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EL ARRESTO CIUDADANO Y LA “CADENA RONDERIL”

J. Fernando Bazán Cerdán


Juez Especializado Penal de Cajamarca
23 de mayo de 2009
joferbac@yahoo.es

Deviene en una necesidad pedagógica y en una exigencia práctica para los operadores
jurídicos y la ciudadanía en general, poder establecer la naturaleza conceptual del
arresto ciudadano y de la “cadena ronderil”, sus semejanzas y diferencias, y algunos
aspectos puntuales para el perfeccionamiento de ambas instituciones.

Arresto ciudadano

El arresto ciudadano se encuentra regulado en el artículo 260° del nuevo Código


Procesal Penal del Perú (2004), junto a la detención policial en flagrancia prevista en el
artículo 259° del referido Código Adjetivo.

En el derecho comparado se encuentran referencias previas sobre el arresto ciudadano,


tal como se aprecia del artículo 16° de la Constitución de México, el artículo 10° de la
Constitución Política de Bolivia (reformada en 1994), el artículo 287° del Código
Procesal Penal de Argentina, el artículo 491° de la Ley de Enjuiciamiento Criminal de
España, los artículos 837° y siguientes del “California Penal Code”, los artículos 140.05
y siguientes del “New York Penal Code”, etc.

El arresto ciudadano es una institución jurídica del ámbito procesal penal que se ha
venido incorporando a nuestra realidad social como parte de la implementación
progresiva del nuevo Código Procesal Penal (NCPP), como es el caso de Huaura, La
Libertad, Tacna, Moquegua, Arequipa, Lambayeque, Piura y Tumbes. Sin embargo, el
día 14 de mayo del 2009 el Congreso de la República aprobó el Proyecto de Ley N°
2155/2007-PE, presentado a principios de año 2008 por el Presidente Constitucional de
la República y el Presidente del Consejo de Ministros, por el cual se dispone que el
arresto ciudadano entre en vigencia en todo el país a partir del 01 de julio del 2009.

En tal sentido, el texto de los artículos sobre la detención policial y el arresto ciudadano
de pronta entrada en vigencia, son los siguientes:

Artículo 259.- Detención policial.-


1. La Policía detendrá, sin mandato judicial, a quien sorprenda en flagrante
delito.
2. Existe flagrancia cuando la realización del hecho punible es actual y, en esa
circunstancia, el autor es descubierto, o cuando es perseguido y capturado
inmediatamente de haber realizado el acto punible o cuando es sorprendido con
objetos o huellas que revelen que acaba de ejecutarlo.
3. Si se tratare de una falta o de un delito sancionado con una pena no mayor de
dos años de privación de libertad, luego de los interrogatorios de identificación y
demás actos de investigación urgentes, podrá ordenarse una medida menos
restrictiva o su libertad.

Artículo 260.- Arresto Ciudadano.-

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1. En los casos previstos en el artículo anterior, toda persona podrá proceder al
arresto en estado de flagrancia delictiva.
2. En este caso debe entregar inmediatamente al arrestado y las cosas que
constituyan el cuerpo del delito a la Policía más cercana. Se entiende por entrega
inmediata el tiempo que demanda el dirigirse a la dependencia policial más
cercana o al Policía que se halle por inmediaciones del lugar. En ningún caso el
arresto autoriza a encerrar o mantener privada de su libertad en un lugar público
o privado hasta su entrega a la autoridad policial. La Policía redactará un acta
donde se haga constar la entrega y las demás circunstancias de la intervención.

Sobre la detención policial no cabe anotar nada sustancial, salvo que el mismo
contenido del artículo 259° del NCPP sobre la detención policial en flagrancia, en los
distritos judiciales donde aún no se aplicaba el modelo procesal penal acusatorio,
garantista y adversarial, ya se encontraba vigente en lo referido a la definición de la
flagrancia propiamente dicha, la cuasi flagrancia y la flagrancia presunta, gracias al
artículo 4° de la Ley N° 27934, Ley que regula la intervención de la Policía y el
Ministerio Público en la investigación preliminar del delito.

En cuanto a las notas generales del instituto del arresto ciudadano -que en puridad no es
una modalidad de la medida coercitiva procesal de detención-, debe indicarse que
mediante la autorización legal dada se habilita a todas las personas para arrestar a un
presunto delincuente, siempre que la comisión delictiva sea en estado de flagrancia,
debiéndose entregar inmediatamente al arrestado a la autoridad policial más cercana y
prohibiéndose el encierro o privación de la libertad del arrestado sea en lugar público o
privado (generalmente, bajo la probable excusa de mantener tal situación hasta su
entrega a la autoridad policial).

Adicionalmente, es posible mencionar como características del arresto ciudadano las


siguientes: 1) Es una facultad, no una obligación del ciudadano. 2) Sólo procede en caso
de flagrancia delictiva (flagrancia propiamente dicha, cuasi flagrancia y flagrancia
presunta), vale decir, sólo por la comisión de delitos y no por hechos punibles
constitutivos de faltas. 3) No autoriza a los ciudadanos a interrogar ni a ejercer violencia
contra los “retenidos” o arrestados y/o tampoco para registrarlos a efectos de buscar
pruebas adicionales. 4) Es bastante probable que en pocos casos sea aplicado por el
ciudadano común, sino que principalmente sea aplicado por grupos de ciudadanos
organizados para proteger la seguridad de zonas urbanas (rondas urbanas, juntas
vecinales, serenazgo, etc.)

Respecto a los cuestionamientos y riesgos derivados de la inminente y generalizada


aplicación del instituto del arresto ciudadano, algunos especialistas (Bazán Seminario,
Ruiz, Jiménez y Amoretti), han destacado aspectos tales como: 1) Le falta una cobertura
constitucional explícita, por lo que su reconocimiento vía legal a los ciudadanos debe
hacerse en forma excepcional, subsidiaria y en consonancia con el principio
constitucional de “corrección funcional”. 2) El uso legítimo de la fuerza y el ejercicio
del ius puniendi, materializado en el arresto o detención de una persona, se ha reservado
al Estado y no a los particulares. 3) Los ciudadanos no tienen condiciones,
entrenamiento y preparación semejante a la policía para detener a una persona en
flagrancia, lo que los expondría a afectaciones en sus derechos. 4) Es probable que sea
empleada por grupos sociales (políticos, barras, pandillas, etc.), luego de algún
enfrentamiento, para encubrir actos de violencia y delitos. 5) Su aplicación podría

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generar un sustancial descuido en la labor de la PNP, principal órgano de detención de
delincuentes y parte esencial del sistema de seguridad ciudadana. 6) Su generalización
podría desnaturalizar y convertirla en instrumento de la justicia por mano propia, o
practicarse ante una amenaza de comisión de un delito, o ante la simple sospecha de su
realización. 7) Su materialización podría afectar el principio constitucional de la
presunción de inocencia.

Cadena ronderil

Por su parte, es preciso destacar que la “cadena ronderil” es una práctica muy extendida
en Cajamarca, realizada por las rondas campesinas (organizaciones sociales del norte y
nor-oriente del Perú, especialmente en Cajamarca, San Martín, La Libertad,
Lambayeque y Piura, que resuelven conflictos y realizan labores de seguridad ante la
ausencia o incapacidad del Estado para brindar tales servicios públicos en zonas rurales)
y que implica someter a una persona “investigada” o “culpable” del alguna conducta
antisocial a la actividad de patrullar, durante varias noches (incluso días), obligándola a
desplazarse por varios lugares, con diferentes turnos de ronderos, para que así todos (los
miembros de los centros poblados o caseríos) lo conozcan y se vaya generando en él un
escarmiento, así como para obtener el reconocimiento de responsabilidad sobre un
hecho criminal imputado.

En época reciente, la Corte Suprema de Justicia de la República se ha pronunciado en


varias sentencias (Recursos de nulidad N° 5622-97, N° 4382-97 N° 975-2004, Nº 752-
2006, Nº 4160-96, Nº 764-2004, Nº 1836-2006, Nº 2174-2005, etc.), sobre la capacidad
de las comunidades campesinas y de las rondas campesinas para administrar justicia, la
naturaleza de la “cadena ronderil” y el error de comprensión culturalmente
condicionado, derivadas de procesos por los tipos penales de secuestro, lesiones,
usurpación de funciones, desobediencia y resistencia a la autoridad, etc.

En las sentencias de la Corte Suprema sobre el particular, se encuentran


fundamentaciones disímiles en cuanto a las atribuciones de las rondas campesinas para
capturar a las personas y aplicarles la “cadena ronderil”.

Así, en algunas sentencias la Corte Suprema ha afirmado de manera inconsistente que


las rondas campesinas podrían capturar a personas como parte de sus funciones de
seguridad comunal (defensa y cooperación frente al delito común) y que su amparo
normativo se encontraba en el artículo 149º de la Constitución –que por lo demás no las
faculta expresamente para detener a personas-, razón por la cual deviene en aplicable la
eximente de responsabilidad penal al obrar por disposición de la ley. En otras sentencias
la Corte Suprema ha señalado de modo singular que la cadena ronderil, “…no reviste el
carácter doloso que requiere el tipo penal de secuestro, dado que su actuar se
encuentra normado y regulado por el artículo ciento cuarenta y nueve de la
Constitución Política del Perú (...) no habiéndose advertido con ello ningún ejercicio
abusivo del cargo ya que por el contrario todos los denunciados actuaron conforme a
sus ancestrales costumbres (Recurso de nulidad N° 975-2004 / San Martín / 9 de junio
de 2004).”

Aspectos comunes y diferenciales

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Las características resaltantes del arresto ciudadano, en contraste con las de la
institución cajamarquina de la “cadena ronderil”, llevan prima facie a constatar que los
miembros de las rondas campesinas –como cualquier otro ciudadano- se encuentran
legitimados para aplicar el instituto procesal del arresto ciudadano, siempre que
concurran los presupuestos legales para ello.

En sus elementos centrales la figura del arresto ciudadano es totalmente distinta a la


práctica de la “cadena ronderil”, en la medida que ésta busca escarmentar y presionar
físicamente al presunto delincuente para admitir su responsabilidad –real o no- en el
hecho investigado, mientras que aquélla persigue poner a disposición de la autoridad
policial al presunto delincuente para el inicio de la investigación preliminar.

Sugerencias para el mejoramiento de la regulación

En lo que al arresto ciudadano corresponde, se sugiere: 1) El examen del sustento


constitucional y de su naturaleza jurídica se debe buscar en la figura de la “restricción”
a la libertad individual (2,24,b, Const.) y no en la “privación” de la libertad de la que
deriva la detención policial (2,24,f, Const.), conforme lo distinguió el Tribunal
Constitucional peruano ante el arresto simple y de rigor aplicado en el ámbito policial
(Expediente N° 2050-2002-AA-TC, Fundamento Jurídico 7). 2) El Poder Judicial, el
Ministerio Público y la Policía Nacional del Perú deben realizar una seria y sostenida
labor pedagógica a favor de la ciudadanía para explicar su contenido, alcances y límites.
3) El Congreso de la República deben precisar la redacción del artículo 260° del NCPP,
incluyendo una mención expresa a que bajo ninguna circunstancia el arresto ciudadano
autoriza la retención o “detención” de una persona ante la amenaza o la simple sospecha
de la comisión de un delito, así como la obligación para la (o las) personas que realicen
el arresto ciudadano de justificar ante el detenido, si éste lo exigiere, y ante la policía las
razones por las cuales procedieron al arresto.

Finalmente, sobre la “cadena ronderil” se propone: 1) El fundamento justificatorio no se


lo puede encontrar en el artículo 149º de la Constitución Política del Perú, en la medida
que la prescripción constitucional sólo otorga la calidad de órgano de apoyo a las rondas
campesinas en el contexto del ejercicio de las facultades jurisdiccionales por las
autoridades comunales; sino que se podría buscar su cobertura constitucional –al igual
que el arresto ciudadano- en la figura de la “restricción” a la libertad individual, prevista
en el artículo 2°, numeral 24,literal b), de nuestra Constitución . 2) La “cadena ronderil”
al constituirse en una práctica que restringe el derecho fundamental a la libertad de las
personas, para tener validez jurídica debe tener una autorización legal expresa –que no
existe en la Ley de Rondas Campesinas, Ley N° 27908- y no sólo un sustento
jurisprudencial inconsistente.

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