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La doctrina define el Juicio de Residencia

como "la cuenta que se tomaba de los actos


cumplidos por un funcionario público al
desempeño de su cargo“
[MARILUZ URQUIJO José, “Ensayo sobre los
Juicios de Residencia Indianos”, Publicaciones
de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos
de Sevilla, Sevilla, 1952, pp. 4]
Otros autores afirman que el objetivo de los jucios
de residencia es "saber y averiguar los buenos y
malos procedimientos de los residenciados para
que los buenos sean premiados y los malos
castigados"
[MAJORRIETA José Serapio, “Ensayo sobre los
Juicios de Residencia”, Imprenta de Alhambra y
Compañía, Madrid, 1848, pp. 8.]
En un sentido amplio, los Juicios de Residencia se pueden
entender como "un examen o investigación prolija de
toda la gestión realizada y comportamiento observado
por las autoridades indianas en el ejercicio de sus oficios,
el cual era efectuado vencido ya el término de sus
ministerios, por un juez designado al efecto desde España
o América
[CARO COSTAS, Aída, ”El Juicio de Residencia a los
Gobernadores de Puerto Rico en el siglo XVIII”, Instituto
de Cultura Puertorriqueña, Puerto Rico, 1987, pp. 12.]
Fueron obligatorios para todos los
funcionarios públicos nombrados en la
América española, desde virreyes,
gobernadores y capitanes generales
hasta corregidores, jueces (oidores y
magistrados), alcaldes y otros. Se
realizaban al finalizar el mandato para el
cual fueron nombrados.
La existencia de la figura de los Jueces de Residencia data de finales del siglo XV y
se encontraba contemplada en el derecho castellano pero la Corona lo extendió
desde el primer momento a sus territorios en América, para evitar los abusos y
desmanes de los gestores de la administración indiana, facilitando al máximo la
presencia del pueblo llano, y poder oír las quejas tanto de españoles como
indígenas. (“…porque cuando no se oyen las justas quejas de los vasallos contra los
gobernadores, además del cargo de conciencia, los mismos gobernadores se hacen
más absolutos y los vasallos viendo que no son desagraviados ni oídos entran en
desesperación”. Pedro de Rivadeneira en su “Tratado de la religión y virtudes que
debe tener el Príncipe cristiano para gobernar sus estados“.
La denominación "juicio de residencia” deriva de la obligación del oficial
sometido a este procedimiento, de permanecer en el territorio donde ha
desempeñado sus funciones; esta exigencia de permanencia forzada, que
debe durar hasta la dictación de la sentencia definitiva, siendo el oficial
absuelto o condenado, tiene por objeto facilitar la investigación de la
conducta del oficial y al mismo tiempo evitar que su ausencia impida que
se le apliquen las sanciones si resulta finalmente condenado, incluso, una
parte de su salario se le retenía para garantizar que pagaría la multa si la
hubiere.
El residenciado no podía asumir otro puesto hasta que
concluyese este procedimiento. Para los altos cargos, el
encargado de dirigir el proceso, el llamado juez de residencia,
era generalmente la persona ya nombrada para sucederle. Las
sanciones eran variables, aunque frecuentemente consistían
en multas.
En él se analizaba detenidamente con pruebas documentales y
entrevistas a testigos, el grado de cumplimiento de las órdenes
reales y su labor al frente del gobierno. La reunión de pruebas
las realizaba el juez en el mismo lugar, siendo también el
responsable de reunir todos los documentos y de realizar las
entrevistas.
El juicio de residencia, que generalmente tiene lugar al cesar el
cargo, no sólo examina los actos que han afectado el interés
directo de la Corona, sino también los intereses de los
particulares que han estado sujetos a su jurisdicción. En ese
contexto, el juicio de residencia constituye uno de los mejores
mecanismos de la Corona para determinar los méritos y falencias
de cada uno de sus oficiales, siendo el instrumento más
considerado por el Consejo de Indias al decidir sobre las futuras
designaciones de los funcionarios indianos.
Y hubo todo tipo de sentencias, algunas que aumentaron el
prestigio del alto funcionario y otras que supusieron un duro
castigo, lo que sirvió como ejemplo para todos.
cualquier habitante del territorio donde se llevaba a
cabo un juicio de residencia podía acercarse al juez
en los plazos establecidos y deducir demandas y
querellas en contra del residenciado, quien deberá
defenderse de ellas ante éste. Recordemos que los
funcionarios de la Corona en Indias asumen como un
honor su nombramiento en el cargo y sobre la base
del servicio que prestan, construyen una suerte de
"carrera funcionaria", ocupando primero modestas
destinaciones, para luego, sobre la base de su buen
desempeño optar a cargos de mayor importancia.
 La residencia era todo un evento público que se pregonaba a los cuatro vientos,
para que toda la comunidad participase y tuviese conocimiento del mismo. Estaba
compuesta por dos fases: una secreta y otra pública. En la fase secreta se
investigaba de oficio la conducta del funcionario, interrogando de forma
confidencial a un grupo de testigos, se examinaban los documentos de gobierno y
se visitaba la cárcel.
 En la segunda fase, la pública, los vecinos interesados eran libres de presentar
todo tipo de querellas y demandas contra los funcionarios, y estos debían
proceder a defenderse de todos los cargos que se hubiesen presentado en ambas
fases del proceso. se convocaba a todos aquellos que hubiesen sido agraviados por
el funcionario encausado, a fin de que formularan sus acusaciones y aportaran las
pruebas correspondientes
El nombrado para un cargo en aquellos tiempos y lugares conocía de antemano que
iba a ser juzgado al final de su mandato, por lo que, al menos teóricamente, esta
circunstancia podía salvaguardar la tendencia de todo poder a corromperse.
Carlos V decía al respecto: “…y a los
corregidores y otros jueces y ministros de justicia
que pareciere que no han usado bien de sus
oficios proveais que sean testigos conforme a la
calidad de sus culpas, guardando las leyes del
reino sin tener consideración ni afección
particular de las personas de manera que a los
culpados sea castigo y a los otros ejemplo“
cronología de aplicación en América

 El 9 de Junio de 1500, los Reyes Católicos dictaron en Sevilla la célebre “Instrucción de


Corregidores y Jueces de Residencia”. Con ella, se sistematizó y organizó el juicio de
residencia, solucionando múltiples cuestiones de detalle, dándole una estructura jurídica
esencial que se conservó durante más tres siglos.
 Ya en 1501 a Nicolás de Ovando, recién nombrado gobernador de las Indias, se le
encargó que residenciara a su antecesor Francisco de Bobadilla, durante 30 días. Desde
ese primer juicio hasta el último realizado en 1812, cientos de funcionarios destinados en
Las Indias se sometieron al juicio de residencia, una rendición de cuentas en toda regla.

NICOLAS DE OVANDO
 apartir de 1519 la Junta de Indias, creada por Carlos V en 1511 como
sección especial del Consejo de Castilla, designaba al juez que había
de tomar residencia a los funcionarios que había nombrado, mientras
que Virreyes, Gobernadores y Presidentes de Audiencias lo hacían para
sus subordinados

 en 1524 se creó el Real y Supremo Consejo de Indias, institución


independiente que se componía de entre doce a veinte miembros. Tuvo el
mismo nivel jerárquico que otros Consejos de la Corona, y tenía el rango
de Cancillería Regia en todo lo relativo al gobierno de América:
navegación, comercio, armadores, fletes, cargamentos, retornos, aduanas,
administración de la justicia civil, criminal y eclesiástica, causas
contenciosas, fiscales de Patronato y pleitos en apelación referentes a
algunas de estas denominaciones. Sólo el rey estaba por encima del
Consejo de Indias. esta figura sustituyó a la junta de indias.
 El 3 de diciembre de 1565, se resolvió que las residencias de los oficios provistos por
el Consejo de Indias las tomasen los jueces designados por el presidente del Consejo
y las restantes serían tomadas por los virreyes. Sus ordenanzas definitivas fueron
dictadas por Felipe II, en el año 1571.
 Hasta el año 1575, el Consejo de Indias residenció y también “visitó” a sus ministros
togados cuando lo consideraba oportuno, pero desde aquel año, y por una Real
Cédula, se estipuló que debían residenciarse una vez que dejaban sus plazas (fuera
por traslado o jubilación).
 A patir de 1585 las Reales Audiencias americanas nombraron a los jueces de los
alcaldes y corregidores y desde 1614, se limitaron las leyes de Castilla en Indias, ya
que no podían regir en América sin tener el pase del Real y Supremo Consejo de
Indias. Por esta razón, a medida que fueron pasando los años, los reinos americanos
los gobernaba el Rey de España, pero no a través de las instituciones administrativas
de Castilla, sino por un nuevo orden de instituciones, sólo vigente en América.
 La pertenencia al clero no fue obstáculo para ser residenciado, como tampoco lo fue
el fallecimiento. Aunque esta práctica se oponía a las originarias leyes de las siete
partidas, sí se residenció a algunos fallecidos durante el s. XVI y principios del s. XVII.
En los casos que no se tratara de fraude a la Real Hacienda, eran “absueltos por ser
difuntos “.
 Después de 1680, la Ley 4, estableció la facultad exclusiva al Consejo de Indias, de
nombrar a los jueces de residencia. En el año 1754, una Orden Real se reservó el
nombramiento de jueces de residencia en caso de virreyes, los cuales eran elegidos
por la Corona a propuesta del Presidente del Consejo
 Ya en el siglo XVIII estos juicios se empezaron a realizar cuando los altos
funcionarios regresaban a España.
 Algunos cambios tuvieron gran trascendencia como los producidos por Real Cédula
del 24 de agosto de 1799 del rey Carlos IV, por la que se suprimió el juicio de
residencia a las autoridades menores (alcaldes, corregidores, etc.), aunque continuó
aplicándose con todo rigor a las autoridades políticas de primera categoría como los
virreyes, gobernadores, y presidentes y oidores de las Reales Audiencias
algunos juicios de residencia fueron muy notorios:

 Los primeros en 1515, cuando el monarca suspendió a Diego Colón (1479-1526) como

Gobernador de La Española y sometió a juicio de residencia a sus oficiales, a cargo del


juez Licenciado Alonso de Zuazo en 1516.

 En agosto de 1520 Diego Colón fue reconocido como gobernador y virrey, pero sujeto a

la vigilancia del monarca y al juicio de residencia.


 En las Indias, esta institución funcionó con toda seriedad, y aún con no
poca de la crueldad y el rigor propios de aquellos tiempos, tal como le
pasó a Pedro de Heredia, fundador de Cartagena de Indias y
Gobernador de la Nueva Andalucía, quien en el segundo de los cuatro
juicios a que fue sometido en el curso de su vida, no sólo sufrió
confiscación de bienes, sino que fue aherrojado e incomunicado en una
cárcel, junto con su hermano Alonso en 1553, de donde ambos salieron,
tullidas las piernas.
 Aunque la amistad con la corona podía influir favorablemente, siempre
había un riesgo. Así ocurrió con el virrey José Solís Folch de Cardona al
término de su mandato como Virrey de Nueva Granada entre 1753 y 1761.
Se recluyó y entró en religión, y algunos historiadores relatan que más que
por “un súbito arrepentimiento de sus pecados y mundanidades, fue por el
miedo que le pudo entrar cuando se enteró de la muerte del Rey Fernando
VI, su amigo y protector, y veía que el juicio de residencia se le venía
encima sin contar ya con el favor real“. La sentencia del 8 de agosto de
1762 condenó a Solís por veintidós cargos, todos relacionados con
defraudación y disipación del erario real.
 El balance de los juicios de residencia fue altamente positivo, aunque como toda obra

humana tenía sus defectos; a veces se podían convertir en instrumento de venganza


e intereses de unos contra otros en los entresijos del poder.

 Carmelo Viñas señala que, durante la administración española de las tierras

americanas, el poder judicial con la Real Audiencia como instrumento, estuvo por
encima de todos los poderes del Estado, asumiendo funciones soberanas.
 Tuvo un papel preponderante en la elaboración del derecho de Indias y un papel

moderador en las decisiones del poder público. Se puede concluir que en el régimen
indiano se produjo una supremacía del poder judicial, el cual en cierta forma,
subordinó a los otros poderes. Este hecho, junto con el juicio de residencia y la visita,
contienen los postulados básicos del régimen moderno del estado de derecho.

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