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El poder simbólico de los siete chakras Según enseñan las religiones orientales, en el cuerpo

humano hay siete centros de energía. Cada uno de ellos contiene una enseñanza espiritual
universal para la vida, que hemos de ir aprendiendo a medida que evolucionamos hacia una
conciencia superior.
Los chakras están alineados verticalmente desde la base de la columna hasta la coronilla, lo que
sugiere que ascendemos hacia lo divino dominando poco a poco la seductora atracción del mundo
físico. En cada fase perfeccionamos un poco más el entendimiento del poder personal y espiritual,
puesto que cada chakra representa una enseñanza de vida o un desafío común a todos los seres
humanos. A medida que la persona va dominando cada chakra, va adquiriendo un poder y un
conocimiento de sí misma que se integra en su espíritu y la hace avanzar por el camino que
conduce hacia la conciencia espiritual,
Primer cbakra: Enseñanzas relativas al mundo material. Segundo chakra: Enseñanzas relativas a la
sexualidad, el trabajo y el deseo físico. Tercer cbakra: Enseñanzas relativas al ego, la personalidad y;
la estima propia.
 Estas siete enseñanzas de vida nos dirigen hacia una conciencia mayor. Pero si hacemos caso omiso de
nuestra responsabilidad y necesidad de aplicarnos conscientemente a aprender estas lecciones
espirituales, la energía que contienen se puede manifestar en forma de enfermedad. En efecto, las
numerosas tradiciones espirituales orientales consideran que la enfermedad es un agotamiento del
propio poder interior o espíritu.

 En su sentido arquetípico, la palabra connota identidad de grupo, fuerza grupal, fuerza de voluntad
grupal y creencias de grupo. Todos esos significados constituyen el contenido energético de nuestro
primer chakra. El primer chakra nos conecta y afirma; es nuestra conexión con las creencias familiares
tradicionales, que favorecen la formación de la identidad y la sensación de pertenecer a un grupo de
personas de un lugar geográfico determinado.
Para conectar con la energía del primer chakra, centre la atención durante un momento en algo tribal
que le active una reacción emocional, por ejemplo: • escuchar el himno nacional, • presenciar un
espectáculo militar, • ver a un atleta cuando recibe una medalla de oro en los Juegos Olímpicos, • asistir
a la boda de una persona querida, • enterarse de que a un niño o una niña le han puesto su nombre.

Ubicación: La base de la columna (en el cóccix). Conexión energética con el cuerpo físico: La
columna, el recto, las piernas, los huesos, los pies y el sistema inmunitario. Conexión energética con el
cuerpo emocional/mental: El primer chakra es el cimiento de la salud emocional y mental. La
estabilidad emocional y psíquica se origina en la unidad familiar y el primer entorno social. Diversas
enfermedades mentales se generan a causa de disfunciones familiares, entre ellas las personalidades
múltiples, el trastorno obsesivo compulsivo, la depresión y los comportamientos destructivos como el
alcoholismo.
Comenzamos a descubrir que Todos somos uno cuando empezamos la vida en el seno de una
tribu o familia. Pertenecer a una tribu es una necesidad primordial, ya que dependemos totalmente
de nuestra tribu para cubrir las necesidades básicas de supervivencia: alimento, techo y ropa.
Como seres tribales, estamos diseñados energéticamente para vivir juntos, crear juntos, aprender
juntos, estar juntos y necesitarnos mutuamente. Cada uno de nuestros ambientes tribales, desde la
tribu biológica o las tribus que formamos con compañeros de trabajo, hasta nuestros lazos tribales
con amigos, nos ofrecen los marcos físicos dentro de los cuales podemos explorar el poder
creativo de esta verdad.

Comenzamos a vivir como partes de una tribu y nos conectamos con nuestra conciencia tribal y
voluntad colectiva asimilando sus fuerzas, debilidades, creencias, supersticiones y temores.
 Los retos tribales difíciles nos causan pérdidas de poder, principalmente en el primer chakra, y si
entrañan un estrés extremo nos hacen propensos a enfermedades relacionadas con el sistema
Inmunitario, desde el resfriado común al lupus. El Chakra tribal representa nuestra conexión con
experiencias de grupo tanto positivas como negativas. Las epidemias son una experiencia de
grupo negativa, a la cual nos hacemos energéticamente propensos si los temores y actitudes
personales de nuestro primer chakra son similares a los del "primer chakra» global cié la cultura.
Las epidemias virales y de otro tipo son un reflejo tanto de los problemas sociales actuales de la
tribu cultural como cíe la salud del «sistema inmunitario» de la tribu social. Es importante
señalar este punto porque, a través de las actitudes de nuestro primer chakra, todos estamos
conectados con nuestra cultura y sus actitudes.
 A comienzos de los años treinta surgió una epidemia de polio, que representaba simbólicamente el
espíritu lisiado de la nación como comunidad. Las personas que se sentían más lisiadas
económicamente, ya fuera por la experiencia real o por el miedo de tenerla, fueron las más
vulnerables al virus de la polio mielitis. Dado que los niños absorben la energía de su tribu, los
niños estadounidenses fueron tan vulnerables a la enfermedad viral como al malestar económico.
Todos somos uno: cuando toda una tribu se contagia del miedo, esa energía se propaga a sus hijos.
Al final de la guerra, la nación estadounidense ya había vuelto a asumir el liderazgo mundial. De
hecho, Estados Unidos se convirtió en e! líder del mundo libre porque produjo armas nucleares,
posición que inyectó un enorme orgullo y poder en el chakra tribal de la cultura. También aquí, esta
recuperación se reflejó en el lenguaje de los portavoces de la nación, que para describir su recién
sanada cultura utilizaron la expresión «cié nuevo en pie» (económicamente). Ese cambio de
conciencia, que reflejaba un espíritu tribal sanado, permitió derrotar el virus de la polio. El espíritu
y la actitud de la tribu fue en última instancia más fuerte que el virus. No es una coincidencia que
Joñas Salk descubriera la vacuna para la poliomielitis a comienzos líe los años cincuenta.
Un ejemplo más contemporáneo de esta misma dinámica es el virus del sida. En Estados Unidos este
virus predomina más entre los consumidores de drogas, las prostitutas y la población gay. En otros
países, como Rusia y algunos africanos, el virus medra entre las personas cuya calidad de vida
escasamente les permite sobrevivir. En algunas regiones de Latinoamérica el virus medra entre
mujeres de clase media cuyos maridos, aunque no son homosexuales, mantienen relaciones con otros
hombres a modo de ejercicio «machista». Al margen de cómo contraen el virus, todas estas personas
comparten la sensación común de ser víctimas de su cultura tribal.
Si bien todo el mundo ha sido víctima de algo o alguien, esta conciencia de víctima refleja un
sentimiento de impotencia dentro de la cultura tribal, ya sea debido a una
rencia sexual, o a la falta de dinero o de posición social. Esas mujeres seropositivas latinoamericanas
creen que carecen de los medios para protegerse, incluso las que están casadas con hombres ricos no
pueden enfrentarse a sus maridos por su comportamiento porque su cultura aún no valora la voz
femenina.
 Contemplado simbólicamente, el virus del sida apareció en la cultura estadounidense precisamente
cuando se generalizó la tendencia a la victimización. La energía cultural de nuestro país se está
agotando debido a la necesidad que tienen algunos de sentirse poderosos a expensas de otras
personas, consideradas menos valiosas, lo que produce trastornos en la inmunidad biológica.
Mantener la salud de nuestro primer chakra individual exige tratar nuestros problemas tribales
personales. Si nos sentimos víctimas de la sociedad, por ejemplo, deberíamos tratar esa percepción
negativa para que no cause fugas de energía. Podemos, por ejemplo, buscar ayuda terapéutica,
especializarnos en un trabajo, buscar una visión más simbólica de nuestra situación o participar
activamente en la política para cambiar las actitudes de la sociedad. Alimentar la amargura hacia la
tribu cultural embrolla nuestra energía en un constante conflicto interior que impide el acceso al
poder sanador de la verdad sagrada Todos somos uno
Nuestras respectivas tribus nos introducen en la vida «del mundo». Nos enseñan que el mundo es
seguro o peligroso, abundante o plagado de pobreza, educado o ignorante, un lugar del cual coger
o al cual dar. Y nos transmiten sus percepciones sobre la naturaleza de la realidad; por ejemplo,
que esta vida es sólo una de muchas o que esta vida es lo único que existe. De nuestras tribus
heredamos sus actitudes hacia otras religiones, etnias y grupos raciales. Nuestras tribus «activan»
nuestros procesos de pensamiento. Todos hemos oído generalizaciones del estilo «Todos los
alemanes son muy organizados», «Todos los irlandeses son unos narradores estupendos», etc. A
todos se nos han dado explicaciones sobre Dios y el mundo invisible, y sobre la relación de éste
con nosotros, como por ejemplo en las frases: «No le desees el mal a nadie porque se volverá en tu
contra»,
«Nunca te rías de nadie porque Dios puede castigarte» y otras similares. También asimilamos
numerosas ideas relativas a los sexos, como: «Los hombres son más inteligentes que las mujeres",
«A todos los niños les gustan los juegos deportivos y a todas las niñas les gusta jugar con
muñecas», etc. Las creencias tribales que heredamos son una combinación de verdad y ficción.
Muchas de ellas tienen un valor eterno, como «Está prohibido matar». Otras, que carecen de esa
cualidad de verdad eterna y son de miras más estrechas, tienen por finalidad mantener a las tribus
separadas entre ellas, violando la verdad sagrada Todos somos uno. El proceso de desarrollo
espiritual nos presenta el desafío de retener las influencias tribales positivas y descartar las que no
lo son.
Preguntas para auto-examinarse 1. ¿Qué creencias heredó de su familia? 2. ¿Qué creencias de las
que aún tienen autoridad en su modo de pensar puede reconocer que ya no son válidas? 3. ¿Qué
supersticiones tiene? ¿Cuáles tienen más autoridad sobre usted que su capacidad de razonar? 4.
¿Tiene su código de honor personal? ¿Cuál es? 5. ¿Ha comprometido alguna vez su sentido del
honor? Si lo ha hecho, ¿ha dado pasos para sanar eso?
6. ¿Tiene algún asunto inconcluso con sus familiares? Si es así, haga una lista de los motivos que le
impiden sanar sus relaciones familiares. 7. Haga una lista de todo lo bueno que piensa que le ha
venido de su familia. 8. Si tiene hijos a los que está criando, haga una lista de las cualidades que
desearía que sus hijos aprendieran de usted. 9. ¿Qué tradiciones y ritos tribales conserva para usted
y su familia? 10. Describa sus características tribales interiores que le gustaría reforzar

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