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Intermedio mariano
Por Miguel Domingo Aragón
(*)
El hecho de que hoy se cumplan ochenta y cuatro años de haberse firmado por León XIII laencíclica
 Fidem Piumque
, sobre el rezo del rosario, es un motivo para decir algo de esta práctica piadosa con el sentido de adhesión al Año Mariano que está celebrando la Iglesia.Sobre todo que allí se nos recuerda la advertencia de San Pablo de que es necesario confesar la fe para salvarse.Ya el ilustre pontífice había dedicado siete encíclicas a este objeto. Todavía dedicaría unamás, al año siguiente. Y antes de él lo habían hecho otros y después de él lo seguiríanhaciendo sus sucesores, como para que no haya dudas de que la Iglesia prefiere esta oración acualquier otra.Esta vez afirma el Papa, con palabras de la Escritura, que
“sólo hay un mediador entre Dios y los hombres. Jesucristo hombre, que se entregó a sí mismo como redentor de todos
; peroobserva, siguiendo a Santo Tomás aquinate, que en cierto modo también los ángeles, lossantos, los profetas, los sacerdotes son mediadores entre Dios y los hombres. Y en ese sentido
“es imposible concebir”
que alguien haya podido o pueda después obrar con tanta eficaciacomo la que trajo el Salvador y lo guardó en sus entrañas haciéndose mediadora ante elmediador. La carne y la sangre de la madre son las mismas que entregó el hijo en pago denuestro rescate, como enseñaba San Agustín.Aunque los falsos teólogos que hoy se consideran miembros de una nueva iglesia
“de Juan yde Pablo”
crean prudente disimular el culto Mariano para facilitar el acercamiento de los
“hermanos separados”
(que tendría que ser el acercamiento a ese culto), León XIII afirmabaque la devoción a María era, justamente, la clave de la unidad, pues junto a ella estaban losapóstoles en el cenáculo cuando descendió el Espíritu Santo.
Y en la Argentina también
“Bajo estos mismos cielos”
quiere decir que el suceso recordado se produjo bajo influenciaslitúrgicas o estelares similares a las que estamos recibiendo. Pero también significa este cielogeográfico que cubre a la Patria. Y en la encíclica evocada hay algo que nos hace pensar en laArgentina y es el párrafo en el que el Papa recuerda
“esa costumbre de nuestros mayores: enlas familias cristianas, en la ciudad y en el campo, al finalizar el día y los rudos trabajos del mismo, reuníanse ante la imagen de la Virgen y se rezaba una parte del Rosario. Vivamenteinteresada por esta piedad filial y común, María, como la madre al hijo, protegía a las familias y les concedía los beneficios de la paz doméstica, que era como presagio de lacelestial”
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El Párrafo nos lleva a pensar en la Argentina, porque cuando el Papa recordaba esa
“costumbre de nuestros mayores”
todavía estaba viva entre nosotros, sobre todo en lacampaña.En nuestra lengua, a la hora del crepúsculo vespertino se le llama
la oración
, porque es lahora de interrumpir el trabajo, recogerse y rezar. El rezo tradicional para ese momento es eldel Rosario en familia. Todavía hace cincuenta años, cuando recorría la provincia deTucumán en busca de cantares anónimos, Juan Alfonso Carrizo vio al labrador que detenía elarado al caer la tarde para rezar el ángelus anunciado por un lejano toque de campanas; pocodespués, vuelto a su casa, rodeado de la comunidad doméstica, dirigía el rezo del Rosario.Ya no es así, la campaña ha sufrido el influjo secular de la ciudad a través de la escuela y losmedios de comunicación masiva. Pero ahora un renacimiento de la tradición en las clasesdirigentes envía nuevos rosarios sobre los campos. El culto de María subsiste y nos salva.Mientras los gobiernos no dejan disparate por cometer -es admirable la continuidad en elerror, la fertilidad de errores de los gobiernos argentinos-, el pueblo anónimo, el pueblosencillo, el pueblo fiel sigue obteniendo gracias para la Patria con su perseverancia en ladevoción a María. Y frente a un mundo que se está hundiendo como si fuera tragado por unaciénaga, nosotros, bien que mal, resistimos todavía la atracción de lo bajo mientras noshallamos asidos a un extremo del Rosario.Sé que algunos compatriotas que lean esto se quedaran azorados, pensando en como puedeser que una persona que por lo menos demuestra que sabe leer y escribir pueda decir que lasuerte del país dependa de que se rece el Rosario. Sólo se me ocurren dos razones paradefenderme: 1) Cualquier medida de la cual se me dijera que depende la suerte del país me produciría el mismo azoramiento que yo habría provocado en mis críticos. 2) No creo querezando el Rosario se pueda hacer política; pero creo, porque me parece un hecho histórico,que la protección de la Virgen nos salva de las consecuencias de una mala política. Loincomprensible, si no, es que todavía seamos una Nación.Cuesta poco y puede mucho pedirle que ruegue por nosotros.
(*) Pseudónimo de Roque Raúl Aragón.(Publicado en La Nueva Provincia, de Bahía Blanca, el 20 de septiembre de 1980)
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