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Gregorio de Nisa VIDA DE MACRINA ELOGIO DE BASILIO Introduccién, tradueci6n y notas de Lucas B. Mateos ALEPH, Editorial Ciudad Nueva e Madrid-Buenos Aires Mes DE GREGORIO DE NISA SOBRE LA VIDA DE MACRINA Prélogo 4, 1, La forma literaria de este pequetio libro, a juzgar por su encabezamiento, parece la de una Carty extent, sin embargoysobrepan ls I mites propios de una carta y se prolonga hasta al- canzar la dimensién de un relato '. Tenemos una excusa para ello: 1a materia que nos has pedido que tratemos excede la medida correcta de una carta, Seguro que no te has olvidado de la oca- sién: cuando fui a visitarte a la ciudad de Antio. 1. Fl exo ofecido por P. Marval dice: Carta de Gregorio de Nise are la vida del sane Mace (Greg de Nyt Vie de ‘tine acing ee, 136)- Como hace notat Marlee ora debi de tener una dadicatoria en que comtabs nomi den de. ‘instar, dole st sapere de un ear Vari son lon pom. tet de lo desnataros que ozeen lr divers manure Olen io (monje Enpepo (cise) Hiei, Europa (et GNO VII, 370) Sein algunos manure, ctor error de Grego ta then apaocen decadron monje de sombre Olmps (Sobre fe Wide de Moises (GNO VII 1) Sobre le vcain crtizna (GNO IID, 129s Sobre le perfec eitana (GNO VII 17), CL 1, F. MATEO-SECO, Gregor de Nia Sobre le occ oiiens, tie, 125 1D. Gregor de Nig Sabre le ede de Moi ct 18 ‘quia, estando ya, en cumplimiento de un voto?, a ppunto de partir hacia Jerusalén con el fin de con emplar en aquellos lugares los vestigios de la ve~ nnida del Sefior en la carne®. Tratamos todo tipo de temas ~no habria sido légico que nuestro en- ‘cuentro transcurriese en silencio mientras tw inte- ligencia proponia muchas cuestiones a nuestra con- vversacién~ y, como sucede muchas veces en situa- ciones como estas, la conversacién en su discurrit se detuvo en el recuerdo de la vida de una perso- na ilustre. Una mujer era el objeto de nuestro re- Into, si se le puede llamar mujer, pues no sé si es conveniente designar con una cualidad pertene- ciente a la naturaleza a quien leg6 a estar sobre Ia misma naturaleza 6 2B seminogrago —haeacén— pond ser extend como oto o com deo. Gran pert de los tadctores 5 icin por ‘hendesle como un von, Aalo ace ene toy, . Maca E'Movot, Cl. Morechin lo wade como des. Gregorio mane tie na posicon said on tomo + Te eonveienci de las pe ‘epinaonc. En su Carta? (eB. MARAVAL, Grigor de Nyse, (ig ce 98.4) Grog = ent sao a po de perpiconn tke por pare de moj 7 yee IS Teint y paler nn yrs es a gue com ora ie» its Sn Cet encom ox ras ‘Grats tial een de sje ad copie tn lar oun vr. Bs le Cay Grguio ie om api tac foun yu dar complies enon Sod Guicono bu Nun Coe 712 CLP Matava Gran de Nye, Ltn oO). va Cars rope dot a eee lagu Bal, «tGelgoc one deo Ove eas (CL ARAVA, igo de Ny Leroy 3) Enel wan de smn se nei cod 4, 2. Nuestea narracién no fundamentaba su fia- bilidad en lo oido a otros; nuestro discurso expo- nia con exactitud aquellas cosas en las que el co- nocimiento adquirido por experiencia era nuestro ‘maestro, sin apoyar su testimonio en lo escuchado 2 otros. En efecto, le virgen a quien estébamos re- cordando no era extraia a mi familia para que fuese necesario conocer sus hechos admirables a través de otros, sino que habfa nacido de mis mismos pa- des. Ella floreci6 en el seno de nuestra madre como primicia de los frutes que habian de venir. 4, 3. Puesto que ti estimas que la historia de sus virtudes ha de producir algin fruto, he pensa- do que seria bueno obedecerte y narrar su histo- ria tan brevemente como sea posible, con palabras sencillas y sin arifcios literaros, 2 fin de que una vida de tal naturaleza no sea olvidada con el paso del tiempo, y aquella que se clevé a lo més alto de la virtud humana por medio de la flosofia® no quede sin servir de provecho por estar sepultada en el silencio. eamieno pasin: En Cito yuo ey mi bombre ni mujer (Ga 5.20. 3. En este este, Gregorio iin eon feevencia ering Sloop sles contemplasion de Dia,» It aide ‘i connida ea Tas risa ante el und, i ida mo Suc Ho de oe termino por Grego er inenconado y sene ti menssje dor poner deeclenecltalor de I vida ssc Fl ‘monje aparece ai eomo el veradeo feof. Em mises tne {én hemor opado emp: que fase posible po mantener ee ‘éemin, por esimar que eleor puede as aptar mejor la ene (Greer Nacimiento de Macrina 2, 1. El nombre de a virgen era Macrina. Hubo cen tiempos otra Macrina ilustre en nuestra familia: fue la madre de nuestro padre‘ En el tiempo de las persecuciones luché valerosamente confesando muchas veces a Cristo’. Por ella recibié Ja nifa teste nombre de los padres; este era el nombre of cial con el que era llamada por sus conocidos, pero habia recibido otro en secret; se le habia otorga- do por una aparicin antes de que fuese dada luz en el parto. 2, 2. Y es que su madre era de tal virtud que en todo se dejaba conducir por la voluntad de Dios *, Habia abrazado un género de vida puro y 16. San Basi aude mumerosa veces 4 fey 4 It dots pe Augie de mu suc Macon, =¢Que mayo prs puede haber ‘deououtafe ~errbeBaslon que el acho de haber sido edu ‘uo por aguas binsventurds mje, naerssbues, que macs ‘Sire voroton?s (8 BASIIO, Epitla 204, ls pres de Ce (ren, 632,752, Clam S Bass Bpeale 210, 1, PG 32, 1768 Epiole 22,3, PG 3, 825) 7 'Gregoria de Nasianco, et orci fnere sobre Bai sc enende to la desrpeiin de vor saints amare lo ‘Que Gregorio de Nie ae agai tan breverent: fe Gregorio de Nie, Sexipes Theologian 3 (1971) 75107, ep. La historia de Job 18, 1. Hemos oido contar Ia historia de Job *. ‘Cémo aquel hombre, con todo el cuerpo consu- ido por los abscesos purulentos de las llagas, ha- blando, impedia que su sensibilidad se fijase en el dolor; sin teniendo dolor en el cuerpo, no decata fen su dnimo, ni interrumpia su discurso que ver- saba sobre los temas més elevados. Algo parecido contemplaba yo en la gran Macrina: el fuego de la fiebre consumia toda su fuerza y la estaba condu- ciendo a la muerte, pero ella reanimaba su cuerpo ‘con la contemplacin de las cosas de arriba, como con un rocio, manteniendo libre su mente, sin de~ jase abatir por la enfermedad. Si no fuese porque este relato se haria interminable, yo presentaria or- denadamente todas estas cosas: cémo lla se elevs en su discurso haciéndome reflexiones filoséficas sobre el alma hasta llegar a la causa de nuestro vivir en carne, por qué existe el hombre, cSmo se torné mortal, de dénde viene Ia muerte y cual es nuestra iberacion al volver nuevamente de la muer- te ala vida ®, Trataba todas estas cosas sabia y co- 14, Desde los primeroevenpor ertianay, Job es preseatado como un demplo cgsco de paceac ane los dolores cont ‘Boos, Em slemiy un ga comin en le erro yon Ios dis ‘ror de conolcin. CL'S. BASLIO, Epitla 2, 3, PG 32 28, S"Gtucoulo DE NACIANZD, Epitla 32,12 PG 37, 72.8 Gre ‘grio_de Nisa vuelve 4 stiinar el ejemplo de Job en au Oran Jiacbre sobre Palueriy PG 46, 873, GNO TX, 46, 21 Sh Se wat de un slenco de cuetiones que Gregorio formule sui con un orden cro 7 4 lr que esponde eae Diogo sobre ok Be MACHEN ” hherentemente, como inspirada por la fuerza del Es- piritw Santo, fluyendo su palabra con toda facili Mad, como el agua de una fuente cuando brota sobre un terreno en pendiente Descanso de Gregorio 19, 1. Cuando concluy6 su discurso, dijo: «Es ya hora, hermano, de que hagas descansar un poco ‘tu cuerpo, fatigado por el mucho cansancio del camino». Para mi era un verdadero y gran des- ceanso el verla y escuchar sus elevadas palabras. Pero puesto que esto le era grato y ella lo deseaba, para {que se viese que yo okedecia en todo 2 mi maes- ‘a, encontrando preparado en uno de los huer- Alaina y le rere, aesiones a es gus, por Jo dem testenreponder nrmalment lov diverse tins sbe alin al de ct (poe Ese De anna et renrecione, Gre {pei deies yan espa» solaima ns ober contr Tape. ‘rene del i as a mere # more gue absurd I {hci ot Ie rananigracign de he alan CL. MATHO:SECO, La fewer y tu mis ad enol Didogo tobe el alma y le renee: ‘Sins db Gregorio de Nis, ce, BI08. CL también HLM, MS Sk, Roctooh snd Theloie Der Dialog Gregor sons Naz de ‘Sima et rearectons, rake 199, exp. 571396 ‘Se Gregor lama sepesnamente + Matin #0 mac Ese ‘et ilo on que rath sempre en el Didlog sobre laine y 1 eueceiin, Maca er presatads como geriendo U8 apie fi gue mi ali del to fin, par alana # todos lox {ue quien lear una vida ibe, También Ln por dl Ca far de lor Cantar ex Iamnds maciea por Gregori. C5. GRE- ‘Comoe Nisy Hamar sabe el Cantar de lor Canary, 15, DG ‘41092, GNO Vi, 8, 15 llos cercanos un lugar agradable para el des- «anso, reposé un poco a la sombra de un empa- fade Pe 19, 2. Sin embargo, no me fue posible disfru- tar de aquellas cosas tan gratas, pues tenia el alma interiormente turbada ante la expectativa de tristes acontecimientos. Me parecfa que, en lo que hs presenciado, se revelaba el significado de la visi que tuve en el suefio. El espectéculo que habia te- nido ante los ojos eran los despojos de un santo itis, que habia muerto al pecado” y que res- plandecta con la gracia del Espiritu que habitaba en él, Asi lo expliqué a uno de los que con an- terioridad me habian ofdo contar el sucio. 19, 3. Mientras estdbamos afligidos, como era natural, a la espera de tristes acontecimientos, ella (Macrina) adivinando no sé cémo nuestro estado de animo, nos envié un mensaje con noticias re- confortantes intentando darnos inimos y que con- cibiésemos mejores esperanzas con respecto a ella: habia pereibido sintomas de mejoramiento, Ella no nos decia esto para engafiarnos, sino porque le pa- recia que era verdad, aunque nosotros no lo sabi- amos entonces. Asi como un corredor que ade- lanta a su rival y se encuentra ya en el final del cstadio, al estar ya cerea del premio y ver la co- rona del veneedor se goza en ella, y como si hu- biese alcanzado ya el premio, anuncia la victoria a 57. CE Ren 6 5 810. 58 CE Rm 8 sus més partidarios de entre los espectadores, asi también ésta, animad2 con este mismo sentimien- to, mos hacia esperar las cosas mejores con res- pecto a ella, que mircba ya el premio de la voca- iin de arriba ®, y que casi se aplicaba a sf misma cl dicho del Apéstol: Ya me estd preparada la co- rona de justicia, que me dara el justo juez ®, pues hhe mantenido un buen combate, y he terminado la carrera y he guardado la fe. 19, 4, Por nuestra parte, reconfortados con el nuncio de estas buenas noticias, gustamos las cosas {que nos habian puesto por delante. Eran muy va- Fiadas, y su preparacion exquisita. La gran Macrina habia ‘hecho llegar su solicitud hasta estos detalles. Nuevo encuentro con Macrina 20, 1. Cuando estuvimos auevamente en su pre- sencia -ella no nos dejaba pasar solos el tiempo Tibre~ comenzé a recordar las cosas que habia vi- vido desde Ia juventud, describiéndolo todo oxde~ nadamente, como en tn relato. Tenia en la me- moria las cosas de la vida de nuestros padres, las cosas que habian sucedido antes de mi nacimien- to y las que pasaron después, El fin de su narra cin era dar gracias « Dios. 58. Bp 3,14 ates, eh atm a 20, 2, Subrayaba que la vida de nuestros padres habia sido ilustee y eélebre para sus contempors- rneos mas que por las riquezas por el amor a Dios, gue la habia hecho grande, Los padres de nuestro padre fueron desposeidos de todo por haber con~ Fesado la fe en Cristo; el abuelo materno fue muer~ to por provocar Ia ira del emperador, y todas sus propiedades fueron repartidas a otros ducios. A pesar de esto, gracias a su fe, los bienes de Ia fa- fnilia aumentaron de tal manera que, en aquel tiem- po, no habia nadie mas renombrado que ellos. Més tarde, cuando sus propiedades fueron divididas en nnueve partes, conforme al nimero de bign la parte de cada uno aument6 co cidn divina de forma que la riqueza de cada uno jos fue mayor que el patrimonio de sus padres 20, 3. Macrina, en cambio, no reservé para si habia correspondido conforme al reparto en partes iguales entre los hermanos, sino que, siguiendo el precepto divino, todo divina providencia, su vida fue tal que munca dej6 de trabajar con sus manos conforme al precepto; tampoco estuvo nunca pendiente de un hombre, ni recibié de ninguna beneficencia humana los recur- 0s necesarios para una vida digna. No rechaz6 a los que pedian. Tampoco bused a los que daban. Dios, con su bendieién, hacia crecer secretamente como si fuesen semillas-, los pocos recursos ob- (5. BASLIO, Repulue reins neat, DManavat, Grégare de Nye Ve de 2) Be caro que Grego oo hen le epttldl dei fratidad. Es tags deta ona [fen a ete arbjor com Moje 0 nelgen “ ‘econo pe sa tenidos con sus trabajos, convirtiéndolos en fruto abundante. Consideraciones de Gregorio 21, 1. Yo le conté las dificultades en las que habia estado envuelto. En primer Tugar, que el em- perador Valente me habia desterrado a causa de la fe; después de esto, que la confusi6n reinante en las iglesias me habia’ convocado a tomar parte en y lucas omenté: «ZNo cesaris de descono- neficios divinos? {No pondris remedi qué no comparas lo tuyo con lo de tus padres? Y eso que, ante los ojos de este mundo, nosoteos podemos enorgulle- comnos precisamente de aparecer como bien naci- dos y proceder de buenos padres. Nuestro padre “sigui6: diciendo go26 en su tiempo de una gran consideracién gracias a su cultura pero su reputa- cién s6lo Hegaba a los tibunales de la regién. En onsecuenci, aunque aventajaba a los demés por su retérica, su fama no pas6 los limites del Ponto; ne pero a él le era suficiente con ser admirado en st patria. Ti en cambio -prosi res renombra- fen ciudades, pueblos y gente; a ti te envian las iglesias para que des ayuda y te llaman las iglesias, para pongas orden ®. zNo ves la gracia en esto? eTampoco alcanzas a ver Ja causa de tales bi ts decir, que las oraciones de tus padres te leva hacia lo alto, pues no posees dentro de tf ningu- na preparacién para esto, © muy poca? “», Uktimas disposiciones de Macrina 22, 1. Mien deseos de que dejase de hacernos oir sus dulees palabras. vor de los que cantaban llamaba ya a Ia ace gracias de la tarde ®, La gran Macrina, tras en- lla decia estas cosas, yo 6 censcono DE Ws viarme a la iglesia, se refugiaba de nuevo en Dios por medio de la oracién. En esto se hizo de noche. 22, 2. Cuando vino el alba, al verla, me pare- ‘i6 evidente que habia legado el sitimo dia de su vyida en la carne, pues Ia fiebre consumia toda la fuerza de su naturaleza. Ella, que vefa nuestro de- saliento, se esforzaba por levantar nuestras decai- das esperanzas, disipando con aquellas hermosas as suyas la tristeza del al pare, mi nara se encontabs oprimido éyica Inente por la tristeza, pues presentia que en ade- lante ya nunca mais habia de oir su voz; y, sin em bargo, esperaba que la gloria de muestra familia no ase ain de a vida de los hombres, como si ‘mi alma, transportada de entusiasmo por lo que cstimase que ella estaba por encima de la na- turaleza comin‘. tare, ee mtu ue os cians digi 10 de Naanzo con 3 hoo for ‘OA DE MACROS o , no. me parecia cosa humana aque ella, en su iilkimo alentar, no estuviese turba- da ante la perspectiva de la muerte, ni sintiese miedo de alejarse de la vida, sino que, con un tis, estuviese meditando hasta el aquel modo de vivir en la tierra al que enteegado desde el comienzo de su vids como si un angel hubiese tomado providencial- mente forma humana y no tuviese ningin paren- tesco ni connivencia ninguna con la vida en la came; un éngel asf no seria exeraio que mantuviese iperturbable su pensamiento, ya que la carne no ba de él hacia sbsjo, hacia sus psiones™ ia que esta era la razén que tar ante los presentes aquel divino y puro amor habia alimentado y qu ‘1k De Maca » ya publicar el deseo que tenia ide clevarse hasta su amado para estar con él cuanto antes, desligada ya de las ataduras del cuerpo. Era en verdad hacia el amado hacia donde se encaminaba su carrer {que ninguno de los placeres de esta vida at Los iitimos momentos 23, 1. Habia transcurrido la mayor parte del dia y-el sol declinaba hacia el ocaso. Su fervor, en cam- bio, no decaia, sino que cuanto mis se aproxima- ba a su partida, como si contemplase ya | puesto su lecho la habia cesado de hablar con nosotros para no hablar més que con Dios, en oracién, con las manos suplicant aque a duras penas escuchab: fue su oracién. No se podia dudar de que estaba cxrea de Dios y de que era escuchada por Fl. Decia Oracion de Macrina 2 la muerte Ti has convertido el final de la vida de aqui abajo en comienzo para nosotros de la vida ver- dadera Ti haces descansar un tiempo nuestros cuerpos en el suefo y los despertarés de nuevo com le trom- peta del final de los tempos” W, Sefior, nos has librado del temor de ‘oa DE MACHOSA ” ‘TG entregas en depésito a la tierra nuestra tie~ rra, la que 1 moldeaste con tus manos, y harés surg de nuevo To que le entregast, transforman do con Ia inmortalidad y la belleza to que en no sotros es mortal y deforme "Ti nos has arrancado a la maldicién y al peca- do, convirténdote en ambas cases por nosotros” "Ti has aplastado las cabezas del dragén™ que habia agarrado al hombre con sus favces en el abis- smo de la desobediencia. "Ti nos has abierto el camino de la resurreccién haciendo saltar las pueras del infierno ” y redu- ciendo a la impotencia a aguél que tiene el poder sobre la muerte. Ti has dado a quienes te temen una sefal el signo de la santa cruz para destrucci6n del ad- rio y seguridad de nuestra vida 24, 2. ;Oh Dios eterno, 4 quien fui entregada desde el vientre de mi madre, ‘¢ quien ba amado mi alma con toda su fuerza, 4 Quien he consagrado mi cuerpo y mi alma desde mi nfl hasta ahora! loca junto a mf al angel luminoso que me lleve de la mano hasta el lugar del refrigerio®, donde se encuentra ef agua del descanso %, en el de los santos patriarcas ©. también de mi cuando reino™, porque yo también estoy c igo", pues he clevado mi carne con ef miedo y temo tas juin *. {Se ata dl aad igs poycpompoo psyeogog, qu om jg semble abismo no me spare de us le sido: “que el envidioso no sponga en mil ca- pecado no aparezca al descubierto ante i, engafada por la debilidad de nuestra Ihe pecado de palabra, obra 0 pensa- mar el aliento™ y, una vex despojada del cuerpo apatezca ante Ti sin mancha ni arruga en el pet fil de mi alma; que mi alma sea acogida en tus ‘manos inmaculada e irreprochable, como incienso ante t4 vostro”. Muerte de Macrina 25, 1. Al decir esto, trazé la sefal de la cruz sobre los ojos, la boca y el corazén®, Al poco su lengua, reseca por la fiebre, no articulaba bien las rezando por el contraerse de los labios . En esto, como Entonces Ms tuando hubo terminado la accién de gra- mano, puesta sobre el rostro para sig- 25, 3. Qued6 sin respiracién ni movimiento Yo, recordando las recomendaciones que me habia a primera entrevista, cuando me dijo que queria que mis manos cerrasen sus ojos Y que fuese yo quien diese a su cuerpo los eui- n 1 parecer que des. ién, acerqué a su sant jzada por el dolor. Sus ojos no teni necesidad de ningin cuidado, pues, como aconte- ce en ef sueiio natural, sus pirpados los cubri 3s cerrados adecuadamen- tomado automticamente una postura armoniosa, no tenia necesidad de unas manos que lo amorea- jasen. Fl llanto de las virgenes 26, 1. Mi alma estaba turbada por dos razones: porque veia aquel espectéculo, y porque resonaban en mis oidos los llantos y los lamentos de las vit- genes. Hasta ese momento ellas se habjan mante- nido en silencio, habian guardado su dolor alma y habian sofocado el impulso hacia las mas por respeto a ella, como si temiesen la re- convencién de aquel rostro que ahora estaba en si- lencio: temian que si, contra lo que se les hal prescrito, dejaban escapar algéin ese la maestra. Cuando fue imposible o dolor mediante el silencio, pues la af %6 ‘execomo De asa como un fuego que quemaba interiormente sus almas, he aqui que broté en forma compacta un gro agudo e irresistible hasta el punto de que tampoco a mi raz6n le fue posible permanecer dueia de si misma, sino que, como sumergida en un torrente desbordado, se dej6 arrastrar por el dolor sn precuparme de quedaba por as virgenes me parecta justa y Jamentaban por la pérdida de un ar cualquiera, ni de un parentesco seg portan los hombres, sino que, como sido desgarradas de la esperanza en Di salvaci6n de su alma, grtaban y cl lazo de nuestra concordia ™, se ha quebrado el sostén de los que carecian de fuerza, ha desapare- cido el cuidado de aquellos que estaban enfermos. ‘A-tu lado, para nosotras incluso la noche era como 26, 3. Las que la mostraban un dolor mis acerbo, Se trataba di llas a las que Macrina habia recogido en el po de la hambre cuando erraban por los cami y que habia eriado y cuidado, conduciéndolas a tuna vida pura y sin corrupeién ®, Gregorio exhorta a las virgenes a la serenidad Después de que hube retomado mi alma ‘un abismo, dirigé la mirada hacia aquel recordad sus recomendaciones con las que aprendido lo que en cada cireunstanci Y decoroso. Esta . Ahora mismo podéis cumpli est ‘mando los gemidos de vuestro Ianto en una sal- modia acorde>, esto con vor. fuerte, para superar el Conversacién con Veciana 28, 1. Entre ellas se encontraba una mujer de ta por su riqueza y por su sangre, que en su juventud habia sido célebre por la belleza de su cuerpo y por su porte distinguido, Habia estado casada con un hombre de dignidad clevada y habia a roto cuando ella era todavia joven. Desde entonces habia convertido a la gran Macrina en guardiana y educadora de su viudedad. Vivia la Dk DE MACRONA ” Veciana. $u padre, Araxio, era miembro del sena- do. Le dije que, al menos ahora, seria justo reves- tir el cuerpo esplendorosamente y adornar con vel ‘ansparentes aquella carne pura y sin mancha Ella me dijo que en estas cosas era necesario saber qué habria pensado la santa que seria convenien- fa piadoso hacer nada en contra de deseado. Que lo que es totalmen- 1 Dios, eso mismo era para ella grato Conversaciin con Lampadion. 29, 1, Habia una que dirigi el coro de las vir~ genes en cali do le pregu tra deliberacién~ respondié entre lgrimas: «El ade~ rez0 por el que se esforzé Ia santa es una vida pura. Ese fue el ornamento durante su vida y la ‘mortaja durante su muerte. En lo que concierne al ‘omato del cuerpo, ni posey6 nada durante su vida, ni preparé nada para la presente situaci6n, de forma que, ni queriéndolo nosotros, se encontraré algo mis de lo que ya hay aqui>. 29, 2. Dije yo: «No es posible encontrar entre las cosas almacenadas algo que nos permita ador- nar su féretro?>. «¢Qué reservas?, dijo ella. Tienes fen tus manos todas sus reservas. He aqui st’ manto, he aqui el velo con que cubria su cabeza, las san” dalias usadas. Esta era su riqueza, esta era su for- tuna. Fuera de lo que estéa la vista, no hay nada fen cofres escondidos 0 puesto a seguro en apo- sentos interioes. Ella slo conocta un lugar segu- ro para su tesoro: el reino de los eielos". Ella ha colocado alli todas las cosas; nada ha dejado en la tierran. «En ese caso le die-, gs iria contra su voluntad, si yo mismo offezco algo de lo que esté preparado para mi sepuleura?» 29, 3. Bila me dijo que no pensaba que esto fuese contra su pensamiento. «Incluso viva habria aceptado semejante honor de ti por dos razones: por tu sacerdocio al que siempre reverencié, y por el parentesco. Ella, en efecto, no habria teni- do por extrafio lo que le viniese de su hermano. Por esta raz6n pidié que la amortajases con cus 105, CE Me 6, 20 17, 21 La cruz y el anillo de Macrina |- Cuando se hubo decidido esto y que con- venia sevestir aquel sagrado cuerpo con lino fino, nos distribuimos los quehaceres uno se cuidaba de tuna cosa y otro de otra. Yo ordené a uno de mis servidores que trajese la vestimenta. V aque ya se ha hablado, arreglaba aquel bbeza con sus propias manos. Cuando pas6 por el cuello, dijo mirindome: «He aqui el ador- zo que pende en torno al cuello de la santa». Y mientras decfa esto, desatando al lazo por de cextendis Ia mano y me mostrd una cruz de hie- tro y un anillo de la misma materia, Ambos, col- gados de un ligero cordén, estaban siempre sobre al corazén, 30, 2. Yo dije: «Que este bien nos sea comin Coge i la proteccidn de la cruz ami me basta- rel haber haber reibido en suerte el anillo>. Tam- bién sobre el anillo estaba grabada una cruz. La ‘mujer lo observs y me dijo de nuevo: «Has hecho esti hueco en su engarce, y dentro esté eso ido un fragmento del bol de la vida ™. Lo que tsté grabado en el exterior, con la propia figura, manifiesta lo que hay en el interior». Cf. Ga 3.265 Un milagro de Macrina 31, 1. Llegé el momento de cubrir aquel cuer- ‘po puro con una vestimenta. La recomendacién de la gran Macrina me obligaba a hacer este servicio. La que habia participado conmigo en la gran he- rencia estaba presente durante esta tarea y partici- ima del ble? Se diria que es una cicatriz pequerio pincho>. Y diciendo esto acere6, Ia kim- strarme el lugar. «Qué hay de ad- yo- en el hecho de que su cuerpo lo en esta parte con esta marca imper- “Esto ~dijo ella~ ha quedado en su cuer- po como la s ‘gran merced de Dios. En efecto, sobrevino en esta parte del cuerpo un mal en extirpar el tumor totalmente hasta ha- aba hasta los lugares que estin ‘orazon "9, La madre -siguid di- alrededor Lncteng, Arana en Dicionnared'Arebtlogie reaeciia cicndo~ muchas veces le pidié y le sup bres. Pero Macrina estimando més duro ain que |i enfermedad el desnudar una parte de su cuerpo ante los ojos de un extra ade, tas haber taba a su madre con sus propias manos, entré en 'y permanecié postrada toda la noche como el para hacer en este sitio la sefial de la cruz, nacién actué eficazmente, y el mal desapare 109, Pate vaca Este pequefio signo ~termin6 diciendo~ aparecié cen ef lugar del terrible tumor y ha permanecido hasta el 4 La mortaja de Macrina Cuando streglado con las cosas que a me dijo que no era converi apareciese ante los ojos de las virgenes ador~ nada como una novia. «Yo he conservado -co ‘nué- un manto de vuestra madre de color oscuro y pienso que seri bueno colocarlo encima, para que esta hermosura santa no reciba su resplandor renta que le es extra». leei6 este parecer, y se le colocé el ‘embargo, resplandecfa incluso con ‘poder de Dios -pien- 50 yo- otorgaba esta gracia al cuerpo, de forma fa irradiar algunos resplando- nente como en la visién que yo tuve en La salmodia en toro al cuerpo 33, 1. Mientras que nosotros estébamos ocups- dos en estas cosas y la salmodia de las virgenes mezclada con Jos llantos resonaba en torno, el rumor de su muerte se esparcié de pronto ~yo no 86 e6mo- por todo el contorno. Toda la gent taba cerca, ante esta desgracia, comenz6 a imbres y mujeres, lamentos. En cuanto a mf, aunque gravem: grupo de monjes, atendiendo a que Ia salmodia de lunos y de otros fuese la misma, ritmica y acorde, como ¢s la salmodia de un coro, hermos: 33, 3. Cuando avanz6 un poco el dia y los al- rededores de nuestro lugar apartado se hicieron pe- a jer fa multitud de los que se- que presidia aquell por recorrer y Ie fa en obstéculo para una marcha ripida. Al mismo tiempo ordené a sus sacerdotes, que estaban con él, que ellos mismos portasen ef fret. EL corte fiinebre 34, Una vez que se decidid esto y que se jc, me coloqué bajo el anda del lecho fiinebre ¢ invité’a Araxios a que se pusiera al otro lado, mientras que otros dos de rango clevado entre cl clero sostenian la parte posterior. Yo caminaba ‘paso a paso, lentamente, como convenia; nuestro avance era muy pequelio. El pueblo, en efect taba apifiado en torno al féretro y nad bba de ver sus santos restos. No era sotros el avanzar. 34, 2. Nos precedia a una parte y otra una muchedumbre de digconus y de sicivos que iban delante del féretro en filas no pequefias. Todos Ilevaban cirios er cl aspecto de una pi rimeros hasta los una sola voz, como en a himno de 1s manos. Lo que sucedia tenia Desde los de nuestros padres. Hicimos el camino con trabajo, templeando casi toda la jornada, pues la turba, que Caminaba junto con nosotros’ y que aumentaba 13, Trade P. Marae come

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