Manteneos firmes Mirad cómo oís, porque al que Encomienda a Dios tus

e inconmovibles, progresando tiene se le dará y a quien no afanes, que él te sustentará.

siempre en la obra del Señor. tiene se le quitará hasta lo Sal 55, 23
1 Co 15, 58 que cree tener.
Lc 8,18

No niegues un favor Bendecid a los que os Señor, tú eres mi auxilio.

a quien lo necesita, persiguen, no maldigáis. Sal 63, 8
si está en tu mano el Rom 12, 14
concedérselo. Prov 3, 27

Confía en él y él te ayudará, Tú, hombre de Dios, corre

endereza tus caminos al alcance de la fe, de la Todo cuanto hagáis,
y espera en él. caridad, de la paciencia, de la de palabra y de boca, hacedlo
Eclo 2, 6 dulzura. todo en el nombre del Señor.
1 Ti 6,11 Col 3,17

El Señor aplicará una venda Si os volvéis a él de todo Buscad la caridad.

a la herida de su pueblo corazón y con toda el alma, se 1 Co 14, 1
y curará las llagas de sus volverá a vosotros sin
golpes. Is 30, 26 esconder su faz.
Tob 13, 6

Todos ellos de ti están Alza tus manos hacia él Sé diligente para escuchar
esperando, abres tu mano por la vida de tus hijos. y tardo para hablar.
y se sacian de bienes. Lam 2, 19 Sant 1, 19
Sal 104, 27-28
1
En Dios me cobijo. !! Venid conmigo!! Sé un modelo para los fieles
Sal 11, 1 Mt 4, 19 en la palabra, la conducta, el
amor, la fe, la pureza.
1Tim 4, 12

He oído tu plegaria, No temas ¡Regocíjate!

he visto tus lágrimas. Is 44, 2 Ap 12, 12
Is 38, 5

¡Regocijo y alegría les No juzguéis Tú, Señor,

acompañarán! y no seréis juzgados. oías la voz de mis plegarias
¡Quedan atrás la pena y Lc 6, 37 cuando clamaba a ti.
aflicción! Is 35, 10 Sal 31, 23

Tuyo soy, sálvame. No tengas miedo, Tú eres mi hijo,

Sal 19, 94 el Señor está contigo. pídeme y te daré.
Núm 14, 9 Sal 2, 7-8
Hijos, escuchad a vuestro Amarás al Señor, tu Dios, con No os quejéis, hermanos,
Padre, hacedlo así y viviréis. todo tu corazón y con toda tu unos de otros.
Eclo 3, 1 alma y con toda tu fuerza y Sant 5, 9
con toda tu mente. Lc 10, 27

Y todo cuanto pidáis con fe En ti estoy esperando todo el Amontonaos más bien
en la oración, lo recibiréis. día, por tu bondad, Señor. tesoros en el cielo.
Mt 21, 22 Sal 25, 5 Mt 6, 20

En tiempo favorable te Sed fuertes y valientes de El Señor me libró

escucharé, y en día nefasto te corazón los que esperáis en de mis angustias.
asistiré. el Señor. Sal 107, 6
Is 49, 8 Sal 31, 25

No te abandonaré hasta haber “¿Me amas?” Vosotros, los que en otro

cumplido lo que te he dicho. Jn 21, 16 tiempo estabais lejos, habéis
Gén 28, 15 llegado a estar cerca por la
Sangre de Cristo.
Ef 2, 13
“Vete en paz”. Yo te sostendré El Señor es mi pastor,
Lc 8, 48 y te salvaré. nada me falta.
Is 46, 4 Sal 23, 1

Es necesario que hoy El Señor te renueva por su Quédate conmigo

me quede en tu casa. amor. Sof 3, 17 y junto a mí
Lc 19, 5 estarás bien custodiado.
1 Sam 22, 23

El Dios de la esperanza os El Señor se acuerda de Vosotros sois mis testigos,

colme de todo gozo y paz en
vuestra fe, hasta rebosar de
esperanza
por la fuerza del Espíritu
Santo. Rom 15, 13
Guarda mi alma
porque yo te amo.
Sal 86, 2
nosotros. Él bendecirá a los y también mi siervo,
que lo temen, pequeños y a quien elegí.
grandes. Is 43, 10
Sal 115, 12-13
Vuestra caridad sea sin El Señor guarda tus salidas
fingimiento, detestando el y entradas, desde ahora
mal, y por siempre.
adhiriéndoos al bien. Sal 121, 8
Rom 12, 9
Antes de haberte formado yo
en el seno materno,
te conocía.
Jer 1, 5
!! Venid conmigo ¡¡
Mt 4, 19
Ahora sois luz en el Señor.
Vivid como hijos de la luz.
Ef 5, 8
¡¡Vete en paz!!
1 Sa 20, 42
Que abra vuestro corazón a
su Ley y a sus preceptos,
y os otorgue la paz.
2 Mac 1, 4
Alza tus manos hacia él
por la vida de tus hijos.
Lam 2, 19
Encomienda a Dios tus
afanes, que él te sustentará.
Sal 55, 23
En Dios me cobijo.
Sal 11, 1
Que a todos os dé el deseo de
adorarlo y de cumplir su
voluntad con corazón grande
y ánimo generoso.
2 Mac 1, 3
Deja tu ofrenda allí, delante
del altar y vete primero a
reconciliarte con tu hermano.
Luego vuelve a presentar tu
ofrenda.
Mt 5, 24
Vete en paz y que el Dios de
Israel te conceda lo que le
has pedido.
1 Sam 1, 17
Cuanto queráis que os hagan
los hombres, hacédselo
también vosotros a ellos.
Mt 7, 12
Yo mismo te curaré,
y te revelaré la seguridad
y el bienestar
que voy a concederte.
Jer 33, 6
No necesitan médico
los que están fuertes,
sino los enfermos.
Mc 2, 17
Comparte tu pan con el
hambriento y tu ropa con el
que está desnudo.
Tob 4, 16
Volveré a edificarte
y serás reedificada.
Jer 31, 4
Los ojos del Señor recorren
toda la tierra, para fortalecer a
los que tienen corazón entero
para con él.
2 Cro 16, 9
Yo estoy contigo.
Hch 18, 10
Obrad, no por el alimento
perecedero, sino por el
alimento que permanece para
la vida eterna.
Jn 6, 27
Haced silencio
para escucharme.
Is 41, 1
El Señor desea tu bien.
Sal 116, 7
Consagro este templo… para
poner en él mi Nombre para
siempre; mis ojos y mi
corazón estarán en él por
siempre.
Trocaré la tiniebla en luz.
Is 42, 16
Aquel día levantaré la cabaña
de David ruinosa, repararé sus
brechas y restauraré sus
ruinas.
Am. 9, 11
Sed imitadores de Dios,
como hijos queridos, y vivid en
el amor como Cristo os amó.
Ef 5, 1
Se diligente para escuchar
y tardo para hablar.
Sant. 1, 19
Orad los unos por los otros,
para que seáis curados.
Sant 5, 16
 1Re 9, 3
Perdonad, si tenéis algo Tú me das tu escudo salvador. He escuchado la plegaria
contra alguno, para que Sal 18, 36 y la suplica que has dirigido
también delante de mí.
vuestro Padre 1 Re 9, 3
os perdone vuestras ofensas.
Mc 11, 25
Todo lo que pedirás a Dios, Yo me encargo de ello, Dios da vigor al cansado.
Dios te lo concederá. yo os salvaré. Is 40, 29
Jn 11, 22 Is 46, 4

Perfecto es el camino de Dios, Con la medida con que Señor, no abandones

acendrada es la promesa del midáis, se os medirá y aun a los que te buscan.
Señor: Él es escudo con creces. Sal 9, 11
para los que a él se acogen. Mc 4, 24
Sal 18, 31

Yo les alegraré Para escuchar como los En cuanto a vosotros,

en mi casa de oración. discípulos, el Señor me ha que el Señor os haga
Is 56, 7 abierto el oído. prosperar y sobreabundar en
Is 50, 4 el amor.
1Ts 3, 12
El mismo Señor nos dará la Llámame y te responderé. El Señor te guarda de todo
dicha. Sal 85, 13 Jer 33, 3 mal, él guarda tu alma.
Sal 121, 7

Yo, el Señor, a su tiempo No entregues tu alma a la De la mano derecha me has

me apresuraré a cumplirlo. tristeza. Eclo 30, 21 tomado, me guiarás con tu
Is 60, 22 consejo.
Sal 73, 23-24

Tampoco yo te condeno. Es preciso que él crezca Grita de júbilo.

Vete y en adelante no peques y que yo disminuya. Sal 65, 9
más. Jn 8, 11 Jn 3, 30

Sed compasivos, Mirad que realizo algo nuevo. Sucederá que, de un

como vuestro Padre es Is 43, 18 momento a otro, de parte del
compasivo. Lc 6, 36 Señor
serás visitado.
Is 29, 6

Yo te libro de todas tus El Señor me ha dado una He aquí que yo vengo

angustias. Sal 34, 18 lengua de discípulo, para a morar dentro de ti.
saber decir al abatido una Za 2, 14
palabra de aliento.
Is 50, 4
Señor, preserva a tu siervo de Yo derramaré mi Espíritu Yo te libro de todas tus
la arrogancia, para que no me sobre ti. Jl 3, 1 angustias. Sal 34, 18
domine.
Sal 19, 14

No sea como yo quiero, Si os volvéis a él de todo No os preocupéis por vuestra

sino como quieras tú. corazón y con toda el alma, se vida. Mt 6, 25
Mt 26, 39 volverá a vosotros sin
esconder su faz.
Tob 13, 6

Yo, el Señor, les responderé; Todo el que se enaltece, El Poderoso ha hecho

yo, el Dios de Israel, será humillado; y el que se obras grandes en mí.
no los desampararé. humilla, será enaltecido. Lc 1, 49
Is 41, 17 Lc 14, 11

No temas, porque tu petición Confiad en él, oh pueblo, Tú nos responderás

ha sido escuchada. en todo tiempo. con prodigios de justicia.
Lc 1, 13 Sal 62, 9 Sal 65, 6

Hacedme silencio. Dios anuncia la paz a su Contigo estoy yo

Is 41, 1 pueblo y a sus amigos y a los **oráculo del Señor**
que para salvarte.
se convierten de corazón. Jer 1, 19
Sal 85, 9
Te gusta un corazón sincero, y
en mi interior
me inculcas sabiduría.
Sal 51, 8
Yo soy el Señor, tu Dios,
y te atenderé.
Za 10, 6
¡Ánimo, no temáis!
Él vendrá y os salvará.
Is 35, 4
He oído tu plegaria,
he visto tus lágrimas.
Is 38, 5
Os dejo la paz y mi paz os
doy. Jn 14, 27
Aquel día levantaré la cabaña
de David ruinosa, repararé sus
brechas y restauraré sus
ruinas.
Am 9, 11
He puesto mi espíritu sobre él.
Is 42, 1
Tu tristeza se convertirá en
gozo. Jn 16, 20
Abrió el Señor los ojos del
criado, y vio.
2 Re 6, 17
El temor del Señor sea tu
tesoro. Is, 33, 6
No necesitan médico
los que están fuertes,
sino los enfermos.
Mc 2, 17
Jesús en persona se acercó
y se puso a caminar con ellos.
Lc 24, 15
El que ofrece sacrificios de
acción de gracias me da
gloria.
Sal 50, 23
Se postró en tierra,
adorando y alabando al Cielo,
que les había dado el triunfo.
1 Mac 4, 55
Tú, Dios nuestro, eres bueno y
con misericordia
gobiernas el universo.
Sab 15, 1
Con toda humildad,
mansedumbre y paciencia,
soportaos unos a otros
por amor.
Ef 4, 2
Ejerce la misericordia
con jovialidad.
Rom 12, 8
Vuelve, alma mía, a tu reposo,
porque el Señor te ha hecho
bien.
Sal 116, 7
Todo lo que pedirás a Dios,
Dios te lo concederá.
Jn 11, 22
El Señor se dejó hallar
y te dio paz.
2 Cro 15, 15
El que me halla, No andes preocupado
ha hallado la vida. por tu vida.
Pro 8, 35 Lc 12, 22
Cuando os haga volver, Te conozco por tu nombre.
cuando os reúna, os daré Ex 33, 12
renombre y
alabanza entre todas las
naciones, cuando cambie
vuestro destino. So 3, 20
No tengas miedo. El Señor te encuentra:
Tob 6, 18 te envuelve, te sustenta, te
cuida como a las niñas de sus
ojos.
Dt 32, 10-11
Y tú, Señor, no contengas No temas, solamente ten fe.
tus ternuras hacia mí. Lc 8, 50
Que tu amor y tu verdad
incesantes me guarden.
Sal 40, 12
Sea cual fuera su agravio, Todas las palabras que yo te
no guardes rencor a tu dirija, guárdalas en tu corazón
prójimo. Eclo 6, 10 y escúchalas atentamente.
Ez 3, 10
Yo no te olvido.
Is 49, 15
Se han conmovido
mis entrañas por ti.
Jer 31, 20
Has quitado la culpa de tu
pueblo, danos la salvación.
Sal 85, 3-8
Estaré contigo, no te dejaré
ni te abandonaré.
Jos. 1, 5
El Señor te ha logrado su
favor. Prov 8, 35
Yo te atiendo y te miro.
Os 14, 9
Mirad como el barro
está en la mano del alfarero,
así estáis vosotros en mi
mano.
Jer 18, 6
Enséñame tus caminos,
Señor, para que yo camine en
tu verdad, concentra mi
corazón
en el temor de tu nombre.
Sal 86, 11
A los que se arrepienten
les concedo retorno.
Eclo 17, 24
Señor, no abandones
a los que te buscamos.
Sal 9, 11
El Señor marchará delante de
ti, él estará contigo
y no te dejará ni te
abandonará. Dt 31, 8
Dios da a los desvalidos el
cobijo de una casa. Abre a los
cautivos la puerta de la dicha.
Sal 68, 7
Sé valiente y firme.
Jos 1, 9
El Dios de la paz estará
conmigo. Flp 4, 9
Si escuchas de verdad la voz
del Señor, tu Dios,
observando
y cumpliendo sus preceptos,
él te bendecirá
Dt 28, 1-3
El Señor te guarda de todo
mal, él guarda tu alma.
Sal 121, 7
No se turbe vuestro corazón,
ni se acobarde.
Jn 14, 27
Yo les aporto su alivio y
medicina. Jr 33, 6
Te he llamado amigo.
Jn 15, 15
¿No te he dicho que, si crees,
verás la gloria de Dios?
Jn 11, 40
Vosotros, los que en otro
tiempo estabais lejos, habéis
llegado a estar cerca por la
sangre de Cristo.
Ef 2, 13
El Señor enseña a los
humildes su sendero.
Sal 25, 9
Hijos míos, no seáis ahora
negligentes, el Señor os ha
elegido para que estéis en su
presencia.
2 Cro 29, 11
Todos tus hijos
serán discípulos del Señor
y será grande la dicha de tus
hijos. Is 54, 13
Espera en el Señor.
Sal 37, 34
Dios anuncia la paz a su
pueblo y a sus amigos y a los
que se convierten de corazón.
Sal 85, 9
No todo el que me dice:
¡Señor, Señor!, entrará en el
reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre.
Mt 7, 21
Amor y compasión practicad.
Za 6, 9
Acuérdate, hijo, del Señor
todos los días.
Tob 4, 5
Ten tus delicias en Dios
y te dará lo que pida tu
corazón. Sal 37, 4
No tendrás que llorar, Del Cielo viene la fuerza. El temor del Señor sea tu
se apiadará de ti al oír tu 1 Mac 3, 19 tesoro. Is 33, 6
gemido: apenas te oiga te
responderá.
Is 30, 19

Gracia y paz a vosotros No andéis preocupados El mismo Señor te dará la

de parte de Dios, por vuestra vida. dicha. Sal 85, 13
nuestro Padre. Lc 12, 22
Col 1, 2

El Dios de la esperanza os …. mi Dios me escuchará. Vivid en el amor.

colme de todo gozo y paz en Miq 7, 7 Ef 5, 1
vuestra fe, hasta rebosar de
esperanza
por la fuerza del Espíritu
Santo. Rom 15, 13
Tú nos responderás El Señor está con ellos. Aquí estoy,
con prodigios de justicia. Is 38, 15 porque me has llamado.
Sal 65, 6-8 1Sam 3, 5

Que vuestra conversación Servid a Dios en verdad No tengas miedo,

sea siempre amena, y haced lo que es agradable porque el Señor, tu Dios,
sabiendo responder a cada en su presencia. estará contigo
cual como conviene. Tob 14, 8 donde quiera que vayas.
Col 4, 6 Jos 1, 9
Mi brazo le hará fuerte,
mi lealtad y mi amor irán con
él. Sal 89, 22-25
Bendito el Señor, tu Dios,
que se ha complacido en ti.
1Re 10, 9
¡La paz sea contigo!
No temas.
Jue 6, 23
No te ocultaré más mi rostro
porque derramé mi Espíritu
sobre la casa de Israel.
Ez 39, 29
Yo marcharé delante de ti.
Is 45, 2
Los estableceré, los
multiplicaré y pondré mi
santuario en medio de ellos
para siempre.
Ez 37, 26
Amontonaos más bien
tesoros en el cielo.
Mt 6, 20
Tú guiaste a tu pueblo cual
rebaño. Sal 77, 21
¡Oh, Señor Dios,
dichoso el hombre
que confía en ti!
Sal 84, 13
Tu herida se curará
rápidamente. Is 58, 8
Todos tus hijos
serán discípulos del Señor
y será grande la dicha de tus
hijos. Is 54, 13
Mira…. y ve la alegría que
te viene de Dios.
Ba 4, 36
Dios proveerá
a todas tus necesidades.
Flp 4, 19
Amaos los unos a los otros,
como yo os he amado.
Jn 13, 34
Yo, el Señor, soy tu guardián.
Is 27, 3
Te he llamado por tu nombre.
Tú eres mío.
Is 43, 1
Sois hijos de la Promesa.
Ga 4, 28
El Señor, nuestro Dios,
está con nosotros
para hacer todavía hazañas.
Jdt 13, 11
En presencia del Señor, tu
Dios, te regocijarás.
Dt 16, 11
Hacedlo todo
para la gloria de Dios.
1 Co 10, 31
Te conozco por tu nombre.
Ex 33, 12
Me dedicaré a hacerles bien
con todo mi corazón
y toda mi alma.
Jer 32, 41
Los ojos del Señor recorren
toda la tierra, para fortalecer a
los que tienen corazón entero
para con Él.
2 Cro 16, 9
Nosotros hemos conocido
el amor que Dios nos tiene
y hemos creído en él.
1 Jn 4, 16
Que a todos os dé el deseo de
adorarlo y de cumplir su
voluntad con un corazón
generoso
y de buena gana.
2 Mac. 1, 3
Reservará un sitio
para el que da limosna,
cada uno recibirá según sus
obras. Eclo 16, 14
Él enviará su Ángel delante de
ti. Gén 24, 7
Vete en paz y queda curada
de tu enfermedad.
Mc 5, 34
No os quejéis, hermanos,
unos de otros.
Sant 5, 9
Sed santos, vosotros también,
en toda vuestra conducta.
1 Pe 1, 15
No temas.
Is 43, 1
¡Señor, Dios nuestro, qué
admirable es tu nombre en
toda la tierra!
Sal 8, 1
¡Si, grandes cosas
hizo con nosotros el Señor,
el gozo nos colmaba!
Sal 126, 3
Perdonaré sus delitos
y no me acordaré ya
de sus pecados.
Heb 8, 12
Vuestros corazones estarán
enteramente con el Señor.
1 Re 8, 61
Puso en mi boca un cántico
nuevo, un himno a nuestro
Dios. Muchos, al verlo,
quedaron sobrecogidos y
confiaron en el Señor.
Sal 40, 4
No te abandonaré hasta haber
cumplido lo que te he dicho.
Gén 28, 15
Dios enjugará toda lágrima
de tus ojos.
Ap 7, 17
No llores.
Ap 5, 5
Tus oraciones y tus limosnas
han subido como memorial
ante la presencia de Dios.
Hch 10, 4
Los que siembran con
lágrimas cosechan entre
cánticos.
Sal 126, 5
¡El Señor está en medio de ti,
no temerás ya ningún mal!
Sof 4, 15
¡Ánimo!
El Señor te consolará.
Ba 4, 30
He escuchado la plegaria
y la súplica que has dirigido
delante de mí.
1 Re 9, 3
Dios es nuestro refugio
y nuestra fortaleza,
poderoso defensor en el
peligro. Sal 46, 1-2
Yo te asistiré y bendeciré. ¡La paz contigo! Hizo oración al Señor,
Gén 26, 3 Sal 122, 8 que le escuchó y le dio un
signo. 2 Cro 32, 24

Ningún mal temeré, Recibirás la fuerza Eres ahora un bendito del

porque tú vas conmigo. del Espíritu Santo. Señor. Gén 26, 29
Sal 23, 4 Hch 1, 8

Tu amor, Señor, me sostiene. ¡Escucha! Y tú, Señor, no contengas

Sal 94, 18 Jer 28, 7 tus ternuras para mí.
Que tu amor y tu verdad
incesante me guarden.
Sal 40, 12

No temas. Se han conmovido mis No temas, yo te ayudo.

Is 44, 2 entrañas por ti. Is 41, 13
Jer 31, 20

Mis siervos se alegrarán. Ninguna cosa es imposible Con amor eterno te he amado.
Is 65, 13 para Dios, Jer 31, 3
Lc 1, 37
Te deseo todo bien.
Sal 122, 9
El Señor siempre te
alumbrará. Ap 22, 5
Mirad que yo realizo algo
nuevo; ya está brotando, ¿no
lo notáis?
Is 43, 18
El que tenga sed que venga a
mí y beba el que cree en mí;
“de sus entrañas manarán
ríos de agua viva”.
Jn 7, 37-38
Como el Padre me amó,
yo también te he amado.
Jn 15, 9
Yo mismo te curaré
y te proporcionaré remedio,
te revelaré la seguridad y
el bienestar que voy a
concederte. Jer 33, 6
Tu Dios te amará, te
bendecirá. Dt 7, 13
Voy a instruirte,
a mostrarte el camino a
seguir. Sal 32, 8
¡Dad gracias al Señor
porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Sal 136, 1
No temas, goza y alégrate,
porque el Señor hace
grandezas. Jl 2, 21
Sé siempre alegre.
1 Ts 5, 16
Pondré en Dios mi confianza.
Heb 2, 13
He puesto mi espíritu sobre él.
Is 42, 1
Ten confianza, hijo,
yo soy tu padre.
Tob 8, 21
Tú vas conmigo,
tu vara y tu cayado
me sosiegan.
Sal 23, 4
Estad siempre alegres en el
Señor, os lo repito, estad
alegres.
Flp 4, 4
¡La paz contigo!
Sal 122, 8
Dichoso el hombre aquel
que en Dios pone su
confianza. Sal 40, 5
El Espíritu Santo vendrá sobre
ti. Lc 1, 35
Sed imitadores de Dios
como hijos queridos
y vivid en el amor.
Ef 5, 1
Tú guiaste a tu pueblo cual
rebaño. Sal 77, 21
Haz conmigo un signo de
bondad, tú me ayudas y me
consuelas.
Sal 86, 17
Los libra de todas sus
angustias. Sal 34, 18
¡¡Vete en paz!!
Lc 7, 50
Ten confianza,
que Dios te curará dentro de
poco. ¡Ten confianza!
Tob 5, 10
Tú volverás a escuchar
la voz de tu Dios
y pondrás en práctica
todos sus mandamientos.
Dt 30, 8
Vuelve a tu casa
y cuenta todo lo que Dios
ha hecho contigo.
Lc 8, 39
El hombre tiene proyectos,
el Señor proporciona la
respuesta. Prov 16, 1
Busca el consejo de los
prudentes y no desprecies
ningún aviso saludable.
Tob. 4, 18
Venid a mí
todos los que estáis cansados
y agobiados y yo os aliviaré.
Mt 11, 28
Ninguna cosa es imposible
para Dios.
Lc 1, 37
Ahora sois luz en el Señor.
Vivid como hijos de la luz.
Ef 5, 8
Con toda humildad,
mansedumbre y paciencia,
soportaos unos
a otros por amor.
Ef 4 ,2
Seréis realmente libres.
Jn 8, 36
Yo te doy gracias Señor:
prodigio soy,
prodigios son tus obras.
Sal 139, 14
Tuyo soy, sálvame.
Sal 19, 94
No cerrarás tu mano
a tu hermano pobre.
Dt 15, 7
Amaos los unos a los otros,
como yo os he amado.
Jn 13, 34
Vuestros corazones estarán
enteramente con el Señor.
1 Re 8, 36
Tú volverás a escuchar
la voz de tu Dios
y pondrás en práctica
todos sus mandamientos.
Dt 30, 8
Yo mismo le he hablado,
le he llamado,
le he hecho que venga
y triunfe en sus empresas.
Is 48, 15
El Señor te ha elegido a ti
para servirle.
2 Cro 29, 11
Yo te asistiré y bendeciré.
Gén 26, 3
Los curaré y les descubriré
una corona de paz y
seguridad. Jer 33, 6
Honra a tu padre y a tu madre.
Ex 20, 12
Crea en mí, oh Dios, Bendice al Señor, tu Dios, en Eres precioso a mis ojos,
un corazón puro, toda circunstancia, pídele que eres estimado
renuévame por dentro sean rectos todos tus y yo te amo.
con espíritu firme. caminos. Is 43, 4
Sal 51, 12 Tob 4, 19

Yo derramaré mi Espíritu Señor, tú me libras. El Señor es mi pastor,

sobre ti. Jl 3, 1 Sal 18, 49 nada me falta.
Sal 23, 1

El Señor te ha elegido a ti Alégrate. Guarda mi alma,

para servirle. Lc 1, 28 porque confío en ti y yo te
2 Cro 29, 11 amo. Sal 86, 2

El Señor te protegerá y te El Señor no te abandonará. El Poderoso ha hecho

salvará. Za 9, 15-16 Dt 4, 31 obras grandes en mí.
Lc 1, 49

Tu Dios está contigo El Señor te renueva por su Tu Dios te bendecirá

sin que te haya faltado nada. amor. Sof 3, 17 y serás plenamente feliz.
Dt 2, 7 Dt 16,15
Contigo estoy yo para
salvarte. Jer 1, 8
Fructificaréis en toda obra
buena y creceréis en el
conocimiento de Dios.
Col 1, 10
El Espíritu del Señor
los llevó a descansar.
Is 63, 14
El Señor tu Dios
está en medio de ti.
So 3, 17
El Espíritu del Señor Dios
está sobre mí.
Is 61, 1
He bajado para librarte.
Ex 3, 8
¡Paz! paz al que está lejos y al
que está cerca - dice el Señor
- ti. Hch 13, 11
y lo curaré.
Is 57, 19
Venid a mí los que me deseáis
y hartaos de mis productos.
Eclo 24, 19
Yo liberé sus hombros de la
carga, y sus manos dejaron la
espuerta.
Sal 81, 7
Envías tu soplo y son creados
y renuevas la faz de la tierra.
Sal 104, 30
Yo pongo hoy ante ti
vida y felicidad.
Dt 30, 14
Pues ahora
mira la mano del Señor sobre
No temas, yo te ayudo.
Is 41, 14
Mas tú amas la verdad en lo
íntimo del ser y en lo secreto
me enseñas la sabiduría.
Sal 51, 8
En ti estoy esperando todo el
día, por tu bondad, Señor.
Sal 25, 6
Dad siempre gracias a Dios La misericordia y la fidelidad ¡La paz sea contigo!
Padre por todo, en nombre de se encuentran, No temas.
nuestro Señor Jesucristo. la justicia y la paz se besan. Jue 6, 23
Ef 5, 20 Sal 85, 11

Grita de júbilo. Es preciso que él crezca El que me ofrece acción de

Sal l5, 9 y que yo disminuya. gracias, ese me honra.
Jn 3, 30 Sal 50, 23

Le perdono, según tus El Señor me libró Se alegrará vuestro corazón, y

palabras. Núm 14, 20 de mis angustias. nadie os quitará vuestra
Sal 107, 6 alegría.
Jn 16, 22

Con la medida con que Dios me ha escuchado, ¡Ánimo! que soy yo, no temas.
midáis, se os medirá y aun atento a la voz de mi oración. Mc 6, 50
con creces. Sal 66, 19
Mc 4, 24

Yo estoy contigo. Volverán a mí En la aflicción gritaste y te

Hch 18, 10 con todo su corazón. salvé. Sal 81, 8
Jer 24, 7
Que abra vuestro corazón a
su Ley y a sus preceptos
y os otorgue la paz.
2 Ma 1, 4
Vino tu misericordia en su
socorro y los sanó.
Sab 16, 10
Serás corona de adorno
en la mano del Señor.
Is 62, 3
Tú, Señor, eres nuestro
Padre, tu nombre es “el que
nos rescata” desde siempre.
Is 63, 16
Haré que tengas alivio,
de tus llagas te curaré.
Jer 30, 17
Como yo me acordaba de
Dios con toda mi alma,
me concedió el Altísimo
gracia y favor.
Tob 1, 12-13
Confía en el Señor,
sigue su camino.
Sal 37, 34
Dios actuará contigo hasta el
fin. Jdt 11, 6
¡Ánimo, no temáis!
Él vendrá y os salvará.
Is 35, 4
No descuides el don espiritual
que hay en ti.
1 Tim 4, 14
Sucederá que,
de un momento a otro,
de parte del Señor serás
visitado. Is 29, 6
También a ti hoy te enseñaré.
Prov 22, 19
El Señor va a obrar maravillas
en medio de vosotros.
Jos 3, 5
Guardarás el día del Señor
para santificarlo,
como te lo ha mandado Dios.
Dt 5, 12
Escucha, pueblo mío.
Sal 81, 9
Convertiré tu tristeza en gozo, El Señor tu Dios te bendecirá Nosotros en sus manos
te alegraré y aliviaré tus en todas las obras que estamos. Sab 7, 16
penas. emprendas.
Jer 31, 13 Dt 14, 29

Vete en paz Con sencillez de corazón Atiende, escúchame:

y que el Dios de Israel buscadle, porque se deja calla y te enseñaré sabiduría.
te conceda lo que le has hallar. Job 33, 31-33
pedido. 1 Sam 1, 17 Sab 1, 2

En verdad os digo: No llorarás ya más Amarás a tu prójimo

si pedís algo al Padre porque el Señor te como a ti mismo.
en mi nombre, os lo dará. responderá. Is 30, 19 Sant 2, 8
Jn 16, 23

El Señor abre los ojos a los Permaneced sólidamente No niegues un favor

ciegos, a los encorvados cimentados en la fe a quien lo necesita,
endereza. y firmes en la esperanza. si está en tu mano
Sal 146, 8 Col 1, 23 concedérselo. Prov 3, 27

Tú eres mi hijo, pídeme y te El justo por su fidelidad vivirá. Perfecto es el camino de Dios;
daré. Sal 2, 7-8 Ha 2, 4 él es escudo para los que
a él se acogen.
Sal 18, 31
En Dios confío y ya no temo. Tú, Señor, le has otorgado Se os alegrará el corazón.
Sal 56, 12 el deseo de su corazón. Is 30, 29
Sal 21, 3

Quien me encuentra, Dios me ha favorecido Yo soy el Señor, tu Dios,

encuentra la vida. y tengo de todo. y te atenderé.
Prov 8, 35 Gén 33, 11 Za 10, 6

Jesús te dice: Bienaventurados los De su plenitud

“Hoy ha llegado la salvación misericordiosos, hemos recibido todos.
a esta casa”. porque ellos alcanzarán Jn 1, 16
Lc 19, 9 misericordia.
Mt 5, 11

Contigo estoy yo Procurad lo que fomenta la Todo el que se ensalce,

-oráculo de Señor paz y la mutua edificación. será humillado
para salvarte. Rom 14, 19 y el que se humille,
Jer 1, 19 será ensalzado.
Lc 14, 11

Amontonaos más bien Sed perseverantes en la Deja tu ofrenda allí, delante

tesoros en el cielo. oración, velando en ella del altar y vete primero a
Mt 6, 20 con acción de gracias. reconciliarte con tu hermano.
Col 4, 2 Luego vuelve y presenta tu
ofrenda. Mt 5, 24
Si uno quiere ser el primero, Ten tus delicias en el Señor Dichoso el hombre
sea el último de todos y te dará lo que pida tu a quien corriges tú, Señor,
y el servidor de todos. corazón. Sal 37, 4 a quien instruyes por tu ley.
Mc 9, 35 Sal 94, 12

Yo les alegraré Dios da vigor al cansado. Para escuchar como los

en mi casa de oración. Is 40, 29 discípulos, el Señor me ha
Is 56, 7 abierto el oído.
Is 54, 5

Sed compasivos, Yo seré para él un padre, Amarás al Señor, tu Dios, con

como vuestro Padre es y él será para mí un hijo. todo tu corazón, con toda tu
compasivo. Lc 6, 36 2 Sam 7, 14 alma, con todas tus fuerzas
y con toda tu mente.
Lc 10, 27

Señor, tú eres grande Irás tranquilo por tu camino. Hoy me quedo yo en tu casa.
y obras maravillas. Prov 3, 23 Lc 19, 5
Sal 86, 10

El Señor te guió en seguro, El Señor envió su palabra Tampoco yo te condeno.

no temas. para sanarte. Vete y en adelante no peques
Sal 78, 53 Sal 107, 20 más. Jn 8, 11
Os dejo la paz, mi paz os doy.
Jn 14, 27
Tu mano izquierda me
alcanzará, tu diestra me
agarrará.
Sal 139, 10
Tú me das tu escudo salvador.
Sal 18, 36
No temas, solamente ten fe.
Lc 8, 50
Y ahora, con todo el corazón y
la boca, cantad himnos
y bendecid el nombre del
Señor. Eclo 39, 35
Yo soy el Señor, el que te La misericordia del Señor
sana. Ex 15, 26 alcanza de generación en
generación a los que le
temen.
Lc 1, 50
Pedid, y recibiréis, Jesús le dijo:
para que vuestra alegría -Vete, tu fe te ha salvado
sea completa. Mc 10, 52
Jn 16, 24
Señor, en ti está la fuente de Y todo cuanto pidáis con fe
la vida y en tu luz vemos la en la oración,
luz. lo recibiréis.
Sal 36, 10 Mt 21, 22
El Señor te muestre su rostro El que da,
y te concede la paz. que lo haga con sencillez.
Núm 6, 26 Rom 12, 8
El Señor es tu guardián, tu No entregues tu alma a la
sombra. Sal 121, 5 tristeza. Eclo 30, 21
Guárdate, hijo, de toda
impureza. Tob 4, 12
Tendrás al Señor por luz
eterna y a tu Dios por tu
hermosura.
Is 60, 19
Todos los que esperan en él
jamás sucumben.
1 Mac 2, 61
El Maestro está ahí y te llama.
Jn 11, 28
Aquel que se declare por mí
ante los hombres, yo también
me declararé por él ante mi
Padre.
Mt 10, 32
Derramaré mi espíritu sobre tu
linaje, mi bendición sobre
los que de ti nazcan.
Is 44, 3
Perdonad, si tenéis algo
contra alguno, para que
también vuestro Padre os
perdone vuestras ofensas Mc
11, 25
¿Me amas?
Jn 21, 16
He santificado este templo…,
para poner en él mi nombre
para siempre; mis ojos y mi
corazón estarán en él
siempre.
1 Re 9, 3
Tú eres mi esperanza, Señor,
mi confianza desde mi
juventud.
Sal 71, 5
He oído tu plegaria,
he visto tus lágrimas
y voy a curarte.
Is 38, 5
Hijos míos, no amemos de
palabra ni de boca, sino con
obras
y según la verdad.
1 Jn 3, 18
Trocaré la tiniebla en luz.
Is 42, 16
El mismo Señor dará la dicha.
Sal 85, 13
Que tu ojo no mire
cuando hagas limosna.
Tob 4, 16
Todo es posible para quien El Señor va a reconstruirte. Que vuestra bondad sea
cree. Mc 9, 23 Sal 102, 17 conocida por todos los
hombres.
Flp 4, 5

Haced silencio para Mira…. y ve la alegría que Buscad la justicia,

escucharme. Is 41, 1 te viene de Dios. buscad la humildad.
Ba 4, 36 Sof 2, 3

Le guardaré mi amor por No temas, Buscad la justicia,

siempre. Sal 89, 29 tu petición ha sido escuchada. buscad la humildad.
Lc 1, 13 Sof 2, 3

En tiempo de prosperidad Yo estoy contigo. El Señor te ha logrado su

disfruta, en tiempo de Gén 28, 15 favor. Prov 8, 35
adversidad reflexiona.
Ecl 7, 14

¡La paz sea contigo! Señor, en ti está la fuente de Comparte tu pan con el
No temas. la vida, y en tu luz vemos la hambriento y tu ropa con el
Jue 6, 23 luz. que está desnudo.
Sal 36, 10 Tob 4, 16
Ten confianza, hijo,
que el Señor del cielo te dé
alegría en vez de esta
tristeza.
Tob 7, 16
Bendecid al Señor, Dios del
universo, que nos trata
según su misericordia.
Eclo. 50, 22
Mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Sal 130, 5
El Señor completará
sus favores conmigo.
Sal 138, 8
Él levanta del polvo al
desvalido, alza de la basura
al pobre,
para sentarlo con los
príncipes. Sal 113, 7-8
En lo poco y en lo mucho Hijo, en tu enfermedad no
pon buena cara seas negligente, sino ruega al
Eclo 29, 23 Señor que él te curará
Eclo 38, 9
Has sido mi protector y mi De ti procede el perdón.
auxilio y me has liberado. Mi alma espera en ti, Señor,
Eclo 51, 2 espera en tu palabra.
Sal 130, 4-5
¡Espera en el Señor Qué dulzura, qué delicia,
desde ahora y por siempre! convivir los hermanos unidos.
Sal 131, 3 Porque allí manda el Señor la
bendición: la vida para
siempre.
Sal 133, 1-3
Señor, tu misericordia es Dad gracias al Señor,
eterna, no abandones invocad su nombre.
la obra de tus manos. Buscad continuamente su
Sal 138, 8 rostro. Sal 105, 1-4
Tu espíritu que es bueno, Haz que sienta tu amor en la
me guíe por tierra llana. mañana, porque confío en ti.
Sal 143, 10 Sal 143, 8
Indícame el camino
que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Sal 143, 8
Lámpara es tu palabra
para mis pasos,
luz en mi sendero.
Sal 119, 105
Que mi alma viva para
alabarte. Sal 119, 175
Que el Señor te bendiga
desde Sión.
Sal 128, 6
Bendice, alma mía, al Señor, y
todo mi ser a su santo
Nombre.
Sal 103, 1
El Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus
criaturas.
Sal 145, 9
Dichoso el que,
guardando tus preceptos,
te busca de todo corazón.
Sal 119, 2
La explicación de tus palabras
ilumina,
da inteligencia a los
ignorantes. Sal 119, 130
Desead la paz a Jerusalén:
“Vivan seguros los que te
aman, haya paz dentro de tus
muros, seguridad en tus
palacios”.
Sal 122, 6-7
Bendice, alma mía al Señor,
y no olvides sus beneficios.
Sal. 103, 2
El Señor abre los ojos al
ciego, el Señor endereza
a los que ya se doblan.
Sal 146, 8
Mejor es refugiarse en el
Señor que fiarse de los
hombres
y de los jefes.
Sal 118, 8-9
Nuestro auxilio
es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Sal 124, 8
La misericordia del Señor
dura desde siempre y por
siempre, para aquellos
que cumplen sus mandatos.
Sal 103, 17
Cantadle, salmodiad para él.
Recordad las maravillas
que él ha hecho.
Sal 105, 2-5
El Señor se acuerda de su
alianza eternamente, de la
palabra dada, por mil
generaciones.
Sal 105, 8
Me invocarás y te escucharé.
Contigo estaré en la
tribulación, te defenderé, te
glorificaré
y te haré ver mi salvación.
Sal 91, 15-16
Amanece la luz para el justo, y
la alegría
para los rectos de corazón.
Sal 97, 11
El Señor da la gracia y la
gloria, y no niega sus bienes
a los de conducta intachable.
Sal 84, 12
El Señor se apiada del pobre y
del indigente,
y salvará la vida de los
pobres. Sal 72, 13
Eres tú, Señor,
quien libra de todo mal.
Sab 16, 8
El justo crecerá como una
palmera, plantado en la casa
del Señor, crecerá en los
atrios
de nuestro Dios.
Sal 92, 13-14
Dichoso el que encuentra
en ti su fuerza
y tiene tus caminos en su
corazón. Sal 84, 6
¡Señor del universo,
dichoso el hombre que confía
en ti! Sal 84, 13
Tú, el Dios que obras
maravillas, manifiesta tu
poder
entre los pueblos.
Sal 77, 15-16
Pues estás junto a mí:
te libraré, te protegeré,
porque conoces mi nombre.
Sal 91, 14
Alegraros, justos, con el
Señor, celebrad su santo
nombre.
Sal 97, 12
Dichosos los que viven en tu
casa, alabándote siempre.
Sal 84, 6
Yo libro al pobre que clama, al
afligido que no tiene protector.
Sal 72, 12
Bendecid, pueblos, a nuestro
Dios, haced resonar sus
alabanzas.
Sal 66,8
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro
Dios. Sal 67, 7
El Señor escucha a sus
pobres, no desprecia a sus
cautivos.
Sal 69, 34
Yo esperaba con ansia al
Señor; él se inclinó hacia mí
y escuchó mi grito.
Sal 40, 2
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu
alabanza. Sal 51, 17
La palabra del Señor es
sincera, y todas sus acciones
son leales.
Sal 33, 4
Alabaré el nombre de Dios
con cantos, proclamaré su
grandeza con acción de
gracias.
Sal 69, 31
Tú amas la justicia
y odias la impiedad.
Sal 45, 8
De día el Señor me hará
misericordia,
de noche cantaré la alabanza,
la oración al Dios de mi vida.
Sal 42, 9
Un corazón contrito y
humillado, tú, oh Dios, tú no lo
desprecias.
Sal 51, 19
Confía en el Señor y haz el
bien. Sal 37, 3
Miradlo, los humildes, y
alegraos; buscad al Señor,
y revivirá vuestro corazón.
Sal 69, 33
Rendíos, reconoced
que yo soy Dios.
Sal 46, 11
Devuélveme la alegría
de tu salvación,,
afiánzame con espíritu
generoso. Sal 51, 14
Señor, Dios mío, clamé a ti
y me sanaste.
Sal 30, 3
Sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu
corazón. Sal 37, 4
Que el Señor cumpla
el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus
planes. Sal 20, 5
Aunque camine por cañadas
oscuras, nada temo, porque
tú, Señor, vas conmigo.
Sal 23, 4
Escúchame, Señor, que te
llamo; ten piedad,
respóndeme.
Tu rostro buscaré, Señor.
Sal 27, 7-8
El Señor desde el cielo
alargó la mano y me agarró,
me sacó de las aguas
caudalosas. Sal 18, 17
Tu diestra, Señor, me
sostiene, multiplicas tus
cuidados conmigo.
Sal 18, 36
El Señor es mi pastor,
nada me falta: en verdes
praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes
tranquilas.
Sal 23, 1- 2
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida.
Sal 27, 4
Oigo en mi corazón:
“Buscad mi rostro”.
Tu rostro buscaré, Señor.
Sal 27, 8
Señor, tú eres mi lámpara;
Dios mío, tú alumbras mis
tinieblas. Sal 18, 29
Tengo siempre presente al
Señor, con él a mi derecha no
vacilaré. Por eso se me alegra
el corazón
y mi carne descansa
esperanzada. Sal 16,8- 9
El Señor repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo.
Sal 23, 3
Eso buscaré:
habitar en la casa del Señor,
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.
Sal 27, 4
El Señor fue un apoyo para
mí, me salvó porque me
amaba.
Sal 18, 19-20
Dios me ciñe de valor y me
enseña un camino perfecto.
Sal, 18, 33
Bendeciré al Señor que me
aconseja, hasta de noche me
instruye internamente.
Sal 16, 7
Me enseñarás el sendero de
la vida, me saciarás de gozo
en tu presencia, de alegría
perpetua a tu derecha.
Sal 16, 11
El Señor hizo milagros en mi
favor, y él me escuchará
cuando lo invoque.
Sal 4, 4
Yo los atraía con lazos de
amor, y yo era para ellos
como los que alzan un niño
hasta sus mejillas.
Os 11, 4
El Señor te muestre su rostro
y te conceda la paz.
Núm 6, 26
Gratis habéis recibido,
dad gratis.
Mt 10, 8
Señor, vengo a tu presencia, y
al despertar
me saciaré de tu semblante.
Sal 17, 15
Ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.
Sal 4, 6
Procede con amor y con
justicia y confía en Dios
siempre.
Os 12, 7
Señor, caminas delante de mí
de día y por la noche.
Núm 14, 14
Perdona setenta veces siete.
Mt 18, 22
El Señor me sostiene,
no temo.
Sal 3, 6-7
Que se alegren los que se
acogen a ti, con júbilo eterno;
protégelos, para que se
llenen de gozo
los que aman tu Nombre.
Sal 5, 12
Yo curaré su deslealtad,
los amaré generosamente.
Os 14, 5
A los que teméis mi nombre,
os iluminará un sol de justicia
y hallaréis salud a su sombra.
Mal 3, 20
Velad y orad.
para que no caer en la
tentación. Mt 26, 41
Yo estoy contigo para Bienaventurados
siempre. Mt 28, 20 los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados
hijos de Dios.
Mt 5, 9
Bienaventurados
los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Mt 5, 8

Bienaventurados Bienaventurados Bienaventurados

los pobres en el espíritu, los mansos, los que lloran,
porque de ellos porque ellos heredarán la porque ellos serán
es el Reino de los cielos. tierra. consolados. Mt 5, 5
Mt 5, 3 Mt 5, 4

Bienaventurados
los que tienen hambre y sed
de la justicia, porque ellos
quedarán saciados.
Mt 5, 6
Bienaventurados cuando os
persigan de cualquier modo
por mi causa. Alegraos,
porque vuestra recompensa
será grande en el cielo
Mt 5, 11-12
Dice Jesús:
”Sígueme”
Mt 8, 22
Bienaventurados Bienaventurados
los misericordiosos, los perseguidos por causa
porque ellos alcanzarán de la justicia, porque de ellos
misericordia. es el reino de los cielos.
Mt 5, 7 Mt 5,10
Cuidad de no practicar vuestra Cuando hagas limosna,
justicia delante de los que no sepa tu mano
hombres para ser vistos por izquierda lo que hace tu
ellos. derecha.
Mt 6, 1 Mt 6, 3
Dice Jesús: Tú eres mi Hijo amado,
“Yo iré a curarle” en ti me complazco.
Mt 8, 7 Mc 1, 11
“Hijo,
tus pecados te son
perdonados” Mc 2, 5
“¿No ardía nuestro corazón
mientras nos hablaba por el
camino y nos explicaba las
Escrituras?”
Lc 24, 32
Te visitaré y cumpliré en ti
mi palabra salvadora.
Jer 29, 10
Me buscarás y me
encontrarás, si me buscas de
todo corazón.
Jer, 29, 13
Dice el Señor: “Aquí estoy,
en defensa de tu causa”.
Jer 51, 36
Jesús, fijando en él su mirada,
le amó.
Mc 10, 21
Estad alegres porque vuestros
nombres están inscritos en el
cielo.
Lc 10, 20
Tengo para ti designios de paz
y no de aflicción,
darte un porvenir y una
esperanza. Jer 29, 11
Si me buscas de todo corazón
me dejaré encontrar,
y cambiaré tu suerte.
Jer 29, 13-14
Alabaréis el nombre del
Señor, vuestro Dios, que hizo
con vosotros tantas
maravillas.
Jl, 2, 26
“Hijo, tú siempre estás
conmigo, y todo lo mío es
tuyo”.
Lc 15, 31
Escuchad, prestad mucha
atención, sin orgullo, que
habla el Señor.
Jer 13, 15
Me invocarás e irás a
suplicarme, y yo te escucharé.
Jer 29, 12
Yo romperé tus cadenas.
Jer 30, 8
No temas, goza y alégrate,
porque el Señor hace
grandezas. Jl 2, 21
Dios es amor, En esto consiste el amor de
y quien permanece en el amor Dios: en que él nos amó y
permanece en Dios nos envió a su Hijo como
y Dios en él. víctima de propiciación por
1Jn 4, 16 nuestros pecados.
1Jn 4,10
Nosotros damos testimonio Quien confiese que
de que el Padre envió a su Jesús es el Hijo de Dios,
Hijo para ser Dios permanece en él, y él en
Salvador del mundo. Dios. 1Jn 4, 15
1Jn, 4, 14
Amenos a Dios, Hemos recibido de Dios este
porque Él nos amó primero. mandamiento: quien ama a
1Jn 4, 19 Dios, ame también a su
hermano.
1Jn, 4, 21
Quien guarda sus Este es su mandamiento:
mandamientos permanece en que creamos en su Hijo,
Dios, Jesucristo, y que nos
y Dios en él. amemos unos a otros, tal
1Jn, 3, 24 como nos lo mandó.
1Jn 3, 23
No amemos de palabra y de Dios nos ha dado vida eterna,
boca, sino de verdad y con y esta vida está en su Hijo.
obras. Quien tiene al Hijo tiene la
1Jn, 3, 18 vida, quien no
tiene al Hijo de Dios no tiene
la vida 1Jn 5, 12
Si nos amamos unos a otros,
Dios permanece en nosotros y
su amor ha llegado en
nosotros a su plenitud.
1Jn, 4, 12
Nosotros hemos conocido
el amor que Dios nos tiene
y hemos creído en él.
1Jn 4, 16
Amémonos unos a otros,
ya que el amor es de Dios,
y todo el que ama
ha nacido de Dios y conoce a
Dios. 1Jn, 4, 7
Cuanto pidamos lo recibimos
de él, porque guardamos
sus mandamientos
y hacemos lo que le agrada.
1Jn 3, 22
En esto consiste la confianza
en él: en que si le pedimos
algo
según su voluntad, sabemos
que nos escucha y nos lo
concede. 1Jn 5, 14-15
Trabajad no por el alimento
que perece, sino por el
alimento que perdura para la
vida eterna,
el que os dará el Hijo del
hombre. Jn 6, 27
“Yo soy el camino, y la verdad
y la vida.
Nadie va al Padre sino por
mí”. Jn 14, 6
Como el Padre me ha amado,
así os he amado yo;
permaneced en mi amor.
Jn 15, 9
Nadie tiene amor más grande
que el que da la vida
por sus amigos.
Jn 15, 13
Lo que pidáis en mi nombre yo
lo haré, para que el Padre
sea
glorificado en el Hijo.
Jn 14, 13
Como a un niño
a quien su madre consuela,
así os consolaré yo.
Is 66, 13
Si permanecéis en mí y mis
palabras permanecen en
vosotros, pedid lo que
deseáis, y se realizará.
Jn 15, 7
El que permanece en mí y yo
en él, ese da fruto abundante;
porque sin mí no podéis hacer
nada Jn 15, 5
Vosotros sois mis amigos
si hacéis lo que yo os mando.
Jn 15, 14
No se turbe vuestro corazón,
creed en Dios
y creed también en mí.
Jn 14, 1
No se turbe tu corazón.
Jn 14, 1
Con esto recibe gloria mi
Padre, con que deis fruto
abundante; así seréis
discípulos míos.
Jn 15, 8
Este es mi mandamiento:
que os améis unos a otros
como yo os he amado.
Jn 15, 12
No os dejaré huérfanos,
volveré a vosotros.
Jn 14, 18
Cuando vaya y os prepare un
lugar, volveré y os llevaré
conmigo, para que donde
estoy yo
estéis también vosotros.
Jn 14, 3
Atiende, escúchame:
yo te hablaré.
Job 33, 31
Clamarás al Señor y te
responderá; pedirás ayuda y
te dirá:
“Aquí estoy”
Is 58, 9
Esto dice el Señor, tu
libertador: “Yo, el Señor, tu
Dios,
te instruyo por tu bien,
te marco el camino a seguir”.
Is 48, 17
Soporta la prueba
para tu corrección,
porque Dios te trata como a
hijo. Heb 12, 7
No nos cansemos de hacer el
bien, que, si no desmayamos,
a su tiempo cosecharemos.
Ga 6, 9
Si no tienes argumentos,
escucha; calla y te enseñaré
sabiduría.
Job 33, 33
El Señor te guiará siempre,
colmará tu alma.
Is 58, 11
Sabrás que yo soy el Señor,
que no defraudo
a quien confía en mí.
Is 49, 23
No tendrás que llorar,
se apiadará de ti al oír tu
gemido; apenas te oiga, te
responderá.
Is 30, 19
Yo seré muy bueno contigo.
Gn 32, 13
Yo soy quien te consuela.
Is 51, 12
“Tú eres mi siervo,
te he elegido
y no te he rechazado”.
Is 41, 9
Dice el Señor:
Yo mismo defenderé tu causa.
Is 49, 25
Si te desvías a la derecha o
a la izquierda, tus oídos oirán
una palabra a tus espaldas
que te dice: “Éste es el
camino, camina por él”. Is 30,
21
Dadme esta gran alegría:
manteneos unánimes y
concordes con un mismo
amor y sentir.
Flp 2, 2
Cualquier cosa que hagáis
sea sin protestas ni
discusiones, así seréis
irreprochables y sencillos,
hijos de Dios sin tacha.
Flp 2, 14
Os infundiré mi espíritu, y haré
que caminéis según mis
preceptos, y que guardéis y
cumpláis
mis mandatos.
Ez 36, 27
El Señor irá delante de ti.
Él estará contigo,
no te dejará ni te abandonará.
No temas ni te acobardes.
Dt 31, 8
El Señor, tu Dios,
es un Dios compasivo;
no te abandonará
ni olvidará la alianza.
Dt 4, 31
Buscaré la oveja perdida,
recogeré a la descarriada;
vendaré a la herida;
fortaleceré a la enferma.
Ez 34, 16
No seáis parciales en la
sentencia, oíd por igual a
pequeños y grandes.
Dt 1, 17
Buscarás al Señor, tu Dios,
y lo encontrarás si lo buscas
con todo tu corazón
y con toda tu alma.
Dt 4, 29
Hijos sois, del Señor, vuestro
Dios. Dt 14, 1
Os daré un corazón nuevo, y
os infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré de vuestra carne el
corazón de piedra y os daré
un corazón de carne. Ez 36,
26
¡Se fuerte y valiente, no
temas! pues el Señor, tu Dios,
va contigo, no te dejará ni te
abandonará. Dt 31, 6
Cuando estés angustiado,
volverás al Señor, tu Dios,
y escucharás su voz.
Dt 4, 30
Tú eres un pueblo santo para
el Señor, tu Dios; Él te eligió
para que seas, entre todos
los pueblos de la tierra, su
propio pueblo.
Dt, 14,2
Yo, a cuantos amo,
reprendo y corrijo;
ten, pues, celo y conviértete.
Ap 3, 19
Entraron en la casa,
vieron al niño con María, su
madre, y cayendo de rodillas
lo adoraron; después… le
ofrecieron regalos. Mt 2, 11
“Al Señor, tu Dios, adorarás
y a él sólo darás culto”.
Mt 4, 10
Le traían todos los enfermos
aquejados de toda clase
de enfermedades.
Y él los curó.
Mt 4, 24
Quien cumpla y enseñe
hasta los preceptos más
pequeños, será grande
en el reino de los cielos.
Mt 5,19
Mira, estoy de pie a la puerta y
llamo. Si alguien escucha mi
voz y abre la puerta, entraré
en su casa y cenaré con él y
él conmigo. Ap 3, 20
“Este es mi Hijo amado,
en quien me complazco”.
Mt 3,17
“Convertíos,
porque está cerca
el reino de los cielos”.
Mt 4, 17
Vosotros sois la luz del
mundo. Mt 5, 14
Padre nuestro que estás en el
cielo, santificado sea tu
nombre.
Mt 6, 9
La gracia del Señor Jesús
esté contigo.
Amén.
Ap 22, 20-21
“No sólo de pan vive el
hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios”.
Mt 4, 4
“Venid en pos de mí.”
Inmediatamente lo dejaron
todo y lo siguieron.
Mt 4, 19-22
Brille vuestra luz ante los
hombres, para que vean
vuestras buenas obras
y den gloria a vuestro Padre.
Mt 5, 16
Padre nuestro,
venga a nosotros tu reino.
Mt 6, 10
Padre nuestro,
hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo.
Mt 6, 10
Padre nuestro,
no nos dejes caer en la
tentación y líbranos del mal.
Mt 6, 13
Donde está tu tesoro,
allí estará tu corazón.
Mt 6, 21
Buscad sobre todo el reino de
Dios y su justicia;
y todo se os dará por
añadidura. Mt 6, 33
Señor, no soy digno
de que entres bajo mi techo.
Basta que lo digas de palabra,
y… quedará sano.
Mt 8,8
Padre nuestro,
danos hoy nuestro pan
de cada día.
Mt 6, 11
Si perdonáis a los hombres
sus ofensas también os
perdonará vuestro Padre
celestial.
Mt 6, 14
Nadie puede servir a dos
señores. No podéis servir a
Dios y al dinero.
Mt 6, 24
No os agobiéis por el mañana
porque el mañana
traerá su propio agobio.
A cada día le basta su afán.
Mt 6, 34
El Señor le tocó su mano
y se le pasó la fiebre:
se levantó y se puso a
servirle. Mat 8,15
Padre nuestro,
perdona nuestras ofensas
como también nosotros
perdonamos a los que nos
ofenden. Mt 6, 12
No atesoréis para vosotros
tesoros en la tierra.
Haceos tesoros en el cielo.
Mt 6, 19-20
No estéis agobiados por
vuestra vida ni por vuestro
cuerpo.
Ya sabe vuestro Padre
celestial que tenéis necesidad
de todo eso. Mt 6, 25-32
“Señor, si quieres,
puedes limpiarme”.
”Quiero, queda limpio.
Mt 8, 2-3
“Él tomó nuestras dolencias
y cargó con nuestras
enfermedades”.
Mt 8,17
Maestro,
te seguiré a adonde vayas.
Mt 8, 19
Increpó a los vientos y al mar
y vino una gran calma.
“¿Quién es éste, que hasta el
viento y el mar lo obedecen?”
Mt 8, 26-27
No tienen necesidad de
médico los sanos,
sino los enfermos.
Mt 9,12
“¡Ánimo, hija!
Tu fe te ha salvado”.
Al momento quedó curada la
mujer. Mt 9, 22
“Ten compasión de nosotros,
hijo de David”.
Mt 9, 27
Se acercaron y lo despertaron, El Señor les dice:
gritándole: “¿por qué tenéis miedo,
“Señor, sálvanos hombres de poca fe?”
que perecemos”. Mt 8,26
Mt 8,25
¡Ánimo, hijo!, Jesús le dijo: “Sígueme”.
tus pecados te son Él se levantó y lo siguió.
perdonados. Levántate y echa Mt 9, 9
a andar.
Mt 9, 2-5
No he venido a llamar a justos Le trajeron a todos los
sino a pecadores. enfermos. Le pedían tocar
Mt 9, 13 siquiera la orla de su manto.
Y cuantos lo tocaban
quedaban curados.
Mt 14, 36
Ven tú, Señor, Entró Jesús, cogió a la niña
impón tu mano sobre ella (sin vida)
y vivirá. de la mano y ella se levantó.
Mt 9, 18 Mt 9, 25
Jesús les dijo: “¿creéis que Jesús, al ver a las
puedo hacerlo?” “Sí, Señor”. muchedumbres se
“Que os suceda compadecía de ellas,
conforme a vuestra fe”. porque estaban extenuadas
Mt 9, 28-29 y abandonadas.

La mies es abundante,
pero los trabajadores son
pocos; rogad al Señor de la
mies
que mande trabajadores a su
mies. Mt 9, 37
No seréis vosotros los que
habléis, sino que el Espíritu
de vuestro Padre hablará por
vosotros.
Mt 10, 21
Si alguno quiere venir
en pos de mí,
que se niegue a sí mismo,
tome su cruz y me siga.
Mt 16, 24
Jesús dijo: “Te doy gracias,
Padre, porque has escondido
estas cosas a los sabios y se
las has revelado a los
pequeños”.
Mt 11, 25
Id y proclamad que ha llegado
el reino de los cielos.
Mt 10, 7
El que persevere hasta el
final, se salvará.
Mt 10, 22
El que pierda su vida por mí,
la encontrará.
Mt 10, 39
Nadie conoce al Padre sino el
Hijo y aquel a quien el Hijo
se lo quiera revelar.
Mt 11, 27
Mt 9,36
Os envío como ovejas entre
lobos: Sed sagaces como
serpientes y sencillos como
palomas.
Mt 10, 16
A quien se declare por mí
ante los hombres,
yo también me declararé por
él ante mi Padre.
Mt 10, 32
El que dé a beber un vaso de
agua fresca a un discípulo
mío,
no perderá su recompensa.
Mt 10, 42
“Venid a mí
todos los que estáis cansados
y agobiados,
y yo os aliviaré”.
Mt 11, 28
Aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón,
y encontraréis descanso
para vuestras almas.
Mt 11, 29
Bienaventurados vuestros ojos
porque ven y vuestros oídos
porque oyen.
Mt 13, 16
¡Ánimo,
soy yo,
no tengáis miedo!
Mt 14,27
Se postraron ante él diciendo:
“Realmente eres Hijo de Dios”.
Mt 14, 34
”¿Y vosotros,
quién decís que soy yo?”
“Tú eres el Mesías,
el Hijo del Dios vivo”.
Mt 16, 15-16
Mi yugo es llevadero
y mi carga ligera.
Mt 11, 30
Bienaventurados sois, porque
muchos profetas y justos
desearon ver lo que veis y no
lo vieron y oír lo que oís y no
lo oyeron. Mt 13,17
“Señor, si eres tú,
mándame ir a ti sobre el
agua”. Él le dijo: “Ven”
Mt 14, 29
¡Ten compasión de mí, Señor,
Hijo de David!
¡Señor, ayúdame!
Mt 15, 22-25
“¿De qué le servirá a un
hombre ganar el mundo
entero,
si pierde su alma?”
Mt, 16, 26
Mirad a mi siervo, mi elegido,
mi amado, en quien me
complazco. Sobre él pondré
mi espíritu…
Mt 12, 18
El que escucha la Palabra,
y la entiende,
ese da mucho fruto.
Mt 13, 23
“Señor, sálvame!”
Jesús lo agarró y le dijo:
“¡Hombre de poca fe!
¿Por qué has dudado?”
Mt 14, 30-31
Jesús le dijo:
“Qué grande es tu fe: que se
cumpla lo que deseas”.
Mt 15, 28
Jesús se acercó y, tocándolos,
les dijo:
“Levantaos, no temáis”.
Mt 17, 7
Si no os convertís
y os hacéis como niños,
no entraréis
en el reino de los cielos.
Mt, 18, 3
Si un pastor tiene cien ovejas
y se le pierde una, ¿no deja
las noventa y nueve en los
montes y va
en busca de la perdida?
Mt 18,12
Jesús dice: “¡Alegraos,
conmigo! He encontrado la
oveja
que se me había perdido”.
Lc 15, 6
Donde dos o tres están
reunidos en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos.
Mt 18, 20
El que se haga pequeño
como este niño,
ese es el más grande
en el reino de los cielos.
Mt 18, 4
Si un pastor encuentra su
oveja perdida, se alegra más
por ella que por las noventa y
nueve
que no se habían extraviado.
Mt 18,13
Habrá más alegría en el cielo
por un solo pecador que se
convierta, que por noventa y
nueve justos que no
necesitan convertirse. Lc 15, 7
“Señor, ¿cuántas veces tengo
que perdonar? ¿Hasta 7
veces?”
Jesús le contesta: “No hasta
siete, sino hasta setenta
veces siete.” Mt 18, 21-22
El que acoge a un niño como
éste en mi nombre,
me acoge a mí.
Mt 18, 5
Cuando un pastor encuentra a
su oveja perdida, se la carga
sobre sus hombros, muy
contento.
Lc 15,5
Si dos de vosotros
se ponen de acuerdo en la
tierra para pedir algo,
se lo dará mi Padre del cielo.
Mt 18, 19
No impidáis a los niños
acercarse a mí;
de los que son como ellos
es el reino de los cielos.
Mt, 19, 14
“Maestro, “Mira, si quieres entrar en la “Ven y sígueme”.
¿qué tengo que hacer de vida, guarda los Mt 19, 21
bueno para obtener la vida mandamientos”.
eterna?” Mt 19, 1
Mt 19, 16

El que quiera ser grande entre
vosotros, que sea vuestro
servidor.
Mt 20, 26
¿Qué quieres que haga por ti?
Mt 20, 32
El Hijo del hombre no ha “¡Ten compasión de nosotros,
venido a ser servido sino a Señor, Hijo de David!”
servir Mt 20, 30
y a dar su vida
en rescate por muchos.
Mt 20, 28
Compadecido, Fueron los discípulos e
Jesús les tocó los ojos, hicieron lo que les había
y al punto recobraron la vista y mandado Jesús.
lo siguieron. Mt 21, 6
Mt 20, 34

¡Hosanna al Hijo de David!
¡Bendito el que viene
en nombre de Señor!
Mt 21, 9
Todo lo que pidáis orando con
fe, lo recibiréis.
Mt 21, 22
Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón,
con toda tu alma,
con toda tu mente.
Mt 22, 37

Amarás a tu prójimo El que se enaltece será Estad en vela,

como a ti mismo. humillado, y el que se humilla porque no sabéis
Mt 22, 38 será enaltecido. qué día vendrá vuestro Señor.
Mt 23, 12 Mt 23 ,24
Estad también vosotros
preparados, porque a la hora
que menos penséis
viene el Hijo del hombre.
Mt 23, 44
“Padre mío, si es posible,
que pase de mí este cáliz.
Pero no se haga como yo
quiero, sino como quieres tú”.
Mt 26, 39
Id y haced discípulos a todos
los pueblos, bautizándolos
y enseñándoles a guardar
todo lo que os he mandado.
Mt 28, 19-20
Jesús decía:
“Se ha cumplido el tiempo
y está cerca el reino de Dios.
Convertíos y creed en el
Evangelio” Mc 1, 15
Atónitos daban gloria a Dios
diciendo:
“Nunca hemos visto
una cosa igual”
Mc, 2, 12
Venid,
benditos de mi Padre.
Mt 25, 34
Sé que buscáis a Jesús el
crucificado.
¡¡¡Ha resucitado!!!
Mt 28, 5-6
Viene…
el que os bautizará
con Espíritu Santo.
Mc 1, 7-8
“Sé quién eres:
el Santo de Dios”.
Mc 1, 24
Jesús se retiró con sus
discípulos a la orilla del mar
y lo siguió una gran
muchedumbre. Mc 3, 7
Cada vez que lo hicisteis
con uno de estos,
mis hermanos más pequeños,
conmigo lo hicisteis.
Mt 25, 40
Yo estoy con vosotros
todos los días,
hasta el fin de los tiempos.
Mt 28, 20
“Tú eres mi Hijo amado.
En ti me complazco”
Mc 1, 11
Acudían a él
de todas partes.
Mc 1, 45
Como había curado a muchos,
todos los que sufrían de algo
se le echaban encima para
tocarlo.
Mc 3, 10
Jesús subió al monte,
llamó a los que quiso
y se fueron con él.
Mc 3, 13
“Vete a casa con los tuyos
y anúnciales
lo que el Señor ha hecho
contigo y que ha tenido
misericordia de ti”. Mc 5, 19
“No temas;
basta que tengas fe”.
Mc 5, 36
Jesús, viéndolos fatigados de
remar, porque tenían viento
contrario, fue hacia ellos
andando sobre el mar.
Mc 6, 49
Los enfermos le rogaban que
les dejase tocar al menos la
orla de su manto; y los que la
tocaban
Jesús dijo:
“El que haga la voluntad de
Dios, ese es mi hermano y mi
hermana y mi madre”.
Mc 3, 35
El hombre se marchó
y empezó a proclamar
lo que Jesús había hecho con
él; todos se admiraban.
Mc 5, 20
“Dadles vosotros de comer”…
Tomó los cinco panes y los
dos peces…, pronunció la
bendición y se los iba dando
a los discípulos… Mc 6, 37-41
“Ánimo, soy yo, no tengáis
miedo”. Jesús entró en la
barca con ellos y amainó el
viento. Ellos estaban en el
colmo del estupor.
Mc 6, 50-51
Jesús le tocó y mirando al
cielo, suspiró y le dijo: Effetá
(“ábrete”). Y al momento
se le abrieron los oídos…
Los que reciben la semilla
en tierra buena son los que
escuchan la palabra, la
aceptan y así dan buena
cosecha.
Mc 4, 20
“Con solo tocarle el manto
curaré.” Jesús preguntó:
“¿Quién me ha tocado el
manto?” Y le dijo: “Tu fe te ha
salvado. Vete en paz”.
Mc 5, 28-34
Comieron todos
y se saciaron.
Mc 6, 42
Apenas desembarcados, lo
reconocieron; cuando se
enteraba la gente dónde
estaba Jesús, le llevaba los
enfermos en camillas. Mc 6,
54-55
En el colmo del asombro
decían: “Todo lo ha hecho
bien:
hace oír a los sordos
quedaban curados.
Mc 6, 56
Le trajeron a un ciego
pidiéndole que lo tocase.
Jesús le puso las manos en
los ojos;
el hombre miró: estaba
curado. Mc 8, 22-25
Quien se avergüence de mí
y de mis palabras, también el
Hijo del hombre se
avergonzará de él cuando
venga en su Gloria.
Mc 8, 38
“Ten compasión de nosotros y
ayúdanos”.
Jesús dijo:
“Todo es posible al que tiene
fe”. Mc 9, 22-23
“Quien quiera ser el primero,
que sea el último de todos
y el servidor de todos”.
Mc 9, 35
Mc 7, 33-35 y hablar a los mudos”.
Mc 7, 37
“Si alguno quiere venir en pos Quien quiera salvar su vida,
de mí, que se niegue a sí la perderá;
mismo, tome su cruz y me pero el que pierda su vida por
siga”. mí y por el Evangelio, la
Mc 8, 34 salvará. Mc 8, 35
“Maestro, “Éste es mi Hijo, el amado.
¡qué bueno es que estemos Escuchadlo”.
aquí!”. Mc 9, 5 Mc 9, 7
“Señor, creo, El Hijo del hombre
pero ayuda mi falta de fe”. va a ser entregado y lo
Mc 9, 24 matarán; a los tres días
resucitará.
Mc 9, 31
El que acoge a un niño como El que me acoge a mí,
éste en mi nombre, no me acoge a mí,
me acoge a mí. sino al que me ha enviado.
Mc 9, 37 Mc, 9, 37
El que os dé a beber un vaso
de agua porque sois de Cristo,
no se quedará sin
recompensa.
Mc 9, 41
Lo que Dios ha unido
que no lo separe el hombre.
Mc 10, 9
Tomando a los niños en
brazos los bendecía
imponiéndoles las manos.
Mc 10, 16
“¿Señor, quién puede
salvarse?”
“Es imposible para los
hombres, no para Dios. Dios
lo puede todo”. Mc 10, 26-27
El que quiera ser primero,
sea esclavo de todos.
Mc 10, 44
Vivid en paz unos con otros.
Mc 9, 50
Dejad a los niños que se
acerquen a mí: no se lo
impidáis,
pues de los que son como
ellos es el reino de Dios.
Mc 10, 14
“Maestro bueno,
¿qué haré para heredar la
vida eterna?”
Mc 10, 17
“¿Qué queréis que haga
por vosotros?”
”Señor, concédenos sentarnos
contigo en tu gloria”.
Mc 10, 37
El Hijo del hombre no ha
venido a ser servido, sino a
servir
y dar su vida
en rescate por muchos.
Por eso dejará el hombre
a su padre y a su madre,
se unirá a su mujer
y serán los dos una sola
carne. Mc 10, 8
Quien no reciba el Reino de
Dios como un niño, no entrará
en él.
Mc 10, 15
Jesús se quedó mirándolo,
lo amó y le dijo:
“… Ven y sígueme”.
Mc 10, 20
El que quiera ser grande
entre vosotros,
que sea vuestro servidor.
Mc 10, 43
“Hijo de David, Jesús,
ten compasión de mí”.
“¿Qué quieres que te haga?”
Mc 10, 47-51

“Ánimo, levántate, que te
llama”.
Soltó el manto, dio un salto
y se acercó a Jesús.
Mc 10, 49-50
Mi casa será casa de oración
para todos los pueblos.
Mc 11, 17
Todo cuanto pidáis en la
oración, creed que os lo han
concedido y lo obtendréis.
Mc 11, 24
Dad al César lo que es del
César y a Dios lo que es de
Dios.
Mc 12, 17
“Amarás al Señor, tu Dios,
con todo tu corazón,
con toda tu alma, con toda
Mc, 10, 45
“¿Qué quieres que te haga?”
“Maestro, que recobre la vista”
Jesús le dijo:
“Anda, tu fe te ha salvado”.
Mc 10, 51
Todo el mundo admiraba
su enseñanza.
Mc 11, 18
Cuando os pongáis a orar,
perdonad lo que tengáis
contra otros, para que vuestro
Padre os perdone vuestras
culpas.
Mc 11, 25
“Yo soy el Dios de Abrahán, el
Dios de Isaac, el Dios de
Jacob”.
No es Dios de muertos,
sino de vivos.
Mc 12, 27
Amarás a tu prójimo
como a ti mismo.
Mc 12, 31
Al momento recobró la vista
y lo seguía por el camino.
Mc 10, 52
Tened fe en Dios.
Mc 11, 22
La piedra que desecharon los
arquitectos es ahora la piedra
angular. Es el Señor quien lo
ha hecho, ha sido un milagro
patente. Mc 12, 10-11
“Escucha,
el Señor, nuestro Dios,
es el único Señor.
Amarás al Señor con todo tu
ser”. Mc 12, 29-30
Amarás a Dios con todo tu
corazón y al prójimo como a ti
mismo. No hay mandamiento
tu mente, con todo tu ser”.
Mc 12, 30
Quien persevere hasta el fin
se salvará.
Mc 13, 13
Estad atentos, vigilad:
pues no sabéis cuándo es el
momento. Velad, pues no
sabéis cuándo vendrá el
Señor…
Mc 13, 33-35
Llegó una mujer
con un frasco de perfume muy
caro y lo derramó sobre su
cabeza.
Mc 14, 3
“Tomad, esto es mi cuerpo”.
“Ésta es mi sangre de la
alianza, que es derramada
por muchos”.
Mc 14, 22-24
Entonces verán venir al Hijo
del hombre sobre las nubes
con gran poder y gloria;
enviará a los ángeles y
reunirá a sus elegidos.
Mc 13, 26-27
Velad, pues no sabéis cuándo
vendrá el Señor… No sea que
venga inesperadamente
y os encuentre dormidos.
Mc 13, 35-36
“¿A qué viene este derroche?”
Y reprendían a la mujer.
“Dejadla, una obra buena ha
hecho conmigo,
embalsamándome”. Mc 14, 4-
8
Quedaos aquí y velad.
Mc 14, 34
mayor
que éstos”.
Mc 12, 30-31
El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán.
Mc, 13, 31
Lo que os digo a vosotros,
lo digo a todos:
¡Velad!
Mc 13, 37
“En cualquier parte del mundo
donde se proclame el
Evangelio, se hablará de lo
que esta mujer ha hecho, para
memoria suya”. Mc 14, 9
Velad y orad, para no caer en
tentación; el espíritu está
pronto, pero la carne es débil.
Mc, 14, 38
Ha llegado la hora;
mirad que el Hijo del hombre
va a ser entregado
en manos de los pecadores.
Mc 14, 41
Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has
abandonado? Mc 15, 34
Id al mundo entero y
proclamad el Evangelio a toda
la creación. El que crea y sea
bautizado
se salvará.
Mc 16, 15
No temas,
porque tu ruego ha sido
escuchado. Lc 1, 13
No temas, porque has
encontrado gracia ante Dios.
Lc 1, 30
“¿Eres tú el Mesías,
el Hijo de Dios Bendito?”.
Jesús contestó: “Yo soy”
Mc 14, 61-62
El centurión, al ver cómo
había expirado, dijo:
“Verdaderamente este hombre
era Hijo de Dios”.
Mc 15, 39
Después de hablarles,
el Señor Jesús fue llevado al
cielo y se sentó a la derecha
de Dios.
Mc 16, 19
Te llenarás de alegría y gozo.
Lc 1, 14
El Espíritu Santo vendrá sobre
ti. Lc 1, 35
“¿Eres tú el rey de los judíos?”
Jesús respondió: “Tú lo dices”.
Pilato, después de azotarlo, lo
entregó para que lo
crucificaran. Mc 15, 2-15
No tengáis miedo.
¿Buscáis a Jesús el
Nazareno, el crucificado?
Ha resucitado.
Mc 16,6
Ellos se fueron a predicar por
todas partes, y el Señor
cooperaba confirmando la
palabra con las señales que
los acompañaban. Mc, 16, 20
Alégrate,
el Señor está contigo.
Lc 1, 28
Para Dios no hay nada
imposible. Lc 1, 37
María contestó:
“He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu
palabra”.
Lc 1, 38
Bienaventurada la que ha
creído, porque lo que le ha
dicho el Señor se cumplirá.
Lc 1, 45
El Poderoso ha hecho
obras grandes en mí.
Lc 1, 49
El Señor a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los despide
vacíos. Lc 1, 53
Hoy, en la ciudad de David,
os ha nacido un Salvador,
el Mesías, el Señor.
Lc 2, 11
Isabel dijo a María:
“¡Bendita tú entre las mujeres
y bendito el fruto de tu
vientre!”
Lc 1, 42
Proclama mi alma
la grandeza del Señor.
Se alegra mi espíritu
en Dios, mi salvador
Lc 1, 46-47
Su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus
fieles de generación en
generación.
Lc 1, 49-50
El Señor auxilia a su siervo,
acordándose de la
misericordia, como lo había
prometido
a nuestros padres.
Lc 1, 54-55
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz
a los hombres de buena
voluntad. Lc 2, 14
¿Quién soy yo
para que me visite
la madre de mi Señor?
Lc 1, 43
Se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador, porque ha mirado
la humildad de su esclava.
Lc 1, 47-48
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios
de corazón,
y enaltece a los humildes.
Lc 1, 51-52
Bendito sea el Señor,
Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido
a su pueblo.
Lc 1, 68
María conservaba
todas estas cosas,
meditándolas en su corazón.
Lc 2, 19
Se volvieron dando gloria
y alabanza a Dios
por todo lo que habían oído y
visto. Lc 2 20,
El Espíritu del Señor está
sobre mí, porque él me ha
ungido.
Lc 4, 18
Toda la gente trataba de
tocarlo, porque salía de él
una fuerza que los curaba a
todos.
Lc 6, 19
Como queráis que la gente se
porte con vosotros,
de igual manera portaos con
ella. Lc 6, 31
Sed misericordiosos como
vuestro Padre es
misericordioso. Lc 6, 36
Ahora, Señor, puedes dejar
a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto
a tu Salvador.
Lc 2, 29-30
El paralítico se levantó
y se marchó a su casa
dando gloria a Dios.
Lc 5, 25
Amad a vuestros enemigos,
haced el bien a los que os
odian. Bendecid a los que os
maldicen, orad por los que os
calumnian. Lc 6, 27-29
Amad a vuestros enemigos,
haced el bien y prestad sin
esperar nada; será grande
vuestra
recompensa.
Lc 6, 35
No juzguéis, y no seréis
juzgados; no condenéis,
y no seréis condenados;
perdonad, y seréis
perdonados Lc 6, 37
Él os bautizará con Espíritu
Santo. Lc 3, 16
Venían a oírlo y a que los
curara de sus enfermedades.
Lc 6, 18
A quien te pide, dale.
Lc 6, 30
Amad a vuestros enemigos y
haced el bien y seréis hijos
del Altísimo, porque él es
bueno con los
malvados y desagradecidos.
Lc 6, 35
Dad, y se os dará. Os verterán
una medida generosa,
colmada,
rebosante, pues con la medida
que midiereis se os medirá a
vosotros. Lc 6, 38
Al verla el Señor,
se compadeció de ella y le
dijo: “No llores”
Lc 7, 13.
“Sus muchos pecados han
quedado perdonados, porque
ha amado mucho”. Y le dijo:
“Tu fe te ha salvado, vete en
paz”.
Lc 7, 47-50
“Maestro, ¡que perecemos!”
Él, despertándose, conminó al
viento y al oleaje del agua,
que se apaciguaron, y
sobrevino la calma. Lc 8, 24
Vuelve a tu casa y da a
conocer cuanto te ha hecho
Dios.
Lc 8, 39
No temas, basta que creas
y se salvará.
Lc 8, 50
“¡Muchacho, a ti te lo digo:
levántate!”
Lc 7, 14
La tierra buena es el que
escucha la Palabra con un
corazón noble y generoso, la
guarda y da fruto con
perseverancia.
Lc 8, 15
“Maestro, maestro,
¡que perecemos!”
“¿Dónde está vuestra fe?”
Lc 8, 24-25
Un hombre, echándose a los
pies de Jesús,
le rogaba que entrase en su
casa. Lc 8, 41
Él, tomándola de la mano,
dijo en voz alta: “Niña,
levántate”. Y retornó su
espíritu
y se levantó al instante.
Lc 8, 54-55
Todos, sobrecogidos,
daban gloria a Dios, diciendo:
“Dios ha visitado a su pueblo”.
Lc 7, 16
Mi madre y mis hermanos son
los que escuchan la palabra
de Dios y la cumplen.
Lc 8, 21
Llenos de temor y admiración,
se decían: “¿Pues quién es
éste que da órdenes incluso
al viento y al agua y lo
obedecen?”
Lc 8, 25
Acercándose, tocó el borde de
su manto. Jesús dijo:” ¿Quién
me ha tocado?” “Hija, tu fe te
ha salvado. Vete en paz”.
Lc 8, 45-48
Jesús los envió
a proclamar el reino de Dios
y a curar a los enfermos.
Lc 9, 2
Se pusieron en camino
y fueron de aldea en aldea,
anunciando la Buena Noticia y
curando en todas partes.
Lc 9, 6
Maestro,
¡qué bueno es que estemos
aquí! Lc 9, 33
El más pequeño de vosotros
es el más importante.
Lc 9, 48
Nadie que pone la mano
en el arado y mira hacia atrás
vale para el reino de Dios.
Lc 9, 62
Un samaritano, al verlo,
se compadeció y
acercándosele le vendó las
heridas y lo cuidó.
Lc 10, 33-34
Los apóstoles le contaron todo
cuanto habían hecho,
y tomándolos consigo,
se retiró a solas hacia una
ciudad. Lc 9, 10
Éste es mi Hijo, el Elegido,
escuchadlo.
Lc 9, 35
Señor, te seguiré
adonde quiera que vayas.
Lc 9, 57
¡Poneos en camino!
Mirad que os envío
como corderos en medio de
lobos. Lc 10, 3
La hermana de Marta, María,
sentada junto a los pies de
Jesús escuchaba su palabra.
Lc 10, 39
La gente lo siguió.
Jesús los acogía, les hablaba
del reino y sanaba a los que
tenían necesidad de curación.
Lc 9, 11
Jesús curó al niño
y lo devolvió a su padre.
Todos quedaban estupefactos
ante la grandeza de Dios.
Lc 9, 42-43
Sígueme.
Vete a anunciar el reino de
Dios. Lc 9, 59-60
Estad alegres
porque vuestros nombres
están inscritos en el cielo.
Lc 10, 20
Marta, andas inquieta y
preocupada por muchas
cosas; solo una es necesaria.
María ha escogido la parte
mejor, y no le será quitada.
Lc 10, 41-42
Si vosotros sabéis dar cosas
buenas a vuestros hijos,
¡cuánto más el Padre del
cielo dará el Espíritu Santo a
los que se lo piden!
Lc 11, 13
No os preocupéis de cómo os
defenderéis o de lo que vais a
decir, porque el Espíritu Santo
os enseñará lo que tenéis que
decir. Lc 12, 11-12
No os inquietéis por la vida,
ni por el alimento, ni por el
cuerpo. Vuestro Padre sabe
que tenéis necesidad de ello.
Lc 12, 22-30
Al que mucho se le dio,
mucho se le reclamará;
al que mucho se le confió,
más aún se le pedirá.
Lc 12, 48
“Señor, ¿son pocos los que se
salvan?”
Jesús dijo: “Esforzaos en
entrar por la puerta estrecha”.
Lc 13, 24
Bienaventurados los que
escuchan la Palabra de Dios y
la cumplen.
Lc 11, 28
Mirad, guardaos
de toda clase de codicia.
Pues aunque uno ande
sobrado, su vida no depende
de sus bienes. Lc 12, 15
Buscad el reino de Dios
y lo demás
se os dará por añadidura.
Lc 12, 31
“Mujer, quedas libre de tu
enfermedad”. Le impuso las
manos, y enseguida se puso
derecha. Y glorificaba a Dios.
Lc 13, 12-13
Vendrán de oriente y
occidente, del norte y del sur,
y se sentarán en el reino de
Dios. Lc 13, 29
El que se declare por mí
ante los hombres, también el
Hijo del hombre se declarará
por él ante los ángeles de
Dios.
Lc 12, 8
Dad limosna y haceos un
tesoro inagotable en el cielo,
porque donde está vuestro
tesoro,
allí estará también vuestro
corazón. Lc 12, 33-34
Vosotros estad preparados,
porque a la hora que menos
penséis viene el Hijo del
hombre.
Lc 12, 40
Sus enemigos quedaron
abochornados,
y toda la gente se alegraba
por todas las maravillas que
hacía. Lc 13, 17
Mirad:
hay últimos que serán
primeros y primeros que serán
últimos.
Lc 13, 30
Cuántas veces he querido
reunir a tus hijos, como la
gallina reúne a sus polluelos
bajo las alas, y no habéis
querido.
Lc 13, 34
Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti; ya no
merezco llamarme hijo tuyo.
Trátame como a uno de tus
jornaleros.
Lc 15, 21
Celebremos un banquete
porque este hijo mío estaba
muerto
y ha revivido; estaba perdido y
lo hemos encontrado.
Lc 15, 23-24
Señor, auméntanos la fe.
Lc 17, 5
Quien no carga con su cruz
y viene en pos de mí,
no puede ser discípulo mío.
Lc 14, 27
Se levantó
y vino adonde estaba su
padre. Lc 15, 20
Hijo, tú estás siempre
conmigo, y todo lo mío es
tuyo.
Lc 15, 31
Si tu hermano te ofende,
perdónalo.
Lc 17, 3-4
Me levantaré,
me pondré en camino,
adonde está mi Padre.
Lc. 15,18
Cuando todavía estaba lejos,
su padre lo vio y se
conmovieron sus entrañas; y
echando a correr, se le echó
al cuello y lo cubrió de besos.
Lc 15, 20
El que es fiel en lo poco,
también en lo mucho es fiel.
Lc 16, 10
Jesús, maestro,
ten compasión de nosotros.
Lc 17, 13
Uno de ellos, viendo que
estaba curado, se volvió
alabando a Dios a grandes
gritos.
Lc 17, 15
Mirad, el reino de Dios
está en medio de vosotros.
Lc 17, 21
Os digo que éste bajó a su
casa justificado, y aquel no.
Porque todo el que se
enaltece será humillado, y el
que se humilla será
enaltecido. Lc 18, 14
El Hijo de hombre será
entregado a los gentiles y será
escarnecido, insultado y
escupido, lo azotarán y lo
matarán y al tercer día
resucitará. Lc 18, 32-33
La multitud de los discípulos,
llenos de alegría, comenzaron
a alabar a Dios a grandes
voces por todos los milagros
que habían visto. Lc 19, 37
Se postró a los pies de Jesús,
rostro en tierra,
dándole las gracias.
Lc 17, 16
Dios, ¿no hará justicia a sus
elegidos que claman día y
noche? Os digo que les hará
justicia, sin tardar.
Lc 18, 7-8
No hay nadie que haya dejado
casa, hermanos o padres por
el reino de Dios, que no
reciba mucho más en el
presente, y la vida eterna Lc
18, 29-30
Jesús le dijo:
“Es necesario que hoy me
quede en tu casa”.
Él lo recibió muy contento.
Lc 19, 5-6
¡Bendito el rey que viene
en nombre del Señor!
Lc 19, 38
Levántate, vete;
tu fe te ha salvado.
Lc 17, 19
Se golpeaba el pecho,
diciendo:
“Oh, Dios,
ten compasión de este
pecador”. Lc 18, 13
Mirad, estamos subiendo
a Jerusalén y se cumplirá
en el Hijo del hombre
todo lo escrito por los profetas.
Lc 18, 31
Hoy ha sido la salvación de
esta casa, porque el hijo del
hombre ha venido a buscar y
a salvar lo que estaba perdido.
Lc 19, 9-10
Al acercarse y ver la ciudad,
Jesús lloró sobre ella,
mientras decía: ”Si
reconocieras tú también en
este día lo que conduce

Todo el pueblo estaba
pendiente de él,
escuchándolo.
Lc 19, 48
Tened cuidado de vosotros,
no sea que se emboten
vuestros corazones
con las inquietudes de la vida.
Lc 21, 34-36
Tomando el pan, después de
pronunciar la acción de
gracias, lo partió y se lo dio,
diciendo:”Esto es mi cuerpo,
que se entrega por vosotros”.
Lc 22, 19
Yo preparo para vosotros el
reino como me lo preparó mi
Padre a mí.
Lc 22, 29
Levantaos, alzad la cabeza;
se acerca vuestra liberación.
Lc 21, 28
Todo el pueblo madrugaba
para venir en su busca
a escucharlo en el templo.
Lc 21, 38
Este cáliz es la nueva alianza
en mi sangre,
que es derramada por
vosotros. Lc 22, 20
Yo he pedido por ti,
para que tu fe no se apague.
Confirma a tus hermanos.
Lc 22, 22
a la paz”.
Lc 19, 42
El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán.
Lc 21, 33
Ardientemente he deseado
comer esta Pascua con
vosotros, antes de padecer:
“Esto es mi cuerpo, que se
entrega por vosotros”.
Lc 22, 15-19
Vosotros sois los que habéis
perseverado conmigo
en mis pruebas.
Lc 22, 28
Padre, perdónalos,
porque no saben lo que
hacen. Lc 23, 34
Jesús, acuérdate de mí
cuando llegues a tu reino.
Lc 23, 42
Jesús en persona se acercó
y se puso a caminar con ellos.
Pero sus ojos no eran
capaces de reconocerlo.
Lc 24, 15-16
¿No ardía nuestro corazón
mientras nos hablaba por el
camino y nos explicaba las
Escrituras?
Lc 24, 32
¿Por qué surgen dudas
en vuestro corazón?
Mirad mis manos y mis pies:
soy yo en persona.
Lc 24, 38-39
Está escrito: el Mesías
padecerá, resucitará de entre
los muertos al tercer día y en
su nombre se proclamará la
conversión.
Se volvió a su casa,
admirándose de lo sucedido.
Lc 24, 12
Quédate con nosotros,
porque atardece
y el día va de caída.
Lc 24, 29
Ellos contaron lo que les había
pasado por el camino
y cómo lo habían reconocido
al partir el pan.
Lc 24, 35
“Palpadme y daos cuenta de
que un espíritu no tiene carne
y huesos, como veis que yo
tengo”. Dicho esto les enseñó
las manos y los pies.
Lc 24, 39-40
En su Nombre se proclamará
la conversión para el perdón
de los pecados a todos los
pueblos. Vosotros sois
testigos de esto. Lc 24, 47
Mientras conversaban y
discutían, Jesús en persona
se acercó
y se puso a caminar con ellos.
Lc 24, 15
Tomó el pan, pronunció la
bendición, lo partió y se lo iba
dando. A ellos se les abrieron
los ojos y lo reconocieron.
Lc 24, 30-31
Paz a vosotros.
Lc 24, 36
Entonces les abrió el
entendimiento para
comprender las Escrituras.
Lc 24, 45
Mirad, yo voy a enviar sobre
vosotros la promesa de mi
Padre; quedaos hasta que os
revistáis de la fuerza que
viene de lo alto. Lc 24, 49
Lc 24, 46-47
Levantando sus manos, los
bendijo. Y mientras los
bendecía,
se separó de ellos,
y fue llevado hacia el cielo.
Lc 24, 51
El Verbo se hizo carne y
habitó entre nosotros, y
hemos
contemplado su gloria: gloria
del Unigénito del Padre, lleno
de gracia y de verdad.
Jn 1, 14
Los dos discípulos oyeron sus
palabras y siguieron a Jesús.
Jn 1, 37
Aquel de quien escribieron
Moisés en la Ley y los
profetas,
lo hemos encontrado:
Jesús, hijo de José, de
Nazaret. Jn 1, 45
Ellos se postraron ante él y se
volvieron a Jerusalén con gran
alegría; y estaban siempre en
el templo bendiciendo a Dios.
Lc 24, 52-53
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del
mundo. Jn 1, 29
Él les dijo:”¿Qué buscáis?”
“Rabí (Maestro), ¿dónde
vives?” “Venid y veréis”.
Fueron y se quedaron con él.
Jn 1, 38-39
Ven y verás.
Jn 1, 46
A cuantos lo recibieron,
les dio poder de ser hijos de
Dios, a los que creen en su
nombre. Jn 1, 12
Yo lo he visto y he dado
testimonio de que éste es el
Hijo de Dios.
Jn 1, 34
Hemos encontrado al Mesías,
a Cristo.
Jn 1, 41
Rabí (Maestro),
tú eres el Hijo de Dios.
Jn 1, 49
María dijo:
“Haced lo que Él os diga”
Jn 2, 3
Muchos creyeron en su
nombre, viendo los signos
que hacía.
Jn 2, 23
En verdad te digo:
el que no nazca de nuevo
no puede ver el reino de Dios.
Jn 3, 3
Dios no envió a su Hijo al
mundo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se
salve por él.
Jn 3, 17
Éste fue el primero de los
signos que Jesús realizó;
así manifestó su gloria
y sus discípulos creyeron en
él. Jn 2, 11
Jesús no necesitaba el
testimonio de nadie sobre un
hombre,
porque él sabía lo que hay
dentro de cada hombre.
Jn 2, 25
El que no nazca
de agua y de Espíritu
no puede entrar
en el reino de Dios.
Jn 3, 5
El que cree en él no será
juzgado; el que no cree ya
esta juzgado, porque no ha
creído en el nombre del
Unigénito de Dios.
Jn 3, 18
El celo de tu casa me devora.
Jn 2, 17
Rabí, sabemos que has
venido de parte de Dios,
porque nadie puede hacer los
signos que tú haces si Dios no
está con él.
Jn 3, 2
Lo mismo que Moisés elevó la
serpiente en el desierto, así
tiene que ser elevado el Hijo
del hombre, para que todo el
que cree en él tenga vida
eterna. Jn 3, 14-15
El que obra la verdad
se acerca a la luz,
para que se vea que sus
obras están hechas según
Dios.
Jn 3, 21
Él tiene que crecer,
y yo tengo que menguar.
El que viene de lo alto
está por encima de todos.
Jn 3, 30
Dame de beber.
Jn 4, 7
Los verdaderos adoradores
adorarán al Padre
en espíritu y verdad, porque
el Padre desea que lo adoren
así. Jn 4, 33
En aquel pueblo muchos
creyeron en él por el
testimonio
que había dado la mujer:
“Me ha dicho todo lo que he
hecho” Jn 4, 39
El hombre creyó en la palabra
de Jesús y se puso en
camino.
Jn 4, 50
El Padre ama al Hijo
y todo lo ha puesto en su
mano. Jn 3, 35
Si conocieras el don de Dios
y quien es el que te dice
“dame de beber”, le pedirías tú
y él te daría agua viva.
Jn 4, 10
“Sé que el Mesías, el Cristo,
cuando venga, él nos lo dirá
todo”. Jesús le dice: “Soy yo,
el que habla contigo”.
Jn 4, 25-26
Cuando llegaron a verlo los
samaritanos, le rogaban
que se quedara con ellos.
Y él se quedó.
Jn 4, 40
Trabajad no por el alimento
que perece, sino por el
alimento
que perdura para la vida
eterna, el que os dará el Hijo
El que cree en el Hijo
posee la vida eterna;
el que no crea al Hijo
no verá la vida.
Jn 3, 36
El que beba del agua que yo
le daré nunca más tendrá
sed;
esta agua se convertirá dentro
de él en un surtidor que salta
hasta la vida eterna. Jn 4, 14
Mi alimento es
hacer la voluntad del que me
envió y llevar a término su
obra”.
Jn 4, 34
Ya no creemos por lo que tú
dices; nosotros mismos lo
hemos oído y sabemos que él
es de verdad el Salvador del
mundo.
Jn, 4, 42
Jesús dijo: “El pan de Dios es
el que baja del cielo y da vida
al mundo”. Le dijeron: “Señor,
danos siempre de este pan”.
Jn 6, 33-34

Yo soy el Pan de Vida.
El que viene a mí no tendrá
hambre, y el que cree en mí
no tendrá sed jamás.
Jn 6, 35
Nadie puede venir a mí si no
lo atrae el Padre que me ha
enviado. Y yo lo resucitaré en
el último día.
Jn 6, 44
Yo soy el Pan vivo
que ha bajado del cielo;
el que coma de este Pan
vivirá para siempre.
Jn 6, 51
“¿También vosotros queréis
marcharos?”
”Señor, ¿a quién vamos a
acudir? Tú tienes palabras de
vida eterna”. Jn 6, 67-68
Al amanecer se presentó de
nuevo en el templo, y todo el
pueblo acudía a él, y,
del hombre. Jn 6, 27
Ésta es la voluntad del que me
ha enviado: que no pierda
nada de lo que me dio, sino
que lo resucite en el último
día.
Jn 6, 39
En verdad os digo:
el que cree tiene vida eterna.
Jn 6, 47
El que come mi carne
y bebe mi sangre tiene vida
eterna, y yo lo resucitaré en el
último día.
Jn 6, 54
“Señor, ¿a quién vamos a
acudir? Tú tienes palabras de
vida eterna; nosotros
creemos y sabemos que tú
eres el Santo de Dios”. Jn 6,
68-69
Yo soy la luz del mundo;
el que me sigue
no camina en tinieblas,
Ésta es la voluntad de mi
Padre: que todo el que ve al
Hijo
y cree en él tenga vida eterna,
y yo lo resucitaré en el último
día. Jn 6, 40
Yo soy el Pan de la Vida.
Éste es el pan que baja del
cielo, para que el hombre
coma de él y no muera.
Jn 6, 48-50
El que come mi carne y bebe
mi sangre habita en mí y yo
en él. El que me come vivirá
por mí.
Jn 6, 56-57
El que tenga sed, que venga a
mí, y beba el que cree en mí;
de sus entrañas manarán ríos
de agua viva (el Espíritu
Santo). Jn 7, 37-38
El que me envió está conmigo,
no me ha dejado solo,
porque yo hago siempre
sentándose,
les enseñaba.
Jn 8, 2
Si permanecéis en mi palabra,
seréis de verdad discípulos
míos; conoceréis la verdad,
y la verdad os hará libres.
Jn 8, 31-32
“Creo, Señor”.
Y se postró ante él.
Jn 9, 38
Yo soy el Buen Pastor.
El buen pastor da su vida
por las ovejas.
Jn 10, 11
…y mis ovejas escucharán mi
voz y habrá un solo rebaño
y un solo Pastor.
Jn 10, 16
sino que tendrá la luz de la
vida. Jn 8, 12
En verdad os digo:
quien guarda mi palabra
no verá la muerte para
siempre. Jn 8, 51
Yo soy la puerta:
quien entre por mí se salvará.
Jn 10,
Yo soy el Buen Pastor,
que conozco a mis ovejas y
ellas me conocen, igual que
el Padre me conoce, y yo
conozco al Padre. Jn 10,14-15
Mis ovejas escuchan mi voz, y
yo las conozco, y ellas me
siguen, y yo les doy la vida
eterna;
no perecerán para siempre.
Jn 10, 27-28
Yo soy la resurrección y la
lo que le agrada.
Jn 8, 29
“¿Crees en el Hijo del
hombre?” ¿Y quién es, Señor,
para que crea en él?” Jesús
le dijo: “Lo estás viendo, el
que te está hablando”. “Creo,
Señor”. Jn 9, 35-38
Yo he venido para que tengan
vida y la tengan abundante.
Jn 10, 10
Yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas
que no son de este redil;
también a esas las tengo que
traer. Jn 10, 15-16
Por esto me ama el Padre,
porque yo entrego mi vida
para poder recuperarla.
Jn 10, 17
“Yo soy la resurrección y la
Señor, el que tú amas está
enfermo. Jn 11, 3
El Maestro está ahí
y te llama.
Jn 11, 28
Jesús le replicó:
“¿No te he dicho que si crees
verás la gloria de Dios?”
Jn 11, 40
María tomó una libra de
perfume de nardo, auténtico y
costoso, le ungió a Jesús los
pies
y se los enjugó con su
cabellera. Jn 12, 3
Ha llegado la hora de que sea
glorificado el Hijo del hombre.
Jn 12, 23
vida: el que cree en mí,
aunque haya muerto, vivirá; y
el que está vivo y cree en mí,
no morirá para siempre. Jn 11,
25-26
Jesús, viéndola llorar a ella
y viendo llorar a los que
la acompañaban, se conmovió
en su espíritu, se estremeció.
Jn 11, 33
Padre, te doy gracias
porque me has escuchado;
yo sé que me escuchas
siempre”. Jn 11, 41-42
Estas cosas no las
comprendieron sus discípulos
al principio, pero cuando
Jesús fue glorificado, se
acordaron de que esto estaba
escrito acerca de él. Jn 12, 16
Si el grano de trigo no cae en
tierra y muere, queda
infecundo;
pero si muere, da mucho fruto.
Jn 12, 24
vida. ¿Crees esto?”
“Sí, Señor, yo creo que tú eres
el Cristo, el Hijo de Dios,
el que tenía que venir al
mundo” Jn 11, 26-27
Jesús se echó a llorar.
Los judíos comentaban:
” ¡Cómo lo quería!”
Jn 11, 35
Muchos judíos, al ver lo que
había hecho Jesús, creyeron
en él.
Jn 11, 45
Ellos le rogaban a Felipe:
“señor, queremos ver a
Jesús”. Jn 12, 21
El que quiera servirme, que
me siga, y donde esté yo,
también estará mi servidor; a
quien me sirva, el Padre lo
honrará.
Jn 12, 26
Cuando yo sea elevado
sobre la tierra,
atraeré a todos hacia mí.
Jn 12, 32
Sabiendo Jesús que había
llegado su hora de pasar de
este mundo al Padre,
habiendo amado a los suyos,
los amó hasta el extremo.
Jn 13, 1
El que recibe a quien yo envíe
me recibe a mí;
y el que me recibe a mí
recibe al que me ha enviado.
Jn 13, 20
En esto conocerán todos
que sois discípulos míos:
si os amáis unos a otros.
Jn 13, 35
Dentro de poco el mundo no
me verá, pero vosotros me
veréis y viviréis, porque yo
sigo viviendo.
Jn 14, 19
Jesús dijo:
“El que me ve a mí,
ve al que me ha enviado”.
Jn 12, 45
Lo que yo hago
tú no lo entiendes ahora,
pero lo entenderás más tarde.
Jn 13, 7
Entonces, el discípulo amado,
se apoyó en el pecho de
Jesús.
Jn 13, 25
Si me amáis,
guardaréis mis mandamientos.
Jn 14, 15
La paz os dejo, mi paz os doy,
no os la doy como la da el
mundo. Que no se turbe
vuestro corazón ni se
acobarde.
Yo he venido al mundo como
luz, y, así, el que cree en mí
no quedará en tinieblas.
Jn 12, 46
Os he dado ejemplo para que
lo que yo he hecho con
vosotros, vosotros también lo
hagáis.
Dichosos si lo ponéis en
práctica. Jn 13, 15-17
Os doy un mandamiento
nuevo: que os améis unos a
otros;
como yo os he amado,
amaos también unos a otros.
Jn 13, 34
No sois vosotros los que me
habéis elegido, soy yo quien
os he elegido y os he
destinado para que vayáis y
deis fruto, y vuestro fruto dure.
Jn 15, 16
El Espíritu Santo, que enviará
el Padre en mi nombre, será
quien os lo enseñe todo y os
vaya
recordando todo lo que os he

Yo soy la vid,
vosotros los sarmientos;
el que permanece en mí y yo
en él, ése da fruto abundante.
Jn 15, 5
Deseo que mi alegría
esté en vosotros,
y vuestra alegría llegue a
plenitud. Jn 15, 11
Muchas cosas me quedan por
deciros, pero no podéis cargar
con ellas por ahora; el
Espíritu de la verdad os
guiará hasta la verdad plena.
Jn 16, 12-13
No estoy solo,
porque está conmigo el Padre.
16, 22
Jn 14, 27
Sin mí no podéis hacer nada.
Jn 15, 5
Esto os mando:
que os améis unos a otros.
Jn 15, 17
Estaréis tristes, pero vuestra
tristeza se convertirá en gozo.
Jn 16, 20
Os he hablado para que
encontréis la paz en mí. En el
mundo tendréis luchas; pero
tened valor;
yo he vencido al mundo.
Jn 16, 33
dicho. Jn 14, 26
Si guardáis mis
mandamientos,
permaneceréis en mi amor.
Jn 15, 10
Vosotros daréis testimonio de
mí, porque desde el principio
estáis conmigo.
Jn 15, 27
El Padre os quiere,
porque vosotros me queréis
y creéis que yo he salido de
Dios. Jn 16, 27
Padre, ha llegado la hora,
glorifica a tu Hijo y, por el
poder que le has dado, dé la
vida eterna
a todos los que le has dado.
Jn 17, 1
Esta es la vida eterna:
que te conozcan a ti,
único Dios verdadero,
y a tu enviado, Jesucristo.
Jn 17, 3
Padre santo,
guarda a los que me has
dado, para que sean uno,
como nosotros.
Jn 17, 11
Padre, no solo ruego por ellos,
sino también por los que crean
en mí por su palabra.
Jn 17, 20
Padre,
como tú me enviaste al mundo
así yo los envío también al
mundo.
Jn 17, 18
Padre justo, si el mundo no te
ha conocido, yo te he
conocido,
y estos han conocido
Padre, yo te he glorificado
sobre la tierra, he llevado a
cabo la obra que me
encomendaste.
Jn 17, 4
Padre,
guarda a los que me has
dado. No ruego que los retires
del mundo, sino que los
guardes del maligno. Jn 17,
11-15
Que todos sean uno, como tú,
Padre, en mí y yo en ti, que
sean uno en nosotros, para
que el mundo crea que tú me
has enviado. Jn 17, 21
Padre, éste es mi deseo:
que los que me has dado
estén conmigo donde yo estoy
y contemplen mi gloria.
Jn 17, 24
Padre, les he dado a conocer
y les daré a conocer tu
nombre, para que el amor que
me tienes esté en ellos, y yo
Padre, te ruego por ellos;
por estos que tú me diste,
porque son tuyos.
Jn 17, 9
Padre, santifícalos en la
verdad. Como tú me enviaste
al mundo, así yo los envío
también al mundo.
Jn 17, 16-17
Padre, que ellos sean uno, de
modo que el mundo sepa que
tú me has enviado y que los
has amado a ellos como me
has amado a mí.
Jn 17, 23
Padre, que los que me has
dado estén conmigo y
contemplen mi gloria, la que
me diste, porque me amabas,
antes de la fundación del
mundo. Jn 17, 24
“¿A quién buscáis?”
“A Jesús el Nazareno”
Les dijo Jesús:
“Yo soy”
que tú me enviaste.
Jn 17, 25
Y así se cumplió lo que había
dicho Jesús:
“No he perdido a ninguno
de los que me diste”.
Jn 18, 9
Jesús, al ver a su madre y
junto a ella al discípulo al que
amaba, dijo a su madre:
“Mujer, ahí tienes a tu hijo”.
Luego, al discípulo: ”Ahí tienes
a tu madre”. Jn 19, 26
Mirarán al que traspasaron.
Jn 19, 27
“Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a
quién buscas?” Ella le dice:
“¡Maestro!” María la
Magdalena fue y anunció a
los discípulos: “He visto al
Señor”. Jn 20, 15-18
Hemos visto al Señor.
en ellos.
Jn 17, 26
Pilato le dijo:
“¿Entonces, tú eres rey?”.
Jesús le contestó:
“Tú lo dices: soy rey”.
Jn 18, 37
Jesús, dijo: “Mujer, ahí tienes
a tu hijo”. Luego, al discípulo:
“Ahí tienes a tu madre”. Y
desde aquella hora, el
discípulo la acogió como algo
propio. Jn 19, 26-27
Entonces entró también el otro
discípulo, el que había llegado
primero al sepulcro; vio y
creyó.
Jn 20, 8
Jesús le dice a María
Magdalena: Ve a mis
hermanos y diles: “Subo al
Padre mío y Padre vuestro,
al Dios mío y Dios vuestro”.
Jn 20, 17
Contestó Tomás:
Yo para esto he nacido y para
esto he venido al mundo:
para dar testimonio de la
verdad. Todo el que es de la
verdad escucha mi voz Jn 18,
37
Dijo Jesús:
“Tengo sed”
Jn 19, 28
El discípulo entró en el
sepulcro: vio y creyó. Pues
hasta entonces no habían
entendido la Escritura: que él
había de resucitar de entre los
muertos. Jn 20, 9-10
Jesús, se puso en medio y les
dijo: ”Paz a vosotros”. Les
enseñó las manos y el
costado. Y los discípulos se
llenaron de alegría al ver al
Señor. Jn 20,19-21
Estos signos han sido escritos
Jn 20, 25
¡Es el Señor!
Jn 21, 7
Recibiréis la fuerza del
Espíritu Santo que va a venir
sobre vosotros y seréis mis
testigos
hasta el confín de la tierra.
Hch 1, 8
A Jesús lo resucitó Dios.
De ello todos nosotros
somos testigos.
Hch 2, 32
No podemos menos de contar
lo que hemos visto y oído.
Hch 4, 20
“¡Señor mío y Dios mío!”.
Jesús dijo: ”¿Porque me has
visto has creído?
Bienaventurados los que
crean sin haber visto”. Jn 20,
28-29
“¿Me amas?”
“Sí, Señor,
tú sabes que te quiero”.
Jn 21, 16
Todos ellos perseveraban
unánimes en la oración,
junto con algunas mujeres
y María, la madre de Jesús.
Hch 1, 14
Día tras día el Señor iba
agregando a los que se iban
salvando.
Hch 2, 46
Ahora, Señor,
concede a tus siervos predicar
tu palabra con toda valentía.
Hch 4, 29
para que creáis que Jesús es
el Mesías, el Hijo de Dios, y
para que, creyendo, tengáis
vida en su nombre”. Jn 20, 31
“¿Me quieres?”
“Señor, tú conoces todo,
tú sabes que te quiero”.
Jn 21, 17
Me has enseñado
senderos de vida,
me saciarás de gozo con tu
rostro. Hch 2, 28
Arrepentíos y convertíos,
para que se borren
vuestros pecados.
Hch 3, 19
Al terminar la oración
los llenó a todos el Espíritu
Santo, y predicaban con
valentía
la palabra de Dios.

El grupo de los creyentes
tenía un solo corazón y una
sola alma.
Hch 4, 32
Tus oraciones y limosnas han
subido como memorial ante
Dios.
Hch 10, 4
Nosotros somos testigos
de todo lo que hizo Jesús
en la tierra de los judíos
y en Jerusalén.
Hch 10, 39
De Jesús dan testimonio todos
los profetas: que todos los
que creen en él reciben, por
su nombre, el perdón de los
pecados.
Hch 10, 43
Daban testimonio de la
resurrección del Señor Jesús
con mucho valor.
Hch 4, 33
Dios no hace acepción
de personas, sino que acepta
al que lo teme y practica la
justicia, sea de la nación que
sea.
Hch 10, 34
Dios resucitó a Jesús al tercer
día y le concedió la gracia de
manifestarse a los testigos,
designados por Dios, a
nosotros. Hch 10, 40-41
Bajó el Espíritu Santo sobre
todos los que escuchaban la
Palabra.
Hch 10, 44
Hch 4, 31
Crecía el número de los
creyentes, una multitud tanto
de hombres como de
mujeres,
que se adherían al Señor.
Hch, 5, 14
Jesús de Nazaret, ungido por
Dios, con la fuerza del
Espíritu,
pasó haciendo el bien y
curando a todos los oprimidos
por el diablo. Hch 10, 38
Dios nos encargó predicar al
pueblo, dando testimonio
solemne de que Dios ha
constituido a Jesús juez de
vivos y muertos.
Hch 10, 42
Él te dirá palabras que traerán
la salvación a ti y a tu casa.
Hch 11, 14
Vosotros seréis bautizados
con Espíritu Santo.
Hch 11, 16
Exhortaba a todos a seguir
unidos al Señor con todo
empeño,
porque era un hombre bueno,
lleno de Espíritu Santo y de fe.
Hch 11, 23
Los discípulos quedaban
llenos de alegría y de Espíritu
Santo.
Hch 13, 52
Dios ha purificado sus
corazones con la fe.
Hch 15, 9
Dios no está lejos de ninguno
de nosotros, pues en él
vivimos, nos movemos y
existimos.
Como la mano del Señor
estaba con ellos,
gran número creyó
y se convirtió al Señor.
Hch 11, 21
Una multitud considerable
se adhirió al Señor.
Hch 11, 26
Dios me escogió para que
los gentiles oyeran de mi boca
la palabra del Evangelio, y
creyeran
Hch 15, 7
Nos salvamos por la gracia
del Señor Jesús.
Hch 15, 11
No temas,
pues yo estoy contigo.
Hch 18, 9-10
Al llegar y ver la acción de la
gracia de Dios, se alegró y
exhortaba a todos a seguir
unidos al Señor con todo
empeño.
Hch 11, 23
Ahora sé realmente
que el Señor ha enviado a su
ángel para librarme.
Hch 12, 11
Dios, que penetra los
corazones, ha dado testimonio
a favor de ellos dándoles el
Espíritu Santo
igual que a nosotros.
Hch 15, 8
“¿Qué tengo que hacer para
salvarme?”
“Cree en el Señor Jesús
y te salvarás tú y tu familia”.
Hch 16, 30-31
A mí no me importa la vida,
sino completar mi carrera y
consumar el ministerio que
recibí de Señor Jesús: ser
Hch 17, 27-28
Jesús dijo:
“Hay más dicha en dar
que en recibir”.
Hch 20, 35
Te he elegido
como servidor y testigo.
Hch 26, 16
No me avergüenzo del
Evangelio, que es fuerza de
Dios para la salvación de todo
el que cree.
Rom 1, 16
El justo juicio de Dios pagará
a cada uno según sus obras:
vida eterna
a quienes perseveran en el
bien. Rom 2, 6-7
Todos pecaron y están
privados de la gloria de Dios,
y son justificados
“¿Qué debo hacer, Señor?”
Y el Señor me respondió.
Hch. 22, 10
Te envío
para que les abras los ojos
y se vuelvan de las tinieblas a
la luz Hch 26, 17
El justo por la fe vivirá.
Rom 1, 17
Gloria, honor y paz
para todo el que haga el bien.
Rom 2, 10
Bienaventurados aquellos
a quienes se les perdonaron
sus maldades
testigo del Evangelio.
Hc 20, 24
El Dios de nuestros padres te
ha elegido para que conozcas
su voluntad… porque vas a
ser su testigo ante los
hombres.
Hch 22, 15
A ti, amado de Dios,
gracia y paz de Dios nuestro
Padre y del Señor Jesucristo.
Rom 1, 7
Reconoce que la bondad de
Dios te lleva a la conversión.
Rom 2, 4
No son justos ante Dios
quienes oyen la Ley
sino que serán justificados
quienes la cumplen.
Rom 2, 13
Habiendo sido justificados por
la fe, estamos en paz con
Dios, por medio de nuestro
gratuitamente por su gracia,
mediante la redención
realizada en Cristo Jesús.
Rom 3, 23-24
La tribulación produce
paciencia, la paciencia virtud
probada,
la virtud probada, esperanza,
y la esperanza no defrauda.
Rom 5, 3-4
Cuantos se dejan llevar
por el Espíritu de Dios,
esos son hijos de Dios.
Rom 8, 14
Si sufrimos con Cristo,
seremos también
glorificados con él.
Rom 8, 17
Nosotros no sabemos pedir
como conviene; pero el
Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos
inefables.
y les sepultaron sus delitos.
Rom 4, 7
La esperanza no defrauda,
porque el amor de Dios ha
sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu
Santo que se nos ha dado.
Rom 5, 5
Habéis recibido un Espíritu
de adopción, en el que
clamamos: “¡Abba, Padre!”
Rom 8, 15
Los sufrimientos de ahora
no se pueden comparar
con la gloria
que un día se nos
manifestará. Rom 8, 18
Sabemos que
a los que aman a Dios
todo les sirve para el bien.
Rom 8, 28
Señor Jesucristo.
Rom 5, 1
Dios nos demostró su amor en
que, siendo nosotros todavía
pecadores, Cristo murió por
nosotros.
Rom 5, 8
Somos hijos de Dios, y, si
hijos, también herederos de
Dios
y coherederos con Cristo;
si sufrimos con él, seremos
también glorificados con él.
Rom 8, 17
El Espíritu acude en ayuda
de nuestra debilidad, pues
nosotros no sabemos pedir
como conviene.
Rom 8, 26
Dios nos predestinó a
reproducir la imagen de su
Hijo, para que él fuera el
primogénito
entre muchos hermanos.
Rom 8, 26
Dios, a los que predestinó, los
llamó; a los que llamó, los
justificó; a los que justificó, los
glorificó.
Rom 8, 30
¿Quién acusará a los elegidos
de Dios?
Dios es el que justifica.
Rom 8, 33
En todo vencemos de sobra
gracias a aquel que nos ha
amado. Rom 8, 37
Si profesas con tus labios
que Jesús es Señor, y crees
con tu corazón que Dios lo
resucitó
de entre los muertos, serás
salvo. Rom 10, 9
Si Dios está con nosotros,
¿quién estará contra
nosotros? Rom 8, 31
¿Quién condenará? ¿Acaso
Cristo Jesús, que murió,
resucitó y está a la derecha de
Dios y que además, intercede
por nosotros?
Rom 8, 34
Ni muerte, ni vida, ni ángeles,
ni principados, ni presente,
ni futuro… ni ninguna otra
criatura podrá separarnos del
amor de Dios, manifestado en
Cristo Jesús.
Rom 8, 38-39
Con el corazón se cree
para alcanzar la justicia,
y con los labios se profesa
para alcanzar la salvación.
Rom 10, 10
Rom 8, 29
El que no se reservó a su
propio Hijo, sino que lo
entregó
por todos nosotros,
¿cómo no nos dará todo con
Él? Rom 8, 32
¿Quién nos separará del amor
de Cristo?, ¿la tribulación?
¿la
angustia?¿la persecución?...
Nada podrá separarnos del
amor de Dios. Rom 8, 35-39
El deseo de mi corazón
y mi oración a Dios en favor
suyo es que se salven.
Rom 10, 1
Nadie que crea en Él
quedará confundido.
Rom 10, 11
El Señor es generoso
con todos los que lo invocan.
Rom 10, 12
La fe nace del mensaje
que se escucha, y la escucha
viene a través de la palabra
de Cristo.
Rom 10, 17
Os exhorto hermanos,
por la misericordia de Dios,
a que presentéis vuestros
cuerpos como sacrificio vivo,
santo,
agradable a Dios.
Rom 12, 1
Que vuestro amor no sea
fingido; aborreciendo lo malo,
apegaos a lo bueno.
Rom 12, 9
Todo el que invoque
el nombre del Señor será
salvo. Rom 10, 13
¡Qué abismo de riqueza,
de sabiduría y de
conocimiento el de Dios!
¡Qué insondables sus
decisiones! Rom 11, 33
No os amoldéis a este mundo,
sino transformaos por la
renovación de la mente, para
que sepáis discernir cuál es
la voluntad de Dios.
Rom 12, 2
Amaos cordialmente unos a
otros; que cada cual estime a
los otros más que a sí mismo.
Rom 12, 10
¡Qué hermosos los pies
de los que anuncian
la Buena Noticia del bien!
Rom 10, 15
De él, por él y para él existe
todo. A él la gloria por los
siglos.
Amén.
Rom 11, 36
Transformaos por la
renovación de la mente, para
que sepáis discernir cuál es la
voluntad de Dios,
qué es lo bueno, lo que le
agrada, lo perfecto. Rom 12,
2.
En la actividad no seáis
negligentes; en el espíritu,
manteneos fervorosos,
sirviendo constantemente al
Señor.
Rom 12, 11
Que la esperanza os tenga
alegres; manteneos firmes en
la tribulación.
Rom 12, 12
Alegraos con los que están
alegres; llorad con los que
lloran.
Rom 12, 15
En la medida de lo posible
y en lo que dependa de
vosotros, manteneos en paz
con todo el mundo.
Rom 12, 18
Dice el Señor:
“Ante mí se doblará toda
rodilla, y toda lengua alabará a
Dios”.
Manteneos firmes en la
tribulación, sed asiduos en la
oración.
Rom 12, 12
Tened la misma consideración
y trato unos con otros, sin
pretensiones de grandeza,
sino poniéndoos al nivel de la
gente humilde.
Rom 12, 16
No te dejes vencer por el mal,
antes bien vence el mal con el
bien.
Rom 12, 21
El reino de Dios es justicia,
paz y alegría en el Espíritu
Santo; el que sirve en esto a
Cristo es grato a Dios, y
Bendecid a los que os
persiguen; bendecid, sí, no
maldigáis.
Rom 12, 14
A nadie devolváis mal por mal.
Procurad lo bueno
ante toda la gente.
Rom 12, 17
Si vivimos, vivimos para el
Señor; si morimos, morimos
para el Señor; así que ya
vivamos ya muramos, somos
del Señor.
Rom 14, 8
Procuremos lo que favorezca
la paz y lo que contribuye
a la edificación mutua.
Rom 14, 19
Rom 14, 11
Que cada uno de nosotros
busque agradar al prójimo en
lo bueno y para edificación
suya.
Rom 15, 2
Que el Dios de la paciencia
y del consuelo os conceda
tener entre vosotros los
mismos sentimientos de
Cristo Jesús. Rom 15, 5
acepto a los hombres.
Rom 14, 17-18
Todo lo que se escribió en el
pasado, se escribió para
enseñanza nuestra, a fin de
que a través de nuestra
paciencia y del consuelo que
dan las Escrituras
mantengamos la esperanza.
Rom 15, 4
Tened los mismos
sentimientos de Cristo; de
este modo, unánimes, a una
sola voz, glorificaréis al Dios y
Padre de nuestro Señor
Jesucristo. Rom 15, 5-6
No juzguemos al hermano…
Todos compareceremos ante
el tribunal de Dios y cada uno
de nosotros dará cuenta de sí
mismo a Dios.
Rom 14, 10-12
Acogeos mutuamente,
como Cristo os acogió
para gloria de Dios.
Rom 15, 7