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INTRODUCCIÓN

En el presente informe tiene como objetivo dar a conocer la historia y los escritores de gran
prestigio que nos han honrado con sus obras para enriquecer nuestros conocimientos en el campo
de la literatura.

OBJETIVOS
OBJETIVOS GENERALES
1. Conocer los inicios de la literatura en Honduras.
2. Conocer los diferentes representantes de la literatura Hondureña

OBJETIVOS ESPECIFICOS:
1. Explicar lo que ha sido la literatura en Honduras.
2. Mencionar los diferentes representantes de la literatura Hondureña
LITERATURA HONDUREÑA

La Corona Española, entre 1492 y 1898, impuso a lo largo y ancho del territorio llamado
"Nuevo Mundo" un proceso histórico que comprendió la exploración, la conquista y la colonia.
Durante este período se produjo un choque que dividió la religión, la economía, la historia; que
destruyó la vida de las sociedades inca y azteca, y que, además, trató de destruir el recuerdo y los
vestigios de culturas tan grandiosas como la de los mayas. La
Literatura Iberoamericana comienza con el "Diario de Colón" (1451-1506) y luego se amplía
grandemente con las crónicas de la Conquista y la Colonización, entre las que sobresalen la
crónica de Bernal Díaz del Castillo (1492-1581), cuyo título es Verdadera historia de los sucesos
de la conquista de Nueva España obra considerada, literariamente hablando, de resonancia
universal.
La etapa colonial de la provincia de Honduras comienza con el establecimiento de la
Audiencia de los Confines (que es trasladada a Guatemala en 1550), y termina con los primeros
movimientos pre independentistas.
La actividad cultural en la Honduras colonial es mínima por no decir que no existe. Rafael
Heliodoro Valle dice en su Historia Intelectual de Honduras que "la provincia hondureña era una
de las más atrasa das, si no la más, en todo el cuadro histórico de la Capitanía General de
Guatemala". Vemos, pues que la creación literaria no era realizable. No era que no existieran
valores intelectuales, pero no habían estudie: superiores, no había universidad en donde pudieran
cultivarse el pensamiento, el buen gusto, las artes y las letras; de aquí que muchos se deciden por
el éxodo y el exilio voluntario, a medida que se llega al siglo XV.
España, en decadencia como imperio, recibe y se deja influenciar, cada vez más, por la
Francia libertar a Es el siglo de la Ilustración, del luminismo, de la Enciclopedia. Se proclaman
los tres derechos del hombre libertad, igualdad y fraternidad, y las ideas de Rousseau,
Montesquieu y Voltaire penetran el pensamiento americano, no al mismo tiempo, sino con
retraso.
Estas ideas constituyen en la literatura y en el arte el Neoclasicismo, que se caracteriza por el
predominio de la razón, el rigor doctrinario y científico; lo que será propio del proceso cultural
en Honduras hasta muy entrado el siglo XX.
Es en este contexto que se ubica el más grande pensador del istmo, José Cecilio del Valle,
quien na en 1777. Valle es el más sólido neoclásico de todo el ámbito regional, escribió ensayos
políticos, incursionó en el periodismo y fue un escritor epistolar. Su producción ha sido estudiada
más desde una perspectiva Histórica y sociológica y no desde un punto de vista estético-
literario; además por haber residido casi toda su vida fuera de Honduras no se le ha incluido en
los estudios especializados que se han realizado sol la literatura nacional. (Recientemente, julio
del 2008, Matías Funes Valladares, filósofo, político y escritor publicó el libro Valle, su tiempo y
el nuestro, en el que analiza el pensamiento de Valle en tres vertientes: la filosófica, la
económica y la política). Con su obra literaria se inicia el período de la independencia y
preparará el camino por el que transitarán las primeras manifestaciones literarias en el siglo XIX.
Este período independentista que va de 1821 a 1876 es uno de los más conflictivos en la
Historia Honduras, Francisco Morazán lucha por afianzar la Federación Centroamericana (1827 -
1842). Se suceden los gobernantes de 1841 a 1862: Ferrera, Chávez, Lindo, Cabañas y José
Santos Guardiola; las guerras civiles; el intervencionismo inglés y norteamericano. Todo esto
hace muy difícil la producción literaria artística, sin embargo, se debe destacar la labor cultural
de José Trinidad Reyes, sacerdote con grandes conocimientos de los clásicos antiguos y de la
literatura francesa y española. Era un versificador hábil y en composiciones predominaba el
carácter jocoso. Se dedicó mucho a escribir teatro, sus pastorelas con ten como el nacimiento de
Jesucristo, la adoración de la Virgen María, con personajes, muy hondureños, en que defiende la
vida del campo en contra de la vida urbana. Son sus: Nohemí, Micol, Neftalia, Zelfa, Rubenia,
Elisa, Albano, Olimpia y Flora.
A José Trinidad Reyes se le considera como el primer poeta nacional y se le ubica dentro de
la corriente neoclásica.
En 1876 surge el gobierno de Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa, época que se denomina de
la Reforma liberal. Soto y Rosa no eran políticos, sino intelectuales de mérito. Soto tiene escritos
de carácter histórico y económico, y además reseñas literarias sobre diversos temas y lo más
importante, creó "Cabañitas", uno de los primeros costumbristas en el país. Rosa fue orador,
primordialmente, escribió ensayos e h entre otras, las biografías del Padre Reyes, Valle y
Morazán. Uno de sus escritos de carácter narrativo más destacados es Mi maestra escolástica en
donde refleja sus ideas positivistas.
Honduras hasta 1876 vivió aislada del exterior y en permanente y sangrienta anarquía. Con la
llegada de Marco Aurelio Soto a la Presidencia, con la bandera de la Reforma Liberal, nace un
movimiento de gran fuerza cuyo inspirador fue el “Ministro universal” del Presidente Soto,
Ramón Rosa.
En este ambiente llega a Honduras el romanticismo, cuando hacía un cuarto de siglo había
desaparee en Europa y surge la primera etapa de una generación romántica que se prolonga hasta
la primera década del siglo XX.
Estos poetas nacen entre 1850 y 1870, su maestro inmediato es el poeta cubano José Joaquín
Palma, entonces exiliado en Tegucigalpa y sus grandes inspiradores son los románticos
españoles Gustavo Adolfo Bécquer, José Zorilla y, sobre todo, José de Espronceda.
El género preferido por los románticos hondureños fue la poesía. De los poetas de esta época
los más relevantes son Antonio Domínguez.
Manuel Molina Vijil (1853-1883) es el primer romántico hondureño. Hizo cantos a la
libertad, a las obras del nuevo régimen y a sus próceres; pero es ante todo el poeta romántico que
le canta al amor, a la ausencia, al desencanto, a la muerte. Se suicida de un pistoletazo antes de
cumplir los 30 años.
José Antonio Domínguez (1869-1903) es también un poeta romántico y también suicida, fue
un hombre huraño y melancólico, lleno del patriotismo belicoso de las guerras civiles y vencido
por un gran desengaño amoroso juvenil. Este fracaso de su vida sentimental lo cantó en su soneto
Amorosa.

De este romanticismo temprano pasa al modernismo en sus últimos años, abandona su vena
erótica para expresar su hastío en el poema nihilista y panteísta Himno a la materia.
Otros poetas de esta época son: Carlos F. Gutiérrez (1861-1899), autor de la primera novela
hondureña; Juan María Cuellar, Miguel Ángel Fortín, Carlos Alberto Uclés.
También en estos años surge la personalidad de Doña Lucila Gomero de Medina, la gran
dama de las letras hondureñas, que en 1903 publicó su novela Blanca Olmedo, evidentemente
romántica, en la que se refleja la influencia de María del colombiano Jorge Isaacs.
El modernismo en Hispanoamérica tiene su auge entre 1898 y 1918, aparece principalmente
en la poesía y el creador o representante de este movimiento literario es Rubén Darío en
Nicaragua, quien con su influencia decisiva dirige a toda Centroamérica por la senda del
Modernismo.
Por primera vez aparecen las naciones, la raza o la comunidad hispánica como entes
independientes y surge una afirmación antiimperialista y, más concretamente,
antinorteamericana.
Para expresar los nuevos temas se busca una nueva forma y vienen las innovaciones
estilísticas y métricas, se hacen sonetos en decasílabos y alejandrinos; la literatura se llena de
símbolos y de metáforas: el cisne, el pavo real, la flor de lis. En Honduras no todos los escritores
de este período (1898-1918) pueden colocarse como modernistas, pues en muchos de ellos
predomina el romanticismo, apuntando apenas al modernismo y otros que muy pronto superan el
modernismo.
EI padre y representante más destacado del modernismo hondureño es Juan Ramón Molina
(1875 - 1908), un poeta de primera categoría que cultivó la prosa en la que logró bellas y
armoniosas realizaciones como sus realizaciones como sus cuentos El Chele y Mr. Black. Entre
sus poesías que están dentro del modernismo más puro mencionaremos Pesca de sirenas, Águilas
y cóndores, Río grande y la Salutación a los poetas brasileros.
Luis Andrés Zúniga (1878 -1964) es otro poeta íntegramente modernista; es autor de verso
y de prosa incursionó también en el género teatral y en el fabulístico. Escribió Los
Conspiradores, que, con excepción de las pastorelas del Padre Reyes, constituye la primera pieza
teatral escrita en Honduras, estrenada en 1916 al inaugurarse el Teatro Nacional. Es fabulista, el
único en Honduras; pero es en su obra poética donde produce sus mejores realizaciones, entre
ellas se destaca el poema Águilas Conquistadoras en donde exalta la unidad hispanoamericana
frente a la política de Teodoro Roosevelt.

Froylan Turcios (1875 -1943), su huella en las letras hondureñas ha sido más profunda pues
supo crear entre sus contemporáneos la inquietud por los problemas intelectuales y fundó
algunas de las revistas literarias del continente americano: "El Pensamiento", "La Revista
Nueva" y sobre todo, "Ariel" (1926) en la que comenzaron a escribir los mejores escritores de la
generación literaria que le sucedió y que se llamó la generación de 1926. Turcios fue un autor
polifacético (editor, periodista, antólogo, político, diplomático). Escribió la novela El vampiro,
es autor de un cuento muy conocido La mejor limosna, libros de poesías.
Publicó el “Boletín de la Defensa Nacional", en el que denunció al imperialismo yanqui con una
valentía desconocida hasta entonces. Escribió sus Memorias en las que declara escribir
confesiones o verdades
Tras la muerte de Darío (1916) el Modernismo decayó y en su lugar surgieron escritores que
lucharon por el retorno a la sencillez, desaparecida con el modernismo, por hacer una poesía
teñida de inquietudes sociales con estampas lugareñas. Son escritores relevantes posmodernistas:
Rafael Heliodoro Valle (1891-1959), poeta, narrador; frisara, historiador periodista, cuya obra
se ha recuperado con motivo del primer centenario de su nacimiento. Escribió Tierras de pan
llevar en el que recoge, en una de sus más fuertes tradiciones, el tema de la infancia como la
pérdida y añorada edad de oro la mayor parte de estos textos, sin llegar a estructurarse como
cuentos, son de índole narrativa. En poesía es famoso su poema Jazmines del cabo y el poema de
Honduras, dedica a los abuelos mayas que cincelaron el rostro del tiempo con amor, sabiduría y
paz.
Alfonzo Guillen Zelaya (1888 - 1947), es el primero en Honduras que hace poesía social: La
casita de Pablo, Poeta y mendigo, El almendro del patio, El oro.
Ramón Ortega (1885 – 1932) el postmodernismo de Ortega es inidentificable en El amor
errante que canta lo pintoresco de la ciudad de Comayagua. A él se le atribuyó la autoría del
poema Verdades Amargas. En cierta oportunidad declaró al respecto: “Yo no escribo tan mal”.
Al contacto con la poesía inicial de Pablo Neruda (Crepusculario y Veinte poemas de amor y una
canción desesperada), la de Gabriela Mistral, la poesía negra de Nicolás Guillén, los romances de
Federico García Lorca y, en menor grado, con la obra de César Vallejo se produce el
rompimiento con el postmodernismo surgen los escritos de los que se conoce como la
generación del 35 o generación de la Dictadura, en los que se refleja la influencia de Neruda,
aunque la mayoría de ellos se mantendrán fieles a su propia creación, a ser originales y
auténticos: Clementina Suárez (1906-1991), Jacobo Cárcamo (1916-1959), Claudio Barrera
(1912-1971), Constantino Suasnávar (1912-1974), Daniel Laínez (1914-1959), Jorge
Federico Travieso (1920-1953), Jaime Fontana (1922-1972), Osar Castañeda Batres (1925-
1994), David Moya Posas (1929 - 1970), Felipe Elvir Rojas (1927) y Héctor Bermúdez Milla
(1927)
Claudio Barrera: El verdadero nombre es Vicente Alemán H., fue la cabeza más visible dela
generación del cariato, su obra muestra una actitud anti burguesa.

Daniel Laínez fue el más autóctono de los poetas hondureños, autodidacta, conoció muy poco de
las escuelas e influencias extranjeras, siendo esencialmente espontáneo. Hizo una poesía social
auténticamente popular; es muy conocido su poema Agoráis tarde que se declama en las escuelas
para el día de la Madre.
La generación del 50 está constituida por escritores que rompen con los patrones temáticos y
sus obras manifiestan un sentido crítico y su deseo de producir trabajos de calidad verbal,
innovadores y en constante evolución. Son poetas de esta generación Antonio José Rivas (1924-
1995), Pompeyo del Valle (1929), Roberto Sosa (1930), Nelson Merren (1931) y Oscar Acosta
(1933).
Robert oSosa ha escrito, entre otras: Los pobres, un mundo para todos dividido. Su obra ha
sido traducida y publicada en Europa, Estados Unidos e Hispanoamérica. Ha ganado premios
como el premio "Adonais" de España 1968, premio "Casa de las Américas" de Cuba, 1971.
La producción poética después del 50 es abundante, los escritores en su poesía denuncian las
injusticias sociales existentes, nuestro subdesarrollo y manifiestan la necesidad de cambiar y de
impulsar la vida hacia adelante.
Entre ellos José Adán Castelar (1941): Entretanto; Tulio Galeas (1942): Las Razones: José
González (1953), en 1984 fue galardonado con el premio "Plural" de México, obras: Poemas del
cariato y Las órdenes superiores; Rigoberto Paredes (1948): Las cosas por su nombre y Materia
prima; José Luis Quesada (1948): Porque no espero nunca más volver, Cuaderno de testimonios,
la vida como una guerra: Alexis Ramirez (1943): Perro contado; Livio Ramirez (1943):
Descendientes de fuego: Juan Ramón Saravia (1951): Pasajes bíblicos (de ida y vuelta), puntos
cardinales, entre todas las mujeres.

LA PROSA NARRATIVA
Hacia finales del siglo XIX no existían escritores de cuentos ni de novela; hemos visto que en
este siglo se produce en tres generaciones de poetas y ninguna de narradores. Lo que imperó
como forma narrativa fue la crónica y la carta de relación, cuya intención no era literaria , sino
informativa. —
En Honduras el relato como forma genérica, se reconoce oficialmente hasta 1906, cuando
por primera vez se convoca a un concurso de cuento, que fue ganado por Rómulo E. Durón
(185S-1942), quien después destacó como investigador y biógrafo y no como cuentista y poeta,
aunque dejó una producción considerable en estos géneros literarios.
Floylan Turcios: Escribe El Vampiro (1910), El Fantasma blanco (1911) y los Cuentos del amor
y dela muerte (1930). Juan Ramón Molina Escribe dos cuentos de gran valor literario: El Chele
y Mr. Black.

En la décáda del 20 surgen una serie de escritores de gran interés y personalidad que han sido
calificados como generación del 26, tienen muy poco en común para denominarlos generación.
Todos ellos buscan lo hondureño y prefieren la prosa; se ocupan de los problemas nacionales y
muy significativamente de los años agitados de esta década en Honduras, critican las divisiones
partidistas y la guerra civil y las consideran intrascendentes. ....
Los primeros intentos por definir y modernizar el cuento en Honduras fueron realizados por la
generación del "Grupo renovación” en la década de los veinte, por Arturo Mejía Nieto, en
compañía de Marcos Carías Reyes, Arturo Martínez Galindo y Federico Peck Fernández dice
Manual Salinas. Los cuatros son los primeros en adoptar las normas y patrones creativos del
Regionalismo hispanoamericano o criollismo.
Arturo Martínez Galindo (1900-1940), fundador junto con Floylan Turcios de la Revista
"Ariel", escribió relatos en los que destaca su habilidad para caracterizar a los personajes y
manejar la trama; entre sus cuentos sobresalen La tentación y El Padre Ortega, fueron reunidos y
publicados en un solo libro póstumo: Sombra de 1940.
Arturo Mejía Nieto (19OO-1972), sus obras narrativas fueron publicadas en Argentina y están
inspiradas en la campiña hondureña de sus años mozos. Entre sus obras El Chele Amaya y otros
cuento (1936), El pescador (1956); también escribió la novela El Tunco (1932).
Federico Peck Fernández (1904-1929), hijo de norteamericano y olanchana, utilizó el cuento
como un medio para la denuncia social, esboza en ellos la problemática de la explotación
bananera y del neocolonialismo. Escribió Historia de un dolor (Revista Ariel 1920) y
Vaqueando.
Marcos Carías Reyes (1905 – 1949) es quien critica más directamente la contradicción social
del país. Escribión Germinal (1936) y Cuentos de lobos (1941). Es autor de dos novelas: La
heredad (19364) y la publicación póstuma (1971) Trópico.
Son tres autores nacidos en la segunda década del siglo que forman parte de la generación
costumbrista que se desarrolla marcado por la Dictadura de Tiburcio Carías Andino (1933-1949).
Alejandro Castro H. (1914), Víctor Cáceres Lara (1915-1993) y Eliseo Perez Cadalso (1920).
De sus cuentos se destacan Casas vecinas de Alejandro Castro H., Paludismo de Víctor Cáceres
Lara, Balas Cruceadas de Eliseo Peréz cadalso.
Ramón Amaya Amador (1916-1966) novelista, cultivo el género social, en Prisión verde narra
la presencia de las compañías bananeras en la costa norte de Honduras y describe los
sufrimientos y las injusticias que comenten los poderosos y los políticos en contra de los
trabajadores. Escribió, además, Constructores en que, Destacamento rojo y, recientemente, la
Editorial Guaymuras ha publicado Jacinta Peralta, Biografía de un machete. Con la misma
herradura, Memorias de un canalla y Cuentos completos.
Oscar Acosta (1933) publica El Arca (1956), textos narrativos en los que maneja un discurso de
vanguardia y, que caen dentro de la llamada literatura maravillosa y maravillosa y fantástica. Los
primeros siete cuentos son de brevedad externa, los otros cinco reflejan las interioridades de la
conciencia o subconsciencia, en ellos aparece el tema de la muerte, la situación límite por
excelencia, tratado de una manera que rompe la tradición narrativa hondureña.
A finales de los setentas Julio Escoto, Eduardo Bahr y Marcos Carías Zapata, realizan el segundo
y definitivo momento de ruptura y le dan un nuevo rumbo a la narrativa hondureña.
Marcos Carías Zapata (1938) escribe su libro de cuatro cuentos La ternura que esperaba
publicado en 1970. Sus personajes ya no son el indio, el campesino, el obrero agrícola o el patrón
semifeudal. No recen las tradicionales estampas de la política criolla o la exposición de una
arraigada problemática rural.
Busca expresar una realidad más cercana para él: la de un sector pequeño burgués, generalmente
práctico y conformista. En sus relatos desfilan personajes extraídos de los sectores medios de la
sociedad: estudiantes latinoamericanos (sobre todo hondureños) que realizan estudios en España
y, como trasfondo, un mundillo apenas entrevisto o vislumbrado de conserjes, vendedores,
empleadas domésticas, amas i casa y una que otra prostituta ocasional. Además de que enfoca
temas nuevos utiliza las técnicas narrativas contemporáneas.
Eduardo Bah (1940) y Julio Escoto (1944) publican en 1969 sendos libros de cuentos.
Fotografía del peñasco (Bahr) y la balada del herido pájaro (Escoto), que sí rompen con los
patrones narrativos tradicionales al incorporar en sus textos las técnicas y la orientación de la
novela y el cuento hispanoamericana de ese momento histórico. Luego publican El cuento de la
guerra y El árbol de los pañuelos, respectivamente y que representan un verdadero punto de
partida para la narrativa hondureña de las últimas dos décadas.
La década de los ochenta es rica en producciones narrativas y surgen estos escritores: Jorge
Luis Oviedo (1957) con El tolupan de la flor formado por trece cuentos, Tiradores de pájaros y
otros cuentos, Roberto Castillo (1950), con su novela. El corneta y Subida al cielo y otros
cuentos. Horacio Castellanos Moya (1957) con ¿Qué signo es usted niña Berta; Jorge Luis
Oviedo (1957), con la muerte más aplaudida, la Gloria del muerto, La Tura, Roberto Quesada
(1952) con El desertor, Los barcos .
BIBLIOGRAFÍA

Libro de Español II de Educación Magisterial, María Elena Andino


Página 26-38
ANEXOS

1. Floylan Turcios

2. Alfonzo Guillen Zelaya

3. Ramon Amaya Amador


4. Luis Andrés Zuniga

5. José Cecilio Del Valle


6. José Trinidad Reyes

7. Clementina Suarez

8. Roberto Sosa

9. Oscar Acosta
10. Eduardo Bahr

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