Está en la página 1de 13

Los estilos educativos y la autonomía

Collins y Laursen (2004) resumen


la influencia de los diferentes
estilos educativos en el chico o la
chica adolescente. Los padres con
estilo educativo democrático
priorizarán las necesidades de sus
hijos en sus actitudes y
comportamientos, lo que implica,
entre otras cuestiones, realizar
demandas de madurez apropiadas a
la edad.
Quienes muestran un estilo
educativo autoritario exigen
obediencia a sus hijos, y priorizan
las necesidades y agendas paternas
a la de los chicos y chicas. Castigan
la desobediencia y utilizan métodos
autoritarios para conseguir la
conformidad de sus hijos.
Finalmente, los padres con estilo educativo permisivo centran toda la atención en el
hijo sin demandarles madurez, ni compromisos, ni implicación.
De esta forma, cuando las relaciones entre padres e hijos se rigen por un estilo
democrático, estarán caracterizadas por la reciprocidad y la comunicación
bidireccional.

En el caso de que se den estilos no democráticos, la comunicación y la reciprocidad


se romperán, debido al dominio de los intereses del padre o la madre en el estilo
autoritario, o al dominio del hijo o hija en el estilo permisivo.
La numerosa investigación llevada a cabo
bajo este marco teórico ha llegado a la
conclusión de que los diferentes estilos
educativos correlacionan con diversos
índices de ajuste o desajuste en los
adolescentes, que Lila, Van Aken, Musitu
y Buelga (2006) sintetizan de la siguiente
forma:
Los progenitores democráticos tienen hijos que son más ajustados, más maduros
socialmente, competentes psicosocialmente, con mejor autoestima y más logros
académicos.
Por su parte, los adolescentes con
padres autoritarios se implican
menos a la hora de explorar las
diferentes alternativas para lograr
una identidad, adoptan las normas
morales externas sin internalizarlas,
tienen niveles más bajos de auto
confianza y autoestima, y muestran
problemas cuando deben guiar su
comportamiento a partir de sus
propias decisiones.
En general, cuando falta alguno de los componentes del estilo democrático aparecen
algunos problemas: los adolescentes con padres permisivos confían en sí mismos (han
recibido alto afecto y comunicación), pero muestran niveles elevados de consumo de
sustancias y dificultades académicas (no se ha ejercido el control ni la supervisión sobre
ellos); los adolescentes con padres autoritarios son obedientes y disciplinados, pero no
son competentes (han recibido control y supervisión sobre sus actos, pero no han
interiorizado las normas ni el por qué de los actos); los adolescentes con padres
indiferentes son los más problemáticos, no son competentes y además muestran
problemas de conducta (no han recibido ni afecto ni supervisión).
Sin embargo, esta descripción que puede resultar clarificadora, también puede
simplificar las relaciones familiares en exceso. En realidad, la relación padres
hijos no es unidireccional y, por tanto, los hijos no son una plastilina que los
padres puedan moldear en función de su estilo educativo.

Chicos y chicas muestran unas actitudes y comportamientos propios, y el estilo


educativo de los padres también se adapta a ello.

Así, un adolescente fácil, que no participa en actos problemáticos, lleva


adelante sus estudios sin mayores dificultades, participa de forma razonable en
las tareas del hogar, etc, facilitará que sus padres utilicen un estilo democrático;
mientras que una chica que comienza a suspender asignaturas, consume alcohol
u otras sustancias, llega tarde a casa, etc. provocará un endurecimiento de las
normas y un estilo autoritario de los padres.
Como vemos, en psicología no existen relaciones simples, siempre nos encontramos con patrones de
interacción compleja. La Figura 12.3 pretende resaltar gráficamente la dinámica de funcionamiento de
los estilos educativos. Así, si una familia ha seguido un patrón de estilo democrático a lo largo de la
infancia de los hijos (han creído en la necesidad de estimular la autonomía del hijo y han combinado el
afecto explícito con normas a seguir) es más fácil que el comportamiento del hijo sea ajustado con la
llegada de la adolescencia. Ese comportamiento ajustado facilitará que los padres puedan continuar
actuando como padres democráticos y considerando que es la mejor opción.
Igualmente, unos padres que no hayan exigido madurez a sus hijos durante la infancia,
le hayan pautado y controlado todos los actos, y le hayan sobreprotegido encontrarán a
un adolescente que no es competente por sí mismo y los progenitores se verán instados
a continuar pautando los comportamientos del chico o la chica.
Dicho en otras palabras, unos padres autoritarios durante la infancia favorecerán un
hijo poco autónomo que, cuando llegue a la adolescencia, promoverá que las pautas
de crianza de sus padres continúen siendo autoritarias.

Como podemos comprobar, la familia es un sistema dinámico cuyo funcionamiento


no puede analizarse y comprenderse si se analiza el comportamiento de los miembros
que la componen por separado.

Parece que es la calidad de la relación padres-hijos la que, en última instancia,


determinará la naturaleza de la influencia en la relación padres-hijos, y no el
comportamiento aislado de padres o de hijos.

También podría gustarte