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T Y YO (Otra historia de encinas en Campo de Montiel)

Cuando nac, hace unos pocos cientos de aos, la vida era muy dura, pero tenamos compaeros y las amistades eran duraderas. Estaba rodeada de hermanos y de amigos. Las ardillas nos hacan cosquillas en las hojas y nos contaban noticias del norte y sus montaas siempre cubiertas de nieve.

En la escuela de las encinas viejas, junto al sendero de la loma, aprendamos la historia antigua; como Anbal pas por all con un ejrcito formidable de elefantes y como volvieron a pie, derrotados, apoyndose en las lanzas. Que los romanos no eran civilizados, sino vndalos taladores de rboles. Que todos los brbaros acaban bajndose del caballo y afeitndose las barbas. Que Al es Uno pero si Es Tres Personas tiene ms fuerza. Que ms all del mar haba un continente de rboles gigantescos y lluvias torrenciales. Tambin recibimos de nuestros mayores la religin: el santo temor del rayo, que nos une a Dios, la esperanza en que Dios quema pero no calcina y la fe en la Seora Mara, nuestra amiga, que gusta de trepar por nuestras ramas.

Un da lleg el ferrocarril, esa mquina devoradora de carbn, y me qued sola. Todos mis hermanos fueron talados para alimentar la mquina de vapor. Me entristeci perder su compaa. S que estn en el cielo, convertidos en vapor de agua y que me visitan a menudo, cada vez que llueve.

Han pasado muchos aos. Tengo la mayor parte del tronco seco y no s si llegar a ver otra generacin de hombres, pero estoy feliz, pues nunca he dejado de dar cobijo a los animales ni de amar a los humanos, tambin a aquellos que quisieron talarme.

Hoy me han hecho una fotografa. Maana, quizs no est ya en este mundo. Qu pensarn quienes vean mi retrato dentro de cien aos? Quedarn encinas sobre la tierra? Habr hombres que nos miren y que nosotras miremos? Vendrn tiempos en que t y yo nos conozcamos de nuevo?

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