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Estructura Jurídico Política del Estado Mexicano

Carlos Aragón Navarro

Partidocracia
Un Diagnóstico certero para el México de principios del Siglo XXI

Carlos Aragón Navarro

El Parlamento se reduce a ser el sitio donde “se


reúnen comisionados de partidos vinculados a las
decisiones de éste, para dejar constancia de
decisiones ya adoptadas en otros ámbitos (en
comités y congresos de partido)”.

Von Beymer.

Resumen

El objeto del presente ensayo no es solo indagar dentro del significado del
concepto “Partidocracia”, sino analizar y precisar algunos de los
acontecimientos que se han presentado en la actualidad de la Nación
Mexicana. Da inicio con citas del autor respecto a las definiciones del
concepto, y continúa con una descripción sintética de las cuatro coordenadas
que los teóricos han definido a propósito del tema, enumerándolas y
proporcionando sus características principales. Posteriormente, y sustentando
sus opiniones en las referencias de distinguidos expertos en el tema, el autor
critica las falacias de los legisladores mexicanos, que están desinformando al
pueblo mexicano.
Para construir un verdadero Estado de Derecho –sostiene él- las normas deben
ser acatadas, empezando por el mismo gobierno. Los derechos fundamentales
deben preservarse y los jueces y tribunales deben ser independientes e
imparciales.
En México, existe una total ausencia del Estado de Derecho, y la nación se
encuentra, por ahora, completamente en manos de los Partidos Políticos y su
corrupción. No mucho puede hacerse en este momento particular para
combatir este fenómeno pero, debemos, por lo menos… denunciarlo.

Palabras clave: Partidocracia, Partidos Políticos, Estado de Derecho,


Corrupción.

Abstract

The aim of this essay is not only to search within the meaning of “Partyarchy”
but to determine and analyze some state of affairs present in the current life
of the Mexican nation. It begins with author´s recollections of several
definitions of the concept and then he summons up the essentials that the
theorists had settled on regarding the concept “Political Parties” and its
constitutional basis, enumerating them, describing their main characteristics.

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Later on, and sustaining his opinions with the references of distinguished
experts. he criticizes the mendacity of the Mexican congressmen, who are
misinforming the Mexican people.
To built a true State of Law –he says- the rules must be obeyed, starting from
the government itself. The fundamental rights should be preserved and the
courts and judges must be self-governing and impartial.
In Mexico, there is a total absence of a State of Law, and the nation is, by now,
completely in hands of the Political Parties and its corruption. Not much can be
done at this particular moment in our country to fight back the phenomena ,
but… we must, at least, denounce it.

Key words: Partyarchy, Political Parties, State of Law, Corruption.

I. Introducción

No obstante que, descomponiendo sus raíces etimológicas, al emplear el


término “Partidocracia” no hacemos más que describir una opción donde los
partidos gobiernan, el uso que propios y extraños –aludiendo por una parte a la
clase política y por la otra… a todos los demás- impartimos al concepto,
conlleva implícito un inseparable tono despectivo.

Partidocrazia en italiano y Partidocracia en castellano son vocablos de uso


creciente en el lenguaje político, y aluden a una especie de “estado patológico”
del régimen democrático.

Esta sutileza precisa una de las diferencias fundamentales que existen entre el
concepto “Partidocracia” –ámbito democrático en que éstos no son sino uno de
los vectores incidentes en el espacio nacional- y “Partidocracia”.

En el primer caso, el Estado de Partidos no es sino una etapa virtuosa en la


evolución del Estado moderno, mientras que la Partidocracia estamos ante una
deformación de la democracia, aludiendo a una abusiva apropiación de
espacios políticos por parte de los partidos políticos dentro de la sociedad.

Por su parte, el pensador español Gonzalo Fernández de la Mora, citado por


Alberto Buela en un inteligente ensayo sobre el tema, la define como “Aquella

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forma de oligarquía arbitrada en que los partidos políticos monopolizan la


representación”1

Partidos políticos, ¿espacios donde la ciudadanía encuentra su representación,


o cotos de poder egoísta? Trataremos de aventurar algunas ideas al respecto.

II. Naturaleza jurídica

El fundamento constitucional de los Partidos Políticos en México, se encuentra


en el artículo 41, que, en su parte conducente dispone:

“Los partidos políticos son entidades de interés público; la ley


determinará las formas específicas de su intervención en el
proceso electoral. Los partidos políticos nacionales tendrán
derecho a participar en las elecciones estatales y municipales”

Entidades de interés público. Nada menos. Lo que les otorga de entrada


protección y prebendas que, a decir de algunos -¿de muchos?- éstos han
empleado para cooptar el poder público y entronizarse en las entrañas del
poder.

Porque, de cara a la situación que estamos viviendo, únicamente por instancia


de los Partidos Políticos es que un ciudadano mexicano puede acceder a
cualquier puesto de elección popular.

En la reforma a la legislación electoral, inclusive, se planteó con seriedad


establecer puntualmente ese hecho, para cerrar de una vez la puerta a algún
ciudadano que pretendiera emular al ex-canciller Jorge Castañeda en sus

1
FERNÁNDEZ DE LA MORA, Gonzalo, La Partitocracia, Madrid, 1977, Ed. Hércules p.154

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aspiraciones. Por fortuna, la descarada maniobra fue advertida y eso impidió


que se consumara el exceso.

Pese a ello, la redacción definitiva quedó así:

“Sólo los ciudadanos podrán formar Partidos Políticos y afiliarse


libre e individualmente a ellos; por tanto, quedan prohibidas la
intervención de organizaciones gremiales o con objeto social
diferente en la creación de partidos y cualquier forma de afiliación
corporativa”

Lo que –se dice- oficialmente “garantiza” el libre juego democrático,


bloqueando de paso el surgimiento de una versión remasterizada del Partido
“Nueva Alianza” que, como se sabe, debe su existencia casi exclusivamente al
obsceno poder de una lideresa sindical, a quien le alcanzó para, de paso,
colocar a su favorecido en la Silla del Águila.

El segundo párrafo de la fracción I del artículo 41 Constitucional referido,


explica, más que regular, el propósito de la existencia de los Partidos Políticos.
Y reza:

“Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del


pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de la
representación nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer
posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con
los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio
universal, libre, secreto y directo. Sólo los ciudadanos podrán afiliarse
libre e individualmente a los partidos políticos.”

A título de un mero apunte, y absteniéndonos de abundar en el examen, toda


vez que la profundidad de análisis que requiere la deconstrucción de este mero
párrafo sería bastante para un trabajo mucho más acabado –quizá una tesis de
grado- cuestionamos: Los Partidos Políticos… ¿promueven la participación del
pueblo en la vida democrática? ¿Realmente se interesan, ya no por los

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electores, sino siquiera por sus bases, fuera de los tiempos electorales?;
¿Contribuyen a la “integración de la representación nacional”? ¿En serio?

III. Partidocracia.

Partiendo de las premisas sentadas en la sección precedente, donde


derivamos que los Partidos Políticos son entidades de interés social, cuyo fin
debiera responder a suscitar “la participación del pueblo en la vida
democrática”, y “contribuir a la integración de la representación nacional”
encontramos, a priori, que estos hechos no se corresponden con la realidad de
México en los albores del Siglo XXI.

Basta abrir cualquier día uno de los periódicos de circulación nacional para
advertir las cerradas disputas que los más cerrados clanes partidarios, tribus y
pandillas de los mal llamados “representantes populares” sostienen, con los
fines más codiciosos y perversos. Importa la concentración del poder. Importa
la concentración de la riqueza.

En ese contexto, asumiendo a la Partidocracia como una desviación del papel


2
que corresponde a los partidos políticos en la democracia representativa, o
como la evolución de la tendencia de los partidos contemporáneos a apoyarse
cada vez más en el Estado y a invadirlo, hace sentido la descalificación
ciudadana creciente y el descrédito que la clase política ha alcanzado en casi
todos los espacios de nuestra sociedad, aplicando perfectamente la expresión
de Katz y Mair, hemos llegado a padecer de “Partidos-carteles” (Katz y Mair:
1995) que guardan en la praxis, medidas tan salvajes y fuera de sentido como
las que operan los capos mafiosi de otras instancias de poder.

En ese contexto, no resulta aventurado denunciar que el Estado mexicano es


presa de una Partidocracia rampante y, para soportar esa opinión, rescatamos

2
ZAMORA, I, Rubén, Partidocracia.

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las ideas de José Maranini (1902-1969), a quien se atribuye la paternidad de la


noción y que, en un ensayo denominado “Mitos y realidad de la democracia”
refirió:

“El diputado no debe escuchar al elector, sino al partido...El parlamento


como órgano soberano y unitario para la articulación entre la mayoría y
la oposición no existe más. Existen sólo los grupos con el mandato
imperativo de las cúpulas partidarias. La representación de los de los
intereses de los electores fue sustituida por la llamada representación
política. Con el escrutinio proporcional el gobierno se convierte en rehén
del parlamento que a su vez está controlado por los partidos políticos.

Maranini sostiene que, en definitiva, la Partidocracia es hija directa del


proporcionalismo y del rechazo de la regla mayoritaria para dirimir el conflicto
político. Es la negación de la regla de la mayoría, según el creador del
concepto.

Capel encuentra que el fenómeno clásico de la Partidocracia presenta cuatro


características principales que, como cualquier hecho social pueden o no
presentarse en un momento histórico dado o inclusive traslaparse. Sin
embargo, la mayor o menor presencia de cada uno de los ejes, permiten, al
estudioso, darse una idea de qué tan intensa puede ser la Partidocracia en un
régimen político determinado.

Los cuatro ejes son:

1) Monopolio de nominaciones. Los Partidos Políticos gozan de la


exclusividad –factual o normativa– de las designaciones para cargos de
elección popular. Esto les concede un enorme poder -la posibilidad de
excluir a ciudadanos del derecho a ser electos y acceder al ejercicio del
gobierno- amén de que les permite garantizar sus intereses, ya que
postulará fieles que incrementarán sus cuotas de poder. Esto también, de
acuerdo a los teóricos, proyecta la imagen de que el elector está optando
por partidos y no por personas.

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2) Control sobre representantes electos. Dado por el nivel de disciplina


partidaria, de acatamiento a la línea que emane de la cúpula partidaria. No
obstante que la Constitución garantice la independencia de los legisladores,
en la práctica de la actividad legislativa, los congresistas votan de acuerdo a
la orientación, guía u orden que reciban de sus superiores. Justificaciones
como “la diversidad y complejidad de temas que llegan al conocimiento de
cada diputado y sobre los cuales tiene que emitir voto, hacen que el
agrupamiento de parlamentarios en grupos o fracciones legislativas sea un
imperativo de la eficiencia”3 Empero, la idea de una disciplina partidaria
fijada por compromisos personales de dudosas legitimidad y lealtad se
asoman a la menor provocación.

3) Patrimonialismo partidarista. Esta es, sin duda, una de las facetas más
evidentes y más cuestionables del sistema político mexicano en estos días.
Mediante el empleo de mecanismos políticos, se utiliza la posición
institucional para apropiarse y repartirse recursos o partes del gobierno.
Implica una percepción de la política en la que la distinción entre actividad
partidaria y actividad gubernamental queda desdibujada y el gobierno es
percibido y tratado como una extensión del partido, o como un botín que se
obtiene mediante la contienda electoral.

El grado de patrimonialismo partidista varía de país a país; desde aquellos


en que el partido que gana las elecciones procede a despedir al mayor
número posible de servidores públicos para sustituirlos por los militantes
propios “que han sudado la camiseta” –lo que, indudablemente es el caso
de México- hasta los “acuerdos” de fracciones legislativas de integrar una
mayoría a cambio de trozos de instituciones estatales que pasan a ser cotos
de empleo y manejo del partido que ha dado los votos en el Congreso ya
sea para pasar una legislación o para elegir a un funcionario –que,
penosamente, también aplica a nuestra realidad nacional-. Los partidos

3
Óp. Cit

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políticos se convierten así en agencias de empleo y “la posibilidad de


construir una burocracia racional y eficiente queda relegada”.4

4) Partidización de la sociedad civil. El horizonte de la participación política


se circunscribe a los partidos políticos; la relación entre partidos y
organizaciones de la sociedad civil se desarrolla como una relación
asimétrica en que el partido es el polo dominante y tiende a partidizar las
organizaciones sociales, de tal manera que éstas o quedan “alineadas” a un
partido político o son el campo de batalla en el que los partidos luchan por
controlarlas, produciendo graves divisiones en su interior.

IV. Conclusiones

La primera, evidente, es que el tema da para más.

No obstante, la naturaleza del status de la materia, lo apretado del tiempo y la


brevedad del curso, impiden realizar un examen de mayor fondo y una
exposición de mayor densidad sobre este tema tan imbricado con la realidad
nacional, dejemos, pues, ese esfuerzo para otro momento y bástenos, por
ahora, acotar algunas ideas básicas.

La concepción del Estado democrático, tanto en su versión de democracia


representativa, como de la directa, se asienta sobre una relación bilateral entre
ciudadanos y entes de representación y gobierno. De tal manera, la naturaleza
de la democracia, tal y como la conocemos hoy, radicó en el algún momento –
quizá más filosófico o instrumentista que verídico histórico- en la apropiación
por parte del pueblo del poder político, con la consecuente necesidad de
designarse representantes para que, proviniendo de y a nombre del pueblo
administren su original poder.

No obstante, en la praxis, la relación bilateral pueblo-gobierno ha pasado a


transmutarse en una relación de carácter diverso, con tres vértices: Ciudadano-

4
Ibíd.

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Partido Político-Gobierno, de tal manera que el ejercicio de la soberanía


popular no es más que una ficción jurídica, usurpada por los Partidos Políticos.

Las cuatro instancias clásicas del análisis natural de la Partidocracia


resultan coincidentes, visibles y abrumadoras, cuando se les mira de cara a
la actualidad de la realidad mexicana y encontramos que, legalmente,
ratificado incluso por la ilícita actuación de la Corte, los Partidos Políticos
tienen (i) el Monopolio de las nominaciones, ya que nadie puede llegar al
poder público ni a puesto alguno de elección popular, si no es a través de
ellos; (ii) el Control sobre representantes electos, ya que tanto los Grupos
Parlamentarios, por conducto de sus respectivos Coordinadores, como en
las “previas” que tanto las cúpulas partidarias como las fracciones a ambas
Cámaras sostienen, los legisladores reciben línea en el sentido de hacia
dónde orientar su voto. es vox populi; (iii) Patrimonialismo partidarista. A
nadie escapa el grado de rapacidad que políticos voraces desarrollan sobre,
en y acerca de los bienes del dominio público. Y tampoco es secreta la
existencia de partidos-negocio, propiedad de familias, que medran de los
recursos públicos, empleándolos para su provecho, para garantizarse su
vida futura, así como la de todas sus generaciones descendientes.

Los ejemplos abundan y los casos típicos, -desde el despido del mayor
número posible de servidores públicos para sustituirlos por seguidores
propios fieles, hasta los “acuerdos” de fracciones legislativas para integrar
una mayoría a cambio de beneficios ilegales- identifican al régimen político
mexicano como una Partidocracia rampante, donde los partidos políticos se
han convertido en franquicias, en agencias de empleo y en arca abierta.

Finalmente, es obvio que en nuestro estado también ha aflorado la


Partidización de la sociedad civil. “Vivir fuera del presupuesto… es vivir
en el error” frase lapidaria pero evidentemente actual y llena de vigencia. En
el México de principios del Siglo XXI, el horizonte de la participación política
se ha encerrado a lo que los partidos políticos decidan y regulen; si bien es
cierto que en México gozamos de una tradición corporativa y clientelar,

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promovida desde la presidencia en sus inicios, también es cierto que el


grado de invasión de los Partidos Políticos en la vida de las organizaciones
de la sociedad civil ha desarrollado una relación asimétrica en que el partido
es el polo dominante e infecta, partidizándolas, a las organizaciones
sociales, de tal manera que, quien no está con un partido, no está en la vida
política de México.

Cerrar los ojos al contexto es no únicamente absurdo, se hace ya


corresponsable por complicidad. En el diseño de la democracia
representativa, los partidos políticos debieran ser vehículos facilitadores al
ciudadano-elector para escoger a sus representantes. Esto no opera más.

Los partidos han adquirido el monopolio de esa instrumentalidad, prolongan


en el tiempo su papel y -de instrumentos del mecanismo electoral- han
pasado a asumir un control absoluto sobre el ejercicio de la
representación popular institucional, sometiendo a los representantes
del pueblo a la disciplina partidaria.

Vivimos en una nación ajena al Estado de Derecho, sometida por la


Partidocracia y su corrupción. Debemos, por lo menos, denunciarlo.

V. Referencias

FERNÁNDEZ DE LA MORA, Gonzalo, La Partitocracia, Madrid, 1977, Ed.


Hércules p.154
MÁRQUEZ R., Sergio R., Estado de Derecho en México. [en línea] México,
UNAM, Posgrado, 2007, [citado-26-09-07], Formato PDF, Disponible en
Internet:http://www.cuaed.unam.mx/posgrado/moodle_posgrado/file.php/
8/estructura_jp/unidad_1/img/lecturas/estadoderechomexico.pdf
PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA (2007), Primer Informe de Gobierno del
Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Felipe de Jesús Calderón
Hinojosa, 1 de septiembre de 2006, México
SCHMITT, Carl, El Concepto de lo Político, [en línea], Buenos Aires, La
Editorial Virtual, 2001, [citado 14-10-07] Formato Html, Disponible en

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internet: México, UNAM, Posgrado, 2007, [citado-26-09-07], Formato


PDF, Disponible en
Internethttp://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmit
t_ElConceptoDeLoPolitico.htm
ZAMORA, I, Rubén, Partidocracia, [en línea] Biblioteca Católica Digital,
Madrid 1999, [citado 15-10-2007] formato html, disponible en internet:
http://www.iidh.ed.cr/siii/index_fl.htm

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