En la Península de Yucatán, en México, los restos de un cataclismo digno de una divinidad. Hace 65 millones de años, una roca de más de 10 kilómetros de diámetro, del tamaño de Deimos, la luna de Marte, chocó contra la Tierra y la convirtió en un infierno. La energía atesorada en la velocidad extrema con que aterrizó el asteroide, a 20 kilómetros por segundo, 20 veces más rápido que una bala, se liberó en forma de 100 teratones ( 10 a 15)de TNT, mil millones de veces más que las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Aquel impacto acabó con la era de los dinosaurios. 17 metros de ancho, y tenía una masa que va entre los 7.000 y 10.000 toneladas con una velocidad de entrada de cerca de 18 kilómetros por segundo, es decir, poco más de 64.000 kilómetros por hora. Su explosión en suelo ruso tuvo una fuerza de 500 kilotones (10 a 3) de TNT, algo así como 30 veces la energía liberada por la bomba atómica de Hiroshima, la cual se expandió alrededor de 15 ó 20 kilómetros sobre el suelo.