Es la última etapa de la auditoria. Una vez que el auditor ha llevado a cabo
exitosamente el plan de auditoria procede a realizar el cierre de la misma. Es la etapa en la que evaluamos los hallazgos y asuntos significativos resultantes de la auditoria, las medidas tomadas para manejarlos y, la base para las conclusiones a que lleguemos. Es el proceso mediante el cual el auditor deberá estar en posesión de todos los datos necesarios para corregir los libros de contabilidad, analizar las operaciones comerciales, preparar los estados financieros de su cliente, redactar el informe de auditoría y rendir o negar un dictamen. En esta etapa se examina la información financiera final, es recomendable llevarla a cabo durante los primeros dos meses del siguiente ejercicio. Su objetivo es que el auditor actualice el punto de vista que se ha formado sobre la razonabilidad de la información financiera intermedia, para consolidar la evidencia que dará sustento al dictamen. El cierre de la auditoria comprende tres puntos importantes: Obtener la balanza final de comprobación. Analizar la balanza de comprobación para identificar movimientos y saldos atípicos. Considerar el resultado del examen sobre cifras intermedias, para decidir sobre la naturaleza, el alcance y la oportunidad de los procedimientos de auditoria propios de esta etapa. DISCUSIÓN DE AJUSTES Y RECLASIFICACIONES
Durante el desarrollo de la auditoría el contador público ha determinado la
necesidad de que la entidad auditada dé efecto a ajustes y reclasificaciones en su contabilidad a efecto de que sus estados financieros reflejen una razonable situación financiera y resultados de operación. Toca al auditor en este momento presentar a la consideración de la administración la propuesta de sus ajustes y reclasificaciones, discutirlos y, una vez aceptados, registrarlos. Este es uno de los momentos más finos y delicados de la auditoría en virtud de que si la administración de la entidad auditada se niega a dar efecto a alguno o algunos de los ajustes y reclasificaciones propuestos por el auditor, y máxime si éstos son relevantes y están sólidamente soportados, dicha actitud puede provocar la emisión de un dictamen con salvedades, negativo, o abstenerse el auditor de opinar.