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Teorías Adicionales.

Historia [editar]
J. J. Becher introdujo dicha teoría a finales del siglo XVII, si bien el
responsable de su difusión y popularización fue Georg Ernst Stahl.
La partida de la teoría apareció en 1669. Es habitualmente conocido por su
subtítulo, Physica Subterranea, gracias a la edición que realizó Georg Ernst
Stahl, en 1703.
En su obra, Becher propuso una versión particular de la teoría de los cuatro
elementos. En este caso, el papel fundamental estaba reservado a la tierra y al
agua, mientras que el fuego y el aire eran considerados como simples agentes de
las transformaciones. Todos los cuerpos, tanto animales como vegetales y
minerales, estaban formados según Becher por mezclas de agua y tierra. Defendió
también que los verdaderos elementos de los cuerpos debían ser investigados
mediante el análisis y, en coherencia, propuso una clasificación basada en un
orden creciente de composición.
Becher sostenía que los componentes inmediatos de los cuerpos minerales eran tres
tipos diferentes de tierras. Cada una de ellas portadora de una propiedad: el
aspecto vítreo, el caráctercombustible y la fluidez o volatilidad. La tierra que
denominó “terra pinguis” se consideraba portadora del principio de la
inflamabilidad. Su nombre podría traducirse como “tierra grasa” o “tierra
oleaginosa”, que en la alquimia se conoce con el nombre de azufre, aunque Becher
empleó también otras expresiones para designarla, entre ellas “azufre flogisto”
(este sustantivo derivado del griegophlogistos, que significa "inflamable").
Finalmente fue la palabra “flogisto” la que acabó imponiéndose, gracias sobre todo
a la labor del más efectivo defensor de sus ideas, Georg Ernst Stahl (1660-1734).1
Según Stahl, el flogisto era un principio ígneo que formaba parte de las
sustancias combustibles. Cuando éstas ardían, el flogisto se desprendía, pasaba a
otra sustancia capaz de recogerlo y daba lugar a un movimiento que era el origen
del calor y el fuego, observables habitualmente en la combustión. Su gran
contribución fue relacionar la combustión con otros procesos como la fermentación
o con la calcinación de los metales. Este último fenómeno era conocido desde la
antigüedad. Al calentar un metal como el hierro o el plomo se producía una
sustancia de aspecto terroso y sin ninguna de las características metálicas
(brillo, ductilidad, maleabilidad) que se denominaba habitualmente cal metálica,
que en la alquimia se denomina sal.
Cuerpo de la teoría [editar]
También se conocía desde hacía mucho tiempo que algunas de estas cales metálicas
podían ser transformadas de nuevo en los metales de partida. Stahl explicó este
proceso suponiendo que los metales estaban formados por una cal y un principio
inflamable que denominó flogisto, por lo que la calcinación, es decir, la
formación de la cal, se podía explicar, al igual que la combustión, como un
desprendimiento de flogisto, el cual se liberaba del metal y dejaba la cal al
descubierto. El proceso inverso, la reducción de la cal al metal, podía ser
igualmente explicada como una adición de flogisto. Si una sustancia rica en
flogisto, como el carbón, era puesta en contacto con una cal metálica, podía
transferirle su flogisto y dar lugar a la formación del metal.
En palabras claras Stahl consideraba que los metales y en general todas las
sustancias combustibles contienen una sustancia que carece de peso, tal sustancia
es la llamada flogisto. Cuando se calcina un metal o durante la combustión de
cualquier materia el flogisto se separa en forma de llamas dejando un residuo
incombustible conocido en la alquimia como sal, comúnmente herrumbre al calcinar
los metales o simplemente cenizas con una sencilla fórmula sería: carbón =
flogisto + cenizas ó Metal = flogisto + herrumbre.
Para reintegrar la ceniza en carbón bastaría pues añadir flogisto: ceniza +
flogisto = carbón, como se entendía que (sucede por ejemplo en el mismo carbón)
aquellos cuerpos que arden sin apenas dejar residuo, casi todo él era flogisto,
por tanto para reintegrar el metal, a la herrumbre añadiríamos flogisto, o lo que
es lo mismo, un cuerpo muy rico en flogisto, así: herrumbre + carbón = metal
Análisis a la teoría flogística [editar]
El desarrollo de la química pneumática en el siglo XVIII supuso nuevos retos para
esta interpretación que fueron afrontados por Joseph Priestley. Este autor empleó
la teoría del flogisto para explicar las transformaciones de lo que denominaba
"fluidos elásticos" (o "gases", de forma aproximada, en nuestra actual
terminología). Priestley introdujo expresiones como "aire flogisticado" y "aire
desflogisticado". Se había observado desde muy antiguo que cualquier sustancia
arde durante un periodo limitado si la cantidad de aire disponible es igualmente
limitada (en caso de hallarse, por ejemplo, en un recipiente estanco). Priestley
denominó al residuo de aire que quedaba tras el proceso de combustión (en
realidad, una mezcla de nitrógeno y dióxido de carbono) "aire flogisticado", pues
pensaba que durante la combustión dicho aire había absorbido todo el flogisto que
tenía capacidad de albergar. La combustión cesaba porque no podía absorber más
flogisto. Siempre siguiendo esta línea de razonamiento, cuando Priestley calentó
la cal roja de mercurio y obtuvo un tipo de aire que podía mantener más tiempo la
combustión lo denominó "aire desflogisticado". Años más tarde Lavoisier lo
denominaría "oxígeno".
Críticas a la teoría flogística [editar]

Retrato de Lomonosov por Leontiy Miropolsky, 1787.


El primero que puso de relieve los errores de la teoría fue Lomonosov quien
formuló mucho antes que Lavoisier la obtención de los metales y los principios que
regían la combustión.
Sencillos experimentos (entre los que destacaron los de Cavendish y Priestley),
pusieron de manifiesto ciertas contradicciones a la luz de la razón en la teoría.
Se encontraron métodos para estudiar los gases y sus propiedades consistentes en
recoger el gas desprendido de la combustión en recipientes llenos de mercurio y
otros líquidos. Los entusiastas del flogisto asentían en que todo cuanto contenía
gas o ardía contenía flogisto en mayor o menos medida, hasta el punto de que al
gas que ardía sin dejar residuo lo consideraron el flogisto puro (hidrógeno).
Cierto gas sorprendió a todos los químicos de la época porque ardía con una viva
luz y pasaron a considerarlo como gas sin flogisto tal compuesto era el (HgO).
Finalmente los experimentos de Lavoisier sobre éste aire sin flogisto o
desflogistizado le permitió explicar él fenómeno de la combustión como la unión de
oxígeno con otras sustancias. Lo demostró con pesos y medidas dando lugar al
nacimiento de la oxidación. Llamó hidrógeno a la sustancia hallada, al estudiar la
formación de agua durante la combustión del aire caliente, descubriendo finalmente
que el agua que había sido considerada como un elemento era finalmente una
sustancia compuesta. A la luz de estos descubrimientos se demostró que las
sustancias tenidas por compuestas eran en realidad simples (casos por ejemplo de
carbón, metales) y viceversa y los tenidos por simples resultaron ser compuestos
(por ejemplo herrumbre de metal más oxígeno).
Lavoisier casi 20 años después que Lomonosov llegó a inducir la ley de
conservación de la masa que en el círculo científico se conoce como ley de
Lavoisier-Lomonosov. A partir de entonces se hizo precisa una revisión de la
nomenclatura y clasificación de los gases en particular y de diferentes
substancias en general, llegando a adoptarse por la Academia de ciencias de París
en 1787 una nomenclatura basada en la composición cualitativa. El análisis
cualitativo de Lavoisier dio paso a la teoría atómica de Dalton. La teoría atómica
de Dalton sucedió a la teoría corpuscular concebida por Lomonosov.
Después de todo esto, a la naciente química le quedaba superar la teoría de la
fuerza vital que dividiría la química en orgánica e inorgánica tal como la
conocemos hoy.
La ciencia moderna nunca ha agradecido a Stahl sus gratuitas elucubraciones (que
tanta acogida tuvo entre los sofistas y aprendices de alquimia de su tiempo, como
una revelada entrada a la misma), siendo como fue (su teoría) la raíz del
surgimiento del estudio de los gases. Sin el trabajo de Stahl, posiblemente sus
sucesores no hubieran dedicado tiempo a experimentar para demostrar a favor o en
contra la constatación y consistencia de su teoría.
El gran mérito de Stahl, fue concebir una teoría de una fácil de entender. Esto
provocó que sedujera a no pocos científicos de la época, que de pronto explicaba
lo que hasta entonces era un mundo mágico-espiritual y del que todo el mundo podía
ahora experimentar casi matemáticamente.
El pensamiento alquimista [editar]
A pesar de la aparente contradicción, para los alquimistas, lo que fallaba no era
la teoría sino su planteamiento. Desde el momento en que algunos autores que nunca
han sido alquimistas y a lo sumo sólo fueron aprendices de alquimia, asumen que se
debe ganar o perder peso obligadamente en todas las operaciones. Los alquimistas
sostienen la fórmula del flogisto, ser = flogisto + sal + agua, sal = ser -
flogisto - agua, etc. pero no comparten en absoluto las elucubraciones sobre los
pesos de las substancias, y nunca un alquimista tenido por auténtico defendió
tales elucubraciones.
Tomando la fórmula ser = flogisto + sal . Si el ser consiste en la suma de esos 3
principios (el flogisto se componía de 2, el alma y el espíritu), eliminando uno
de ellos deja de ser. En la alquimia un mineral se considera un ser vivo del mismo
modo que un polluelo, e igualmente si tenemos cada uno de los principios
constituyentes por separado al reunirlos por el método alquímico se restituye de
nuevo el ser. En la alquimia, un metal era tenido por un ser muerto del mismo modo
que un huevo cocido o el polluelo de antes, asado, al que le ha sido privada de
uno de sus principios constituyentes. En alquimia si se toma el polluelo y se lo
somete a un fuego intenso, el flogisto desaparece, si intensificamos el fuego
hasta calcinarlo por completo todo rastro de flogisto y agua desaparecen quedando
sólo la sal, si hubiéramos recogido todas estas volatilizaciones en un recipiente,
sería luego posible restituir la vida al polluelo en forma de huevo reuniendo sus
3 principios siguiendo los métodos alquímicos, en un nuevo nacimiento. La teoría
del flogisto es una operación de suma o resta según desde que punto se parte, un
cambio a un estado vivo o a un estado de muerte respectivamente. La alquimia por
tanto no compartía las elucubraciones de Stahl que mezclaba alegremente compuestos
siguiendo el razonamiento al que había llegado, ignorando completamente todas y
cada una de las reglas y regímenes del fuego.

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