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MI ALBÚN DE

CUENTOS
EL POLLITO
M
Mientras
ientraslito dormía
pollito su mamá
dormía su se fue ase
mamá la ciudad
fue a ala
comprar
ciudad alos alimentos
comprar para cocinar.
los alimentos para cocinar.
dedepronto
prontosesedespertó
despertóelelpollito
pollito,lito, dijo:
dijo:
¡mami!
¡mami!¡mami!,
¡mami!,donde
dondeestasestasalalververquequenonoestaba
estaba
enenlalacasa
casasalió
salióaabuscar
buscaraasusumamá.
mamá.
EnEnelelcamino
caminoseseencontró
encontrócon conelelcerdito,
cerdito,elelpollito
pollito
asustado
asustadolelepregunto
pregunto¿eres ¿eresmi mimami?
mami?elelcerdito
cerditodijo
dijo
oig,
oig,oig
oigyoyono
nosoysoytutumama,
mama,tutumama mamácacarea
cacareayyyo yo
no.
no.QueQuehaces
hacessolito
solitoesespeligroso
peligrosoregresa
regresatutucasa
casa
que
quevavaempezar
empezaraallover,
llover,elelcielo
cieloesta
estanublado.
nublado.estoy
estoy
buscando
buscandoaami mimamita..
mamita..
Luego
Luegode deun
unlargo
largocamino
caminoseseencontró
encontrócon conlalavaca
vacayy
lelepregunto:
pregunto:¿tu ¿tueres
eresmi mimamá?
mamá?lalavaca vacadijo
dijomu,
mu,
mu,
mu,yo yono
nosoy
soytutumamá,
mamá,tutumamá mamápone ponehuevos
huevosyo yo
doy
doyleche,
leche,elelpollito
pollitosiguió
siguiósusucamino
caminomuy muytriste.
triste.
Siguió caminando y se encontró con la oveja y le dijo:
¿tu eres mi mamá? la oveja dijo mee, mee yo no soy tu
mamá, tú mamá tiene plumas y yo tengo lana, triste
siguió caminando.
Muy triste siguió caminando y vio venir a lo lejos a
alguien se acerco y le pregunto el pollito pio, pio ¿tu
cacareas, ¡si! tu pones huevos, ¡si! tu tienes alas ¡si!
entonces tu eres mi mamá !si¡. el pollito muy feliz le dio
un abrazo a su mami
EL LEÓN Y EL RATÓN
AGRADECIDO
Un día, un león dormía tranquilamente bajo la sombra
de un frondosos árbol, mientras que un ratón empezó
a jugar encima de su cuerpo, El león despertó y
seguidamente atrapo al ratón, debajo de su fuerte
garra y a punto de ser devorado. El ratón le pidió que
le perdonara prometiéndole pagarle llegando el
momento oportuno.
El león se hecho a reír y le dijo; ja ja ja, como un simple
e insignificante ratón se ofrece a brindarme ayuda.
Acaso no sabes que yo soy el rey de la Selva. No
necesito de ti ni de nadie más. Sin embargo lo dejo
marchar pocos días después unos cazadores apresaron
al rey de la Selva y le ataron con una cuerda a un
frondoso árbol.
Paso por ahí el ratoncito quien escucho los lamentos
del león, corrió al lugar y desgasto la cuerda con sus
filosos dientes dejándolo libre El ratón le dijo días atrás
te burlaste de mi pensando que nada podría hacer por
ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que
los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.
El león muy agradecido le dijo: ahora se que eres un
buen amigo, porque olvidas la ofensas.
Solidaridad en los cambios de fortuna, incluso los mas
poderosos, necesitan la ayuda de los humildes.
EL PASTOR MENTIROSO
Una vez un pequeño pastor apacentaba sus ovejas en
una montaña rodeado de labradores dispuestos a
ayudarlo cuando lo necesitara.
En repetidas ocasiones, el pastor se aprovecho de esta
situación y pidió socorro, gritando: “Auxilió, Auxilió, ya
viene el lobo y nos va a comer”. Los labradores salían
corriendo a socorrer al pastor, pero luego notaban que
era un engaño y volvían a trabajar mientras el pastor
se reía.
En una ocasión el pastor empezó a pedir auxilio a
gritos desesperantes, pero los labradores, que
conocían ya las mentiras del pastor, esta vez pensaron
que nuevamente se burlaba de ellos y esta vez si lo
ignoraron.
Esta vez el pastor estaba diciendo la verdad, pero nadie se acerco o
salió ayudarle, ya que pensaban que era una de sus pesadas
bromas, es así que el lobo feroz termino de comerse a todas las
ovejas, acabo con el rebaño del pastor.
Como enseñanza de esta lectura es decir siempre la verdad para
que puedan confiar en ti.
EL NIÑO Y LOS
CLAVOS
Había un niño que tenía muy mal carácter. Un día, su padre
le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que
perdiera la calma, clavase un clavo en la cerca del patio de la
casa. El primer día, el niño clavó 37 clavos. Al día siguiente,
menos, y así el resto de los días. Él pequeño se iba dando
cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal carácter
que tener que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó
el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y fue
alegre a contárselo a su padre. ¡Había conseguido,
finalmente, controlar su mal temperamento! Su padre, muy
contento y satisfecho, le sugirió entonces que por cada día
que controlase su carácter, sacase un clavo de la cerca. Los
días pasaron y cuando el niño terminó de sacar todos los
clavos fue a decírselo a su padre.
Entonces el padre llevó a su hijo de la mano hasta la cerca y le dijo:

– “Has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca,
pero fíjate en todos los agujeros que quedaron. Jamás será la
misma. Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con
mal genio, enfado y mal carácter dejas una cicatriz, como estos
agujeros en la cerca. Ya no importa que pidas perdón. La herida
siempre estará allí. Y una herida física es igual que una herida
verbal. Los amigos, así como los padres y toda la familia, son
verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y te
animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y
siempre tienen su corazón abierto para recibirte”.

Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los


clavos, hicieron con que el niño reflexionase sobre las
consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se ha
acabado.
HERMES Y EL LEÑADOR
Un leñador que cortaba leña ala orilla del rio
perdió su hacha, sin saber que hacer se puso a
llorar en la orilla.
Hermes compadecido se su tristeza, se arrojo al
rio y volvió con un hacha de oro, preguntando si
era esa la que había perdido. Le contesto que
no, y volvió Hermes a sumergirse y regresando
con una de plata,
El leñador dijo otra vez que no era suya por la
Hermes se sumergió de muevo volviendo con el
hacha perdida. Entonces el hombre le dijo que si
esa era de el. Hermes seducido por su honradez
le dio las tres hachas.
Al volver con sus compañeros, el leñador les conto su
aventura. Uno de ellos se propuso a conseguir otro
tanto, se dirigió a la orilla del rio y lanzó su hacha en la
corriente sentándose luego a llorar.
Entonces Hermes se le apareció también y sabiendo el
motivo de su llanto, se arrojo al rio y le presento
igualmente un hacha de oro, preguntándole si era esa la
que había perdido. El pícaro leñador muy contento
exclamo:
¡Si esa es!
Pero el Dios horrorizado por su desvergüenza, no solo se
quedo con el hacha de oro, si no que tampoco le
devolvió la suya.
COLORÍN COLORADO ESTE CUENTO A
TERMINADO.

¡GRACIAS!

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