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JESUCRISTO MEDIADOR

El término Mediador
■ Del término latino mediator, que tiene el correspondiente
griego en la palabra mesítes (μεσίτης).
■ NT: expresa la función y misión de Jesucristo de reconciliar
al mundo con Dios (cf. 2 Cor 5,18-21) y de apaciguar el cielo y
la tierra (Col 1,19-20).
■ Aplicado a Jesús:

Heb 9,15 1 Tim 2,5-6 Heb 8,6


Concilios Ecuménicos
■ Antes de Nicea: no había claridad de la mediación
cosmológica del Logos del medio-platonismo, en el que éste
era considerado como un ser intermedio entre Dios y el
mundo.
■ Nicea (325): definió con claridad la pertenencia de Cristo
como Logos a la esfera divina.

■ Calcedonia (451), confirmando a Nicea, añadió por su parte


que Jesucristo es también "consubstancial a nosotros“.
Padres de la Iglesia

■ Griegos: La encarnación del Logos/Hijo y en el sacrificio de la


cruz, y no tanto en la función mediadora del Cristo
resucitado y del Jesús de la historia.

■ Latinos: Sacrificio en la cruz; recibe su validez de la


encarnación, y la ejerce entre Dios y la humanidad pecadora.
Teología

■ Reforma: Excluye cualquier forma de mediación (solus


Christus).

■ Contemporánea: se extiende con decisión a todo el


acontecimiento Jesús de Nazaret, el Cristo, íntegramente,
profundizando en su sentido y en el modo en que ha
actuado y sigue actuando en la historia humana, y en
particular en las experiencias religiosas de la humanidad.
CEC

■ 956: Los santos… intercesión por medio de Cristo.


■ 970: A través de María, la mediación de Cristo, manifiesta su
eficacia.
San Agustín

■ A) Invocar:
llamamos a Dios para que venga "dentro de nosotros". Pero ¿cómo, si Dios, que nos
crea y sostiene nuestra existencia en cada momento, ya está dentro de nosotros? Dios
está presente, insiste Agustín, no solamente en cada ser humano, sino que en cada
punto de la creación sensible. Y no está presente por partes, sino que todo entero en
todas partes: ubique totus. Dios es inmanente en su creación. De nuevo, podría parecer
que no haya lugar a mediaciones: si Dios está todo entero en cada parte de su
creación, ¿qué necesidad tienen las creaturas de mediaciones que lo conduzcan a Él?
Sin embargo, la hay. "Ningún lugar" –sigue Agustín– "lo abarca del todo". Dios es el
absolutamente trascendente (De Trinitate XIV, 15, 21.).
Mediaciones en San Agustín

■ B) Creer: La utilidad del creer en sentido amplio y general, subraya Agustín en el De


utilitate credendi –obra compuesta en 391, inmediatamente después de su
ordenación presbiteral– es evidente en todos los aspectos de la vida. Si
esperáramos que nos fuera rigurosamente demostrado todo lo que normalmente
creemos por la confianza que les tenemos a las personas, simplemente no
podríamos vivir: no podríamos realizar nada, incluso en los aspectos más sencillos
de la vida cotidiana.
Mediaciones en San Agustín

■ C) Predicación: Resalta el papel del Logos mediador, aquí presentado como la


Verdad.

■ "Si entonces fuera yo Moisés, hubiera querido que me hubiese sido dada tal
facultad de hablar y tal manera de disponer mis palabras, que aquellos que no
pueden todavía comprender cómo Dios crea, no rehusasen mis palabras como
superiores a sus fuerzas, y los que ya lo pueden hallasen que en
cualquier sentencia verdadera que viniesen a dar con el pensamiento no estaba
excluida de estas breves palabras de tu siervo; y, finalmente, que si otro viese otra
cosa distinta en la luz de la verdad, ni aun esta misma dejase de ser comprendida
en dichas palabras” (Conf. XII, 26,36; 26,37.).
Mediaciones en San Agustín

■ D) Mediación Eclesiológica:
"Todo entero el culmen de la autoridad y la luz de la razón han sido puestos en este
único nombre saludable [de Cristo], y en la única Iglesia de Él, para recrear y reformar
al género humano" (Epistula CXVIII,5.).
Mediación Cristo Sacerdote

■ En este libro Agustín ha revisado su vida, rebuscando en su memoria y volviendo a


contar sus tentaciones y pecados. Es entonces, justo al final del libro, cuando nos
ofrece una inesperada visión de su experiencia eucarística. Poco antes, Agustín
sintetiza su compromiso anterior poco entusiasta con el Señor cuando dice: «por mi
avaricia no quise perderte, sino que quise poseer contigo la mentira (...) Y así yo te
perdí». Inmediatamente pregunta con gran dolor: «¿quién hallaría yo que me
reconciliara contigo?». Tras sugerir que la mediación de ángeles o demonios fue una
posibilidad que le tentó, repentinamente mira más allá de esa sugerencia:
■ «Mas era necesario que el Mediador entre Dios y los hombres tuviese algo de
común con Dios y algo de común con los hombres (...) el verdadero Mediador, a
quien por tu secreta misericordia te revelaste a los humildes (Conf. 10, 41, 66)
Conclusión: mediaciones en San
Agustín
■ En la teología agustiniana se evidencia al mismo tiempo la importancia, en el
camino de la salvación, tanto de las mediaciones internas a la voluntad y a la
conciencia del hombre (doctrina de la gracia, primato de la caridad), como también
de las mediaciones externas, como la predicación, la hermenéutica bíblica, los
sacramentos y la Iglesia visible. Se aprecia en Agustín el constante esfuerzo por
mantener el difícil y dialéctico equilibrio, esencial en el mensaje bíblico, entre el
diálogo interior e invisible de Dios con la creatura humana y la compleja cadena de
mediaciones sensibles que el mismo Dios dispone para la salvación del hombre.
San Anselmo de Canterbury

■ Satisfacción vicaria: el pecado es una ofensa infinita a Dios, pues la ofensa se


mide por la dignidad del ofendido. Si esa culpa debe ser reparada – y no sólo
perdonada por un acto gracioso de Dios - , era imprescindible que la satisfacción
corriera a cargo de una persona divina, porque el valor de la satisfacción se mide
por la dignidad del que satisface. Y, dado que Dios se mostró dispuesto a aceptar
esa satisfacción vicaria, su Hijo se hizo hombre y “ofreció espontáneamente al
Padre su vida, que nunca había de perder por necesidad, para satisfacer por los
pecadores lo que no debía por sí mismo”
(Anselmo de Canterbury, Por qué Dios se hizo hombre, lib. 2, cap. 18 (obras completas,
t. 1, BAC, Madrid 1952, p. 881)
Por influencia de las teorías de la satisfacción vicaria y de
la sustitución penal, cuando hablamos de la Cruz la
interpretamos inmediatamente en clave de sufrimiento.
Pero, debemos decir que no fue el sufrimiento, sino el
amor, lo que concedió valor redentor a la Cruz.
Carta a los Hebreos: Cristo sacerdote.

■ El sacerdocio, como vimos anteriormente, pretende ser un instrumento de


mediación. Desde este punto de vista, ¿no hay que reconocer que Cristo glorificado,
Hijo de Dios (1, 5-14) Y hermano de los hombres (2, 5-16), se encuentra en una
situación ideal de mediador? Por medio de su pasión, ha alcanzado para su
humanidad la glorificación filial ante Dios y al mismo tiempo se ha vinculado a
nosotros de la forma más completa y definitiva, tomando sobre sí nuestra muerte.
Al no hacer más que una sola cosa con Dios y una sola
cosa con nosotros, es el mediador perfecto, o, en otras
palabras, el "sumo sacerdote misericordioso y digno de fe"
(2, 17).
La encarnación: necesaria para la
mediación
Para llegar a esta posición, lo que le era más necesario era hacerse semejante a
nosotros. ya que la otra condición de la mediación, la que se refiere a las relaciones
con Dios, estaba asegurada por el hecho de ser el Hijo de Dios. Por consiguiente, el
autor presentará en 2, 17 el tema del sacerdocio en relación más inmediata con la
exposición sobre la pasión. "Para convertirse en sumo sacerdote", Cristo tenía que
"hacerse en todo semejante a sus hermanos"; "en todo" significa en este caso: hasta en
las pruebas, en el sufrimiento y en la muerte.
(5. 9-10)

■ La última frase de este texto (5. 9-10) expresa el resultado de la ofrenda obediente
de Cristo: ésta le convirtió en el sumo sacerdote perfecto. No solamente hubo una
transformación del acontecimiento que. en vez de trocarse en catástrofe se
convirtió en triunfo. sino que en el acontecimiento la humanidad misma de Jesús
quedó transformada. Al acoger el paroxismo del sufrimiento humano y al abrir este
sufrimiento a la acción de Dios. Cristo "llegó a la perfección" (más adelante
volveremos sobre esta palabra) y se convirtió en "causa de salvación eterna" para
todos los que aceptan ser conducidos por él. En otras palabras. se convirtió en el
perfecto mediador. Y esto es fácil de comprender por poco que reflexionemos en lo
que pasó: en su pasión, Cristo llevó más allá de todo límite su obediencia al Padre y
su solidaridad con los hermanos; por tanto. llevó a una perfección insuperable su
relación con Dios y su relación con los hombres y selló ambas relaciones en lo más
profundo de su ser.
¿Y los ángeles?

■ ¿No eran los ángeles los seres mejor situados para servir de intermediarios
entre los hombres y Dios? La tradición judía les concedía este papel;
algunos textos atribuían incluso al más elevado de ellos la dignidad de sumo
sacerdote celestial. Combatiendo implícitamente estas pretensiones,
nuestro autor demuestra sin decirlo que Cristo está mucho mejor calificado
que cualquier ángel para cumplir la misión de sumo sacerdote. Hijo de Dios,
tiene con su Padre una relación mucho más íntima que ningún ángel (1, 5-
14). Hermano de los hombres, es mucho más capaz de comprendernos y
ayudarnos (2, 5-16). Los ángeles tienen seguramente un lugar en la
realización de los designios de Dios, pero es un lugar subalterno (1, 14).
Cristo glorificado vale incomparablemente más que ellos. El es para
nosotros mucho más que un simple intermediario. ya que se ha convertido
en lo más profundo de su ser, gracias a su pasión, en el verdadero mediador
entre Dios y los hombres.
¿Título Cristológico más apropiado?

■ Finalmente, el título que expresa con mayor perfección el misterio de Cristo, ¿no
será acaso el de "sumo sacerdote"? Este es, en todo caso. el pensamiento que nos
sugiere el autor de Hebreos al concluir la parte 1 como lo hace. En definitiva, el
nombre que resume y completa todos los demás, es el de "sumo sacerdote
misericordioso y digno de fe" (2. 17).

■ (La presentación sacerdotal)… Pone de relieve la necesidad que tiene el sumo


sacerdote de mantener una doble relación muy estrecha con los hombres y con
Dios. La pasión de Cristo se presenta como necesaria para establecer una
solidaridad completa con los hombres: su glorificación celestial resulta necesaria
para asegurar la relación perfecta con Dios.
REFLEXIÓN

El verdadero sacrificio es toda obra que se hace con el fin de unirnos a


Dios en santa compañía... De aquí se deduce que el hombre consagrado
en nombre de Dios y ofrecido por voto a Dios, en cuanto muere al mundo
para vivir para Dios, es sacrificio... El castigar nuestro cuerpo por la
templanza, si esto lo hacemos, como es nuestro deber, por Dios, a fin de
no dar nuestros miembros como armas de iniquidad al pecado, sino
como armas de justicia a Dios, es sacrificio. El apóstol, exhortando a
esto, dice: "Y así os ruego, hermanos, por la misericordia de Dios, que
ofrezcáis vuestros cuerpos en hostia viva, santa, agradable a Dios, que
es el culto racional vuestro" (Rom 12, 1-2).

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