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Leviatán- Resumen XIII al XXX

XIII- de la condición natural del género humano.


La diferencia entre los hombres no es lo bastante considerable para que uno de ellos pueda reclamar para sí beneficio
alguno que no pueda l otro pretender tanto como él, ya sea por maquinación secreta o federación con otros. Y en lo
que toca a las facultades mentales, encuentro mayor igualdad aún entre los hombres. Pues la naturaleza de los
hombres es tal que difícilmente creerán que haya muchos más sabios que ellos mismos: pues ven su propia
inteligencia a mono, y la de otros hombres a distancia. No hay mejor signo de igual distribución de alguna cosa que el
que cada hombre se contente con lo que le ha tocado. // De esta igualdad de capacidades surge la igualdad en la
esperanza de alcanzar nuestros fines. Si dos hombres desean la misma cosa, que no pueden ambos gozar, devienen
enemigos. Y viene a ocurrir así que pueda esperarse de otros que vengan preparados con fuerzas unidas para
desposeerle y privarle no sólo del fruto de su trabajo, sino también de su vida, o libertad. // No hay para el hombre
más forma razonable de guardarse de esta inseguridad mutua que la anticipación; dominar a tantos hombres como
pueda hasta el punto de no ver otro poder lo bastante grande como para ponerle en peligro. // Los hombres son
derivan placer alguno de estar juntos allí donde no haya poder capaz de imponer respeto a todos ellos. // Así pues,
encontramos tres causas de riña en la naturaleza del hombre: Primero, competición; segundo, inseguridad; tercero,
gloria. // Lo primero hace que los hombres invadan por ganancia; lo segundo, por seguridad; y lo tercero, por
reputación. Los primeros usan de la violencia para hacerse dueños de las personas y cosas de otros; los segundos, para
defender sus cosas, y los terceros por pequeñeces. // Mientras los hombres viven sin un poder común que los obligue
al respeto, están en aquella condición que se llama guerra, de todo hombre contra todo hombre. La naturaleza de la
guerra no consiste en el hecho de la lucha, sino en la disposición conocida hacia ella, durante todo el tiempo en que no
hay seguridad de lo contrario. En tal condición no hay lugar para la industria, el cultivo de la tierra, la navegación, uso
de los bienes, etc. Ni conocimiento, cómputo del tiempo, artes, letras ni sociedad. Lo que hay es miedo continuo,
peligro de muerte violenta, y para el hombre una vida solitaria, pobre, brutal y corta. // Y aunque nunca hubiera
habido un tiempo en el que hombres particulares estuvieran en estado de guerra, sin embargo, en todo tiempo, los
reyes y personas de autoridad soberana están en continuo celo, y en el estado y postura de gladiadores sobre las
fronteras de sus reinos; lo que es una postura de guerra.
De esta guerra de todo hombre contra todo hombre, se sigue que nada puede ser injusto, pues donde no hay poder
común, no hay ley, y donde no hay ley no hay justicia. Justicia e injusticia son cualidades relativas a los hombres en
sociedad, no en soledad. En tal condición no hay distinción entre mío y tuyo, sino sólo aquello que todo hombre
pueda tomar. Esta es la condición en la que se encuentra el hombre por naturaleza, pero con la posibilidad de salir de
ella, consistente en las pasiones y la razón. Las pasiones que inclinan a la paz son temor a la muerta, deseo de las
cosas necesarias para la vida y esperanza de obtenerlas. Y la razón sigue artículos de paz sobre los cuales puede
llevarse a los hombres al acuerdo: Las leyes de la naturaleza.

XIV- De las leyes naturales primera y segunda, y de los contratos.


El Derecho natural es la libertad que cada hombre tiene de usar su propio poder para la preservación de su propia
naturaleza, es decir, su propia vida. // Por Libertad se entiende la ausencia de impedimentos externos. // Una Ley de
naturaleza es un precepto o regla general encontrada por la razón por la cual se prohibe al hombre hacer aquello que
sea destructivo para su vida, o que le arrebate los medios para preservar la misma. El Derecho consiste en la libertad
de hacer o no hacer, mientras que la Ley determina y ata a uno de los dos. //Y dado que la condición del hombre es e
guerra de todos contra todos, no puede haber seguridad para hombre alguno de vivir todo el tiempo que la naturaleza
ordinariamente concede. Es por consiguiente una regle general de la razón que todo hombre debe esforzarse por la
paz, y que cuando no puede obtenerla, puede usar de todas las ventajas de la guerra. Así, la primera ley de naturaleza
es Buscar la paz y seguirla, y defendernos por los medios que podamos.
De esta primera ley se deriva la segunda: que un hombre esté dispuesto a renunciar a su derecho a toda cosa en pro de
la paz, y se contente con tanta libertad contra otros hombres como consentiría a otros contra él mismo. // Un derecho
puede ser abandonado por Renuncia a él, cuando no importa en quien recaiga el beneficio, o por Transferencia,
cuando la intención es que el consiguiente beneficio recaiga en alguna persona determinada. Quien abandona un
derecho está Obligado a no impedir a aquellos que se ven beneficiados por este abandono que se beneficien de él. Es
su Deber no dejar sin valor ese acto propio voluntario. Tal impedimento sería injusticia y perjuicio. Así, en el mundo,
se llama injusticia y prejuicio a deshacer voluntariamente aquello que en un principio se había voluntariamente
hecho. La forma en que se renuncia o transfiere es una declaración por un signo o signos voluntarios y suficientes de
que así renuncia o transfiere. Estos signos (palabras, acciones) son los LAZOS por los que los hombres están sujetos,
no por su naturaleza, sino por temor a las consecuencias de la ruptura. // Como la renuncia es un acto voluntario, se
hace siempre con la esperanza de obtener un bien para sí mismo. Por ello hay derechos que no pueden transferirse,
como el de resitirse a quien por la fuerza intente arrebatar la vida, poner en prisión herir. // El fin por la que la
renuncia a un derecho se introduce es la seguridad de la persona de un hombre, en su vida y en los medios para
preservarla.
La trasferencia mutua de un derecho en lo que se llama CONTRATO. // Cuando uno de los contratantes entrega su
parte confiando en obtener la suya más tarde el contrato se llama PACTO o CONVENIO. // OBSEQUIO,
DONACION, GRACIA: cuando la transferencia no es mutua. // Son signos expresos de un contrato las palabras
habladas con comprensión de lo que significan. Si se refieren al futuro se llaman PROMESA. // Son signos por
inferencia de un contrato todos aquellos que demuestran suficientemente la voluntad del contratante (palabras,
acciones, falta de acciones). // Las meras palabras, referidas a un tiempo por venir, al ser signo insuficiente de
donación, no son obligatorias. De aquel que cumple primero en un contrato se dice que MERECE aquello que ha de
recibir, y lo tiene como DEBIDO. En el contrato merezco en virtud de mi propio poder, pero en el caso de la donación
solo me es permitido merecer por la benevolencia del donante. (Meritum congrui, meritum condigni). // Si se hace un
pacto en que ninguna de las partes cumple de momento, sin haber un poder común superpuesto a ambos que obligue
al cumplimiento, es, ante la menor sospecha de incumplimiento, nulo. // Pero en un estado civil, aquel temor ya no es
razonable, y por eso aquel que debe a tenor del pacto cumplir primero, está obligado a hacerlo. // Aquél que transfiere
un derecho, transfiere los medios de gozarlo, en la medida en que esté en su poder. Y se entiende que aquellos que dan
a un hombre el derecho de gobierno en soberanía le dan el derecho de recaudar dinero para mantener soldados,
magistrados, etc.
Es imposible hacer un pacto con bestias animales. // Es imposible hacer un pacto con Dios, salvo por mediación de
aquellos a los que Dios habla (Esto no lo entendí nunca). // La materia o tema de un pacto es algo que cae bajo
ponderación y se entiende como algo cuyo cumplimiento juzga posible aquel que pacta. // Los hombres quedan
liberados de sus pactos cumpliendo o siendo perdonados. // Los pactos aceptados por miedo son, en la condición de
mera naturaleza, obligatorios. E incluso en el Estado, puedo legalmente pactar por miedo, y lo que legalmente pacto
no puedo romperlo legalmente. // Un pacto previo invalida el posterior. // Un pacto de no defenderme a mi mismo de
la fuerza es siempre inválido, porque nadie puede transferir su derecho a salvarse de la muerte, heridas y prisión, y
por tanto la promesa de no resistir a la fuerza no transfiere derecho alguno en pacto alguno, ni es obligatoria. Un pacto
de acusarse a sí mismo, sin seguridad de perdón, es igualmente inválido, pues se hace en virtud de un derecho a
preservar la propia vida. // Siendo la fuerza de las palabras demasiado débil para sujetar a los hombres, no hay más
que dos ayudas para fortalecerlo: o un temor de la consecuencia de faltar a su palabra, o una gloria u orgullo en
parecer no necesitar faltar a ella. // El temor primero es en todo hombre su propia religión, que tiene lugar en la
naturaleza antes que en la sociedad civil. Por ello, antes del tiempo de la sociedad civil, no hay nada que pueda
fortalecer un convenio salvo el temor a aquel poder invisible que cada uno de los hombres venera como Dios y teme
como vengador de su perfidia. // JURAR o JURAMENTO, es una forma de hablar que se añade a una promesa, por la
cual aquel que promete significa que si no cumple renuncia a la piedad de su dios, o atrae su venganza contra sí
mismo. El juramento no añade nada a la obligación, por que un pacto, si es legal, obliga a los ojos de Dios tanto como
sin juramento, y si es ilegal, no obliga en absoluto aunque se le añada el juramento.

XV- De otras leyes de naturaleza


La tercera: Que los hombres cumplan los pactos que han celebrado, sin lo cual, estamos todavía en el estado de
guerra. En esta ley de naturaleza se encuentra el origen de la JUSTICIA. Donde no ha precedido pacto, ninguna
acción puede ser injusta. Pero cuando se ha celebrado un pacto, entonces romperlo es injusto, y la definición de
INJUSTICIA no es otra que el no cumplimiento de un pacto. // Pero antes que los nombres de justo i injusto puedan
aceptarse, deberá haber un poder coercitivo que obligue igualitariamente a los hombres al cumplimiento de sus
pactos, por el terror a algún castigo mayor que el beneficio que esperan de la ruptura del pacto. La definición
ordinaria es: justicia es dar a cada uno lo suyo, Pero donde no hay Estado, no hay propiedad, por tener todo hombre
derecho a toda cosa. Por tanto, allí donde no hay estado, nada es injusto, porque la validez de los pactos no comienza
sino con la constitución de un poder civil suficiente para obligar a los hombres a su cumplimiento. Y es entonces
también cuando comienza la propiedad. // La crítica del necio: (Que dice que no hay justicia). Pregunta si no es
posible que a veces la injusticia acompañar a aquella razón que dicta a todo hombre su propio bien. Pero el beneficio
propio no puede ser criterio de razonabilidad, por que cuando un hombre hace una cosa que tiende a su propia
destrucción, esta puede accidentalmente volverse en beneficio suyo; pero eso no loa hace razonable. En segundo
lugar, ningún hombre puede esperar defenderse a sí mismo en el estado natural sin la ayuda de confederados. Y el que
declare que considera razonable engañar a aquellos que le ayudan, no puede razonablemente esperar otro tipo de
seguridad que la que pueda obtener de su propio poder. Por tanto, aquel que rompe su pacto y declara que lo hace con
razón, no puede ser recibido en sociedad alguna que se erija para la paz ni permanecer en ella más que por error, error
que no podía prever y por tanto suponer contrario a su conservación. En cuanto al ejemplo de obtener cierta seguridad
eterna del cielo, la única forma de obtenerla sería cumplir lo pactado. Y en cuanto obtener la soberanía por medio de
rebelión, no enseña más que a hacer lo mismo a otros, y es contraria a la razón. // La justicia, cumplimiento de lo
pactado, es por tanto una regla de razón por la cual se nos prohibe hacer algo destructivo para nuestra vida, y es por
tanto una ley de naturaleza. // No se puede excluir de esta ley de naturaleza a quienes habitualmente rompen sus
pactos, pues si cualquier falta de un hombre fuera suficiente para hacer perder fuerza al acto, la misma debiera haber
sido suficiente para haber evitado que se celebrase el pacto. // Justo e injusto, cuando se atribuyen a hombres,
significan conformidad o inconformidad de la conducta de la razón, y cuando se atribuyen a actos significan
conformidad o inconformidad a razón no de conducta sino de actos particulares. // Lo que da a los actos humanos el
sabor de la justicia es una cierta nobleza por la que el hombre desprecia contemplar, para su contento, la violación de
promesa. Esta justicia de la conducta es lo que se significa cuando se llama a la justicia virtud y a la injusticia vicio.
La justicia de los actos hace que los hombres se denominen faltos de culpa, y la injusticia, culpables. // La injusticia
como conducta es ala disposición para hacer daño. Pero la injusticia de un acto supone que alguna persona ha sido
perjudicada, precisamente aquella con quien se hizo el pacto. Muchas veces recibe un hombre el perjuicio, mientras
que otro recibe el daño. El robo y la violencia son perjuicios causados a la persona de la República.
Cualquier cosa que se haga a un hombre de conformidad con su propia voluntad, no es `perjuicio. // La justicia de los
actos se divida en conmutativa y distributiva. La primera consiste en la proporción aritmética, y la segunda en la
proporción geométrica. A la conmutativa se atribuye la igualdad de valor de las cosas contratadas, y a la distributiva la
distribución de igual beneficio a hombres de igual mérito. El valor de la cosa contratada es medido por el apetito de
los contratantes. La justicia conmutativa es la justicia de un contratante (un cumplimiento del pacto al comprar o
vender) y la distributiva es la justicia de un árbitro (el acto de definir lo que es justo).
La cuarta ley es la gratitud: que un hombre que reciba beneficio de otro por mera gracia se esfuerce para que aquel
que lo haya dado no tenga causa razonable ara arrepentirse de su buena voluntad. Pues si los hombres ven que al dar
algo quedarán frustrados, no habrá comienzo de confianza posible. La violación de esta ley se llama ingratitud y tiene
la misma relación con la gracia que la injusticia tiene con la obligación derivada del pacto. // Quinta: la deferencia,
que todo hombre se esfuerce por acomodarse al resto de los hombres. Se supone que todo hombre se esforzará todo lo
que pueda para obtener lo necesario para su conservación, y aquel que se oponga a esto por cosas superfluas es
culpable de la guerra que de ello se seguirá, yendo contra la ley fundamental. Los que cumplen esta ley son
SOCIABLES, los otros INSOCIABLES. // Sexta: que ante garantía para el tiempo futuro, un hombre debiera
perdonar las ofensas pasadas de aquellos que, arrepentidos, lo desean. El PERDON es el otorgamiento de paz.
Séptima: que en las venganzas los hombres no miren la magnitud del mal pasado, sino la magnitud del bien por venir.
El castigo debiera tener solo el fin de corregir, pues dañar sin razón conduce a la guerra, yendo contra la ley
fundamental (crueldad).
Octava: que ningún hombre declare odio o desprecio por otro por obra, palabra, aspecto o gesto. La violación se llama
insolencia. Si la naturaleza ha hecho a los hombres iguales, esta igualdad debe ser reconocida. // Novena: que todo
hombre reconozca a los demás como sus iguales por naturaleza. La violación de este precepto es orgullo. // De esta
ley se desprende la Décima: que al iniciarse las condiciones de paz ningún hombre requiera reservar para sí mismo
derecho alguno que no esté dispuesto sea reservado para cada uno de los demás. Los observantes de esta ley son los
Modestos, y los violadores Arrogantes.
Undécima: EQUIDAD (o justicia distributiva): si se confía en un hombre para que juzgue entre hombre y hombre, es
precepto de la ley natural que medie con igualdad entre ellos, pues sino todas las controversias deberían determinarse
por la guerra.
Duodécima: (igual uso de cosas comunes) que las cosas que no son divisibles sean gozadas si puede ser en común, y
si lo permite la cantidad de la cosa, sin reserva; en otro caso, proporcionalmente al número de aquellos que tienen
derecho.
Decimotercera: de la suerte: En lo que no pude ser gozado en común, el derecho entero o la primera posesión debe ser
determinada por la suerte, que puede ser de dos clases: Arbitraria (aquella acerca de la cual concuerdan los
competidores) o Natural (primogenitura o primera posesión). // Decimoquinta: que a todo hombre que medie por la
paz, se le otorgue salvoconducto, pues la ley que prescribe paz como fin prescribe la intercesión como medio, y el
medio para la intercesión es el salvo conducto. // Decimosexta: que aquellos que están en controversia, sometan su
derecho al juicio de un árbitro.
Decimoséptima: ningún hombre es un árbitro adecuado para su propia causa. // Decimoctava: en ninguna causa
debiera recibirse como árbitro a un hombre para el que pudiera aparentemente derivarse mayor beneficio de la
victoria de una parte que de la otra.
Decimonovena: (de los testigos) No pudiendo el juez confiar más en una parte que en la otra, deberá confiar en un
tercero.
Las leyes naturales han sido resumidas en una fácil suma: no hagas a los demás lo que no quisieras que te hagan a ti.
Las leyes de naturaleza obligan in foro interno, es decir, atan a un deseo de que tuvieran lugar, pero in foro externo,
no siempre, pues quien cumpliera donde ningún hombre lo hiciese, no haría sino hacerse presa de otros. // Y toda ley
que obligue in foro interno puede ser violada, no solo por un hecho contrario a la ley, sino también por un hecho
acorde a ella, cuando la intención fuera contraria a la ley, lo que es una violación cuando la obligación es in foro
interno.
Las leyes de naturaleza son inmutables y eternas. // Para su observación no requieren otra cosa que intención; el que
intenta cumplirlas, les da cumplimiento, y aquel que da cumplimiento a la ley es justo. // Y la ciencia de ellas es la
verdadera y única filosofía moral, pues la filosofía moral no es otra cosa que la ciencia de lo que es bueno y malo en
la conversación y la sociedad humana. Bueno y Malo son hombres que significan nuestros apetitos, y aversiones, que
son diferentes en los diferentes caracteres, costumbre y doctrinas. // Todos los hombres están de acuerdo en que la paz
y con ella también los medios de paz que son justicia, gratitud, modestia, equidad, piedad y el resto de las leyes de
naturaleza, es decir, las virtudes morales, son buenos y sus vicios contrario, malos. Ahora bien, la ciencia de la virtud
y el vicio es la filosofía moral, y por tanto, la verdadera doctrina de las leyes de naturaleza es la verdadera filosofía
moral. // Estos dictados de la razón no son sino conclusiones o teoremas relativos a lo que conduce a la conservación
o defensa, mientras que propiamente ley es la palabra de aquel que tiene por derecho mando sobre otros. Y si
consideramos estos teoremas como se nos entregan el la palabra de Dios, que manda sobre toda cosa, podemos
llamarlas layes con propiedad.

XVI- De los autores, personas y cosas personificadas.

PERSONA es aquel cuyas palabras o acciones son consideradas, bien sea como suyas, bien como representando las
palabras y acciones de otro hombre, o de cualquier cosa a la que se atribuyan, verdaderamente o por ficción.
Cuando se consideran como suyas, se llama entonces PERSONA NATURAL, y cuando se consideran como en
representación de las palabras y acciones de algún otro, PERSONA ARTIFICIAL o SIMULADA. // Una persona es lo
mismo que un ACTOR, y PERSONIFICAR es actuar o REPRESENTARSE a sí mismo, o a otro, y de aquel que actúa
por uno se dice que es portador de su persona o que actúa en su nombre. // Las palabras y acciones de algunas
personas artificiales son propiedad de aquellos a quienes representan, Y entonces la persona es el ACTOR, y el
propietario de sus palabras y acciones es el AUTOR, en cuyo caso el actor actúa por autoridad. // Y así como el
derecho de posesión es llamado DOMINIO, el derecho a hacer cualquier acción es llamado AUTORIDAD. HECHO
POR AUTORIZACIÓN es lo hecho por comisión o licencia de aquel a quien el derecho pertenece.
Cuando el actor celebra un pacto por autorización, obliga con ello al autor. Pero ningún hombre está obligado por un
pacto del que no es autor. // Cuando el actor realiza algo contra la ley de naturaleza por orden del autor, si está
obligado a obedecer por un pacto anterior, no es él sino el autor el que viola le ley natural. Y negarse a hacerlo es
opuesto a la ley de naturaleza que ordena no violar los pactos. // La autorización debe ser mostrada.
Las cosas inanimadas, como una iglesia, son personificadas por un rector, director, etc. Pero no pueden ser autores ni
autorizar actores. A menos que el gobernador o propietario de esas cosas designe un actor. Por eso dichas cosas no
pueden ser personificadas antes de que exista un gobierno civil. Lo mismo con los niños, idiotas, etc. Por que antes de
un tal estado no hay dominio de personas. // Los ídolos pueden ser personificados, pero no pueden ser autores, porque
un ídolo no es nada. La autoridad procede del Estado. Por eso los Dioses no pudieron ser personificados antes del
gobierno civil.
El Dios verdadero puede ser personificado. // Una multitud de hombres se hace UNA persona cuando son
representados por un hombre o una persona siempre que se haya hecho con el consentimiento de cada uno en
particular e los de aquella multitud, pues es la UNIDAD del mandatario, no la unidad de los representados, lo que
hace de la persona una. La unidad en la multitud no puede entenderse de otra forma. // Y si el representante consiste
en muchos hombres, la voz del mayor número de ellos debe considerarse como la voz de todos. Un representante
constituido por un número par de personas es muchas veces mudo e incapaz de acción. Si el número es impar, de los
que cada uno tiene por una voz negativa autoridad para dejar sin efecto todas las voces afirmativas del resto, este
número no es representativo. // Hay DOS CLASES DE AUTORES. El primero llamado solamente así, como aquel
que simplemente es dueño de la acción de un otro. El segundo es aquel que es dueño de una acción o pacto de otro
condicionalmente, es decir que se compromete a hacerlo si el otro no lo hace en un momento determinado. Y estos
son llamados FIADORES.
XVII- De las causas, generación y definición de una República.

La causa final de los hombres al introducir la vida en repúblicas es cuidar de su propia preservación y tener una vida
más dichosa.
Las leyes de la naturaleza son por sí mismas contrarias a nuestras pasiones naturales. Sin la espada, los pactos no son
sino palabras, y carecen de fuerza para asegurar en absoluto a un hombre. // La multitud suficiente para confiar en ella
nuestra seguridad no está determinada por ningún número específico, sino por una comparación con el enemigo al que
tememos. Es suficiente cuando la desigualdad con el enemigo no es tan visible como para determinar el
acontecimiento de la guerra. Y nunca habrá una multitud tan grande. Con todo, si sus acciones se rigen por sus
apetitos particulares, reducirán su fuerza a nada mediante la oposición mutua. // Algunas criaturas como las abejas o
las hormigas, viven en sociedad aunque no tengan dirección alguna fuera de sus apetitos y juicios particulares. La
humanidad no puede hacerlo porque:
Primero, los hombres están continuamente en competencia de honor y dignidad, lo cual no sucede entre esas criaturas.
Segundo, que entre esas criaturas el bien común no difiere del privado, y estando por naturaleza inclinadas a lo
privado, se procuran con ello el bien común. // Tercero, que esas criaturas, careciendo del uso de razón, a diferencia
del hombre, no ven ni piensan ver ningún defecto en la administración de su negocio común. En cambio entre los
hombres hay quienes se creen más capaces de gobernar lo público, y llevan a la guerra civil. // Cuarto, que tales
criaturas, aunque tienen algún uso de la voz para darse a conocer sus deseos, carecen de ese arte de las palabras
mediante el cual pueden unos hombres representar a otros lo bueno por malo y lo malo por bueno, creando el
descontento y turbando la paz. // Quinto, esas criaturas irracionales no pueden distinguir entre injuria y daño, y
mientras estén bien no se ofenden con el prójimo, mientras que el hombre, cuando está bien, es cuando más disfruta
mostrando su sabiduría. (Acá no entiendo que tienen que ver injuria y daño.)
Último, el acuerdo de estas criaturas es natural, mientras que el de los hombres proviene solo de pacto, lo cual implica
artificio, y supone un poder común para hacer duradero ese acuerdo. // El único modo de erigir un poder común capaz
de defender de la invasión y la guerra civil, es que los hombres confieran todo su poder y fuerza a un hombre, o
asamblea de hombres, que pueda reducir todas sus voluntades a una sola. Lo cual equivale a elegir un hombre o
asamblea de hombres que represente su persona. Y cada uno reconocerse a sí mismo como autor de aquello que pueda
hacer o provocar quien así representa a su persona.
Esto es más que consentimiento; es unidad de todos ellos en una e idéntica persona hecha por pacto de cada hombre
con cada hombre. La multitud así unida en una persona se llama República. Esta es la generación de ese gran
LEVIATAN o Dios Mortal. Y en él consiste la esencia de la República, que es Una persona cuyos actos ha asumida
como autora una gran multitud, por pactos mutuos de unos con otros, a los fines de que pueda usar la fuerza y los
medios de todos ellos para su paz y defensa común.
El que carga con esa persona se denomina soberano y posee el poder soberano; los demás son súbditos.
El poder soberano se alcanza por fuerza natural (adquisición) o por acuerdo voluntario entre los hombres (institución).

XVIII- De los derechos de soberanos por institución

Una República es instituida cuando una multitud de hombres se ponen efectivamente de acuerdo y pactan cada uno
con cada uno que a cierto hombre o asamblea de hombres se le concederá por mayoría el derecho a representar la
persona de todos ellos. TODOS ellos autorizarán el lo sucesivo todas las acciones y juicios de ese hombre o asamblea
de hombres como si fueran suyos propios hasta el final. De esta institución derivan todos los derechos de aquellos a
quienes resulta conferido el poder.
(1)Los súbditos deben entenderse no obligados por un pacto anterior para con nada que repugne a esto.
Están obligados a ser reputados autores de todo cuanto vaya a hacer quien es soberano. Son autores de todo cuanto su
soberano pueda hacer. // No se puede desobedecer al soberano alegando un pacto con Dios. // (2) Como el pacto es de
todo hombre con todo hombre, pero no con el soberano, no puede haber violación del pacto por parte del soberano.
Quien es hecho soberano no suscribe ningún pacto con sus súbditos de antemano.
Es vano conceder la soberanía por el camino de un pacto precedente, pues los pactos son solo palabras, y no tienen
fuerza para obligar sino partiendo de la espada pública, esto es, partiendo de las manos desatadas de ese hombre o
asamblea de hombres, cuyas acciones son obedecidas por todos y ejecutadas por la fuerza de todos, unidos en él. // (3)
Puesto que la mayoría ha declarado un soberano por consentimiento, quien haya disentido debe ahora asentir con el
resto. // (4) Puesto que todo súbdito es por esta institución autor de todas las acciones y juicios del soberano
instituido, nada de lo hecho por él podrá ser injuria para ninguno de sus súbditos. Quien tiene el poder soberano puede
cometer iniquidad; pero no injusticia en sentido propio.
(5) El soberano no puede ser castigado por el súbdito, pues impondrían castigo a las acciones de las que ellos mismos
son autores.
(6) Como el soberano tiene derecho al fin tiene también derecho a los medios, y es por eso juez de lo necesario para la
paz de los súbditos (juzga que doctrinas son adversas y cuales no, etc.) // (7) Corresponde a la soberanía todo el poder
de prescribir las leyes por cuya mediación cualquier hombre puede saber de qué bienes puede disfrutar y que acciones
puede hacer sin ser molestado por ninguno de los demás súbditos. Y esto es lo que los hombres llaman PROPIEDAD.
// (8) Derecho de enjuiciamiento.
(9) Pertenece a la soberanía el derecho de hacer la paz o la guerra con otras repúblicas. // (10) Le corresponde la
capacidad elegir todos los consejeros, ministros, magistrados, etc. Tanto en paz como en guerra. // (11) Le
corresponde el poder de recompensar o castigar de acuerdo a la ley por él sancionada. // (12) Dar títulos de honor e
indicar la dignidad de cada hombre.
Estos derechos son marcas mediante las cuales puede uno discernir en qué hombre está el poder soberano. Estos
derechos son indivisibles, pues un reino dividido en sí mismo no puede subsistir. // Como son derechos esenciales e
inseparables, no pueden por concesión cederse sin directa renuncia al poder soberano. El poder del soberano no solo
es superior al de cualquier súbdito, sino que es idéntico al orden de todos juntos, y no inferior. También el honor del
soberano es superior al de cualquier súbdito, pues en la soberanía está la fuente del honor. Los súbditos son todos
iguales en presencia del soberano.

XIX- De las diferentes clases de república por institución, y de la sucesión al poder soberano.

La diferencia de repúblicas reside en la diferencia de la persona representativa de los miembros de la multitud. Sólo
puede haber tres clases de república. Cuando el representante es un hombre, es una monarquía. –Cuando es la
asamblea de todos, es una Democracia. Cuando es la asamblea solo de una parte, es una aristocracia. // Tiranía y
Oligarquía no son clases diferentes de república, sino las mismas antes mencionadas. // Allí donde ya se erigió un
poder soberano, no puede haber otro representante del mismo pueblo, sino solo para ciertos fines limitados por el
soberano. // (A continuación enumera las ventajas de la monarquía sobre las otras clases de república). // La diferencia
entre estas tres clases de república no consiste en su poder, sino en la diferencia de aptitud para conservar la paz.
Quien asume la persona la representación del pueblo, asume también la propia persona natural. Y aunque en su
persona política se cuide de perseguir el bien común, es más o menos cuidadoso para perseguir su bien privado, y en
la mayoría de los casos prefiere el bien privado al público. De lo cual se sigue que allí donde estén máximamente
unidos el interés público y el privado, allí tiene máximo desarrollo lo público. Ahora bien, en la monarquía el interés
privado es idéntico al público. Las riquezas, poder y honor de un monarca brotan sólo de las riquezas fuerza y
reputación de sus súbditos. // Un monarca recibe consejo de quién, cuando, y dónde él guste, con tanta antelación y
secreto como el desee.
Las resoluciones de un monarca no están sujetas a inconstancia alguna fuera de la correspondiente a la naturaleza
humana, y no se halla sujeta a la inconstancia del número. // Un monarca no puede estar en desacuerdo consigo
mismo debido a envidia o interés.
Desventajas: en la monarquía cualquier sujeto puede verse despojado de cuanto posee, por el poder de un hombre,
para el enriquecimiento de un favorito. Per en una asamblea puede ocurrir lo mismo. // La soberanía puede recaer en
un infante o un incapaz. Para demostrar que este inconveniente no procede de la monarquía, hemos de considerar que
el monarca precedente ha indicado quien tendrá la tutoría de su infante sucesor. (Ver este párrafo). // Puede penarse
que además de estas tres formas existen otras surgidas de su mezcla. Por ejemplo, reinos electivos donde los reyes
tienen el poder durante cierto tiempo, o monarquías donde el rey posee un poder limitado. Pero no es así. Porque los
reyes electivos no son soberanos sino ministros del soberano; no son soberanos los reyes limitados, sino ministros de
quienes tienen el poder soberano. Si el rey no tiene derecho a elegir su sucesor, y se conoce quien tiene el poder para
conferir la soberanía tras su muerte, la soberanía estaba en esta persona antes. Porque nadie tiene derecho a dar lo que
no tiene derecho a conservar para sí. // El rey cuyo poder es limitado no es superior al de quien tiene derecho a
limitarlo; y quien no es superior no es supremo, esto es, no es soberano.
En tercer lugar.... (Ver lo de la monarquía de un pueblo sobre otro pueblo).
En todas las formas de gobierno, siendo mortal la materia, es necesario que tal como se tomó el orden por un hombre
artificial se tome allí también el orden como una eternidad artificial de vida, sin la cual los hombres que son
gobernados por una asamblea habrían de retornar al estado de guerra en cada edad. Esta eternidad artificial es llamada
derecho de sucesión.
La mayor dificultad sobre el derecho de sucesión se encuentra en la monarquía. Y la dificultad proviene de que a
primera vista no es manifiesto quien ha de designar al sucesor. Debemos considerar que quien está en posesión de la
soberanía tiene derecho a disponer de la sucesión, o bien que el derecho se encuentra de nuevo en la multitud disuelta.
Es evidente que mediante la institución de la monarquía la disposición del sucesor se abandona siempre al juicio y
voluntad del poseedor presente.
Donde ni la costumbre ni el testamento ni palabras expresas del soberano han precedido, debe entenderse que la
voluntad de un monarca es que el gobierno siga siendo monárquico. En segundo lugar, que un hijo suyo será preferido
ante cualquier otro. Y ante la ausencia de un hijo, antes a un hermano que a un extraño, y así primero al más próximo
que al más remoto.
No es ninguna injuria al pueblo que un monarca disponga de su sucesión a voluntad.

XX- Del dominio paternal y el despótico.

Una república por adquisición es aquella donde el poder soberano se adquiere por la fuerza, cuando hombres
singulares o en conjunto autorizan (por miedo a la muerte o vínculos) todas las acciones del hombre que tiene poder
sobre sus vidas y libertad.
Difiere de la soberanía por institución solo en que, en lugar de instituir al soberano por miedo de unos a otros, lo
hacen por miedo a quien instituyen. Los derechos y consecuencias de la soberanía son idénticos en ambos. // El
dominio se adquiere de dos maneras; por generación o por conquista. El primero es el que un padre tiene sobre sus
hijos, denominado paternal. Y no se deriva de la generación, sino del consentimiento del niño. // Pero siempre hay dos
que son igualmente padres. En la condición de mera naturaleza, o bien los propios padres disponen del niño mediante
contrato, o no disponen de esto en absoluto. Si no existe contrato, el dominio pertenece a la madre; porque no puede
saberse quien es el padre si no lo declara la madre. El niño debe obedecer a aquel por quien fue preservado, pues la
preservación de la vida es el fin por el cual un hombre se somete a otro. Si la medre es súbdita del padre, el dominio
del niño pertenece al padre, y viceversa. Y si ambos son monarcas, depende del lugar de residencia. El derecho de
sucesión a este dominio es igual que en la monarquía. // El dominio adquirido por conquista o victoria en la guerra es
el que algunos escritores llaman despótico. Es adquirido por el vencedor cuando el vencido conviene que mientras se
preserven su vida y libertad corporal el vencedor usará de ello a su antojo. Una vez hecho ese pacto el vencido es un
SIERVO.
Pero no es la victoria lo que proporciona el derecho sobre el vencido, sino su propio acto. No está obligado por que
fue conquistado, sino por su propio acto de sometimiento. // El amo del siervo es también amo de todo cuanto este
posea. Pues mediante el pacto de obediencia el siervo autoriza todos los actos del amo, y es autor de estos.

XXI- De la libertad de los súbditos

Libertad o independencia significa la falta de oposición (por oposición entendemos impedimentos externos al
movimiento); y puede aplicarse a criaturas irracionales e inanimadas no menos que a las racionales. Cuando el
obstáculo no está en lo externo sino en la cosa misma, no le falta libertad, sino poder para moverse. Un hombre libre
es quien en las cosas que por su fuerza o ingenio puede hacer no se ve estorbado en realizar su voluntad. Cuando las
palabras libre y libertad se aplican a cosas distintas de cuerpos se comote un abuso. Finalmente, por el uso de las
palabras libre albedrío no puede inferirse ninguna libertad de la voluntad, del deseo o de la inclinación, sino de la
libertad del hombre. // El miedo y la libertad son compatibles. Por lo general, todas las acciones que los hombres
realizan en las repúblicas por miedo a ir a la cárcel son acciones que estaban en libertad de omitir. // Libertad y
necesidad son compatibles. Así acontece con las acciones realizadas voluntariamente por los hombres, que por
proceder de la voluntad proceden de la libertad y, no obstante, proceden de la necesidad, porque todo acto de la
libertad humana procede de alguna causa, y esta de otra en una cadena continua. // Lo hombres no pueden tener
apetito de cosa alguna que no tenga en dios su causa. Y si su voluntad no asegurara la necesidad de la voluntad
humana y todo cuanto depende de la voluntad, la libertad de los hombres sería una contradicción, un impedimento a
la omnipotencia y a la libertad de Dios. Esto sobre la Libertad Natural. // Los hombres han creado, así como un
hombre artificial (república), también cadenas artificiales llamadas LEYES CIVILES. Aunque esos vínculos son
débiles por su propia naturaleza, pueden hacerse guardar debido al peligro.
Sólo en relación con esos vínculos hablaré de la libertad de los súbditos. La libertad de un súbdito yace sólo en
aquellas cosas que al regular sus acciones el soberano ha omitido. Esto no quita al soberano el poder de vida o muerte
sobre sus súbditos, sin que esto sea injusticia contra ellos en ningún caso. // La libertad de las repúblicas es idéntica a
la que tendría todo hombre en estado de naturaleza. Pues así como entre hombres sin amo existe una guerra perpetua
de cada uno contra cada uno, así en los estados o repúblicas independientes entre sí cada república tiene absoluta
libertad para hacer lo que crea oportuno para su beneficio. Pero por lo mismo viven en un estado de guerra perpetua y
sobre los confines de la batalla. La libertad será idéntica si una república es monárquica o popular. // Ahora nos
centraremos en las cosas que, aunque ordenadas por el soberano, un súbdito puede negarse a hacer sin injusticia,
hemos de considerar qué derechos enajenamos al hacer una república. Pues en el acto de nuestra sumisión consiste
tanto nuestra obligación como nuestra libertad. No hay obligación de hombre alguno que no surja de un acto suyo.
Es manifiesto que todo súbdito tiene libertad en aquellas cosas cuyo derecho no puede transferirse por pacto.
Si el soberano ordena a un hombre que se hiera, mate, mutile, etc., ese hombre es libre para desobedecer. // Ningún
hombre puede ser obligado por pacto a acusarse a sí mismo. // El consentimiento de un súbdito al poder soberano está
contenido en estas palabras: autorizo, o asumo, todas sus acciones, en lo cual no existe restricción alguna a su propia
libertad natural anterior.
Ningún hombre esta obligado por sus propias palabras a matarse o a matar a ningún otro hombre. Cuando nuestra
negativa a obedecer frustra el fin por el cual fue instituida la soberanía, no hay libertad para rehusar. En otro caso, sí.
Un hombre a quien se ordena luchar como soldado contra el enemigo puede rehusarse en muchos casos sin injusticia,
aunque el soberano tenga derecho suficiente para castigar tal negativa con la muerte. // Ningún hombre tiene libertad
para resistir la espada de la república en defensa de otro hombre, culpable o inocente; porque tal libertad priva al
soberano del derecho para protegerlos. Si es únicamente para defender sus personas, no es injusto en absoluto. // Allí
donde el soberano no ha prescrito regla, el súbdito tiene libertad para hacer o no hacer con arreglo a su propio criterio.
// Si un súbdito tiene una controversia con su soberano sobre deuda, o sobre derecho de posesión, o concerniente a
cualquier servicio requerido o vinculada a cualquier pena, fundamentada sobre una ley precedente, tiene la misma
libertad para defender su derecho que si se tratara de otro súbdito, y para realizar esa defensa ante los jueces
designados por el soberano. Pero si el soberano toma cualquier cosa por pretensión de su poder, allí no actúa la ley,
pues es hecho por la autoridad de cada súbdito. // La obligación de los súbditos para con el soberano se sobreentiende
que dura tanto como el poder mediante el cual este es capaz de protegerlos. Pues el fin de la obediencia es la
protección.
Si un monarca enajena su soberanía, sus súbditos retornan a la absoluta libertad de su naturaleza. Si carece de
herederos no habrá soberanía ni sujeción. // Si el soberano destierra a un súbdito, este no es tal durante el destierro.
Si un soberano sometido por la guerra se hace súbdito del vencedor, sus súbditos quedan emancipados de la
obligación previa y obligados para con el vencedor. Pero si es mantenido prisionero, no significa que haya renunciado
a su soberanía, y sus súbditos están obligados a prestar obediencia a los magistrados por el designados, que gobiernan
en su nombre.

XXII- De los sistemas políticos y privados de súbditos.

Por sistemas entiendo cualquier número de hombres agrupados por un interés. Son regulares aquellos donde un
hombre o asamblea es constituido representante de todos. Los demás son irregulares. // Entre los regulares algunos
son absolutos e independientes, sujetos solo a su propio representante. De este tipo son las repúblicas. Otros son
dependientes, subordinados a algún poder soberano. // Entre los sistemas subordinados, Los sistemas políticos son los
creados la autoridad del poder soberano de la república y los privados son constituidos por los súbditos entre ellos, o
por un extranjero. // De los sistemas privados son legales aquellos autorizados por la república, y todos los demás son
ilegales. Los sistemas irregulares son aquellos que careciendo de representante sólo consisten en el concurso del
pueblo. // En los cuerpos políticos, el poder del representante está siempre limitado. Y quien prescribe sus límites es el
poder del soberano. Por que el poder ilimitado es soberanía absoluta. Permitir que un cuerpo político de súbditos
tenga un representante absoluto para todas las intenciones y propósitos supondría abandonar el gobierno de esa parte
de la republica y dividir el dominio, cosa contraria a la paz y defensa. // Los límites del poder concedido al
representante de un cuerpo político deben ser entendidos a partir de dos cosas. Uno es su escritura, o las cartas del
soberano; el otro es la ley de la república. // T puesto que tal limitación no siempre es fácil, las leyes ordinarias deben
determinar qué puede legítimamente hacer el representante en todos aquellos casos donde las propias cartas guardan
silencio. Si el representante es un hombre, lo que haga representando al cuerpo y no esté respaldado por sus cartas, ni
por las leyes, es su propio acto y no acto del cuerpo. Pero lo que hace con arreglo a las cartas y leyes es acto de todos,
pues del acto del soberano todos son autores.
Si el representante es una asamblea, lo que esa asamblea decrete y no se encuentre respaldado por sus cartas o las
leyes, es el acto de la asamblea o cuerpo político, y el acto de todos por cuyo voto se hizo, pero no del que estando
presente votase en contrario, no de los ausentes. Si estos decretos constituyen un crimen son castigados con multas o
con revocación de sus cartas, por que “la naturaleza ha eximido a los cuerpos políticos de penalidades corporales”. //
Cuando el representante del cuerpo es un hombre, si presta dinero o lo debe en virtud de un contrato, solo él es
responsable, no los miembros; cuando es una asamblea, solo están obligados quienes asintieron. // Pero si la deuda es
con uno de la asamblea, sólo la asamblea está obligada al pago, con su propio patrimonio común, si lo tiene. // Resulta
a veces legítimo sino oportuno que un hombre particular haga una protesta abierta contra los decretos de la asamblea
representativa, y pide que su disidencia sea registrada, pues sino podría ser obligado a pagar deudas contraídas o ser
responsable de crímenes cometidos por otros. Pero en una asamblea soberana esa libertad se e suprime, tanto por que
quien protesta allí niega su soberanía como por que todo cuanto ordena el poder soberano está para el súbdito
justificado por la orden, pues de tal orden todo súbdito es autor. // La diversidad de cuerpos políticos es casi infinita.
El gobierno de una provincia se confía por lo general no a una asamblea sino a un representante. Aunque todo hombre
desea participar en el gobierno, allí donde no puede estar presente se siente inclinado por naturaleza a confiar el
gobierno del interés común a una forma monárquica más que popular de gobierno. // Si el gobierno es por asamblea,
se aplica lo mismo que explicó más arriba para las asambleas. // Los derechos de imponer multas, no puede hacer lo
mismo fuera de la provincia o colonia que le corresponde.
Si una corporación política de comerciantes contrae una deuda con un extranjero mediante un acto de su asamblea
representativa, todo miembro responde por sí mismo de la totalidad. Si la república impone una tasa sobre la
corporación, debe entenderse establecida sobre cada miembro en proporción a su riesgo específico en la compañía. //
Si se impone a una corporación una multa por algún acto ilegítimo, sólo son responsables aquellos por cuyos votos se
decretó el acto. // Si uno de los miembros está endeudado con la corporación puede ser perseguido por ella; pero sus
bienes no pueden ser incautados, ni ser encarcelada su persona mediante la autoridad de la corporación, sino sólo
mediante la autoridad de la república. // En una corporación privada regular legítima, como una familia, ninguno de
los miembros está obligado a obediencia a las acciones que la ley prohíbe. En todas las demás acciones, mientras se
encuentren bajo el gobierno doméstico, están sometidas a sus padres y tutores como a sus soberanos inmediatos. //
Las corporaciones regulares pero ilegítimas son aquellas que se unifican en la representación e una persona sin
ninguna autoridad pública en absoluto. (Mendigos, ladrones y gitanos). // La ligas de súbditos son en su mayoría
innecesarias en una república, que no es sino una liga de todos los súbditos, y sus propósitos huelen a ilegítimos; caen
por eso bajo el nombre de facciones o conspiraciones, siendo ilegítimas. // La liga solo es válida mientras no surja una
justa causa de desconfianza. Las ligas entre repúblicas, no sólo son legítimas sino también beneficiosas mientras
duran. Pero las ligas de súbditos de una misma república son innecesarias para el mantenimiento de la paz y la justicia
e ilegítimas, si tienen un propósito pernicioso o desconocido (en ese caso es peligrosa). // Si el poder soberano resida
en una gran asamblea y algunos de los componentes de la misma consultan sin autoridad a una parte para maquinar la
dirección del resto, se trata de una facción o conspiración ilegítima. // En todas las repúblicas, si un particular tiene
más criados de los que requiere el gobierno de sus propiedades y su empleo legítimo, es facción e ilegítimo. Pues
teniendo la protección de la república, no necesita de una fuerza privada. // Las facciones para el gobierno de la
religión o del estado son injustas por ser contrarias a la paz y seguridad del pueblo.
Quien no pueda ofrecer un motivo bueno para estar en masa, debe ser juzgado consciente de un propósito ilegítimo.
No es un número fijio lo que hace ilegítima a la asamblea, sino un número tal que los funcionarios presentes sean
incapaces de suprimir y devolver ajusticia. // Cita un pasaje de la biblia (hechos 19.38…) donde se llama sedición a
una asamblea de cuyo motivo los hombre son pueden dar justa cuenta. Todo esto se dice respecto de sistemas y
asambleas de personas, que pueden compararse a las partes semejantes del cuerpo humano. Los que son legítimos a
músculos, y los ilegítimos a bilis, tumores y pústulas, engendrados por la confluencia antinatural de humores
malignos.
Cap. XXIII De los ministros públicos del poder soberano.

De las partes orgánicas de la república, que son los ministros públicos.


Es MINISTRO PÚBLICO quien por el soberano es empleado en cualesquiera asuntos con autoridad para representar
en ese cargo a la persona de la república. Y dado que todo hombre o asamblea con soberanía representa a dos
personas tienen dos capacidades, una natural y otra política (como monarca, no solo tiene la personalidad de la
república, sino también la de un hombre; y como asamblea, la de la república y la de la asamblea).
Pueden encargarse de una administración general de todo el dominio o de una parte, como cuando un monarca se la
encomienda a un gobernador o virrey. Los súbditos quedan obligados a acatar todo lo que estos funcionarios hagan en
nombre del soberano. Estos ministros no tienen derecho alguno sino aquel que depende de la voluntad del soberano. Y
este tipo de ministros se asemeja a los nervios y tendones que mueven los diversos miembros de un cuerpo natural.
Son ministros, por que sirven a la persona representada y nada pueden hacer contra su mandato. Públicos, por que
sirve a esa persona en su capacidad política.
Son también ministros públicos quienes tienen autoridad para enseñar o para autorizar a otros a fin de que enseñen a
las personas su deber para con el poder soberano. Ministros por que no lo hacen con arreglo a su propia autoridad,
sino por cuenta de la autoridad de otro; y públicos, por que lo hacen exclusivamente en nombre de la voluntad del
soberano. Sólo el monarca o la asamblea soberana tienen una autoridad inmediata emanada de Dios a los efectos de
enseñar a un pueblo.
También son ministros públicos aquellos a los que se concede jurisdicción. Porque en sus sillas de justicia representan
a la persona del soberano, pues toda judicatura está esencialmente incorporada a la soberanía.
Estas personas públicas, con autoridad proveniente del poder soberano para instituir o juzgar al pueblo, son miembros
de la república que pueden adecuadamente compararse con los órganos de la voz en un cuerpo natural.
Son también ministros públicos todos aquellos que tienen autoridad del soberano para procurar la ejecución de las
sentencias dictadas, para publicar los mandatos del soberano, suprimir tumultos, encarcelar, etc. Pues todo acto hecho
por ellos en uso de su autoridad es un acto de la república, y su servicio es análogo al de las manos en un cuerpo
natural.
Los ministros públicos en el extranjero son aquellos que representan la persona de su `propio soberano ante otros
estados.
Si un hombre es enviado a otro país de modo secreto para explorar sus criterios y su fuerza, es un ministro privado,
cuya función se compara con la del ojito en el cuerpo natural.
Y aquellos designados para recibir las peticiones u otras informaciones del pueblo, son ministros públicos y son como
el oído público.

XXIV- sobre la nutrición y procreación de una república.

La NUTRICIÓN de una república consiste en la abundancia y distribución de materiales conducentes a la vida. En su


condimentación y preparación y en su traslado por conductos convenientes al uso público.
En cuanto a la materia de este alimento, dios lo ha dispuesto libremente ante nosotros; no son necesarios más que
trabajo en industria para su obtención.
Esta materia llamada bienes es parcialmente nativa (la parte q se extrae del territorio de la república) y parcialmente
extranjera (la importada).
La distribución de los materiales de este alimento es la constitución de mío, tuyo y suyo, de la propiedad en una
palabra, y pertenece en todo tipo de repúblicas al poder soberano. Porque donde no hay república cada cosa es de
aquel que la coge y conserva por la fuerza, lo cual no es propiedad ni comunidad, sino incertidumbre. La introducción
de la propiedad es efecto de una república. Pero la república nada puede hacer sino a través la persona que la
representa, y la propiedad es por eso el acto exclusivo del soberano; y consiste en las leyes, que nadie puede hacer
sino dispone del poder soberano.
La primera ley concierne a la división de la propia tierra, donde el soberano asigna a cada hombre una porción con
arreglo a lo que él considere acorde con la equidad y el bien común.
La propiedad que un súbdito tiene de la tierra se basa en un derecho a excluir de uso uso a todos los demás súbditos,
pero no a su soberano. Por que los súbditos han autorizado todas sus acciones y, otorgándole el poder soberano, las
han hecho propias.
Pertenece a la república (esto es, solo al soberano) aprobar o desaprobar tanto los lugares como la materia del tráfico
con el extranjero.
Pertenece a la república indicar de qué modo han de hacerse todo tipo de contrataciones entre súbditos y mediante qué
palabras y signos deberán considerarse válidos.
Por preparación entiendo la reducción de todos los bienes a alguna cosa de valor igual pero al mismo tiempo lo
bastante portátil como para no obstaculizar el movimiento de los hombres, a fin de que se pueda tener en cualquier
sitio un alimento acorde al lugar. Y esto no es sino oro, plata y dinero. El dinero circula dentro de la república
alimentando cada una de sus partes, con lo cual esta preparación es como si fuera la sanguinización de la república.
El oro y la plata, al obtener su valor de su propia materia, no están sujetos, como el dinero, a ser incrementadas de
valor o de precio.
Los conductos y caminos mediante los cuales es transportado para el uso público son de dos tipos: uno que lo
transmite a los cofres públicos y otro que lo hace salir de nuevo para los pagos públicos. Al primer tipo pertenecen los
recaudadores, receptores y tesoreros, y en el segundo están los tesoreros y funcionarios designados para el pago de los
ministros públicos.
La procreación o hijos de una república son lo que llamamos colinas o plantaciones; que son grupos de hombres
enviados desde la república bajo las órdenes de un conductor o gobernados para habitar un país extraño. Y cuando se
establece una colonia o bien estos hombres forman por ellos mismos una república, descargada de sometimiento al
soberano que los envió; o permanecen unidos a su metrópoli.

XXV- Del consejo


MANDATO es cuando un hombre dice haz esto o no hagas esto sin esperar razón distinta de la voluntad de quien lo
dice. CONSEJO es cuando un hombre dice haz o no hagas esto y deduce sus razones del beneficio que esto produciría
a quien se lo dice. Quien da consejo solo pretende el bien de a quien se lo otorga.
Hay una gran diferencia entre consejo y mandato, pues el mandato se dirige al propio beneficio de un hombre, y el
consejo al beneficio de otro hombre. Un hombre puede ser obligado a hacer lo que se le manda, como cuando ha
pactado obedecer. Pero no puede ser obligado a hacer lo que se le aconseja. Una tercera diferenta entre ellos es que
ningún hombre puede pretender un derecho a ser el consejero de otro hombre, por que no debe pretender con ello
beneficiarse a sí mismo.
EXHORTACIÓN y DISUASIÓN son consejo, acompañado con signos en quien lo da, de un vehemente deseo de
verlo obedecido. De lo cual puede inferirse, primero, que la exhortación y la disuasión se dirigen al bien de quien da
el consejo, no de quien lo pide, lo cual es contrario al deber de un consejero, que solo debe considerar el beneficio de
aquel a quien asesora. En segundo lugar, que el uso de exhortación y disuasión reside sólo en los casos donde un
hombre ha de hablar a una multitud. En tercer lugar, que quiénes exhortan y disuaden cuando lo solicitado de ellos era
el consejo, son consejeros corrompidos, impulsados por su propio interés.
La diferencia entre consejo y mandato ha sido aquí deducida de la naturaleza del consejo. Así también pueden
derivarse las diferencias entre consejeros aptos e ineptos. Y a la persona de la república sus consejeros la sirven en el
lugar de la memoria y del discurso mental. Pero junto a esta semejanza de la república con un hombre natural, hay
unida una diferencia de gran importancia. Un hombre natural recibe su experiencia de los objetos naturales de la
sensación, que actúan sobre él sin el interés público, mientras que quienes asesoran a la persona representativa de una
república a menudo tienen sus fines y pasiones particulares, que hacen a veces desleales sus consejos. Así, podemos
determinar como primera condición de un buen consejero que sus fines y su interés no sean incompatibles con
aquellos de aquel a quien aconseja. En segundo lugar, inferencias precipitadas y no evidentes, expresiones confusas o
ambiguas, y tos los discursos tendientes a excitar la pasión son incompatibles con el oficio de un consejero. En tercer
lugar, ningún hombre es buen consejero sino en los asuntos en los que está muy versado y que han sido objeto de
mucha meditación y consideración suyas. En cuarto lugar, en relación con otras repúblicas, es necesario estar
familiarizado con las inteligencias y letras que provienen de allí, y sobre las demás transacciones de estado. En quinto
lugar, suponiendo un número apropiado de consejeros, un hombre resulta mejor asesorado escuchándolos de a uno
que en una asamblea. Porque las pasiones de los hombres que aisladamente son moderadas como una tea, en una
asamblea son como muchas teas que se inflaman una a la otra para incendiar la república bajo el pretexto de
asesorarla.

XXVI- De las leyes civiles

Por leyes civiles entiendo las leyes que los hombres se ven obligados a observar por ser miembros de una república.
La ley no es consejo sino mandato, y mandato, mando de aquel al que previamente se debía obedecer.
Definición de LEY CIVIL: Es para todo súbdito el conjunto de reglas que la república le ha ordenado mediante
palabra, escritura, u otro signo bastante de la voluntad, utilizar para la distinción de lo justo y de lo injusto; esto es, de
lo contrario y lo acorde con la regla.
Son por ello leyes para todos aquellos a quien se dirige el mandato, y para nadie más. Son las reglas de lo justo y de lo
injusto.
Nadie puede hacer leyes sino la república, porque nuestro sometimiento es a la república solamente.
De la definición de ley civil se deducen con verdad todas estas cosas:
1 El legislador en todas las repúblicas es sólo el soberano. Porque el legislador es quien hace la ley. Y solo la
república prescribe observar las reglas que llamamos ley. Pero la república no tiene capacidad de hacer nada sino es
por el representante. Sólo el soberano puede abolir una ley.
2 El soberano de una república, sea una asamblea o un hombre, no está sometido a las leyes civiles.
3 Cuando el uso prolongado obtiene la autoridad de una ley no es la extensión de tiempo lo que determina su
autoridad, sino la voluntad del soberano expresada mediante su silencio.
4 La ley natural y la ley civil se contienen la una a la otra, y tienen una extensión idéntica. Porque las leyes naturales,
que consisten en equidad, justicia, gratitud y otras virtudes morales dependientes de estas, no son propiamente leyes
en el estado de mera naturaleza, sino cualidades que disponen a la paz y obediencia. Sólo cuando se establece el poder
soberano son efectivamente leyes, no antes; Pues es el poder soberano quien obliga a obedecerlas. En consecuencia, la
ley natural es una parte de la ley civil en todas las repúblicas del mundo. De modo recíproco, la ley civil es también
una parte de los dictados de la naturaleza. Porque el cumplimiento de los pactos es un dictado de la ley natural. Pero
cada súbdito de la república ha pactado obedecer la ley civil, y por tanto, la obediencia a la ley civil forma parte
también de la ley natural. La ley civil y la ley natural no son especies diferentes, sino partes distintas de la ley, donde
la parte escrita se denomina civil, mientras la no escrita se denomina natural. Pero el derecho natural, esto es, la
libertad natural del hombre, puede ser reducida o limitada por la ley civil. Ola finalidad de hacer leyes no es sino esa
limitación, sin la cual no existiría posibilidad alguna de paz. La ley no se trajo al mundo sino para limitar la libertad
natural del hombre particular. // 5 si u soberano subyuga a un pueblo y mantiene las leyes que éste tenía, se convierten
en las leyes civiles de la república vencedora, porque el legislador no es aquel por cuya autoridad se hicieron las leyes
en su origen, sino aquel por cuya voluntad continúan ahora siendo leyes. // 6 Todas las leyes escritas y no escritas
extraen su fuerza de la voluntad de la república. (Ver) 237 // 7 La ley no es la letra, sino lo acorde con la intención del
legislador. Pero la duda reside en saber a quien pertenece la razón que será recibida como ley. No se indica con este
término ninguna razón privada, ni tampoco una perfección artificial de la razón lograda mediante largo estudio,
observación y experiencia, Lo que hace la ley es la razón de este nuestro hombre artificial que es la república, y su
mandato. Y siendo la república en su representación una sola persona, no puede fácilmente brotar ninguna
contradicción en las leyes; y cuando así ha de suceder, la razón misma ha de suprimirla mediante interpretación o
alteración. // 8 La ley es un mandato, y un mandato consiste en una declaración o manifestación de la voluntad de
quien manda. Y sólo es ley para quienes tienen posibilidad de conocer su existencia. // Y en primer lugar, si existe una
ley que obliga a todos los súbditos sin excepción, y no está escrita ni promulgada de otro modo en lugares donde las
personas puedan informarse de ella, se trata de una ley natural. Ha de ser acorde con la razón de todos, las leyes
naturales no necesitan ninguna publicación ni promulgación, pues están contenidas en una sentencia única, aprobada
por todos: no hagas a otro lo que consideres irrazonable que otro te haga. // En segundo lugar, cualquier ley no escrita
solo podrá ser conocida por la razón de quien ha de obedecerla y, por tanto, es también no solo una ley civil, sino
natural. Si quien debe emplear esta ley es un embajador, de tomar como instrucción aquello que la razón dicte como
lo más conducente al interés de su soberano. Estas instrucciones de la razón pueden comprenderse bajo el nombre de
fidelidad, rama de la justicia natural. // Exceptuando la ley natural, pertenece a la esencia de todas las demás leyes ser
dadas a conocer a todo hombre que pueda ser obligado a obedecerlas. Cuando no se conoce la voluntad del soberano,
debe suponerse siempre acorde con equidad y razón. // Y tampoco es suficiente que la ley esté escrita y publicada;
debe también haber signos manifiestos de que procede de la voluntad del soberano. Es por eso preciso que no solo
haya una declaración de la ley, sino signos bastantes del autor y su autoridad. // Conocido el legislador y publicadas
las leyes falta todavía otra circunstancia muy material para hacerlas obligatorias. Pues la ley no es la letra sino su
intención o significado, su interpretación auténtica, que depende de la autoridad soberana; y los intérpretes no pueden
ser sino aquellos que el soberano designe. Escritas o no, todas las leyes han de ser necesariamente interpretadas. La
ley natural es la que más necesita de un intérprete, pues hay pocos hombres que al interpretarla no se vean cegados
por sus intereses. Y la ley escrita no puede comprenderse bien sin comprender las causas finales que la motivaron,
cuyo conocimiento reside en el legislador. // Sin la autoridad de la república, la autoridad de los escritores no hace ley
de sus opiniones, por muy verdaderas que sean. Sólo es ley por que forma parte de la ley civil en las repúblicas. Pues
aunque algo sea naturalmente razonable, solo es ley gracias al poder soberano. // La interpretación de la ley natural e
la sentencia del juez constituido por el poder soberano, y consiste en la aplicación de la ley al caso presente; y es
auténtica no por ser su sentencia privada, sino por dictarla mediante la autoridad del soberano. // Ningún error del
hombre se convierte en su propia ley y lo obliga a persistir en el error. Y ninguna injusticia puede ser una pauta d
juicio para jueces posteriores. // Las cosas que hacen de alguien un buen juez o intérprete son, primero, un recto
entendimiento de la ley natural llamada equidad. Segundo, desprecio de riquezas innecesarias y preferencias. Tercero,
ser capaz de despojarse a la hora de juzgar de todo miedo, ira, odio, amor y compasión. En cuarto y último lugar,
paciencia para oír, diligente atención en la escucha y memoria. // La diferencia y división de las leyes no depende de
la naturaleza, sino de la perspectiva del escritor. // Justiniano da siete tipos: 1)edictos, constituciones y epístolas del
príncipe 2) los decretos de todo el pueblo de roma 3) los decretos del pueblo llano 4) las órdenes del senado 5) los
edictos de pretores 6)responsa prudentum 7) costumbres no escritas. // Otra división de leyes es en naturales (que han
sido leyes desde toda la eternidad, y consisten en las virtudes morales) y positivas (hechas por quienes tuvieron el
poder soberano). // De entre las leyes positivas algunas son humanas y otra divinas. Entre las primeras, son
distributivas las que determinan los derechos de los súbditos declarando a todo hombre en virtud de qué adquiere y
mantiene una propiedad en tierras o bienes. Son penales las que declaran que castigo recaerá sobre quienes violan la
ley. // La leyes divinas positivas son las que, constituyendo mandamientos de dios, resultan declaradas como tales por
aquellos a quienes dios ha autorizado. Sin embargo, ningún hombre puede saber infaliblemente por la razón natural
que otro ha tenido una revelación sobre natural de la voluntad divina; solo puede tener una creencia más o menos
firme. Pero en cuanto a cómo puede verse forzado a obedecerlas, si la ley declarada no se opone a la ley natural, y
toma sobre sí su obediencia, queda forzado por su propio acto; digo forzado a obedecerla, no forzado a creerla. Por
que las creencias y los pensamientos interiores del hombre no están sujetos a los mandatos. // En una república un
súbdito, sin ninguna revelación segura y cierta recibida a título particular sobre la voluntad de dios, debe obedecer en
cuanto tal al mandato de la república. Deduzco por eso que en todas las cosas no contrarias a la ley moral todos los
súbditos están obligados a obedecer como ley divina aquello que ha sido declarado tal por las leyes de la república. //
En lo no regulado por la república es equidad 8por lo tanto ley eterna de Dios) que cada hombre disfrute igualmente
su libertad. // Hay también otra distinción de las leyes en fundamentales y no fundamentales. // Es una ley
fundamental aquella en cuya virtud los súbditos están obligados a apoyar cualquier poder atribuido al soberano, sea
monarca o asamblea, condición sin la cual puede mantenerse la república. // Considero que las palabras lex civilis y
jus civile se utilizan para la misma cosa cuando no debiera ser así. Porque e derecho es libertad, concretamente, la que
nos deja la ley civil. Pero ley civil es una obligación, y nos quita la libertad concedida por la ley natural. Jus y lex son
tan distintos como libertad y obligación. // Los privilegios son donaciones del soberano; no leyes, sino exenciones de
la ley. Una libertad o privilegio sólo se concede a un hombre o a una parte del pueblo.

XXVII- De los crímenes, eximentes y atenuantes.


Un PECADO no es sólo una transgresión de alguna ley, sino también cualquier desprecio al legislador. Puede
consistir en la comisión de un hecho prohibido por las leyes, o bien en la omisión de lo ordenado por las leyes, y
también en la intención o propósito de transgredir. Deleitarse solo en la imaginación, sin ningunas intención, con la
comisión de un crimen, no es pecado. // Un CRIMEN es un pecado consistente en la comisión (por acto o palabra) de
aquello prohibido por la ley o en la omisión de lo mandado por ella. Con lo cual todo crimen es un pecado, pero no
todo pecado un crimen. Pretender robar es un pecado, pero no es un crimen hasta haberse concretado. //Partiendo de
esta relación entre pecado y ley, y entre el crimen y la ley civil, puede inferirse en primer lugar que allí donde la ley
cesa, cesa el pecado. Pero puesto que la ley natural es eterna, todos los hechos contrarios a cualquier virtud moral
nunca dejarán de ser pecado. En segundo lugar, al cesar la ley civil, cesan los crímenes, pues en la ley natural no hay
lugar para la acusación salvo en la propia conciencia donde el hombre es su propio juez, y queda absuelto por la
rectitud de su intención, más allá de la acción. Tercero, cuando cesa el poder soberano, cesa el crimen.
La fuente de todo crimen es algún defecto en el entendimiento, o error en el razonamiento, o fuerza súbita de las
pasiones. El defecto del entendimiento es ignorancia, y en el razonamiento es opinión errónea. Por su parte la
ignorancia es de tres tipos; de la ley, del soberano, y del castigo. La ignorancia de la ley natural no excusa a nadie;
porque todo hombre que haya alcanzado el uso de razón ha de saber que no debe hacer a otros lo que no quisiera
sufrir el mismo. Pero la ignorancia de la ley civil eximirá a un hombre en un país extranjero hasta que le sea
declarada, pues hasta entonces no es vinculante.
De modo semejante, si no está suficientemente declarada la ley civil del país de un hombre coma para que pueda
conocerla si quiere, y si no va contra la ley natural, la ignorancia es buena excusa. // LA ignorancia del castigo, donde
la ley está declarada, no exime a ningún hombre.// Pero cuando un castigo está vinculado al crimen en la propia ley, el
delincuente queda exento de un castigo mayor.
Ninguna ley hecha después de realizarse la acción puede hacer de ella un crimen. Porque si la acción era contraria a la
ley natural, la ley era anterior al hecho, y la ley positiva no puede conocerse antes de haberse hecho, y por tanto no
puede ser obligatoria.// Los hombres están inclinados a violar las leyes de tres modos. En primer lugar, por presunción
de falsos principios. // En segundo lugar, por falsos maestros que o bien interpretan mal la ley natural, haciéndola por
eso contraria a la ley civil, o enseñan como leyes doctrinas propias i tradiciones de tiempos anteriores no compatibles
con el deber de un súbdito. // En tercer lugar, por deducciones erróneas a partir de principios verdaderos, cosa que
acontece frecuentemente a hombres con prisa y precipitación al concluir y resolver qué hacer.
Entre las pasiones que son con más frecuencia causas delictivas está la vanagloria o una estúpìda sobrevaloración de
la propia valía.
En cuanto a las pasiones de odios, lujuria, ambición y avaricia, los crímenes que tienden a producir son obvios. Son
enfermedades unidas a la naturaleza del hombre y las demás criaturas, cuyos efectos no pueden evitarse sino mediante
un extraordinario uso de razón, o una severidad constante en su castigo.
De todas las pasiones, la que menos inclina a los hombres a quebrantar la ley es el miedo. En realidad, es la única
cosa que hace a los hombres guardarlas. Sin embargo, en muchos casos, un crimen puede cometerse por miedo. Pues
no todo miedo justifica la acción que produce, sino solo el miedo a una herida corpórea, que llamamos miedo
corporal, y de la cual un hombre no, puede verse libre sino mediante la acción.(258)

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