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Un mar de encuentros

El Caribe: arte, sociedad y cultura


(siglos XV-XVII)
La colección Historia nace con el propósito de difundir entre la comunidad académica los resultados más
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Universidad Complutense de Madrid, España
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Un mar de encuentros
El Caribe: arte, sociedad y cultura
(siglos XV-XVII)
Manuel Gámez Casado y
Alfredo Bueno Jiménez (eds.)
PRIMERA EDICIÓN: NOVIEMBRE 2023

© 2023, de los textos: sus autores


© 2023, de la ilustración de cubierta: Jazmín Fonseca Piña y Alfredo Bueno Jiménez

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Ilustración de cubierta: diseño digital de Jazmín Fonseca Piña y Alfredo Bueno Jiménez,
La nao Santa María varada en la costa noreste de Haití, 1492. Ciudad de México, 2023.

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cación, por cualquier medio o procedimiento, sin contar para ello con la autorización previa,
expresa y por escrito del editor.

Impreso en España y México


Índice

11-14 Prólogo: non sufficit orbis


THOMAS CALVO

15-18 Introducción
MANUEL GÁMEZ CASADO Y ALFREDO BUENO JIMÉNEZ

I. EL CARIBE. UNA SIMBIOSIS PARA DOS EXTREMOS


21-36 «Para que los indios lo tengan en lo que es». La vestimenta como elemento
de estratificación en las nuevas sociedades antillanas
LUIS RAFAEL BURSET FLORES

37-51 Del Caribe al Dorado: el mapa de la provincia de los aruacas y la escritura


del territorio
JOSÉ MARÍA GARCÍA REDONDO

53-68 El papel de Cartagena de Indias en la importación de escultura con destino


a Nueva Granada (1550-1620)
ADRIÁN CONTRERAS-GUERRERO

7
8 Un mar de encuentros

69-84 ¡He aquí que la Virgen María llega al Caribe!


MAGDALENA VENCES VIDAL

II. UN CAMPO DE EXPERIMENTACIÓN. LAS PRIMERAS


DEFENSAS DEL CARIBE
87-102 La defensa naval del Caribe, siglos XVI-XVII
ESTEBAN MIRA CABALLOS

103-117 Piedra, papel y tijera. Los Antonelli en el Caribe


PEDRO LUENGO

119-138 La importancia estratégica de Puerto Rico en el Caribe: primeras obras


defensivas de la isla
NURIA HINAREJOS MARTÍN

139-150 Un modelo de alcance global. El cuadrado abaluartado en las fortificaciones


del Caribe sur durante los siglos XVI-XVII
MANUEL GÁMEZ CASADO

151-164 Modelos de fortificación para la defensa antillana: los casos de Cuba y


Saint-Domingue
IGNACIO J. LÓPEZ HERNÁNDEZ

III. DESDE LA OTRA ORILLA. INDIGENISMO Y POBLACIONES


LOCALES
167-193 Primeras resistencias indígenas y conquistas castellanas en la isla de
La Española. De la batalla campal de la Vega Real a las resistencias de
Higüey y Xaraguá, 1495-1505
ALFREDO BUENO JIMÉNEZ
Índice 9

195-209 De la instauración de la encomienda en 1503 a su debilitamiento en 1542,


en la isla La Española
ENRIQUE GÓMEZ VELÁZQUEZ

211-223 Fricciones transimperiales en el Darién de finales del siglo XVII: Escocia


en el Caribe
ANTONINO VIDAL ORTEGA Y WILSON ENRIQUE GENAO

IV. LA MATERIALIZACIÓN DEL PODER. INSTITUCIONES,


CONFLICTOS Y CONOCIMIENTOS
227-239 Navíos de aviso que van y vienen de Cartagena de Indias. Estrategias y
vicisitudes de la circulación atlántica de la información en el siglo XVII
ROCÍO MORENO CABANILLAS

241-255 Entre el discurso y la fábrica: orientaciones para el diseño y construcción


de fortificaciones aplicables en los territorios americanos (ss. XVI y XVII)
JORGE GALINDO DÍAZ

257-274 Santiago de Cuba en el Caribe hispano: entre amenazas y conflictos


imperiales, siglos XVI-XVII
LILYAM PADRÓN PÉREZ

275-288 Cartografía, dibujo y ciencia. Primeros ingenieros en Nueva España


MIGUEL ÁNGEL NIETO MÁRQUEZ

289-294 Conclusión

297-325 Bibliografía
Fricciones transimperiales en el Darién de finales del
siglo XVII: Escocia en el Caribe

ANTONINO VIDAL ORTEGA Y WILSON ENRIQUE GENAO


CENTRO DE ESTUDIOS CARIBEÑOS. PUCMM1

Situada en el Caribe suroccidental, la región del Darién durante todo el siglo


XVII fue un territorio fronterizo y una región de múltiples contactos entre dife-
rentes grupos étnicos, europeos y criollos. Territorio de selvas impenetrables
con régimen de lluvias abundantes, ríos caudalosos y enormes zonas panta-
nosas siempre representó una preocupación para la presencia de los funciona-
rios del Imperio que protegían el sistema de flotas y el istmo de Panamá. El
Darién en el imaginario europeo simbolizó la llave hacia los mares del sur, la
puerta de los océanos2, y durante todo el siglo XVII, piratas, bucaneros y aven-
tureros de todo tipo la vieron como una posibilidad de penetrar al continente
y acceder a sus riquezas. Sus pueblos originarios fueron altivos y defendieron
con dureza y determinación sus territorios que incluso a finales del siglo XVIII
aún mantenían con autosuficiencia frente a los llegados de fuera. En defini-
tiva, esta periferia sur del mar Caribe, en especial su litoral, fue un espacio
fluido donde sujetos representativos de diferentes culturas e imperios se dis-
putaron la soberanía y los distintos territorios interactuando con grupos in-
dígenas soberanos que lo poblaban, lo que muy precisamente la historiadora
Mary Karasch describe como zonas de transición con redes de intercambio.3

1
El presente trabajo forma parte del Proyecto Connected Worlds: «The Caribbean, Origin of
Modern World». This project has received funding from the European Union’s Horizon 2020
research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement
N.º 823846.
2
Jhon Prebble, The Darien disaster (London: Penguin Bool, 1970).
3
Mary Karash, «Riverine Borderlands and Multicultural Contacts in Central Brazil, 1775-
1835», en The Oxford handbook of borderlands of the Iberian world, ed. por Danna A. Levin
Rojo y Cynthia Radding (New York, Oxford Press, 2019), 590-612. Ana Elvira Cervera Moli-

211
212 Un mar de encuentros

La conquista definitiva de Jamaica por el Imperio inglés en 1665 determi-


nó un fuerte incremento de la actividad bélica y diplomática en el Caribe oc-
cidental, y dio a este Imperio una excelente base para sus respectivas empre-
sas de agresión contra los territorios de dominio español. Los asentamientos
madereros de la Costa de los Mosquitos y Yucatán proliferaron en las últimas
décadas del siglo XVII y la empresa de tomar el río San Juan por Edwar Hume
en un intento por hacer fuerza en la región y tratar de acceder al Pacífico,
marcaron un nuevo giro en la geoestrategia de esta región caribeña.4
En este sentido los territorios de la presidencia de Panamá, como afirma el
historiador Céspedes del Castillo, quedaron como uno de los tramos más per-
meables de la importante zona ístmica.5 Veragua sufrió en 1680 y 1686 varios
ataques piráticos, pero sus selvas y la considerable densidad de su población
impidieron cualquier otro empeño. En el centro, en el eje Portobelo-Cha-
gres-Panamá, la ruta de la plata fue vulnerada por Morgan en expediciones de
pillaje, iniciando con la conquista de Portobelo en 1668 y terminando con la
destrucción de Panamá en 1671. Ambas ciudades se rehicieron, fortalecieron
y continuaron siendo punto neurálgico para la defensa del virreinato del Perú
y la ruta de la plata. El lugar más débil de audiencia era sin duda alguna la
provincia del Darién.
El Darién, con litorales hacia el Caribe y el Pacífico, es un estrecho territo-
rio ístmico que limitaba al noroeste con la provincia de Panamá y del Chocó,
Popayán y Cartagena de Indias al sureste, y era una especie de «vacío» en
los territorios españoles. Sus posibilidades de conexión interoceánica siempre
despertaron el interés de construir un canal desde los tiempos de Felipe II.
Unos ingenieros flamencos llegaron a presentar un proyecto de abrir un canal
aprovechando el río Tuira, el proyecto finalmente se desechó por temor a que
se convirtiera en una puerta abierta al contrabando.

na, «Paisajes liminares: la concepción de la naturaleza en los territorios fronterizos», Revista


Perspectiva Geográfica 24, n.° 2 (2019): 124.
4
Antonino Vidal Ortega, «Redes autoorganizadas y agentes comerciales en las franjas de la
Mosquitia y Yucatán durante los siglos XVI y XVII», en Desde otros Caribes. Fronteras, Poé-
ticas e identidades, ed. por Margaret Shrimpton y Antonino Vidal, (Santa Marta: Editorial
Unimagdalena/Acolec/Conacyt. 2021), 35-58. Miles P. DuVal, Cádiz to Cathay. The Story
of the long diplomatic struggle for the Panama Canal (San Francisco: Stanford University
Press, 1947), 9-10.
5
Juan Requejo Salcedo, Relación histórica y geográfica de la provincia de Panamá, Manus-
crito, 1640. Colección de Libros y Documentos referentes a la Historia de América. Tomo
VIII (Madrid: Librería Victoriano Suárez, 1904), 87-95. Guillermo Céspedes del Castillo, «La
defensa militar del istmo de Panamá a fines del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII», Anuario
de Estudios Americanos 9, n.° 2 (1952): 235-275.
Fricciones transimperiales en el Darién de finales del siglo XVII 213

Los ingleses también miraron con expectativas la región, y durante la se-


gunda mitad del siglo XVII William Dampier y Lionel Wafer recorrieron y
navegaron sus territorios conviviendo con sus habitantes. Estas experiencias
fueron recogidas en escritos que enviaron a Londres describiendo la región,
sus habitantes y las posibilidades que ofrecían, lo que despertó gran curio-
sidad.6 El acceso al Pacífico obsesionaba a los ingleses y la posibilidad con
ello de romper el dominio español del continente por su cintura. Desprovista
de atractivos fáciles, sometida a un clima extremo y habitada por pueblos
insumisos a cualquier dominación, pese a algunos esfuerzos llevados a cabo
desde Cartagena de Indias y Panamá, el Darién en las dos últimas décadas del
siglo XVII seguía siendo una franja selvática y desguarnecida del Imperio y a
los ojos de los imperios rivales se presentaba como un espacio prácticamente
desocupado, con una presencia colonial muy reducida centrada preferente-
mente en la costa pacífica.7
Desde mediados del siglo XVII el aumento de las navegaciones en el Ca-
ribe occidental volvió sus litorales espacios de sociabilidad, intercambios y
de transferencias culturales y de conocimiento en un contexto mercantil cada
vez más mundial. Fue la época dorada de la piratería cuando Port Royal lle-
gó a superar los 8000 habitantes y Jamaica se especializó en el comercio de
bienes saqueados y la rapiña comercial. Su valor estratégico y la dificultad
de su defensa llevó a la monarquía inglesa a llegar a un pacto temerario e
invitó para su defensa a criminales implacables y depravados que actuando
en nombre del Imperio británico asaltaron navíos, puertos y cualquier tipo
de asentamiento costero español. Desde entonces los litorales del Caribe sur
occidental y con ello el Darién fueron surcados por cientos de aventureros sin
escrúpulos que ejercieron su implacable actuar sobre todas las costas y sus
islas adyacentes.
El presente capítulo pretende desde una óptica trans imperial analizar un
intento de colonización escocesa en una franja periférica del Imperio español
de gran valor por la abundancia de sus recursos naturales y la posibilidad de
acceder al rico comercio del mar del sur. El análisis nos permite observar di-

6
Lionel Wafer, Viajes de Lionel Wafer al istmo del Darién. Cuatro meses entre los indios (Bo-
gotá: Imprenta Silvestre y Compañía, 1888). William Dampier, A Map of the Middle Part of
America, A New Voyage Round the World (London: Knapton, 1697) http://gutenberg.net.au/
ebooks05/0500461h.html#0500461h-06
7
Ferran Vives Vía, «La extracción de oro en el Darién del siglo XVII. Origen y consolidación de
un sistema minero de frontera (1637-1641 y 1679-1698)», Anuario Colombiano de Historia
Social de la Cultura 49, n.° 2 (2022): 29-63.
214 Un mar de encuentros

námicas de interacción donde los conflictos imperiales, las redes comerciales


y la negociación con los pueblos originarios determinaron los aconteceres en
un territorios alejado de los centros de poder que, aunque no ejercían dominio
sobre ellos su actuar sí los influenciaban en su toma de decisiones, en defini-
tiva, unos territorios como han denominado algunos historiadores a la sombra
de los imperios.8 La inquietud surgió de unos legajos encontrados en la sec-
ción Panamá del Archivo General de Indias, que muestran los esfuerzos y la
movilización que llevaron a cabo los españoles para expulsar a los escoceses
y que soportan gran parte del trabajo. Del mismo modo, en el esfuerzo por
entender los acontecimientos que narraban las fuentes primarias encontramos
una abundante bibliografía que apoya la investigación y que está convenien-
temente citada a lo largo del desarrollo del trabajo.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XVII la característica principal de
la región fue la presencia de piratas y filibusteros no solo amparados en la Co-
rona inglesa, sino también de Francia, que tomaron como base la isla de Tor-
tuga al norte de la Española.9 Aunque los primeros que la conocieron fueron
aventureros holandeses que con hábiles tácticas comerciales impulsadas por
el interés sefardita siempre lograron tener un buen acercamiento a los nativos
e incluso fueron intermediarios para que ingleses y franceses establecieran
vínculos con los litorales del Caribe occidental.10
La pérdida del dominio del mar por parte del Imperio español hizo que
sus autoridades hicieran más hincapié en fortalecer las defensas y estas se
replegaron hacia la tierra, de esta manera las grandes obras de fortificaciones
de los puntos estratégicos empezarán a desarrollarse como nunca antes en las
ciudades puertos.11 El Darién en ese momento era una tierra de nadie, donde
se empleaba la ley de la fuerza, la violencia y la política del recién llegado, un
territorio por donde pasaban los tesoros del Perú y las mercancías que desde

8
Fabrício Pereira Prado, «In the shadows of empires: Trans -imperial networks and colonial
identity in Bourbon Rio de la Plata (1750-1813)» (Tesis doctoral, Emory University, 2009),
https://etd.library.emory.edu/concern/etds/9019s255m?locale=fr. Daniel Hedinger, «Trans
imperial History-Connectivity, Cooperation and Competition», Journal of Modern European
History 16, n. ° 4 (2018): 429-452.
9
James Burney, Historia de los bucaneros de América (Sevilla: Renacimiento, 2007).
10
Gert Oostindie y Wim Klooster, Realm between Empires: The Second Dutch Atlantic, 1680-
1815, (Ithaca NY- Leiden: Cornell University, Leiden University Press, 2018).
11
Juan Manuel Zapatero, «Las llaves fortificadas de la América Hispánica», Militarla, Revista
de Cultura Militar, n.° 1 (1989): 131-140. Pedro Cruz Freire, Manuel Gámez Casado, Ignacio
J. López Hernández, Pedro Luengo y Alfredo J. Morales, Estrategia y Propaganda. Arquitec-
tura militar en el Caribe (1689-1748) (Roma-Bristol: L’Erma di Bretschneider, 2020).
Fricciones transimperiales en el Darién de finales del siglo XVII 215

Europa se destinaban a América del Sur además del oro del centro minero y
esclavista de Popayán que se filtraba por el río Atrato y disponía además de
una inmensa riqueza maderera, un excelente litoral para practicar el comercio
directo hacia Europa.
En este contexto la ruta del Darién se volvió un territorio seguro y familiar
para diferentes tipos de redes autoorganizadas de comerciantes y aventureros
que construían canoas y asaltaban navíos españoles, y que dada la poca capa-
cidad de reacción de estos, no planteaba mayor dificultad que llegar a acuer-
dos con sus pueblos nativos que de ninguna forma eran fáciles de convencer,
aunque las armas y el alcohol facilitaron los pactos. Los ataques de los ene-
migos de España se sucedieron en la Audiencia de Panamá durante toda la
segunda mitad del siglo XVII.
Estos ataques se dieron por todo el Caribe occidental y Jamaica irradió
violencia en Yucatán, la costa de la Mosquitia y el Darién cuyas costas fueron
continuamente hostigadas. Los gobernadores ingleses y franceses de las islas
caribeñas estimularon sin pudor estas expediciones sanguinarias, una verda-
dera guerra contra los dominios americanos de España. Los ingleses esgri-
mieron el argumento de que cualquier agresión en un ataque que no fuera en
Europa no implicaba agresión a un Estado europeo, como sostiene el historia-
dor Céspedes del Castillo, una hábil sutileza que diferenció esta contienda de
una guerra declarada.
En 1697 como consecuencia de esta competencia imperial los franceses
dieron un golpe crucial al saquear la ciudad más importante del sistema de-
fensivo del Caribe, en lo que se refiere al comercio de flotas con el virreinato
del Perú, cayó Cartagena de Indias.12 Con esto la monarquía hispánica había
mostrado la vulnerabilidad de una región que era la llave hacia los mares del
sur y su fabulosa ruta de la plata.

1. Unir los dos océanos y dominar el comercio

La preocupante derrota de Cartagena de Indias dio muestra del agotamiento


de la arquitectura del monopolio comercial y la vulnerabilidad de este flanco
imperial. Antes de finalizar el siglo hubo una última operación que preten-
día tener mucha trascendencia, pero que al igual que la del Barón de Pointis

12
Enrique De la Matta Rodríguez, El asalto de Pointis a Cartagena de Indias (Sevilla: CSIC,
1979), 81-90.
216 Un mar de encuentros

no fue más allá de algo que pudiera consolidarse. Se trató de la expedición


escocesa al Darién bajo el liderazgo del promotor de empresas comerciales
William Patterson, quien estimulado por los relatos llegados a Inglaterra de
piratas y viajeros entendió el significado estratégico y las posibilidades co-
merciales de dicho territorio.13 El propósito de la expedición fue colonizar
la región de orilla a orilla, intentar abrir un canal oceánico y proporcionar
a Inglaterra una posición ventajosa en el comercio mundial uniendo ambos
océanos.14
La idea, aunque no era nueva sí era ambiciosa pero las adversidades que
enfrentaron fueron insuperables para el numeroso contingente de escoceses
que viajó al Caribe occidental. La expedición partió de Edimburgo en 1698 y
un año más tarde derrotado, un puñado de supervivientes abandonó la Nue-
va Caledonia el asentamiento que intentaron levantar. Las duras condiciones
tropicales afectaron en demasía. Una segunda expedición, liderada en esta
ocasión por Campbell lo intentó en 1699 pero sucumbieron ante el mismo
problema climático y la animadversión de otras compañías inglesas y holan-
desas, que veían peligrar sus intereses particulares por esta nueva empresa.
Por último, la reacción militar española fue encabezada por el gobernador
de Cartagena de Indias, el general Díaz Pimienta, y apoyada por el conde de
Canillas, presidente de la Audiencia de Panamá, que aprestaron 5 buques que
zarparon desde Portobelo y lograron, tras una dura resistencia, que los últi-
mos escoceses claudicaran de su empresa.15
Desde el primer momento los responsables de la administración de la mo-
narquía hispánica entendieron el peligro y la gravedad que representaba la
presencia de los escoceses en este litoral caribeño. La fundación de Nueva
Edimburgo en 1698, conmocionó a los representantes de la defensa del Im-
perio pues esta realidad representaba una amenaza con varias aristas. En pri-
mer lugar, ponía en peligro la reputación del Imperio dando la impresión de
fragilidad en un momento delicado del reinado de Carlos II16. En segundo, la
presencia escocesa en el Darién representaba un peligro estratégico para la
defensa del virreinato del Perú y sobre todo se hacía factible la posibilidad

13
Julie Scotland Orr, Darien and the Atlantic World, 1698-1700 (Edinburgh: Edinburgh Univer-
sity Press, 2021).
14
Willis Fletcher Johnson, Four centuries of the Panama Canal (New York: Holt and Co, 1906).
15
Archivo General de Indias, Sevilla (en adelante AGI), Panamá, legajos 109, 159 a 166 y del
166 al 181 recogen una detallada relación de información sobre esta campaña.
16
John H. Elliot, «Question of Reputation? Spanish Foreign Policy in the Seventeenth Cen-
tury», The Journal of Modern History 55, n.° 3 (1983): 475-483.
Fricciones transimperiales en el Darién de finales del siglo XVII 217

de perder Cartagena de Indias y Portobelo parte fundamental de la defensa de


la Carrera de Indias.17 Aunque ya entre 1665 y 1700 solo llegaron 15 flotas y
unos pocos galeones, las riquezas americanas seguían siendo cruciales para
las finanzas del Imperio y el fisco dependían mucho de los metales preciosos
del Nuevo Mundo, lo que explica por qué sintieron esta intrusión como una
amenaza en el corazón de América.18
Por otro lado, también se entendió esta presencia como un serio peligro
religioso, de hecho fue uno de los aspectos más preocupantes por el riesgo de
la llegada de ideas heréticas protestantes que contaminaran a la población de
aquellas provincias por lo que el virrey de la Nueva España dio prioridad ab-
soluta a la expulsión de los escoceses, pues en el Imperio se asociaba el pro-
testantismo a la subversión política, recordando las revueltas de Holanda del
siglo XVI y XVII.19 Del mismo modo, el éxito de esta empresa podría ser ejem-
plo para que otras potencias enemigas intentaran fundar sus propias colonias
en los inmensos e inabarcables territorios americanos del Imperio español.

2. La empresa colonizadora escocesa en el Darién

William Paterson consideraba el istmo de Panamá como la puerta de los ma-


res y la llave del universo y para lograr su objetivo de establecer una colonia
creó una empresa mercantil nombrada Company of Scotland Trading to Afri-
ca and the Indies, aprobada por el Parlamento de Escocia en 1695 y que fue
también conocida como la compañía del Darién. Fue autorizada:

[…] para tomar posesión de territorios despoblados en cualquier parte de


Asia, África o América o en cualquier otro lugar con el consentimiento de
sus habitantes, con la condición de que no perteneciese a ningún soberano
europeo y para plantar colonias allí, construir ciudades y fortalezas; para
establecer impuestos y proveer los lugares con arsenales, armas etc. y para

17
Consulta consejo de Indias, 12 febrero de 1699, AGI, Panamá, 160.
18
Enriqueta Vila Vilar, «Las ferias de Portobelo: apariencia y realidad del comercio con In-
dias», Anuario de Estudios Americanos 39 (1982): 275-338. Alfredo Castillero Calvo, Por-
tobelo y el San Lorenzo del Chagres. Perspectivas imperiales. Siglos XVI-XIX (Panamá: Novo
Art, 2016).
19
Manuel Herreros Sánchez, El acercamiento hispano-neerlandés (1648-1678) (Madrid: Con-
sejo Superior de Investigaciones Científicas, 2000).
218 Un mar de encuentros

hacer guerra y tomar represalias, y para concluir tratados de paz y de co-


mercio20.

Y aunque logró conseguir algo de capital en Inglaterra siempre tuvo la


oposición de East India Company que la rechazó, viéndose obligado a in-
tentar conseguir capital en Ámsterdam y Hamburgo donde no corrió mejor
suerte. De esta manera, se vio forzado a conseguir recursos en Escocia, su
tierra natal donde le tocó enfrentar obstáculos que lo acabaron apartando de la
directiva de la empresa, viéndose obligado a enrolarse en la expedición, pero
como agente supernumerario, independiente y voluntario.21
Se elaboró un plan comercial con la idea de establecerse en un lugar del
Istmo donde no hacían presencia los españoles y donde negociando con los
pueblos indígenas, se pudiera construir un puerto en ambos lados y un buen
camino que los comunicara para crear un emporio, donde los comerciantes
del mundo pudieran movilizar la mercancía del Oriente y del Occidente no
cobrando más por sus servicios que un impuesto del 3 % sobre el valor de las
transacciones comerciales.
Tras sortear un cúmulo de dificultades, se reclutó un numeroso grupo de
voluntarios a los que se les hizo la promesa de recibir cincuenta acres de tie-
rras laborables y un lote urbano para que pudiesen construir sus moradas. De
esta forma el día 17 de julio de 1698 una expedición agrupada en cinco em-
barcaciones partió del puerto de Leith con mil doscientos colonos. Los expe-
dicionarios desembarcaron el 30 de octubre en la bahía arenosa de Anachucu-
na en el norte del Darién muy cerca de la llamada isla de oro. Rápidamente se
organizaron unas conversaciones con los nativos donde acudieron varios ca-
ciques de la zona, con los que se lograron acuerdos de amistad, usufructuando
el argumento de la enemistad de estos con los españoles y acordando una
alianza de defensa mutua y una especie de facilidad comercial beneficiosa
para todos. De este modo fundaron, en la Antigua Acla, una colonia a la que
denominaron Caledonia donde construyeron un fuerte, llamado San Andrés y
se dieron a levantar la ciudad de Nuevo Edimburgo.22

20
Edgar Vaughan, «Historia de la colonia escocesa en el Darién (1698-1700) y su importancia
en los anales británicos», Revista Lotería 7, n.° 81 (1962): 21-52.
21
María Rosa Muñoz y Armando Muñoz Pinzón, «La colonia escocesa en el Darién: Sinopsis
Histórica», Revista Tareas, n.° 113 (2003): 73-90.
22
Álvaro Lozano, «Nueva Caledonia, la aventura escocesa en el Caribe (1698-1700)», Historia
16, n.° 254 (1997): 102-111.
Fricciones transimperiales en el Darién de finales del siglo XVII 219

Los indígenas no tenían pueblos formales nucleados vivían en los riachue-


los y las quebradas, existían una docena de caciques entre los que siempre
destacaba uno que, en las primeras décadas del siglo XVIII, fue el que residía
Tarena, los observadores occidentales dicen en sus relatos que se regían por la
ley natural y que carecían de ídolos, aunque adoraban a seres en los cuales
tenían «muchas creencias». Que en su forma de vida se mantenían de una
forma frugal de los víveres de la tierra que eran los plátanos, la yuca, las bata-
tas, el ñame y el maíz de los cuales había cierta abundancia. Algunos servían
a los franceses que habitaban el Darién que los usaban para cazar y pescar
dado que eran muy diestros en estas labores.23

Figura 1.
Fuente: tomado del libro Willian Paterson and the Darien Company 1907.

Si bien hubo varios intentos españoles por desalojarlos, estos no fueron


exitosos, de un lado por el rechazo de los pueblos aborígenes y de otro por
fallas logísticas e incapacidad de organización. Pero a los escoceses, el cli-
ma malsano y la insalubridad les pasaron factura, y así la disentería y las

23
Carta de Pedro Carrera. Informe para establecer comercio y sujetar a los indígenas, 1755,
AGI, Panamá, 307. Este fue un comerciante espía cartagenero al que se le concedió licen-
cia un poco después de 1750 para establecer algún comercio en aquella zona, su recorrido
por esta costa narra la historia de la llegada de los franceses a partir de 1685 y como había
perdurado hasta 1755, explicando su cómoda relación con los indígenas y sus tratos con
ingleses y españoles.
220 Un mar de encuentros

fiebres los diezmaron sin piedad, siendo una de estas víctimas la esposa del
propio Patterson. Otro elemento que impulsó el fracaso de esta presencia en
el Darién fue la hostilidad de Inglaterra que giró una orden a los gobernadores
de las islas caribeñas en la que se le invitaba a no prestar ninguna ayuda a
la compañía escocesa, un ejemplo de ello está contenido en una proclama-
ción suscrita por el gobernador de Jamaica, William Beeston.24 Esta situación
ocasionó que los colonos escoceses quedaran aislados y sin ningún tipo de
conexión exterior. Los desacuerdos entre los consejeros, el individualismo
imperante, la escasez de provisiones, el agua y la desorganización de los res-
ponsables de la propia compañía con constantes desacuerdos y enfrentamien-
tos hicieron el resto. Así en junio de 1699 los supervivientes abandonaron
Nueva Caledonia sin necesidad de una fuerte reacción española. La retirada
fue del mismo modo caótica, pues tan solo dos barcos fueron capaces de lle-
gar a Jamaica y posteriormente a Nueva York ,y de estos uno solo, después de
un cúmulo de desventuras, arribó a las costas de Escocia.25
En realidad, no supieron cultivar la tierra ni adaptarse, todo fue un sin fin
de improvisaciones y, aunque organizaron algunas expediciones, no encontra-
ron la deseada caoba que buscaban tal vez porque fueron prudentes para no
provocar a los españoles. Los útiles y herramientas para pesca y la agricultura
pronto se oxidaron y, aunque los nativos les surtían de algunos alimentos,
era difícil satisfacer las necesidades de una colonia tan numerosa. La falta de
embarcaciones, de dinero, y desde luego la presión adversa desde la isla de
Jamaica generó pánico e inseguridad, pues si bien se temía una reacción espa-
ñola más preocupación generaba una intervención francesa, ya que existía un
considerable número de colonos de origen galo que desde 1685 en adelante se
habían instalado en la región:

Viven con bastante unión y complacen a los indios en un todo, hasta aho-
ra su comercio ha sido con los ingleses, que son los que frecuentan estas
costas, a quienes venden cacao y carey que no tienen otra cosa y toman
en pago, ropa, armas, municiones, vivieres y algún negro, porque se los
venden a un precio cómodo en los últimos años han comprado como 17,
aunque hay ahora 32 negros y negras.26

24
Francis Russell Hart, The Disaster of Darien. The Story of the Scots Settlement and the cau-
ses of its failure, 1699-1701 (Boston y New York: Houghton Mifliin Company, 1929), 9-10.
25
James Samuel Barbour, William Paterson and The Darien Company (Edinburgh-London:
Willian Blackwood and Sons, 1907), 91-133.
26
Expediente sobre el comercio de los indios del Darién, AGI, Panamá, 307, Fls 580-610.
Fricciones transimperiales en el Darién de finales del siglo XVII 221

Los franceses vivían en bohíos dispersos y mantenían huertas de cacao


que se extendían desde el río Ocoa en la gobernación de Cartagena hasta lin-
dar prácticamente con la Caledonia, la vecindad con los españoles eran Lori-
ca y Portobelo y en ese territorio existían numerosos ríos donde proliferaron
numerosos plantíos de cacao impulsados por estos. La pesca de las tortugas
de Carey y el corte de madera fueron otras actividades a la que se dedicaron
y que se comerciaban con facilidad con las redes de comerciantes de Jamaica
y Curazao. Estos habitaban en bohíos muy dispersos, por ello sus huertas de
cacao se extendían desde las cercanías al río Sinú hasta la Calidonia, donde
el cacao daba frutos considerables siendo muy apreciado en los mercados eu-
ropeos.
Completamente desesperados, cercados y sometidos a la presión bélica es-
pañola, a la desconfianza francesa y sin un apoyo claro de la Corona inglesa
entre los días 18 y 19 de junio, apenas transcurrido un año después de su alen-
tadora salida de Edimburgo, abandonaron una costa que se volvió imposible
de entender y manejar para los sobrevivientes.

3. La segunda expedición

Las primeras informaciones que atravesaron el océano y llegaron a Escocia


hablaban de la buena acogida de los pueblos nativos del Darién a los primeros
colonos llegados, la fundación de Nueva Edimburgo y los progresos iniciados
en el Darién causaron en un primer momento tan buena impresión, que un
grupo de pastores presbiterianos de la Iglesia de Escocia se aprestaron para
organizar una nueva expedición con el fin de organizar la iglesia en los terri-
torios colonizados y, con ello, reforzar espiritualmente a los pioneros e iniciar
la evangelización de los pueblos nativos. Con esta nueva misión, el día 24 de
septiembre de 1699, desde el río Clyde salió una nueva expedición, en esta
ocasión mucho mejor pertrechada, compuesta esta vez de 4 embarcaciones y
1300 hombres y, justo en el preciso momento de su partida, llegaba el rumor
de las dificultades pasadas por la primera expedición, aunque ya nadie hizo
caso de las nuevas noticias. Ahora bien, a su llegada al Darién al contemplar
las desoladoras ruinas del fuerte y la ciudad abandonada y destruida se dio
en el grupo un desánimo que produjo en muchos el deseo de retornar a la
tierra de origen, máximo cuando parte de las provisiones se perdieron en el
hundimiento de uno de los barcos y cuando empezaron a padecer las duras
condiciones climáticas que los afectaron en la salud, aunque los ánimos me-
222 Un mar de encuentros

joraron algo cuando se recibió apoyo de la isla de Barbados que envió una
embarcación con provisiones.27
La poca capacidad de reacción de la escuadra de Barlovento y los inefica-
ces intentos del conde de Canillas desde Panamá, para desalojar a los colonos
escoceses hicieron que aumentara con fuerza la preocupación en la corte de
la monarquía hispánica. Lo complicado de la situación hizo que el conde de
Canillas propusiese al gobernador de Cartagena de Indias, el general Juan Pi-
mienta, una estrategia para desarrollar una respuesta militar contra la colonia
escocesa. El 12 de febrero de 1700 el gobernador de Cartagena preparó una
expedición conjunta entre Portobelo y Cartagena de Indias llevando más de
1500 hombres entre españoles, mulatos, pardos e indígenas en dos escuadras
de barcos.28 Los escoceses alertados por los indígenas y apoyados por estos
organizaron una fuerte resistencia liderados por el soldado Alexander Camp-
bell, quien reforzado por algunos indígenas logró en un primer momento fre-
nar la incursión cartagenera, aunque con el transcurrir de los días la escasez
de provisiones y la climatología diezmaron con dureza a ambos bandos que
enconados no lograban poner fin a los combates. Finalmente, el 30 de marzo
el general Juan Pimienta ofreció unas condiciones que fueron aceptadas por
los escoceses. Los barcos españoles remolcaron a la flota escocesa y el 11
de abril una vez en mar abierto tomaron rumbo hacia Jamaica y de allí a las
costas de Florida, para definitivamente retornar a Escocia. Las condiciones de
navegación fueron tan duras que finalmente solo retornó un barco.
Así acabó este proyecto colonizador del Darién en donde Escocia perdió
más de 2000 hombres y un capital líquido de más de 200 mil libras. Los su-
pervivientes que retornaron a su tierra fueron escasos, aunque algunos de los
que se quedaron hicieron nueva vida y fortuna en las islas del Caribe, otros
en las colonias de América del Norte, incluso es posible que algún desertor se
quedara por el istmo o en la costa de los Mosquitos. Algunos prisioneros que
pasaron a Cartagena de Indias con el tiempo consiguieron su libertad al pasar
al catolicismo.29

27
Francis Borland, The History of Darien (Glasgow: Printed By John Bryce, 1779). Juan B.
Sosa y Enrique Arce, Compendio de la historia de Panamá (Panamá: editorial Morales &
Rodríguez, 1911), 144-148.
28
Real Cédula al gobernador y capitán general de Tierra Firme y presidente de la Audiencia de
Panamá. Providencias para el desalojo de los escoceses del Darién, 13 de mayo 1699, AGI
Panamá, 243.
29
Vaughan, «Historia de la colonia holandesa en el Darién», 44-45.
Fricciones transimperiales en el Darién de finales del siglo XVII 223

4. Consideraciones finales

En este complejo escenario de la franja del Darién a finales del siglo XVII, que
hemos presentado brevemente y tomando como referente el intento de colo-
nización escocesa por la Company of Scotland Trading to Africa and the In-
dies, observamos el desarrollo de un juego implícito de relaciones complejas
y conflictivas entre pueblos originarios del Darién, colonos de origen escocés
y francés, los españoles y redes de comerciantes ingleses y sefarditas. En esta
fluida periferia imperial, como en otras, hubo periodos de enfrentamientos,
pero también de negociaciones y acuerdos entre colonizadores, comerciantes,
agentes imperiales y los pueblos originarios. Durante el siglo XVII no hubo
mucha presencia española en este litoral a pesar de ello, la Corona siempre
se resistió a no considerar aquellos territorios como parte de su jurisdicción.30
El Darién fue un borde imperial en el que se dieron relaciones fluidas mar-
cadas por la conexión al mundo atlántico, las interacciones multiétnicas y una
dinámica de relación con el medio ambiente. Durante dos siglos la monarquía
hispánica tuvo que responder en múltiples frentes para mantener su frágil do-
minio sobre una región que durante todo el siglo XVII fue abordada por pira-
tas, bucaneros, cimarrones, redes autoorganizadas de comerciantes y pueblos
originarios belicosos, además de los rivales imperiales. Fue un dominio siem-
pre amenazado con el riesgo real y potencial de perder el istmo de Panamá,
área central de la Carrera de Indias.

30
Daniel Antonio Garzón Moreno, «Enemigos en común en la frontera del Imperio Español:
Alianzas militares entre piratas, negros e indios en el Darién y el Chocó. Siglos xvi al XVIII»,
Historia y Memoria, n.° 16 (2018): 53-87.

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