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Ciclos Biogeoquímicos
Ciclos Biogeoquímicos
Así, los átomos de tu cuerpo llevan mucho, mucho tiempo reciclándose a través de la
biosfera y, durante el trayecto, han formado parte de multitud de organismos y
compuestos no vivos.
De esta manera, la materia circula dentro y fuera de los ecosistemas permitiendo que
se origine la vida. A partir de un estado elemental, la materia forma elementos
inorgánicos que se reutilizan por organismos vivos para al final regresar al estado
elemental, comenzando de nuevo el ciclo. En ese punto es donde radica la importancia
de no alterar el proceso natural del ciclo biogeoquímico.
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No obstante, es habitual que el material sea reutilizado y que frecuentemente circule
varias veces, tanto en el interior de los ecosistemas como fuera de ellos.
Consiste en el traslado de agua de un lugar a otro, para lo que cambia de estado. Ello
implica que el preciado elemento pase de estado líquido a gaseoso o sólido, en función
de las condiciones del ambiente. En nuestro planeta, el agua se encuentra en estado
líquido en mares, ríos o lagos; en estado sólido en las montañas y glaciares de los
polos y en estado gaseoso en las nubes.
El 70% de la superficie del planeta está cubierta por H2O y el 96,5% pertenece a los
océanos que contribuyen, por su salinidad, al ciclo del calcio. El ciclo hidrológico se
lleva a cabo de dos maneras:
Una vez que el H2O ha llegado a la superficie, sus destinos pueden ser varios. Uno de
ellos es su uso en los procesos orgánicos de los seres vivos, otra parte se infiltra a
través de los poros terrestres, colocándose en depósitos subterráneos y, por último,
mediante las escorrentías que provocan el deslizamiento del agua a través de las
distintas superficies hasta llegar nuevamente a mares, lagos y ríos.
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Fases del ciclo del H2O
Por este motivo es más fácil que el H2O se evapore en el punto de ebullición
(equivalente a la temperatura de evaporación del agua), es decir, a 100ºC o 212ºF al
nivel del mar y, sin embargo, se evapora con mayor lentitud en el punto de
congelamiento.
La evaporación es una parte esencial en este ciclo. La energía del Sol provoca que se
evapore el H2O de océanos y lagos, así como la humedad del suelo y otras fuentes
acuáticas. Este fenómeno, junto con la transpiración (que alude a la evaporación en el
interior del estoma de la planta), reciben en hidrología el nombre de conjunto de
evapotranspiración.
A través de este proceso el vapor de agua del aire se transforma en agua líquida. La
importancia de la condensación en este ciclo radica en la formación de nubes. Las
nubes pueden producir precipitaciones, que constituyen el principal modo de que el
H2O vuelva a la Tierra.
Las moléculas de H2O se combinan con partículas diminutas de polvo, humo y sales,
formando gotas de nube. Esta combinación termina por hacer que dichas gotas
crezcan en tamaño, dando lugar a la formación de nubes. Es entonces cuando la
posibilidad de precipitación entra en juego.
3. Precipitación: la caída del agua desde las nubes, en forma líquida o sólida
La filtración en el ciclo del agua es aquella fase que se da cuando el agua que alcanza
el suelo penetra mediante sus poros (infiltración), pasando a ser subterránea.
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Parte de la misma vuelve a la atmósfera por evaporación o por traspiración de las
plantas, parte se incorpora a los acuíferos y parte se incorpora a la superficie allí donde
afloran los acuíferos.
El escurrimiento en este ciclo hace referencia a los diversos medios por los que
el agua líquida es deslizada cuesta abajo por la superficie del terreno. La
mayor parte del agua de los ríos proviene de modo directo de la escorrentía que fluye
por la superficie, que responde al nombre de escorrentía superficial.
Está referido a cada uno de los procesos biológicos (de los seres vivos)
y abióticos (factores no vivos pero imprescindibles para la supervivencia de los que sí
lo están, como la luz, el agua o las sales minerales) en los que se basa el suministro
en los seres vivos de tan indispensable elemento.
Una vez que los fertilizantes que contienen N y fósforo llegan a lagos y ríos, puede que
provoquen el florecimiento de algas, un proceso que se conoce como eutrofización.
Ahora bien, no es lo mismo contar con este nutriente en forma abundante que saber
aprovecharlo. Nuestro cuerpo, lo mismo que sucede con el de plantas y animales, no
tienen la capacidad de convertir el N2 en una forma utilizable, al carecer de las enzimas
precisas para la captura y fijación del nitrógeno atmosférico.
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En concreto, la definición del ciclo biogeoquímico del nitrógeno está referida a cada
uno de los procesos biológicos (de animales, microorganismos y plantas) y abióticos
(de la luz, características del suelo y pH, entre otros) en los que se basa el suministro
en los seres vivos de este indispensable elemento.
En esta línea, el ciclo se refiere a un patrón natural que este nutriente cumple
cuando se incorpora a distintos elementos, empezando por el suelo, para
terminar pasando a las plantas, ingresando luego mediante la alimentación en los
organismos vivos y volviendo con posterioridad a la atmósfera.
El ADN y las proteínas cuentan con una cantidad de nitrógeno sustancial. Pero, ¿de
dónde viene exactamente? La respuesta es sencilla, en la naturaleza proviene del
trabajo de las bacterias.
Casi todo este nitrógeno fijo es usado para la producción de fertilizantes que se utilizan
en huertos, cultivos agrícolas y jardines.
Los elevados niveles de nitrógeno atmosférico, distintos al N2, están asociados con
perjudiciales efectos como la producción de lluvia ácida en forma de ácido nítrico,
HNO3 y contribuyen al nocivo efecto invernadero en forma de óxido nitroso, N2O.
Las fases del ciclo de este abundante elemento se dividen en seis, sujetas a un
perfecto engranaje, vital para la supervivencia de los seres vivos de la Tierra.
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1. Fijación. Consiste en que el N contenido en la atmósfera terrestre es conducido al
suelo y de ahí es absorbido por las plantas. Una vez que este elemento se encuentra
en forma gaseosa, se transforma en amoniaco, dada la acción de ciertos
microorganismos de los que hacen vida en suelo y agua, siendo los responsables de
descomponerlo. Esta fijación en el ciclo hace que las plantas puedan utilizar los
nutrientes para mantenerse con vida.
3. Asimilación. En esta fase las plantas se impregnan del amoniaco o del nitrato,
iniciando el proceso de asimilación del nitrógeno y transformándolo en nutrientes, que
pueden aprovecharse con facilidad por los seres vivos que los consuman.
Se puede encontrar en forma de diamante, grafito y carbón, todas ellas con una
naturaleza antológica a las demás. El uso dado a las variantes del carbono no deja de
ser curioso, en la medida que comúnmente se destina a la fabricación de
hidrocarburos y combustibles a bases de fósiles.
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En qué consiste este ciclo
Se conoce como ciclo del elemento que se representa con símbolo C al conjunto de
transformaciones que ocurren alrededor de los compuestos que tienen al
mineral carbono entre sus componentes. Se trata de un proceso constante y
natural que tiene lugar entre las capas terrestres en las que hay vida. Es decir:
Para responder a esta pregunta, nada mejor que acudir a un ejemplo del ciclo que nos
ocupa en la naturaleza, que comienza con el dióxido de carbono en la atmósfera, gas
absorbido junto con la luz del Sol por las plantas en el proceso de fotosíntesis para
su crecimiento y alimentación.
Una vez que las plantas mueren, son absorbidas por el suelo el cual, millones de años
después, transforma el carbono en fósiles y en combustibles fósiles, entre los que
destacan el petróleo, el carbón, el gas natural y el gas licuado.
En el mar, el carbonato de calcio que compone las conchas de algunos animales, como
los caracoles, pasa al fondo marino cuando mueren y es susceptible de formar roca
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calcárea. Si esta última se expone al aire libre, se degrada, liberando dióxido de
carbono a la atmósfera.
Ejemplos de ellos son: gasolina, aceites, gas de cocina y otros, todos obtenidos a partir
de la destilación de petróleo, por lo que se clasifican como hidrocarburos. Tales
compuestos están únicamente formados por carbono e hidrógeno y para que suceda
una combustión es necesaria la intervención del gas oxígeno.
2. Fotosíntesis. Un proceso que se utiliza por las plantas para crear alimentos. La
fotosíntesis es una reacción química producida en las partes verdes de la planta, sobre
todo en las hojas. Las plantas reaccionan con dióxido de carbono para la producción de
glucosa y oxígeno.
3. Respiración. Esta reacción tiene lugar en todos los seres vivos en los que la
energía se libera de la glucosa con el uso de oxígeno. Los productos que intervienen
en la respiración del ciclo de este mineral son agua y dióxido de carbono.
Uno de los ciclos químicos más complejos de la naturaleza que tiene que ver con el
hecho de que el azufre se puede encontrar en la misma en sus diversas formas, como
por ejemplo el sulfato. Cuando el componte químico se combina con el oxígeno, este
elemento experimenta diferentes grados de oxidación.
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Además, este elemento está asociado a multitud de vitaminas, proteínas y hormonas
que juegan un papel determinante en la salud de los distintos ecosistemas.
La mayoría del azufre que está presente en nuestro planeta se almacena en minerales
y rocas, incluso como sales de fosfato, hallándose profundamente enterrados en el
interior de los sedimentos oceánicos.
1. Las plantas absorben el azufre a través de sus raíces, el cual se halla en la corteza
terrestre o en el agua en forma sulfato, componiendo las sales o nutrientes precisos
para la realización de sus funciones vitales
3. Una vez que se encuentra en las plantas y en los vegetales, este elemento pasa al
organismo de los animales herbívoros cuando se alimentan a base de plantas.
5. Al morir los animales carnívoros, sus cadáveres quedan en el suelo, de modo que
bacterias y hongos (organismos descomponedores), convierten los restos de estos
animales de nuevo en sulfatos, según los van desintegrando y reduciéndolos a
partículas orgánicas.
7. En este proceso, el azufre se oxida para dar lugar a la producción del sulfato, que
va a ser otra vez absorbido por las plantas por medio de sus raíces, iniciando el ciclo
una vez más.
El azufre llega también a los suelos a través de las heces de los animales, tras su
descomposición. Al mismo tiempo, llega a la atmósfera como compuesto gaseoso
en forma de dióxido de azufre y de sulfuro de hidrógeno, gases que a su vez
son producidos por los volcanes o por los incendios, así como por la descomposición de
materia orgánica producida por las bacterias, en el suelo y en agua. En este caso, dado
que el sulfuro de hidrógeno cuando se encuentra en contacto con el oxígeno se oxida,
se genera el sulfato que termina recayendo en el suelo y en el agua por medio de las
precipitaciones. Por el contrario, el dióxido de azufre se puede absorber directamente
por las plantas de la atmósfera.
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El flujo del décimo elemento que más abunda en el Universo
Pese a su alto de nivel de complejidad, el flujo del elemento objeto de nuestro análisis
puede resumirse en 3 grandes grupos:
El S que está saliendo del suelo. Este elemento se elimina del suelo de varios
modos, entre las que destacan:
La absorción de sulfatos a través de las raíces de las plantas, cuando se
volatilizan ciertos compuestos reducidos y cuando se cosechan los cultivos
Otra parte del contenido en el suelo se pierde por la filtración, las escorrentías
y la erosión. Otra fuente de este elemento que se transfiere de modo directo a
la atmósfera son los volcanes y gases, producto de la descomposición orgánica.
Cuando este gas es atravesado por la lluvia se produce la tristemente famosa lluvia
ácida, una precipitación corrosiva cuya causa es el agua de lluvia que cae al suelo a
través del dióxido de azufre, que lo convierte en débil ácido sulfúrico que termina por
dañar los ecosistemas acuáticos, los bosques y los cultivos.
Este proceso es vital para los seres vivos, como también lo es el del ciclo del nitrógeno,
en la medida que se trata de un importante componente de los aminoácidos que
forman parte de las proteínas, la tiamina, la coenzima A, el glutatión y otros
compuestos básicos en el organismo.
Gracias a este abundante elemento, las proteínas mantienen su forma, cumpliendo sus
tareas de manera óptima. El azufre elemental es muy valioso a nivel comercial, y a
partir de él se produce el mundialmente conocido como ácido sulfúrico, de uso
doméstico e industrial.
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CICLO DEL FÓSFORO.
En consonancia con la capacidad de este mineral de pasar a través del agua, del
suelo y de los organismos (hidrosfera, biosfera y litosfera respectivamente), una y otra
vez, siendo esencial para la vida. Dado que su principal depósito son las rocas
sedimentarias, en vez de la atmósfera, es un elemento sedimentario. Ello motiva que la
corteza de la Tierra sea su reservorio más significativo y que mayoritariamente se
encuentre en las rocas. El fósforo (P) es el elemento químico cuyo número atómico es
el 15. Su denominación proviene del latín phosphŏrus que a su vez deriva del
griego phōsphóros, que se traduce como “portador de la luz”.
El del fósforo es el ciclo biogeoquímico por el que este mineral pasa a través del suelo,
el agua y los organismos (litosfera, hidrosfera y biosfera, respectivamente) una vez
tras otra. El P es un elemento esencial para la vida que cuenta con una elevada
capacidad para reaccionar al contacto con otros elementos o sustancias químicas, una
característica que motiva que nunca se encuentre solo en la Tierra.
El nutriente objeto de nuestro análisis es esencial para la vida y, por si esto fuera
poco, juega un papel fundamental en la seguridad alimentaria y en la
agricultura a nivel mundial. Partiendo de la base de que el P se encuentra en los
reservorios minerales y en los seres vivos, pero también circula por la atmósfera,
aunque este dato suela pasar desapercibido. Hasta antes de la Revolución Industrial,
este elemento se emitía a la atmósfera de manera natural, gracias a las explosiones
volcánicas, al transporte de sal marina y de polvo continental, a los incendios forestales
y a la emisión de aerosoles biogénicos. Parece ser que cerca del 50% del fósforo
emitido a la atmósfera en la actualidad proviene de la actividad humana,
primordialmente de la quema de carbón. El elemento de número atómico 15 es un
nutriente limitante para el crecimiento de las plantas. Un exceso de él en el suelo
implica fertilidad, mayor crecimiento de las plantas, mayor fijación del CO2 de la
atmósfera y disminución del efecto invernadero.
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Este dato sugiere que podrían ser muchos los ecosistemas que se estarían fertilizando
debido al fósforo atmosférico depositado en el mar y sobre todo en el suelo,
concretamente en los bosques tropicales y subtropicales de África y Asia. Si los
mencionados ecosistemas se fertilizan, potenciando su capacidad de crecimiento y de
almacenamiento de carbono, el fósforo atmosférico estará modificando el ciclo del
carbono más de lo que se pensaba.
El paso del tiempo hace que la lluvia y el viento erosionen las rocas, hecho que da
paso a la liberación de iones fosfato y otros minerales. Dicho fosfato inorgánico
es distribuido en suelo y agua.
Las plantas toman del suelo el fosfato inorgánico a través de sus
raíces, incorporando los fosfatos a sus moléculas biológicas, o sea, a proteínas
y ácidos nucleicos, promoviendo su crecimiento y desarrollo.
Las plantas pueden ser ingeridas por animales herbívoros. Cuando se adentran en su
organismo, las moléculas contenedoras de P se degradan, incorporándose
nuevamente a las moléculas orgánicas del organismo herbívoro.
Los animales herbívoros pueden ser ingeridos por otros de naturaleza carnívora. En
estos casos se produce una transferencia de los átomos del fósforo al nivel
siguiente de la cadena trófica. A través de la excreción son devueltos al suelo los
fosfatos que fueron absorbidos por estos animales.
A la muerte de la planta o el animal, sus tejidos se descomponen por un grupo de
microorganismos que reciben el nombre de descomponedores. Dichos microbios
degradan los restos, devolviendo al suelo el fosfato orgánico mediante el proceso de
mineralización.
El P en el suelo puede terminar en distintos cuerpos de agua, acabando
finalmente en el océano. Una vez allí, es posible que se incorpore a los organismos
acuáticos o que se sedimente durante períodos largos de tiempo.
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