El consumo de drogas es un

fenómeno muy antiguo. Herodoto en

Grecia ya hablaba del uso de “extrañas
semillas” por parte de algunas personas
con el objeto de conseguir en el
organismo reacciones más sensibles
frente a determinados hechos.
Actualmente representa un gran
problema para la humanidad. El uso
indebido de las drogas se ha convertido
en una práctica nociva por los serios
problemas para la salud, la vida, el
cuerpo y la moral de la sociedad. Por
ello es responsabilidad de las personas, del Estado y de la
sociedad, la adopción de las medidas más convenientes para luchar
contra la drogadicción hasta erradicarla.

En lo que concierne al tráfico ilícito de drogas o narcotráfico,

se trata de una actividad catalogada como delincuencial porque
afecta y destruye principalmente a un vital grupo humano como son
los jóvenes causándoles irreparables daños físicos, psíquicos y
morales. El consumo de drogas en forma habitual conduce al adicto
a una indiferencia total por la vida produciendo inclusive la muerte.

El país necesita hombres dignos, saludables, inteligentes,

creadores, laboriosos, luchadores, cultos, solidarios y justos.

Por ello la educación antidrogas compromete a la familia, al

Estado, a las diversas instituciones civiles, políticas, religiosas y
sociales con el apoyo indesmallable de los medios de comunicación
social.