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"Crepúsculo", los vampiros se humanizan y toman


contacto con humanos
2008-12-09 06:13:49

Siendo los vampiros, como son, inmortales, (no) viven entre nosotros, ciudadanos
del crepúsculo del año 2008, adaptados a nuestra moda, hábitos y cultura.

Cuando Angel, el vampiro con alma hacedo por Joss Whedon, conduce un fabuloso
convertible por las calles de Los Ángeles en la serie que lleva su nombre nos
parece normal, en lugar de cabalgar el caballo con el que aterrorizaba las aldeas
de Rumanía en el siglo XVIII.

A pesar de que estas criaturas de la noche siempre han estado con nosotros, en
los últimos años se han vuelto más visibles, han salido al mainstream, como se
diría en la serie True blood, que Canal + inaugura bajo el nombre Sangre fresca
este mismo jueves. Y esto ha sido gracias -como siempre en los fenómenos de
masas- al público adolescente, que apasionadamente se volcó en las novelas de
Stephenie Meyer.

Meyer, como ha confesado en alguna entrevista, nunca se había interesado


especialmente por los vampiros, ni había leído sobre ellos. La idea le vino de un
sueño en el que una mortal se enamoraba de un vampiro, y corrió a escribirlo. El
mito vampírico está pues impregnado en nuestro subconsciente.

Los Cullen de Crepúsculo viven en el pueblo estadounidense de Forks. Son


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vampiros que simulan llevar una vida normal y corriente, aunque un poco alejada
de los humanos. Sus ojos son dorados y sus rasgos terriblemente atractivos.
Forma parte del mito la capacidad de encantamiento que estos demonios, bien por
su belleza o por sus artes mágicas. Recordemos al Drácula de Coppola y la
influencia, aún viejo y feo, sobre Mina Murray / Elisabeta. “Personalidad,
personalidad y personalidad. ¿Quién comentó que la belleza lo es todo? Ninguno
de nosotros, os lo puedo asegurar”, comentan los vamps que escriben el blog de
Sangre fresca.

En jerga urbana, de hoy en día, la Mina Murray de Bram Stoker (puedes leer su
novela Drácula, en inglés, aquí) es una fangbanger, como Sookie Stackhouse
(heroína de los libros Southern Vampire de Charlaine Harris en los que se basa
True blood) ya sabes, una de esas… que se juntan con esos… chupasangres.

El movimiento gótico ha ayudado a mantener el mito -y el rito- en forma. “Ellos


entienden”, comentan los vampiros. La recuperación de vampiros ilustres seguirá
en los próximos meses con, por ejemplo, la condesa de Bathory, cuya nueva
película dirigida y protagonizada por Julie Delpy se inaugurará en 2009. La llamada
condesa sangrienta fue acusada, juzgada y condenada por asesinar entre 80 y 612
mujeres jóvenes, en cuya sangre se bañaba.

Existen reglas que hacen género y pueden ser más o menos flexibles, aunque en
películas como Crepúsculo, la adaptación al cine por Catherine Hardwicke del libro
de Meyer, algunas de esas normas se diluyen para permitir el acercamiento entre
humanos y vampiros. Estos no-muertos duermen de día y viven de noche, no sólo
puesto que sus raíces oscuras les convierten en criaturas de la noche, más bien
puesto que no pueden soportar la luz del día. Pero, como el objetivo del vampiro
moderno es la convivencia, la regla se diluye y acabamos permitiendo que puedan
vivir de día e incluso exhibirse a la luz más bien es de forma directa.Los vampiros
personifican la fascinación por lo prohibido, por ello los adolescentes y aquellos
que se apasionan por lo extremo caen además en el encantamiento. La sociedad
victoriana mientras la cual se explotó el mito literario era especialmente
reprimida, y de ese caldo de cultivo surgió el Drácula de Bram Stoker.

La sociedad de hoy, en cambio, no sufre esa represión y por ello sus vampiros no
son terroríficos más bien comprensivos y humanizados. Pero lo que sí hay es una
inmensa sed de fantasía y escapismo, especialmente en los más jóvenes, que
buscan un romanticismo estético a cascoporro, algo que los haga diferentes y, a la
vez, pertenecientes a un mismo grupo que se reconoce unido, fuerte, especial,
fan, fan a muerte.

Fuente: ADN | Autor: Elena Cabrera

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