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MADRE TIERRA

En la danza de las estaciones, en el ciclo sin fin,

la madre tierra compone su poesía, sin principio ni fin.

En la primavera, brota la esperanza, renace la vida,

sus versos florecen, su melodía cautiva.

En el verano ardiente, la tierra palpita y arde,

susurra secretos de amor en cada hoja que se expande.

En el otoño dorado, la tierra susurra adiós,

sus versos de despedida, en cada hoja que cae en reposo.

Y en el invierno frío, la tierra duerme en paz,

susurrando sueños de renovación en cada cristal de hielo que desliza.

En cada estación, en cada momento,

la madre tierra teje su poesía, un eterno sentimiento.

Escuchemos su voz en el susurro del viento,

en el canto de los pájaros, en cada lamento.

Porque en la poesía de la madre tierra encontramos nuestro hogar,

un lugar de belleza, amor y paz, para siempre habitar.


En la quietud del bosque, susurra el viento,

la madre tierra canta su eterno lamento.

En ríos que fluyen y montañas erguidas,

se escuchan sus versos, melodías queridas.

Con cada flor que nace y cada árbol que crece,

la tierra expresa su amor, nunca perece.

En cada gota de lluvia, en cada rayo de sol,

se revela su poesía, un canto sin final.

Susurros en el océano, suspiros en el cielo,

la madre tierra habla en cada destello.

Su poesía es antigua, su lenguaje universal,

una melodía eterna que nos invita a amar.

En cada brizna de hierba, en cada animal que corre,

la madre tierra nos recuerda que la vida es un tesoro.

En su poesía encontramos paz y consuelo,

un vínculo eterno con este hogar tan bello.

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