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La jurisdicción especial indígena

en Colombia

Alexei Julio Estrada


Los presupuestos constitucionales de la jurisdicción indígena

La Constitución colombiana de 1991 reconoce el carácter


multiétnico y pluricultural del Estado y protege
plenamente el derecho a la diferencia de las minorías
nacionales. El artículo 1 de la Constitución señala:
“Colombia es un Estado social de derecho organizado
en forma de República unitaria, descentralizada, con
autonomía de sus entidades territoriales, democrática,
participativa y pluralista, fundada en el respeto de la
dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las
personas que la integran y en la prevalencia del interés
general”.
Los presupuestos constitucionales de la jurisdicción indígena

El principio fundante del pluralismo es expresamente


reconocido en el artículo 7 constitucional : “El
Estado reconoce y protege la diversidad étnica y
cultural de la nación colombiana”. Adicionalmente
la Constitución contiene todo un catálogo de
disposiciones que pretenden garantizar el derecho a la
diferencia, a la participación y a la autonomía de las
minorías nacionales. En primer lugar, la Carta
confiere una especial protección a la riqueza cultural
de la nación (Art. 8).
Los presupuestos constitucionales de la jurisdicción indígena

Igualmente reconoce que las lenguas y dialectos de los


grupos étnicos son también oficiales en sus territorios
(Art. 10) y promueve la educación bilingüe y, en
general, la etnoeducación, de los miembros de los
pueblos indígenas (Art. 68). Reconoce que el estado
colombiano es pluricultural y la igualdad entre las
diversas culturas presentes en el territorio nacional: “La
cultura en sus diversas manifestaciones es fundamento
de la nacionalidad. El Estado reconoce la igualdad y
dignidad de todas las que conviven en el país”.
Los presupuestos constitucionales de la jurisdicción indígena

Así mismo, la Constitución reconoce la


posibilidad de constituir entidades territoriales
indígenas (territorios indígenas) las cuales se
gobernarán por consejos conformados y
reglamentados según los usos y costumbres de
sus comunidades (Arts. 329 y 330). Igualmente
les garantiza el pleno ejercicio del derecho de
propiedad colectiva y no enajenable de sus
resguardos y territorios (Arts. 63 y 329).
Los presupuestos constitucionales de la jurisdicción indígena

Finalmente, la Constitución establece derechos


especiales de participación en cabeza de las
comunidades indígenas. Consagra una
circunscripción electoral especial para la elección
de dos senadores (Art. 171), y, les garantiza el
derecho a la consulta previa sobre los asuntos que
les atañen, en particular, en cuanto se refiere a la
exploración o explotación de recursos naturales
en sus territorios (Art. 330).
Los presupuestos constitucionales de la jurisdicción indígena

Adicionalmente a las disposiciones antes


citadas, el Convenio 169 de la OIT, aprobado
por la Ley 21 de 1991, hace parte del bloque de
constitucionalidad y por lo tanto de
conformidad al desarrollo que esta figura ha
tenido en la jurisprudencia constitucional, tiene
fuerza y rango constitucional. Este Convenio
contiene disposiciones particularmente
relevantes en torno a la jurisdicción especial
indígena, específicamente los artículos 8, 9 y 10.
Bloque de constitucionalidad

“Artículo 8o.
1. Al aplicar la legislación nacional a los pueblos interesados
deberán tomarse debidamente en consideración sus costumbres o
su derecho consuetudinario.
2. Dichos pueblos deberán tener el derecho de conservar sus
costumbres e instituciones propias, siempre que éstas no sean
incompatibles con los derechos fundamentales definidos por el
sistema jurídico nacional ni con los derechos humanos
internacionalmente reconocidos. Siempre que sea necesario,
deberán establecerse procedimientos para solucionar los
conflictos que puedan surgir en la aplicación de este principio.
3. La aplicación de los párrafos 1 y 2 de este artículo no deberá
impedir a los miembros de dichos pueblos ejercer los derechos
reconocidos a todos los ciudadanos del país y asumir las
obligaciones correspondientes.
Bloque de constitucionalidad

Artículo 9o.
1. En la medida en que ello sea compatible con el
sistema jurídico nacional y con los derechos humanos
internacionalmente reconocidos, deberán respetarse los
métodos a los que los pueblos interesados recurren
tradicionalmente para la represión de los delitos
cometidos por sus miembros.
2. Las autoridades y los tribunales llamados a
pronunciarse sobre cuestiones penales deberán tener en
cuenta las costumbres de dichos pueblos en la materia.
Bloque de constitucionalidad

Artículo 10.
1. Cuando se impongan sanciones penales previstas
por la legislación general a miembros de dichos
pueblos deberán tenerse en cuenta sus características
económicas, sociales y culturales.
2. Deberá darse la preferencia a tipos de sanción
distintos del encarcelamiento.
Además del convenio 169 de la OIT también
reconoce valor interpretativo a la Declaración de
derechos de los pueblos indígenas aprobada en el
seno de la Asamblea General de la ONU.
Los presupuestos constitucionales de la jurisdicción indígena

Ahora bien, del modelo constitucional establecido en la


Constitución de 1991 surge necesariamente la tensión
entre unidad y diversidad. Unidad, representada en la
pretendida universalidad de los derechos humanos y en
la defensa de la forma de gobierno democrática; y
diversidad, entendida como el respeto a formas de
gobierno de las minorías culturales que desconocen o
incluso son contrarias al paradigma liberal de los
derechos. Estas tensiones deben ser resueltas de manera
ponderada, caso por caso.
Las comunidades indígenas como titulares colectivos de
derechos fundamentales

La Corte Constitucional colombiana ha entendido que


la Constitución reconoce a las comunidades indígenas
la condición de verdadero sujeto colectivo. En tal
virtud es titular de una serie de derechos
constitucionales fundamentales que marcan la pauta
del respeto por la diversidad cultural en territorio
colombiano. No se trata entonces del reconocimiento
de meros derechos colectivos difuminados entre los
distintos individuos de la comunidad sino de derechos
fundamentales, de los cuales es titular la comunidad.
Las comunidades indígenas como titulares colectivos de
derechos fundamentales

La jurisprudencia ha reconocido entre otros los


siguientes derechos fundamentales de las comunidades
indígenas: 1º-) el derecho a la supervivencia (física y
cultural), 2º-) los derechos políticos de representación y
consulta; 3º-) el derecho a la propiedad colectiva e
inajenable sobre el territorio ancestral; 4º-) y,
finalmente, el derecho a una jurisdicción propia. En esa
medida la jurisdicción especial indígena es un derecho
fundamental del cual es titular la comunidad indígena
como sujeto colectivo.
La jurisdicción indígena. Origen constitucional

ART. 246.— Las autoridades de los pueblos


indígenas podrán ejercer funciones
jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial,
de conformidad con sus propias normas y
procedimientos, siempre que no sean
contrarios a la Constitución y leyes de la
República. La ley establecerá las formas de
coordinación de esta jurisdicción especial con
el sistema judicial nacional.
La jurisdicción indígena, integración en la rama judicial del
poder público.

Sentencia C-713 de 2008:


“Desde el punto de vista funcional la jurisdicción
indígena hace parte de la rama judicial; por ello no
sólo es razonable sino jurídicamente exigible que el
Consejo Superior de la Judicatura promueva labores
de divulgación y sistematización de asuntos relativos
a la jurisdicción indígena. Sin embargo, la Corte
considera necesario precisar que las autoridades
indígenas no pertenecen a la estructura orgánica de la
Rama Judicial del poder público, como en repetidas
oportunidades lo ha puesto de presente la
jurisprudencia de esta Corporación”.
Elementos que la configuran

A partir del artículo 246 la jurisprudencia constitucional


ha determinado que la jurisdicción indígena tiene cuatro
elementos i) la posibilidad de que existan autoridades
judiciales propias de los pueblos indígenas; ii) la
potestad de éstos de establecer normas y procedimientos
propios; iii) el respeto a la Constitución y la ley dentro
del principio de maximización de la autonomía; y iv) la
competencia del legislador para señalar la forma de
coordinación de la jurisdicción indígena con el sistema
judicial nacional.
La jurisdicción indígena. Principio de autonomía.

La jurisprudencia también ha establecido que el principio que


rige el ejercicio de dicha jurisdicción es el de la maximización
de la autonomía indígena y la minimización de las
restricciones a dicha autonomía dentro del respeto de la
diversidad etno-cultural. De este principio se derivan dos
reglas interpretativas: sólo serán admisibles las restricciones a
la autonomía de las comunidades, cuando se cumplan las
siguientes condiciones:
a. Que se trate de una medida necesaria para
salvaguardar un interés de superior jerarquía (v. g. la
seguridad interna).
b. Que se trate de la medida menos gravosa para la
autonomía que se les reconoce a las comunidades étnicas.
La jurisdicción indígena. Límites.

Así, en la sentencia T-349 de 1996 se estableció en


aras de maximizar la autonomía indígena que los
límites al ejercicio de la jurisdicción indígena se
circunscriben a un núcleo duro de derechos, v. gr., el
derecho a la vida, la prohibición de la esclavitud y la
prohibición de la tortura, el respeto al debido proceso
propio apreciado en sus mínimos según la
cosmovisión del pueblo indígena correspondiente y,
en materia penal, la legalidad de los delitos y de las
penas. Para evitar que cualquier ley imperativa fuera
invocada como restricción a la jurisdicción indígena.
La jurisdicción especial indígena. Límites.

La Corte Constitucional ha invalidado decisiones adoptadas


por autoridades indígenas por vulnerar las reglas del debido
proceso. En esa medida, si bien no se exige que las
autoridades adelanten la investigación y juzgamiento con el
rigor propio de las normas procesales aplicables por la
jurisdicción ordinaria, si exige que se respeten unas reglas
mínimas de derecho de defensa y contradicción (T-048 de
2002). Por ejemplo el acusado debe conocer los cargos que se
le imputan, si el procedimiento se adelanta en su ausencia
debe contar con un representante, los hechos deben ser
investigados. Adicionalmente el juzgamiento debe seguir las
reglas fijadas por la propia comunidad.
La jurisdicción especial indígena. Límites.

También la Corte Constitucional ha señalado que ciertas penas


en casos concretos resultan contrarias a la Constitución. Por
ejemplo, la pena de la expulsión de la comunidad en las
sentencias T-254 de 1994 y T-753 de 1997 se encontró ajustada
a la Constitución por ser diferente a la pena de destierro, no
obstante, en la primera de esas decisiones fue revocada porque
también afectaba a la familia del demandante e implicaba la
confiscación de su parcela. En la sentencia T-028 de 2002 se
sostuvo que esta pena era abiertamente desproporcionada. En
la sentencia T-523 de 1997 se estimó que la pena de fuete no
era una tortura ni un trato inhumano ni degradante y en la T-
349 de 1996 se avaló el cepo. La pena debe estar ajustada al
principio de legalidad, que en estos casos es un análisis de
previsibilidad: debe ser la que habitualmente impone la
comunidad para ese tipo de delitos (T-349 de 1996) la pena
tampoco puede ser desproporcionada (T-811 de 2004).
La competencia de la jurisdicción especial indígena

Las autoridades indígenas pueden conocer de cualquier


tipo de asuntos (penales, civiles Ver T-606 de 2001),
laborales Ver T-007 de 2009) Siempre y cuando estén
presentes los elementos del así denominado “fuero
indígena”. Esta noción comporta dos elementos:
i) uno personal (el miembro de la comunidad indígena
ha de ser juzgado de acuerdo a sus usos y costumbres).
Este elemento plantea algunos interrogantes
importantes: primero el problema de la autodefinición,
segundo el problema de si todas las partes involucradas
deben ser indígenas o pertenecer a la misma
comunidad.
La competencia de la jurisdicción especial indígena

ii) territorial (cada comunidad puede juzgar los hechos que


sucedan en su territorio, de acuerdo a sus propias normas).
Este factor también presenta algunas dificultades porque no se
han constituido los territorios indígenas como entidades
territoriales. En principio es el territorio que habita la
comunidad, así no se haya constituido en resguardo (T-234 de
1994), puede ser igualmente el territorio ancestral de la
comunidad aunque este no coincida exactamente con el
territorio del resguardo (T-1238 de 2004). También se ha
entendido que esta presente el factor territorial cuando se trata
de instituciones indígenas cuya sede está fuera de la
comunidad (T-945 de 2007).
El fuero indígena

Sin embargo, para que proceda la aplicación de la


jurisdicción indígena también se requiere que existan
unas autoridades tradicionales que puedan ejercer las
funciones jurisdiccionales, la definición de un ámbito
territorial en el cual ejercen su autoridad, además de
la existencia de usos y prácticas tradicionales sobre la
materia del caso y, la condición de que tales usos y
prácticas no resulten contrarias a la Constitución o a
la Ley en lo que respecta a los límites mínimos
señalados por la jurisprudencia constitucional.
El fuero indígena

La Corte ha añadido que la procedencia del fuero


también se encuentra sujeta a la voluntad de la autoridad
indígena de conocer del caso, en aras de respetar la
autonomía de la comunidad indígena. En esa medida el
juez ordinario no debe remitir oficiosamente la causa a
la autoridad indígena “por cuanto el fuero sólo se
materializa cuando la autoridad indígena exterioriza su
voluntad de asumir el conocimiento de una determinada
causa. Si en un proceso penal el sindicado considera
que está amparado por el fuero especial indígena, debe
dirigirse a la autoridad tradicional que en su criterio es
competente, para que ella presente la solicitud al juez
del conocimiento” (T-1238 de 2004).
Conflictos de competencia

De conformidad con los artículos 256.6 de la Constitución


Política y el artículo 112 de la Ley 270 de 1996 el órgano
competente para dirimir los conflictos entre la jurisdicción
ordinaria y la jurisdicción especial indígena es el la Sala
Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la
Judicatura. Cuando un juez de la jurisdicción ordinaria decide
sobre un conflicto de competencias positivo entre la
jurisdicción ordinaria y la jurisdicción indígena incurre en una
vulneración al debido proceso ya que su obligación es remitir
el caso al Consejo Superior de la Judicatura para que éste,
como órgano competente para ejercer dicha función, dirima el
conflicto. Pero las decisiones del Consejo Superior de la
Judicatura pueden ser revisadas mediante acción de tutela.
Incompetencia de la jurisdicción especial indígena

La jurisprudencia constitucional ha establecido que la


jurisdicción especial indígena es incompetente para
conocer cierto tipo de acciones. Especialmente las
acciones constitucionales.
En la Sentencia C-187 de 2006, con ocasión del
control previo de constitucionalidad sobre el proyecto
de ley estatutaria No. 284/05 Senado y No. 229/04
Cámara “Por medio de la cual se reglamenta el
artículo 30 de la Constitución Política”, sostuvo que
no son competentes para resolver el Hábeas Corpus:
los jueces de paz, la jurisdicción indígena, la Fiscalía
General de la Nación (…)
Incompetencia de la jurisdicción especial indígena

También ha sostenido que es incompetente para conocer


de la acción de tutela.
A-228 de 2007: “De la simple lectura del Decreto 2591
de 1991 y del 1382 de 2000 se puede observar que no se
encuentra asignada competencia a las autoridades de la
jurisdicción especial indígena para el conocimiento de las
acciones de tutela (…) En otros términos, pese a que la
Constitución ha otorgado jurisdicción especial a las
autoridades indígenas, no implica ello el otorgamiento de
competencia en trámites especiales, tales como las
acciones de tutela, puesto que en esta específica materia,
la competencia se encuentra regulada por la Constitución
y los Decretos 2591 de 1991 y 1382 de 2000.”
Deber de colaboración de las autoridades estatales

La jurisprudencia constitucional ha señalado el deber


de colaboración de las autoridades públicas para el
ejercicio por parte de las autoridades indígenas de su
jurisdicción. Este deber se extiende a los órganos de
investigación (CTI), a la fuerza pública y al INPEC,
los cuales deben prestar la asistencia requerida. Por
ejemplo, es común que las autoridades indígenas
condenen a la pena de prisión en establecimientos
carcelarios y penitenciarios estatales, en ese caso las
autoridades carcelarias están encargadas de velar por
el cumplimiento de la pena impuesta.
Revisión de las decisiones adoptadas por la comunidad
indígena

La Constitucional Corte ha sostenido, de manera


reiterada, que la acción de tutela procede contra las
decisiones que en ejercicio de su autonomía y poder
jurisdiccional profieren las comunidades indígenas.
La anterior consideración se ha cimentado,
fundamentalmente, en que los integrantes de dichas
comunidades no tienen mecanismos efectivos de
protección contra las decisiones de sus autoridades, y
la subordinación a que sus miembros, de ordinario, se
encuentran sometidos. En todo caso el juez
constitucional no puede asumir una postura
paternalista y debe respetar las reglas
jurisprudenciales en torno a la jurisdicción indígena.
Revisión de las decisiones adoptadas por la comunidad
indígena

En la sentencia T-514 de 2009 se examinó si la


existencia de autoridades judiciales especiales
indígenas tornaba en improcedente la acción de tutela
por existir otro medio de defensa judicial. En el caso
concreto se estudió si una queja interpuesta ante el
Tribunal Superior Indígena del Tolima por los
mismos hechos convertía en improcedente la tutela.
El TSIT es una autoridad jurisdiccional indígena
instaurada por el Consejo Regional Indígena del
Tolima, organización que agrupa un amplio número
de cabildos del departamento.
Revisión de las decisiones adoptadas por la comunidad
indígena

Textualmente la Corte sostuvo: “No corresponde a esta Sala, ni a


esta Corte, como autoridades del derecho “central” efectuar una
evaluación del trabajo del Tribunal Superior Indígena del Tolima,
pues se trata de asuntos que conciernen únicamente a los cabildos
del CRIT. Resulta pertinente, en cambio, efectuar las siguientes
precisiones sobre la incidencia que puede tener un órgano como
este en cuanto a la procedencia formal (o procedibilidad) de la
acción de tutela:
a. El Tribunal Superior Indígena del Tolima es una autoridad
instaurada por una asociación de cabildos del Tolima con amplia
representatividad entre las comunidades de la región. En
consecuencia, sus decisiones deben ser respetadas por los órganos
del Sistema Jurídico Nacional, pues es una manifestación de
autonomía de los cabildos del CRIT.
Revisión de las decisiones adoptadas por la comunidad
indígena

b. La existencia de una instancia interna de revisión de las


decisiones de las autoridades indígenas puede implicar una
disminución en el margen de acción de autoridades judiciales
del Sistema Jurídico Nacional y, por esa vía, una expansión
del ámbito autonómico de la Jurisdicción Especial Indígena.
Tanto el Tribunal Superior Indígena del Tolima, como
cualquier órgano de revisión interno de las decisiones de las
autoridades indígenas que ejercen funciones jurisdiccionales
puede ser una solución potencial al problema de intervención
necesaria del juez constitucional en asuntos de las
comunidades.
Revisión de las decisiones adoptadas por la comunidad
indígena

c. A pesar de lo expuesto, una iniciativa como esta no puede ser


impuesta o transplantada a otras comunidades indígenas. Las
comunidades y cabildos reunidos en el CRIT tomaron autónomamente
la decisión de crear el Tribunal Superior Indígena del Tolima. Otras
comunidades pueden, con pleno apego a la Constitución Política,
adoptar decisiones similares; diseñar otros órganos de revisión
interna; o mantener intactas sus formas tradicionales.
d. Órganos de revisión como el Tribunal Superior Indígena del Tolima
pueden dar origen a un principio débil de subsidiariedad que
consistiría, básicamente, en que el Tribunal tenga la oportunidad para
pronunciarse sobre su competencia frente a un asunto determinado y,
de considerarse competente, sobre el fondo del problema antes de que
sea llevado a los órganos judiciales del Sistema Jurídico Nacional.
Revisión de las decisiones adoptadas por la comunidad
indígena

En caso de consolidarse iniciativas como la del Tribunal


Indígena del Tolima, la intervención del juez de tutela
podría condicionarse a (i) la existencia de un
pronunciamiento del órgano sobre su competencia o
posibilidad para pronunciarse de fondo en el caso
concreto; (ii) la aplicación de los criterios de procedencia
de la tutela contra sentencias al asumir el análisis de fondo
de una decisión del Tribunal; (iii) la posibilidad de que el
juez ampare transitoriamente los derechos fundamentales
de los miembros de la comunidad, en caso de que esté
pendiente el pronunciamiento del Tribunal y siempre que
se acredite la amenaza de un perjuicio irremediable.
Casos relevantes

Sentencia T-234 de 1994. Primera sentencia de revisión de


tutela que conoce la Corte Constitucional en materia del
ejercicio de competencias por parte de la jurisdicción especial
indígena. Los jueces de instancia denegaron el amparo porque
entendieron que la comunidad indígena se trataba de una
asociación y por lo tanto era una tutela contra particulares. Se
establece la regla que para el ejercicio de funciones
jurisdiccionales por parte de las autoridades indígenas no se
requiere una ley, basta con el artículo 246 constitucional. Se
sientas las reglas sobre los alcances y límites de la misma.
Primer pronunciamiento sobre la sanción de expulsión de la
comunidad.
Sentencia T-349 de 1996. Un indígena es detenido por
autoridades de la comunidad como autor de un homicidio, es
recluido en un establecimiento de la comunidad del cual se
fuga. Se entrega a la Fiscalía y la jurisdicción ordinaria inicia
la investigación, es detenido provisionalmente. En ausencia la
comunidad indígena lo condena a ocho años de prisión. A
juicio de la Sala de Revisión la autoridad indígena vulneró el
principio de legalidad de la pena porque en estos casos la pena
habitual impuesta era el cepo o la remisión a la jurisdicción
ordinaria. Se concede la tutela y se ordena a ala autoridad
indígena que se reúna nuevamente para determinar si juzga al
indígena o si lo remite a la jurisdicción ordinaria.
Sentencia T-266 de 1999. En el año de 1988 ocurre una muerte
al interior de una comunidad indígena, las autoridades de la
comunidad investigan los hechos y encuentran que no el esposo
de la víctima no es responsable. Los mismos hechos son
investigados por la jurisdicción ordinaria la cual adelanta el
juzgamiento como persona ausente e impone condena privativa
de la libertad. La Corte Constitucional afirma que se vulneró el
debido proceso del condenado porque las autoridades públicas
no lo citaron debidamente antes de declararlo persona ausente y
además (recuérdese que el proceso fue anterior a la entrada en
vigencia de la Constitución de 1991) no se hizo un estudio
previo sobre su imputabilidad. No se le dio validez a la decisión
adoptada por las autoridades indígenas en el año de 1988 (pues
se entendió que la jurisdicción tuvo origen en la Constitución de
1991) y se ordenó a estas adelantar un nuevo juicio.
Sentencia T-048 de 2002. El demandante pretende que el juez
constitucional ordene al Cabildo Indígena Los Ángeles-Las
Vegas, asentado en la vereda Tamirco del municipio de
Natagaima, en el departamento del Tolima, reconsiderar su
decisión de excluirlo de la comunidad, y, en consecuencia, que
proceda a adjudicarle la porción de tierra que le corresponde
como integrante de la misma. Para el efecto aduce que le fue
impuesta la pena de destierro, que el procedimiento para
imponerle tal sanción vulneró su garantía constitucional del
debido proceso, su derecho a la honra y al buen nombre, como
quiera que no se le permitió ejercer su derecho de defensa, los
cargos que se le endilgan no fueron investigados, y desde que
se le impuso tal sanción las personas que lo conocen dudan de
su honorabilidad. Y que se le esta quebrantando su derecho al
trabajo, porque requiere participar de una porción de tierra
para proveer su sustento. Además arguye que la sanción se ha
hecho extensiva a los demás integrantes de su grupo familiar.
Sentencia T-239 de 2002. El demandante es indígena,
perteneciente al Resguardo de Cristianía. Fue condenado por
el Consejo de Conciliación y Justicia Indígena a una pena
inicial de 15 años de prisión, pero, en decisión de la misma
jurisdicción, le fue modificada la pena a 12 años.
Posteriormente, en cumplimiento de un fallo de tutela
concedido a favor del actor, se readecuó la condena a 9 años.
Esta era la pena al momento de impetrar la tutela. Considera el
demandante que, tanto el Consejo como el Director del
establecimiento carcelario en donde se encuentra recluido, le
violan el derecho fundamental al debido proceso (art. 29), por
no proceder al traslado al lugar que, por su condición de
indígena le corresponde.
Sentencia T-549 de 2007. Un indígena quien se desempeña
como profesor en una escuela pública es acusado de violar a
dos mujeres indígenas casadas. Como medida previa en la
etapa de investigación judicial las autoridades lo suspenden
del cargo de profesor, luego lo condenan a la pena de fuete y
finalmente le imponen la pena de prisión de ocho años que
deberá cumplir en un establecimiento carcelario. La decisión
es relevante porque señala que las autoridades indígenas
pueden imponer medidas cautelares dentro de la investigación
penal. Igualmente porque el juzgamiento lo adelantan las
autoridades de dos resguardos de manera conjunta.
Sentencia T-007 de 2009. Un comunero interpone demanda
laboral contra el Cabildo Indígena de la Laguna de Siberia,
reclama el pago de acreencias laborales, el cabildo propone
conflicto de competencias y el juez ordinario laboral lo
resuelve en sentido negativo, argumenta (i) que las normas
laborales son de orden público, por lo tanto indisponibles (no
hay lugar a aplicar los usos y costumbres propios de la
comunidad), (ii) que la autoridad indígena tiene interés en el
proceso (es juez y parte). El juez laboral condena al cabildo en
primera instancia, decisión que es confirmada en segunda
instancia. La Corte Constitucional considera que se vulnera el
debido proceso porque el juez laboral era incompetente para
resolver el conflicto de competencias, deja sin efectos las
sentencias y ordena que se remita el caso a las autoridades
tradicionales.

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