Retrato de la realidad de algunos de los 450 millones de enfermos mentales que viven en el mundo.
Uno de los enfermos del Centro de la Asociación Saint Camille de Lellis-
Manuel Gómez Pereira, en "Desconectados" y Carles Caparrós, en
"Los olvidados de los olvidados", realizan un viaje a la locura que viven miles de personas en lugares tan distantes como Avilés y Costa de Marfil. Desconectados
La primera parada es en el Hospital San Agustín de Avilés. Allí, existe
desde el año 1999, un modelo de atención sanitaria que ha revolucionado la vida de los enfermos de esquizofrenia con diagnóstico grave. Se llama Tratamiento Asertivo Comunitario y, su éxito, es el resultado de un cambio de mentalidad en la comunidad médica: no son los pacientes quienes se desplazan a los centros de salud, sino los psiquiatras, enfermeros, auxiliares de enfermería y trabajadores sociales, quienes se trasladan a sus casas. El objetivo es normalizar sus vidas y conseguir que se integren en la comunidad.
Más de diez años de experiencia avalan el trabajo del Equipo de
Juanjo Martínez Jambrina, coordinador de Área de Gestión Clínica de Salud Mental del Hospital San Agustín de la ciudad de Avilés. Afirma que "el tratamiento que utilizan no solo ha transformado la vida de los enfermos. Ha conseguido un cambio de mentalidad en sus propias familias, en la comunidad en la que viven y en los profesionales que trabajan con ellos".
Los olvidados de los olvidados
Y del norte, viajamos hacia el sur. Allí, en Costa de Marfil, es donde el
beninés Grégoire Ahongbonon, se ha convertido en un "loco" rodeado de miles de enfermos mentales. Su lucha consiste en romper las cadenas de los miles de hombres, mujeres y niños que son encadenados a los árboles en algunos países de África. La vergüenza, la creencia de que sufren enfermedades contagiosas y las supersticiones provocan que sean sus propias familias quienes les abandonen llegando incluso a privarles de agua y comida y maltratarles.
En un primer momento, decide llevar a los enfermos que recoge en la
calle a su propia casa pero, gracias a la ayuda de algunas organizaciones locales, consigue crear en Bouaké, la Asociación Saint Camille de Lellis. Hoy tiene presencia en Benin y Costa de Marfil y planea abrir nuevos centros en Burkina Faso y Togo.
A pesar de estar a miles de kilómetros de distancia, hay un nexo
común en estas dos historias: "el amor y la confianza son la clave para conseguir transformar la vida de los enfermos mentales".