Está en la página 1de 5
Cultura de masas mo «cultural» de esta nueva clase (Harvey, [1989], 1998; Zukin, 1995; Hannigan, 1998). Algunos de ellos (Zukin, 1982; 2001) han Ile- gado a proponer la transformacién de la econo- mia politica de las urbes, bautizando este pro- ceso como «modo de produccién artistico». Lecturas sugeridas ALEXANDER, Jeffrey y S. Seiowan (eds.) (1990), Cul- ture and Society: Contemporary Debates, Cambridge (Ingl.) y Nueva York, Cambridge University Press. Bourpiey, Pierre (1990), Sociologia y cultura, Méxi- co, Grijalbo. Grane, Diane (ed.) (1994), The Sociology of Cultu- re, Cambridge, Blackwell. Doustas, Mary ((1973], 1996), Pureza y peligro. Un anlisis de los conceptos de contaminacién y tabu, Madrid, Siglo XX. Wituams, Raymond ([1981}, 1982), Cultura. Socio~ logia de la comunicacién y del arte, Buenos Aires, Paidés. Javier Auyero y Claudio Benzecry CULTURA DE MASAS Usada generalmente en términos peyorati- vos, la expresién designa un tipo de cultura de cardcter Superficial y mediocre, destinada a ex- plotar los gustos (v. GUSTO) més triviales del gran piblico. Entre Ios materiales tipicos de la cultura de masas suelen mencionarse novelas rosas, radisteatro, determinadas peliculas, co- medias y-espectéculos de revista, dibujos animados, historietas, canciones, novelas poli- ciales, relatos de ciencia ficcién, obras de divul- gaci6n. La expresién denota igualmente los cir- cuitos caracteristicos de difusién de dichos materiales, los MEDIOS DE COMUNICACION DE Masas y el hecho de que son consumidos por un gran niimero de personas. ‘Aunque los temas discutidos en el cuadro de la cultura de miasas ya habjan sido parcial- mente examinados durante el siglo XIX bajo el nombre de cultura popular (v. CULTURAS POPU- LARES), es recién en la década de 1940 cuando el término, en un principio movilizado por la critica cultnral, ingresa definitivamente en el vocabulario académico de las ciencias sociales y en estrecha asociacién con otra nocién, la de 42 SOCIEDAD DE MASAS. El repertorio de motivos que forman parte de la critica a la cultura de masas es variado y reconoce acentos diferen- ciados. Una de las criticas apunta a la forma en que la cultura de masas es creada. Asi, su ca- ricter negativo se deberfa al hecho de que es tuna cultura producida de forma masiva y con la sola finalidad de obtener una ganancia, 0 sea, una cultura «{...] fabricada por técnicos em- pleados por hombres de negocios» (MacDo- nald, 1992). Por el hecho de que se trata de una cultura industrialmente organizada, una «indus- tria cultural» (Adorno y Horkheimer, 1992) (v. INDUSTRIAS CULTURALES), esta obligada, para ser rentable, a crear productos homogéneos y estandarizados con el fin de alcanzar a piblicos masivos. En tal sentido, el creador debe resig- nar la pretensién de que sus productos sean la expresién de sus habilidades y valores persona- les ¢ inclinarse en cambio a expresar los del piblico al que se dirige. De ahf los rasgos que se le atribuyen a la cultura de masas: imperso- nalidad, ausencia de criterios estéticos de valo- raci6n y total sumisién al espectador (MacDo- nald, 1992). Pero ademas de homogénea, mediocre y vulgar, la cultura de masas es, también, en la perspectiva de esta critica, una cultura confor- mista y/o conservadora, pues tiende a ofrecer al pliblico tnicamente lo que éste desea. Por tal motivo, antes que promover renovaciones en la sensibilidad, la cultura de masas tiende a se- cundar el gusto ya existente. Asimismo, consti- tuye una seria amenaza a la cultura superior 0 cultura alta por dos razones. En primer lugar, porque cuando difunde los productos de la cul- tura superior, Ia cultura de masas tiende a ni- velarlos y condensarlos para el consumo. El pensamiento es reducido a formulas y Ia infor macién sobre un museo de arte aparece conti- gua al chisme sobre el romance de la estrella cinematogréfica del momento. En segundo lu- gar, porque cuando adopta o toma en préstamo contenidos de la cultura alta, no hace més que trivializarlos y vulgarizarlos, aun cuando finge respetarlos (MacDonald, 1992). Por el cardcter repetitivo y previsible de sus formas, por su énfasis en el sexo y la violencia, la cultura de masas seria también, segiin sus criticos, una cultura que empobrece el gusto y Biorto , EN Aram (fQud\ - OREGDL4MD DE TEL! Cruthicol ¢e Smculonin te bs Gatun”. envilece los sentimientos, de manera tal que erosiona la habilidad de las personas para par- ticipar de la cultura alta, Asimismo, es inte- Iectualmente daffina en la medida en que, al transmitir contenidos engafiosos y escapistas, termina inhibiendo Ja capacidad de las perso- has para enfrentarse con la realidad, Si durante un buen tiempo todos estos argu mentos lucieron convincentés, hasta casi con- vertirse en verdaderos lugares comunes de la critica cultural, la investigacién empirica dispo- nile, producida desde mediados de la década de 1960 hasta hoy, ha contribuido a restar fuer- za y verosimilitud a la mayorfa de sus presu- puestos. El uso mismo del concepto de cultura de masas fue duramente cuestionado y, con el tiempo, la nocién fue perdiendo respetabilidad disciplinaria hasta ser précticamente eliminada del vocabulario de las ciencias sociales. La evi- dencia empirica recogida permitié advertir que las diferencias entre Ia cultura de masas y Ia cultura alta habfan sido tan exageradas como subestimadas sus similitudes (Gans [1974], 1999). Dicha exageracion se debié en parte a que muchas de las afirmaciones sobre la cultu- ra de masas no fueron el resultado de una com- paraci6n con la cultura alta realmente existente, sino mas bien con una versién idealizada de és- ta, Asi, por ejemplo, se pudo comprobar que, en tanto instituciones econémicas, las diferen- cias entre ambas culturas eran menos significa- tivas de lo que se habia supuesto. La competen- cia despiadada y el cinismo no son rasgos exclusivos de la cultura de masas sino que se Tos encuentra igualmente en los ambitos de la cultura alta (galerfas, museos, eteétera), ¢ in- cluso agravados, por la sencilla razén de que el tamafio de los mercados es incomparablemente més pequefio, lo que agudiza la lucha por la obtencién de financiamiento. Asimismo, el argumento relativo a la su- puesta homogeneidad de la cultura de masas se ha visto debilitado frente al reconocimiento de la diversidad de 1a produccién cultural en el Ambito de la cultura de masas. Se ha compro- bado, igualmente, que la innovacién y la expe- rimentaci6n no son patrimonio exclusivo de la cultura alta (Bell et al., 1992; Eco [1965], 1995). En tal sentido, las diferencias que habria entre ambas en lo que respecta al rol de los Cultura de masas creadores son menos pronunciadas de lo que Ie critica habia sugerido. La imagen del artista s litario de Ja cultura alta, que slo crea para si mismo, y del creador de Ja cultura de masas co- mo alguien que suprime sus propias creencias y valores sélo para complacer los del ptiblico no se ha revelado del todo adecuada. Muchos creadores de Ja cultura de masas aspiran a que sus productos expresen sus gustos y valores personales y pretenden liberarse tanto de las presiones de la audiencia como del control de los ejecutivos de la empresa, mientras que la mayoria de los artistas «serios» aspiran a obte- ner respuestas positivas de sus pares y de sus audiencias y en buena medida su trabajo es también un compromiso entre sus propios valo- res y los del puiblico al que se dirigen. Desde el punto de vista estilistico, se ha demostrado, ademis, que la cultura de masas es menos con- servadora de lo que sus criticos habfan imagi- nado. Ha dado origen a un conjunto de nuevos lenguajes, de nuevos modos de expresién y percepcidn, muchos de los cuales, incluso, re- percutieron en el plano de las formas de Ia cul- tura alta (Bell ef al, 1992). Por tal motivo, no parece razonable suponer que la cultura de ma- sas represente una,amenaza para la cultura su- perior. En cuanto a los €fectos de la cultura de ma- sas sobre el plano del gusto y de la sensibili- dad, diversos estudios han revelado que més que adaptar sus vidas a lo que transmiten los medios de comunicacién de masas, el puiblico elige aquellos contenidos que mejor se adaptan a sus requerimientos o a los del grupo. En ese sentido, el principal efecto de los medios es re- forzar las actitudes y conductas ya existentes més que modificarlas o crear unas nuevas (Klapper [1960], 1974). Por lo dems, en mu- chos casos se ha comprobado que més que en efectos politicamente, conservadores, los me- dios de comunicacién de masas se han conver- tido en los instrumentos mas efectivos para la expresién publica de las demandas de los dis- tintos movimientos sociales. En América latina, las investigaciones rea- lizadas durante los titimos veinte afios son también un testimonio de este cambio de enfo- que sobre la cultura de masas. En la mayoria de ellas se ha abandonado 1a perspectiva «exter- 43 Cultura politica na» que dominé el estudio de lo masivo, en provecho de aproximaciones de carécter més marcadamente etnogrifico y cualitativo (Mar- tin-Barbero [1987], 1991). En lugar de limitar- se a ver en lo masivo una versién degradada de Ja cultura alta o un instrumento de manipula- cién y dominaci6n destinado a destruir las tra diciones y las formas de Ja cultura popular, las investigaciones recientes an procurado anali- zar el sistema de mediaciones que comunica y articula lo popular con lo masivo, y viceversa. En tal sentido, la investigacién ha estado enca- minada a poner de manifiesto el papel de los medios masivos en la formacién y en las trans- formaciones de las culturas nacionales, su im- pacto en la cultura y la prictica politicas, al mismo tiempo que las conexiones y los inter- cambios entre la cultura masiva y las matrices culturales de las clases populares. Lecturas sugeridas BELL, Daniel et al. (1992), Industria cultural y socie- dad dle masas, Caracas, Monte Avila. Gans, Herbert J. (1999), High Culture and Popular Culture. An Analysis and Evaluation of Taste, Nueva York, Basic Books, Mantin-BaRBERO, Jesis ((1987], 1991), De fos me- dios @ las mediaciones. Comunicacién, cultura y hegemonia, Barcelona, Gustavo Gil Alejandro Blanco CULTURA POLITICA. En términos especificos de cultura politica y con nociones emparentadas 0 «tivales» (ideo logfa, orden simbélico, habitos, mentalidades), la ciencia politica-y las distintas disciplinas so- ciales se han ocupado de las costumbres, sabe- res, valores y actitudes que informan las accio- nes y las estructuras politicas. El debate teérico se centra en las definiciones, los paradigmas y Jas metodologfas, con una pregunta siempre abierta sobre la interaccin entre CULTURA instituciones y una cadena de nudos proble- miaticos. La historia proporciona sefias duraderas, pe- ro las crisis sucesivas generan aprendizajes y los ciclos de refundaci6n atraviesan un combate cultural. La SOCIALIZACION es inicial y continua, 44 a través de relaciones primarias y secundarias, productivas y contenciosas (familia, educacién, religi6n, sistema econémico, circulos del «am- biente», «mundo de asociaciones»). Los medios de comunicacién (v. MEDIOS DE COMUNICACION DE Masas) trabajan el «sentido comin» y los IN TELECTUALES disputan las lecturas de la nacién. La competencia de los partidos recrea sus sub- culturas, fabrica opinién y actitudes politicas. Los ejercicios de poder, el gobierno y el Estado producen legitimacién e inciden, en la cultura, mediante discursos y disciplinamientos, organi- zacién y politicas ptiblicas. Hay una gestaci6n Ge actores y movimientos sociales, en la que se centran muchos enfoques de la sociologfa y los estudios culturales. Por més que exista una «marca nacional», Ja cultura es un mosaico de diversidad, con sub- culturas y «contraculturas» (clases, «roles», re- giones, nacionalidades, etnias y religiones, par- tidos, burocracias, etcétera). Hablamos pues de una cultura compuesta por actitudes distintas 0 de culturas politicas en plural, en facturas inter- dependientes y especulares (frente a

También podría gustarte