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Diez sugerencias para mantener equilibrio entre el

ministerio y la familia: ayuda para la lucha


por Greg Leith

Tarde una noche entré a su habitación al llegar a casa después del trabajo. Mi hijo de doce años
todavía estaba despierto, acurrucado bajo las cobijas.

“Es miércoles –dijo--. Era nuestra noche de salir juntos, papá. Te olvidaste”.

Entre los plazos de entrega, los donantes, y la lista de cosas que hacer, había olvidado el más
importante ministerio que Dios me ha encargado: mi familia. Habían pasado semanas desde que
mi esposa y yo solos salimos a una cita romántica, sin tener que pensar en nuestros trabajos.
Sabía que las cosas necesitaban cambiar, ¡y pronto! En vez de centrarme en el trabajo, necesitaba
centrarme en mi familia y mostrarles que eran tan importantes para mí como mi ministerio.

La familia importa

Nos dedicamos a cumplir las metas de nuestro ministerio y, de alguna manera, en medio de
nuestro trabajo, nos olvidamos de un muchachito en casa que nos espera para jugar a la pelota,
de una hija adolescente que nos espera para conversar de muchachos, y de una esposa que espera
recibir la misma atención que le dimos cuando éramos novios. ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo
sucede? ¿Qué puede hacer usted para impedir que esto suceda? ¿Por qué nos parece que
necesitamos trabajar largas hora y con tanto ahínco?

¿Cuál es la recompensa que usted espera recibir? ¿Será posible que la recompensa le haya
ganado “por una cabeza” a su preciosa familia o a la esposa de quien estuvo locamente
enamorado durante sus días de noviazgo? Ellos necesitan lo mejor de su tiempo, y no el tiempo
que le sobra.

Una vez salí a tomar una taza de café con un pastor. En la conversación que tuvimos, me confesó
la verdad acerca de su familia. Muchas veces he oído anécdotas similares de otros pastores. El
pastor con quien me había reunido me contó cómo estaban las cosas en su ministerio. El
ministerio estaba floreciendo, pero su familia sufría. Más tarde, dejó por un tiempo el ministerio
para dedicarse a su familia hasta que las cosas cambiaran. Me complació que hiciera esto, pero
me sorprendió que una vez más hubiera visto un incidente en que el ministerio le había ganado la
partida a la familia de un pastor.

George Wald, biólogo de Harvard y receptor del Premio Nobel, tiene algunos pensamientos: “Lo
que uno realmente necesita no es el premio Nobel sino amor. ¿Cómo cree usted que uno llega a
obtener el premio Nobel? Buscando el amor. Con un deseo ardiente de tenerlo, uno trabaja todo
el tiempo y termina laureado con el Nobel. Es el premio de consolación. Lo que importa es el
amor”.

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Si estuviéramos sentados en una cafetería cerca de su casa, conversando acerca de su día, le haría
una pregunta personal. ¿Cuál es el premio que usted busca? ¿Será posible que el premio le haya
ganado la partida a su preciosa familia o a la esposa de quien estuvo locamente enamorado
durante sus días de noviazgo? Ellos necesitan lo mejor de su tiempo, y no el tiempo que le sobra.

Diez sugerencias

Antes de que se enfríe el café y ambos tengamos que irnos, es hora de equilibrar nuevamente el
ministerio y la familia. Aquí hay diez ideas para ponerlo a pensar y ayudarlo a volver al debido
enfoque.

1. Reúna a su familia y definan una declaración de misión de la familia. Tan importante como
tener un enfoque claro en el centro de trabajo es tenerlo como familia. Queríamos que nuestra
familia comprendiera por qué estamos aquí en la tierra y cuáles eran los principios que
gobernarían nuestro tiempo juntos. Queríamos tener un patrón que seguir para la toma de
decisiones y los conflictos. ¿Necesita ayuda para comenzar? Esta es nuestra declaración:

“Como familia, viajamos juntos por la vida, echando raíces en Cristo y levantando alas para
nuestra misión: ser equipados para marcar una diferencia en nuestro mundo al aprender a vivir
como Cristo, por Cristo, y en Cristo.”

Hemos diseñado otros elementos en esta declaración de misión, como una casa con paredes de
risa, puertas de oración, y ventanas de otros importantes rasgos de carácter.
2. Cada semana, planee tiempo para su familia. Anótelo en su calendario. Deje de pensar que
tiene que hacer una cosa más antes de dejar la oficina para ir a casa. Planee su semana con
tiempos específicos, ¡y cúmplalos¡
3. Eche por la borda las cosas de su horario que no son importantes. Cumpla la misión para la
cual Jesucristo lo ha llamado, y no la misión que otros quieren que usted cumpla. Sea inflexible
en este aspecto.
4. Si su trabajo requiere que constantemente dedique horas extra para cumplirlo, es tiempo de ver
otras maneras de cumplir su deber. Usted no puede cumplir solo la misión de organizar, de modo
que deje de tratar. Pida al Señor que envíe obreros a su mies y observe cómo Él lo hace. Pida a
Dios que le dé resultados sobrenaturales del tiempo que dedica a su día, luego vaya a casa y sea
ministro del otro campo misionero que Dios le ha dado: su familia.
5. Si usted tiene personal a su cargo, exija que estas personas pongan en su descripción de
trabajo que necesitan dedicarse a su familia, y que anoten cómo lo harán.
6. Haga cosas con toda su familia o con ciertos miembros de la familia. Por ejemplo, vaya de
excursión, desayune en un restaurante un sábado, o tome un cafecito con su esposa en que
puedan orar juntos por el día. Al hacerlo, recuerde que los momentos de aprendizaje son casi
como “accidentes intencionales”. Suceden, pero no siempre porque usted los planeó. Planee
considerables espacios de tiempo durante el año para que puedan “ocurrir” momentos de
aprendizaje.
7. Disponga un plan de desarrollo espiritual para cada uno de sus hijos. Tome en cuenta las
fortalezas de ellos, los aspectos que necesitan mejorar, y lo que piensa hacer para formar el
carácter de sus hijos conforme crecen bajo su cuidado. Nuestros hijos son flechas que lanzamos a
un mundo que no podemos ver del todo. Nuestra responsabilidad es formarlos en flechas que

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vuelen directo y lleguen al blanco del reino que Dios ha designado para ellos.
8. Planee pasar una hora por semana con cada uno de sus hijos, y también con su esposa, y
céntrese solamente en ellos. Reunirse con miembros de su familia no tiene que ser costoso; lo
importante es que pasen tiempo juntos. Cuando no me ha alcanzado el dinero, he pasado tiempo
con mi hijo en el traspatio.
9. Cuando esté de viaje, envíe a su familia un mensaje electrónico o una tarjeta postal. Llámelos
por teléfono y, además de conversar, ore con ellos.
10. Al final del día, haga tres preguntas a su esposa o a sus hijos: “¿Qué pasó hoy que te hace
sentir complacido?” “¿Qué pasó hoy que quisieras remediar?” “¿En qué viste a Dios en tu vida
hoy?”

Cuando hablo acerca de la paternidad en seminarios FamilyLife [Vida Familiar] sobre el


matrimonio, pido a los hombres que digan palabras que describen recuerdos de su padre. Muchas
de las palabras son negativas, tales como “ausente”, “dominante”, e “indiferente”. Si a sus hijos
se les pidiera que lo describan a usted como padre, o si su esposa estuviera recordando la vida de
usted en el servicio funeral, ¿qué palabras usaría? Si no está conforme con las palabras que
usarían, es hora de que haga algunos cambios en la manera de dirigir a su familia. Si usted es el
varón de la familia, no deje a su esposa el trabajo de ser jefe de la familia. El liderazgo no debe
ser asumido sólo por ella. Asuma usted la responsabilidad que le corresponde.

En su traducción de Proverbios 11:29, en The Message [El Mensaje], Eugene Petersen dice:
“Explota o abusa de tu familia, y terminarás con un puñado de aire”.

Cuando llegue al final de mis años de trabajo y los castillos de mi ministerio se eleven altos y
fuertes, quiero tener en mis manos algo más que aire. ¿Está usted complacido con la inversión
que ha hecho para edificar a su familia y a su matrimonio? Si la respuesta es negativa, al
terminar de leer este artículo, ¿por qué no concerta algunas importantes citas con su esposa y sus
hijos?

“Oye, papi, pasé el examen”, dice mi hija quinceañera. Estoy escribiendo este artículo en la
oficina donde se saca licencia para conducir vehículos de motor. Vine aquí con mi hija para que
ella sacara su permiso de conducir. Algunos días no hay modo de equilibrar, así que últimamente
estoy tratando de integrar. ¡Qué bueno es tener una computadora portátil! Al dar un gran abrazo
a mi hija por pasar el examen, sentí gran satisfacción por haber decidido que mi lista de cosas
que hacer podía esperar. El recuerdo de esta mañana pasada con ella durará por siempre.

 2008 Greg Leith, usado con permiso.


Reimpreso de la publicación Enriquecimiento Q1, 2006.

Greg Leith, Rancho Santa Margarita, California, es director de relaciones empresariales en la


Universidad Biola. Greg y su esposa Shelley son parte del equipo nacional de oradores de Family
Life Ministries [Ministerios de Vida Familiar].

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