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Contexto del s.

XIX y
características de la
novela realista.

MARTA PEREZ TOLEDO B1B


CONTEXTO DEL SIGLO XIX

- Revolución industrial

- Empresarios frente a empleados

- Lucha de clases

- Buscan una vida mejor

- Alfabetización
LA NOVELA
REALISTA
- Europa , especialmente Francia e Inglaterra .
- Auguste comte
- Karl Marx
- ciencia : Darwin , Mendel , Bernard
Características de la novela
realista
- tiempo y espacio

- centro de interés narrativo

- empresa del protagonista

- personajes

-narrador

-lenguaje
- Moby Dick de Hemann Melville :
Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que
me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar
fuera la melancolía y arreglar la circulación. Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un nuevo
noviembre húmedo y lluvioso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la
hipocondría me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar
metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi
sustituto de la pistola y la bala. Catón se arroja sobre su espada, haciendo aspavientos filosóficos; yo me embarco pacíficamente. No hay en
ello nada sorprendente. Si bien lo miran, no hay nadie que no experimente, en alguna ocasión u otra, y en más o menos grado, sentimientos
análogos a los míos respecto del océano.
(...)
Probablemente habréis visto muchas embarcaciones extrañas, lugres de pies cuadrados, montañosos juncos japoneses, galeotas como latas de
manteca, y cualquier cosa; pero os aseguro que nunca habréis visto una extraña vieja embarcación como esta misma extraña y vieja Pequod. Era
un barco de antigua escuela, más bien pequeño si acaso, todo él con un anticuado aire de patas de garra. Curtido y atezado por el clima,
entre los ciclones y las calmas de los cuatro océanos, la tez del viejo casco se había oscurecido como la de un granadero francés que ha
combatido tanto en Egipto como en Siberia. Su venerable proa tenía aspecto barbudo. Sus palos -cortados en algún punto de la costa del
Japón, donde los palos originarios habían salido por la borda en una galerna-, sus palos se erguían rígidamente como los espinazos de los
tres antiguos reyes en Colonia. Sus antiguas cubiertas estaban desgastadas y arrugadas como la losa, venerada por los peregrinos, de la
catedral de Canterbury donde se desangró Becket.
(...)
Las aguas que le rodeaban se iban hinchando en amplios círculos; luego se levantaron raudas, como si se deslizaran de una montaña de hielo
sumergida que emergiera rápidamente a la superficie. Se intuía un rumor sordo, un zumbido subterráneo...Todos contuvieron el aliento al
surgir oblicuamente de las aguas una mole enorme, que llevaba encima cabos enmarañados, arpones y lanzas. Se elevó un instante en la
atmósfera irisada, como envuelta en una grasa de finísima textura, y volvió a sumergirse en el océano. Las aguas, lanzadas a treinta pies de
altura, fulgieron como enjambres de surtidores, para caer luego en una vorágine que circuía el cuerpo marmóreo de la ballena. "
-La Regenta de Leopoldo Alas :

La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se
rasgaban al correr hacia el norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo,
trapos, pajas y papeles, que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina, revolando y
persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas
de pilluelos, aquellas migajas de basura, aquellas sobras de todo, se juntaban en un montón, parábanse como
dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas, dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los
cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegados a las esquinas, y había pluma que
llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para días, o para años, en la vidriera de un escaparate, agarrada a
un plomo.
Formas literarias de la novela
realista
LA NOVELA SOCIAL
Se plantean problemas sociales de la época y la sociedad en que se publica.

-Tiempos Difíciles (Charles Dickens)

Lo que el autor intenta reivindicar no es tanto la justiciera sensibilidad social, sino más bien el rescate de la
capacidad imaginativa.

Tiempos difíciles es una crítica contra la industrialización, el materialismo y la educación


“—Pero, por favor, señorita Luisa —dijo Ceci, excusándose —. ¡Soy..., soy tan ignorante!
Luisa dejó escapar una risa más alegre de lo que era habitual en ella, y le dijo que poco a poco se iría haciendo más instruida.
—Es que no sabéis lo tonta que soy —exclamó Ceci, casi llorando
—. En la escuela no hago más que equivocarme. El señor y la señora M'Choakumchild me hacen poner una y otra vez en pie, nada más que para que cometa errores. No lo puedo remediar.
Parece que me brotan espontáneamente.
—Supongo que el señor y la señora M'Choakumchild no se equivocarán nunca, ¿verdad, Ceci?
—¡Jamás! —contestó Ceci, con mucha seriedad —. Ellos lo saben todo.
—Cuéntame algunas de tus equivocaciones.
—Me da casi vergüenza —contestó la muchacha con cierta repugnancia —. Hoy, por ejemplo, nos explicaba el señor M'Choakumchild la teoría de la Prosperidad natural.
—Supongo que quieres decir la Prosperidad nacional —apuntó Luisa.
—Sí..., eso... Pero ¿no es lo mismo? —interrogó Ceci tímidamente.
—Puesto que él dijo nacional, es mejor que tú también lo digas así —contestó Luisa con sequedad reservada.
—La Prosperidad nacional. Y nos dijo: «Mirad: suponed que esta escuela es la nación y que en esta nación hay cincuenta millones en dinero. ¿Es o no una nación próspera? Niña número
veinte, ¿es o no una nación próspera esta, y estáis o no estáis vos nadando en prosperidad?»
—¿Y qué contestaste? —le preguntó Luisa.
—Señorita Luisa, le contesté que no lo sabía. Me pareció que no estaba en condiciones de afirmar si la nación era o no era próspera y si yo estaba nadando en prosperidad, mientras no
supiese en qué manos estaba el dinero y si me correspondía a mí una parte. Pero esto era salirse de la cuestión. No podía representarse con números —dijo Ceci, enjugándose las lágrimas.
—Cometiste un gran error —sentenció Luisa.
—Ahora ya lo sé, señorita Luisa; ahora ya lo sé. El señor M'Choakumchild me dijo a continuación que me lo presentaría de otra manera, y se expresó de este modo: «La sala de esta escuela
es una ciudad inmensa en la que vive un millón de habitantes, y de ese millón de habitantes, solamente se mueren de hambre en la calle, al año, veinticinco. ¿Qué os parece esta
prosperidad?» Lo mejor que se me ocurrió contestarle fue que para los que se morían de hambre era lo mismo que la ciudad tuviese un millón que un millón de millones de habitantes. Y
también en esto me equivoqué.
—¡Naturalmente que sí!
- Jakob Von Gunten (Robert Walser)

 trata sobre un joven adolescente de principios del siglo XX enviado a un internado berlinés que imparte

una educación represiva y mediocre.


“De repente comprendo la gentil mentalidad de las mujeres. Su coquetería me divierte y, en los
gestos y modismos triviales que emplean para hablar, veo profundidad. Si no entiendes a las
mujeres cuando se acercan la taza a los labios o se ajustan la faldilla, no las entenderás nunca.
Sus almas caminan a pequeños pasitos, calzadas con unos botines preciosos de tacón alto y su
sonrisa es a la vez una costumbre estúpida y un fragmento de historia universal. Tienen tal
soberbia en su poco entendimiento que son una delicia, más que las obras de los clásicos.
Frecuentemente, no hay nada más virtuoso bajo el sol que las flaquezas femeninas; ¿Y qué me
decís, cuando las mujeres se ponen furiosas y se enrabian? Sólo ellas saben hacerlo, enrabiarse.
Pero silencio. Pienso en la mama. ¡Cómo es de sagrado para mí el recuerdo de aquellos
momentos en que se enrabiaba! A callar, pero, ¿Qué puede saber de todo esto un alumno del
Instituto Benjamenta?”.
LA NOVELA CORTA
- José Emilio Pacheco. “Las batallas en el desierto”
constituye una añoranza de la Ciudad de México de los años 1950, con sus pachucos, sus boleros,
sus películas y sus antiguas construcciones de estilo colonial. Vestigios que fueron demolidos para
dar paso a una dudosa modernidad impuesta por el novedoso modelo norteamericano de la
posguerra.
- “La Estepa” Antón Chéjov
El argumento trata sobre la travesía de un niño llamado Igor hacia su nuevo hogar. Este pequeño
infante huérfano de padre, es llevado a una ciudad lejana para ingresar a la escuela. Para ello tiene
que atravesar la inhóspita estepa ucraniana a bordo de una humilde carreta, enfrentando sus más
obscuros secretos. A una edad muy temprana, Igor se enfrenta a la vida con todas sus sensaciones,
penurias, alegrías y placeres que irremediablemente la acompañan.
Las batallas en el desierto
Me acuerdo, no me acuerdo: ¿qué año era aquél? Ya había supermercados pero no televisión, radio
tan sólo: Las aventuras de Carlos Lacroix, Tarzán, El Llanero Solitario, La Legión de los
Madrugadores. Los Niños Catedráticos, Leyendas de las calles de México, Panseco, El Doctor I.Q.,
La Doctora Corazón desde su Clínica de Almas. Paco Malgesto narraba las corridas de toros, Carlos
Albert era el cronista de futbol, el Mago Septién trasmitía el beisbol. Circulaban los primeros
coches producidos después de la guerra: Packard, Cadillac, Buick, Chrysler, Mercury, Hudson,
Pontiac, Dodge, Plymouth, De Soto. Ibamos a ver películas de Errol Flynn y Tyrone Power, a
matinés con una de episodios completa: La invasión de Mongo era mi predilecta. Estaban de moda
Sin ti, La rondalla, La burrita, La múcura, Amorcito Corazón. Volvía a sonar en todas partes un
antiguo bolero puertorriqueño: Por alto esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar
profundo, no habrá una barrera en el mundo que mi amor profundo no rompa por ti. Fue el año de la
poliomielitis: escuelas llenas de niños con aparatos ortopédicos; de la fiebre aftosa: en todo el país
fusilaban por decenas de miles reses enfermas; de las inundaciones: el centro de la ciudad se
convertía otra vez en laguna, la gente iba por las calles en lanchas. Dicen que con la próxima
tormenta estallará el canal del desagüe y anegará la capital. Qué importa, contestaba mi hermano, si
bajo el régimen de Miguel Alemán ya vivimos hundidos en la mierda.
Más allá de las colinas se oyó el sordo bramido del trueno; se levantó un viento fresco. Deniska, silbando una
alegre melodía, fustigó a los caballos. El padre Jristofor y Kuzmichov, sosteniendo sus sombreros, dirigieron la
mirada a las colinas… ¡Qué agradable sería que estallase la lluvia!
Parecía como si bastara un pequeño esfuerzo más, un último arrebato, para que la estepa se liberara. Pero la
invisible fuerza opresiva poco a poco encadenó el viento y el aire y abatió el polvo; de nuevo, como si no hubiera
pasado nada, se restableció el silencio. La nube se ocultó, las ardientes colinas se ensombrecieron y el viento se
detuvo dócilmente; sólo las alarmadas avefrías seguían llorando en alguna parte, lamentándose de su suerte…
El ocaso no tardó en llegar.

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