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24 de Diciembre, 2004

“El hombre de la horchatita” de la serie

“Campamento Bohío”

Breve Acotación.

Ya hace varios años escribí esto, pero a máquina, lo he fotocopiado y

distribuido entre las amistades que no conocieron estas andanzas

en mi vida, pero que me las habían oído contar durante nuestros

encuentros etílico/sociales, decidí escribirlas en la computadora tras

volver a contactar al personaje principal, tuve que buscar en mis

archivos, los cuales, al igual que mi vida son un desorden, pero pese

a esto es un desorden “ordenado”, sabía que ahí estaban, lo cual es

meritorio, ya que tras un segundo divorcio y tres cambios de casa

nunca dejaron de acompañarme.

La historia

Responde al nombre de Humberto, originario de Zacatecas, o de

algún lugar donde las lagartijas traen cantimplora, ahí solo ha

habido agua durante la era azoica.

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“El hombre de la horchatita” –2–

Alto, de cabello oscuro, bigote recortado y muy buen humor,

parecido al difunto actor Warren Oates, protagonista del western

clásico “Pandilla Salvaje”.

Pasó un buen tiempo trabajando en Acapulco, estaba a cargo de las

obras: Emisor Submarino, Destrucción de la Costera, etc.

Uno de estos trabajos exigía que frente al “Armando´s le club”, disco

cuyos propietarios eran Armando y Tony Sotres (hhoy Tony Trouyet,

sí , no bajó de precio, subió...). Se abrieron unos cuantos cráteres y

se desparramaron tubos por toda la costera, el dueño de esta disco

era muy remilgoso y protestaba, no comprendía que estas obras

embellecían el paisaje y convertían el bailar en su disco en un

deporte extremo (hoy tan de moda). Para aumentar más las

emociones no se ponían ningún señalamiento, creo que Humberto

planeaba llenar las cepas con los coches que fueran cayendo. Así

que cuando la mala visibilidad y las bebidas embriagantes se

combinaban, algún cristiano se iba al hoyo (los judíos llegaban en

helicóptero), una de estas almas fue doña Jesusita, esposa del

cónsul inglés, que una noche, después de colocarse entre pecho y

espalda medio litro de margaritas (el cocktail, no las flores), se echó

tremendo clavado grado de dificultad “3”, categoría “automotores” ,

a la cepa, se desmelenó, se le fue el habla, y creo hasta perdió una

zapatilla. No conforme con ir a tirar su mugrero (el coche, ella

todavía se defendía), su poco espíritu deportivo la llevó a demandar,

cuando todo quedó en que se le iban a pagar las reparaciones de su

auto, no sé si la zapatilla también, ella insitía en seguir visitando la

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“El hombre de la horchatita” –3–

oficina, alrededor de la undécima visita Humberto dedujo

Sherlockianamente:

-“Esta vieja quiere algo...” – y no se refería ni al coche ni a la

zapatilla...

Ella le solicitó un aventón automovilístico verbalmente, pero su

lenguaje corporal indicaba que quería un aventón de tripas, él

galantemente le ofreció llevarla, como quién no quiere la cosa tomó

rumbo hacia un hotel, de los llamados “de paso” y se estacionó en

el lugar señalado.

Acto seguido abrió la puerta y salió para ayudar a la dama a bajar,

ella se mostraba cohibida y reía como no queriendo, fue entonces

cuando Humberto, haciendo gala de su oratoria le dirigió esta

hermosa y elocuente frase:

-“Ändele doña Jesusita, no se haga maje”- tal frase la apabulló y

contestó con la misma elocuencia y romanticismo:

-“No hay que ser, antes siquiera una horchatita...”

Y así fue como nació “el hombre de la horchatita”..., me río de las

historias del origen del “hombre araña”, de “Batman”, etc., ¡esto si

fue original!

Acapulco habría de ver mucho más de él y sus camaradas: “El

Negro”, Camacho y Cardoso.

Rul a) “el negro” vestía siempre elegantemente, pantalón de vestir,

camisa de seda, zapatos Florsheim, sus diferentes cuartos eran

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“El hombre de la horchatita” –4–

decorados y con gusto, hasta un paragüero y sombrerera le ponía, lo

mismo hasta un aire acondicionado, los demás caíamos donde y

cómo podíamos, hasta cava tenía.

Camacho era menos exquisito, a veces hasta desfajado andaba, un

servidor andaba de short, camiseta sin mangas y tennis sin

calcetines, Rul era un extremo y yo el otro.

Los demás estaba intermedios.

Las bodas de Fígaro

Camacho, llamado por las chicas de Aeroméxico “Miguel Angel” e

“hijo de la chingada” estaba inmerso en un enredo amoroso, se iba

a casar y tenía otra novia (de Aeroméxico) a la que necesitaba

imperiosamente “cortar”, como algunos hombres somos muy

cobardes (léase culeros) en eso de los rompimientos, y el plumaje

de Camacho era de estos, no pudo ser directo, sin embargo tuvo el

buen tino de recurrir a Humberto, el cual en Sanborn´s y oyendo a

un gordote guitarrero llamado Américo (quien por su volumen

debería llamarse “EdMUNDO”- según Humberto.) le indicó a

Camacho que la manera más sutil de terminarla era por medio de

una serenata con repertorio cuidadosamente seleccionado para que

de manera subliminal entregara el mensaje de la ruptura.. Incluyó

esa que reza. “...tú y yo que nos queremos tanto tenemos que

dejarnos...”, aunque la sutileza era paquidérmica la chica no

captaría el mensaje..., para cuando la selección estuvo hecha ya

tenían una buena concentración de alcohol corriendo por sus venas,

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“El hombre de la horchatita” –5–

cual debe de ser, creo que este proceso de selección es el mismo

que hace la FEMEXFUT para la selección, contrataron a Américo

(Edmundo) y fueron a postrar a Miguel Angel frente a la ventana de

la infeliz criatura, así, a “porta gayola” aguantaría Camacho la

embestida..

Como las chicas enamoradas tienen un extraño mecanismo para

hacerse engañarse ante una realidad desagradable, ésta se fascinó,

se regodeó y extasió, Camacho era sostenido por su gurú Humberto,

ya que las piernas comenzaban a fallarle, creo que se despidieron

con este estribillo

-“...no me importa que tú no me hagas caso

ya se supo por ahí que diste el mal paso...”

Camacho vuelve a cobrar conciencia cuando su teléfono suena,

busca su cabeza, sus lentes aparecen dentro del W.C., quiere

contestar con un jabón, es inútil, el teléfono sigue sonando, por fin,

con más suerte que visión acierta a contestar...

-“Miguel Angel: la serenata estuvo preciosa, etc.”

-“Mjjj”-contestó

Como Camacho habría de culminar su tanática idea de casarse,

Humberto le organizó su “despedida” en un restaurante junto a la

playa, como el nombre del juego era “que se empede Camacho”

Humberto llevó una cámara fotográfica y plasmó interesantísma

secuencia, la cual continuó hasta la salida de Camacho de la iglesia.

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“El hombre de la horchatita” –6–

Tras la boda, Humberto, todo prudencia llevó tan elocuente

secuencia a Aeroméxico y la mostró a la chica de la serenata:

-“Mira: aquí está Miguel Angel con todos ustedes...”

-“Aquí está Miguel Angel babeando, ...aquí bajo la mesa, ¡no!, no

puede ser...Miguel Angel tirado en la playa, él no hace cosas así...”

Y así fue pasando la secuencia hasta llegar a la foto de la salida de

la iglesia, la muchacha, al verla, apretó los dientes y másculló:

-“hijo de la chingada...”

Así que esta chica anduvo con dos hombres al mismo tiempo, con

“Miguel Angel” y con “hijo de la chingada”, también los engañaba a

ambos...

Cardoso, yerno de Amenothep IV

Juanito Cardoso fue otro elemento que habría de enriquecer su vida

al lado del “hombre de la horchatita”, Juanito es bajito, delgadísimo

cual chasis de mosquito, y todo propiedad, es arquitecto y trabajó

en Raudales casi toda su vida, estuvo un tiempo con Jorge ganapán

en una de las empresas “Restogar”.

Juanito tenía una esposa, hoy es divorciado, cuyo padre era adicto al

gerolán, por supuesto los comentarios de Humberto no se hacían

esperar

-“Oye Juan: ¿tu suegro usa pijama o vendas?”-el tutankamoniano

comentario dibujaba una sonrisa en el rostro de Juanito.

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Para ensanchar sus horizontes Humberto lo llevó a ver el Concorde,

no sé que movimiento inoportuno hizo Juanito que un vehículo que

deambulaba por ahí le dejó un pie como waffle, fue el primer intento

de Juanito por volverse cojo. Volvió a insistir cuando participó en un

partid de fútbol, se colocó el uniforme de portero, cuidando hasta el

último detalle, hasta las calcetas se las colocó a la misma altura, ya

en la cancha con su equipo Humberto le gritaba

.-“¡A los pies!, ¡Juan, los pies!”

Juanito obedeció hasta que en arrojada acción lo fracturaron...

“El Negro” Rul Solís ha pasado gran parte de su vida recibiendo los

efluvios de Humberto, es por esto que ha resistido tanto sin llevar

una vida normal.

Rul y Humberto me platicaron acerca de la ocasión en la que

elprimero se compró un caballo, además del ajuar como el de

Lopezporpillo para montarlo, y salía a engalanar el paisaje

guerrerense los Domingos y días festivos.

Y aunque su monta era equiparable a la del Llanero solitario un día

el caballo se desbocó y se dirigía directamente contra un auto

estacionado, al lado del auto se encontraban unos amigos de Rul y

Humberto. El dogo o “cuaco”, como gusten, se frenó en seco al

llegar al obstáculo, más no así Rul, el cual siguió su viaje por el

espacio haciendo un salto mortal y cayendo de pie... Nadia

Comaneci: ¡muérete de envidia!

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“El hombre de la horchatita” –8–

Cuando terminó su trabajo en Acapulco Humberto fue a Minatitlán, a

“las catacumbas le club” (casa/ oficina), allí habría de encontrarse

con Manny Mendoza, el cual será analizado en capítulo posterior, el

encuentro fue versallesco.

Manny fue enviado para hacer una auditoría, se instaló en las

catacumbas, su vecino de cripta era Humberto, el cual una mañana

al salir le vació la azucarera en su cama, con el calor y la humedad

aquello se amelcochó y se llenó de hormigas, al regresar Manny se

bañó y se aprestó a dormir se introdujo en su cama, ¡oh sorpresa!,

tuvo que quitar las sábanas y volverse a bañar, al día siguiente, al

día siguiente le preguntó a Humberto

-“Ingeniero: ¿porqué me puso azúcar en la cama?”

-“Para que tuviera usted dulces sueños”

Vale la pena mencionar que Manny utilizaba una pijama que

seguramente provenía de la misma tienda donde compraba su ropa

Marcel Marceau el mimo.

Pero como todas las cosas buenas tiene un final, Manny terminó la

auditoría y se aprestó a regresar a México, hizo su equipaje y salió a

dar una vuelta, ¡craso error!, Humberto sacó del armario unos

trapos viejos y una pelota de hule ponchada, recogió un brassiere

que estaba tirado en la calle y metió todo en la maleta, encima de

las cosas de Manny, y sucedió lo que él esperaba...

Manny llegó a México y abrió su maleta esperando encontrar sus

magras pertenencias, se espantó al ver la pelota y los trapos,

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además el brassiere no era tan cubridor como su pijama de Marcel

Marceau.

-“¡Me cambiaron la maleta! – pensó con horror

Con desesperación la revolvió, tal vez esperando encontrar unas

panties que hicieran juego con el brassiere, momentos después

respiró tranquilo al ver que había sido una broma de Humberto.

También él fue el que le dejó a Rul bajo su almohada otro brasssiere

similar bajo su almohada cuando vivían en el “Bohío”.

Aunque en otro capitulo narro la rivalidad de amores surgida entre

Manny y yo por la legendaria Gaby Cassís, aquí mencionaré que a

ella, que era la manzana de la discordia le puso “la manzanita

panochera”, y le dijimos a Gaby

-“no eres cualquier manzana, eres aún mejor que la manzana golden

y que la california, sí de esas manzanas grandotas envueltas en

celofán..”

Cuando aún estaban en Acapulco, en las épocas de Lucio Cabañas,

“El Negro” y Humberto fueron a degustar unas marranillas a

Sanborn´s, en el bar se encontraban unos militares, quienes, como

diría Humberto “le untaban barniz al judas”(bebían), uno de ellos

decidió lucir su bel canto, se disculpó por ir vestid de militar y

comenzó a aullar

-“¡Así serás bueno!, ¡deberías estar correteando a Lucio Cabañas!”-

le gritó Humberto

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El tipo lo vio y se molestó, “El Negro” tuvo la premonición que muy

pronto se hablaría de tú con San Martín de Porres y Humberto, como

si nada...

-“Síganme la corriente” – les dijo Hiumberto al Negro y a otra

persona que los acompañaba.

El soldado siguió cantando:

-“...el rural muy malherido, casi para agonizar...”

Los compañeros del militar los miraban muy feo, echando mano a

sus fierros, com queriendo pelear.

Cuando finalizó su actuación, el militar bajó del entarimado a seguir

insulfando con sus camaradas, más tarde se levantó solo y se dirigió

a Humberto

-“Amigo: usted me ofendió, y no se haga, que yo lo

vi”_____________(espacio para efecto de sonido, el sudor de Rul

cayendo al piso).

-“Entre militares acostumbramos bromas pesadas, tómese una

copa, soy el coronel H..S. C., usted y yo somos de la misma arma

(armamitotes), le ordeno que se eche un trago con nosotros”- dijo

Humberto

Y así a base de pura saliva salió de ésta...

Comenzó a alternar Minatitlán con Tabasco, y ahí fue donde

comencé a convivir con él, Rul ya estaba con Casabal en el “Bohío”,

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hogar de los chicos de RATSA, esforzados mancebos a las órdenes

de Mireya Liberace y Winnie Puh Malo. Pero las historias de este

lugar están en otro capítulo.

Villahermosa tiene sus encantos... todos son las tabasqueñas, a

RATSA llegó a trabajar una muchachita llamada Lucy, poseedora de

buenos glúteos, la animalada le tiraba de mordidas, Humberto y yo

le hacíamos caricaturas, ella se veía timidona (entonces, dos años

después se hizo amasia de Rul...., sí, aquí el más chimuelo mastica

rieles), la vacilábamos de un hilo, pero el que llevaba la batuta era

Humberto. Estaban de moda dos anuncios de toallas sanitarias, uno

muy sangrón en el que dos mujeres se identificaban haciendo un

rombo entrelazando los dedos, y otro que decía “Kotex te da la llave

de un VW”, invariablemente Humberto llegaba saludando a Lucy

entrelazando los dedos de la misma manera de las féminas del

anuncio, y si no hacía esto le preguntaba:

_”Lucy: ¿ya tiene las llaves del VW que regala Kotex?

-“¡Ay ingeniero!”

Por ese entonces Lucy tenía novio, el cual pasaba a recogerla a la

oficina en auto con su mamá, cual si fuera un trebejo la pasaban al

asiento de atrás, Humberto sonreía malévolo y al día siguiente le

puyaba:

-“Lucy: ¿porqué su suegra no se va atrás?, ¿porqué le hacen este

desaire?”

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Lucy se sonrojaba y se encogía de hombros, unos días más tarde

cortó al novio.

Lucy acostumbraba llevar unos pantalones con un adorno en forma

de dragón en el trasero, como esa parte de su anatomía era muy

eedodnda Humberto le preguntaba:

-“Lucy: ¿es un dragón o son dos?, a propósito, ¿son dos nachaso es

una partida por la mitad?

-“¡Ay ingeniero!”

La casera era una réplica de la Madona Zoraida Ayram (“La

vorágine” de J. Eustasio Rivera), fumaba en boquilla, vestido

vaporos y sobresexuada, para que no nos aumentaran la renta

Humberto la tenía sonriente, la ambición por el dinera de la madona

era tanta que remodeló su propia casa para poder rentar el piso

superior, ya no supe si siguió remodelando y terminó viviendo en

uno de sus closets.

Con Morales, Rul y Casabal nos íbamos a las discos tabasqueñas,

una noche caímos en el “Maya Bar” y vimos a unas chicas sobradas

en carnes(obesas), Humberto, encaminador por vocación nos

trataba de convencer de que derrocháramos estilo sobre la pista con

alguna de éstas.

-“¡Yo no!, tú eres bien chismoso, como Clark Kent y luego me

“quemas” –dijo Morales

-“¿Yo?, soy incapaz de tan villana acción”-afirmó Humberto.

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Rul, Morales y Humberto salieron a la pista, Morales bailó con la más

llenita, yo me quedé sentado, mi querencia estaba con las güilas del

“Bull Peen”, bule de la legendaria Pancha Limonchi.

-“Jorge: ¿qué esta sorda la baranda?” – me dijo riendo.

Dos días después Morales se reportó a México, el jefazo de

construcción, el hoy difunto Jorge Gamboa q.e.p.d. le dijo con sorna.

-“Ya me dijeron que usted estuvo bailando con una gorda”

-“¡Pinche Humberto!”-dijo Morales

*ibamos a los bules a echar trago y a platicar con las güilas, como

yo andaba barbón Morales me llamaba “Holofernes”(el de Judith),

como estas féminas no eran muy letradas no entendieron la alusión,

como nadie andaba de antojo ellas insistían en ir al cuarto, Rul les

decía que no lo hacían porque yo era el que patrocinaba y que no

quería fornicar, como habían oído como me llamaba morales me

decían:

-“¡Anímese Don Fernes!, ¡no sea puto!”

Por esto Humberto me dice de cuando en cuando “Don Fernes” y

casi nadie sabe porqué...

Cuando me fui a vivir a la casa que rentaba la madona mi

compañero de cuarto era Humberto, la casa era feona, y llena de

mosquitos, pero contábamos con un ventilador para que los

mosquitos no se acaloraran tanto. También teníamos un criadero de

cucarachas, éstas nos dieron momentos de sano esparcimiento ya

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que organizábamos cacerías: calentábamos agua con la cafetera

eléctrica y las bañábamos con agua hirviendo, ¡cómo corrían las

condenadas!, también les quemábamos el trasero con cigarros

encendidos, algunas hasta volaban, en una de tantas cacerías se

nos ocurrió algo: una de las secretarias llamada Isabel (que se casó

con un aleluyo que era su novio, al tiempo fornicaba con Muñiz, otro

personaje) tenía el deber de preparar café fresco todas las mañanas,

no de recalentar el viejo, tal era su flojera que recalentaba el

sobrante y se tomaba ella la primera taza, fue por esto que le

echamos dos cucarachas a la cafetera.

-“Isabel: ¿limpió usted la cafetera?”

-“Sí, ingeniero”

-“¡Qué bueno! Porque había adentro de la cafetera dos cucarachas”

–dijo Humberto

Isabel pensó que era broma y no se alarmó inmediatamente, fue

hasta pasado un momento que recapacitó y notó que su café tenía

cierto saborcillo extraño, tenía un dejo a caldo de camarón, acto

seguido procedió a revisar la cafetera... recuerdo que después de

hacerlo salió corriendo al baño y estuvo volviendo el estómago por

horas, se abrazaba a la taza con ternura desmedida.

Entre otras costumbres Isabel tenía la afición a recortar todo cuanto

se publicara del beisbolista Valenzuela, sin respetar si la revista o

periódico eran propiso o ajenos, “Impacto” le dedicó una portada a

Valenzuela, una fot d e´l lanzando l apelota, pierna levantada a

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punto de tocar , una vista lateral. Como sabía que Isabel iba a

recortarlo le dibujé cuidadosamente su genitalia haciendo honor a

su mote “el toro”, a primera vista era imperceptible... llegó Isabel y

todos la observábamos con el rabillo del ojo, vio la revista, volteó

para todos lados y se la llevó a su escritorio, volteaba para ver si

nadie se daba cuenta, cuando estaba tijera en mano descubrió las

gónadas de Valenzuela, se cubrió la cara y arrojó lejos la revista,

cual si estuviera leprosa o embarrada de excremento (¡ridícula!), ¿a

poco pensaba que Valenzuela no tenía radio y era de peluche?

Bajo el mando de Humberto estuvieron dos “ratones” epónimos:

Danny y el señor Salinas(con ese apellido...), ambos ratearon un poc

y les aplicaron Rodees, concí a danny en las oficinas centrales, era

uno de tantos contadores, era flaco, pero al convertirse en

administrativo de RATSA engordó cual gato bodeguero. El señor

Salinas era algo cursi, a su hijo lo llamaba “el futuro ingeniero”, del

único futuro del que todos podemos estar seguros es de que

eventualmente seremos fiambres, nunca decía el nombre de su hijo.

Su ayudante se apellidaba Robelo y en verdad parecía ratón, era

almacenista, a salinas y a él les daba por beberse el dinero de la

raya(de todos) y culparse mutuamente.

En un día de tantos (de raya) Robelo (sin acento no es “róbelo”) y

salinas desaparecieron por varios días, uno que otro noctámbulo

aseguraba haberlos visto en los bules de la localidad, me extraña no

haberlos encontrado yo, con sendas pirujas y chupando como

esponjas.

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Robelo apareció al cuarto día, empuñando una botella de vodka a

medio vaciar y sin un centavo en la bolsa, al quinto día apareció

salinas diciendo que le habían robado el dinero(serían muy caras las

güilas). Se presentó en la oficina y cuando entró Humberto me

llamó.

-“Mira Jorge: ve como viene el señor Salinas, conste que no lo estoy

recibiendo porque viene hasta el cepillo”

Salinas venía con los ojos irritados, tambaleante, despeinado y

oliendo a pulquería, se sentó en los escalones de la entrada y puso

su mejor cara de hambre.

-“Ya está moviendo el rabo el señor salinas, voy a hablar a México

para consultar”

De México indicaron que Salinas y Robelo debían emigrar, dos años

después me encontré a Robelo en un restaurante, saludó un poco

apenado, pero saludó, luego supe que su hijo se había robado la

raya de otra compañía, y que cuando disfrutaba de la TV de pantalla

gigante que acababa de comprar le visitó la policía y le cambió de

domicilio, no se pudo llevar la TV, así que el mal era de familia...

Espero poco a poco ir pasando a PC lo que tengo a máquina,

primero tengo que encontrarlo, espero que no se lo hayan comido

mis cucarachas.

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foto actual de un servidor, así deambulo en

Cuautla en las épocas de calor, mi sastre sigue siendo el mismo.

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