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Análisis del conflicto colombiano

Vergonzosa. Así fue la locuaz presentación del Ministro de Defensa


Rodrigo Rivera, para responder ante el Congreso de la República por la
inaceptable e injustificada demora, por parte de sucesivos gobiernos
nacionales desde 1992, fecha en quepor diciente coincidencia, asumieron
los ineptos ministros de Defensa civiles; para pagar a los miembros de las
Fuerzas Militares y la Policía, la nivelación salarial y el ajuste de los
salarios en los grados de Teniente Coronel hacia abajo, así como los
ajustes anuales con base en el Índice de Precios al Consumidor (IPC).

Pese a la contundente claridad de los senadores citantes, el ministro


Rivera ³peló el cobre´, y por medio de leguleyadas y actitudes
histriónicas, pretendió justificar lo injustificabole mediante actuaciones
contrarias a la ley.

Sin cifras ni documentos, ni pruebas válidas diferentes a un


cuestionable concepto del Consejo de Estado, Rivera adicionó las razones
de la incompetencia de sus antecesores en el Ministerio de Defensa, para
corroborar que su actuación no obedece a la conciencia de un ministro del
gabinete, sino al capricho del Presidente Santos, que en diversos cargos
anteriores conoció el problema y no quiso hacer nada por solucionarlo.

Con frases traídas de los cabellos propias de un ³leguleyo ilustrado´,


Rivera pretendió difuminar el fondo del asunto y con muchas
contradicciones, aparentar que él si ha hecho algo por resolver el
problema. Fuera de eso, Rivera argumentó que tampoco va a solucionar
nada porque sus antecesores tampoco lo hicieron, o lo que es peor, se
contradijo y aseveró que no ha iniciado a buscar soluciones concretas,
porque los afectados le han enviado emails irrespetuosos.

En otro momento, cambió e tercio y pretendió cambiar el sentido de la


citación con argumentos tan baladíes como que debido al incumplimiento
del Estado, los reclamantes han pedido compensaciones por intereses que
acumulan cifras exorbitantes, y que como su función es ³cuidar la platica´
no va a hacer nada al respecto.

De remate dijo que esta situación no afecta para nada a los activos de la
Policía y el Ejército, pese a que cifras y estadísticas demuestran que no es
cierto, por la sencilla razón que al aplicar las sentencias igualando los
sueldos básicos de activos y retirados, todos van a ser beneficiados, como
debe ser y como ordena la ley.

Y culminó su paupérrima intervención con el punto de vista personal,


que esta situación no desmotiva a las tropas porque según él están muy
cohesionadas. Falso. Es obvio que los militares y policías activos están
insatisfechos con la actitud desleal de Santos y Rivera, pues saben que
también van para el retiro y que así como los retirados hoy son
maltratados, es probable que ellos sufran iguales o peores
descomedimientos del gobierno, cuando ya no porten los uniformes y por
la edad o limitaciones físicas no tengan otro ingreso que el exiguo salario
de retiro.

Pobre, muy pobre, demasiado simplona la argumentación del ministro


Rivera, derivada de la evidente orden del presidente Santos para que actúe
de manera histriónica sin fundamentos lógicos; de su desconocimiento de
las instituciones armadas y de la poca importancia que da a quienes
entregan hasta su vida, para que él y otros politiqueros disfruten de las
mieles del poder y de un inmerecido salario de más de 15 millones de
pesos, mientras que quienes exponen su integridad o la expusieron para
que la institucionalidad perviva y le permita estar donde está, no reciban ni
siquiera el pírrico salario ordenado por la ley.

Es claro: Por evidente desconocimiento, Rivera ni se da cuenta que


quienes son afectados por su terquedad y falta de consideración con las
instituciones armadas, son los actuales uniformados, los retirados y en
particular quienes con uniformes de soldados o policías, combatieron
durante las décadas de los ochenta y los noventas y participación entre
otras en estas acciones:

Bajas de Pablo Escobar, y el Mexicano con el cosnecuente


desmantelamiento del cartel de Medellín. Además, forzaron al grupo
terrorista M-19 a la rendición, desarticularon al Epl en Antioquia y
Córdoba, neutralizaron al Eln, desalojaron a las Farc de Casa Verde y el
Guaviare, capturaron a los jefes terroristas Felipe Torres, Francisco Galán,
Francisco Caraballo, y en términos generales impidieron la ofensiva final
de la Coordinadora Nacional Guerrillera urdida en el plan terrorista
³Movimiento Bolivariano para una Nueva Colombia´ prevista para
tomarse el poder e imponer en Colombia una dictadura comunista similar
a la cubana.

La ignorancia es atrevida sobre todo cuando de las decisiones dependen


vidas o reconocimientos legales. Desconocedor absoluto de la Defensa
Nacional, la geopolítica, la estratégia, la historia militar, la táctica, la
logística y el plan estratégico de las Farc, igual que sus antecesores,
Rodrigo Rivera ve en el ministerio de Defensa un trampolín para su
inocultada ambición presidencial y no la posibilidad de representar y
defender a los militares y policías.

En realidad, Rivera carece de sensibilidad y sentido humanitario. Con


arrogante verborrea pretendió justificar la flagrante prolongación de la
violación de la ley, como si el derecho adquirido no existiera o
desapareciera, con base en un concepto del Consejo de Estado, redactado
por algún burócrata que ignora el sacrificio y la lealtad de los militares y
policias hacia Colombia por desgracia a esa capta de ineptos que pululan
en las tres ramas del poder público incluidas las altas cortes.

Con cinismo Rivera olvida que esta situación es aprovechada por


abogados avivatos que buscan quedarse como mínimo con el 30% de los
dineros que por ley pertenecen a los afectados y que no tiene presentación
que quienes entregaron los mejores años de su vida al servicio de
Colombia, tengan que soportar la humillante estulticia de Rivera y fuera
de eso pagar a apoderados para que reclamen lo que la ley ordena y que
debería ser solucionado por vía gubernativa.

¿Será que como abogado lenguaraz y ambicioso al extremo, Rivera


toleraría que cuando a él le llegué la edad de retiro forzoso, no le sean
reconocidos sus derechos pensionales en plenitud? Y que de remate,
aparezca un funcionario público que argumente leguleyadas para no
pagarle?... Seguro que no.

Las subsiguientes exposiciones de varios congresistas dejaron la


sensación que ellos tienen más conocimiento que el Ministro de Defensa
Rivera, acerca de la realidad institucional, de la vida en campaña, de las
vicisitudes de los militares y policías con las familias, de las necesidades
básicas de las tropas y de la necesidad de luchar por su bienestar.

Hasta el punto que el Senador Benedetti nombró una comisión


accidental para que acerque a las partes, convenza al Ministro y sus
asesores que la salida no es buscar como empantanar el asunto sino como
solucionarlo y para que se promulgue la ley propuesta por el senador
Lozano, para solucionar de una vez por todas y para todos los afectados,
con demandas o sin ellas, una petición que es legal y que es un derecho
adquirido.

En síntesis, a las constantes críticas contra su escasa efectividad en el


cargo, a su indiferencia y aparente desconocimiento de serios problemas
en el bienestar de las Fuerzas Militares como el ineficiente servicio de
Sanidad Militar donde el presumible tufillo de corrupción flota en el
ambiente, por ejemplo con la concentración del suministro de
medicamentos y los ineficientes centros de llamadas (Call center) en lugar
del práctico y moderno servicio de Internet; se agrega con incidencia
negativa para el Ministro Rivera su ausencia de credibilidad y liderazgo
dentro de las tropas y su deteriorada imagen como funcionario ante la
opinión pública.

Dadas las anteriores razones y debido a que la lealtad es doble vía, que
el cargo que ocupa no es para que lo sirvan sino para servir, y, que su
tozuda negativa a reconocer los derechos legítimos salariales de los
militares activos y retirados, la mejor opción para Rivera es que renuncie
al inmerecido cargo, antes que la presión crezca y el Presidente Santos
acuda a la fórmula de quemar el fusible y lo destituya después de haber
ordenado su histriónica actuación. Rivera y el país saben que se puede
esperar eso de Santos.

Al ritmo que va Rivera de tumbo en tumbo y sin siquiera conocer sus


funciones, todo parece indicar que sus días están contados en el Ministerio
de Defensa. La ambición rompe el saco«

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido


www.luisvillamarin.com
Analista de asuntos estratégicos
Obras del coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

Lea mas acerca de Ministro Rivera: Cuando no hay lealtad en dos vías, la mejor
opción es la renuncia. por Luis Alberto Villamarin Pulido
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