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Karensasui: Jardín zen

(Nara, Kamura y Murumachi).


Kawabata, Lo bello y lo triste, 1964. Monje Muso Soseki
• “El Templo del Musgo había sido reparado en 1339 por el sacerdote Muso, quien había restaurado
las edificaciones y hecho excavar un estanque y construir una isla. Se decía que llevaba a sus
visitantes a un pabellón-mirador en el punto más alto de la colina, para disfrutar de la vista de
Kioto. Todos aquellos edificios habían sido destruidos. El jardín debía haber sido restaurado
muchas veces, después de inundaciones y otras calamidades. En apariencia, el actual paisaje
árido, que simbolizaba una cascada y un arroyo, estaba construido a lo largo de un sendero
flanqueado de farolas de piedra que conducía al pabellón mirador. Era muy probable que hubiera
permanecido inalterable, puesto que eran piedras.
• Y describe a continuación las sensaciones de las protagonistas en su confrontación con esos
espacios:
“El jardín rocoso del sacerdote Muso, sometido a la acción de la intemperie durante siglos, había
adquirido tal pátina de antigüedad que las piedras parecían haber estado allí desde el principio de
los tiempos. Sin embargo, sus rígidas formas angulares no dejaban lugar a dudas de que se
trataba de una composición humana. Otoko nunca había experimentado tan intensamente su
presión como en aquel instante. Se sentía sometida a una aplastante peso espiritual.
- Recuerdo el ensayo de un poeta ”haiku”, según el cual si se observa el mar día tras día y luego se
observa un jardín rocoso de Kioto, se comprenderá el significado real de estos jardines.
- ¿El mar en un jardín de piedras? Por supuesto, si uno piensa en el océano o en los grandes
peñascos y acantilados, un arreglo de piedras en un jardín no pasa de ser la obra de un hombre.
- ¿Pero es que se trata de la obra de un hombre! Es abstracto.
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Paul, Klee. Límites del entendimiento, 1927.
Senecio, 1922.
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