseia del libro de Ludovico Limentani, La previsione det fatti sovili, Bocca, Turin, 1907). Si los hechos sociales son imprevisibles y el mismo coneepto de previsién es puro suefio, 1o irracional no puede menos que dominar y toda organizacién de hombres es ‘ntihistérica, es un “prejuicio”. Sélo corresponde resolver en cada caso y com “iterio inmediato, lor particulates problemas préctioos planteados por el des- arvallo histérieo (ft. cl articulo de Croce, “Il partito come gludizio e come presiadizio”, en Cultura e vita morale) y el aportunismo es la tinica linea pO- ities posible © Para Sorel es vital que la clase obrera no establezca ninguna clase decom Promiso cen la burguesia, tanto en ef dominio politico (antiparlamentarismo) ‘como en cl dominio econémico (organizacién de la cooperacién obrera). La or ‘ganizacién cooperativa posibilitarfa el paso del instinto de clase a la eonciencia de clase del proletariado, vale decir, el triunfo de la “eseisién” de Ia sociedad. Diche escisiin, “sin la cual seria imposible para el socialismo eumplir con su papel histories”, peligra a veces cuando la burguesfa, temerosa de su futuro, cede en parte a ias exigenciss del proletariado. sto expliea Ia importancia que tiene en Sorel la teoria de Ja “huelga general”: “Graeias a ella el soci subsiste joven, parccen infantiles las tentativas encarninadas al logro de ka paz social, y las deserciones de los compaiieros que se aburguesan, ademis de no desanimar a las masas, las impclen mis a la rebeldia. Fn suma: la escisiéa no corre peligro de desapareces” (Sorel, op. cit, p. 123). (N. del T.) uw afirmacién implicitas, entendida ésta no en un sentido “metafi- sico”, sino prictico, © sea, politicamente, como programa de par tido. En este caso se ve oon claridad que detris de la esponta: neidad se supoae un mecanicismo puro, detrés de la libertad (libre impulso vital), un méximo determinismo, detrés del idea- lismo, un materialismo absoluto, El principe modemo, el mito-principe, no puede ser una per- sona real, un individuo conereto; sélo puede ser un organismo, un elemento de sociedad complejo en el cual comience a con. cretarse una voluntad colectiva reconocida y afitmada pareial- mente en Ia accién. Este organismo ya ha sido dado por el des- arrollo histérico y es el partido politico: la primera célula en Ja. que se resumen los gérmenes de voluntad colectiva que tienden a devenir universales y totales. En el mundo moderno, s6lo una accién histérico-politica inmediata ¢ inminente, caracterizada por a necesidad de un procedimiento répido y fulminante, puede encamazse miticamente en un individuo concreto. La rapidez se toma necesaria solamente cuando se enfrenta un gran peligro inminente que provoca la inmediata exacerbacién de las pasiones y del fanatismo, aniquilando el sentido exftico y ta corrosividad ixéniea que pueden destruir el cardcter “carismético” del condot- Hero (es0 es lo que ha ocurrido en la aventura de Boulanger). Pero una accién inmediata de ese tipo, por su misma naturaleza, no puede ser de vaste alcance y de cardcter orginico. Serd casi siempre del tipo restauracién y rearganizacién y no del tipo ca- racteristico de la fundacién de nuevos Estados y nuevas estruc- turas nacionales y sociales (tal como en el caso de Ei Principe de Maquiavelo, donde el aspeoto de restauracién sélo cra un elemento retérico, ligado al concepto literario de la Italia des- cendiente de Roma y que dcbia restaurar el orden y la potencia de Roma); * sori de tipo “defensive” y no creativo original. Podra 8. Mas que por el modelo cjemplac de las grandes monarquias absolutas de Francia y de Espafa, Maquiavelo fve topulsado a su concepeign politics de la secesidad de un Estido unitario italiano yor el recuerdo del pasado de Roma, Es necesario poner de relieve sin embargo que Mauutavelo no debe por ell ser confundide con la tradicién lnerariasetdriea, Primero, porque este elemento no 4 exchsivo, ni ain dominante, y Ia necesidad de un gran Estado nacional no ns deducida de 4], y ademis porque el hecho misao de invocar a Rome g¢ menos abstracto de lo que parece si es colocado puntuatmente en el lima el Homanismo y del Rensciniento, En el ihro VII del Arte de le guerra se lec: “Esta provincia (Italia) parece macs para resueitar las cosas mucre fas, como se ha visto en el caso de la poesia, la pintura y la escultans” spor 12 tener vigencia donde se suponga que una voluntad colectiva ya existente, aunque desmembrada, dispersa, haya sufrido un co- apso peligroso y amenazador, mas no decisivo y catastr6fico, y sea necesario reconcentrurla y robustecerla. Pero no podrit te- ner vigencia donde hay que crear ex novo una voluntad colectiva, encauzandola hacia metas coneretas y racionales, pero de una concrecién y racionalidad ain no verificadas y critieadas por una experiencia histérica cfectiva y universalmente conocida. El cardcter “abstracto” de la concepeién soreliana del “mito” aparece en la aversién (que asume Ia forma pasional de una re- pugnancia ética) por los jacobinos, quienes fueron ciertamente una “encamacién categériea” del Principe de Maquiavelo. El Principe moderno * debe tener una parte destinada al jacobinismo (en el significado integral que esta nocién ha tenido histérica- mente y debe tener conceptualmente), en cuanto ejemplificacién de cémo se formé y operd en conereto una voluntad colectiva gue al menos en algunos aspectos fue creacién ex novo, original. Y es necesario que la voluntad colectiva y la voluntad politica cn general sean definidas en el sentido modemo; la voluntad como conciencia activa de la necesidad histérica, como protagonista de un drama histérico efectivo y real. ‘Una de las primeras partes deberia estar dedicada, precisa- mente, a la “voluntad colectiva”, planteando asi la cuestién: “;Cndndo puede decirse que existen las condiciones para que se pueda suscitar y desarrollar una voluntad colectiva nacional-po- pular?”, 0 sea efectuando un anilisis histérico (econémico) de lx estructura social del pais dado y una representacién “dramatica” de las tentativas realizadas a través de los siglos, para suscitar esta valuntad y las razones de sus sucesivos fracasos. Giuseppe Bessarione; Iosif Visariondvieh, es decir, Stalin, (N. del E.) 2 Ledn Davidovich, es decir Tratski. (IN. dol E.) 139 y Bessarione como intérprete del movimiento mayoritario.’ Las acusaciones de nacionalismo son erréneas si se refieren al nacleo del problema. Si se estudia el esfuerzo realizado desde 1902 hasta 1917 por los mayoritarios,* se ve que su originalidad consiste en eu la obra, verfa en cambio 149 al monarca que mis se aproximé al ideal del perfecto principe © Cle. tambign el libro de monsetior Kaller, Unser Laienapostolat, 29 edic., vol. I, Leusterdorf am Rhein, Verlag des Iohonnesbund, 1927, 229 El libro de Schlund tiende a introducir y a popularizar en Alemania la Accién Catélica de tipo italiano, y Plo XI debe por cierto impusarla en tal sentido, aunque con cautela, ya que una acentuada actividad podria despertar viejos rencores y Tuchas. Los catdlicos alemanes, por inicfativa del Episcopado, fundaron ya en 1919 una “Liga de paz de los catélicos alemanes”. Sobre esta Liga y las sucesivas iniciativas para desarrollarla, asi como sobre su programa, analizar la Civilté Cattolica del 19 de junio de 199. En este mismo fasefeulo véase la carta de Pfo XI al cardenal Bertram, arzobispo de Breslavia, a propésito de la Accién Catélica en Alemania, que debe ser considerada como una intervencién per- sonal del Papa para dar un impulso mayor al movimiento que en Alemania no parccia encontrar organizadores muy fervientes. La carta del Papa es nn verdadero programa tedrieo-prictico, siendo interesante en general y no sdlo part Alemania, La Civilta Cattolica Ia comenta extensamente, y os evidente que dicho comentario sirve también para otros paises. La Accién Catdtica en los Estados Unidos. Articulo de la Civilta Cattolica del 3 de cnero de 1929 sobre La campagna elettorale degli Stati Uniti ¢ le sue lezioni, a propésito de la candidatura de Smith a Ta presidencia de Ia repibiica. La Civilté Cattolica registra la encamizada re Iglesias protestantes contra Smith y habla de “guerra de No se hace mencién de la posicién asumida por Smith hacia el Papa en su famosa carta (cfr. el libro de Fontaine sobre la Santa Sede,‘ etc.), que cs un elemento de “americanismo” eatélieo. (Posi- cién de los catélicos contra 21 prohibicionismo y en favor de los farmers.) Se observa quc toda accién concentrada de los catdlieos pre- yoca una reaccién tal que los resultados son inferiores a la fuerza que los catélicos dicen poseer y de alli, por consiguiente, los peli- gros de una aceién en tiacional concentrada, gHa sido un 4 Nicolas Fontaine, Saint-Sidge, Action Praugulse, Catholiques Intégraux, Camber, Paris, 1928. (N. del E.) 230 error para los catélicos basarse en un partido tradicional como el deméerata? ¢Mostrar Ia religién coma ligada a un determinado partido? Por otro lado, en el actual sistema americano gpodrian fundar un partido propio? América es un territorio interesante para estudiar le fase actual del catolicismo como clemento cultural y como elemento politico, Es interesante la correspondencia de los Estados Unidos publi- cada en la Civiltd Cattolica del 20 de seticinbre de 1930. Los ea- tolicos recurren frecuentemente al ejemplo de los Estados Unidos para recordar su hamogencidad y su fervor religioso en relacién con los protestantes, divididos en tantas sectas y corrofdos continua mente por la tendeneia a eaer en la indiferencia 0 en la imcligio- sidad, lo cual explica cl imponente nimero de ciudadanos que on los censos declaran no tener ninguna religién. Me parece que de esta correspondencia se deduce que Ja indi- ferencia no eseasca tampoco entre los catélieas. Se refieren los da- tos publicados en una serie de articulos de lx “renombrada” “Ecclo- siatical Reviow” de Filadelfia en los meses precedentes. Un parro- co afirma que el 44 9% de sus fieles permanece durante toda una larga serie de afios enteramente desconocido, no obstante los cs- fuerzos realizados repctidamente, tanto de su parte como de sus asistentes eclesisticos, para lograr un ccnso exacto, Admite con toda sinceridad que cerea de la mitad de su grey permanccié al margen de su prédica, y no tuvo otro contacto que cl que puede dar una irregular frecucncia 2 las misas y los sacramentos. Son hechos, al decir de los mismos pérrocos, que se repiten en casi todas las parroquias de los Estados Unides. Los catélicos mantienen a sus expensas 7.664 escuela parro- uiales, frecuentadas por 2.201.942 aluranos, bajo la gufa de reli- giosos de ambos sexas. Existen también otros 2.750.000 alumnos (es decir, mas de! 50 % ) que “o por haraganeria de los padres o por Iejanfa del lugar estan constrefiidos a frecuentar las escuelas del Es tado, sin religién, donde no se escucha nunea una palabra sobre Dios, sobre los deberes hacia el Creador y ni aun sobre la exis- tencia de un alma inmortal”, Un elemento de indiferencia est’ dado por los matrimonios mixtos: “El 20:% de las familias validamente constituidas en ma- 231 trimonios mixtos descuidan la misa, si el padre no pertenece a la fe catélica; pero cuando Ja madre no es catélica, el porcentaje se eleva al 40'%. Es més, estos padres descuidan totalmente la educacién cristiana de la prole”. Se traté de restringir los matri- monios mixtos y aun de prohibitlos; pero las condiciones “empeo- raron”, porque los “recaleitrantes” en estos casos abandonaron a Ja Iglesia (con la prole) contrayendo uniones “invélidas”; estos casos constituyen el 61 % si el padre es “herético”, el 94 % si es “herética” la madre. Por ello se liberaliz6: rehusando la licencia del matrimonio mixto 2 las mujeres catélicas se tiene una pérdida del 58 %, concediéndola la pérdida es “s6lo” del 16 %. Se evidencia por consiguiente que el mimero de los eatdlicos en los Estados Unidos es solamente un niimero estadistico, de cen- sos, es aecir, es muy dificil que alguien de origen catélico declare no tener rcligién, a diferencia de Jo que ocurre con los de origen protestante. En definitiva, mis hipoeresia. De aqui se puede ju2gar la oxactitud y la sinceridad de las cstadisticas en los paises de mayoria catélica. 232 Los Concordatos gCuindo comenziron las tratativas por cl Concordat? ¢El discur- 50 del 1° de enero de 1926 se referia al Concordato? Las tratativas debian atravesar distintas fases, de mayor 0 menor oficiosidad, antes de entrar en la fase realmente oficial, diplomética: de alli que el comienzo de dichas tratativas tienda a ser apartado y tal tendencia a apartarlo, para hacer aparecer como més répido el transcurso, es natural. En la Civilté Cattolica del 19 de diciembre de 1961, en la p. 548,* se dice: “Al final yuclve a cvocar fielmente la historia de las tratativas, que se extendieron desde 1926 hasta el afio 1929". Relaciones entre Estado e Iglesia. El Vorwiarts del 14 de junio de 1929, en un articulo sobre el concordato entre la Ciudad del Vaticano y Prusia, escribe que “Roma la ha considerado quizds sin validez, (la legislacién precedente que ya constituia de hecho un concordato) a continuacién de los cambios politicos ocurrides en Alesania”. Admitido este principio 0, mejor, afirmado por Ia ini- ciativa del Vaticano, puede condueir muy lejos y ser tico en con- secuencias politicas. En la Vossiche Zeitung del 18 de junio de 1929, el Ministro de Finanzas prusiano Hoepker-Aschoff planteaba ast le misma 2 Nota bibliogrifica sobre el libro de Wilfrid Parsons The Pope and Italy, Washington, The America Press, 1929. Parsons es disector de la revista America. 233, cucstién: “Egualmeate, no es posible desconocer el fundamento de Ja tesis do Roma que, en presencia de les muchos cambios politicos y tertitoriales ocurridos, consideraba que les acnerdos debian. ser adaptados a las nuevas circunstancias”. En el mismo articulo Hoep- kker-Ascholf reeuerda que-“el Estado prusiano siompre habia sos- tenido que los acuerdos de 1821 estaban todavia en vigor”. Para el Vaticano la guerra de 1870, con sus cambios territo- rales y politicos (engrandecimiento de Prusia, constitucién del im- perio germénico bajo la hegemonia prusiana) y el periodo del Kul- turkampf no eran “cainbios” tales como para constituir “nuevas ‘eireunstancias”, mientras que habrian sido esenciales Jos cambios ocurrides luego de la gran guerra. Evidentemente, ha cambiado ‘el pensamiento juridico del Vaticano y puede cambiar més toda- va, segiin sus conveniencias politicas. A.C. Jemolo en cl articulo “Religione dello Stato c confession annesse”? escribe lo siguiente: “En 1918 se lograba una importan- tisima innovacién en mestro derecho, innovacién que, cosa extra- fia (jpero en 1918 existfa la censura de la prensal), posaba total- mente desapercibida. El Estado volvia a subsidiar el culto catélico, abandonando Iuego de sesenta y tres-afios el principio cavouriano que habia sido colocado en Ja base de Ia ley sarda del 29 de mayo de 1855, segyin el enal el Estado no debe subsidiar ningiin culto’ La innovacién fue introdueida con D. L. (Luogotenenziale) 17 de marzo de 1918, n. 396, y 9 de mayo, n. 855. A propésito, Jemolo recomienda la nota de D. Schiappoli, “I recenti provvedimenti eco- nomici a vantaggio del clero”, Napoles, 1922, extraida del volu- men XLVIII de las Actas de la Real Academia de Ciencias Mora- les y Politicas de N&poles. Concordatos y tratados internacionales. La capitulacién del Esta- do moderno que se verifica en los concordatos se disfraza identifi- cando verbalmente concord:tos y tratados internacionales. Pero tun concordato no es un tratado internacional comin. En el concor- dato se realiza de hecho una interferencia de soberania en un solo territorio estatal, ya que todos sus articulos se reficren a los ciuda- danos de uno solo de los Estados contratantes, sobre los cuales el 2 Ba Nuoot Studt di Diritto, Economia, Politica, 1930, p. 30. 234 poder de un Estado exterior justifica y reivindica determinados de- rechos y poderes de jarisdiccién (aunque sea de una determinada jurisdiccién especial). ce que 10 logré sus objetives: dio lugar Trorbesas desvinciones “feministas” en sentido peyerativa eho creado a In mujcr (dels clases aliss) una posicion socal reagojt ‘Animalidad” © industriatismo. La historia del industsabsino fe sieinpre (y lo es hoy de una manera més acentuade y rigurosa) bina continua fucka contra el clemento “animalidad™ del eg 1un proceso ininterrampido, frecuenteme o e sojuzgauniento de los instintos (nt Drimitivos} a reglas siempre nnevas, rigides, y 2 habjtos de orden, eaaetited sibles las Fornas.sieanpre mis complejas rnte doloroso y sangriento, turales, es decir, animales } cada vez més complejas \ ¥ precisién que tornen po- de vida colevtiva que son lucha es ImPuesta desde el exterior y hasta ahora lox resultados cbtenidos, si bien tienen un gran valor practi en gran parte puramente wn ga ietica inmedito, son En necinicos, wo se han transformado en jis jseeunda aacuraleva”. Pero toda manera nueva de eee ge 3 idle siempre, durante un cierto tiempo, cf resultado de © Sompresin mecinica? Los inismos instintos que hoy es necesario Prag a demasiado “animals”, conettuyeron en tealdnd un progres ‘e sobre los anteriores, to i as Quien podtin deseibir cb “eoato™ tn sd hemenne, Pmtvos a Sojuzgamientos de los instintos, del pasaje de la etapa nomade 4 la vida sedentaria y agricola? Aqui entry Ine es de esclavitud de la gleba y del oficio, cle. Hasta short wader cambios en el modo de ser y de vivir ocurtieron ‘mediee a Covrei6n Brutal, es decir, mediante el dominio de un gripe cecil 302 sobre todas las fuerzas productivas.de la, sociedad: 1a seleccién © “educacién” dél hombre adaptado a los nuevos tipos de civiliza; =? cién, vale decir a las nuevas formas de produccién y de trabajo ha ccurride mediante el empleo de inauditas brutalidades, lanzando al infierno del desclasamiento a los débiles y a Ios refructarios 0 climinéndolos del todo. En cada aparicion de nuevos tipos de civilizacién, 0 en el curso del proceso de desarrollo, se han pro- ducido crisis, gPero quién se vio implicade en estas crisis? No las masas trabajadoras, sino las clases medias y una parte de la misma clase dominante, que habia sentido también Ja presién coer- citiva, que necesariamente cra ejercida sobre toda el Area social. Las crisis de dibertinaje fueron numerosas: cada época histérica ha tenido alguna, Cuando la presién cocrcitiva es ejercida sobre todo el comple- jo social (y esto ocurre especialmente después de la caida de la esclavitud y el advenimiento del eristianismo) se desarrollan ideo- logias puritanas que confieren al empleo intrinseco de Ia fuerza la forma exterior de la persuasion y del conseuso; pero una vez que se ha aleanzado el resultado, al menos cn cierta medida, la presién se dispersa (histéricamente, esta fractura se verifica de max neras muy diferentes. como és natural, ya que la presion siempre asumi Jormas originales, frecuentemente personales: se ha identi ficado con un movimiento religioso, creé un aparato propio que Se personiticd en determinados estratos o castas, toind el nombre de Cromwell o de Luis XV, cte.). y advieue la crisis de Jibertinaje (la crisis francesa después de la muerte de Luis XV, por ejemplo. no puede ser comparuda con la crisis worteamericana después de la legada de Ronsevelt, ni cl prohibicionismo tiene equivalente en las Gpoeas precedentes, con su sccuiela de bandidaje, ete.) que sin embargo sélo roza superficiahnente a las masas trabajadoras o las toca indirectamente porque depravs 2 sus inujeres. En efecto, estas masas 0 bier dquicren ya los Iitbitos y las costumbres necesarias para les nuevos sistemas de vida y de trabajo o bien coutinan sintiendo la presin cocreitiva por las nevesidades clementales de su existencia (el mismo antiprohibicionismo no fue deseado par Jos obreros y la corrupeién que el contrabaado y el bandidaje aca- rre6 estaba difwndidh entre las clases superiores). En la posguerra se ha verificado una erisis de las costum- bres de una extensién y de una profundidad inaudita, pero esta crisis se ha manifestado contra una forma de eoercién que ne habia sido impuesta para crear los habitoy aeordes con una nueva 303 forma de trabajo, sino por las necesidades, reconocidas ya como transitorias, de la vida de guera y de trinchora. Esta presion Teppimis especialmente los instintos sexuales, sum Ios notmales, cen grancles masas de jévenes y In erisis desencadenada on al mar ida normal se torné mis violeuta por la dlesaparicion de tantos varones y por un desequilibnio permanente ntr¢ Jos individuos de los dos sexos. Las instituciones ligadas a Ja vida sexual recibieron una fuerte sacu- dlida y en Ja cuestién sexual se desarvollaron nuevas fornee le -ntopia Hluminista.'La crisis se torné mas violenta (y lo es todavia) sybor el hecho: de:que la tocado a todos los estrites de lt pobla- bors Jas necesidades de los nuevos méto- tanto sé venfan imponieiidd (taylo- neral). Estos nuevos métodos exigian na de los instintos sexuales (del sistema ner: juha’ consolidacin” de “li” “familia” ‘en’'sentido amiplio"(iS"de' esta o aquella forma del sistema familiar), de le “eglamentacion y estabilidad de'las relaciones sexuales er foes, ecs® insist sobre el hecho de que en el campo sexval 1 Factor Sdeologico mis depravado y “regresivo" es la concepeién uminista y Tibertina propia de las clases no ligadas ostivche: mente al trabajo productivo, y que se propaga de estas clases a Ins de los trabajadores. Este elemento se toma tanto mis grave sien un Estado las masas trabajadoras no sufren més la presion cocrcitiva de una clase superior, si los nuevos hibitos y actitudes psicofisicas conexas a los nuevos métodos de produceién y de tra, bajo deben ser adquiridas por la via de la persuasiin reefproca 0 dle convieciones individualmente propuestas y aceptadas, Puede ctearse asi una situacién de doble fondo, un conflicto intimo en. tre Ia ideologia “verbal” que reconoce las nuevas necesidades y la Prictica real, “animal’, que impide a los cuerpos fisicos la efectiva adquisicion de las nuevas actitudes. Se forma en este caso lo que se pucde Tamar una situacién de hipocresia social totalitaria,;Por qué totalitaria? En las otras situaciones los estratos populares’ son obligados a observar Ia “virtud”; quien la predica no la observe aunque Ia alabe de palabra, de suerte que la hipoeresia cs par. cial, ne total. Esta situacién, por cierto, no puede durar y conducira funa etisis de libertinaje, pero sélo cuando las masas hayan asim. Jado In “virtua” en hibitos permanentes o casi permanentes, vale decir, con oscilaciones eada vez menores. Por el contravio, en exso de que no exista presién coercitiva de una clase superion Ie “vin, 304 tud” ¢s afirmada de una manera general y no ¢s observade nt por conviccién ni por coercidn, no logrindose por lo tanto la ac a cién de las actitudes psicofisieas necesarias para los nuevos mét fo dos do trabajo. La erisis puede convertirse en “permanente”, on decir, de perspectiva catastréfica, ya que sélo la coercién po is definirla, una coercién de nuevo tipo en cuanto, cjercida por la lite de una blase sobre la propia clase, no puede menos que ser una autocoercin, 0 sea, una autodisiplina (Alfieri que se hace atar a la silla).* En todo caso, lo que se pucde oponer a esta funcién de las dlites ¢s la mentalidad iluminista y libertina en la esfera de las relaciones seniales; Iuchar conta esta coneepeién significa precisamente crear las élites necesarias para esta a histérica, o al menos desarrollarlas para que su funcidn se extien da a todas las esferas de la actividad humana Reacionalizatin de la producciény del abajo, La tendencia de Leén Davidovich’ estaba estrechamente ligada a esta serie de problemas, lo que no me parece que se ayn puesto bien en ev dencia. Su contenido escncial, desde este punto de vista, Ratio €n la voluntad “demasiado” resuelta (y por consiguiente no racio- nalizada) de dat la supremacia, en la vida nacional, a la industria y a Jos étodos industrials, de acelear, mediante medias coeret- vos exteriores, In diseiplina y el orden en la produccién, de adecuar las eostumbres a las nevesidades del trabajo. Dada la forma gene- zal de abordar todos los problemas vineulados a la tendencia, ésta debia desemboear necesariamente en una forma de borapartismo, de alt por consiguiente In nocesided de suprimira. Sus preceupa ciones eran jstas, pero In slucions prctieas eran profundamente erréneas; en este desequilibrio entre teoria y préctiea era Fa el peligro, que por otro lado ya se habia manifestado precedente mente, en 1921. El principio de la coerciéu, directa ¢ indirecta, : el ordenamiento de la produccién y del trabajo es justo, pero ° t la lectura de las virtudes de los héroes de Ph 0 y dev ade Tome bors! mimo ana penciled, Alfess sis endo Se foe ate topes ta sees Stae Gadus ecco ical oe eer CrCe eer oboer ar secrets oa are tae (N. del T.) + "Lev Davidovich Bronstein (Teoh). (N. del.) 305 forma que habia asumido era errénea: el modelo militar se habla convertido en un prejuicio funesto v los ejércitos del trabajo fraca- saron. Interés de Le6n Davidovich pot el americanismo; sus articulos, sus encuestas sobre el byt y sobre Ia literatura; estas actividades eran menos extrafias entre si que cuanto lo parceia, ya Que los nuevos métodos de trabajo estin indisslublemente ligados aun determinado modo de vivir, de pensar y de sentir la vida: no se pueden obtener éxitos en un campo sin obtener resultados tani bles en el otro. En EE.UU., la racionalizacién del trabajo y el prohi- bicionismo estén indudablemente ligados: las encuestas de los i dustriales sobre la vida intima de los obreros, los servicios de ins. pecefones creados en algunas empresas para ‘controlar ia “morali dad” de los obreros, son necesidades de! nuevo método de trabaj Reitse de estas iniciativas (aunque hayan fracasado) y ver en ellas s6lo una manifestacién hipéerita de “puritanismo", es negurse a comprender la importancia, el significado y el alcance objetivo del fenémeno norteamericano, que es también el mayor esfuctzo colec- tivo verificado hasta ahora para crear, con rapidez inaudita y con tuna conciencia de los fines jamis vista en la historia, un tipo nuevo de trabajador y de hombre. La expresién “conciencia del fin” puede parecer por lo menos humoristica para quien recuerda la frase de Taylor sobre el “gorila amaestrado”. Taylor expresa con un eh. nismo brutal el fin de la sociedad norteamericana: desarrollar on grado maximo en el trabajador las actitudes maquinales y automa- ticas, destruir cl viejo nexo psicofisico del trabajo profesional cas lificado que cxigia una cierta participaeién activa de la inteligen- cia, de la fantasia, de la iniciativa del trabajador y reducir las ‘operaciones productivas a su solo aspecto fisico y maquinal. Pero, en realidad, no se trata de novedades originales, se trata Unica, mente de la fase mis reciente de un largo proceso auc se ha iniciado con el nacimiento del mismo industrialismo, fase que es sélo més intensa que las preccdentes y se manifiesta bajo formas ms bratales, pero que seré superada mediante la ereacién de un nuevo nexo psicofisico de tipo diferente de los precedentes ¢ indu. cablemente superior. Se producira incluctablemente una scleceién forzada, usa parte de la vieja clase trabajadora seri despiadada- « yt significa en vuso et modo de vida. Se tefiere a los excritos de ‘Trotski dedicidos al analisis de la vida cotidiana en la Rusia sovigtica, Cfe. Leén ‘Frotsai, EI nueco curso / Problemas de la vida eotidiana, cuadernos de Pasa do y Presente nv 27, Cérdaba, 1971. (N. del 7.) 306 | | | | | monte climinuda del mundo del trabajo y quizis del mundo tout court. Desde este punto de vista es preciso estudiar las iniciativas “poritanas” de los industriales norteasnerieanos tipo Ford. Es cferto que ellos no se preoeupan por Ia “humanidad” y la “espiritualidad” del trabajador, que son destmiidas de inmediato. Esta “humanidad y espiritualidad” s6lo puede realizurse en cl mundo de la produc cién y del trabajo, en la “ereacién” produetiva; era maxima en el artesano, en el “demiurgo”, cuando la personalidad del trabaja- dor se reflcjaba toda en el objeto creado, cuando era atin mny fuerte la ligazén entre arte y trabajo. Pero justamente contra este “humanismo” lucha el nuevo industrialismo. Las iniciativas “puri- tanas” tienen sélo el fin de conserva, fuera del trabajo, un cierto equilibrio psicofisico que impida el colapso fisioldgico del trabaia dor, exprimido por el nuevo método de produvcién, Este equilibrio’ no puede dejar de ser puramente exterior y mecinico, pero“podrét ‘convertirse en interior si es propuesto por el: mismo Um ory tio impuesto desde afiieva, st lester Por ome Weartormedey “sociedad, con medios apropiados y origiaalesy FT industrial norte sociedad, con medios Americano se preocupa por mantener la continuidad de la eficien- cia fisica del trabajador, de su eficiencia muscular nerviosa: su in- terés es tener una maestranza estable, un complejo permanente mente en condiciones, porque ef conjunto humano (el trabajador colectivo) de una empresa es una maquina que no debe ser des- montada con demasiada frecuencia y cuya renovacién en sus pie- zs fundamentales debe ser realizada sin que se sufan enormes pérdidas, El denominado “alto salario” es un elemento dependiente de cesta necesidad: ¢s el instrumento para seleceionar una maestranza adaptada al sistema de produccién y de trabajo y para mantenerla en fornna estable. Pero cl alto salario es de doble filo: es preciso que cl trabajador gaste “racionaliente” Tos sueldos mis abundantes, para mantener, renovar y posiblemente acrecentar su cficiencia muscular nerviosa, no para destruitla o cortarla. De alli, entonces, que la lucha contra el alcohol, el agente més peligroso de destruc cién de las fuerzas de trabajo, se convierta en funcién del Estado, Es posible que otras luchas “puritanas” se conviertan también en funcién del Estado, si la iniciativa privada de los industriales se demuestra insuficiente, o si se ‘desencadena una crisis de morali- dad demasiado profunda y extensa en las masas trabajadoras, lo 307 que podria ocurrir como consecuencia de una prolongada crisis de desocupacién. A la cuestién del aleohol esté ligada la cuestién sexual. El abuso y Ia irregularidad de las funciones sexuales es, después del aleoholismo, el enemigo mas peligroso de fas energias nerviosas y cs una observacién corriente que el trabajo “obsesionante” provoca depravaciones aleohdlicas y sexuales. Las tontativas realizadas por | Ford de intervenir, mediante un cuerpo de inspectores, en la vida privada de sus dependicntes y controlar cémo gastaban su salario Y e6mo vivian, es un indicio de estas tendencias todavia “priva- das” 0 latentes que pueden transformarse, en cierto momento, en ideologfa estatal, injertindose en el puritanismo tradicional, vale |. decir, presentindose como un renacimiento de la moral de los pio- C neros. det “verdadero” americanismo, ete. El hecho mis notable del fenémeno-norteamerieano en relacién con estas manifestacion nes es el distanciamiento que so ha formado y que se irh acentuane do cada vez mis entre la moralidad-costumbre de los trabajadores y la de los otros estratos de la poblacién. : EI prohibicionismo ha dado ya un ejemplo de tal separacién.

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