La sangre de los pobres es una aurífera veta petrolera, una
oportunidad indefinida de préstamos, sin un remanso en el tiempo; un inevitable desangre suicida. Como una lánguida sombra de diligentes insectos que se extinguen de degeneración tras degeneración; todos predican una revolución que nunca estallará, porque aprendimos a convivir con ellas. No sé si los reyes de la banca vayan al infierno o si es otra burla inventada, para esclavizarnos por medio de la idolatría. Nadie reembolsa los rendimientos de los diezmos, ni nos convidan los ovejeros a los festines en las porquerizas de las pavesas, a los orgiásticos exorcismos con las pecadoras arrepentidas. No podemos hipotecar desde antes de nacer a nuestros sueños; nos sube el agua hasta el cuello…si las cosas van mal…peor para nosotros…pero… cuando las cosas van bien: más peor aún…aquí el mundo financiero es un cuarto oscuro, donde se encadenan a los clientes o simplemente se suicidan, los que aparecen como muertos nunca divulgados…Nadie sabe para quién se cosechara la tierra, cuando la aura ensangrentada, le permita al hombre, regresar a la tierra, después de recoger la última zafra… nos sumergimos como buzos entre los estercoleros, a buscar una luz, para fijar sobre nosotros, una esperanza de rescate. Escucho que el mundo se divide, para las tajadas nunca alcanzan para los pobres…un burgués desnudo: es un naturista…un pobre desnudo: siempre será un loco. El humo que deja el carnaval, siempre me recuerda, a los sueños de los insurrectos…Las mentiras son las verdades, que nos obligan a tragarnos; como el que la pobreza es una bendición, para no perdernos por culpa de los pecados capitales.