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Hugo Ball-La Huida Del Tiempo
Hugo Ball-La Huida Del Tiempo
PRÓ LO GO DE PAUL A U ST ER
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A C A N T I L A D O
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Huesos dada,
por Paul A uster, 7
L A H U ID A D E L T IE M P O
P R IM E R A P A R T E
p r e l u d i o : e l b a s t i d o r , 27
r o m a n t i c i s m o s : l a p a l a b r a y l a I MAGE N, 10 $
SEG U N D A PARTE
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PAUL A U ST ER
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PAUL A U ST E R
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HUESOS DADA
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PAUL AU STER
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HUESOS DADÄ
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PAUL A U ST ER
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H U ESO S DADA
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PAUL A U ST ER
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A LG U N A S PALABRAS SOBRE
LA HUIDA DEL TIEMPO
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H ERM ANN HESSE
Hugo Ball hacia Dios], Verlag Josef Kösel & Friedrich Pustet, M u
nich, 1931.
SOBRE «LA HUIDA DEL T IEM PO »
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H ERM ANN HESSE
zo
SOBRE «LA HUIDA D EL T IEM PO »
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H ERM ANN HESSE
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LA H U I D A D E L T I E M P O
Fron tosu s esto, prorsus fron tosus esto. Q u id times
fronti tuae, quam signo crucis arm asti?
AUGUSTINUS
PRIMERA PARTE
P R EL U D IO : EL B A S TID O R
I.
/
E ste es el aspecto que presentaban el mundo y la socie
dad en 1913: la vida está totalmente encadenada a un en
tramado que la mantiene cautiva. Impera una suerte de
fatalismo económico que asigna a cada uno en particular,
aunque intente resistirse, una función determinada y,
con ella, un interés y un carácter propio. La Iglesia como
«empresa redentora» cuenta con poco peso; la literatura
funciona como una válvula de escape. Da igual cómo se
haya llegado a este estado de cosas; está ahí y nadie pue
de substraerse a él. Las perspectivas no son halagüeñas,
por ejemplo, en el caso de una guerra, cuando las masas
son enviadas a la contienda para regular la tasa de nata
lidad. Sin embargo, la pregunta última que se repite día y
noche es ésta: ¿existe en alguna parte un poder fuerte
y, sobre todo, con el vigor suficiente para acabar con es
ta situación? Y de no ser así: ¿cómo se puede escapar a
ella? La razón puede hacerse encajar y acomodarse. Sin
embargo, ¿podrá el corazón humano aplacarse tanto que
sea posible calcular sus reacciones? Por aquella época
Rathenau escribió su Crítica de nuestro tiempo, sin que
en realidad llegase a encontrar solución alguna. Se limi
taba a constatar con toda precisión el fenómeno y su al
cance. «Con propuestas políticas y económicas como las
que desarrolla Rathenau al final de su libro», apuntaba
yo entonces, «ya no se logrará nada. Lo que hace falta es
una liga de todos aquellos que quieran escapar a este me-
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PRIM ERA PARTE
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p r e l u d io : el ba stid o r
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P R E L U D IO : E L B A S T ID O R I<
2.
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dos. Es evidente que saben más que uno, que hasta la fe
cha no se ha preocupado de la política. ¿Por qué no ha
de poder defenderse un país y luchar por sus derechos?
Además, cada vez me parece más claro que Francia y so
bre todo Bélgica pueden invocar este derecho, y no llega
a tanto mi patriotismo, para que yo pueda aprobar la
guerra a pesar de la injusticia.
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PRIMERA PARTE
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Considerándolo de forma práctica, los merezhkovi-
tas fracasan. «No matarás», dice alto y claro el quinto
mandamiento. Le dan vueltas y vueltas sin parar a este
escollo, reiterándose. En el fondo saben bien con qué cho
can, pero no siguen adelante. Son Hamlets teológicos.
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3-
ZÜ RICH , 2 9 .V .15 . Es curioso, de cuando en cuando no
saben cómo me llamo realmente.4 Luego llegan funciona
rios y se informan. Ya en Berlín empezaron a tomar mi
verdadero nombre por un pseudónimo, incluso mis ami
gos. «¿Cómo te llamas en realidad?», me preguntó una
vez H. [Richard Huelsenbeck], No querían creer que uno
pueda estar tan despreocupado, sin más ni más, sin antes
haber salvado y asegurado su yo como corresponde.
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L. R. [Ludwig Rubiner] también está aquí. En cuanto
llegó, me encontré con él y con su mujer en el Café Te
rrasse. Los tilos despedían un agradable aroma y el hotel
era un castillo iluminado. Tal vez nos hagamos amigos.
Una sola noche de primavera proporciona a los hombres
una liberación más profunda que toda una literatura.
Desgraciadamente, la noche de primavera no se puede
reproducir a voluntad.
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un tremendo desacierto. Al fin y al cabo no fue más que
el hijo de un pastor protestante prusiano, que no llevó en
vano su nombre de rey. Él mismo lo dice, «Ecce homo»,
justo en las primeras páginas. Afinando tanto en los de
talles, de Alemania surge una confusión de los princi
pios. Hay que guardarse de aumentar el número de los
devastadores espirituales. Rezar la oración de las cua
renta horas a Goethe, nuestro señor, y pedir la gracia de
mimar todas las pequeñas cosas.
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2 , 0 . IX.
Puedo imaginarme que llegará el momento en el
que busque la obediencia de la misma manera que he sa
boreado la desobediencia: a fondo. Ya hace tiempo que
no me obedezco ni a mí mismo. No presto oído a ningu
na voz que sea más o menos razonable, noble; así de des
confiado me he vuelto respecto a mi origen. Sólo admito
que estoy esforzándome por desprenderme de mis cos
tumbres germanas. ¿Acaso no está metido en cada uno
de nosotros el cuartel, el protestantismo, lo inmoral, sea
mos conscientes de ello o no? ¿Y más profundamente
cuanto menos lo reconocemos?
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más fuerte», la «necesidad que no conoce precepto algu
no», el «lugar al sol» y cosas por el estilo. Sin embargo, el
maquiavelismo se ha desprestigiado. Se llama a los ma
quiavélicos por su verdadero nombre; se recuerdan dis
posiciones legales en su contra. Las guerras maquiavéli
cas en la vieja Europa ya no serían posibles. A pesar de
todo, existe una moral del pueblo. Las palabras de Fede
rico II: «Si los príncipes quieren la guerra, la empiezan y
hacen que venga un jurista trabajador para que pruebe
que efectivamente es justa», estas palabras precisamente
son las que están siendo contestadas de manera tajante.
4-
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3 . X . La vida decente, resuelta, segura, se presenta en
ciertas épocas de formas inciertas. Esto no es nuevo. P e
ro puede lograr que lo incierto sirva como atestado y
prueba de una conducta honesta. Por eso parece oportu
no atenerse a la distinción. E l aventurero siempre es un
diletante. Deposita su confianza en el azar y se abandona
a sus fuerzas. No busca conocimientos, sino confirma
ciones de su superioridad. Si se presenta la ocasión,
arriesga su vida, pero confía en salir airoso. El curioso, el
dandy es otra cosa. También él busca el peligro, pero no
ejerce de diletante con él. Lo concibe como un enigma,
intenta penetrar en él. Lo que le lleva de una vivencia a
otra no es la veleidad de su humor, sino la consecuencia
de un pensamiento y la lógica de los hechos espirituales.
Las aventuras del dandy corren por cuenta de su tiem
po; las vivencias del aventurero, por el contrario, surgen
de la arbitrariedad y corren de su cuenta. También se
podría decir que el aventurero se apoya en una ideología
del azar; el dandy, en una del destino.
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¿Quién haría algo así con unos gatos tan grandes? Nadie
más que F. [Alexander Fischer], Así que cambia su nom
bre por el de Daniello (Danielito) y se mete dentro con
él. «La primera vez te tiembla todo el cuerpo ante la pre
sencia de las bestias, cuando te miran de refilón. La se
gunda vez ya va mejor. Al final te agarras firmemente a la
melena y metes la cabeza entre sus fauces.»
Muestra una tarjeta postal grasienta y llena de araña
zos, en la que se le ve «todo tembloroso», el primer día
en medio de los mansos leones que se sientan a su alre
dedor. Esta es la historia de Daniello.
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Cuando uno se pone del lado de los que sufren, ¿no tie
ne también que ponerse del lado de los que sufren tanto
que ya no es posible reconocerlos? Y si ahora aceptamos
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ámbito, no se persigue ninguna intención, sino la imagi
nación libre y sin freno. El proceso autónomo de la fanta
sía saca a la luz indefectiblemente aquellas cosas que han
traspasado la frontera de la conciencia sin descomponer
se. En una época como la nuestra, en la que los hombres se
ven asaltados a diario por las cosas más monstruosas, sin
que se pueda tomar conciencia de las im presiones, en
una época así, la producción estética se convierte en die
ta. Sin embargo, todo arte vivo será irracional, primitivo
y complejo, manejará un lenguaje secreto y no dejará co
mo legado documentos edificantes, sino paradójicos.
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mienza con los gritos del parto y termina con una danza
salvaje de sombras y larvas. Incluso lo cotidiano linda
con lo terrible. En la cúspide de su vida, en medio de la
riqueza y el esplendor, el artista es llamado respetuosa
mente «Señor hombre» por las máscaras que se sientan a
su alrededor. Eso es todo lo que consigue.
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g a d ji b eri b im b a
g lan d rid i lauli lonni cad o ri
g ad jam a bim b eri g lassala
g la n d rid i g la ssa la tu ffm i zim b rab im
b la ssa g a la ssa sa tuffm i z im b ra b im ...
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Humillaciones y mortificaciones.
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ER MA TI NG EN , 2 . XI. H e pasado cuatro días en Zúrich
con Frank,18 por cuya angustiada carta emprendí viaje
hacia allí. Su «soledad». Yo soy el único que siente y
piensa como él. Durante el viaje a Mannenbach me lee
algún manuscrito nuevo: lo primero que ha escrito en se
manas. Su ser concentrado en sí mismo.
En Zúrich: como ando distraído, Tzara me lee y me
entrega un buen número de poemas nuevos. De camino
a casa pierdo todo el paquete. Ya no me acuerdo de dón
de me he podido dejar esos versos, duermo mal, me le
vanto y a las cuatro de la mañana estoy en Niederdorf,
para buscar los poemas en el canal, con los barrenderos.
En vano. Oficina de objetos perdidos, periódicos, todo
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2i>«Todessprung im Zirkus.»
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(W A L T W H I T M A n )
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Para entender el cubismo, tal vez haya que leer a los Pa
dres de la Iglesia.
Incluso Janeo reconoce que el último Picasso pertene
ce a la arquitectura y que de la pintura apenas conserva ya
más que los colores y el marco de los cuadros. La arqui
tectura empieza donde la pintura termina: en la planta.
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*' «Eterno ladrón de energías (...) una debilidad del cerebro.» (N.
del T.)
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Programa
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I.
Tristan Tzara: Presentación.
Hans Heusser: «Prélude», «Luna sobre el agua» (in
terpretadas por el compositor).
F. T. Marinetti: «La literatura futurista».
V. Kandinsky: «Fagot», «Jaula», «Mirada y relámpa
go».
G. Apollinaire: «Rotsoge», «Le dos du Douanier».
Biaise Cendrars: «Crépitements».
Musique et Danse Nègre, exécutées par 5 personnes
avec le concours de Mlles. Jeanne Rigaud et M a
ria Cantarelli. (Masques par M. Janeo).
II.
H. S. Sulzberger: «Cortège et fête», exécuté par l ’au
teur.
Jakob van Hoddis: Versos, recitados por Emmy H en
nings.
Herwarth Waiden: August Macke t , Franz Marc t,
August Stramm t.
Hans Heusser: «Burlesques turques», «Desfile en
Capri» (interpretadas por el compositor).
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III
«La esfinge y el hombre de paja», curiosidad de Os
car Kokoschka.
Máscaras y escenografía: Marcel Janeo.
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I
S. Perottet: Composiciones de Schönberg, Laban y
Perottet (piano y violín).
Clauser: «Padre», «Cosas» (versos).
Léon Bloy: «Extraits des l’exégèse des lieux-com-
muns», traducido y leído por F. C. [Frédéric
Clauser],
Ball: «G ran Hotel Metafísica», prosa disfrazada.
II
Janeo: «Sobre el cubismo y los propios cuadros».
S. Perottet: Composiciones de Schönberg, Laban y
Perottet (piano).
Emmy Hennings: «Crítica del cadáver», «Apuntes»-
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Hans Heusser:
Preludio y fuga.
Cortège exotique (piano).
Emmy Hennings:
Hans Arp:
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7 PRIM ERA PARTE
Marcel Janeo:
207
I9I7 PRIM ERA PARTE
19 .V . Repetición de la Soirée IV
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I9 I7 PRIMERA PARTE
(n o s t r a d a m u s )
6.
M A G A D I N O , 7 . VI. Extrañas coincidencias: mientras te
níamos el cabaret en Zúrich, en la Spiegelgasse 1, vivía
enfrente de nosotros, en el número 6 de la misma Spie
gelgasse, si no me equivoco, el señor Uliánov Lenin. De
bía de oír cada noche nuestras músicas y tiradas, no sé
sin con gusto y agrado. Y mientras inaugurábamos la
galería en la Bahnhofstrasse, los rusos viajaron a Peters-
burgo para poner en pie la revolución. ¿N o será el Da
daísmo, como símbolo y como gesto, la contra del bol
chevismo? ¿N o opone la cara quijotesca, inoportuna,
inaprensible del mundo a la destrucción y al cálculo to
tal? Será interesante observar lo que sucede allí y aquí.
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7*
A SCONA, 2,.V III. Mi habitación abanderada (Casa Pon-
cini): banderas rojas y azules cubren la pared. En el cen
tro, la cama baja reposa sobre el suelo rodeada de libros
y artículos de fumador. Por lo demás, la habitación está
completamente vacía.
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DE LO S D ER EC H O S H U M AN O S
Y D IV IN O S
I.
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I917 SEGUNDA PARTE
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iç)i7 SEGUNDA PARTE
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I9 I7 SEGUN DA PARTE
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D E LOS D E R E C H O S H U M A N O S Y D I V I N O S 1917
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DE LOS D E R E C H O S H U M A N O S Y D IV IN O S 1917
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r DE LOS D E R E C H O S H U M A N O S Y DIVINO S
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41 «Com o me hicieron a mí, así hago yo con ellos.» (TV. del T.)
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DE LOS D E R E C H O S H U M A N O S Y D IV IN O S 1917
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Soy devorado
por el espanto.
Tú, el vulnerable,
me has dominado.
Aliento
que brotas de la descomposición,
¿eres el vapor
que se inflama?
¿Eres la tierra
que echa llamaradas de fuego?
Tu boca nos arrebata,
como su pan de cada día.
Eres la fiebre
que nos recorre,
cuando al otro lado
la nostalgia se despeja.
Mírame,
cómo me marchito por ti.
Refuerza el grito
que gime en mí.
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1918 SEGUNDA PARTE
Suspende, indescriptible,
tu consideración.
Concédeme, insoportable,
un piadoso manto de tinieblas.
De día déjanos
reposar en los ataúdes,
pero, por la noche,
obra tu milagro.
Otórganos en la luz
la misericordia.
Llámanos en la obscuridad,
solitaria trinidad.
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A
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3-
Pa
B E R N A , 1 z . l l . 1 9 . Entretanto ha aparecido mi libro
ra una crítica de la inteligencia alemana. Salió aproxim a
damente el día del asesinato de Liebknecht.57 El primer
ejemplar se lo llevé a Emmy por su cumpleaños al hospi
tal, donde yacía postrada por una grave neumonía. Tenía
fiebre alta, casi no me reconoció, pasó su mano acari
ciando el libro que le llevaba y sonrió de una manera do
lorosa, como si se despidiera para siempre. Fue pocos
días antes de la crisis. E l médico apenas me permitió pi
sar la habitación unos minutos.
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r
porque uno confía en llegar, en y con la nación, a un co
nocimiento de sí mismo, a una responsabilidad y una li
bertad cada vez mayores? ¿Qué podría importarle a uno
atribuir una y otra vez a su propia nación en particular
una culpa y un compromiso cuestionados por su amor
propio, si no fuera porque uno confía en llegar, con tales
medios, a una unión más auténtica y a una conciencia
más libre?
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L E S S IN G
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19 SEGUNDA PARTE
H ERD ER
Pasa por ser el teólogo del período del Sturm und. Drang',
de una época, por tanto, en la que el culto al genio, el
culto a lo original, a lo creador, la Shakespearemanía pasó
de Inglaterra al continente. Su llamamiento a Schaum-
burg-Lippe le introduce en un mundo de delicados con
trastes. El conde que le llamó es una figura paralela a Fe
derico II; inspirador de Scharnhorst y Gneisenau. La
condesa, por el contrario, es una estricta pietista. Her
der intenta encontrar su sitio entre lo militar y el pietis-
mo. Como literato representa la crítica más dura a la
Iglesia y al dogma, al rito y a la constitución; como guar
dián (obispo) del pequeño condado aboga por una Igle-
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S C H IL L E R
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I 9I 9 SEGUNDA PARTE
C re d o in u n u m D e u m ,
P a tre m o m n ip o te n te m ,
F a c to re m co e li e t te rra e ,
V isib iliu m et in v is ib iliu m ...
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E t in u n a m sa n c ta m
C a th o lic a m e t a p o s to lic a m
E c c le s ia m ...
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L A H U ID A A L O F U N D A M E N T A L
I.
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1920 SEGUNDA PARTE
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LA H U I D A A LO F U N D A M E N T A L 1920
P ro cu l recedant somnia
E t noctium phantasm ata,
H ostem qu e nostrum com prim e ...64
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i
1920 SEGUNDA PARTE
CLAUDIUS MAMERTUS
R A BAN U S MAURUS
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1920
TOMÁS DE KEMPIS
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1920 SEGUNDA PARTE
E g o sum su m m i R e g is filiu s
P rim u s et novissimus
Q u i d e c o e lis in h as v e n i te n e b ra s
L ib e r a r e c a p tiv o ru m an im as
P a ssu s m o rte m et m u lta s in iu r ia s ...66
66 «Soy hijo del Rey supremo, / el prim ero y el último / que del
cielo viene a esta tiniebla / a liberar las almas de los cautivos / tras pa
decer la muerte y muchas ofensas...» (TV. del T.)
67 «Es la hora final, el peor de los tiem pos; permanezcamos vigi
lantes. / E l juez supremo está al venir amenazante.» (N. del T.)
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2.
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Hay que asombrarse por entero y por cosas más finas ca
da vez. Así es como la eternidad se asombra ante el tiempo
y lo transforma. Hay que asombrarse ante lo maravilloso.
E incluso ante las heridas más profundas y extremas;
asombrarse porque nos elevan por completo a lo maravi
lloso.
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1 9 2.1 SEGUNDA PARTE
¡Canto lo infinito!
Oh, tiempo, ¿tan marcado estás?
¡Tono rosa, blancamente cantado!
¡Tú, fruto del amor, sangre de la muerte!
¡Escucha mi canción que conjura la noche!
¡ Aviva la claridad de la noche en lo profundo del día!
¡Qué llorosa estás, qué sonriente despiertas...!
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2.1 SEGUNDA PARTE
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Manifiesto Inaugural de la primera velada dadá. 15 de mayo de
1916.
M A N IF IE ST O IN A U G U R A L D E L A P R IM E R A
VELA D A DADÁ
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M A N I F I E S T O DE LA P R I M E R A V E L A D A DADA
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