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El permisivismo vivido por ellos, llevando su vida sin referencia moral alguna, ilimitada,
les traerá drásticas consecuencias que la inercia misma les va arrastrando (Cf. Ecl 11,9).
Ninguno de nosotros somos ajenos a esta situación,
sin embargo los jóvenes sumergidos
en las aguas virtuales, preocupados
por las redes sociales, angustiados por la aceptación
y crédito de los demás por los likes o tweets
que puede ocasionar tal o cual publicación,
son más vulnerables a negar su propio origen,
perder identidad, generando así
un consumismo hedonista imparable,
puesto que están a merced de la internet,
la televisión y a fin de satisfacer
dichas necesidades y adicciones,
son presa fácil de ideologías nocivas,
pandillerismo, narcotráfico
y formar parte de círculos delictivos.
Todo esto bajo el pretexto
de la aceptación
e identificación con los demás,
jóvenes con miles de amigos
en las redes sociales,
pero solos y con un vacío
tremendo que les orilla
al sinsentido de la vida.
Los jóvenes se quieren sentir jubilados
(Cf. Discurso del Papa Francisco a los jóvenes en Paraguay, el 11 de julio de 2015).
Quieren estabilidad, riqueza, vivir bien, pero sin haber trabajado, sin haber soñado
y mueren pronto, puesto que al querer adquirir bienes, se exponen a la muerte trágica
y violenta en la adquisición de dichas cosas. Conviene el observar con detenimiento
las situaciones, puesto que serán los futuros adultos que construirán una sociedad
según falsos criterios y será con creces (Cf. Prov 22,5).
Dios parece no tener un lugar importante en la vida de ellos, es un mero artículo
decorativo; donde no hay Dios en la familia, habrá jóvenes sin Dios en su corazón.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Mc. 9, 14-29
Cfr. Discurso del Papa Francisco a los jóvenes en Cracovia, 28 de julio de 2016
Existe una cultura tal que empuja a muchos jóvenes a no poder formar
una familia porque están privados de oportunidades de futuro.
Cfr. Discurso del Papa Francisco al Congreso de los Estados Unidos de América el 24 de septiembre 2015
En algunos países, muchos jóvenes «a menudo son llevados a posponer
la boda por problemas de tipo económico, laboral o de estudio.
A veces, por otras razones, como la influencia de las ideologías
que desvalorizan el matrimonio y la familia, la experiencia del fracaso
de otras parejas a la cual ellos no quieren exponerse, el miedo hacia algo
que consideran demasiado grande y sagrado, las oportunidades sociales
y las ventajas económicas derivadas de la convivencia,
una concepción puramente emocional y romántica del amor,
el miedo de perder su libertad e independencia, el rechazo de todo
lo que es concebido como institucional y burocrático».
Cfr. Discurso del Papa Francisco a los jóvenes en Cracovia, 28 de julio de 2016
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Jesucristo al encontrarse con el joven rico (Cf Mt 19, 16-26) nos enseña
el camino que han de emprender los jóvenes y no sólo ellos, el renunciar
a todas esas cosas a las que podemos estar atados y acostumbrados
a esa forma de vida; vender todo, implica que hemos de vivir dispuestos
a entregar la vida para servir a los hermanos más pobre y débiles,
a semejanza de Cristo, que se entregó por nuestra salvación.
No llevar la vida “a medias”.
Ante los males que acechan y que son una respuesta fácil que implica
el refugio en situaciones de pecado,
la única respuesta para el discípulo de Cristo
es el don de sí mismo, incluso de la vida,
a imitación de Cristo; es la actitud de servicio.
Cf. Discurso del Papa Francisco a los jóvenes en Cracovia, 28 de julio de 2016
El Santo Padre Francisco ha canonizado en el pasado mes de octubre
a San José Sánchez del Río, que es un modelo de adolescentes y jóvenes
de perseverancia, fidelidad, fortaleza y valentía en momentos críticos
que pueden estar viviendo; es sólo a través de la fidelidad de las propias
convicciones, bien encausadas, las que ayudarán a ir dando solución
a tan grave situación en nuestro entorno.
San Joselito es una muestra de que el joven de México es capaz desde
su condición, tener esperanza, identidad e ilusión en una vida venidera,
puesto que nuestro destino es el Cielo.
A la luz de la parábola del sembrador (cf. Mt 13,3-9), nuestra tarea es cooperar
en la siembra: lo demás es obra de Dios. (AL 300).
Es necesario darse cuenta que los jóvenes están llamados a anunciar la Buena Nueva
al mismo joven, y ha de ser prioridad y urgencia apremiante hoy:
¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel
a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique? (Rm 10,14).
Oración Final
A cada participante se le entregan dos papeletas, en una de ellas se escribirán los
principales obstáculos y problemáticas que enfrentan los Jóvenes, mismas que les
impiden o dificultan ser actores en la transformación del mundo, en todos los escenarios.
A manera de oración se quemarán ambos papeles con la llama de un cirio, al quemar el
primero, se pedirá a Dios, que nos ayude a superar todos los problemas que alcanzamos a
detectar.
En el segundo papel se escribirá una oración sencilla que cada asistente elevará a Dios en
intercesión por los jóvenes, pidiendo lo más urgente en cada comunidad. Ese papel se
sugiere no quemarlo, sino mantenerlo cerca de cada participante para repetir esa oración
durante todo el día.