la influencia de los diferentes estilos educativos en el chico o la chica adolescente. Los padres con estilo educativo democrático priorizarán las necesidades de sus hijos en sus actitudes y comportamientos, lo que implica, entre otras cuestiones, realizar demandas de madurez apropiadas a la edad. Quienes muestran un estilo educativo autoritario exigen obediencia a sus hijos, y priorizan las necesidades y agendas paternas a la de los chicos y chicas. Castigan la desobediencia y utilizan métodos autoritarios para conseguir la conformidad de sus hijos. Finalmente, los padres con estilo educativo permisivo centran toda la atención en el hijo sin demandarles madurez, ni compromisos, ni implicación. De esta forma, cuando las relaciones entre padres e hijos se rigen por un estilo democrático, estarán caracterizadas por la reciprocidad y la comunicación bidireccional.
En el caso de que se den estilos no democráticos, la comunicación y la reciprocidad
se romperán, debido al dominio de los intereses del padre o la madre en el estilo autoritario, o al dominio del hijo o hija en el estilo permisivo. La numerosa investigación llevada a cabo bajo este marco teórico ha llegado a la conclusión de que los diferentes estilos educativos correlacionan con diversos índices de ajuste o desajuste en los adolescentes, que Lila, Van Aken, Musitu y Buelga (2006) sintetizan de la siguiente forma: Los progenitores democráticos tienen hijos que son más ajustados, más maduros socialmente, competentes psicosocialmente, con mejor autoestima y más logros académicos. Por su parte, los adolescentes con padres autoritarios se implican menos a la hora de explorar las diferentes alternativas para lograr una identidad, adoptan las normas morales externas sin internalizarlas, tienen niveles más bajos de auto confianza y autoestima, y muestran problemas cuando deben guiar su comportamiento a partir de sus propias decisiones. En general, cuando falta alguno de los componentes del estilo democrático aparecen algunos problemas: los adolescentes con padres permisivos confían en sí mismos (han recibido alto afecto y comunicación), pero muestran niveles elevados de consumo de sustancias y dificultades académicas (no se ha ejercido el control ni la supervisión sobre ellos); los adolescentes con padres autoritarios son obedientes y disciplinados, pero no son competentes (han recibido control y supervisión sobre sus actos, pero no han interiorizado las normas ni el por qué de los actos); los adolescentes con padres indiferentes son los más problemáticos, no son competentes y además muestran problemas de conducta (no han recibido ni afecto ni supervisión). Sin embargo, esta descripción que puede resultar clarificadora, también puede simplificar las relaciones familiares en exceso. En realidad, la relación padres hijos no es unidireccional y, por tanto, los hijos no son una plastilina que los padres puedan moldear en función de su estilo educativo.
Chicos y chicas muestran unas actitudes y comportamientos propios, y el estilo
educativo de los padres también se adapta a ello.
Así, un adolescente fácil, que no participa en actos problemáticos, lleva
adelante sus estudios sin mayores dificultades, participa de forma razonable en las tareas del hogar, etc, facilitará que sus padres utilicen un estilo democrático; mientras que una chica que comienza a suspender asignaturas, consume alcohol u otras sustancias, llega tarde a casa, etc. provocará un endurecimiento de las normas y un estilo autoritario de los padres. Como vemos, en psicología no existen relaciones simples, siempre nos encontramos con patrones de interacción compleja. La Figura 12.3 pretende resaltar gráficamente la dinámica de funcionamiento de los estilos educativos. Así, si una familia ha seguido un patrón de estilo democrático a lo largo de la infancia de los hijos (han creído en la necesidad de estimular la autonomía del hijo y han combinado el afecto explícito con normas a seguir) es más fácil que el comportamiento del hijo sea ajustado con la llegada de la adolescencia. Ese comportamiento ajustado facilitará que los padres puedan continuar actuando como padres democráticos y considerando que es la mejor opción. Igualmente, unos padres que no hayan exigido madurez a sus hijos durante la infancia, le hayan pautado y controlado todos los actos, y le hayan sobreprotegido encontrarán a un adolescente que no es competente por sí mismo y los progenitores se verán instados a continuar pautando los comportamientos del chico o la chica. Dicho en otras palabras, unos padres autoritarios durante la infancia favorecerán un hijo poco autónomo que, cuando llegue a la adolescencia, promoverá que las pautas de crianza de sus padres continúen siendo autoritarias.
Como podemos comprobar, la familia es un sistema dinámico cuyo funcionamiento
no puede analizarse y comprenderse si se analiza el comportamiento de los miembros que la componen por separado.
Parece que es la calidad de la relación padres-hijos la que, en última instancia,
determinará la naturaleza de la influencia en la relación padres-hijos, y no el comportamiento aislado de padres o de hijos.