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Jesucristo Mediador
Jesucristo Mediador
El término Mediador
■ Del término latino mediator, que tiene el correspondiente
griego en la palabra mesítes (μεσίτης).
■ NT: expresa la función y misión de Jesucristo de reconciliar
al mundo con Dios (cf. 2 Cor 5,18-21) y de apaciguar el cielo y
la tierra (Col 1,19-20).
■ Aplicado a Jesús:
■ A) Invocar:
llamamos a Dios para que venga "dentro de nosotros". Pero ¿cómo, si Dios, que nos
crea y sostiene nuestra existencia en cada momento, ya está dentro de nosotros? Dios
está presente, insiste Agustín, no solamente en cada ser humano, sino que en cada
punto de la creación sensible. Y no está presente por partes, sino que todo entero en
todas partes: ubique totus. Dios es inmanente en su creación. De nuevo, podría parecer
que no haya lugar a mediaciones: si Dios está todo entero en cada parte de su
creación, ¿qué necesidad tienen las creaturas de mediaciones que lo conduzcan a Él?
Sin embargo, la hay. "Ningún lugar" –sigue Agustín– "lo abarca del todo". Dios es el
absolutamente trascendente (De Trinitate XIV, 15, 21.).
Mediaciones en San Agustín
■ "Si entonces fuera yo Moisés, hubiera querido que me hubiese sido dada tal
facultad de hablar y tal manera de disponer mis palabras, que aquellos que no
pueden todavía comprender cómo Dios crea, no rehusasen mis palabras como
superiores a sus fuerzas, y los que ya lo pueden hallasen que en
cualquier sentencia verdadera que viniesen a dar con el pensamiento no estaba
excluida de estas breves palabras de tu siervo; y, finalmente, que si otro viese otra
cosa distinta en la luz de la verdad, ni aun esta misma dejase de ser comprendida
en dichas palabras” (Conf. XII, 26,36; 26,37.).
Mediaciones en San Agustín
■ D) Mediación Eclesiológica:
"Todo entero el culmen de la autoridad y la luz de la razón han sido puestos en este
único nombre saludable [de Cristo], y en la única Iglesia de Él, para recrear y reformar
al género humano" (Epistula CXVIII,5.).
Mediación Cristo Sacerdote
■ La última frase de este texto (5. 9-10) expresa el resultado de la ofrenda obediente
de Cristo: ésta le convirtió en el sumo sacerdote perfecto. No solamente hubo una
transformación del acontecimiento que. en vez de trocarse en catástrofe se
convirtió en triunfo. sino que en el acontecimiento la humanidad misma de Jesús
quedó transformada. Al acoger el paroxismo del sufrimiento humano y al abrir este
sufrimiento a la acción de Dios. Cristo "llegó a la perfección" (más adelante
volveremos sobre esta palabra) y se convirtió en "causa de salvación eterna" para
todos los que aceptan ser conducidos por él. En otras palabras. se convirtió en el
perfecto mediador. Y esto es fácil de comprender por poco que reflexionemos en lo
que pasó: en su pasión, Cristo llevó más allá de todo límite su obediencia al Padre y
su solidaridad con los hermanos; por tanto. llevó a una perfección insuperable su
relación con Dios y su relación con los hombres y selló ambas relaciones en lo más
profundo de su ser.
¿Y los ángeles?
■ ¿No eran los ángeles los seres mejor situados para servir de intermediarios
entre los hombres y Dios? La tradición judía les concedía este papel;
algunos textos atribuían incluso al más elevado de ellos la dignidad de sumo
sacerdote celestial. Combatiendo implícitamente estas pretensiones,
nuestro autor demuestra sin decirlo que Cristo está mucho mejor calificado
que cualquier ángel para cumplir la misión de sumo sacerdote. Hijo de Dios,
tiene con su Padre una relación mucho más íntima que ningún ángel (1, 5-
14). Hermano de los hombres, es mucho más capaz de comprendernos y
ayudarnos (2, 5-16). Los ángeles tienen seguramente un lugar en la
realización de los designios de Dios, pero es un lugar subalterno (1, 14).
Cristo glorificado vale incomparablemente más que ellos. El es para
nosotros mucho más que un simple intermediario. ya que se ha convertido
en lo más profundo de su ser, gracias a su pasión, en el verdadero mediador
entre Dios y los hombres.
¿Título Cristológico más apropiado?
■ Finalmente, el título que expresa con mayor perfección el misterio de Cristo, ¿no
será acaso el de "sumo sacerdote"? Este es, en todo caso. el pensamiento que nos
sugiere el autor de Hebreos al concluir la parte 1 como lo hace. En definitiva, el
nombre que resume y completa todos los demás, es el de "sumo sacerdote
misericordioso y digno de fe" (2. 17).