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* El príncipe

Es un tratado de teoría política escrito en 1513,


mientras Nicolás se encontraba encarcelado en
San Casciano por la acusación de haber
conspirado en contra de los Médici. El libro fue
publicado en 1531 y dedicado a Lorenzo II de
Médici, duque de Urbino, en respuesta a dicha
acusación, a modo de regalo.
Este libro que consta de 26 capítulos habla de las distintas
formas de obtener el poder, de como conservarlo y
acrecentarlo, bajo una ética muy particular.
Contraria a la ética que nos inculcaron desde niños; la
aristoteliana, que nos habla del respeto la mesura, el equilibrio
y que tiene como bien superior la felicidad. Maquiavelo
considera correcto de una manera diametralmente opuesta, en
vez de teórica, de una manera práctica. Propone una ética
pragmática, fría, mas que un ideal, un día a día, expresada en
su máxima “El fin justifica los medios” es decir no importa
como se logre mientas que se logre.
Tipos de principado
En los primeros capítulos clasifica los tipos de principados,
según su opinión, y las características y exigencias de cada uno,
que determinan las medidas a tomar por el nuevo gobernante
para garantizar su poderío. Estos principados son los
hereditarios –que son los más fáciles de conservar- y los nuevos,
que si no son del todo nuevos, se llaman mixtos.
Estos dos últimos se caracterizan por la forma de adquirirse y
que puede ser: por medio de las armas propias y talento
personal –que son los mas seguros-, por medio de armas y
fortunas de otros –que son inseguros-, por medio de crímenes y
los últimos que son por medio del favor de los conciudadanos,
que es llamado principado civil y que es impuesto ya sea por el
pueblo o por los nobles, según que la ocasión se presente a
unos o a otros.
TIPOS DE GOBIERNO
Respecto a los tipos de gobiernos, considera dos: los asistidos
por siervos, donde el príncipe tiene mayor autoridad y le serán
fieles si no los oprime, y el asistido por nobles, siempre fáciles
de sobornar por su descontento; el consejo al gobernante es
recordar que no puede cambiar a todos sus súbditos, pero sí
puede cambiar o crear nuevos nobles.

Para gobernar plenamente a una ciudad o principado que antes


de la conquista se regía por sus propias leyes, contempla tres
reglas: primero, destruirlo; después, radicar en él; finalmente,
regirlo por sus propias leyes, obligarlo a pagar tributo e
integrar un gobierno con pocas personas de entre sus mismos
ciudadanos. El gobernante que menos confía en la suerte
conserva mejor su conquista.
Imponer nuevas leyes es difícil y peligroso, por lo que debe
hacerse con habilidad. Es fácil convencer al pueblo de algo,
pero difícil mantenerlo en la convicción. El príncipe nuevo
debe deshacerse de enemigos, conquistar amigos, hacerse
amar o temer de los súbditos, hacerse respetar y obedecer por
sus ejércitos, disolver milicias infieles, reemplazar antiguas
leyes y conservar la amistad de los poderosos. Para conservar
el poder, los actos criminales deben ejecutarse de una sola
vez para evitar intranquilidad y desconfianza.
También existen los principados eclesiásticos, respecto a los
cuales todas las dificultades existen antes de poseerlos, pues
se adquieren o por valor o por suerte y se conservan sin el uno
ni la otra, dado que se apoyan en antiguas instituciones
religiosas que son tan potentes y de tal calidad que mantienen
a sus príncipes en el poder sea cual fuere el modo en que
estos procedan y vivan.
LAS LEYES Y LAS TROPAS
Los cimientos indispensables a todos los Estados nuevos,
antiguos o mixtos, son las buenas leyes y las buenas tropas.
Las diferentes clases de tropas con que un príncipe
defiende su Estado son propias (las mas seguras),
mercenarias, auxiliares o mixtas (todas estas, inseguras).
Si el príncipe posee un Estado, se sostiene a sí mismo con
un ejército respetable e integrado por sus propios súbditos,
y una ciudad bien fortificada. Sólo los principados
eclesiásticos pueden prescindir de la milicia, pues su poder
radica en la religión. El príncipe sólo debe preocuparse por
su ejército, pues no debe delegar su control en nadie. En
tiempos de paz, debe ejercitarse con la acción y con el
estudio
COMO DEBE SER UN GOBERNANTE
Entre las cualidades de un gobernante, aquellas apreciadas entre el
común de la población generalmente resultan ineficaces en un
gobernante; es mejor ser temido que ser amado, ser tacaño que
practicar la prodigalidad. Por ello, el gobernante debe aparentar
todas las virtudes, pero practicarlas lo menos posible y con
inteligencia, evitando el odio de su pueblo a toda costa.

En la elección de ministros debe favorecerse a los que disciernen


por sí mismos sobre los que disciernen por otros y evitar tanto a
quienes no disciernen en absoluto como a los que sólo piensan en su
propia ganancia. Asimismo, es vital cuidar del bienestar de sus
ministros para asegurar su lealtad y debe pedir consejo sólo cuando
él y no otros lo considere necesario, y entonces preguntar a
menudo, escuchar con paciencia y ofenderse si le mienten.

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