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Consorcios de
Internacionalización
Una herramienta para las PYMES
Ignacio Prieto
Septiembre 2010
I. Introducción
En España hay algo menos de 3,5 millones de empresas de las cuales el 99,8% son PYMES y de
ellas el 94% se consideran micro PYMES (menos de 10 trabajadores).
Según datos de una encuesta realizada por la EOI en 2008, el 14,5% de las PYMES vende bienes
o servicios en los mercados extranjeros pero solo un 0,2% dispone de una filial en un país
extranjero.
Pero si consideramos las cifras en base, no a ventas esporádicas en el exterior, sino a
empresas que mantienen una actividad exportadora habitual - durante cuatro años
consecutivos -, este número se reduce por debajo de 40.000.
Aquellos que no exportan aducen, en un 81,3% como causa principal, el disponer de un
mercado local o nacional suficientemente amplio que les permite seguir creciendo.
Hace ya muchos años que se viene considerando a los consorcios de empresas como una forma
de asociacionismo que reporta ventajas de cara a superar la excesiva fragmentación del
parque empresarial español.
Sin embargo, a pesar de los numerosos estudios que relacionan el tamaño de la empresa con
los factores claves de competitividad (innovación, internacionalización, financiación, recursos
humanos, gestión empresarial, etc.), solo un 10% de los empresarios considera el crecimiento
empresarial como un objetivo estratégico a corto y medio plazo (EOI 2008).
De acuerdo con los datos del ICEX, en el periodo 1985 al 2001, se crearon en España 330
consorcios de los cuales 212 contaron con el apoyo de esta institución.
68 26
41 15
… 38 14
… 35 13
… 30 11
… 212 79
… 118 21
330 100
Fuente: ICEX
C. Consorcios
Se trata fundamentalmente de agrupaciones de empresas que se unen bajo una nueva
entidad con personalidad jurídica propia (AIE, SL o SA) -, constituidas por al menos
dos miembros (mejor cuatro para que sea subvencionable), sin participaciones
cruzadas y con producto o servicio propio, con el objetivo de compartir costes,
generar sinergias y crear valor a los clientes.
Las empresas que se asocian en un consorcio, conservan su autonomía jurídica,
financiera y de gestión. Los socios colaboran, no se fusionan.
I. Por su situación
V. Por su duración
• Blandos: Los que se forman con un fin determinado y se extinguen una vez
logrado.
• Duros: Aquellos con vocación de permanencia.
La mayoría de los autores consideran los consorcios como sociedades
instrumentales constituidas para un fin que, una vez alcanzado, produce su
extinción. Esta formulación es discutible y muchas PYMES encontrarán en los
consorcios una formula permanente de acceso y presencia en los mercados
internacionales, al menos aquellos de mas difícil entrada.
1. Promoción
Son muchas las empresas que sienten la necesidad de agruparse aunque no hayan decidido
como hacerlo. Pero alguien tiene que dar el primer paso. En ocasiones son dos empresarios
que se reúnen para intercambiar opiniones y en otras se trata de un externo que se toma el
trabajo de estudiar el sector y valorar las posibilidades de asociación entre los diferentes
candidatos.
Sea como fuere, alguien debe asumir la figura de promotor del consorcio y dedicar un
esfuerzo nada desdeñable para llevarlo a buen término. De su capacidad para transmitir las
bondades del proyecto y de su habilidad para acomodar las diferentes sensibilidades,
dependerá en buena medida el éxito del mismo.
Son características típicas del promotor de un consorcio:
3. Definición de la estrategia
Un consorcio es una empresa, tenga o no ánimo de lucro. Y como toda actividad empresarial
debe partir de un análisis previo de las oportunidades de negocio y sobre el que hay
fundamentalmente dos teorías, una de perspectiva externa y otra interna:
• La búsqueda de un mercado atractivo, que presente condiciones favorables para que
la nueva entidad pueda evolucionar ganando dinero – para ella o para sus socios - y,
una vez encontrado, desarrollar las capacidades internas que nos sitúen en una
posición ventajosa (Porter, 1985).
• Plan Económico: Se elaborara un plan proforma a tres años con detalle mensual en los
seis primeros meses. Es aquí donde se debe desarrollar el modelo de financiación de
la nueva entidad que puede ser mediante cuotas fijas, comisiones sobre ventas o un
mix de ambas. En cualquier caso, el consorcio necesitara de un capital inicial para su
lanzamiento. Por otro lado, existen por parte de entidades estatales importantes
ayudas a la financiación tanto de los gastos previos al comienzo de las acciones como
durante los tres primeros años de operativa.
• Régimen Interno: En este documento se recogen las relaciones entre los socios y la
resolución de conflictos, requisitos para los nuevos socios, la contribución a los gastos
del consorcio, la asignación de los pedidos, sanciones y pérdida de la condición de
socio.
• Forma jurídica: Se elegirá una de las tres formas (AIE, SL o SA) y los estatutos
correspondientes. El gerente del consorcio puede formar parte del Consejo de
Administración si es que se opta por ello, con voz pero sin voto.
5. Puesta en marcha
La nueva entidad está lista para iniciar sus actividades. Las diferentes acciones que se
llevaran a cabo están ya definidas y valoradas en el Plan de Marketing y Económico y a
ellas nos debemos referir.
Aun cuando los mercados evolucionan hoy a gran velocidad, es fundamental mantener la
constancia. Muchos planes comerciales se vienen abajo por la impaciencia en conseguir
resultados.
Una forma de contrarrestarlo es proponer la consecución de objetivos o metas
intermedias (Quick Wins) que nos reafirmen de que estamos en el buen camino.
A medida que el consorcio vaya realizando las labores de introducción, encontrara nueva
información con la que reajustar sus acciones. Se tratara generalmente de un ajuste fino.
En raras ocasiones es necesario modificar un Plan Estratégico hecho concienzudamente.
Pero en todo caso, se trata de encajar constantemente las necesidades del mercado con
nuestras competencias. A nuevas necesidades, nuevas competencias.
1. Presupuesto
Generalmente nacen con un presupuesto escaso y se basan más en ingresos derivados
de sus actuaciones futuras. En algunos casos se llega a plantear que el consorcio se
autofinancie.
Da la sensación de que no se cae en la cuenta de que un consorcio no es un gasto sino
una inversión. De que su labor no solo comporta ventas sino, mucho antes, promoción
de las empresas y sus productos y servicios. De que una empresa establecida en el
extranjero, vale mucho más y que este valor, que le ha conseguido el consorcio,
formara parte de su activo intangible.
Un consorcio permite compartir los costes que la internacionalización de las empresas
comporta. Dependiendo del nivel al que se desee o necesite llegar, estos costes
pueden variar mucho. No es lo mismo establecer una relación B2B mediante
herramientas de marketing directo que necesitar ejecutar acciones “pull” en el
mercado de consumo.
Pero además, la resultados obtenidos por la inversión necesaria para generar
visibilidad, no son lineales – con la mitad el presupuesto no se consiguen la mitad de
los resultados, incluso puede suceder que no se consiga ningún resultado.
2. Resultados
Como ocurre con los planes de marketing de cualquier empresa, su principal enemigo
es el desistimiento temprano. Es cierto que las empresas deben adaptarse a un mundo
muy cambiante – hoy la planificación estratégica se entiende como una actividad
dinámica. Pero también lo es que los resultados de cualquier acción promocional
necesitan su tiempo hasta que llegan. En muchos casos, a los seis meses, se
interrumpe un plan de promoción porque no se ha conseguido ningún pedido.
Nuestra experiencia es que, en un mercado desarrollado, se necesita un mínimo de
dos años para posicionar la empresa y es solo en el tercer año cuando se cubrirán
costes.
Es importante notar que, como ya decíamos antes, el consorcio proporciona valor no
solo desde los ingresos sino también desde otros muchos conceptos que no se suelen
activar por las empresas. El consorcio proporciona notoriedad de marca, acceso a
herramientas avanzadas de gestión, nuevo know-how derivado del nuevo mercado,
etc.
El consorcio, en su plan a tres años, deberá contemplar no solo las metas a medio
plazo sino una serie de metas volantes (Quick Wins) que refuercen el compromiso de
los socios.