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La Prometida del Millonario

(Capítulo 4 de la serie del millonario Chekhov)

Por: Leona Lee

Todos los derechos reservados.


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Nota: ¡Este libro es la cuarta entrega de la serie del millonario Chekhov! Si aún
no lo has hecho, lee las tres entregas anteriores para evitar spoilers.

Parte 3: La Novia del Millonario

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Índice

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 1
Sarah se miró fijamente en el espejo a la vez que arrugaba la nariz. Cogió el maquillaje y se puso un
poco más, intentando tapar los tonos morados y negros de sus ojeras.

-Estás bien, kotyonok- dijo una voz profunda, mientras su dueño la agarraba por la cintura y le
besaba el cuello. -Además, la discoteca está oscura; nadie se va a fijar.

-¿Te apuestas algo?- replicó Sarah con un suspiro. Era la primera vez que iba a ver a su familia y
amigos desde que regresaran de Nueva York y, después de todo lo que había sucedido, sabía que iba
a estar en el punto de mira de todos.

Los últimos meses le parecían un mal sueño. ¡Qué diablos!, el último año, se corrigió mentalmente.
Desde que cruzo el umbral de VIC Enterprises, su vida no había sido la misma. Pero no se quejaba.
Mucho.

Cuando aceptó el puesto de asistente personal de Vitaly Chekhov, supo que iba a aprender muchísimo
de uno de los empresarios de logística más influyentes del país, pero no se imaginó que se iba a
enamorar de él. O que iba a ser secuestrada, pensó con aflicción mientras se aplicaba el maquillaje.

-¿Qué piensas?- preguntó Vitaly besándole el cuello. Inclinando la cabeza para darle más acceso,
ella suspiró.

-En todo lo que ha pasado- respondió, dándose la vuelta para mordisquear su barbilla. Por lo
general, la cabeza de ella apenas le llegaba al pecho pero, con tacones, podía hacerle carantoñas
mientras él la abrazaba.

Vitaly le bajó la cremallera del vestido, y continuó besándola.

Sarah gimió -Vitaly, vamos a llegar tarde a nuestra propia fiesta- intentó regañarle, y él colocó la
mano sobre uno de sus pechos.

-Exactamente- respondió, y apretó delicadamente, antes de que su pulgar encontrara el pezón, erecto
y ansioso por su roce. -Es nuestra fiesta. Que esperen.

-Teniendo en cuenta lo que pasó la última vez que alguien me esperaba en una fiesta, ¿no crees que
estarán preocupados?- Con un gruñido, Vitaly dio un paso atrás y sacó el móvil del bolsillo.

-Quítate el vestido- le ordenó. -Ahora vuelvo-. Antes de salir del cuarto, se quedó mirando a su
adorable Sarah. -Déjate los zapatos puestos.

Sonriendo, Sarah se quitó el vestido y se dirigió a la cama. Quería haberle sorprendido más tarde
con lo que llevaba puesto por debajo, pero, dadas las circunstancias, ese era un momento excelente.
Al inclinarse para retirar la colcha, oyó una tos detrás de ella, giró la cabeza y vio a Vitaly apoyado
contra el marco de la puerta. Sus ojos marrones ardían de deseo y tenía el aspecto de estar a punto de
saltar sobe ella.

-Tenemos tiempo- informó, acercándose a la vez que se desabrochaba la camisa. -Pero aún así, creo
que vamos a llegar tarde.

Sarah sonrió seductoramente al sentir a Vitaly detrás de ella. Agarrándola por las caderas, la atrajo
hacia sí, y ella se restregó contra su erección.

-Qué cosas me haces, kotyonok- le dijo, admirando las vistas.

Sarah llevaba un corsé de seda cruda roja y un tanga a juego, con ligueros y medias también de seda.
Los Louboutins le hacían guiños con sus suelas escarlata. Al recorrer su cuerpo con las manos, sintió
cómo ella temblaba con anticipación, y le cubrió los senos, apretándose firmemente contra su
espalda. Sarah levantó los brazos por encima de su cabeza y los colocó alrededor de su cuello,
apoyándose en él.

Su gatita había crecido mucho desde la primera vez que la vio. Había pasado de ser virgen a una
seductora mujer, y se sorprendía de cómo encontraba nuevas formas de excitarle. Si bien sabía que
podía tener a cualquier mujer, pensó, se sentía cautivado por esta fierecilla rubia que le demostraba
constantemente lo inteligente e ingeniosa que era.

Si no fuera por ella, puede que nunca hubiese sabido quién fue el responsable de la filtración de
secretos de su empresa, por no mencionar su inquebrantable apoyo y la dedicación con la que trabajó
en los nuevos contratos mientras él estaba en coma. Tenía todo lo que deseaba en una mujer, y estaba
ansioso por hacerla su esposa.

Intentando no desarreglar demasiado la lencería, la inclinó sobre la cama y le separó las piernas.
Ella apoyó los codos sobre la colcha y levantó el trasero, atenta al sonido de su bragueta. Cerrando
los ojos, se maravilló de lo mucho que la excitaba Vitaly.

Gimió al sentir su erección rozándole el coño, que ya estaba empapado por el deseo. Penetrándola
lentamente, ambos gimieron con lujuria al sentir cómo llegaba hasta el fondo. Con una mano en su
cadera y la otra en un hombro, Vitaly comenzó a embestir de forma constante, y Sarah arqueó la
espalda acoplándose al ritmo.

Las manos de Sarah se dirigieron a su clítoris y empezó a frotarlo. -Joder, Vitaly- exclamó entre
gemidos. -Más fuerte, por favor, estoy muy cerca-. Con un gruñido, Vitaly acelero el ritmo y comenzó
a estrellarse fuertemente contra ella. El aumento de los espasmos alrededor de su polla con cada
sacudida, le advirtió que estaba a punto de correrse. Acelerando aún más, escuchó cómo aullaba su
nombre y le pellizcó el clítoris, haciendo que se volviera loca. Una…dos…tres embestidas más y la
sujetó fuertemente contra él, mientras ambos alcanzaban juntos el orgasmo.

Tras besarle la espalda, sacó la verga lentamente. -No te muevas- le dijo, encaminándose al baño
para coger una toalla. Vitaly entró limpiándose y sonrió al verla doblada sobre la cama. Desde atrás,
le limpió el resultado de sus orgasmos, y Sarah gimió.
-Sigue así y puede que no aparezcamos por la fiesta- le dijo, contoneando el trasero.

Riéndose, él terminó de limpiarla antes de ayudarla a ponerse en pie. Le dio la vuelta y la besó,
notando su enrojecido rostro. -Prefiero que estés caliente durante la fiesta- confesó, y ella protestó
con frustración.
Capítulo 2
De camino a Casbah, Sarah apoyó la cabeza en su pecho mientras él la abrazaba. ¿Cuántas veces
creyeron que todo se había terminado entre ellos, para acabar teniendo otra oportunidad? Apenas se
habían separado desde el secuestro y atentado contra su vida, ambos orquestados por el amigo de
infancia y antiguo socio de Vitaly, Dmitri Nardiv.

Cuando la limusina se detuvo en el estacionamiento de Casbah, Sarah se incorporó. Había una fila de
gente esperando. Al salir del coche, se vieron rodeados rápidamente de familiares y amigos,
deseosos de verlos.

-No podíamos esperar dentro- le dijo Lisa, una de sus mejores amigas, mientras la abrazaba.

-Me toca- se oyó una voz ronca, y Sarah se vio envuelta en un enorme abrazo con su padre.

Tras varias rondas de abrazos, la multitud siguió a la pareja dentro de la discoteca. Parpadeando,
Sarah se volvió a sorprender de la cantidad de gente que les esperaba en el interior. Lisa tomó la
mano izquierda de Sarah y levantó el brazo, haciendo que el anillo de prometida brillara con las
luces del club. Un coro de vítores estalló a la vez que la multitud se acercaba para felicitar a la
pareja.

Durante las dos siguientes horas, ambos pasearon por la discoteca charlando con todos los asistentes
y agradeciendo sus felicitaciones. Cuando terminaron el circuito, Sarah se sentó en un sofá con un
suspiro. Tras apoyar la cabeza sobre Vitaly, tomó de su mano una copa de champán y le dio un sorbo.

-No sabía que iba a haber tanta gente- admitió. -Es abrumador.

Él la envolvió en sus brazos y le besó la coronilla. -Todos están contentísimos de verte sana y salva.

Mientras la pareja conversaba tranquilamente, Ivan, el jefe de seguridad de VIC Enterprises, vigilaba
la estancia apoyado contra la pared. Observó cómo una rubia alta se acercaba con dos copas. Le
entregó una de ellas y se apoyó junto a él, mientras éste miraba la bebida con reparo.

-Relájate- le dijo ella, bebiendo de su copa. -Sé que no bebes alcohol-. Inclinando la cabeza a modo
de gracias, Ivan tomó un sorbo.

-¿Cuál eres tú?- preguntó.

-Lisa, pero eso ya lo sabías- respondió ella. -Aunque si es tu forma de empezar una conversación,
puedo seguirte el rollo- añadió, contemplando la sala. -¿Esto es lo que haces? ¿Vigilar desde las
sombras con expresión lúgubre?

Ivan tosió y se rió. -Algo así- logró responder. Apuesto a que es graciosa, pensó para sí mismo.
Hacia el final de la fiesta, Vitaly salió de la cabina del DJ con un micrófono en la mano. -Por favor,
¿me pueden prestar atención?- pidió, haciendo una pausa mientras se hacía el silencio. Tendiendo una
mano a Sarah, esperó a que se uniera a él en la pista de baile.

-Para empezar, quiero darles las gracias a todos por venir. Otra vez. Cuando nos reunimos antes de
Navidad, mi objetivo era pedir a Sarah que se casara conmigo. Pero las circunstancias me lo
impidieron porque, como ya saben, fue secuestrada-. Con una mano en alto, Vitaly esperó a que la
multitud se calmara.

-Gracias a la ardua labor de mi equipo, pudimos encontrarla sana y salva, y ya está de vuelta con
todos nosotros.

La besó ligeramente en los labios, mientras esperaba a que se apagaran los vítores. -Aunque estoy
seguro de que a nadie le ha pasado desapercibido el pedrusco que lleva en el dedo, me gustaría
añadir que Sarah ha aceptado ser mi esposa. Y sí, Sr. Jenkins, antes de que lo pregunte, Sarah me ha
dado el sí.

Ante la confusa mirada de Sarah, su padre gritó: -Le dije que si no le decías que sí, no contaba- un
murmullo de risas se escuchó por toda la sala.

Levantando su copa de champán, Vitaly se volvió a mirar a Sarah -Desde el momento en que entraste
en mi vida, no he pensado en otra cosa. Te has convertido en mi amor, mi vida y mi luz; y me has
hecho el hombre más feliz del mundo. ¡Por Sarah!

¡Por Sarah!- Repitió la multitud, brindando con sus copas.


Capítulo 3
Sarah subió lentamente las escaleras, reprimiendo un bostezo. Había sido una larga y gloriosa noche,
y los pies la estaban matando. Al entrar en el dormitorio, se paró en seco. Vio pétalos de rosa
esparcidos por el suelo y por la cama, y unas velas envolvían el cuarto en un cálido resplandor.
Girando en círculo, aspiró con deleite el aroma a rosas y vainilla.

-¿Te gusta?- le preguntó Vitaly, entrando detrás de ella.

-Oh, claro que sí- respondió, dándose la vuelta para mirarlo. -Pero estoy muy cansada, no sé cuánto
tiempo voy a aguantar despierta.

Tras bajarle la cremallera del vestido, la ayudó a quitárselo antes de cogerla en brazos y depositarla
en la cama sobre los pétalos. -Has pasado mucho, kotyonok, deja que me haga cargo- le dijo,
mientras ella se descalzaba. Elevando los brazos por encima de su cabeza, Sarah se estiró, mirándolo
perezosamente.

-¿Me das un masaje en los pies?- le preguntó con una sonrisa. -Los tengo destrozados.

-Tus deseos son órdenes para mí, kotyonok-. De pie, Vitaly se quitó el abrigo y la camisa. Se
descalzó y se quedó sin ropa, sentado a los pies de la cama. Después de colocar los pies de Sarah
sobre su regazo, tomó uno y comenzó a masajearlo en círculos con los pulgares.

-Oh. Dios. Mio. No pares nunca- le dijo, a la vez que gemía. -Es una maravilla.

Mientras Vitaly le masajeaba los pies, en lugar de sentirse relajada, Sarah se dio cuenta de que se
estaba excitando. Cuando él le apretó el talón con los pulgares, sintió como se extendía un lento y
profundo ardor dentro de ella. Arqueando la espalda, se agarró los senos y comenzó a frotarse los
pezones. Aunque le encantaba actuar para Vitaly, normalmente no se sentía así de bien. Será el
Champán, pensó, abriendo los ojos para mirarlo.

-Ya no estoy cansada- confesó, mientras seguía acariciando sus pezones.

Deslizando las manos sobre sus tobillos, Vitaly comenzó a subir por las piernas, hasta llegar a las
pantorrillas. Sarah bajó una mano por su cuerpo. Tras mover el tanga hacia un lado, separó las
piernas y comenzó a restregarse el clítoris, mientras continuaba jugando con sus pezones. Vitaly
siguió masajeando sus piernas, y ella lanzó un gemido.

Levantándole las piernas, se colocó entre ellas y le besó el interior de los muslos. Tras plantarle un
beso en el pubis, empujó con sus pulgares las ingles, y Sarah elevó las caderas hacia él. Riéndose, él
le lamió el clítoris, y ella gimió. -Tócate- le ordenó, y le pasó la lengua por el coño.

Separó sus pliegues e introdujo la lengua, mientras ella seguía frotándose el clítoris. Vitaly le metió
dos dedos y comenzó a moverlos rítmicamente de dentro a afuera. Deslizando el otro brazo sobre su
abdomen, la inmovilizó sobre la cama antes de morderla suavemente, haciendo que Sarah se
retorciera por debajo de él. Tomando el clítoris en su boca, la sujetó firmemente mientras ella seguía
agitándose con fuerza.

Gritando su nombre, Sarah se arqueó aún más y le agarró por la nuca. La risa de Vitaly creó una
vibración contra su receptivo coño, y sus músculos se tensaron alrededor de sus dedos.

Tras extraerlos, no le dio oportunidad de recuperar el aliento y se sentó, colocándola sobre su regazo
y empalándola con su polla. Inclinándose hacia atrás, Sarah se apoyó sobre la cama con los pies,
botando sobre él. Vitaly controló sus embestidas, golpeando contra su punto G. Sarah aumentó la
velocidad, y él pudo sentir cómo llegaba rápidamente a otro orgasmo. Al correrse, se incorporó,
presionando firmemente contra él. Esa presión extra era lo que Vitaly necesitaba, y alcanzó su propio
orgasmo.

Agarrándola por la nuca, la empujó hacia él y capturó sus labios en un devastador beso. La sostuvo
con firmeza, acunándola, hasta que su erección desapareció, y salió lentamente de ella. Sarah lo miró
y se dejo caer en la cama, sonriendo.

-Has estado increíble. Como siempre-. Riéndose, Vitaly le soltó el corsé y se lo sacó. Le quitó los
ligueros y le bajó las medias, besando sus empeines. Se tumbó junto a ella y la abrazó, antes de tapar
a ambos con la colcha. Mientras ella se acurrucaba contra su pecho, Vitaly no pudo resistir la
tentación de tomarle el pelo.

-No sabía que los masajes de pies te excitaran tanto.

Elvando la cabeza medio dormida, le besó el pecho. -Oh, Sr. Chekhov, no tienes ni idea.
Capítulo 4
Pasaron varias semanas y los negocios seguían su curso en VIC Entreprise. Ni Sarah ni Vitaly se
preocuparon por planear la boda, y a Sarah le pareció una excelente idea delegar el proceso inicial
en sus futuras damas de honor: Chloe, Lisa y Mia. Su tía Hannah le había sugerido que usara el
vestido de novia de su madre, y Sarah accedió a echarle un vistazo; aunque ella prefería llevar algo
más moderno.

Vitaly había vuelto a su habitual modo de actuar, unas veces cercano y otras distante, inmerso en una
propuesta para un órgano gubernamental que no solamente supondría un aumento del valor global de
la compañía, sino que también podría abrirles las puertas a otros mercados internacionales.

Sarah continuó en su puesto al mando de proyectos especiales, y pasó la mayor parte del tiempo
trabajando con la oficina de Nueva York y sus contratos a través de las Autoridades Portuarias de
Nueva York y Nueva Jersey. Desde el incidente de espionaje, la mayoría de los funcionarios de
Nueva York habían sido despedidos, y Vitaly se mostraba reacio a contratar más gente, a pesar del
incremento en el volumen de trabajo.

A instancias de Sarah, accedió a contratar a un becario para ayudarla con las tareas más sencillas, y
dejó la elección en sus manos.

Se distrajo al oír unas risitas fuera de su oficina. Al abrir la puerta, vio a su recepcionista, asistente
personal y secretaria, en un corro.

-¿Qué pasa?- preguntó, sobresaltando a las mujeres. Diane, su asistente, le sonrió.

-Estábamos admirando al bombón que ha contratado Sarah.

-¿Bombón?

Señalando hacia el ascensor, donde Sarah y un chico joven estaban absortos en conversación,
continuó:

-Ese caramelito. Va a conseguir que venir a trabajar sea mucho más agradable. Y no es que no me
guste mi trabajo, pero vaya pinta tiene...- añadió Diane.

Vitaly observó a Sarah hablando y riéndose con un atractivo joven que parecía tener un par de años
menos que ella. -¿Ese es el becario?- preguntó.

-Sí.

-¿Está cualificado?

-No lo sé, ni me importa- contestó Diane, que hizo un gesto de despedida a las otras dos mujeres y
desapareció en su oficina.

Apretando la mandíbula, Vitaly se volvió hacia Laurel, la recepcionista. -Cuando termine Sarah, dile
que venga a mi oficina- le ordenó, antes de darse la vuelta y regresar a su escritorio.

Tras sentarse, miró la pantalla de su ordenador, pero no podía concentrarse. ¿Cómo se atreve a
contratar a alguien sin comprobar si está cualificado?, pensó, enfadado. Justo cuando iba a coger el
teléfono para decirle a Ivan que no autorizara ninguna acreditación, Sarah entró en la oficina.

-¿Querías verme?- le preguntó, inclinándose para besarle. Él retiró la cara, y ella le miró extrañada,
antes de sentarse.

-Veo que has contratado a un becario- dijo secamente.

-¿Cal? Sí, lo va a hacer muy bien. Tiene planes de mudarse a Nueva York, así que si todo sale bien,
espero que pueda trabajar en la oficina de la costa este.

-Y ¿qué otras cualidades tiene aparte de ser un bombón?- la interpeló.

Volviéndose a mirarlo, Sarah abrió y cerró la boca un par de veces antes de hablar. -¿De qué
demonios estás hablando?

Vitaly se puso a gesticular violentamente en dirección a la recepción -Me acaban de decir que es un
bombón, y me estaba preguntando si has tenido en cuenta su capacidad para hacer este trabajo.

Sarah lo miró con furia. -Me diste plena autoridad para contratar a un becario como ayudante. Y lo he
elegido a él- contestó enojada.

-Así que crees que ser un bombón es una cualificación apropiada- quiso saber.

Sarah se puso en pie y golpeó la mesa con las palmas de las manos, mirándole con ira.

-Sí, Cal es guapo. Y también es licenciado en empresariales por la Universidad de Stanford, y está a
punto de terminar un máster. Además, es el novio de Mia, y se acaba de mudar con ella para ayudarle
a pagar el alquiler después de irme yo. Mia quiere estudiar en Nueva York, por lo que podrían
acabar viviendo allí, suponiendo que lo haga bien aquí, cosa que no dudo, dado que se graduó entre
los mejores de su clase. Y el hecho de que pienses que yo contrataría a alguien simplemente por su
aspecto y sin comprobar sus referencias, demuestra que el tiempo que estuviste en coma no ayudó
nada a tu cerebro ¡y que sigues actuando como un neandertal celoso!

Sarah se sentó de golpe, agotada. Lanzándole una mirada furiosa, se levantó y se encaminó hacia la
puerta.

-Sarah- llamó Vitaly. Ella levantó una mano, sin molestarse a darse la vuelta.

-Ahora no. Estoy demasiado enfadada.


Cuando se fue, Vitaly se frotó la cabeza, angustiado. Nunca había sido tan celoso con su primera
esposa, Nadia, ni con ninguna de las mujeres con las que habías estado hasta entonces. ¿Por qué
Sarah provocaba eso en él? Cogió el teléfono y llamó a Ivan.

-¿Sí, jefe?

-El nuevo empleado. Cal…

-Calvin Watkins. Ya lo he verificado, y parece perfecto. Empieza la semana que viene-. Ante el
silencio de Vitaly, Ivan preguntó: -¿Algo más? ¿Jefe?- Pero Vitaly ya había colgado.

Había vuelto a meter la pata. Y debía pensar en la forma de resarcir a Sarah. Con un suspiro, volvió
a mirar su ordenador. Después. Ya se ocuparía de eso después.

Cuando Vitaly abandonó la oficina más tarde, se sorprendió al ver que Sarah ya se había ido.
Pensando que estaría en casa, se dirigió allí, ensayando su disculpa. Al llegar, no vio su coche en la
entrada. Entró en el edificio y sacó el móvil para llamarla.

-¿Sí?

-¿Sarah?

-Sarah no se puede poner ahora, ha perdido una apuesta y tiene que tomarse un chupito.

-¿Con quién hablo?

-Con Lisa.

Por supuesto, pensó. Ha salido con ellas.

¿Dónde estáis?

-En Casbah. Celebrando-. Respondió Lisa. -Ah, y me ha dicho que te diga que si te
sigues comportando como un neandertal, te verá en la oficina. Oh, me toca a mí. Lo
siento, me tengo que ir.

-¿Oiga?

¡Mierda! Me ha colgado. Resistiendo el impulso de arrojar el móvil, Vitaly cogió una botella de
vodka. Si ella había salido a emborracharse, él también podía jugar a ese juego, pensó, saliendo a
grandes zancadas de la cocina.

Cuando Vitaly se despertó a la mañana siguiente, juró en voz alta, al notar que tenía resaca. Mirando
la hora, no pudo creer que ya eran más de las siete y que iba a llegar tarde al trabajo. Aunque esa
botella vacía pudo haber tenido algo que ver con ello.

Incorporándose poco a poco, miró el lado de la cama de Sarah y se dio cuenta de que no había
dormido allí. Al levantarse despacio, su mano golpeó una botella de agua. Y al mirar hacia abajo,
descubrió un bote de paracetamol. Así que sí había estado allí, pensó mientras abría la tapa y se
echaba unas cuantas pastillas a la boca, antes de beberse toda el agua.

Una vez en la ducha, repasó su comportamiento del día anterior. No podía entender por qué se había
puesto tan celoso. Cuando estaba casado con Nadia, ésta a menudo se quejaba de que estaba casado
con su trabajo, y no mentía. Tendía a abstraerse en el trabajo, pero estaba seguro de que Sarah lo
entendía. Y después de todo lo que había hecho por él y por su empresa, aún le ponía celoso con
quién y cómo pasaba su tiempo libre.

¿Cómo lo iba a superar una vez casados? Tenían que hablar seriamente, y a ella no le iba a gustar
nada. Tras salir de la ducha, se vistió apresuradamente y se dirigió a la oficina.

Al llegar allí, Sarah no estaba en su despacho. Acercándose a Laurel, le preguntó si Sarah había ido
a trabajar.

-Se ha ido a Nueva York. Simon tiene problemas con uno de los puertos y Sarah quería asistir a la
reunión. Pensaba que lo sabías. Está en la agenda.

-Se me habrá olvidado- murmuró Vitaly, regresando a su despacho. -¿Me puedes traer un café?

-Claro.
Capítulo 5
Era el día de San Valentín, y a Sarah se le habían acabado las excusas para quedarse en Nueva York.
Cal le había sido de gran ayuda desde la oficina de San José, mientras ella se escondía en la de la
costa este. Simon, que hacía poco había sido ascendido a Director de Desarrollo Empresarial de VIC
Enterprises, observó de forma acertada que si estaba planeando casarse con Vitaly, iban a tener que
solucionar sus diferencias.

Aunque a ella no le importaba que Vitaly fuera un poco posesivo y controlador, de hecho, era algo
que la excitaba, su vena celosa no le parecía bien, y deseaba que se pudiera controlar.

Se las había arreglado para evitar hablar con él durante tres días, aparte de los emails que le enviaba
con los informes diarios, y había ignorado todas sus llamadas personales. Con un suspiro, se sentó en
su silla y se puso a mirar por la ventanilla. El avión estaba descendiendo sobre San José. Había
llegado el momento de hablar. Bueno, quizás después de un rato de diversión, pensó, echando un
vistazo a la bolsa que estaba en el asiento de al lado.

Cuando llegó a la oficina, el aparcamiento estaba casi vacío. Buscando con la mirada el coche de
Vitaly, entró en el edificio y saludó con la mano a Ivan. Al salir del ascensor en el décimo piso, se
alegró de comprobar que la zona de la recepción ya estaba a oscuras, señal de que el resto del
personal se había marchado. Al ver luz en la oficina de Vitaly, entró en ella, y él levantó sorprendido
la cabeza.

-Hace un poco de calor para llevar ese abrigo- comentó, mientras ella cerraba la puerta y se apoyaba
contra ella.

-Cierto- respondió, y siguió observándole. Sin saber qué decir, Vitaly esperó a ver qué hacía ella.
Separándose de la pared, Sarah dejó caer el maletín al suelo y agarró el cinturón de su abrigo. Tras
soltarlo, el abrigo se abrió mientras ella se encaminaba hacia él.

Vitaly se reclinó en su asiento y sonrió. Enfundada en un body sexy de encaje rojo, abierto en el
centro hasta el ombligo y en la entrepierna, y sus omnipresentes Louboutins, la observó acercándose
a él.

-¿Qué tal en Nueva York?- consiguió preguntar, mientras ella dejaba el abrigo sobre una silla y
rodeaba el escritorio.

-Muy bien- respondió, girando su silla hacia ella.

-No voy a protestar, porque estás guapísima, pero, ¿celebramos algo hoy?- le preguntó, y ella le tomó
la mano y se metió un dedo en la boca, chupándolo con ímpetu. Con un gemido, Vitaly sintió cómo su
erección pasaba de interesada a implacable en cuestión de segundos.

-Es San Valentín- dijo simplemente, colocándose un segundo dedo en la boca.


-Entiendo- logró decir él, acomodando con la mano su dolorosa erección. -¿Debería haber enviado
flores?

Haciendo una pausa, Sarah indicó las puntillas que apenas le cubrían los pechos, -Me parece que ya
tengo flores- dijo, señalando las rosas de encaje.

Tomando su corbata, que él se había aflojado antes, se la sacó por la cabeza, antes de colocársela
alrededor del cuello y ajustar el nudo. Los ojos de Vitaly se oscurecieron mientras la contemplaba.
Ella comenzó a desabrochar a toda prisa los botones de su camisa, le separó las piernas y se
arrodilló entre ellas. Inclinándose hacia adelante, le pasó las manos por el pecho, a la vez que le
lamía los pezones.

No pudo evitar un gemido al notar cómo sus propios pezones respondían a la excitación de él.
Recorriendo su torso con besos, le chupó el ombligo, y él metió el estómago. Sonriendo, comenzó a
soltarle el cinturón, pero él la detuvo.

-Sarah, tenemos que hablar.

-Lo sé- contestó, simplemente. -¿Tiene que ser ahora?

-He estado muy enfadado, y no me apetece ser agradable- respondió, mientras observaba cómo se
apagaban sus ojos. Con una seductora sonrisa, Sarah se levantó y apartó a un lado los documentos del
escritorio. Dándole la espalda, lanzó la corbata sobre su hombro, y giró la cabeza para mirarlo.

-Pues no lo seas- replicó y, reclinándose sobre la mesa, abrió las piernas y arqueó la espalda.

Con un gruñido, Vitaly se levantó de golpe, tirando la silla con el impulso. Echándose hacia atrás,
Sarah apoyó los codos sobre el escritorio y Vitaly acarició su piel desnuda, haciendo una pausa para
disfrutar de las vistas. La parte superior del body era prácticamente inexistente, y consistía en dos
tirantes largos que iban desde los hombros hasta los pantis, dejando el resto del cuerpo desnudo. Oh,
esta vez ha ido demasiado lejos, pensó, mientras se soltaba el cinturón y se bajaba los pantalones
hasta los tobillos.

Apoyándose con fuerza sobre ella, le mordisqueó la oreja mientras ella se retorcía por debajo de él.
Se puso de pie y le separó aún más las piernas, antes de levantar sus caderas. Con un movimiento
rápido, ya estaba dentro de ella, clavado hasta la empuñadura. Gimió al darse cuenta de lo preparada
que estaba para recibirlo. Su zorrita estaba tan caliente como él.

Cogiendo la corbata, tiró de ella ligeramente, y Sarah arqueó aún más la espalda. Agarrando su
cadera con la otra mano, Vitaly comenzó a embestir contra ella, mientras Sarah se sacudía sobre el
escritorio. Fijando los dedos de los pies en el suelo, hizo un soberano esfuerzo para devolverle los
embistes. Él se aferró con más fuerza a su cadera y tiró de la corbata, mientras ella continuaba
gimiendo.

Con un enorme gruñido, arremetió con más fuerza y sintió la llegada de su primer orgasmo, al
contraerse los músculos alrededor de su verga. Continuó embistiendo, mientras ella se corría otra
vez. Con el tercer orgasmo, el más largo de todos, Sarah comenzó a temblar y le fallaron las piernas,
Vitaly la subió hacia arriba y continuó embistiéndola por detrás. Con un rugido, llegó al orgasmo,
sujetándola firmemente mientras se vaciaba dentro de ella.

Cuando finalmente acabó, la levantó con delicadeza del escritorio donde se había derrumbado. Le
dio la vuelta y la sentó en el borde de la mesa, antes de besarla.

Apoyando la cabeza en su pecho, Sarah jadeaba mientras su presión sanguínea regresaba a la


normalidad. -Tengo mucha hambre- consiguió decir, y Vitaly lanzó una carcajada.

-Seguro que hay sobras de esta tarde en la sala de conferencias. Vamos a ver qué queda.
Capítulo 6
Sentados en la sala de conferencias, Sarah comió unos burritos y fruta fresca, pero Vitaly apenas
probó algo. Se había vuelto a poner el abrigo, por si tenían visita, pero lo llevaba abierto, y echó las
piernas sobre los brazos de la silla. Tras quitarse los zapatos, se empujó con el pie en la mesa y giró
la silla hasta que quedó frente a él, que la miró con apreciación, contemplando toda su mercancía.

-Has dicho que tenemos que hablar- comenzó, metiéndose un trozo de fruta en la boca y lamiendo el
jugo de sus dedos.

Vitaly entrecerró los ojos -No creo que pueda tener una conversación contigo si te sientas así- le
dijo.

-Por eso lo hago- contestó con una expresión satisfecha.

-¿El qué? ¿Cegarme con sexo, primero?

-Claro. Después siempre estás mucho más tranquilo.

Sacudiendo la cabeza, la miró y rió. -Tienes razón. ¿Quién empieza?

-Yo. Sobre Cal.

Levantando una mano, Vitaly la detuvo. -Te pido disculpas por mi comportamiento. He visto su
trabajo, y has hecho una estupenda labor eligiendo a un becario. Y ya he hablado con Simon, que cree
que será un excelente activo en la oficina de Nueva York.

Sarah asintió con la cabeza, -Gracias. Pero tu comportamiento es síntoma de un problema más
grande: tus celos-. Alzando una mano para que no la interrumpiera, tomó una bocanada de aire. -No
me importa que seas posesivo y controlador a ratos, pero estos celos, sin motivo alguno, no los voy a
tolerar.

-Una vez que estamos casados, no serán un problema.

-¿Qué quieres decir?- preguntó con curiosidad.

-Pues que una vez que nos casemos, dejarás de trabajar.

-¿Y por qué iba a dejar de trabajar?

-No será necesario. Yo puedo mantenernos a los dos. El hecho de que ahora trabajes es...

-¿Qué? ¿Un favor?- Levantándose de un salto, Sarah se aproximó a él y le clavó el dedo en el pecho.
-¿Tengo que recordarte que fui yo la que averiguó quién estaba vendiendo secretos de empresa?- le
cuestionó, clavándole el dedo otra vez-. ¿Y que fui la ÚNICA que trabajó con Simon para no
solamente recuperar los contratos perdidos sino también encontrar nuevos?

Dando un paso atrás, se cerró el abrigo y se ató el cinturón. Tras localizar sus zapatos, se volvió
hacia él. -Que sepas algo, Sr. Chekhov. No tengo intención de sentar mi culo en casa mientras tú vas a
la oficina todos los días. Me he ganado mi puesto y lo voy a conservar. Ah, y lo retiro. Puedes coger
tus hábitos de controlador y metertelos por...

-¿Dónde crees que vas?- le interrumpió cuando se dirigía a la puerta.

-Esta noche voy a dormir en el sofá de Mia y Cal- le informó saliendo de la sala.

Vitaly se puso en pie y agitó los brazos con frustración, tirando la comida al suelo.

-Vaya, yo venía a ver si quedaba algo- se escuchó una voz. -¿Te importa si pillo algo antes de que
tires todo al suelo?- Preguntó Ivan entrando en la sala.

Vitaly se detuvo y lo miró. -¿Has visto salir a Sarahr?

-No, iría en el otro ascensor- respondió Ivan, cogiendo un burrito y sentándose en una silla. -
¿Quieres hablar de ello?

Vitaly se sentó y se frotó la cabeza. -Quiere seguir trabajando después de que nos casemos.

-Y debería.

-Pero yo puedo mantenernos a los dos, ella no tiene por qué hacerlo.

-No puedes, jefe. Dijo, levantando la mano para acallarle. -No se trata de dinero. Sino de
independencia. Se la montaste por lo de sus amigas, siempre estás celoso, sólo con que mire a otro
hombre. No es una muñeca que puedas tener encerrada en una torre, es un ser humano que además es
muy buena en su trabajo. Y sabes que la vas a echar de menos si no está en la oficina- añadió,
sonriendo.

-He entrado antes y, por el aspecto de tu escritorio,…".

-Vale. Te entiendo. Te entiendo. Nada de torres. Aunque es una idea estupenda- dijo Vitaly enfadado.

-No, no lo es. ¿Te ha dicho a dónde iba?

-A casa de Mia… y Cal- contestó con resignación.

-Bien, aún es pronto, y es el día de San Valentín. Ve a ver a tu chica.

Vitaly asintió con la cabeza. -Tienes razón. Como siempre. Si nunca has estado casado, ¿cómo es que
sabes tanto?
-Antes de alistarme en el ejército, me crié en una casa llena de mujeres. Era hacerles caso o tener el
culo morado. Ahora, vete- le dijo Ivan, haciendo un gesto con la mano. -No he comido nada en todo
el día- añadió, desplazando hacia sí una bandeja de queso y cogiendo otro burrito.
Capítulo 7
Vitaly llevaba una caja de cannolis en una mano y una botella de champán bajo el brazo. Al llamar a
la puerta, tuvo que atrapar la bebida antes de que cayera al suelo. Mia abrió un poco la puerta y lo
miró, antes de abrirla del todo. Mirando por encima del hombro, gritó: -Trae pasteles y licor-, y dio
un paso atrás para dejarle entrar.

Era la primera vez que estaba en el apartamento desde que Sarah se fue a casa después de su primera
pelea. Al entrar, miró alrededor y vio a Chloe, Lisa y Sarah sentadas en el sofá, y a Cal en el suelo,
todos mirándole con gesto extrañado. Cuando Mia le siguió dentro del cuarto, él le ofreció los dulces
y el champán.

-Creo que hay bastante para todos- dijo, mientras ella tomaba la caja.

-Oh, es de Luigi's. No va a salir ninguno de la cocina- dijo Mia, girándose para irse.

-En ese caso, será mejor que te ayude-, dijo Lisa levantándose y agarrando a Chloe: -Venga chicos,
Mia no va a poder hacerlo sola.

Cal miró confundido a las chicas- ¿Para qué necesita Mia tanta ayuda?

-Es su forma nada sutil de dejarnos solos a Vitaly y a mí para que hablemos- respondió Sarah con
acento seco.

-Ah, no digas más- replicó Cal, levantándose y dirigiéndose a la cocina.

Sarah miró a Vitaly y no pudo evitar sonreír. Nunca le había visto tan fuera de lugar, con la expresión
asustada que, según su tía Hannah, llevaba cuando fue al rancho de la familia para pedir su mano a su
padre. Su tía se había reído con ganas mientras le contaba lo mal que se lo habían hecho pasar.
Compadeciéndose de él, le hizo señas para que se sentara con ella en el sofá.

-¿No quieres sentarte?- Asintiendo con la cabeza, se sentó a su lado, pero no dijo nada. -Es un bonito
detalle, los pasteles y el alcohol.

-Hay más en el coche. Pensé que tal vez podríamos tomar los nuestros más tarde- dijo, por fin.

-¿Ah, sí?

Tomando aliento, agarró su mano. Le dio la vuelta y acarició el punto sensible del interior de su
muñeca. -Entiendo que necesites tu independencia. Es algo a lo que no estoy acostumbrado. Las
mujeres con las que he estado... Nadia… esperaban que las mantuviera. Pero Ivan dice…- se detuvo.

-¿Ivan?
Vitaly tomó aliento y continuó: -Ivan dice que soy más agradable cuando tú estás en la oficina, y que
no te debo prohibir trabajar.

Mientras Vitaly hablaba, Sarah apoyó la barbilla sobre sus rodillas. Se tapó la boca con la mano,
para ocultar su sonrisa. -¿Eso es lo que dice Ivan?

-Bueno, dice más cosas, y algunas de ellas no muy buenas, y la mayor parte es lo mismo que dices tú,
pero, sí, dice eso. Kotyonok, perdóname por haber sido un burro. Otra vez. Por favor, vuelve a casa.
Puedes ayudarme con los cannoli- terminó, con una sonrisa.

Riendo, Sarah se levantó, y se le abrió el abrigo. Llevaba unos leggings y una camiseta.

-¿Cuándo te has cambiado?

-Cuando he llegado aquí. ¿Crees que iba a llevar sólo eso estando aquí?- le preguntó. Sacudiendo la
cabeza, se puso en pie y la siguió. Al pasar por la cocina, Sarah golpeó la puerta.

-¡Eh! Ya podéis salir. Nos vamos, y eso significa que hay más para vosotros-. Cuando llegaron a la
puerta de entrada, Mia salió de la cocina, limpiándose los labios con el pulgar.

Sonriéndoles, abrazó a Sarah y le dio un beso en la mejilla a Vitaly.

-Ya os dije que no iba a salir ninguno de la cocina- bromeó, y les dijo adiós con la mano.
Capítulo 8
Sarah miró con desgana los enlaces a sitios web que le había mandado Lisa. Ella hubiera preferido
escaparse a Reno, o celebrar una pequeña ceremonia en el rancho de su familia, pero Vitaly insistía
en hacerlo por todo lo alto, y les había dado carta blanca a sus amigas con el presupuesto. Tras echar
un vistazo al vestido de novia que le había enviado su tía, se dio cuenta de que no había nada que
pudiera hacer con él para convertirlo en una prenda decente.

Después de pasar un fin de semana en una feria de bodas, había encontrado un vestido que le gustaba,
y sus amigas la habían ayudado a elegir los colores y los adornos para las mesas.

Había algún servicio de catering, pero el que más le agradó estaba reservado para todo el mes de
junio, por lo que se decidió por la segunda opción, un joven y prometedor cocinero que tenía un
programa de televisión. Sarah tuvo que admitir que la degustación de postres fue lo mejor de todo.
Acabaron decidiéndose por una tarta de bodas pequeña y un croquembouche, una espiral de
profiteroles caramelizados, que había hecho que a Sarah se le hiciera la boca agua.

Mientras miraba los enlaces, sintió una mano en el hombro. Levantó la vista y sonrió a Vitaly. -¿Qué
estás mirando ahora?- le preguntó, acercando una silla a su escritorio para mirar por encima de su
hombro.

-Lisa me ha mandado unos enlaces a sitios para ir de luna de miel, pero todo esto es demasiado, y
está pasando demasiado rápido- comentó con un suspiro.

Vitaly giró su rostro para que le mirara y la cogió de las manos. -Tenemos diez días para ir donde
queramos. ¿Dónde te apetece?

-En estos momentos, a un lugar en el medio de la nada y que no tenga nada que ver con planear una
boda. ¡Ah! y con playa.

-¿Qué te parece aquí?- preguntó él, señalando un anuncio en la pantalla.

Dándose la vuelta, Sarah abrió mucho los ojos. Se alquila isla en las Islas Vírgenes. ¿Cómo es que
no lo había visto antes? -Perfecto- dijo.

-Le diré a nuestro agente de viajes que haga todos los trámites. A ver, ¿qué más hay que hacer?

Tomando su lista, Sarah la colocó entre los dos para verla juntos. Lo único que quedaba eran los
últimos preparativos, el ensayo de la cena y la boda. -¿Vas a tener despedida de soltero?- le
preguntó, mirándole de reojo.

-No lo había pensado. Ivan ha comentado algo sobre unas copas y una cena. Espero que eso sea todo.
¿Y tú?
-Lisa quiere ir a Reno.

-Pues ve. Será divertido. Invita a todos tus amigos y llévate el avión.

Asintiendo con la cabeza, le abrazó. -No puedo creer que estamos haciendo esto- le susurró en el
cuello. -Todo está pasando muy rápido.

Sarah inclinó la cabeza hacia un lado y él la besó. -Lo sé, pero pronto acabará todo, y podremos
comenzar nuestra vida como marido y mujer.
Capítulo 9
Junio pasó más deprisa de lo que nadie esperaba. Mientras Sara se vestía para el ensayo de la cena,
tuvo que admitir que se había divertido mucho en su despedida de soltera, y el sitio que habían
escogido para la boda y la recepción era precioso, sobre las colinas, con vistas a las montañas de
Santa Cruz.

La casa había pertenecido a un magnate de la tecnología que se había arruinado. La empresa que la
compró, la había convertido en un centro de conferencias, y era muy popular entre los negocios de la
zona para celebrar fiestas. Vitaly se había ofrecido para hacerse cargo de la luna de miel, y guardaba
los detalles en secreto.

Mirándose en el espejo, admiró el destelleante vestido que Mia había diseñado para ella. Ajustado
como una segunda piel en la parte superior, se acampanaba ligeramente en la cintura y caía hasta por
debajo de las rodillas. Tenía una abertura a un lado, para que Sarah pudiera moverse con facilidad, y
el tejido tenía un tacto muy lujoso contra su piel. Su amiga iba llegar muy lejos cuando se mudara a
Nueva York, y Sarah se alegraba de poder ir a verla durante sus viajes a la oficina de la costa este.

Un silbido llamó su atención, y se dio la vuelta para ver a su futuro marido vestido con su típico
Armani.

-Estás tan guapa que te podría comer- le dijo, y la besó. -Pero te falta algo- añadió, entregándole una
caja. Ella la abrió y se quedó sin aliento. Una gargantilla de diamantes reposaba sobre un fondo de
terciopelo. Sacándola, Vitaly se la colocó alrededor del cuello. -Te queda muy bien, kotyonok.
Quizás quieras ponértela más tarde. Y nada más-, añadió, besando su cuello.

Tocando la joya, Sarah se miró en el espejo. -Es perfecta- susurró, demasiado emocionada para decir
más.

-Tú eres perfecta, mi amor- le respondió él, abrazándola. -¿Está usted lista, señorita? Su carruaje la
espera.

Cuando llegaron a Belmont Chateau, Sarah se detuvo para contemplar las increíbles vistas.
Deslizando su mano alrededor de la cintura de Vitaly, se apoyó contra su hombro.

-Esta vista es casi tan bonita como la nuestro- le dijo.

Dándose la vuelta, siguieron el paseo de pizarra alineado de árboles adornados con luces
centelleantes, hasta llegar a la parte de atrás, donde se iban a casar. Ya habían hablado con el
párroco, y habían repasado la lista de invitados. Los ventanales franceses estaban abiertos de par en
par, invitándoles a entrar. Sarah sonrió. Todo era perfecto, pensó, mirando a su alrededor.

Las chicas se habían encargado de todos los detalles y ella no podía estar más contenta. De camino al
bar, se alegraron de ver a todos sus familiares y amigos. Sarah miró a Vitaly cuando éste le apretó la
cadera.

-¿Todo bien?

Asintiendo con la cabeza, Vitaly no estaba seguro de poder hablar. La besó en la frente. -Ojalá Anna
hubiera podido estar aquí. Le hubiera encantado- dijo finalmente, intentando contener las lágrimas.

Sarah le tomó de la mano. -Tu hermana murió muy joven- le dijo, sin saber qué más añadir.

En ese momento, se escucharon unas voces en el vestíbulo. Todo el mundo se dio la vuelta para ver
entrar a una mujer de unos sesenta años seguida de un hombre de edad parecida y de dos guardias de
seguridad. Vitaly tragó saliva al reconocerlos. Soltando a Sarah, dio un paso adelante, y uno de los
guardias se puso a su lado.

-Lo siento, señor- le dijo, casi sin aliento. -Han entrado por el jardín.

-No pasa nada- respondió Vitaly. -Yo me encargo; vete, pero quédate por aquí cerca.

-Sí, señor.

Volviéndose hacia la pareja, apretó los puños por detrás de la espalda, antes de dejarlos caer a los
lados. -Madre. Padre. ¿Qué hacéis en San José?

Adelantándose, su madre le envolvió en un fuerte abrazo.

-Mi mal'chik se casa, ¿no has pensado que nos gustaría asistir?- preguntó, sollozando entre sus
brazos.

Liberándose de su abrazo, Vitaly agarró a su madre por los hombros y la apartó.

-No vinisteis a mi primera boda, por lo que no esperaba que vinieseis a ésta. Y dejé de ser tu niño el
día que me echasteis de casa- espetó, mirando a ambos. -Os lo voy a preguntar una vez más, ¿qué
hacéis aquí?

Mirando desesperada a su alrededor, la madre vio a Sarah, que se había acercado a Vitaly. -Ah, tú
debes ser la novia- le dijo, extendiendo su mano hacia ella. Vitaly levantó el brazo e impidió que la
tocara, y continuó mirando a sus padres.

Sin saber qué hacer, Sarah asintió con la cabeza: -Sí, Sra. Chekhov, me llamo Sarah.

-¿Sra. Chekhov? Mi apellido es Ivanovitch. ¿No te lo ha dicho Vitaly?- cuestionó, observando a su


hijo de reojo.

Mirando a Vitaly, Sarah se encogió de hombros. -Chekhov es mi tío.- explicó.- Dado que mis padres
no quisieron saber nada de mí, y que él prácticamente me crió hasta que fui adulto, me cambié el
apellido por el suyo.
Su madre lanzó un bufido, Vitaly se volvió hacia ella, e iniciaron una acalorada discusión en ruso,
mientras su padre permanecía callado, un paso por detrás de ella. Sin saber muy bien qué hacer,
Sarah observaba el intercambio de palabras.

-Parece que tenemos otros dos invitados para la cena- dijo una voz con un tono demasiado jovial. La
tía de Sarah, Hannah, apareció a su lado y enganchó a los padres de Vitaly por el brazo. -Venga,
vamos a encontrarles un sitio para que se sienten- les dijo mientras se los llevaba casi a la fuerza. -
Quizás deberíamos empezar por el bar- añadió, y la pareja se dejó llevar de buena gana.

-Mala idea- murmuró Vitaly, observando cómo se alejaban sus padres.

Volviéndose hacia Sarah, no tenía ni idea en cuanto a qué hacer. Todo estaba saliendo tan bien...
Debería haber sabido que algo iba a ir mal, pero no se imaginaba que podría tratarse de sus padres.

Miró a Sarah con impotencia. -No los he visto en más de veinte años. No sé qué hacen aquí- explicó,
y ella le abrazó.

-Bueno, parece que mi tía se ha ofrecido como voluntaria para mantener la paz- respondió Sarah,
observando cómo su tía instalaba a la pareja lo más lejos posible de su mesa. -Vamos a pasarlo lo
mejor que podamos, y después averiguas qué quieren.

Asintiendo con la cabeza, Vitaly sonrió debilmente y se volvió para atender a los invitados.
Rodeando la sala, ambos dieron las gracias a todos por asistir, antes de sentarse a la mesa. Ivan, que
estaba sentado a su izquierda, se inclinó hacia él.

-¿Sabes qué hacen aquí?

Sosteniendo su copa, Vitaly observó cómo escanciaban la bebida y se atiborraban de comida. –No
tengo ni la más remota idea- contestó. -Les solía enviar dinero por medio de mi tío Víctor, pero
desde que murió, no he podido hacerlo de forma anónima.

-¿Y por qué no se lo das directamente a ellos?

-No- suspiró, y continuó: -No los he vuelto a ver desde que me enviaron a vivir con mi tío. Ni
cuando me gradué en la escuela secundaria, el primero de la familia. Ni en la universidad. Ni en
ningún momento de los últimos veinte años.

Tras acabar su copa de un trago, la dejó en la bandeja que sostenía un camarero y cogió otra. -En mi
cumpleaños, solía llegar a casa de la escuela y preguntarle a mi tío si habían llamado, pero siempre
me decía que no, que estaban muy ocupados. Sé que estaban en contacto pero, que yo sepa, no
preguntaron ni una vez por mí.

Sarah le apretó cariñosamente la pierna. -Lo siento mucho, Vitaly. No lo sabía. Si es demasiado para
ti, podemos hacer que los echen- ofreció Sarah.

-No, Sarah. Es nuestra noche. Me niego a permitir que mis padres estropeen aún más la velada
motando un numerito. Dejémoslo así.
Asintiendo con la cabeza, ella se inclinó para besarle, y un tintineo de copas se dejó oír por toda la
sala. Levantando la vista, miró con los ojos entrecerrados a sus amigas en la mesa de al lado. -¿No
se supone que eso es para la BODA?- preguntó.

Lisa se encogió de hombros y sonrió. -Pues yo creo que debería ser ahora.

-Y to también. Cualquier excusa es buena para besar a mi futura esposa- respondió Vitaly, y besó a
Sara.
Capítulo 10
Durante la cena, Ivan se levantó para brindar, seguido de Bill Jenkins, el padre de Sarah. Cuando
Vitaly se iba a poner en pie para dar las gracias a todos, los invitados se dieron la vuelta al escuchar
el sonido de una silla arrastrándose por el suelo. Al levantar la vista, vio a su madre, claramente
bebida, acercándose a Bill para coger el micrófono. Tras quitárselo de las manos, le miró con
desprecio, antes de volverse hacia la sala. Cerró los ojos y se tambaleó ligeramente hacia los lados,
y después fulminó a los invitados con su mirada.

-Estáis aquí para celebrar a mi hijo y a su prometida- comenzó, oscilando sobre sus pies. -Pero
cuando yo lo miro, veo al asesino de mi pequeña Anna. Sólo verlo me enferma.

-Entonces, ¿qué haces aquí?- le interrumpió Hannah, poniéndose en pie. -Si no quieres verlo, ¿por
qué has venido?

Encogiéndose de hombros, Irena Ivanovitch señaló a su marido, que ya hacía rato que se había
dormido sobre la mesa. -Él quiere hacer las paces- anunció. -Yo prefiero su maldito dinero-. Miró a
Vitaly. -¿Crees que no sabíamos que el dinero era tuyo? Con tu culpa has pagado muchas cosas- le
informó, sonriendo con malicia.

Mientras Irena hablaba, Sarah tomó la mano de Vitaly, que estaba empapada de sudor. Levantándola,
la besó. -Te amo, Vitaly. Recuérdalo siempre-. Él asintió y sintió un escalofrío en su interior, se
sentía incapaz de detenerla. Apretando su mano una vez más, Sarah se levantó e interrumpió a Irena.

-¿Conocéis todos la historia de cómo causé la muerte de mi madre?- Acercándose a Irena, le arrebató
el micrófono de la mano, a la vez que la miraba fijamente. -¿Qué? ¿Pensabas que Vitaly es el único
que cometió errores de niño?

Volviéndose hacia la sala, miró a su alrededor antes de tomar aliento.

-Fue antes de cumplir los diez años. Quería montar a caballo. Mi padre y mis hermanos estaban en el
rancho, y mi madre no me dejó ir con ellos. Dijo que se acercaba una tormenta, y que era demasiado
peligroso. Pero yo estaba aburrida.

A medida que Sarah hablaba, su familia y amigos se levantaron poco a poco y se pusieron a su lado y
a su espalda, pero ella no se dio cuenta. En su mente, estaba reviviendo aquel día.

Me monté en mi caballo y me dirigí hacia el río. Cuando mi madre se dio cuenta de que no estaba en
casa, corrió al granero y vio que faltaba mi caballo. Sabía dónde me dirigía, cogió otro caballo y
vino a por mí. Pero... Pero yo me había fijado en las nubes y sabía que mi madre tenía razón. Así que
fui a ver a mi padre y a mis hermanos para regresar con ellos. Pero mi madre no lo sabía. Y siguió
galopando.

Sarah se abrazó a sí misma y continuó.


-Cuando regresamos, el viento soplaba y la tormenta ya había comenzado. Nadie se dio cuenta de que
el caballo de mi madre no estaba, y ni siquiera pensamos en buscarla cuando entramos en casa. Hasta
la hora de la cena nadie notó su ausencia, pero en ese momento llovía tanto que no hubieramos
podido seguirle el rastro. Mi padre llamó al sheriff, pero no les fue posible enviar un helicóptero
hasta el día siguiente.

Sarah hizo una pausa, y su padre le paso un brazo por los hombros. Cogió el micrófono y continuó.

-Su madre estaba cruzando un vado cuando, en cuestión de segundos, se la llevó una riada, a ella y al
caballo. No pudo hacer nada. Sarah tuvo pesadillas durante años, pero era sólo una niña. Nunca se
nos habría ocurrido culparla del accidente de su madre. Porque eso es lo que fue. Un desgraciado
accidente.

Y volviéndose a mirar a Sarah, añadió: -Cuando miro a mi hija, veo a su madre, y sé que estaría
orgullosa de la mujer en la que se ha convertido- dijo Bill, secándose las lágrimas. Miró a Vitaly. -Y
se hubiera quedado impresionada con el hombre con el que ha elegido casarse.

Bill dio su discurso por terminado y pidió una copa de champán. Levantándola, dijo: -En menos de
veinticuatro horas, mi niña se va a casar con el hombre al que ama, y no veo el momento de empezar
a llamar hijo a Vitaly.

Mientras los invitados brindaban por la pareja, Vitaly se levantó y se acercó al grupo. Bill y Hannah
lo abrazaron, y los hermanos de Sarah le estrecharon la mano. Antes de que se diera cuenta, le habían
arrastrado al centro de la familia Jenkins. Incapaz de controlar sus emociones por más tiempo, lloró
abiertamente, con Sarah a su lado.

Cuando Irena regresó a su mesa, Ivan la esperaba con dos guardas de seguridad que habían
despertado a su marido y que en esos momentos lo sostenían en pie.

-¿Y tú qué quieres?- le espetó.

-Ver como la escoltan hasta la salida- le respondió con calma.

-No me iré hasta que no tenga lo que he venido a buscar- declaró.

-Sí, se va. Por aquí, por favor- le dijo Ivan, agarrándola por el codo y sacándola de la sala.
Capítulo 11
Sarah se despertó en la cama vacía. Miró la hora, sólo eran las cinco, ¿dónde estaba Vitaly? Se puso
el albornoz y bajó las escaleras hasta el oscuro salón, donde lo encontró dando vueltas. Tras
encender la luz, se sorprendió al ver que tenía los ojos rojos y estaba borracho.

-¿Qué ha pasado?- le preguntó, quitándole la botella de la mano.

-Han arrestado a mi madre- contestó él, arrebatándole la botella.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Por vandalismo.

Sarah se detuvo y le miró fijamente. -¿Dónde?

-Lo siento mucho, kotyonok, pero ha destrozado por completo la glorieta en la que íbamos a celebrar
la ceremonia, y también los asientos de alrededor. No tiene arreglo.

Dejándose caer en el sofá, Sarah agarró la botella y le dio un trago, y empezó a toser. No le gustaba
el vodka a secas. -¿Qué vamos a hacer?

Vitaly se frotó la cabeza. -Todo se está yendo al traste.

-¿Han presentado cargos contra ella?

-Sí, la estimación de los daños es bastante elevada, no había otro remedio.

-Entonces, no nos vamos a casar allí- dijo Sarah con voz débil.

-No.

Sarah se levantó y comenzó a pasearse. -Sé que la luna de miel es una sorpresa, pero también sé que
viajaremos en barco, ¿no es así?

-Sí, en parte. ¿En qué estás pensando?

-Nos vamos a llevar el avión, ¿verdad?

-Sí.

-¿Nos podemos casar en el barco? Tendríamos que limitar los invitados a familiares y amigos, pero
podríamos celebrar la ceremonia en el barco, buscar un hotel para que pasen la noche, y llevarlos al
día siguiente de vuelta mientras nosotros desaparecemos con la puesta del sol- dijo Sara con una
sonrisa. -¿Crees que funcionará?
-Coge tu móvil; tenemos que despertar a mucha gente.

Durante las tres siguientes horas, consiguieron contactar con los invitados y la familia de Sarah, para
comunicarles su plan. Les costó algo de trabajo convencer al párroco, a lo que ayudó la oferta de una
escapada de fin de semana para él y su esposa, y el cocinero se echó atrás alegando que la comida no
iba a conservarse bien durante el viaje a Santo Tomás, pero se ofreció a llevar algunos platos al
avión, para que los pudieran disfrutar durante el vuelo. Despegaron al mediodía, en un vuelo de doce
horas a las Islas Vírgenes.

Antes de irse, Vitaly había hablado con su padre, que no sabía qué hacer con respecto a su esposa.

-Hijo, no era mi intención que ocurriera esto. Por favor, créeme- le dijo en tono de súplica. -Tu
madre nunca volvió a ser la misma después de la muerte de Anna. Fue como si… alguien hubiera
apagado un interruptor. Se convirtió en otra mujer. Una mujer que a veces no reconozco.

-¿Por qué nunca me visitaste ni preguntaste por mí? Sólo era un niño. Yo también lloré la muerte de
Anna. Y lo sigo haciendo- confesó Vitaly, alejándose del abrazo que le ofrecía su padre.

-Víctor y yo quedábamos para beber, y me enseñaba fotos tuyas. Estaba muy orgulloso de ti. Te
quería como a un hijo.

-Yo ya tenía un padre.

-No lo entiendes. Tu madre se mostró inflexible. Está convencida de que fue culpa tuya.

-Anna ya estaba enferma. Yo no causé su muerte.

-Tu madre no piensa eso. Lo siento. Es mi esposa...

-¡Y yo tu hijo!- gritó Vitaly.

-Fue por el bien de todos. Víctor te dio una vida y un objetivo que nosotros nunca podríamos haberte
proporcionado.

Vitaly dio un paso atrás. -Me he ofrecido a cubrir el costo de los daños y han accedido a no presentar
cargos. Cuando llegues a casa, te vas a encontrar con este hombre- le ordenó Vitaly, dándole una
tarjeta de negocios.

-Es un abogado. Va a revisar tus finanzas. Vas a hacer lo que él diga y, suponiendo que todo esté en
orden, os he gestionado una asignación mensual que será más que suficiente para que viváis. No es
tanto como antes, pero es suficiente. Y en lo que a mí respecta, no quiero saber nada de vosotros.
Capítulo 12
La puesta de sol en Santo Tomás era maravillosa; Sarah se encontraba en el muelle, con su vestido de
novia. El cielo estaba vivo con líneas rojas, naranjas y amarillas, mientras el sol se hundía
lentamente en el horizonte. Se dio la vuelta para observar a sus damas de honor, Chloe, Lisa y Mia,
caminando hacia ella, enfundadas en unos sencillos vestidos de cóctel negros, y seguidas de los
padrinos en Armani.

Vitaly se encontraba al final del muelle con el párroco. El coordinador de bodas del hotel había
hecho un pequeño milagro y los laterales del muelle estaban decorados con lazos, y por todas partes
había tiestos con flores.

Cuando la música empezó a sonar a través de unos altavoces colocados a lo largo del muelle, todos
los invitados se alinearon para la procesión. El padre de Sarah se colocó a su lado y le tendió el
brazo.

-Estas preciosa, Sarah. ¿Decepcionada por no casarte en Belmont Chateau?

-¿Estás de broma? ¡Mira todo esto! No se me ocurre un sitio más hermoso, sólo siento que no hayan
podido venir todos.

Le dio unos golpecitos en el brazo, antes de besarla en la mejilla. -Es hora. ¿Estás lista?

-Oh sí, papá. Vamos.

Caminando por el muelle, sonrió a todos los que se habían hecho un hueco a los lados del estrecho
paseo. Al acercarse a él, vio lo guapo que estaba Vitaly con su traje negro. Hacía un poco de viento,
y su cabello estaba despeinado, lo que le daba un aire aún más atractivo. Ladeó la cabeza para mirar
a Sarah.

Cuando llegaron junto a él, su padre se la entregó, y le dio otro beso en la mejilla antes de reunirse
con sus hermanos y tía.

Cuando el párroco les declaró marido y mujer, estalló un coro de vítores y Vitaly levantó a Sarah y la
giró a su alrededor, para acabar besándola.

La cena fue un evento muy alegre, con músicos en trajes brillantes amenizándola con melodías típicas
de la isla. Sarah se había desecho de los zapatos hacía un rato, y bailaba en círculo con sus amigas.

Vitaly se acercó a Ivan. -¿Han cogido el vuelo mis padres?

-He enviado un coche a recogerlos y llevarlos al aeropuerto, y han sido escoltados hasta el control
de la TSA. Los guardas han permanecido con ellos hasta que se han cerrado las compuertas y el
avión se ha alejado de la terminal. Y me acaban de confirmar que han recogido su equipaje en el
aeropuerto de Newark.

-Hablé con mi padre.

-¿Y?

-Culpa a mi madre por su falta de... atención hacia mí.

-Puede que tenga razón.

-Debería haberse esforzado más- le espetó Vitaly.

-Mira, jefe, no soy nadie para decirte lo que tienes que hacer-. Vitaly resopló, y él le sonrió. -No he
dicho nada de darte mi opinión-. Ante su asentimiento, Ivan continuó: -Pero mirando alrededor, me
parece que has heredado una familia mucho más grande y mejor.

-Tienes razón-. Antes de que pudieran decir más, Lisa apareció y les tomó a los dos de las manos.

-Venga, vosotros dos, ya vale de estar ahí como dos infelices. Es hora de bailar- anunció,
arrastrándolos a la pista de baile. Los músicos comenzaron a tocar un tema más lento, Vitaly tomó a
Sarah en sus brazos, e Ivan acabó bailando con Lisa.

Al final de la velada, Sarah y Vitaly regresaron a la suite nupcial, donde pasarían la noche antes de
partir a la mañana siguiente. Todos estaban invitados a quedarse durante el fin de semana, cosa que
aceptaron de buen grado, y el domingo volarían de regreso a San José.

Antes de que Sarah entrara en la habitación, Vitaly la cogió en brazos y atravesó el umbral, cerrando
la puerta tras de sí con una patada. Con una risita, Sarah dijo: -Eso se hace en la puerta de casa, Sr.
Chekhov.

-Oh, mi querida Sra. Chekhov, me vas a tener a tus pies para el resto de tu vida.

Sarah dejó caer los zapatos al suelo, y él la bajó. Dándose la vuelta, se puso de puntillas y él agachó
la cabeza para encontrar su boca. Besándose delicadamente, ella le mordisqueó el labio, y la lengua
de él le dio la bienvenida. Con un gemido, Sarah entreabrió los labios para que él profundizara su
beso, a la vez que rodeaba su cintura con un brazo y con el otro la sujetaba por el cuello.

Al separarse brevemente, ambos jadeaban, y Sarah se apartó de él. Le dio la espalda y, levantando su
cabello, giró la cabeza para mirarlo por encima del hombro. -Bájame la cremallera, por favor, Sr.
Chekhov- le pidió, dedicándole una traviesa sonrisa.

Vitaly hizo lo que le pedía, y Sarah dejó caer el vestido al suelo. Al agacharse para recogerlo, le
ofreció una provocativa vista de su trasero enfundado en unas braguitas de encaje a juego con un
sujetador sin tirantes y las medias.

-Oh Sarah, estás preciosa- le dijo, mientras ella colocaba el vestido sobre una silla, antes de darse la
vuelta y ayudarle a quitarse la chaqueta. Le aflojó la corbata, y él comenzó a desabrocharse la
camisa. Tras soltarle el cinturón, le abrió la bragueta y vio caer los pantalones hasta sus tobillos.
Saliendo de ellos, se quitó los calcetines, mientras Sarah se dirigía a la cama.

Cuando intentó atraparla, ella se apartó, y lo empujó sobre el lecho. Él se reclinó contra el cabecero,
levantando las cejas con intriga. Gateando entre sus piernas, Sarah besó el interior de sus muslos, y
Vitaly inclinó la cabeza hacia atrás, disfrutando del tacto de sus manos y labios sobre su piel.

-¿No debería estar haciendo yo eso? ¿o al menos participando?- preguntó, mirándola con los ojos
entrecerrados.

-Ya te tocará, Sr. Chekhov- respondió ella con descaro.

Con manos temblorosas, le rozó ligeramente la polla, que rebotó en su mano. Al tocarle, se dio
cuenta de que no solamente estaba tremendamente feliz de estar casada con aquel hombre, también se
moría de deseo por él. Inclinándose, le lamió el falo comenzando por la base, y fue subiendo,
trazando espirales con la lengua. Cuando llegó al glande, relamió una gota de líquido pre-seminal, y
Vitaly gimió.

Comprimiendo sus labios alrededor de la puta de su verga, Sarah comenzó a salivar y se la introdujo
lentamente, mamándole con la boca. Moviendo la cabeza hacia arriba y hacia abajo, cada vez se
metía un poco más, hasta llegar a la base. Con un gemido, él enredó los dedos entre su cabello, y ella
empezó a mover la cabeza rítmicamente.

Con cada movimiento descendiente, chupaba con más fuerza, y al subir tensaba los labios alrededor
se su polla. Al llegar a la punta, presionaba con la lengua en los puntos más sensibles, y él la
sujetaba con firmeza por el pelo.

Gimiendo, la hizo parar. -Quiero correrme dentro de ti- consiguió decir, y ella continuó masajeándole
de arriba a abajo.

-Tenemos toda la noche. Ésta es para ti- le dijo, antes de bajar la cabeza y lamerle la punta, a la vez
que seguía trabajando con la mano.

-Oh, Dios, Sarah, ¿qué me haces?- gruñó de placer al meterse ella toda la polla en la boca.

El movimiento le pilló por sorpresa y, empujando con las caderas hacia delante, se corrió. Gimiendo
alentadoramente, ella tragaba al ritmo que él embestía. Tras lamerlo limpio, se incorporó,
chupándose los restos en sus dedos. Él la agarró por los brazos y ella se derrumbó contra su pecho.
Tomando su rostro entre las manos, Vitaly la miró.

-Ha sido increíble, kotyonok-. Le pasó las manos por todo el cuerpo, mientras ella se retorcía encima
de él. -¿Desde cuando tienes cosquillas?- le preguntó.

Jadeando, Sarah logró decir: -No son cosquillas. Estoy cachonda.

Con un gemido, la tendió de espaldas y la miró.


-Puedo oler tu deseo- le dijo, y la besó, saboreando su propio orgasmo. Ella inclinó la cabeza y
Vitaly besó su clavícula. Deslizó una mano por detrás y le soltó el sujetador, dejando sus pechos al
aire. Tenía los pezones duros, y sentía su excitación por todo el cuerpo. Vitaly se inclinó hacia abajo
y le pasó la lengua por los pezones, mientras ella seguía retorciéndose. Tras dedicarle una mirada
perversa, concentró toda su atención en los pezones, chupándolos y mordisqueándolos, mientras sus
manos le recorrían todo el cuerpo.

Gruñó cuando Sarah le empujó la cabeza, animándole a desplazarse hacia abajo. Deslizando las
manos por sus caderas, la asió por el culo y le estrujó las nalgas, antes de agarrar sus empapadas
braguitas. Levantando sus caderas, se las quitó de un tirón y las arrojó al suelo. Le besó el pubis, y
ella dio una sacudida al sentir sus labios rozándole el coño; tenía el clítoris hinchado, asomando
entre sus pliegues. Al lamérselo, ella arqueó la espalda, y él comenzó a succionar y a pasarle la
lengua alrededor.

Le introdujo dos dedos, y ambos gimieron al unísono al contraerse su vagina alrededor de sus dedos.
-Estás calada- le informó, lamiendo los jugos que se derramaban sobre su mano. Su deseo le estaba
excitando y volvió a sentir una erección, sorprendido por la rapidez con la que se había recuperado.
Poniéndose de rodillas, continuó embistiendo con los dedos, a la vez que masajeaba su creciente
polla.

Al mirarle, los ojos de Sarah se entrecerraron, al ver lo rápido que estaba listo para ella.

-Vitaly- gimió. -Quiero sentirte dentro, esposo. Ahora.

-No digas más, mi amor- respondió, levantando sus piernas y colocándolas alrededor de su cintura.
Guiando su verga, la introdujo lentamente dentro de ella, y ambos lanzaron un gemido. Era como si
estuviera hecha para él, sus músculos se contrajeron de inmediato, dándole la bienvenida.
Apoyándose en los brazos, Vitaly comenzó a arremeter contra ella, que elevó las caderas
respondiendo a cada acometida.

Aumentando la velocidad, la embistió con rapidez mientras ella se convulsionaba por debajo de él.
Gritando su nombre, le clavó los talones en la espalda, aferrándose firmemente a su polla. Lanzando
un gemido, él tuvo que controlarse para seguir embistiendo, ante los espasmos de los músculos de su
vagina. Tras unas cuantas sacudidas más, arqueó la espalda y se estremeció, vaciando su orgasmo
dentro de ella.

La miró, y ella le estaba observando. Todo su cuerpo estaba ruborizado, y ambos sonrieron.
Dejándose caer a un lado, la atrajo hacia él, y su verga abandonó su cuerpo.

-Ha sido alucinante- le dijo, acurrucándose entre sus brazos.

-No puedo estar más de acuerdo, mi amor- respondió él con voz somnolienta, mientras se cubrían con
una manta.
Capítulo 13
A la mañana siguiente, el conserje se encargó de que su equipaje fuera llevado al yate, a excepción
de sus trajes de boda, que iban en el avión de regreso a San José. Mientras desayunaban en su
habitación, él le habló de la casa que había alquilado para pasar los próximos diez días haciendo el
amor y nadando. Sarah se emocionó cuando le oyó hablar de una cascada, de los paseos que iban a
dar, y de todos los sitios en los que la iba a poseer.

Al llegar al muelle, sus familiares y amigos los estaban esperando, cerca de lo que Sarah suponía que
iba a ser su yate.

-¿Cómo sabíais cuál es el nuestro?- preguntó asombrada.

Señalando la popa del barco, Lisa respondió: -Es bastante obvio.

Sarah siguió el dedo de Lisa y miró a Vitaly. Pintado en letras azules, ponía "Kotyonok". -¿Has
comprado un barco?- preguntó llena de asombro.

Vitaly le sonrió. -Es un yate, y es de los dos. Para desplazarnos por nuestra isla.

-¿NUESTRA isla?

-Bueno, suponiendo que te guste, sí, NUESTRA isla.

Sarah no supo qué decir. Por un momento pensó que se había vuelto loco por comprar un yate Y una
isla, pero se rió y le lanzó los brazos al cuello. -¡Gracias!- exclamó abrazándolo. -¡El segundo mejor
regalo del mundo!

-¿Cuál es el primero?

-Tú.

Al embarcar en el Kotyonok, Sarah vio su ramo de novia junto al equipaje. Cuando el barco comenzó
a moverse, corrió a popa y lanzó un grito a los que estaban en el muelle. Con un amplio movimiento
del brazo, lanzó el ramo lo más lejos que pudo, y las chicas se apresuraron a atraparlo. Esperando
que lo cogiera Mia, se sorprendió al ver a Lisa con él, y mirando a Ivan. Mira por dónde, pensó
Sarah. Es una conversación para otro día.

Tras saludar a todos, se volvió para reunirse con Vitaly en la proa, mientras un mayordomo les servía
champán.

-Por una maravillosa luna de miel- brindó Vitaly.

-Y un fantástico comienzo de nuestra vida en común.


¡FIN!
Nota del autor :
¡Hola, querido lector!

Espero que hayas disfrutado de la historia de Vitaly y Sarah. ¿De qué quieres que trate la próxima
serie? ¡Deja una reseña diciéndome lo que piensas!

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-Leona Lee
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